viernes, 8 de febrero de 2019

PABLO CASADO, DIESTRO DEL MASTER ACABADO O NO ACBADO, QUE ESO ES IGUAL, Y ALUMNO AVENTAJADO DEL BORRACHUZO VULGAR Y TELEVISADO, JOSÉ MARÍA AZNAR, ESPOSO DE LA SEÑORA BOTELLA Y PADRE DE SU HIJO. LA MEJOR MANERA DE ENVENENAR LA CONVIVENCIA SOCIAL


Las mentiras de Pablo Casado sobre el golpismo, el aborto, la alta traición y José María Aznar
Un repaso a las mentiras del líder de la oposición durante su última entrevista, publicada este jueves por la Agencia EFE



IGNACIO ESCOLAR
Eldiario.es
07.02.2019
Pablo Casado: "A mí esto de que haya cumbres bilaterales entre una autonomía y un Estado soberano español, ¿pero esto qué es? ¿Qué es esto de que un presidente del Gobierno se siente de tú a tú con una autonomía?".
Lo que hacen todos los presidentes del Gobierno de un país democrático, porque es su obligación.



Pablo Casado: "Hay que aplicar de inmediato un 155 duradero, sin límite de tiempo, como pasó en el Reino Unido, y con todo el despliegue competencial".
Falso. Lo que pasó en Reino Unido con Irlanda del Norte (y pasa también en la actualidad) no se parece ni en lo más mínimo a lo que propone Casado para Catalunya. Las veces en las que el gobierno británico ha suspendido el autogobierno del Ulster ha sido porque los dos principales partidos de Irlanda del Norte –el Sinn Fein, católico e independentista, y los unionistas protestantes– no se han puesto de acuerdo en pactar un Gobierno. Es lo que ocurre desde hace dos años ante la ausencia de acuerdo entre los partidos. No tiene límite de tiempo porque el autogobierno se recupera en el momento en el que se cierra ese acuerdo.
Lo que plantea Casado es otra cosa: acabar de forma indefinida con las elecciones en Catalunya y con el autogobierno. Suspender la democracia hasta que ganen los suyos. Es más parecido a Turquía que a Reino Unido.
Puestos a citar a Irlanda del Norte y el Reino Unido, hay mejores ejemplos que recordar.



En la foto, Martin McGuinness (ex líder del IRA y del Sinn Féin), el reverendo Ian Paisley (líder de los unionistas) y el exprimer ministro británico Tony Blair, que junto con otros –como Bill Clinton– ejerció como mediador para alcanzar un pacto en 2007.
Pablo Casado: "En España está habiendo un golpe al Estado. Eso está claro. Por eso hay un juicio al procés. No me lo invento yo. El Código Penal lo que está haciendo es juzgar a unos delincuentes que están en la cárcel en prisión preventiva por haber cometido delitos gravísimos, de rebelión al Estado".
Falso. Primero, porque para ser un delincuente antes hay que ser juzgado y condenado, y esto vale igual para Eduardo Zaplana como para Oriol Junqueras. Además, Casado habla de un golpe de Estado en presente, hoy. Pero lo que está juzgando el Supremo es lo que ocurrió en octubre de 2017, cuando en el Gobierno de España estaba su partido y el presidente era Mariano Rajoy.    
Pablo Casado: "Pedro Sánchez está traicionando a España. Es una traición documentada".
Por ahora, lo único documentado son los gruesos insultos y durísimas acusaciones del líder de la oposición contra el presidente del Gobierno español. Tras llamarle golpista, traidor, felón, irresponsable, incapaz, desleal, iluminado, ególatra, mentiroso compulsivo, ilegítimo, catástrofe, mediocre y okupa, ¿qué más le queda? ¿Genocida? ¿Terrorista? ¿Pederasta?
Recuerden, por comparar, las durísimas críticas que recibió Pedro Sánchez cuando dijo a Mariano Rajoy, a cuenta del SMS a Luis Bárcenas, que no era un presidente decente. Lo de siempre: puño de acero, mandíbula de cristal.
Pablo Casado: "El Gobierno de José María Aznar no negoció nada con ETA. Solo fueron a escuchar cuando se rendía ETA".
Falso. El Gobierno de Aznar negoció con ETA con la ayuda de un mediador, el obispo Uriarte. Aznar acercó presos a cárceles vascas yaceleró la puesta en libertad de 290 etarras a los que redujo sus condenas durante esa negociación con el "movimiento vasco de liberación". "Si queremos la paz hagamos la paz", decía entonces Aznar, que prometía "una actitud de generosidad".
Pablo Casado: "Empezamos dejando tirado a Llarena ante la demanda de un fanático como Puigdemont desde Bélgica".
Falso. El Estado está pagando la defensa de Pablo Llarena en Bélgica, a pesar de que las inoportunas palabras por las que Puigdemont le demandó fueron pronunciadas durante una conferencia pagada, patrocinada por un concesionario de coches. Por ahora, el Gobierno ha provisionado 545.000 euros para la defensa en Bélgica de este juez.
Pablo Casado: "Mi partido fue expulsado injustamente del Gobierno de España".
Falso. Su partido fue expulsado del Gobierno de la forma más justa y democrática que existe: por los votos mayoritarios de los diputados del Congreso, que representan al pueblo español.
Pablo Casado: "No descartamos nada porque lo que está pasando en España es lo más grave desde el golpe de Estado del 1981".
Falso. Incluso si se asume que lo ocurrido en Catalunya en octubre de 2017 es lo más grave desde el 23F. Aquello ocurrió hace año y medio. Entonces los independentistas catalanes realizaron una declaración de independencia unilateral (que luego suspendieron). Hoy están pidiendo un mediador que participe en una mesa de partidos políticos.
Pablo Casado: "En este caso hay un golpe al Estado en Catalunya. Si el Gobierno no solo no hace nada sino que además está colaborando o ocultando una negociación, por supuesto que es responsable".
Pasa por alto el pequeño detalle de que durante el octubre catalán de 2017 gobernaba el Partido Popular. Y que Rajoy también utilizó a numerosos mediadores con la Generalitat de Puigdemont.
Pablo Casado: "Es tan grave que no descartamos nada, porque estamos ante una actuación de felonía, de alta traición a España, que no se ha visto desde el 23F".
Con el "no descartamos nada", Pablo Casado se refiere a una moción de censura, aunque poca cosa parece comparado con su acusación. Si realmente el líder del PP cree que estamos ante un delito de alta traición a España solo equiparable a un golpe de Estado, lo mínimo sería que Casado pidiera la aplicación del artículo 102 de la Constitución y el procesamiento del presidente del Gobierno por rebelión ante la "felonía" de aceptar un relator.
Pablo Casado: "La agenda que estamos viendo en Catalunya es la agenda de ETA".
Salvo por el pequeño matiz de que ETA asesinaba y los independentistas no. Pero a quién le importan estos detalles menores cuando se tiene toda la razón.
Pablo Casado: "Parece que este iluminado por escribir un libro o por seguir viajando en el Falcon, por estar en Davos haciéndose fotos, considera que la oposición legítima, que además le sacamos 50 escaños, vamos a estar cruzados de brazos".
Este "iluminado" es el presidente del Gobierno porque logró el apoyo mayoritario del Congreso en una moción de censura. Es decir, porque cuenta con el respaldo de la mayoría de los votos, representados en esa cámara en un sistema parlamentario. Que el PP tenga más escaños es casi irrelevante en la ecuación. ¿O es que acaso Juanma Moreno no es el presidente legítimo de Andalucía porque Susana Díaz tuvo más escaños?
Pablo Casado: "Pedro Sánchez no cesa a sus ministros que están en casos de corrupción".
Falso. No hay un solo ministro imputado en ningún caso de corrupción.
Pablo Casado: "El Gobierno no ha negado que hubo una negociación con la Fiscalía General del Estado".
Falso. No hubo negociación alguna y la prueba es que la Fiscalía General del Estado mantiene la acusación por rebelión, a pesar de que es una organización jerárquica donde la Fiscal General del Estado, María José Segarra, nombrada por el Gobierno, podría haber impuesto su decisión.
Pablo Casado: "Pedro Sánchez es un señor que no condena a Maduro porque depende de los votos de Podemos".
Falso. A pesar de las críticas de Podemos, Pedro Sánchez ha criticado muy duramente a Maduro y ha reconocido como presidente de Venezuela a Guaidó.
Pablo Casado: "Zapatero hizo la misma felonía, la misma traición a España, con los nacionalistas en 2008".
Sánchez, Zapatero, Tejero. Por ese orden en el ránking de traidores a la democracia Española.
Ojalá algún día la derecha española condene con tanta rotundidad y firmeza la rebelión más evidente, la más nefasta alta traición de la historia reciente de España: el golpe de Estado de 1936 contra la democracia republicana.
Pablo Casado: "Somos el único partido que hemos demostrado que podemos pactar a izquierda y a derecha".
Falso. El PP de Casado solo ha logrado pactos entre el centro derecha y la extrema derecha, salvo que considere que Ciudadanos es de izquierda. Y la capacidad de pacto se acaba aquí. Descartados estos partidos, todo el resto del Congreso es traidor "podemita" o "golpista" y no merecen diálogo y menos aún negociación.
Pablo Casado: "Yo no puedo pedir disculpas por algo (la corrupción) que ni he vivido ni ha pasado ni sé si ha pasado y ni siquiera el juez ha fallado todavía".
Falso. Claro que ha pasado, claro que el líder del PP lo sabe de sobra y claro que la Justicia lo ha certificado así. Casado preside el primer partido político español condenado por corrupción. Además, el PP –especialmente el de Madrid, donde Casado se crió bajo el ala de la cazatalentos Esperanza Aguirre– tiene abiertos varios casos de corrupción en los juzgados que al actual líder del PP no le pueden resultar muy lejanos. Él ya estaba en el partido cuando todo aquello ocurrió.
Pablo Casado: "Hay que resarcir a esos compañeros acusados injustamente. El otro día recordaba, por ejemplo, la injusticia cometida con Rita Barberá, Pilar Barreiro o Pedro Antonio Sánchez, que luego fueron declarados inocentes".
Falso. Rita Barberá fue desimputada porque se murió y en España no se investiga ni se juzga a los difuntos. Si siguiera viva, seguiría procesada penalmente, como lo están absolutamente todos los concejales del PP en la ciudad de Valencia. Nueve, al igual que Barberá, fueron procesados por financiación ilegal: por blanquear donativos en dinero negro para la campaña electoral. El décimo, por cohecho por el Aeropuerto sin aviones de Castellón. Pleno absoluto.
Pedro Antonio Sánchez, por su parte,  se libró gracias a la oportuna reforma que puso en marcha el PP que fijó límites temporales a la instrucción de los jueces. La Fiscalía aún pelea para reabrir esa investigación penal. Aun así, el expresidente de Murcia sigue imputado en el caso Auditorio y en la trama Púnica.
De los tres nombres que cita Casado, solo sirve como ejemplo de acusada que luego es desimputada el de la senadora Pilar Barreiro. Y la "injusticia", en su caso, consistió en que durante los meses en los que estuvo imputada por el Supremo se pasó al grupo mixto. Nunca dejó su escaño ni tampoco de cobrar.
Pablo Casado: "Recordemos que solo ha habido una sentencia sobre dos campañas municipales en Pozuelo y Majadahonda que está recurrida que tuvo un voto particular y que afectaba a dos de los 8.000 municipios en los que se organizó la campaña electoral".
Falso. En esa sentencia de la Gürtel –que no es la única, salvo que Jaume Matas o Rodrigo Rato no fuesen del PP– también fueron condenados por corrupción dos de los tesoreros del Partido Popular: Luis Bárcenas y Ángel Sanchís. También fue condenado el propio partido a título lucrativo. Fue una condena civil, que no penal, porque en el momento en que se cometieron los delitos la ley no permitía otra opción.
Pablo Casado: "No tengo ni idea (del informe de la Guardia Civil que asegura que el PP pagó con facturas falsas un acto de Casado). Yo en aquella época ni siquiera era dirigente del partido que se pregunte a quien lo organizó".
Falso. En marzo de 2012, cuando Casado protagonizó ese acto de Nuevas Generaciones de Madrid que la Guardia Civil asegura que se pagó de forma ilegal, Casado ya era el presidente de esta organización en Madrid.
Pablo Casado: "Este proyecto que yo lidero es incompatible con cualquier conducta irregular". "Si alguien ha hecho algo mal pagará como ha pasado siempre".
Igual que pagó por su máster regalado el propio Pablo Casado, una investigación judicial de la que se libró por su condición de aforado y porque el cohecho impropio estaba prescrito.
Pablo Casado: "He tenido la suerte de trabajar con José María Aznar y con Mariano Rajoy sobre todo porque al mismo tiempo estaban haciendo una gran contribución a España".
Entre las grandes contribuciones a España de Aznar en las que Casado tuvo la "suerte" de poder participar, destaca este contrato de comisionista de Aznar con Abengoa, donde esta empresa se comprometió a pagar al expresidente español un 1% de cada desaladora que vendiese a la Libia del dictador Gadafi. En ese contrato de comisionista, desvelado en exclusiva por eldiario.es, aparecía el  nombre del propio Pablo Casado como persona de contacto para resolver "cualquier comunicación entre las partes": el comisionista y la empresa que pagaba la comisión.
Pablo Casado: "Lo que nosotros proponemos es volver a la ley (del aborto) que tenía un consenso social en España, la ley de supuestos".
Falso. La primera ley del aborto de 1985 no tuvo consenso alguno, al menos no por parte de la derecha. Manuel Fraga y su Coalición Popular –el origen del PP– votó en contra y recurrió la ley al Tribunal Constitucional.
Al consenso sobre el derecho al aborto el PP llegó muchos años después. Igual que con la ley del divorcio, con la ley del tabaco o con la del matrimonio homosexual.
Pablo Casado: "Yo no entiendo cómo un país desarrollado puede tener aborto libre hasta la semana 20 o hasta la semana 22 en ciertos supuestos".
Falso.  La ley actual solo permite el aborto libre hasta la semana 14 de gestación. Solo cuando exista un "grave riesgo para la salud de la embarazada", "anomalías fetales incompatibles con la vida" o "una enfermedad extremadamente grave e incurable", se permite "excepcionalmente" y con informes médicos el aborto hasta la semana 22 de gestación.
Pablo Casado: "Hay legislaciones de países supuestamente más avanzados que nosotros, con más impuestos que nosotros, en las que por lo menos hay información a la madre, que es una vida que no es un tumor".
Igual que en la legislación española, de la que Casado no sabe lo más básico, a pesar de que habla de ella con la contundencia y el desparpajo habitual.
La ley de plazos vigente obliga a informar a las mujeres "sobre los derechos, prestaciones y ayudas públicas" de apoyo a la maternidad, los derechos laborales vinculados al embarazo y la maternidad, los beneficios fiscales o centros de asesoramiento. Establece, además, un plazo de tres días entre que se aporta esa información y se practica la intervención.
En los supuestos de enfermedad y malformaciones graves o incompatibles con la vida, las mujeres también reciben información sobre ayudas a la discapacidad y la red de organizaciones de apoyo. En todos los casos, la ley también obliga a informar a las mujeres de las posibles consecuencias "médicas, psicológicas y sociales" de su decisión.
Pablo Casado: "Si queremos financiar las pensiones y la salud, debemos pensar en como tener más niños y no en cómo los abortamos".
Y para ello el problema no es el aborto: es la precariedad laboral y los bajos salarios de los jóvenes. Se arregla subiendo el salario mínimo, al que el PP de Casado se ha opuesto, invirtiendo en guarderías y aumentando las prestaciones sociales, no regresando a la ley de supuestos del 85.
Otro dato: desde que cambió la ley y se dio "barra libre" –según Casado–,el número de abortos ha descendido.
Pablo Casado: "Yo siento ser tan vehemente. Pero lo que estamos viviendo es lo más grave que yo recuerde en política".
Esta misma semana hemos sabido que la Justicia investiga si  dirigentes del Partido Popular utilizaron a la Policía y a los fondos reservados para contratar a un sicario que secuestró a punta de pistola a tres personas para destruir pruebas que implicaban a líderes del PP. Pero, sin duda, es mucho más grave lo del relator.
Podemos publicar artículos como este porque no le debemos nada a nadie. Solo a nuestros socios y socias. Apóyanos tú también.

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VENEZUELA ES UN BARRIO DE BILBAO. ESTO YA ERA SABIDO. LO QUE NO SABEMOS A LAS CLARAS ES SI ESPAÑA ES UN BARRIO DE VENEZUELA Y CASADO DEL PP UN HIPOTÉTICO ALCALDE PEDÁNEO DE BARRIO SOBRE EL PAPEL PARA USA



Intervención en Venezuela

Los “cambios de régimen” propiciados por Estados Unidos: Antecedentes históricos

08.02.2019

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo


Mientras Estados Unidos procura por todos los medios derrocar al gobierno democrático e independiente de Venezuela, las consecuencias a corto, medio y largo plazo de los golpes de Estado que propició en el pasado son contradictorias.

En este artículo, nos proponemos examinar las consecuencias y el impacto de las intervenciones de EE.UU. en Venezuela a lo largo del último medio siglo para posteriormente pasar a analizar el fracaso y el éxito de los “cambios de régimen” impulsados por Estados Unidos en toda América Latina y el Caribe.

Venezuela: Resultados y perspectivas 1950-2019

Durante la década posterior a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, a través del Pentágono y de la CIA, aupó al poder a regímenes clientelares autoritarios en Venezuela, Cuba, Perú, Chile, Guatemala, Brasil y otros países.

En el caso de Venezuela, Estados Unidos apoyó una dictadura de casi una década (la de Pérez Jiménez), entre 1951 y 1958. Esta fue sustituida por una coalición de centro-izquierda un breve periodo de tiempo. Posteriormente, EE.UU. reestructuró su política para promover regímenes democristianos y socialdemócratas de centro-derecha, que gobernaron en alternancia durante casi cuarenta años.

En los años noventa, los regímenes clientelares de EE.UU., acorralados por la corrupción y profundas crisis socioeconómicas, fueron apartados del poder y dieron paso a un gobierno independiente y antiimperialista dirigido por Hugo Chávez.

La elección libre y democrática del presidente Chávez derrotó varios intentos de “cambio de régimen” dirigidos desde Estados Unidos a lo largo de las siguientes dos décadas.

Tras la elección de Nicolás Maduro como presidente, Washington organizó la maquinaria política para impulsar un nuevo cambio de régimen. EE.UU. ha lanzado a todo gas un golpe de Estado en el invierno de 2019.

El historial de las intervenciones estadounidenses en Venezuela es variado: un golpe de Estado que duró menos de una década; regímenes electorales pro-EE.UU. durante cuarenta años que fueron reemplazados por un gobierno populista y antiimperialista nacido de las urnas, que ha mantenido el poder casi veinte años. Hasta llegar al despiadado golpe de Estado dirigido por Estados Unidos activo en estos momentos.

La experiencia de “cambio de régimen” venezolana nos permite entender la capacidad estadounidense para conseguir el control a largo plazo reorganizando su base de poder de una dictadura militar a un régimen electoral, financiado mediante el expolio petrolero, con el respaldo de un ejército de confianza y “legitimado” por la alternancia de partidos políticos vasallos que acepten su sumisión a Washington.

Los regímenes clientelares de EE.UU. están gobernados por élites oligárquicas, con escasa capacidad empresarial, que viven de las rentas estatales (petroleras). Al tener una estrecha relación con EE.UU., las élites gobernantes no son capaces de conseguir la lealtad del pueblo. Por dicha razón, los regímenes clientelares dependen de la fuerza militar del Pentágono para conservar el poder, pero esa es precisamente su mayor debilidad.

El cambio de régimen bajo una perspectiva histórica y regional

La imposición de gobiernos títeres es un objetivo estratégico primordial del Estado imperial. Los resultados varían a lo largo del tiempo en función de la capacidad que tengan gobiernos alternativos independientes para la construcción nacional.

Esos gobiernos-títere tienen más éxito en naciones pequeñas con una economía vulnerable. El golpe de Estado de Guatemala ha durado más de sesenta años, de 1954 a 2019. En este país, las principales insurgencias indígenas han sido reprimidas gracias a los asesores militares y la cooperación estadounidense.

Otros gobiernos-títere que han tenido un éxito similar son los de Panamá, Granada, República Dominicana y Haití. Cuando se es pobre y pequeño y se tiene un ejército débil, Estados Unidos no tiene ningún problema en invadir y ocupar directamente el país, con un reducido coste económico y en bajas militares.

En los países mencionados, Estados Unidos consiguió imponer y mantener regímenes títere durante largos periodos de tiempo.

Los resultados de los golpes de Estado dirigidos por Estados Unidos en el último medio siglo han sido contradictorios.

En el caso de Honduras, el Pentágono consiguió derribar un gobierno liberal-democrático progresista de muy corta duración. El ejército de Honduras estaba bajo dirección de EE.UU. y el elegido presidente Manuel Zelaya dependía de una mayoría popular de electores sin acceso a las armas. Tras el triunfo del golpe de Estado, el régimen títere de Honduras ha permanecido bajo tutela de Estados Unidos durante una década y probablemente lo seguirá estando.

Chile ha permanecido también bajo el tutelaje de Estados Unidos durante la mayor parte del siglo XX, salvo el breve respiro que le supuso el gobierno del Frente Popular, entre 1937 y 1941, y el gobierno socialista democrático de Salvador Allende, entre 1970 y 1973. El golpe de Estado orquestado por EE.UU. en 1973 impuso la dictadura de Pinochet, que duró 27 años. La siguió un régimen electoral que continuó la agenda neoliberal de Pinochet-Estados Unidos, que incluía el desmantelamiento de todas las reformas nacionales y sociales del gobierno popular de Allende. En resumen, Chile ha permanecido dentro de la órbita política de EE.UU. durante la mayor parte del último medio siglo.

El régimen socialista democrático de Allende nunca dio armas al pueblo ni estableció relaciones económicas en el extranjero capaces de sostener una política exterior independiente. No sorprende que estos días Chile haya seguido el llamamiento de Trump para derribar al presidente venezolano Maduro.

Los resultados contrapuestos de los regímenes títere

Algunos de los golpes de Estado orquestados por EE.UU. fueron derrotados antes o después.
El clásico ejemplo que ilustra la derrota de un régimen clientelar es el de Cuba, que logró derribar la dictadura de casi diez años de Batista y ha conseguido resistir una invasión directa organizada por la CIA y un bloqueo económico durante el último medio siglo (hasta nuestros días).

Cuba fue capaz de derrotar la política restauracionista gracias a la decisión de Fidel Castro de armar al pueblo, expropiar y tomar el control de las multinacionales hostiles de Estados Unidos y establecer aliados estratégicos en el exterior: la URSS, China y, mucho después, Venezuela.

Por el contrario el golpe de Estado respaldado por el ejército estadounidense en Brasil (1964) mantuvo el poder más de veinte años, hasta que se restauró parcialmente la política electoral bajo la dirección de las élites.

Dos décadas de programas económicos neoliberales fallidos propiciaron la elección de los reformistas sociales del Partido del Trabajo (PT), que comenzó a poner en marcha grandes programas para combatir la pobreza encuadrados en el contexto de políticas neoliberales.

Tras década y media de reformas sociales y una política exterior relativamente independiente, el PT sucumbió ante la recesión de una economía dependiente de las materias primas y ante unos estamentos hostiles (la judicatura y el ejército, concretamente) y fue reemplazado por un par de regímenes clientelares de extrema derecha que han funcionado bajo la dirección de Wall Street y del Pentágono.

Estados Unidos ha intervenido con frecuencia en Bolivia, apoyando golpes militares y regímenes clientelares y en contra de regímenes nacional-populistas (1954, 1970 y 2001). En 2005, un levantamiento popular dio paso a elecciones libres que llevaron al poder a Evo Morales, líder de los movimientos cocaleros. Entre 2005 y el momento actual, el presidente Morales ha dirigido un gobierno moderado de centro-izquierda y antiimperialista.

El fracaso de las iniciativas estadounidenses para derribar a Morales es consecuencia de diversos factores: Morales organizó y movilizó una coalición de campesinos y obreros (especialmente mineros y cocaleros). Se ganó la lealtad del ejército, expulsó a las “agencias de cooperación” que actuaban como caballo de Troya, amplió el control sobre los hidrocarburos y promovió los vínculos con la agroindustria.

La combinación de una política exterior independiente, una economía mixta, alto crecimiento y reformas moderadas neutralizó los intentos estadounidenses por derribar su gobierno.

No es ese el caso de Argentina. Tras el sangriento golpe de Estado de 1976, en el que el ejército respaldado por EE.UU. asesinó a 30.000 ciudadanos, el ejército fue derrotado por la Arma da Británica en la guerra de las Malvinas y se retiró después de siete años en el poder.
El régimen títere nacido tras el de los militares gobernó y saqueó el país durante casi una década antes de hundirse en 2001 a causa de una insurrección popular. Sin embargo, la izquierda radical, carente de cohesión, fue reemplazada por gobiernos de centro izquierda (Kirchner-Fernández) durante alrededor de una década (2003-2015).

Los regímenes neoliberales del bienestar entraron en crisis y fueron reemplazados en 2015 por otro régimen títere de Washington encabezado por Macri, que procedió a revertir las reformas, privatizar la economía y subordinar el Estado a los banqueros y especuladores estadounidenses.

Tras dos años en el poder, el gobierno títere se tambaleó, la economía entró en una espiral descendente y comenzó otro ciclo de represión y protestas populares. La debilidad del gobierno lanzó a la gente a la calle mientras el Pentágono afila sus cuchillos y prepara nuevos títeres para reemplazar al actual régimen clientelar.

Conclusión

Estados Unidos no ha podido consolidar los cambios de régimen en aquellos países grandes que cuentan con organizaciones de masas y un ejército leal. Sí lo ha conseguido en regímenes nacional-populares como Brasil y Argentina. Pero, con el tiempo, los gobiernos títere han sido derrotados.

Así como Estados Unidos recurre a una única “vía” (golpes militares e invasiones) para aplastar a los gobiernos populares pequeños y más vulnerables, utiliza una estrategia de “múltiples vías” con los grandes países poderosos.

Por lo general, en el primer caso es suficiente una llamada al ejército o el envío de los marines para acabar con una democracia electoral. En el caso de países poderosos, EE.UU. utiliza una estrategia de múltiples agentes que incluye el bombardeo propagandístico en los medios de comunicación y, catalogar a demócratas como dictadores, extremistas, corruptos, amenaza para la seguridad, etc.

Cuando la tensión aumenta, los clientes regionales y los estados europeos se organizan para apoyar a los títeres locales.

El presidente de EE.UU., cuyo dedo índice vale tanto como el voto de millones de electores, corona a presidentes impostores. Las manifestaciones en la calle y la violencia organizada y pagada por la CIA desestabilizan la economía; las élites empresariales boicotean y paralizan la producción y la distribución. Se gastan millones en sobornar a jueces y altos oficiales del ejército. Si el cambio de régimen puede lograrse a través de sátrapas militares locales, Estados Unidos evita la intervención militar directa.

Los cambios de régimen en los países más grandes y más ricos duran entre una y dos décadas. Sin embargo, el cambio a un régimen electoral títere puede consolidar el poder imperial durante un periodo más prolongado, como fue el caso de Chile.

Cuando el régimen democrático tiene un fuerte apoyo popular, Estados Unidos proporciona la asistencia ideológica y militar para una masacre a gran escala, como ocurrió en Argentina.
La próxima confrontación en Venezuela será un caso de cambio de régimen sangriento, pues Estados Unidos tendrá que asesinar a cientos de miles y derrotar a los millones de personas comprometidas con los avances sociales, con su lealtad a la nación y con su dignidad.

Por el contrario, la burguesía y los traidores políticos que la siguen buscarán venganza y recurrirán a las más infames formas de violencia para despojar a los pobres de sus avances sociales y sus recuerdos de libertad y dignidad.

No debe sorprender que el pueblo venezolano se esté preparando para una lucha prolongada y decisiva: se lo juegan todo en esta confrontación final con el imperio y sus títeres.

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VENEZUELA. NO SE TRATA DE MADURO SÍ MADURO NO. SE TRATA DE LA PREPARACIÓN DE UNA MATANZA QUE HARÁN UNOS VENEZOLANOS TRABAJADORES SOBRE OTROS. SE TRATA DE QUE LA RIQUEZA LA CREA EL TRABAJADOR, PERO NO ES EL TRABAJADOR QUIEN LA DISFRUTA. SE TRATA DE ESTO: QUE ES PRECISAMENTE COMO NO SE ESTA´TRATANDO EL GOLPE DE ESTADO POR ENCARGO DEL CAPITAL USA Y OTROS QUE HA LLEVADO A CABO EL PERRITO GUAIDÓ. SE TRATA EN DEFINITIVA DE QUE LOS TRABAJADORES TENEMOS QUE SABER LO QUE NO SABEMOS (Gracias a una izquierda laureada, que se ha dormido en los laureles y en los escaños parlamentarios) PARA DEFENDER NUESTROS DERECHOS, QUE NO CONSISTEN EN PALABRAS NI EN FRASES ESCRITAS QUE NO SE CUMPLEN, SINO DE: ¿ESTO QUIÉN LO PRODUCE? LOS TRABAJADORES, PUES ESTO QUE SE PRODUCE ES DE LOS TRABAJADORES Y NO DE LOS CAPITALES INVERTIDOS (QUE POR CIERTO, EL CAPITAL ES LA CRISTALIZACIÓN DEL TRABAJO YA REALIZADO). PUES VENGA, BANDERITAS AL BALCÓN QUE YO SOY MUY ESPAÑOL



DIEZ MENTIRAS SOBRE VENEZUELA
 CONVERTIDAS EN MATRICES DE 
OPINIÓN
LA HISTORIA. Diego Gil. Venezuela petrolera
Katu Arkonada/DIARIO OCTUBRE/03/02/2019
El 23 de enero de 2019 Venezuela entró en una nueva fase de un golpe que se inició el 11 de abril de 2002, se intensificó en 2013 tras la muerte del Comandante Chávez y recrudeció con la violencia opositora de las guarimbas en 2014 y 2017.
La guerra híbrida que vive Venezuela ha tenido en la desinformación y manipulación mediática una de sus principales armas de combate. Leemos y escuchamos mentiras que analistas que nunca han estado en Venezuela repiten tantas veces que se convierten en realidad para la opinión pública.
1.       Venezuela tiene dos presidentes: Nada más lejos de la realidad. La Constitución venezolana establece en su artículo 233 como falta absoluta del Presidente su muerte, renuncia, destitución decretada por el Tribunal Supremo de Justicia, incapacidad física o mental decretada por una junta médica, el abandono del cargo o la revocatoria popular de su mandato.Guaidó no tiene ningún argumento Constitucional para autoproclamarse Presidente, pues no hay falta absoluta del jefe de Estado, que tomó juramento tal y como lo establece la Constitución en su artículo 231: el 10 de enero y ante el Tribunal Supremo de Justicia. Además, según esa misma Constitución, si hubiera falta absoluta del Presidente es la Vicepresidenta quien debe asumir la presidencia, y convocar a elecciones.
2.      Guaidó tiene el apoyo de la comunidad internacional: Más allá de la hipocresía de llamar comunidad internacional a Occidente, el 10 de enero en la toma de posesión de Maduro había representaciones diplomáticas de más de 80 países, desde Rusia a China, pasando por el Vaticano, la Liga Árabe y la Unión Africana. Esos países siguen manteniendo relaciones diplomáticas con el gobierno que encabeza Nicolás Maduro. Guaidó tiene el reconocimiento de los mismos países que el 10 de enero desconocían a Maduro: Estados Unidos y el Grupo de Lima (excepto México). Solo se han sumado Georgia (por su disputa territorial con Rusia), Australia e Israel.
3.      Guaidó es diferente a la oposición violenta: Guaidó es diputado por Voluntad Popular, partido político que ya desconoció las elecciones presidenciales de 2013 y cuyo líder, Leopoldo López, está condenado por ser autor intelectual de “La salida”, que impulsó las guarimbas de 2014, con un saldo de 43 muertos y cientos de personas heridas.
4.      La Asamblea Nacional es el único órgano legítimo: Tampoco es cierto. El artículo 348 de la Constitución venezolana autoriza al Presidente, en Consejo de Ministros, a convocar a una Asamblea Constituyente, y el artículo 349 define que los poderes constituidos (Asamblea Nacional) no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Constituyente. La decisión de convocar la Constituyente fue un acto de astucia del chavismo para sortear el bloqueo de la Asamblea Nacional que puede gustar o no, pero fue realizado con estricto apego a la Constitución.
5.      Maduro fue reelecto de manera fraudulenta, en unas elecciones sin oposición: Otra mentira que se repite como mantra. Las elecciones del 20 de mayo de 2018 fueron convocadas por el mismo Consejo Nacional Electoral (CNE) y utilizando el mismo sistema electoral con el que Guaidó llegó a ser diputado. Hubo tres candidatos de oposición que sacaron en conjunto el 33% de los votos y se siguieron las normas acordadas en la mesa de diálogo realizada en República Dominicana entre el gobierno venezolano y la oposición, con el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero de mediador, quien además posteriormente participó como observador en la elección presidencial.
6.      En Venezuela no hay democracia: Desde 1998 se han producido cinco elecciones presidenciales, cuatro parlamentarias, seis regionales, cuatro municipales, cuatro referéndum constitucionales y una consulta nacional. Suman 23 elecciones en 20 años. Todas con el mismo sistema electoral, considerado el más seguro del mundo por el expresidente estadounidense Jimmy Carter.
7.      En Venezuela hay una crisis humanitaria: Sin ninguna duda que en Venezuela hay ahora mismo una crisis económica, fruto de una guerra económica que comienza tras la muerte de Chávez, y se agrava tras las sanciones por parte del Congreso de los Estados Unidos (diciembre 2014), la orden ejecutiva de Barack Obama declarando a Venezuela peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos (marzo 2015), prorrogada y ampliada (agosto 2017) por Trump con sanciones que han impedido la compra de alimentos y medicamentos.
Esa crisis ha provocado una migración económica a la que se ha pretendido disfrazar de exilio político, algo que los datos desmienten (entre enero y agosto de 2018 la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado recibió 3 mil 500 solitudes de asilo de venezolanos, por un total de 6 mil 523 solicitudes de refugio de ciudadanos hondureños, casi el doble).
8.     En Venezuela se violan los Derechos Humanos: Analicemos las cifras de las guarimbas de 2017: 131 personas muertas, 13 de las cuales por disparos de las fuerzas de seguridad (hechos por los que hay 40 miembros detenidos y procesados); nueve efectivos de las diferentes policías y Guardia Nacional Bolivariana asesinados; cinco personas quemadas vivas o linchadas por la oposición. El resto de muertos en su mayoría lo fueron mientras manipulaban explosivos o intentaban saltarse barricadas de la oposición.
9.      En Venezuela no hay libertad de expresión: No hay más que ver las imágenes de Guaidó hablando ante decenas de micrófonos en plena vía pública, o dando entrevistas a medios internacionales un día sí y otro también para saber que esto no es cierto. En Venezuela, además, a diferencia de México, no asesinan o desaparecen a periodistas por hacer su trabajo.
10.  La comunidad internacional está preocupada por el estado de la democracia en Venezuela: A la “comunidad internacional”, representada por Estados Unidos y el Grupo de Lima, no le preocupan los presos torturados en Guantánamo; no le preocupan los líderes sociales y defensores de Derechos Humanos que a diario son asesinados en Colombia; no le preocupan las caravanas de migrantes que huyen de la doctrina del shock neoliberal en Honduras; no le preocupan las relaciones de los hijos de Bolsonaro con las milicias paramilitares que asesinaron a Marielle Franco.
No, nadie juzga las graves violaciones de Derechos Humanos en esos países del Grupo de Lima y su aliado Estados Unidos. Lo que se esconde detrás de esa preocupación no se llama democracia, se llama petróleo, se llama oro, se llama coltán.
Además, ya no se preocupan en esconderlo, con el ex Director de la CIA, Mike Pompeo, hablándole por videoconferencia al Grupo de Lima, o nombrando como enviado especial para Venezuela a Elliott Abrams, veterano de la administración Reagan, impulsor de escuadrones de la muerte en El Salvador o de la contra en Nicaragua.
El conflicto, por tanto, es geopolítico y se disputa en dos escenarios, el de la diplomacia y el mediático, en una guerra híbrida que nos bombardea con tanta información que nos deja heridos de desinformación.
A estos dos escenarios se le suman dos variables para completar la ecuación, el congelamiento de activos económicos y la posible introducción de mercenarios en territorio venezolano, ecuación más similar a los conflictos bélicos en Medio Oriente que a la nueva generación de golpes suaves en América Latina, que utilizan la vía parlamentaria o judicial, como han escrito colegas como Marco Teruggi que están informando y haciendo análisis desde el terreno, desde las calles venezolanas.
Para despejar esta ecuación, además de la unidad cívico-militar que intentan resquebrajar en Venezuela, la propuesta de mediación de los gobiernos de México y Uruguay, secundada por el Papa Francisco, y esperemos por Naciones Unidas, se antoja la única vía posible para que este escenario no desemboque en más violencia y sufrimiento para el pueblo venezolano.
La paz de Venezuela, y de todo América Latina, depende de ello.
* * *
La guerra contra Venezuela ya comenzó
Si una cosa ha dejado clara el público estrangulamiento de Venezuela es que los poderosos echaron a un lado las trampas amables y las sutilezas del coloquio
diario octubre
07.02.2019 

Nicolás Maduro al pueblo de Estados Unidos. Autor: Prensa Presidencial Venezuela
Enrique Milanés León.
— A veces, hasta una careta importada queda grande y cae.El presunto Ejecutivo de Juan Guaidó ha ofrecido a Washington nada menos que el 50 por ciento de la industria petrolera nacional; esto es, pretende regalar la mitad del mayor tesoro del país sin aun gobernarlo. En el retablo del imperio tal descaro encaja con el desparpajo del amargadísimo John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional estadounidense lactado con jalea de limón —añejo especial—, quien gruñó en reciente entrevista: «…hará una gran diferencia si podemos tener empresas petroleras invirtiendo de verdad y produciendo las capacidades petroleras en Venezuela».
Como Guaidó, Bolton ha vendido la piel del oso antes de cazarlo, pues reveló sin mucha diplomacia —para algo es un político yanqui, ¿no?— que ya están al habla con compañías estadounidenses para producir el hidrocarburo en Venezuela.
No es solo en el pretendido muro «de México». Vivimos en un mundo desquiciado en que los agresores, además de tajar, pasan al agredido una factura. Washington ha dejado claro —y Guaidó es el primero en saberlo— que la destrucción y la muerte que traiga a Venezuela no serán gratuitas. ¿Cuánto está dispuesto a cobrar Estados Unidos por la caza de un hombre? En diciembre de 1989, cuando invadió Panamá, la captura de Manuel Noriega —un hombre que no reunía los valores ni el arraigo de Maduro— costó más de 3000 muertos panameños.
Entre muchas otras, si una cosa ha dejado clara el público estrangulamiento de Venezuela es que los poderosos echaron a un lado las trampas amables y las sutilezas del coloquio. La doctrina Monroe, esa momia política vuelta a la escena como un zombi, es francamente incompatible con las buenas maneras: quien no sepa para quién es (Latino) América, tendrá que enterarse a cañonazos.
A tal punto parecen cotizar las formas bruscas de un poder desesperado, que a principios del año pasado, preocupado por la «excesiva» influencia de China y Rusia en la región, el entonces secretario de Estado Rex Tillerson aceptaba que reconocería un golpe militar a Maduro.
El ya defenestrado jefe diplomático sostenía entonces que «América Latina no necesita nuevas potencias imperiales» y que más bien debía ponerse en guardia contra poderes lejanos ajenos a «los valores fundamentales de la región», que serían… ya ustedes saben cuáles.
A «T. Rex» no se le podía pagar derecho de autor por la idea: antes que él, otro ilustre dinosaurio, el mismísimo presidente, había preguntado en una reunión por qué simplemente no invadían Venezuela para sacar a Maduro. Si al principio el asombro de sus consejeros dio la vuelta al mundo, Donald Trump resolvió el problema: cambió a los consejeros —Tillerson incluido—, así que desde entonces se habla del golpe y nadie se asombra.
Millones de víctimas después, tras cartografiar con misiles un mapamundi de cicatrices, Estados Unidos sabe que no es el «macho alfa» de la política de antaño. Si, por separado, el recuperado poderío militar ruso y el insolente brío de la economía y el comercio chinos son fuentes de insomnio para el decadente régimen casablanquino, la conjunción mundial de esas dos potencias de Eurasia es conocida como «la pesadilla de Brzezinski», el exconsejero de seguridad nacional de James Carter que tantos autores citan cuando escriben sobre los planes de producción del Infierno.
A estas alturas nadie duda que, en pasajes oscuros como el petróleo, tal «mala noche» contempla escenas en las que una fila de barcos inmensos se llevan a otro horizonte las riquezas que Tío Sam quiere en sus arcas.


En las bases de la Revolución está la concertación cívico-militar en defensa de la soberanía y la independencia.
En concreto, el exconsejero  Zbigniew Brzezinski exaconsejaba hace apenas dos años, casi en su lecho de muerte, que el escenario más tenebroso para Estados Unidos sería «…una gran coalición de China y Rusia, unida no por ideología, sino por agravios complementarios». La némesis parece haber llegado al Despacho Oval, porque, con matices propios, Moscú y Beijing, que antaño vivieron más de un recelo, parecen acercarse cada vez más para cumplir sus objetivos particulares con una gran ventaja sobre Washington: sin guerras.
Venezuela tiene mucho peso en la geopolítica actual porque es un cofre rebosado en una región estratégica, así que el zarpazo estadounidense —usando desechables figurantes locales— se ahorra los disimulos.
El intento de vuelco actual al Gobierno bolivariano viene de lejos. Cuando en febrero del año pasado la oposición venezolana rehusó a última hora firmar con Miraflores un acuerdo ya listo para adelantar las elecciones presidenciales y fijar un programa regular de encuentros, obedecía órdenes de Washington, que le indicó el boicot a las urnas porque temía que en un escenario electoral con respaldo de todas las fuerzas políticas el previsible triunfo de Maduro extinguiera los mismos pretextos de impugnación que, a la postre, han usado para llegar a este golpe.
La que hiere a Venezuela es además una agresión a otros pueblos. Estados Unidos, que desarmaría pieza a pieza iniciativas como PetroCaribe —¿quién ha visto pobres con petróleo?, dirá en su lógica—, no acepta que otros disfruten, bajo esquemas solidarios, los recursos que él pretende conquistar a la fuerza, solo para sí. La caída de la Revolución Bolivariana sería un mazazo a mecanismos de integración tejidos en muchos años de concertado esfuerzo político regional.
En suma, Washington agrede un proceso que se atreve a recuperar las riquezas nacionales, a compartirlas al margen de la práctica imperial y hasta a comerciarlas con terceros en franco desconocimiento del dios dólar, de ahí que la Casa Blanca corte y robe flujos financieros, sabotee vínculos económicos, desestabilice el mercado y las finanzas internas, siembre la angustia y, sobre todo, ataque con saña feroz la lealtad de un ejército que ha resistido, junto a Maduro, más de lo que pronosticaban los adivinos.
Tanto como la gente, que vive y lucha en la calle, los símbolos no cesan de hablar en Venezuela: en uno de sus actos, Juan Guaidó, el «presidente embarcado», estuvo arropado por disímiles banderas: todas europeas, ni una latinoamericana. Un golpe como este, que causó repentina pandemia de amnesia a las democracias occidentales, lleva su escenografía.
Guaidó y Europa sirven la cena que otro pretende comer. Porque Donald Trump pudiera estar a la búsqueda de su guerra personal, esa especie de «cretino manifiesto», de meta de cada presidente estadounidense que cree que un gran sheriff debe matar, de boleto de entrada —¿creerá él, de veras, que a menor costo que en las infinitas contiendas en Oriente Medio?— a los libros de la infamia de la Historia.
La ya célebre nota —«5000 tropas a Colombia»— que en una rueda de prensa John Bolton insinuó a los reporteros, como si fuera la muchacha coqueta que tienta la mirada de su enamorado, fue un farol, sí, pero uno peligroso, que compone la guerra antes de la guerra; esto es, la que siembra el miedo y la zozobra. En respuesta criollísima, Diosdado Cabello mostró «sin querer», en su programa Con el mazo dando, una tarjeta elocuente: «2 000 000 en milicia, listos».
Los alarmismos no ayudan a los pueblos, pero quienes se preguntan si habrá invasión a Venezuela deben entenderlo: la guerra con los yanquis comenzó hace mucho. Por suerte, para enfrentarla, las bases de la Revolución están, como dicen aquí, «mosca» —vigilantes— al amparo de una frase que, hace 208 años, Simón Bolívar, el más formidable adversario de la dominación, pronunció para hoy: «Vacilar es perdernos».
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