martes, 11 de marzo de 2014

GUARDIAS CIVILES VERSUS GUARDIAS CIVILES



(O la historia no contada de la lucha por la democracia
desde las entrañas del Estado)

7/8
Rodrigo M. Rico Ríos
Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME)
Rebelión

Organizar el silencio
Y declararlo en  huelga...

Antonio Gamoneda

Una lucha sin cuartel de guardias contra guardias y dirigida desde las instancias del Gobierno con el objetivo de desarticular todo el movimiento sindical.

Producto de esta embestida masiva hubo expedientes, expulsiones, más de doscientos confinados en centros psiquiátricos, palizas, usos de porras eléctricas o temporadas en la cárcel. Pero lo más grave es que la Operación Columna no se ciñó únicamente a los miembros de los sindicatos de guardias, sino que persiguió y espió a familiares, políticos, sindicalistas de CCOO y UGT,
profesores universitarios, abogados o periodistas  (Ibídem p.50).

Una guerra sucia totalmente ilegal que alcanza su auge siendo Ministro de Interior José Luis Corcuera.

Es de destacar que por estas fechas, mientras se reprime con extrema dureza a guardias que buscan ampliar la democracia y modernizar el cuerpo, paralelamente se ascendieron a varios de los capitanes implicados en la intentona golpista del 23F. Incluso algunos de ellos recibieron la exclusiva condecoración de la Real Orden de San Hermenegildo  (Carrillo, Fernando; Gabriel, José Manuel y Del Álamo, Manuel, Guardias valientes. Historia del sindicalismo en la Guardia Civl(1977-2009), Valencia, Germanía, 2009, p. 51), una de las condecoraciones militares más importantes en reconocimiento de la trayectoria profesional «e intachable conducta en el servicio». Rosas para los golpistas y acero para los demócratas.

La Operación Columna se da por concluida el 19 de junio de 1991, dejando muy mermado al movimiento sindical. No obstante, la solidaridad de algunas organizaciones y los reconocimientos cívicos mantuvieron la moral alta. El 1º de mayo de 1990 encabezando la pancarta de la manifestación en Madrid avanza Carmen Romero, la esposa del Cabo Rosa encarcelado. Los entonces secretarios generales de CCOO y UGT, Antonio Gutiérrez y Cándido Méndez, lo visitan en el presidio. Éste recibe el premio por los Derechos Humanos de la Asociación Pro Derechos Humanos de España. El SUGC recibe el premio «Libertad de Expresión» concedido por la Unió de Periodistes Valencians.

Esos colectivos de guardias y sus miembros no olvidan a los pocos líderes sociales que se acercaron a ellos cuando tan mal lo estaban pasando. Pero a pesar de estos hechos solidarios ofrecidos por dirigencias de distintas formaciones, lo cierto es que una buena parte de la sociedad española mostraba su indiferencia ante esta odisea.

Las muestras de solidaridad eran cupulares, de líderes de organizaciones o de personalidades destacadas. Sin embargo esta comprensión y empatía no se manifestaba desde las bases de estas organizaciones, ni mucho menos desde la sociedad toda. Como desarrollé previamente, el imaginario colectivo español quedó muy marcado por el franquismo y por la desmemoria programada durante la Transición.

Esto inducía a que la lucha del sindicalismo de la guardia civil recibiera un doble impacto. El primero: la cruel represión en los cuarteles y el desprecio de sus compañeros al ser tildados de “rojos”.

El segundo: la indiferencia o desconfianza de gran parte de la población al ser identificados como “fachas”.

Los sindicalistas de la Guardia civil eran identificados despectivamente como “rojos” en el cuartel por ser sindicalistas y como “fachas” en la calle por ser guardias civiles.

La Guardia Civil venía marcada a fuego por su papel durante la dictadura y esto había provocado un distanciamiento entre el cuerpo armado y la población civil. Una distancia necesaria para un Gobierno oligárquico y represor como el franquista, pero incompatible con una sociedad que se pretende democrática. En estas condiciones, la población no podía o no estaba preparada para entender la efervescencia de este tipo de culturas democráticas en un cuerpo de tradición represora.

La distancia creada impedía la comprensión mutua y los lazos solidarios. El efecto resultante es el aislamiento de la sociedad civil de estos díscolos de uniforme y, por tanto, la asfixia de su actividad aperturista.

Un fenómeno que, en mayor o menor grado, sigue manifestándose en nuestros días tanto con la Guardia Civil, como con los movimientos sindicales o asociativos de la Policía Nacional o de las propias Fuerzas Armadas (26…).

Gracias a la lucha por la vía judicial, el Tribunal Constitucional sentencia el 18 de octubre de 1993 que la Guardia Civil tiene derecho al asociacionismo profesional al igual que lo tienen los jueces o fiscales.

 A partir de entonces el grueso del movimiento sindical clandestino, con la iniciativa decidida del SUGC,
varió su estrategia y apostó por una nueva fórmula: el asociacionismo profesional.

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