jueves, 13 de noviembre de 2025

Hay 17 Españas


 

Hay 17 Españas

Por Jaime Richart

kaosenlared                                    

12 de noviembre de 2025


Gracias a Aznar y a su política ofensiva durante estos ocho años, en España se ha ido abriendo poco a poco la vieja herida que encendió la chispa de la guerra civil.

Habrá contribuido Aznar a librar al mundo de un Hussein que en realidad no nos molestaba: un tirano, según la nomenclatura occidental, cuyos supuestos genocidios fueron cometidos quince años atrás, pero había conseguido que su país viviese en paz. El mismo argumento que esgrimió nuestro dictador para justificar la supuesta pacificación de España tras la confronta­ción perma­nente entre compatriotas. Hussein era, en definitiva, el repre­sentante de una nación más entre las muchas que el im­perio yanqui ha tratado sin piedad durante un siglo, dejando en Irak once mil muertos, según cifras oficiales.

Pero además de que la ocupación de Irak, en la que Aznar par­ticipó entusiasta, ha provocado más terrorismo, más inestabili­dad y más incertidumbre, el expresidente dejará entre nosotros una fractura profunda: la resurrección de las dos Españas que Franco ensambló a la fuerza. Su actitud y la de sus correligiona­rios encarnan aquella vieja España negra, miserable, hipócrita, rencorosa, provocadora, desafiante, engreída, petulante y necia, que la otra España —la seria, sensible e inteligente— ha ignora­do cuando ha podido y en el fondo detesta.

Pero tampoco este nuevo régimen, una democracia deficiente por serlo sólo en apariencia, será capaz de superar el viejo es­quema de las dos Españas, porque en realidad hay tantas como Comunidades Autónomas.

La idea de las dos Españas sostenida, en claves distintas, por Sánchez Albornoz y Madariaga me parece hoy pobre y simplis­ta. Cada Comunidad es un espacio ideológica y culturalmente independiente. La homogeneidad que caracteriza a las naciones europeas —Francia, Italia, Alemania, Holanda o los países nór­dicos— es, en España, definitivamente imposible. El esfuerzo de aquel caudillo gallego por conseguirla fue baldío tras 47 años de empeño. De ahí que España siga siendo un meltingpot, metá­fora del lugar donde diversas culturas y nacionalidades se mez­clan para crear una nueva identidad, como se dice de Estados Unidos. Una nación con cincuenta estados de sensibilidades muy distintas, aunque en España, incluso, cada clima influya en el temperamento.

Si se desea una España compacta, sólo será posible organizán­dola como un Estado federal, con un gobierno central dedicado casi exclusivamente a la política exterior y poco más. Mientras no sea así, España seguirá siendo un vivero de violencia política más o menos contenida, un Estado artificioso, ridículo o fallido.

Jaime Richart

24 marzo 2004

Imagen de portada:  España – Creative Commons Wikimedia

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