viernes, 26 de diciembre de 2008

MAJESTAD, QUE MANOLO ESCOBAR NO PUEDE, ¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?

(Carro de Manolo Escobar, robado mientras dormía, hace de eso más de 40 años. Se busca por razones de Estado. Búsquenlo, por fa)



Manolo Escobar no puede tirar del carro, porque se lo robaron un día mientras dormía.


(Mientras, tras un cortinaje real, con voz entre pegajosa y socarrona, pero más socarrona que pegajosa, Chaves, dice: Papi, lascagao con eso del carro. Haberte callao Juan Carlos, que te van a estar tomando el pelo durante todo el año que viene).
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TODOS AL CARRO DEL REY

Lo ha dicho todo un académico de la lengua y recalcitrante monárquico, el señor Ansó: que su Majestad el Rey, en sus treinta años de reinado ya es capaz de mantener un discurso lingüístico aceptable, sin tener un papel delante, durante veinte o treinta minutos, y así lo ha demostrado en su discurso navideño, y no sólo en su vertiente de dicción, que fue semi perfecto.
Yo creo que si lo hubiera ensayado un par de semanas más a razón de sesenta y cinco horas semanales le habría salido guay del todo.
A los principales jefes del PSOE y del PP se les ha caído la babica escuchando la magistral dicción patriótica del Rey, y se andan peleando, micrófono en mano, para ver quien de ellos es más patrio y fiel obediente al mandato de Su Majestad, el que ha recetado para salir de la crisis que todos los buenos españoles se enganchen a un carro y tiren de él en la misma dirección.
Los jefes del PSOE aceptan al cien por cien el pepinazo del discurso real, así que de cien carros se engancharán cien jefes del partido, siendo Zapatero el primer enganchado, en tanto que los jefes del PP, que aceptan al ciento uno por cien lo dicho por Don Juan Carlos, se engancharán cada cual a cada uno de sus cien carros y el que sobra se lo pondrán sobre las espaldas, y que haga con el lo que pueda y quiera, pero sin dejar de tirar, al presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, para que se le vayan pasando las ganas de cachondeo.
Y mientras estos doscientos un buenos españoles van tirando de sus correspondientes carros, recomendados por Su Majestad, los veinte millones de españoles del montón que vivimos de nuestro trabajo, sin trampa ni cartón, nos iremos preguntando en el amoroso espíritu navideño, qué cosas aporta la familia real al producto social que se les ve a todos tan rollizos y bien vestidos.
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