Imperialismo del siglo XXI (I)
La
teoría clásica del imperialismo
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18.05.2011
LA
INTERPRETACIÓN ECONÓMICA
La
caracterización leninista del imperialismo recogía en cuatro terrenos, la
visión expuesta por el economista socialdemócrata Hilferding. Retomaba, en
primer lugar, la existencia de un viraje general hacia el proteccionismo,
iniciado por Gran Bretaña para contrarrestar las amenazas de sus concurrentes.
La
vieja potencia marítima se defendía elevando las tarifas aduaneras en sus
dominios. Amurallaba su imperio con restricciones al comercio, para limitar las
pérdidas ocasionadas por su declinación industrial. Los británicos forjaron
primero una federación de colonias (India, África) y luego una asociación de
países subordinados (Canadá, Australia, Sudáfrica) [14] .
Esta
política provocó la inmediata reacción de sus rivales, que instauraron bloques
semejantes en sus zonas de influencia (Francia) y aceleraron la creación de
regiones protegidas (Alemania). Lenin consideró que este cambio consagraba el
pasaje del libre-comercio al proteccionismo y transformaba las disputas
acotadas (por el liderazgo exportador), en guerras comerciales entre duros
contendientes (atrincherados en fortalezas aduaneras).
El
segundo rasgo tomado de Hilferding fue la creciente gravitación de los
banqueros, en desmedro de otros sectores capitalistas. Lenin consideraba que
los financistas habían dejado atrás su rol de intermediarios, para imponer la
subordinación de sus pares del comercio y la industria.
El
líder bolchevique resaltaba la aparición de una oligarquía financiera que
obtenía enormes lucros con la emisión de títulos, la especulación inmobiliaria
y el control de los paquetes accionarios. Consideraba que esta supremacía
reforzaba el carácter rentista-usurero de los estados imperiales, frente a un
conglomerado de estados-deudores sometidos. Por esta razón definía al
imperialismo como una era del capital financiero.
Hilferding
había desarrollado esta caracterización para el caso específico del capitalismo
alemán. En sus investigaciones describió cómo los bancos controlaron la
industria, financiando las operaciones y supervisando los procesos comerciales.
Retrató la supremacía que lograron los financistas en todos los circuitos de la
acumulación, a través del crédito, el manejo de las sociedades anónimas y la
administración de las bolsas [15] .
Lenin
se inspiró también en los análisis de la economía inglesa que expuso Hobson.
Este estudio resaltaba la nueva preeminencia lograda por las altas finanzas,
mediante la recepción de los dividendos generados en el exterior. Este control
forjó una plutocracia, que monopolizaba todos los resortes del funcionamiento
imperial [16] .
En
tercer lugar, Lenin atribuyó las tendencias guerreristas del imperialismo al
peso dominante alcanzado por los monopolios. Consideraba que esa preeminencia
constituía una novedad del período, resultante de la creciente escala de las
empresas y la elevada centralización y concentración del capital. Estimaba que
este predominio reforzaba la influencia de los carteles, que podían concertar
el manejo de los precios mediante acuerdos entre los grandes grupos .
Esta
caracterización fue directamente extraída de la investigación de Hilferding,
que estudió la organización monopólica de la producción germana. Un puñado de
corporaciones entrelazadas con los bancos y orientadas por el estado,
controlaba los procesos de formación y administración de los precios .
Lenin
expuso algunos comentarios críticos de este estudio y objetó especialmente
ciertos presupuestos teóricos sobre el carácter del dinero. Pero estas
observaciones no modificaron su aceptación de las tesis monopolistas postuladas
por Hilferding.
El
cuarto rasgo retomado por el dirigente bolchevique fueron los mecanismos de
apropiación externa. Aquí subrayó la preeminencia de la exportación de
capitales, como forma de absorber las ganancias extraordinarias gestadas en la
periferia. Ilustró las modalidades que adoptaban las inversiones de ultramar
(ferrocarriles, minas, irrigación) y detalló cómo multiplicaban el lucro de las
grandes empresas.
Esta
caracterización se inspiró en la clasificación expuesta por Hilferding, para
periodizar la evolución histórica del capitalismo. De una era colonial
inicialmente mercantilista (que facilitó la industrialización europea), se
había saltado a una expansión manufacturera de las grandes potencias (en torno
a los mercados internos). Este desenvolvimiento quedaba ahora superado por la
nueva fase de exportación de capitales.
La
afinidad de Lenin con el cuadro de proteccionismo, hegemonía financiera,
monopolios e inversiones externas retratado por Hilfderding se extendieron
también a la teoría de la crisis. El líder ruso nunca desarrolló una versión
peculiar de esta problemática y adscribió en general a la interpretación
expuesta por el analista alemán. Este pensador asociaba las convulsiones
periódicas del sistema, con la irrupción de desproporcionalidades entre las
distintas ramas de la economía. A medida que progresaba la acumulación, estas
desigualdades salían a la superficie, expresando desequilibrios más profundos
de sobre-producción de mercancías o sobre-acumulación de capitales [17] .
A
Lenin le interesaba demostrar cómo estos trastornos económicos desembocaban en
conflagraciones inter-imperialistas. Analizaba de qué forma cada rasgo
productivo, comercial o financiero de la nueva época, acrecentaba las
rivalidades dirimidas bajo el fuego de los cañones.
Pero
un problema de esta conclusión era su total incompatibilidad con la postura
política adoptada por Hilferding, que tomó partido a favor del
social-patriotismo. No solo apoyó la participación alemana en la guerra, sino
que adoptó actitudes de fuerte compromiso con el belicismo.
Es
importante recordar que este economista alemán influyó -al mismo tiempo- sobre
Lenin y sobre su oponente Kautsky. Su visión combinada elementos de crítica al
sistema vigente, con una aceptación del “capitalismo organizado” como modalidad
predominante. Resaltaba especialmente la evolución hacia formas de
planificación concertada, bajo el comando de las grandes corporaciones.
El
economista germano estimaba, además, que ese escenario exigía la reversión de
las políticas proteccionistas, el librecambismo y el afianzamiento de un largo
período de pacificación. La planificación a escala nacional que pronosticaba
Hilferding convergía con el diagnóstico de equilibrio ultra-imperial que
postulaba Kaustky.
La
teoría del imperialismo de Lenin incluía, por lo tanto, una fuerte tensión con
su inspirador económico. Las tesis del líder bolchevique se ubicaban en las
antípodas del texto adoptado como referencia. Resaltaba las crisis y los
desequilibrios, que ese fundamento teórico objetaba. En el plano político ese
desencuentro era aún más pronunciado.
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