martes, 10 de noviembre de 2015

CATALUÑA



La perversión democrática en España

Rebelión
02.11.2015

¿Qué fue primero, la gallina o el huevo?
(Popular)


Vaya por delante el hecho de que las opiniones y aspectos que voy a exponer en el presente artículo no nacen desde el fervor independentista, ya que no me considero como tal. Sí en cambio están hechos desde lo que entiendo debe significar un pleno y absoluto respeto a la democracia, pero no a la de los "demócratas de toda la vida", sino a los demócratas que pensamos que es la esencia del socialismo, porque como afirmó Hugo Chávez: "Socialismo es democracia sin fin". Y frente a las críticas que se están vertiendo desde todos los flancos, por arriba y por abajo, a derecha y a "izquierda", en torno al proceso que se está viviendo en Cataluña, lo primero que me pregunto es lo siguiente, para intentar demostrar que no medimos los acontecimientos con el mismo rasero: ¿Es democracia lo que ha hecho Rajoy en la presente legislatura que acaba, en contra del resto de fuerzas políticas, y de la inmensa mayoría de la ciudadanía, con un 44% de los votos en las Elecciones Generales de 2011, y no es democracia lo que intentan hacer Junts Pel Sí (agrupación de varios partidos y movimientos sociales) y la CUP en Cataluña, con casi el 49%?

De entrada, la que ha sido claramente antidemocrática ha sido la propia campaña electoral, que ha recordado bastante la hostilidad desplegada hacia el pueblo griego antes de que éste se manifestara en referéndum, sobre la aplicación de los planes de la Troika. Para el caso catalán, amenazas de salida del euro, de salida de la Unión Europea, de pérdida de la nacionalidad española, incluso de búsqueda activa de apoyos a nivel internacional para que respaldaran el voto a los partidos no secesionistas (se manifestaron a este respecto bastantes líderes europeos e internacionales, tales como Merkel, Hollande, Obama, Martin Schultz, Jean-Claude Juncker, y un largo etcétera) se dieron cita en esa campaña feroz, que evidentemente, han perdido, porque el pueblo catalán, como el griego, ha defendido valientemente sus posiciones. Incluso llegó a aprobarse deprisa y corriendo una reforma del reglamento del Tribunal Constitucional (el guardián jurídico del régimen), para que éste pudiera proceder a la inhabilitación de los gobernantes que no obedecieran sus sentencias. Todo un despropósito, aunque para ellos, todo esto sí es democrático...¿pero qué esperaban? ¿Que después de sacar 62+10=72 escaños en el Parlamento catalán renunciaran a poner en marcha su programa? ¿Quizá eso hubiese sido más "democrático"?

Nos agarramos al carácter plebiscitario de las pasadas elecciones catalanas sólo cuando nos sirve a nuestros intereses, y cuando no, argumentamos que han sido unas elecciones autonómicas normales y corrientes. Rajoy y toda su camarilla, esa que aboga por la "soberanía nacional" (que hace ya varios años que hemos perdido) y por la "unidad de España" (les falta poner los adjetivos "una, grande y libre", como en los tiempos franquistas) dijeron por activa y por pasiva que dichas elecciones no serían plebiscitarias, que eso era un cuento de Artur Más y su camarilla, pero ahora, cuando dichas fuerzas políticas han obtenido mayoría absoluta de escaños, resulta que miramos los porcentajes de voto entre los bloques que han apoyado a los partidos independentistas, y a los que no, y les echamos en cara que son "antidemocráticos". Para la señora Rosa Díez, que ha llevado a su partido a un esperpento residual en la política española, "lo que está ocurriendo en Cataluña es cosa de unos golpistas que no respetan la democracia"...¿qué democracia no respetan, señora Díez? ¿La democracia que a usted le interesa? Incluso VOX ha convocado a una campaña para reclamar al Gobierno que aplique el artículo 155 de la Constitución, que prevé la suspensión de una Autonomía cuyas decisiones vayan contra el interés general.

Y por supuesto, la terminología creada a tal fin es bastante ilustrativa, con expresiones como "desafío soberanista", "ataque a la democracia", "pulso al Estado", y otras muchas, que revelan el gran déficit democrático que sufrimos en nuestro país. El cóctel de planteamientos y de declaraciones esperpénticas está servido...Rajoy y Pedro Sánchez siguen a vueltas con sus hipócritas visiones de la "unidad de España" y de la "soberanía nacional", Albert Rivera, encumbrado recientemente por las encuestas como tercera fuerza política nacional, no pierde oportunidad, y solicita "un gran pacto de Estado por España" para defender ambos conceptos, e incluso Pablo Iglesias, representante de un PODEMOS absolutamente descafeinado, declara que no le gusta que "los territorios declaren Repúblicas"...a lo mejor Pablo Iglesias debiera detenerse a pensar que dicha República Catalana, si alcanza a existir alguna vez, puede actuar como punta de lanza para que los poderes fácticos de nuestro país se vayan disolviendo, porque actúe como prueba del algodón de que no tenemos porqué seguir con un Rey impuesto en dinastía desde la dictadura, contribuyendo a modo de revulsivo popular para desencadenar, con más fuerza, el nuevo Proceso Constituyente que tanto necesitamos, y que antes tanto defendía Pablo Iglesias.

Pero volvamos a la cita con la que abríamos el artículo, porque creo que ahí radica el nudo gordiano del asunto. Desde las fuerzas políticas del llamado "bloque constitucionalista", opuestas incluso a que se convocara un referéndum con todas las garantías legales en Cataluña, se argumenta que "nadie puede estar por encima de la ley", y que "la democracia no puede existir sin leyes". Vamos a obviar el hecho de que precisamente quienes apelan a estas consignas son quienes llevan incumpliendo las leyes, tanto la propia Constitución, como las ulteriores leyes de ámbito nacional, autonómico y local. Si aplicamos ese famoso dicho popular a nuestro caso, la pregunta podría ser la siguiente: ¿Qué fue primero, la democracia o la ley? Evidentemente, para que haya leyes tiene que haber pueblo, comunidad, ciudadanía, que manifieste su deseo de construir un marco de convivencia común, respetado por todos, es decir, tiene que existir democracia. La democracia es un fin en sí misma, no así las leyes, que únicamente están pensadas para garantizar la democracia. No es por tanto la democracia la que se tiene que supeditar a las leyes, sino al contrario, las leyes a la democracia. En nuestro caso, el pueblo catalán lleva manifestándose y queriendo ser consultado sobre la independencia desde hace mucho tiempo, sin ser oído por el resto de Instituciones del Estado, es decir, la democracia viene siendo ignorada.

Se apela por otra parte al clásico recurso de que al mencionar la Constitución que "la soberanía nacional reside en el pueblo español", todo éste ha de ser consultado, en expresión de Rajoy: "Lo que sea España tienen que decidirlo todos los españoles". Pero la reciente jurisprudencia de experiencias llevadas a cabo en otros países (Canadá, Escocia,...) indica que se podría haber pactado con el Estado Español la celebración del referéndum, o bien haber permitido que la Ley de Consultas aprobada en el Parlamento catalán hubiera dado marco jurídico legal a dicho referéndum. El PP es muy dado a poner símiles entre el Estado y la familia, así que vamos a devolverle la pelota: esto es como si en una familia con varios hijos, uno de ellos quiere independizarse...¿tienen que consultar los padres a todos los hermanos para que éstos den su consentimiento a la emancipación? Evidentemente, no. Por tanto, si el pueblo catalán hubiera visto satisfecho su deseo democrático de ser escuchado en las urnas (lo que eufemísticamente se ha denominado como "derecho a decidir"), ahora no estaríamos en esta situación, e incluso posiblemente se hubiera manifestado mayoritariamente en contra de la independencia.

Pero es el continuo impedimento a ejercer este derecho democrático por parte de las Instituciones del Estado y del Gobierno Central el que provoca que la situación se vaya complicando y deteriorando, se vaya calentando, las posturas se vayan alejando, la ciudadanía se vaya rebelando y radicalizando, y que las Instituciones estatales y autonómicas se vayan distanciando, hasta provocar el tremendo conflicto que hoy se vive en Cataluña, y en consecuencia, en el resto de España. Porque como indica Josep Rexach, politólogo y miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional: "Creo que hay un elemento central, que es el principio democrático. Ha habido unas elecciones que han dado una mayoría parlamentaria absoluta a dos formaciones que llevaban precisamente esta concreción en los programas electorales, y por tanto, están plenamente legitimadas para poner en práctica su programa electoral. Es la legitimidad emanada del principio democrático de un proceso electoral. Esta es la mejor baza". En definitiva, volvamos a los fueros democráticos, porque si no somos capaces de canalizar legal, legítima y democráticamente las aspiraciones del pueblo catalán de ser escuchados, el enfrentamiento de Cataluña con el Estado está servido, y no ha hecho más que empezar.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es

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¿LA MONARQUÍA EN ESPAÑA ESTÁ ACATARRADA?



El último Borbón

Rebelión

Una vez más la rebelión de la clase burguesa se ha puesto en marcha y no se puede detener de forma trágica

La situación que atraviesa España actualmente no es muy halagüeña si hablamos de estabilidad política. El rey se muestra en los diferentes medios de comunicación con el semblante serio, rostro de preocupación y medias sonrisas como si conociera su futuro: ser el último Borbón en reinar. Su padre, obligado a abdicar por presión mediática, le ha dejado una herencia salpicada de grandes problemas políticos.

Según nos muestran las evidencias de la historia, como heredero legitimador de la democracia tiene que seguir dando autenticidad al bipartidismo corrupto en momentos de escasa popularidad, pero tan necesario para que pueda continuar siendo quien es. Tiene que mostrar, como monarca joven y renovador, atención a las fuertes reivindicaciones de las clases populares, que necesitan soluciones en un marco político estancado en el triunfo de la democracia de los años 80. Tiene que integrar en este reticente marco político, como lo haría en su momento su bisabuelo y su padre, nuevas fuerzas políticas en ascenso y fuerzas independentistas que pedirán, antes o después, otras formas de estructura de gobierno para el conjunto del país que no se basará únicamente en un relevo generacional o voluntad de olvidar, como se haría para dejar atrás la herencia franquista.
El nuevo monarca entiende, sin duda alguna, que hay que renovar la vida política en todos sus órdenes y dotarla de vitalidad social de la cual carece en la actualidad, como consecuencia de mirar hacia otro lado y ubicar el foco de los problemas en la vitalidad económica del país, con la constante preocupación sobre la causa europea de los españoles, amantes de la neutralidad, que tanto ha enriquecido y enriquece a la burguesía oligarca de este país.
El monarca conoce la solución a la insuficiencia del sistema pero no puede hacer nada porque se juega su plaza. En el contexto político donde nos hallamos actualmente el precio por solucionar los problemas del país sería excesivamente alto para la unidad nacional, mantener las garantías constitucionales y él al frente de todo ello. Por ahora no hay marcha atrás en los planteamientos hipotéticos de un futuro separatista en el país, porque una vez más la rebelión de la clase burguesa se ha puesto en marcha y no se puede detener de forma trágica. Es la burguesía regional la que pide respuestas, como en otras ocasiones a lo largo de la historia de España, y no la burguesía de transición monárquica. Hay que entender que no hablamos de separatismo, sino de lucha de clases burguesas por su supervivencia política, económica y social en un marco que va más allá del estadio nación.
Por tanto, no son tiempos de fulanismos sino de propuestas verdaderas que creen alianzas y diálogo, donde los poderes de un estado tienen que cumplir las funciones para los que fueron creados y no para mantener impuestos e involucionistas sistemas políticos como la monarquía y su corte de transición, que se perpetúa a costa de guardarse los puestos constitucionalmente y dejar en manos de la oligarquía, mercado y Europa el futuro del pueblo.
Con este panorama político y la contienda burguesa, los dos grandes partidos políticos luchan desesperadamente por salvar el turno e impedir a toda costa, que adquieran poder electoral los nuevos partidos políticos de ideales que estén fuera del marco pactado por la Transición, sin tener en cuenta que ellos fueron útiles por aprender de la propia sociedad del momento. No sin fuertes acusaciones e intenciones de achantar, vemos en la actualidad que la democracia y la política gozan de buena salud al no llegar a posturas de fuerza radical y revolucionaria. Por este motivo emergen micros gobiernos de carácter civil encarnados en varias alcaldías españolas, que muestran un posible ejemplo de dirección hacia el cambio o nuevas formas de entender e interpretar las necesidades sociales de nuestros días.
Con los últimos resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña y las futuras elecciones generales, entre anís y emotivas fechas, se vislumbra un clima de incertidumbre sobre el futuro de España que deja entrever el continuismo político degradador e inmovilista de la oligarquía española o un plebiscito hacia un cambio profundo en su estructura.
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PRESOS EN ESPAÑA: NI SON TODOS LOS QUE ESTÁN NI ESTÁN TODOS LOS QUE SON



¿Es España un país inseguro?

Rebelión
09.11.2015

Las recientes reformas del Código Penal y la Ley de Seguridad Ciudadana parecen estar inspiradas en buena medida sobre la misma premisa: se deben endurecer las leyes españolas para dar respuesta a las numerosas actividades que, impunemente, alteran el orden público y amenazan la seguridad de los ciudadanos españoles. Esta idea se reafirma diariamente en el imaginario colectivo debido al trato sensacionalista de muchas noticias en los medios de comunicación y al modo de legislar y comunicar por parte de nuestros gobernantes.

Resulta curioso comprobar cómo ha calado este mensaje, hasta el punto de que muchas personas tienen realmente la sensación de que la seguridad es un problema en España. Sin embargo, numerosos datos de instituciones nacionales e internacionales proponen un panorama muy distinto (un estudio reciente concluía que la ciudadanía percibía unos niveles de delincuencia claramente superiores a los niveles reales de la misma).

Por un lado, el balance de criminalidad de 2013, proporcionado por el propio Ministerio del Interior , concluía que España sufre menos delincuencia que Suecia, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Luxemburgo, Holanda, Austria, Reino Unido, Francia e Italia. En concreto, las infracciones penales (delitos y faltas) registradas en toda España en 2013 supusieron un descenso del 4.3% respecto al año anterior y dejó la tasa de criminalidad en 46.1 infracciones por cada 1000 habitantes, el índice más bajo de toda la serie histórica desde el año 2003 . De hecho, todas las modalidades delictivas (atracos, robos en domicilios, comercios y bancos, sustracción de vehículos, narcotráfico, daños, hurtos) descendieron con relación al mismo periodo del año anterior según dicho informe. En2014 se recortó todavía un poco más esta estadística : los 2.17 millones de faltas y delitos registrados en 2013 se redujeron hasta 2.09 millones, dejando la tasa de criminalidad en 44.8 delitos y faltas por cada 1000 habitantes, una de las ratios más bajas de la Unión Europea. Por otro lado, de acuerdo a la información que proporciona elBanco Mundial : en España se cometen 0.8 homicidios voluntarios por cada 100000 habitantes. En torno a un 60% menor que la media Europea (1.3) y menos de una quinta parte de la estadounidense (4.7). Por lo tanto, se puede afirmar que España es uno de los países más seguros del mundo.

Sin embargo, a pesar de poseer una de las tasas de criminalidad más bajas, España es uno de los países de la UE con tasas de población penitenciaria más altas : es el país de Europa occidental con más porcentaje de su población entre rejas ( 159 presos por cada 100000 habitantes, en 2013, mientras la media europea era de 96 ) . El informe elaborado por el Instituto Universitario de Investigación sobre Seguridad Interior concluye que "nuestro país tiene una tasa de criminalidad de las más bajas de Europa, sin embargo cuenta con una densidad policial por habitante muy elevada (junto al resto de países mediterráneos, Italia, Grecia y Portugal) y se sitúa inmediatamente por detrás de Inglaterra, en cuanto a volumen de la población reclusa". En relación a la densidad policial por habitante, según Eurostat , en 2009, en la EU-27 había una media de 338 agentes de policía por cada 100000 habitantes, mientras que esta proporción era casi dos veces más elevada en Chipre, donde se registró una media de 672 agentes de policía por 100000 habitantes, seguida de España, con 506.

Numerosos artículos periodísticos artículos científicos , e informes remarcan la dureza de las penas para los delitos habituales (robo y tráfico de drogas), el continuo endurecimiento del Código Penal, la incorporación de nuevos delitos, y las dificultades existentes para conseguir la libertad condicional. Como constata José Luis Díez Ripollés, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Málaga, director del Instituto Andaluz de Criminología yuno de los expertos en derecho penal con mayor h-index"Hace ya muchos años que se constata que la tasa de encarcelamiento no guarda relación con la criminalidad, sino con la política penal. Lo que ocurre en España no es que los jueces metan a más gente en la cárcel, sino que pasan mucho tiempo". El mismo catedrático, en uno de sus artículos , concluye de modo bastante categórico que "es indudable que nuestro país abusa de la pena de prisión. Poseemos una de las tasas de encarcelamiento más altas entre los grandes países de la Unión Europea, y nuestra población penitenciaria registra un fuerte crecimiento desde 1996, acrecentado a partir de 2001. Ese crecimiento no guarda relación con la evolución de la delincuencia mediada a partir de los hechos delictivos conocidos y del número de detenciones por comisión de delitos producidos".

Los resultados, por lo tanto, muestran que las prisiones españolas están sobrepobladas en comparación con las de otros países europeos, y más teniendo en cuenta la baja tasa de criminalidad existente. En palabras del periodistaIgnacio Escolar "Con las sucesivas vueltas de tuerca en el Código Penal, a golpe de populismo y titular, España ha logrado el sistema penal más represivo de toda Europa occidental. A mismos delitos, un delincuente en España suele recibir una pena mayor. ¿Afecta esta dureza a la baja criminalidad? No hay constancia: la criminalidad ya era baja antes de estas reformas, que sólo han servido para llenar las saturadas cárceles españolas. El tiempo medio de estancia en prisión se ha multiplicado por dos en las últimas dos décadas." El catedrático Francisco Muñoz Conde, con 40 años de experiencia penalista, también considera que "en apenas 20 años, el código penal ha sido objeto de unas 30 reformas de gran calado", a pesar de que "los males de nuestra sociedad no se resuelven a golpe de reforma de código penal". También,  un artículo relacionado con el estudio de la población presa en Europa publicado en 2012 concluía dramáticamente que "el análisis de los datos oficiales […], lejos de mostrar un aumento de la delincuencia en España, apunta a un fracaso de la política criminal española, embarcada en derroteros punitivos muy populistas, pero ineficientes e innecesarios desde el punto de vista económico, funcional y humano".

A pesar de toda esta abrumadora evidencia empírica, y de las críticas y reflexiones vertidas por innumerables expertos de Derecho Penal , la impresión que transmiten continuamente el Gobierno y algunos medios de comunicación es que en España se vive una situación caótica y violenta, en donde delinquir sale muy barato, y en donde los presos entran por una puerta de la cárcel, si es que llegan a entrar, para salir al poco tiempo después por la otra.

Pablo Mesejo. Doctor en Tecnologías de la Información e Investigador postdoctoral en el Instituto Nacional de Investigación en Informática y Automática (INRIA). Francia.

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