Mientras el mundo financiero continúa en la incertudimbre,
acudiendo continuamente al papá estado para superar sus graves problemas de
liquidez, los fondos de pensiones ven cómo sus activos se deprecian. ¿Quién pagará la fiesta?
Los fondos de pensiones en
peligro
El Viejo Topo
2 abril, 2023
Como viene
denunciando el movimiento pensionista, los fondos privados de pensiones son un
suculento negocio para la banca y una ruina económica para sus clientes. Son
inseguros, amorales, vulnerables a los vaivenes producto de la especulación
financiera, opacos y en muchos casos gestionados por auténticos ladrones de
guante blanco. Sin embargo, a pesar de estas evidencias, el gobierno español
apuesta por privatizar las pensiones. El gobierno de izquierdas está dejando el
camino expedito para que otras fuerzas políticas, llegado el caso, caminen por
la senda trazada y profundicen aún más la privatización. Es un camino que tiene
como horizonte el convertir las pensiones públicas en algo parecido a la mera
beneficencia. Este será uno de los legados del “gobierno más progresista de la
historia”.
Lo quieren
ocultar. Pretenden que pase desapercibido. Pero no se puede ni mentir ni
trapacear siempre. La realidad, finalmente, golpea y se abre paso. La guerra ha
traido, como estamos viendo, una nueva crisis bancaria. El detonante, aunque no
la causa, ha sido la quiebra del Silicon Valley Bank. Se dijo que otras
entidades financieras, así como el propio gobierno federal, acudirían en
socorro del banco; el problema es que ahora son muchos más bancos los que están
en el ojo del huracán. Según el Wall Street Journal son 186
entidades las que están en situación crítica (además del Silvergate, Signature
Bank, PacWest Bancorp, Zions Bancorporation, First Republic Bank y Regions
Financial que ya habían dejado de cotizar hasta nuevo aviso).
Las
repercusiones producidas por el hundimiento de los bancos norteamericanos hace
aflorar a la superficie una realidad cruel e incómoda para muchos gobiernos: la
opacidad del sistema financiero. La opinión pública parece no darse cuenta pero
los fondos de pensiones corren un enorme riesgo y por tanto las jubilaciones.
En el mes de octubre pasado, el fanatismo neoliberal de la ex primera ministra
británica, Liz Strauss, y sus propuestas económicas ocasionaron que los fondos
de pensiones ingleses tuvieran que ser salvados tres veces en tres semanas; el
costo de esta “ayuda” se transformará en un recorte en las prestaciones para
los jubilados. Eso fue un aldabonazo en la puerta; el otro es la crisis en que
viven los fondos norteamericanos, que se arrastra también desde hace años; no
consiguen la suficiente liquidez para pagar el cheque mensual a sus aportantes
(la financiación media de los 100 mejores fondos no supera el 78,6% de sus
necesidades) lo que les impulsa a invertir de forma muy agresiva para obtener
liquidez, corriendo enormes riesgos. El fondo de los bomberos de Houston es un
triste ejemplo; su inversión en criptomonedas fue un fiasco y acabó perdiendo
enormes cantidades, como afirmó en su momento Reuters. La falta de
transparencia ha impedido que trascienda esta información al público no
especializado. Estos fondos, al ser regionales, tienen un nivel de control
mucho más laxo y pueden escamotear los números en sus balances.
La crisis
financiera y los altos tipos de interés perdurarán. El Banco Central Europeo,
incapaz de pergeñar otras soluciones, ahora cambia de política pero sin tocar
el fondo de la cuestión. Los resultados serán incluso peores que en la ocasión
anterior. En la época de Mario Draghi se redujeron a 0 las tasas de interés y
se optó por fabricar papel moneda; fue la denominada expansión cuantitativa. La
consecuencia, ahondar todavía más la crisis desatada. El descontrol
inflacionario vino a continuación. Ahora, para controlarlo y supuestamente para
retirar dinero en circulación, se suben las tasas de interés y se provoca la
atonía productiva.
La posibilidad
de expansión de la crisis es alta. El primer gran banco que ha caído fuera de
la zona euro es el Credit Suisse, un banco sistémico (de aquellos tan grandes
que no pueden quebrar) y el segundo por activos de Suiza (el primero en el
ranking es el UBS). Nuevamente son los bancos centrales, en este caso el Banco
Central suizo, quienes avalarán las operaciones para reflotar a esas entidades
financieras: la línea de liquidez que se ha abierto supera los 100.000 millones
de €. En una decisión que ha infringido las leyes del mercado (no se ha
consultado a los accionistas como es preceptivo). El UBS ha comprado Credit
Suisse por 3.250 millones de € (una rebaja del 60% respecto a su último valor
en bolsa). Tampoco UBS está libre de pecado: en 2008 tuvo que ser rescatado a
razón de 3.500 millones de € y el estado tuvo que asumir los 44.780 millones de
€ en activos tóxicos que tenía la institución. Son los contribuyentes los que
habrán de rascarse nuevamente el bolsillo para defender a grupos financieros
caracterizados por su nefasta gestión.
Hay, como en
2008, una enorme cortina de humo envuelve a las entidades financieras; de
hecho, nadie sabe cuál es la exposición de los bancos europeos respecto al
banco suizo y a otras entidades en apuros. Tal es el desconocimiento que el
Banco Central Europeo pidió la semana pasada a los diferentes bancos que le
informaran de su exposición al banco quebrado. Nadie puede adivinar qué es lo
que puede pasar.
Todo esto
proyecta una enorme sombra sobre los fondos de pensiones en muchos países.
EEUU, ya lo hemos visto, es un ejemplo sangrante puesto que de los 4,4 billones
de dólares que gestionan sus fondos más de dos tercios se colocan en el
mercado, incluyendo inversiones de alto riesgo. Los fondos están atados a las
variaciones o quiebras de la bolsa. Las aportaciones de los jubilados europeos
y norteamericanos se ven nuevamente en peligro.
La crisis
económica provocada por la guerra sumada a la subida de tipos de interés
impulsada por la FED y los bancos centrales trastoca todos los escenarios. Los
fondos de pensiones, gestionados de forma privada, se caracterizan en primer
lugar por la falta de transparencia en los contratos entre los Fondos y sus
gestores (normalmente los bancos). La segunda es aún más grave: el desinterés
de los gobiernos en fiscalizarlos. Las aportaciones que realizan estos fondos
de inversión en las campañas electorales de los dirigentes políticos seguro que
tienen mucho que ver con ese laissez faire.
La
incertidumbre se está apoderando del mundo financiero. Las pruebas
aportadas por la CNN, Reuters o The Guardian ponen de
manifiesto cómo las entidades gestoras de los fondos de pensiones inflan
las valoraciones para asegurar la captación de nuevos clientes. El Estado
de California, epicentro de la actual crisis, informó semanas antes
de la quiebra del Silicon Valley que el valor de los activos de los
fondos de pensiones de los trabajadores públicos había caído un 10,5%
respecto al mismo trimestre del año anterior (35.000 millones de dólares).
Moodys. por otro lado ponía su punto de mira en el estado de Illinois. Según
esos informes, el pasivo de los fondos ha pasado de 230.000 millones de
dólares en 2022 a 261.000 ahora. Los cuatro principales fondos de
pensiones de Chicago se enfrentan también a una enorme crisis de solvencia. La
propia alcaldesa, Lori Lightfoot, reconoció que la infrafinanciación de
los fondos de pensiones de los funcionarios públicos obliga a la ciudad a
aumentar los impuestos para recaudar 96 millones de dólares extras. Algunos de
estos fondos, para hacer frente a sus obligaciones mensuales, están vendiendo
activos para poder retribuir a los pensionistas que están esperando su cheque.
En contraposición, algunas de las gestoras siguen aumentando sus comisiones
mientras sus directivos se suben los sueldos como si no hubiera un mañana.
Esta realidad,
tan lejana del mundo idílico de las finanzas «perfectamente reguladas», está
provocando altísimos niveles de incertidumbre en todo el mundo financiero. Los
datos que se acumulan no ayudan a tranquilizar la situación sino al contrario.
Los números proporcionados por los reguladores vuelven a ser falseados.
En el caso del Silicon Valley Bank, de 16 fondos de inversión 15 calificaban
muy positivamente al banco, sólo uno opinaba lo contrario. Algo parecido
sucedió con la famosa revista Forbes que hace poquísimas
semanas lo situaba entre los 20 bancos más seguros del país.
La crisis, los
rescates financieros entre corporaciones y el dinero público que se pierde
pesan ya sobre los fondos de pensiones. El más grande de Suecia (Alecta)
pierde, según han reconocido sus propios directivos, al menos 1.100 millones de
euros debido a su exposición a los bancos quebrados al otro lado del Atlántico.
Ha costado varios días pero finalmente han reconocido que la situación
“afectará en pequeña medida” a las pensiones de sus clientes. Este fondo
invertía en operaciones arriesgadas, incluso en criptomonedas. Tenía fuertes
inversiones en el SVB, en el también quebrado Signature Bank (cerrado por
las autoridades estadounidenses debido a riesgos sistémicos) y en el hundido First
Republic (un banco de criptomonedas) y los datos parecen no ajustar, puesto que era el cuarto mayor propietario del banco quebrado.
Hemos sabido en
estos días que el mayor fondo de pensiones del mundo, el Fondo de Pensiones del
Gobierno-Global (GPFG) dependiente a su vez del Norges Bank Investment
Management (Banco Central Sueco), tenia participaciones en algunos de los bancos
quebrados. Lo realmente preocupante ha sido el informe anual del 2022. Las
pérdidas de este fondo ascienden a 164.400 millones de dólares como
consecuencia de la guerra, la alta inflación y el aumento de los tipos de
interés. El Fondo de Pensiones ha perdido en casi todos los sectores donde ha
invertido. El rendimiento global en conjunto fue del -14,1%.
Hay profundas
enseñanzas que podemos obtener del actual panorama económico: las pensiones
privadas son una ruina y un peligro. Queda en evidencia lo que hemos expuesto
en múltiples ocasiones. El sistema público de pensiones, el sistema de reparto,
es infinitamente más seguro que los fondos de pensiones de capitalización o de
gestión privada, que dependen de las apuestas que se realizan en el mercado financiero.
Los fondos públicos de pensiones tienen el respaldo del Estado, no así los
otros. En los fondos de reparto, la pensión nunca va a depender de las apuestas
que los bancos hagan en el mercado financiero; sin embargo vemos cómo
históricamente los fondos privados de capitalización e incluso los fondos
públicos con gestión privada, han quebrado en numerosas ocasiones. Por eso
resulta tan inexplicable el interés del actual gobierno de “izquierdas” en
introducir un modelo de capitalización que sustituirá progresivamente al modelo
de reparto que teníamos hasta ahora.
Los datos, al
margen de la propaganda, conllevan un baño de realidad. En nuestro país los
fondos privados de pensiones son una ruina económica para el cliente, aunque
para el banco es un negocio redondo. En uno de los estudios independientes
sobre el tema se señala que de 408 fondos de pensiones privados españoles con
más de 15 años de historia, la rentabilidad media era muy inferior (menos de la
mitad) a la obtenida si se invirtiera el dinero en deuda pública (la más segura
que hay). Por otro lado el mencionado informe señala que hay una veintena de
fondos que en lugar de ganar, pierden dinero; los costos por comisiones se
llevan las escasas ganancias cuando las hay. Sería más rentable dejar el dinero
debajo del colchón.
Pero existen
más paradojas. Según el informe de Light House Reports, el análisis de las cuentas
de 70 fondos de pensiones importantes en España, Italia, Alemania, Países
Bajos, Finlandia y Dinamarca demostró que algunos de estos fondos están
apostando su dinero en los mercados de futuros (materias primas), especialmente
en alimentos. Aunque nominalmente tienen prohibida la especulación con los
productos alimenticios, algunos (se han identificado 15) se saltan la
regulación. Eso contribuye lógicamente a aumentar la inflación. El fondo de
pensiones holandés Rabobank (ABP) decía en sus informes “2021 fue un
año excelente para la categoría de materias primas”. La rentabilidad que
obtuvo el fondo fue espectacular, sobrepasando el 43%, seis veces más que la
rentabilidad media de los otros fondos de pensiones holandeses. Otro fondo
holandés que agrupa a los funcionarios públicos obtuvo una rentabilidad del 31%
invirtiendo en alimentos. En el Reino Unido, con una crisis de precios en la
alimentación nunca vista, su mayor fondo de pensiones (10 millones de
ahorradores) invirtió 500 millones de libras en los mercados de futuros, 150
millones de los cuales eran para especular con los productos alimenticios. En
España, como es previsible topamos con un muro de desinformación. Aún así se
sabe que el fondo CaixaBank Destino 2026 que tiene más de 31.000 partícipes invierte una
parte de su patrimonio de 857 millones de € en energía, metales y productos
agrícolas. En una paradoja más, parte del dinero que dará a sus
clientes cuando se jubilen se conseguirá gracias al incremento del precio de
los artículos alimenticios y la energía que habrán de pagar esos mismos
clientes.
Lo preocupante
de la actual reforma de pensiones, lo hemos señalado en la introducción, es que
no revierte la filosofía de fondo del gobierno Zapatero o Rajoy que era, como
todos recordamos, la privatización y el recorte en sus diversas modalidades
(Zapatero llegó a plantear a Bruselas el modelo de la mochila austriaca) y
abrió a través de la modificación constitucional el camino a los recortes que
transitó con tranquilidad Rajoy. La actual reforma de Escrivá privatiza y
recorta, aunque lo modula un poco más en el tiempo y abre nuevas vías para
profundizar en la senda de la desregularización bajo el epígrafe de que: “son
de los nuestros”. Este será uno de los legados del “gobierno más progresista de
la historia”.
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