Algo de lo que quizá no hayas oído hablar producirá
una crisis financiera: las monedas estables
Rebelion
17/10/2025
Fuentes: Ganas
de escribir
Apostaría a que la mayoría de las personas que lean este artículo no han
oído hablar nunca de las «monedas estables» (stablecoins, en inglés), a pesar
de que son una de las innovaciones financieras más importantes de los últimos
tiempos y, sobre todo, a pesar de que su uso mal regulado entraña un gran
peligro, como voy a tratar de explicar a continuación de la forma más clara y
resumida posible.
¿Qué es una moneda estable?
Una moneda
estable es un tipo de criptomoneda con una característica singular.
Como
criptomoneda, una moneda estable es lo que hoy día se llama un token,
es decir, algo sin soporte físico que representa un valor, como una ficha
(token, en inglés) o un código. Su existencia se basa en algo inmaterial como
un algoritmo (un conjunto de tareas u operaciones definidas para plantear o
resolver algún problema) o una «cadena de bloques» (blockchain, en
inglés) que es un gran conjunto de datos (una especie de gran libro de
contabilidad digital) organizados en bloques entrelazados con operaciones
complejas que le proporcionan seguridad.
Como todas las
demás criptomonedas, las monedas estables son un activo (cualquier cosa en
poder de alguien y que puede proporcionar rendimiento) de naturaleza digital,
cuyo propietario tiene la clave para poder desbloquearlo y realizar así
transacciones por un precio equivalente al que tenga en ese momento.
La
característica singular de las monedas estables es que su precio no va a variar
(de ahí su nombre). Eso es posible porque, a diferencia de lo que sucede con
las demás criptomonedas -que depende de la oferta y demanda que de ellas haya
en el mercado-, las monedas estables fijan su precio en relación con algún otro
activo (una moneda oficial u otra criptomoneda) y lo mantienen siempre
constante.
Para que eso
sea posible, quien las emite (en principio, cualquier sujeto) crea al mismo
tiempo herramientas de estabilización. Su funcionamiento es complejo y no lo
voy a explicar aquí. Baste saber que pueden ser los llamados «activos de
reserva» que se pueden ir canjeando en cualquier momento para asegurar que la
moneda estable mantiene su valor, o bien algoritmos que automáticamente llevan
a cabo operaciones de compra y venta para estabilizarlo.
Crecimiento vertiginoso
Aunque
empezaron como algo anecdótico y de poco alcance, la expansión de estas monedas
estables es hoy día extraordinaria. Según los datos que proporciona la
plataforma Allium Labs,
el valor total de las que están en circulación a primeros de octubre de 2025
era de 260.000 millones de dólares (según
coingecko, 312.000 millones), 65 veces más que hace tan sólo 5
años. En los últimos doce meses se habrían utilizado para realizar 9.600
millones de transacciones por un valor total de 46,8 billones de dólares. De
ser así (otras estimaciones dan valores más bajos) significa que casi triplican
el valor de las realizadas con tarjetas Visa.
¿Para qué usar monedas estables?
Cuando se
conoce la extraordinaria expansión de las monedas estables es inevitable que
surja una pregunta: ¿qué sentido o interés tiene utilizarlas si están
referenciadas en dólares o en cualquier otra moneda por un valor que no va a
cambiar? Es decir, ¿no es lo mismo que usar estas monedas?
Podría decirse
que se usan porque hoy día pueden ser más rápidas y menos costosas que las
transacciones realizadas, por ejemplo, con tarjetas de crédito o débito. Aunque
eso quizá no sea del todo exacto y sea una ventaja que seguramente
desaparecería si estas últimas tuvieran que competir con las monedas estables,
porque el retraso y las comisiones que cobran sólamente son el resultado de su
poder de mercado y no de razones tecnológicas insuperables.
También se
podría justificar su uso por la estabilidad, pero en su breve historia ya se ha
podido comprobar que las monedas estables no son tan estables como dice su
nombre. Ha habido un buen número de casos de desvinculación del dólar o de
imposibilidad de liquidar. Sencillamente porque, como diré enseguida, carecen
de garantía o de una institución que las respalde.
Igualmente,
podría argumentarse que se utilizan pero básicamente en operaciones específicas
y no en las transacciones comerciales más habituales. De hecho, su uso
principal (90 %) es la compra y venta de criptomonedas y la realización de
operaciones en las llamadas finanzas descentralizadas, es decir, las que se
mueven al margen de la banca y la bolsa tradicionales. Pero la opinión
generalizada es que su próxima e inmediata batalla será la de superar las
dificultades que su utilización supone hoy día para el comercio generalizado y
expandirse también entre las transacciones más convencionales.
Algunos
economistas, como Paul
Krugman, creen que esto último no tiene sentido: «No hay nada
que se pueda hacer con ellas que no se pueda hacer de forma más económica y
sencilla con tarjetas de débito, transferencias bancarias, etc. Es decir, ¿por
qué no usar dólares en lugar de tokens que supuestamente están respaldados por dólares?».
El verdadero interés de las monedas estables
A pesar de las
desventajas y limitaciones que acabo de señalar, la pregunta de Krugman tiene
respuestas. Sí que hay razones por las que está interesando impulsar el
crecimiento de las monedas estables, aunque no son las que habitualmente se
están dando por quienes las defienden.
Por supuesto y
en primer lugar, la que el propio Krugman señala: con las monedas estables se
pueden hacer operaciones sin dejar rastro, puesto que su uso es completamente
anónimo. Según un informe de
Chainanalysis, el 60 % de las transacciones ilegales de
criptomonedas (estafas, evasión fiscal y de controles de capital o blanqueo) y
en el 80 % de todas las transacciones de criptomonedas por regímenes
sancionados y grupos terroristas llevadas a cabo en 2023 se realizaron con
monedas estables.
En segundo
lugar, las monedas estables van a seguir expandiéndose porque lo desean las
grandes corporaciones que dominan el mundo e imponen la agenda de los gobiernos
porque serán ellas las que hagan un gran negocio creándolas a su antojo. Cuando
las emitan, cuando creen sus propios medios de pago, podrán desentenderse (al
menos, en muy gran medida) de las restricciones monetarias que establecen los
bancos centrales o los gobiernos, crear sus propios medios de pago, y
convertirse en auténticas entidades financieras, dando créditos y financiando a
otros o a sí mismas, libremente y con rentabilidad. Además de tener una gran
cantidad de datos e información personal de quienes las utilicen.
En tercer
lugar, también están interesados en la utilización de las monedas estables
quienes realizan remesas transfronteras de cierto valor (un 6 % del total de su
uso) y gobiernos y empresas de países con alta inflación, divisas frágiles o
inestables, y sistemas bancarios poco fiables. Aunque es cierto que otros, sin
embargo, las rechazan precisamente por los motivos que señalo a continuación.
En cuarto
lugar, no se puede olvidar que, hoy día, el 97,4% por
las monedas estables está referenciado en dólares. Eso quiere decir
que, en la práctica totalidad de los casos, disponer de monedas estables
equivale a ser titular de un depósito en esa moneda; usar monedas estables
vinculadas al dólar sería lo mismo, en realidad, que utilizar dólares.
Por tanto, es
Estados Unidos quien está claramente interesado en que se incremente lo más
posible la circulación de monedas estables, emitidas como he dicho por todo
tipo de grandes empresas, porque eso es lo mismo que incrementar el uso del
dólar cuando este, como ya es bien sabido, está siendo mucho menos deseado o
incluso rechazado por muchos países. Fue el propio presidente Donald Trump
quien reconoció expresamente en su orden
ejecutiva de 23 de enero de 2025 que era política de su
Administración «promover y proteger la soberanía del dólar de los Estados
Unidos, incluso mediante acciones para promover el desarrollo y el crecimiento
de monedas estables respaldadas por dólares legales y legítimas en todo el
mundo».
Y con ese fin,
Trump firmó el pasado18 de julio la llamada ley Genius (Ley de Orientación y Establecimiento
de Innovación Nacional para Stablecoins de Estados Unidos) que había sido
aprobada en el Senado y la Cámara de Representantes, no sólo con el voto
republicano sino también con el de un buen número de legisladores demócratas.
Y es
precisamente esta ley la que ha abierto la espita para que las monedas estables
(como vía que Estados Unidos quiere utilizar para evitar su declive como
potencia monetaria imperial) se conviertan en una bomba financiera de
relojería. Entre otras, por las siguiente razones:
– La ley
permite que las empresas emisoras de monedas de estables se conviertan en
depositantes de fondos y de reservas que no van a estar asegurados de ninguna
forma, a diferencia de lo que ocurre con los bancarios que lo están hasta
250.000 dólares, en Estados Unidos.
– El régimen
regulatorio que establece para las monedas estables creadas por las grandes
empresas es muy débil y no contempla los riesgos que conlleva lo anterior, ni
medidas suficientes para evitarlos y hacerles frente.
– En lugar de
impedirlo, la ley da amplios poderes a las autoridades para permitir que las
empresas emisoras vendan derivados de las monedas estables y todo tipo de
productos especulativos, difundiendo el riesgo por todo el sistema financiero.
– No se crea
ningún fondo de seguro, ni prestamista de última instancia que pueda garantizar
el reembolso si las monedas estables se encuentran con problemas. En realidad,
más bien incentiva las quiebras, de modo que al menor problema los emisores se
retirarán del mercado.
– No se
establecen garantías para que la emisión de monedas estables se sostenga en
tecnologías que permitan pagos rápidos, confiables, subsanables en caso de
error, y capaces de operar con transacciones de gran volumen al mismo tiempo.
– Aunque la ley
establece que los emisores de monedas estables no pueden proporcionar
rendimiento a quienes las posean, lo cierto es que esa posibilidad no está
claramente prohibida, y de hecho hay plataformas que lo proporcionan. Eso
podría ser un mecanismo adicional de drenaje de fondos desde la banca
tradicional que puede debilitarla extraordinariamente. A lo cual hay. que
añadir que los emisores podrían utilizar la liquidez obtenida para depositarla
en los bancos por cantidades superiores a las que están aseguradas, lo que igualmente
agranda la vulnerabilidad del sistema financiero.
– Finalmente,
la ley no contempla los riesgos que conlleva la gran concentración que se
produce hoy día en el sector y la que igualmente habría incluso cuando las
grandes empresas comiencen a emitirlas. Si en algún momento hubiera que
rescatar a los emisores, lo que antes o después ocurrirá en las condiciones que
acabo de señalar, sería extraordinariamente costoso hacerlo, pero no habrá
manera de evitar rescatarlos porque se dirá, como en 2008 con los bancos, que
son demasiados grandes para dejarlos caer.
Una irresponsabilidad que, eso sí, hace aún más ricos a los
multimillonarios, empezando por Donald Trump
El impulso a
las monedas estables con la regulación que está estableciendo Estados Unidos
comporta un riesgo financiero muy grande y sistémico, porque cualquier crisis
se extendería al conjunto de la economía. Su enorme expansión se asume sólo
para tratar de evitar el inevitable declive del dólar por un procedimiento que,
mientras tanto, dará enormes beneficios a las grandes corporaciones y a los ya
multimillonarios.
Donald Trump,
quien hasta poco se había mostrado muy enemigo de las criptomonedas, ha sido
inteligente asumiendo que son un instrumento adecuado para aliviar el declive
del dólar como moneda imperial. Lo ha aprovechado para convertir el apoyo legal
que le presta su Administración en un gran negocio personal y familiar, creando
algunas y especulando con información privilegiada. Según Forbes,
su fortuna en criptomonedas ya supera todas las propiedades de su cartera
inmobiliaria y puede haber ganado unos 1.000 millones de dólares en los últimos
nueves meses.
No está solo. Según Henley &
Partners y New World Wealth, en todo el mundo hay 450 personas
con activos en criptomonedas por valor de más de 100 millones de dólares y 36
con más de 1.000 millones. Añadan a eso y háganse una idea de lo que ganarán, a
las grandes empresas cuando comiencen a emitir en masa monedas estables.
Es para ellos
para quien se pone en marcha un negocio colosal. Tan colosal como la crisis que
traerá consigo cuando caiga sobre su base, construida sobre humo y especulación
constantes, y que volverá a pagar el resto de la población. Salvo que la gente
no se deje atontar, despierte, se entere de estas cosas, las difunda y se
movilice para evitarlas.