martes, 18 de febrero de 2014

¿PUEDE HABER COMPATIBILIDAD ENTRE CAPITALISMO Y DEMOCRACIA?

Ucrania: injerencia y geopolitica / Pedro Costa Morata

Cuarto Poder
SOCIOLOGÍA CRITICA
 2014/02/13

La delicada situación política que vive Ucrania, con violentos disturbios en varias ciudades, donde una tenaz multitud pide, entre otras cosas, la dimisión del presidente Yanukóvich, ha de analizarse en el marco y el juego de dos fuerzas potentes y contradictorias, presentes con desigual predominio en este país desde el momento de la desintegración de la URSS (1991): una de ellas apunta hacia Occidente (Unión Europea y OTAN) y la otra hacia Rusia. La primera prolonga la estrategia occidental de inclusión en el dispositivo militar de la OTAN de los países del Este europeo que van integrándose en la UE, política de largo alcance que pretende sin disimulos cercar a Rusia y en la que se pretende incluir a Ucrania y las repúblicas del Cáucaso; la segunda constata la influencia creciente de una Rusia que va recuperando poco a poco el papel internacional de la extinta URSS, tras dos décadas de sustanciales (y humillantes) pérdidas en su hinterland histórico. El cuadro repite el panorama geoestratégico que por largos siglos ha ilustrado las tensiones de Europa oriental, con el simple objetivo de frenar y vigilar a Rusia en su flanco del Mar Negro (y, de paso, su presencia en el Mediterráneo).Occidente no ceja en atraer a Ucrania a su órbita económica, política y militar. Como ya sucedió en la llamada “revolución naranja” de 2004 la presencia norteamericana trabaja en ello de forma insistente, ahora con menos escrúpulo u ocultación. Si entonces se hizo evidente la actuación de algunas de esas fundaciones que trabajan en numerosas partes del mundo “por la democracia” (aunque en realidad lo que hacen, sin gran misterio, es apoyar política y financieramente a los líderes o candidatos del gusto de Washington) ahora la injerencia norteamericana se ha superado a sí misma con la presencia, ostentosa y provocadora, de los senadores conservadores McCain y Murphy, que han acudido a arengar a las masas insurgentes que se supone anhelan la libertad que les prometen la UE y Occidente.
Quizás la novedad más significativa en este juego descarado de intromisiones sea la intervención alemana, de tipo político, diplomático y, se supone, financiero, que en esta ocasión se vuelca en Vitali Klitschko, ese boxeador ídolo de masas que lidera el partido UDAR (acrónimo que significa “puñetazo”), que consiguió su fama como púgil viviendo durante años en Alemania y que ya ha anunciado su candidatura a las elecciones presidenciales de 2015. Tanto la canciller Merkel como el ministro de Exteriores Westerwelle, la fundación Adenauer y el sensacionalista rotativo Bild apoyan a Klitschko y, es de esperar, su alternativa política para Ucrania. Digamos que Alemania protagoniza la injerencia euro-comunitaria pero en beneficio propio, comprometiendo a toda la UE con sus ambiciones. Berlín prosigue, con cada vez menos tiento (es decir, con más arrogancia) su política de fagocitar a todos –insistamos: todos– los países del Este forzando su integración en la UE, reúnan o no las condiciones que habitualmente Bruselas impone. Es el Drang nach Östen de otras veces, ese expansionismo hacia lo que la Alemania de siempre considera espacio vital; y también como siempre en pugna con el gigante ruso, aprovechando (o creyendo en) sus debilidades.

Ucrania ofrece, en esta coyuntura histórica, la posibilidad para la Alemania en auge de un Estado satélite de hecho, suministrador de materias primas sin cuento y de mano de obra barata y sumisa. Los norteamericanos también parecen proceder por su cuenta en su descarada ofensiva, aunque lo que pretenden es, desde luego, instalarles la OTAN a los rusos desde Ucrania, ese flanco sur-suroeste del Mar Negro, amenazando los movimientos de la flota basada en Sebastopol (Crimea); este objetivo de la inclusión en la OTAN se alcanzaría siguiendo el modelo observado en las ampliaciones europeo-orientales de los años 2004-2007, es decir, tras la etapa previa de la integración en la UE. Por supuesto que Alemania no plantará cara a una Rusia decidida a liberar sus fronteras de amenazas indeseables (es pronto para Berlín para enfrentarse a Moscú en el terreno estratégico, y cuando esto se produzca será con toda probabilidad en el Báltico). Pero lo lógico es pensar en la sintonía, básica y global, entre la Unión Europea y los Estados Unidos a la hora de frenar a Rusia.

Visible y comprensiblemente Rusia se incomoda, se impacienta y se apresta a decir que no. Ucrania es su reto más decisivo, una vez “perdidas” sus fronteras de los países bálticos, Rumanía y Bulgaria. Por eso, porque Moscú considera que ya ha sufrido demasiadas amenazas y cercos, se niega a ceder en Georgia y en Ucrania, y pretende ir recuperando cuotas de seguridad en las repúblicas centroasiáticas, donde ya existen bases militares norteamericanas procedentes de esos años de debilidad (aunque hubo cierta aquiescencia debido al problema de Afganistán, asunto también preocupante para Moscú). Para Rusia, Ucrania y también Bielorrusia constituyen territorios donde no puede consentir amenazas militares por numerosas razones en las que los elementos estratégicos son evidentes y quizás predominantes, pero no los únicos; han de añadirse los vínculos étnicos y religiosos (la gran “nación eslavo-ortodoxa”, de funcionalidad histórica innegable), los lingüísticos (el 30 por 100 de la población, de las regiones orientales y meridionales, es rusófona, incluida Crimea), el carácter de territorio ineludible para el trasiego del gas siberiano hacia Europa…

La dramática crisis global en que ha vivido Rusia desde que se deshizo el sistema soviético y se alzaron con el poder el clan Yeltsin y sus neoliberales supuso en el ámbito de la política exterior una dolorosa pérdida de influencia y de control sobre territorios que hasta entonces pertenecían a la rígida órbita del poder soviético. La breve guerra de Georgia de agosto de 2008 –demoledora para ese país, cuyo gobierno osó desafiar a Moscú impelido, sin duda, por los Estados Unidos– marcó en el terreno de los hechos que la Rusia del momento ya no era la que hubo de encajar –con su protesta pero incapaz de oponerse al decidido oportunismo occidental de extender su ámbito de influencia global hasta sus fronteras– el menosprecio y la hostilidad de Occidente con la integración masiva y acelerada en la UE y la OTAN de países que constituyeron su espacio de seguridad durante 70 años. Y en relación con Georgia, donde la presencia militar norteamericana era y es un hecho, Moscú ya advirtió que “no consentirá su integración en la OTAN”. Que no descarte Occidente que Rusia pueda asestar algún zarpazo más en semejantes coyunturas, si es que los cálculos erróneos de alguno de sus vecinos le da pie.

La Rusia de Putin –por más que carezca de los estándares occidentales aplicables a un sistema democrático, a la economía de libre mercado o a los derechos humanos– tiene previsto recuperar con contundencia su papel pasado y eso debiera de considerarse bueno para las relaciones internacionales globales. Las intervenciones de Moscú en crisis como la de Siria o la del Irán nuclear constatan ese avance y, de forma inevitable, el final de la superioridad norteamericana como potencia única universal, que tantos desmanes le ha permitido perpetrar en todo el planeta desde 1991. Esto conlleva, o así debiera ser, un avance desde Europa en la comprensión, al menos geoestratégica, del mundo eslavo y, muy especialmente, de Rusia (la actual y la de siempre).

(*) Pedro Costa Morata es ingeniero, sociólogo y periodista.

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PODEMOS ¿O NO PODREMOS?

Entrevista a Pablo Iglesias («Último cero», Valladolid):

 “Nadie podrá decir que el problema de las divisiones en la izquierda tiene algo que ver con nosotros”

sociología critica  
2014/02/15
Pablo Iglesias, en una abarrotada aula Mergelina, hoy en Valladolid. Foto: Sergio de la Torre
Pablo Iglesias, en una abarrotada aula Mergelina, hoy en Valladolid. Foto: Sergio de la Torre

Pablo Iglesias: “Nadie podrá decir que el problema de las divisiones en la izquierda tiene algo que ver con nosotros”

El mediático politólogo y profesor universitario ha pronunciado hoy en Valladolid la conferencia “la pelea por el sentido común. Renta Básica” en las jornadas organizadas por la recien nacida Asamblea Ciudadana
últimoCero
Valladolid
 
:: Viernes, 14 de Febrero de 2014 ::
 
A estas alturas de indignación es muy difícil no conocer al mediático politólogo, profesor universitario y presentador Pablo Iglesias. Por eso, para cualquier periodista, cuando se pone a tiro, es casi imposible resistirse a hacer unas cuantas preguntas. Pablo Iglesias, hoy en Valladolid gracias a la recién nacida Asamblea Ciudadana, ha respondido a las cuestiones que le ha podido plantear últimoCero.

Con las actuales cifras de paro ¿se puede instaurar una renta básica sin que todo este castillo de naipes se caiga?

Claro que sí. Lo que hay que contestar a los que dicen que no se puede es que precisamente la democracia es cambiar las cosas cuando se están haciendo mal. Y está claro que se está haciendo mal. La política de recortes lo que está haciendo es empobrecer el país. Dice Cáritas que uno de cada cuatro ciudadanos está en una situación de pobreza y, según informes de Intermón Oxfam, si se siguen aplicando las medidas políticas que se han venido aplicando hasta la fecha en 2025 tendremos 8 millones de pobres. Lo que hay que hacer es precisamente lo contrario de lo que se está haciendo y la renta básica no es solamente un instrumento para combatir la pobreza, sino para asegurar la dignidad de la gente a la hora de ganar capacidad de negociación para tener trabajo en condiciones dignas y no de precariedad como ahora, para aumentar el consumo, que sería una de las claves de reactivación de la economía y para demostrar que las cosas se pueden hacer de otra forma. Claro que es posible.

Si pudiera ¿qué sueldo mínimo aprobaría?

Los que establecen los promotores de la renta básica me parecen más que coherentes: establecerlo por encima de lo que se considera el umbral de la pobreza, que ahora mismo creo recordar que se sitúa en torno a los 650 euros.

¿Qué pegamento hay que comprar para poder unir las mareas, los 15M, los pequeños partidos de izquierda, los colectivos, las ONG, los sindicatos…?

La unidad popular, que no es lo mismo que la unidad de la izquierda. Algunos piensan que todos los problemas se solucionan si todas las siglas de las organizaciones de izquierdas se ponen de acuerdo en un cartel en el que aparezcan todas sus siglas y la casta gobernante está contentísima con eso. Y contentísimos con que el debate sea Rajoy contra Rubalcaba y que  el debate entre la izquierda y la derecha sea eso. O que el debate sea situarse a la izquierda de Rubalcaba. Yo creo que la clave es la unidad popular, decir que en estos momentos defender la democracia, la decencia y los derechos humanos nos separa de una minoría, una casta de privilegiados que defiende la dictadura que implica asumir que las decisiones se toman fuera o que las imponen constructores a través de sobres.

Se lo he escuchado varias veces: que la izquierda se haga pueblo ¿Se puede?

No queda otra. Cualquiera que estudie los procesos de transformación en el siglo XX se dará cuenta de que no se ha hecho ninguna revolución en nombre del materialismo dialéctico ni en nombre de ideologías, sino en el nombre de cosas muy básicas, como la dignidad, la paz, el pan, la vivienda…

¿Se puede con ‘Podemos’ dividir más que unir?

Nuestra propuesta es una propuesta de método. Y de método para el encuentro con todo el mundo. Yo creo que nadie tiene el patrimonio de la alternativa a las cosas que están ocurriendo. Del mismo modo que nosotros hemos dicho que los movimientos son irrepresentables y que, en todo caso, los movimientos nos representan a nosotros, nadie tiene el monopolio de la alternativa. Lo que nosotros estamos proponiendo es unir desde abajo. Y es una metodología perfectamente compatible con las militancias. Se lo hemos propuesto a todas las organizaciones políticas y sociales que han estado en contra de la austeridad y defendiendo la democracia.

¿Y puede decirme cómo van esos contactos?

Estamos en la fase de ronda de contactos, hemos enviado cartas a muchas organizaciones y colectivos sociales, nos hemos visto con algunas y seguiremos nuestra hoja de ruta. Si este proceso puede concluir en una lista con todos, maravilloso. Sino es así, las elecciones europeas tienen circunscripción estatal y nosotros celebraremos todos los votos que vayan a las candidaturas que defiendan la democracia y estén en contra de políticas de subordinación a la deuda con el mismo entusiasmo que celebraremos todos los que vayan a nosotros.

Usted habla mucho del proceso de elección ciudadana pero ¿usted puede no ir el primero de la lista?

Claro y lo dije el día de la presentación. Estoy dispuesto, si la gente quiere, con cualquier candidato, de cualquier organización o movimiento, competir sin control de censos, de manera que puedan participar todos los ciudadanos. Si esa compañera o ese compañero tiene más apoyos yo me retiro inmediatamente.

¿‘Podemos’ es un pulso a IU?

Evidentemente no. Seríamos muy estrechos y muy mezquinos si planteáramos la política así. Quien plantea eso no nos conoce y no nos ha visto hacer política. Nuestros enemigos son la casta y esa minoría que defiende la dictadura. Lo que estamos proponiendo es el método más eficaz para derrotarles. Nuestras metas siempre son altas. Yo entiendo que haya gente que entienda la política como la técnica de uso de cuchillo para apuñalar al que tienes al lado, pero cualquiera que analice nuestra trayectoria verá que no es nuestro estilo.

Estamos en febrero. ¿Se puede aguantar una campaña electoral tan larga?

Más duro es no tener trabajo, subirse a un andamio o que te echen de la vivienda. No podemos lloriquear, no podemos quejarnos. Claro que es duro. Yo, además de hacer todo esto, trabajo dando clase, presento La Tuerka, presento Fort Apache y bueno, esto implica renunciar a muchos elementos de tu vida personal, sacrificar horas de sueño… pero creo que es inaceptable que yo me queje tal y como está el país. Sarna con gusto no pica.

¿Su discurso no puede ser más adecuado para unas elecciones municipales que para unas europeas?

¿Por qué? Nosotros estamos diciendo que el problema no es Europa sino esta institucionalidad europea al servicio de los bancos. Esto nos va a permitir decir, además, con otros ciudadanos del sur de Europa, que no queremos ser una colonia de Alemania, que no queremos la colonia del poder financiero alemán y convertirnos en el lugar de vacaciones de los ricos a costa de que nos dejen sin derechos. Esta Europa, esta institucionalidad europea, está hecha al servicio de los bancos y allí se están tomando muchísimas decisiones. Queremos poder decirlo en el Parlamento Europeo y contribuir a tejer una red de alianzas con todos los pueblos del sur que tenemos intereses comunes y que nos toca defender nuestra soberanía.

¿Puede ser que se haya olvidado de firmar el manifiesto ‘Mover Ficha’ (con el que nace ‘Podemos’)?

Claro. No, no. De hecho, hay muchas cosas de ese manifiesto que no me convencen. Ese manifiesto fue un instrumento que asumieron una serie de compañeros para pedirme algo. Desde el momento que me lo pidieron yo plantee tres condiciones, el camino empezó y ese manifiesto murió para siempre. Desde entonces construimos una cosa nueva con nuevos protagonismos de la gente. Simplemente fue un instrumento para poder caminar.

¿Puede confesarme quién le saca más de sus casillas cuando acude a un plató de televisión? ¿Los Marhuenda, Inda, Rojo…?

Es difícil ¿eh?. Le va a sorprender: Marta Rivera de la Cruz.

¿Por qué?

Porque tengo poca paciencia con los tibios.

¿Y si al final, por culpa de ‘Podemos’ no se puede?

Pues bueno, nadie podrá decirnos que el problema de las divisiones en la izquierda tienen algo que ver con nosotros. Eso forma parte del ADN político de la izquierda. Nosotros no hemos inventado las divisiones y las discusiones dentro de la izquierda. Dicho esto: quien no quiera correr riesgos, que no haga política. Somos audaces, valientes, asumimos que vamos a recibir muchas críticas, zancadillas, insultos, pero insisto, peor es no tener trabajo o que te echen de tu casa. Nosotros no concebimos la política como negociación de burócratas llamándose por teléfono o mandándose mensajes de wassapp o manipulando censos para ganar congresos. Nosotros la política la entendemos de otra manera. ¿Que implica correr riesgos? Muchísimos. ¿Que esos riesgos nos pueden hacer sufrir, hacernos daño? Claro que sí, pero eso no es ninguna novedad. En política para tener éxito hay que jugársela y hay que mancharla. A nosotros nos duele la política, nos emocionamos con ella y si tenemos que sufrir con ella, pues lo asumiremos.

La Asamblea Ciudadana ha convocado para el próximo día 23 una cadena humana para unir la sede de Hacienda con una oficina del paro. ¿Puede haber excusa para no participar?

Yo creo que nunca hay que echarle la culpa a la gente. Creo que si la gente no participa en una cadena humana no hay que decirle que el problema lo tienen ellos. El problema lo tendrá quien la convoca y no ha sabido ilusionar a la gente para que participe. No soy partidario de hacer recaer el peso de la responsabilidad sobre los individuos, máxime sabiendo que el enemigo acumula todo tipo de dispositivos de dominación ideológica para convencer a la gente de que movilizarse no sirve para nada. Hay que ir en positivo. Ojalá esa cadena humana sea masiva y participe mucha gente, pero no se trata de decirle a la gente que si no viene se merece lo que le está pasando. Se trata de ilusionar. De amarguras ya andamos sobrados. Ahora nos toca ilusionarnos.

Foto: Sergio de la Torre

“Entre la Coca-Cola y la Pepsi”

Pablo Iglesias (Madrid, 1978) despierta hoy por donde pasa el mismo entusiasmo y esperanza, salvando las distancias, que suscitaba Felipe González a finales de los 70 comienzos de los 80. Con rigurosa puntualidad hizo acto de presencia en el Aula Mergelina, de la facultad de Derecho, que media hora antes del comienzo -19.30 horas- ya estaba llena. Antes de tomar asiento, entre Isabel y Luis, de la Asamblea Ciudadana de Valladolid, el politólogo sacó su cámara y dijo: “Voy a hacer una foto”. Y se hizo el silencio, gracias a sus dotes mediáticas.

Tras el flashazo, tuvo un lapsus, que da idea de la tralla que lleva encima: “Gracias a la Asamblea Ciudadana de Sevilla…”. Rumor en la sala, seguido de la petición de perdón. “Es que ya estamos a viernes y… “. Y es que Pablo Iglesias lleva unas semanas recorriendo el país, sin tregua. Hoy recaló unas horas en Valladolid para hablar de la Renta Básica y del Trabajo Digno, aunque en el ánimo de muchos lo que querían escuchar eran referencias a Podemos, iniciativa puesta en marcha, entre otros,  por Pablo Iglesias que es -antes de realizar unas primarias- su cabeza de cartel.

“Lo que dices”, refiriéndose a comentarios que le hacen sus tertulianos televisivos, “está muy bien. Pero no se puede hacer. Este discurso del pesimismo antropológico es tremendamente peligroso“, dijo Pablo Iglesias, antes de entrar a analizar la necesidad de una Renta Básica y el papel de “la casta de privilegiados”, entre la que incluyó a los políticos.

“La Coca-Cola y la Pepsi, el PP y el PSOE, llevan mucho tiempo gobernando y dicen lo mismo. Les va de maravilla. Pero no sirven, hay que echarlos y para eso hace falta la unidad popular“, afirmó el profesor de ciencias políticas y comunicador, que acto seguido mencionó “un viejo sueño: si toda la izquierda nos juntamos acabamos con este gobierno de mangantes. Y no es verdad”.

“La victoria”, añadió, “en estos momentos es en nombre de las cosas sencillas: la paz, el pan… La democracia la vimos en Gamonal; en la huelga de la limpieza contra la señora del abrigo de pieles; en Valladolid donde se reunieron los más sinvergüenzas en una convención… Y es que a la unidad popular le tienen miedo. Y de la unidad de la izquierda se ríen. Hay que echarles a todos y generar conciencia de pueblo. ¿Cuál es la diferencia entre el PP y el PSOE? Incluso buena parte de los militantes socialistas están hartos de esa casta”.

Cuando llevaba media hora de discurso, Pablo Iglesias mentó la palabra ‘Podemos’, con el pretexto de un correo electrónico recibido de una mujer, desde un pueblecito y subrayó con especial enfasis:  ”La izquierda no puede ser una religión”.

Antes de concluir la exposición y abrir el coloquio, Iglesias volvió a insistir en la idea fundamental para él:. “Conseguir que la gente entienda que la democracia no es elegir entre Coca-Cola y Pepsi“.

Desde la mesa, Isabel, pidió disculpas por haberse olvidado al principio del acto derecordar a Encarna, la mujer hospitalizada tras la carga policial del 2 de febrero en la calle san Lorenzo. Para ella, y los deseos de rápida mejoría, sonaron los aplausos.

“Quiero ganar el 50% para cambiar el país”

En el debate, Pablo Iglesias manifestó: “Si seguimos recibiendo apoyos, tiramos para adelante con las primarias e iremos a las generales”, para repetir que la democracia “es otra cosa que dejar unos papelitos en una urna” .

“La política es lo que es, por eso hay que hablar de unidad popular y ser humilde. El enemigo nos quiere pequeños, con el lenguaje de siempre, sin que nos entienda el pueblo… Así es como se ríen de nosotros. Pero cuando juntamos a cientos de personas empiezan a tenernos miedo”, e Iglesias puso el ejemplo “del calvo” [Lenin] que en lugar de hablar de materialismo dialéctico al pueblo ruso, le habló de “paz y pan”. “Los procesos hay que analizarlos en cada momento”, fue la respuesta a una pregunta sobre si Podemos “son los nuevos soviets del siglo XXI y sí creía que en España podía darse una revolución”.
Pablo Iglesias -que criticó, entre otras cuestiones, a la monarquía  y la manipulación de los medios de comunicación- reivindicó el poder político, y dijo: “Yo no quiero ser el 15% y gobernar en Andalucía con unos tipos… para tener tres consejerías. Quiero ganar el 50%, sino no cambiamos el país. En estos momentos no salgo a perder un partido. No tengo ningún compromiso con la izquierda, lo tengo con mi pueblo“.

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