domingo, 15 de marzo de 2020

CORONAVIRUS: ¡NO ME JODAS, NO ME JODAS, NO ME JODAS! Y YO CON ESTOS PELOS, Y ES QUE A LO MEJOR CON CIERTOS AMIGOS NO ES NECESARIO TENER ENEMIGOS



ADN del COVID-19, apunta a EEUU y no China como origen del letal virus.

Diario octubre / 15.03.2020

Los estudios sobre el genoma del letal COVID-19, aparecido en China, apuntan a que este coronavirus podría haberse sido originado en otro lugar del mundo como EE.UU.


Una investigadora analiza una muestra de ensayo en un laboratorio científico en Estados Unidos.
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En los primeros días de la propagación a nivel mundial del brote del nuevo coronavirus, denominado COVID-19, hubo controversias sobre algunos aspectos de esta enfermedad, como su naturaleza, características, síntomas y tratamiento, pero lo que puso en alerta a todos los expertos y los medios era el lugar de aparición de este virus que comenzó a extenderse a todo el mundo desde un mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2019.

En ese momento, pocos distinguirían entre la “identificación” y la “creación” de este misterioso virus. El hecho es que el COVID-19 fue “detectado” por primera vez en el citado mercado de mariscos de Wuhan, pero ¿fue necesariamente “creado” en ese mismo lugar?

La propagación de un virus desconocido desde China al resto del mundo se convirtió desde esas fechas en un asunto de primer orden para la parrilla del prime time de los noticieros de los medios de comunicación global, liderados, por supuesto, por las potentes corporaciones estadounidenses, en cubrir todo lo que concerniera a esta enfermedad y augurando a su público de la destrucción completa del mundo responsabilizando de ello al gigante asiático y obviando la naturaleza inofensiva del COVID-19 en comparación a la influenza común en términos de letalidad.

Cualquier noticia sobre la crisis de coronavirus, originada en China, no solo empujaría a la economía china a la bancarrota, sino que también favorecería a los intereses de Estados Unidos en medio de la guerra comercial entre Washington y Pekín, y es por eso que a muchos se le viene a la mente que a lo mejor la fuente de la cepa del virus podría provenir de Estados Unidos.

Hasta ahora, han surgido algunos motivos para pensar de esta forma, ya que, varios expertos estadounidenses han confesado que algunos enfermos locales se han contagiado del COVID-19 por razones “desconocidas” y sin que hubieran viajado a los países epicentro de su transmisión o que tuvieran contacto con personas infectadas con el coronavirus.

Aunque todavía puede ser demasiado pronto para llegar a una conclusión definitiva, el portal digital Global Research Analytics recopiló recientemente una parte de un informe de Larry Romanov, experto en economía de la Universidad de Fudan, con sede en Shanghai, publicado al respecto con el título de “El coronavirus de China: una evolución impactante. ¿Es posible que su cepa se originó en Estados Unidos?”.

Conforme a esta publicación, los primeros estudios científicos sobre el genoma del nuevo coronavirus muestran que China no es la fuente de esta enfermedad. Para argumentar su teoría, Romanov anota que después del brote del COVID-19 los medios de comunicación occidentales rápidamente tomaron el podio y lanzaron la versión de que aparentemente se había originado y extendido desde el país asiático.

Sus reclamos, escribe, era que el patógeno se originó en animales en un mercado húmedo de Wuhan. De hecho, el origen del virus fue desconocido durante mucho tiempo, pero ahora, según informes de medios chinos y japoneses, parece probable que el coronavirus se originó en varios lugares y comenzó a extenderse solo después de que fuera introducida al mercado de mariscos en la citada urbe china de más de 13 millones de habitantes.

Además, añade, algunas pruebas sugieren que la cepa del virus no se habría originado en China en ningún caso, tal y como apuntan algunas agencias de noticias japonesas y otros medios al señalar que podría haber sido engendrado por primera vez en Estados Unidos.

Después de recoger muestras de ADN —ácido desoxirribonucleico que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos— de entre población china, los investigadores primero demostraron de forma concluyente que este virus no se originó desde el marisco, sino también desde múltiples puntos de origen incierto habría llegado al referido mercado de los mariscos en Wuhan y, a partir de allí, es cuando empezaría su periplo infeccioso alrededor del mundo.

Al respecto, el periódico chino Global Times informó en su día de que según un nuevo estudio realizado por investigadores chinos se ha percatado de que la cepa del COVID-19 puede haberse originado a principios de noviembre, un mes antes de que se detectaran sus primeros casos de contagios en Wuhan.

El estudio, publicado en Chinashio, una de las fuentes chinas gratuitas disponibles para los investigadores en el campo de la ciencia, sugiere que el nuevo coronavirus provenía de una o más fuentes en el bullicioso mercado de mariscos y luego debido a los múltiples contactos cercanos entre las personas que realizaban sus compras en ese lugar se inició la cadena de propagación a otros lugares en un corto plazo de tiempo.

Estos resultados se derivan del análisis de datos genómicos, fuentes de contaminación y la ruta del brote de varias cepas del nuevo coronavirus recogidas de toda China, acota la publicación china.

Los investigadores que realizaron el estudio creen que los portadores originales trasmitieron el virus a los trabajadores y vendedores del mercado de mariscos, y luego estos contagiaron a los compradores de sus productos.

Las autoridades médicas chinas llevaron a cabo investigaciones rápidas y extensas sobre el origen del virus, identificando todas las especies y variantes mutadas mediante la recolección de aproximadamente 2 muestras del nuevo genoma coronario de cinco países diferentes en los cinco continentes.

Durante su análisis, concluyeron que los nuevos brotes del coronavirus comenzaron a propagarse nada más finalizarse los Juegos Mundiales Militares de 2019 que se celebró en Wuhan entre los días 18 y 27 de octubre.

Por su parte, los expertos japoneses en una investigación independiente sostienen que esta enfermedad no se originó en China, sino que vino de fuera de este país asiático.

Esto significa que el COVID-19 se originó en un país distinto de China, pero ahora surge la pregunta de dónde está el verdadero origen del nuevo coronavirus. Si las autoridades chinas verificaran los genomas del virus de dos países diferentes para encontrar el origen del patógeno, probablemente tendrían una razón convincente para buscar fuera de las fronteras chinas.

Con estas revelaciones, se ha ido tomando fuerza la teoría de que el brote del coronavirus se originara en EE.UU., en este sentido, el medio japonés Asahi Shimbun informó a principios de febrero que el brote del coronavirus se había originado dentro del territorio estadounidense, no en China, y algunas o muchas de las 14 000 muertes por gripe común en Estados Unidos que se produjo durante el año puede haber sido el resultado de una infección por el COVID-19.

El rotativo People Daily China citando a Asahi Shimbun escribe que algunos de estos estadounidenses pueden haber sido infectados sin saberlo con el coronavirus y es muy posible que el Gobierno de EE.UU., presidido por Donald Trump, no se haya percatado completamente hasta qué punto este nuevo patógeno se ha extendido entre su población.

Ante la insistencia de los medios asiáticos de que este brote se habría originado en el suelo estadounidense, a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU. no les quedó otro remedio que anunciar que se pondrían a trabajar en los laboratorios gubernamentales situados en Los Ángeles, San Francisco, Seattle, Chicago y Nueva York para evaluar a las personas con síntomas similares a la gripe común con el objetivo de detectar si han sido infectadas con el nuevo coronavirus.

Al respecto, Asahi Shimbun asegura que nadie sabía hasta la fecha la causa de la muerte en las víctimas de la gripe estadounidense porque la Administración Trump o se niega a examinar a las personas para detectar qué virus originó sus fallecimientos u oculta los resultados de dichas pruebas.

Lo que no aclara el medio nipón es si este virus coronario infectó a la población estadounidense de forma natural o accidental o fue intencional. Empero, lo que es claramente evidente es con qué destreza los medios occidentales han ido rehuyendo de informar de cualquier dato que apuntara a EE.UU. como el origen del brote de la enfermedad que hasta ahora ha infectado a más de 145 000 personas de 140 países del mundo, y de las cuales han muerto más de 5000.

Un virólogo taiwanés aseveró en un programa televisivo, transmitido el 9 de febrero en Taiwán, que, tras analizar algunos cuadros y diagramas de flujo sobre los cambios genéticos del nuevo coronavirus, puede plantear la posibilidad de que este patógeno se habría originado en Estados Unidos.

Conforme a sus palabras, la cepa del COVID-19 que ha infectado a un reducido grupo de taiwaneses, en concreto a tan solo 49 personas, de las cuales se ha confirmado la muerte de una de ellas, solo se ha visto en Australia y EE.UU., y dado que Taiwán no ha sido infectado por australianos, solo puede haber ingresado dentro de este territorio desde Estados Unidos.
La lógica subyacente aquí es, expone el especialista taiwanés: “La ubicación geográfica que tiene la mayor diversidad de especies del virus debe ser necesariamente la fuente del origen del virus, ya que una especie de virus no puede derivar de la ‘nada’”.

El experto sugiere que solo en Estados Unidos se ha detectado la presencia de las cinco especies conocidas de coronavirus, y que es probable que las cepas de estos patógenos en otros países se hayan originado en este territorio. Mientras que, agrega, en Wuhan y gran parte de China solo hay una variante del coronavirus y así como en Taiwán, Corea del Sur, Tailandia, Vietnam, Singapur, el Reino Unido, Bélgica y Alemania.

Además, aclara que el tipo del coronavirus que se encuentra en Corea del Sur y Taiwán es diferente del que se encuentra en China. Este brote puede ser más contagioso, pero mucho menos letal; ya que esto puede explicar por qué la tasa de mortalidad coronaria en Taiwán es un tercio de la de China o en el caso de Corea del Sur, con 7137 casos confirmados solo se han registrado 50 muertes.

La prevalencia de la propagación del COVID-19 en Irán e Italia no se ha ensayado todavía, pero las autoridades persas aseguran que el genoma del patógeno que ha contagiado a más 12 700 iraníes, de las cuales 611 han perdido la vida, es similar al que contagió a más de 80 000 ciudadanos chinos, de los que murieron unos 3189.

Mientras en Italia se han contagiado 17 600 personas y fallecido unas 1266, resulta que los datos proporcionados por el Gobierno de Irán confirman que la cepa coronaria detectada entre los pacientes es la especie más letal al tener una tasa de mortalidad de entre 2 % y 5 %.
Ahora bien, a causa del gran volumen de cobertura y el enfoque mediático de Occidente en China, la mayoría del mundo cree que el brote del coronavirus se ha originado en este país asiático para extenderse a todas las demás naciones del mundo. Sin embargo, esta narrativa parece totalmente equivocada, ya que estos medios eluden con mucha astucia informar los casos confirmados de contagio en EE.UU., y menos aún la cifra de las víctimas mortales; y todo esto responde ante la imperativa de no relucir la incapacidad del Ejecutivo de Trump de afrontar la catástrofe sanitaria que les espera a los estadounidenses y, por ende, alejar de los focos mediáticos el hecho de que este patógeno que va a cobrar numerosas vidas entre la población de esta nación, probablemente, se habría creado en un laboratorio científico de este mismo país norteamericano.

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EL CORONAVIRUS Y SU AMIGO EL MONARCA-DEMOCRÁTA-MIEDO VIRUS. Y QUE DIGO YO, APROVECHANDO QUE EL PACTO PASA POR TOLEDO ¿NO APROVECHARÁN LOS LISTOS-REPRESENTATOIDES NUESTRA DESORGANIZACIÓN SOCIAL AMEDRENTADA PARA ACABAR DE ROBARNOS LAS PENSIONES?


El coronavirus y la sociedad de la mentira global

Rebelión
| 28/02/2020  

Fuentes: Nueva Tribuna 


 Durante el año pasado se registraron en España 277.000 casos de cáncer. La mitad de los enfermos morirán en un plazo inferior a cinco años, sufriendo durante el resto de su vida un calvario indecible de idas y venidas al hospital, de quimio y radioterapia, de dolor y sufrimiento y de miedo indescriptible. En una sociedad avanzada y civilizada, las investigaciones para curar o paliar el cáncer, las enfermedades cardíacas y las degenerativas deberían ocupar un lugar preeminente, dedicándoles todos los medios económicos posibles. Del mismo modo, en un mundo civilizado y justo, la Organización Mundial de la Salud, en vez de callar, debería denunciar los precios altísimos de los tratamientos para esas enfermedades que están arruinando a los sistemas estatales de salud, declarar la libertad de todos los países copiar cualquier medicamento que sirva para mejorar la vida de los enfermos y condenar el reparto mafioso y monopolístico de los nuevos tratamientos por parte de los grandes laboratorios. No lo hace, mira para otro lado, y la curación de esas enfermedades que tanto dolor causan a tantísima gente se pospone hasta que la mafia quiera. 
 
El año pasado murieron en España por accidente laboral casi setecientas personas, resultando heridos de gravedad o enfermos debido al trabajo varios miles de personas. Las causas están claras, precariedad laboral, jornadas interminables, destajo, escasas medidas de seguridad y explotación. Ningún organismo estatal ni mundial alerta sobre el deterioro de las condiciones de trabajo ni esas víctimas, que podrían haberse evitado con muy poca inversión, abren los telediarios ni ocupan más de su tiempo.

No creo que nada de lo que pasa en el mundo sea por casualidad, ni que los informativos ignoren inocentemente el número de muertos por guerras absurdas que cada año asolan al mundo de los pobres

En 2019, seis mil españoles murieron de gripe, una enfermedad tan común como el sarampión que  mata todos los años a miles de personas en África sin que la OMS exija a los Estados miembros que aporten las vacunas necesarias -que valen cuatro perras- para evitar ese genocidio silencioso. Al fin y al cabo, la mayoría son negros.

En 2018, más de cuarenta mil personas murieron en España por la contaminación ambiental, siendo directamente atribuibles a esa misma causa el fallecimiento de ochocientas mil personas en la Unión Europea y casi nueve millones en el mundo, aparte de los millones y millones que padecen enfermedades crónicas que disminuyen drásticamente su calidad de vida.

En 2017 más de seis millones de niños murieron de puta hambre en el mundo mientras en los países occidentales se tiran a la basura toneladas y toneladas de alimentos. Ese mismo año, más de dos mil millones de personas trabajaron jornadas superiores a 15 horas por menos de 10 euros al día. Ningún informativo, ningún periódico, ninguna radio lleva días y días insistiendo machaconamente en esa tragedia que martiriza a diario a media humanidad y amenaza con llevarnos a todos a condiciones de vida insufribles.

La suspensión del Congreso Internacional de Móviles de Barcelona -Congreso que probablemente no se vuelva a celebrar tal como lo hemos conocido en años sucesivos- no se debió al coronavirus, sino a la exhibición que las grandes tecnológicas chinas iban a hacer sobre sus avances en el 5G

Hace unas semanas surgió en una región de China un virus que causa neumonía y tiene una indicencia mortal menor al uno por ciento. Los medios de comunicación de todo el mundo, acompañados con las redes sociales de la mentira global, decidieron que ese era el problema más terrible que había azotado al mundo desde los tiempos de la peste bubónica del siglo XIV que diezmó la población de Europa en casi un tercio. No hay telediario, portada de periódico por serio que sea o red social en la que el coronavirus no ocupe un lugar preferente y reiterativo hasta la saciedad, como si no tuviésemos bastante con las enfermedades ya conocidas que matan de verdad a muchísima gente después de largos periodos de sufrimiento y tortura vital. No sé como surgió ese nuevo virus, tampoco si es nuevo, carezco de conocimientos científicos para ello, lo único que sé es lo que cuentan los especialistas, y es que apenas mata ni deja secuelas importantes. Pese a ello, a que lo saben, los informativos siguen creando alarma a nivel mundial. ¿Por qué?

No creo que nada de lo que pasa en el mundo sea por casualidad, ni que los informativos ignoren inocentemente el número de muertos por guerras absurdas que cada año asolan al mundo de los pobres. Vivimos un tiempo de relevos, la potencia hegemónica –Estados Unidos– tiene por primera vez desde el final de la Guerra Fría un serio competidor que se llama China. Ese competidor fue alimentado desde los años ochenta por las potencias occidentales debido a su enorme población, a su pobreza y a los salarios bajísimos de sus trabajadores. Han pasado cuarenta años y lo que entonces pareció una decisión magnífica para acabar con los Estados del Bienestar, abaratar costes e incrementar riquezas de modo exponencial, ha tomado otro cariz y ahora esa potencia pobre produce casi el 18% de todo lo que se fabrica en el mundo y está en disposición de dar el gran salto que la coloque en como primera potencia mundial, algo que será inevitable haga lo que haga Trump y sus amigos porque tienen el capital, la tecnología y la mano de obra necesaria. La suspensión del Congreso Internacional de Móviles de Barcelona -Congreso que probablemente no se vuelva a celebrar tal como lo hemos conocido en años sucesivos- no se debió al coronavirus, sino a la exhibición que las grandes tecnológicas chinas iban a hacer sobre sus avances en el 5G. Se trataba de impedir de cualquier manera que los chinos pudiesen demostrar que hay campos en los que ya están por delante de Estados Unidos y, por supuesto, de Europa. No hay otra explicación ni otra razón. Con la cancelación del congreso de Barcelona y la información apocalíptica sobre las consecuencias de la expansión del coronavirus se daba un paso más en la nueva guerra fría que se ha inventado Donald Trump, dejando claro a China que todo vale en la guerra y que su ascenso al primer puesto les va -nos va- a costar sangre, sudor y lágrimas.

El coronavirus es una enfermedad que no arroja datos alarmantes, primero porque no se expande al ritmo de las grandes epidemias que ha sufrido el mundo, segundo porque tampoco los porcentajes de mortandad son equiparables a los de otras plagas como la “gripe española”. Sin embargo, y dentro de un lenguaje medieval, se está intentando crear pánico a escala global y por eso cada día nos cuentan el nuevo caso que se ha descubierto en Italia, Croacia, Malasia o Torrelodones, uno por uno, haya dado muestras de quebranto o no. Se trata de alimentar el bicho del miedo a escala global con fines estrictamente políticos y económicos, y nunca antes como hoy, en la sociedad de la desinformación, han existido tantos medios para imponer las mentiras como verdades absolutas al servicio de intereses bastardos. El coronavirus no es el fin del mundo ni nada que se le parezca, es una enfermedad normal, como tantas y con poca mortandad, pero la manipulación mediática interesada puede llevarnos a una crisis de consecuencias devastadoras.


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ROSA LUXEMBURGO



Lecciones para los tiempos que corren

1/4

Rebelión
14/03/2020


 Fuentes: Rebelión

A propósito de la conmemoración del centenario de su asesinato, el año pasado se publicaron un sinnúmero de artículos en homenaje a la revolucionaria polaca. El presente trabajo se sitúa en la misma línea de estos. 

O sea, reivindica el pensamiento y acción de Rosa Luxemburgo como militante socialista, rescatando una serie de elementos que resultan de especial relevancia para la política revolucionaria en los tiempos actuales.

Hay si una diferencia. La reivindicación de la figura y pensamiento de Rosa Luxemburgo se hace no sin constatar una práctica que se ha vuelto común entre los escritores de izquierda, a saber: servirse de una figura de renombre en el campo del marxismo (Marx, Engels, Lenin, Gramsci u otro) para hacer pasar ideas de cosecha personal como supuestamente propias de la autoridad a la que se apela, intentando además hacerlas coincidir con tal o cual corriente académica en boga –que poca o ninguna relación guardan con el marxismo– como signo de respetabilidad intelectual.

Esto, aparte de ser una práctica poco rigurosa, en el caso particular de Rosa Luxemburgo, denota la deshonestidad intelectual que hoy campea en cierta producción teórica de la izquierda latinoamericana. Deshonestidad que incluso raya en la desfachatez a la luz del estilo literario simple, directo y claro que ella desarrolló. En efecto, sus escritos no dejan espacio a la ambigüedad. No se iba con medias tintas ni pelos en la lengua, plasmando su propia personalidad como militante y propagandista socialista.

Aun así, a Rosa Luxemburgo se le suelen atribuir posiciones e ideas que poco o nada tienen que ver con lo que defendió en sus escritos, atribuyéndosele posiciones que incluso explícitamente rechazó. Es lo que sucede, por ejemplo, con la cuestión del imperialismo y las luchas nacionales. Hay otras también que resultan en gran medida desconocidas, siendo necesario detenerse en ellas. 

Sin pretensión de mayor sistematicidad ni ánimo de agotarlas, se relevan algunas ideas luxemburguistas cuya reivindicación resulta crucial para la elaboración política socialista contemporánea, destacando entre estas la cuestión del internacionalismo, la relación de la teoría con la elaboración programática y la política socialista y la importancia de la discusión en la construcción político-orgánica.

Internacionalismo: «¡Preferimos perder la vida antes que ser infieles a este ideal!»
En verdad sorprende que algunos de los propagandistas actuales de la izquierda latinoamericana –siguiendo sus propias ideas preconcebidas– hayan logrado poner en circulación una imagen adulterada de Rosa, amoldándola más a la de una nacionalista pequeñoburguesa que a la de una internacionalista revolucionaria, que es lo que realmente en vida fue.

En su triple condición de mujer, judía y polaca, tres minorías discriminadas social y culturalmente a lo largo de la historia, nada le hubiese resultado más sencillo que adoptar sin más el credo nacionalista pequeñoburgués que hoy predomina en la izquierda, el cual propugna la defensa abstracta de los “más débiles” y “desposeídos”, rasgando vestiduras y derramando lágrimas por cada “pequeña” nación agredida por el “imperialismo” (que en estricto rigor se reduce exclusivamente a la denuncia de las intervenciones del gobierno norteamericano).

Sin embargo, no fue así. Por el contrario, apegada a la concepción marxista marxista, Rosa adoptó una inflexible postura internacionalista ante el problema de las disputas entre Estados burgueses. En eso no se dejó nunca embaucar por la fraseología izquierdizante del nacionalismo pequeñoburgués ni intimidar por el matonaje militarista.

El internacionalismo constituía para ella una de las piedras angulares del socialismo moderno, sin el cual le era imposible a la clase obrera liberarse de la tutela ideológica del capital. Tanto era su apasionamiento en la lucha contra toda variante del nacionalismo entre los trabajadores que, en el transcurso de las disputas políticas en el período de la Primera Guerra Mundial, sostenía la posición de que:

tenemos que educar a cada proletario con conciencia de clase alemán, francés y de los demás países, en la convicción de que la confraternización de los trabajadores del mundo es para nosotros lo más elevado y lo más sagrado en la Tierra; es la estrella que nos guía, nuestro ideal, nuestra patria.

Rematando con la frase:

¡Preferimos perder la vida antes que ser infieles a este ideal! [i]

Y efectivamente así fue. La vergonzosa capitulación de la socialdemocracia alemana frente al nacionalismo de la burguesía teutona, que Rosa no se cansó de denunciar, y su tenaz internacionalismo fueron causas determinantes que gatillaron el trágico final de su vida.

Por otra parte, el «tenemos que educar [sic] a cada proletario» en el internacionalismo no es una declaración vacía de buenas intenciones lanzada al boleo, sino una de las tareas prácticas primordiales que Rosa le atribuía a la organización política de la clase trabajadora, tanto en tiempos de “paz” como –y especialmente– en los de guerra. Esto sigue plenamente vigente, constituyendo una de las tareas ineludibles que cada militante revolucionario bebiese asumir hoy para con los trabajadores. No hay posibilidad en el mundo actual, con un capitalismo globalizado como nunca antes, de levantar una alternativa socialista sin el componente internacionalista, para lo cual hay que educar paciente y tenazmente a las masas trabajadoras.

Como verdadera campeona y defensora intransigente del internacionalismo proletario, tal fue su falta de concesiones al nacionalismo que llegó incluso a cuestionar las perspectivas progresistas de las luchas independentistas en el capitalismo contemporáneo. En base a tal diagnóstico rechazaba la adopción de la consigna de autodeterminación como reivindicación programática de los partidos socialistas; tema que, tanto antes como durante la Primera Guerra, fue un punto de debate con Lenin.

Sin embargo, la discrepancia con este nada tenía que ver con la de apoyar y generar causa común con gobiernos burgueses frente agresiones extranjeras en pos de una supuesta “defensa de la patria”. O con que los socialistas tuvieran que cerrar los ojos y callar las tropelías locales de tales gobiernos en vista a la implementación de una táctica de enfrentamiento del “enemigo principal”, tal como la izquierda latinoamericana lo hace hoy frente a gobiernos como los de la banda Ortega-Murillo en Nicaragua, al chavismo en Venezuela o al del derrocado Evo Morales en Bolivia, llegando incluso a atribuirles fantasiosas características “revolucionarias” y “socialistas” a cada uno de ellos.

Los dos eran luchadores inquebrantables contra el poder estatal burgués, independiente del ropaje específico que adoptase. Sostenían que el enemigo inmediato que enfrenta la clase trabajadora en cada país es su propia burguesía; siendo, por tanto, el deber de los revolucionarios trabajar por su derrocamiento. Allí residía el fundamento de la solidaridad internacional de los trabajadores. En eso había completa coincidencia entre Rosa y Lenin.

Solo es posible compatibilizar la figura de Rosa Luxemburgo con la del nacionalismo pequeñoburgués a costa de una descarada adulteración de su pensamiento en base a una maliciosa omisión y/o manipulación de sus escritos.

Por más pequeña e inocua que parezca, en el aspecto internacionalista de su pensamiento no debe permitirse ningún tipo de falsificación que se preste para presentarla como una defensora de posiciones nacionalistas. Ante cualquier intento en dicha dirección hay que decir inmediata, clara y firmemente lo mismo que en su momento declaró Trotsky frente a las calumnias estalinistas[ii]: ¡Fuera las manos de Rosa Luxemburgo! Que plumíferos del tipo Dr. Boron y similares justifiquen como quieran sus componendas con las distintas representaciones políticas de las burguesías latinoamericanas. Ese es su problema. Pero, ¡fuera las manos de Rosa Luxemburgo!

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