Comunicado del II
encuentro ecosocialista latinoamericano, coincidiente con la COP30. El
ecosocialismo, herramienta de construcción de otro mundo, se hace necesario y
urgente. La única salida es una organización coordinada para superar el
capitalismo.
Ecosocialismo o extinción
El Viejo Topo
6 diciembre, 2025
Ecosocialismo o
Extinción: defender la vida, construir territorios libres y Ecosocialismo de
los pueblos y para los pueblos
Nos reunimos en
un momento de profunda ofensiva del capital contra la vida, en el marco de las
acciones que los pueblos organizamos en respuesta a la COP 30. Este encuentro
nos permitió, una vez más, reafirmar que tanto el ascenso de la extrema derecha
como las falsas soluciones de gobiernos que se autodenominan progresistas, pero
que luego no dudan en privatizar bienes comunes o facilitar la agresión contra
pueblos y líderes que enfrentan, día tras día, las consecuencias de la lógica
del crecimiento infinito del capital en sus territorios, nos instan a luchar
por un mundo en el que los sistemas de vida estén en el centro de todas
nuestras construcciones políticas y a repudiar enérgicamente cualquier
tentativa de intimidación.
Tuvimos un
ejemplo de lo que sucede cuando, en lugar de fortalecer la lucha de los pueblos
que defienden sus territorios con sus propias vidas, los defensores del
neoliberalismo progresista se ponen al servicio del capital y del extractivismo
depredador. Las amenazas políticas sufridas por la compañera indígena Auricelia
Arapiun, durante su intervención en nuestro panel de análisis de coyuntura, son
una radiografía de un sector que actúa dentro de las comunidades para instalar
el miedo y la fragmentación. Sin embargo, nosotros —como expresó Auricelia en
su respuesta a la amenaza— no nos callamos y no conciliamos.
La ofensiva de
la extrema derecha, como sabemos, se traduce también en nuestros territorios en
intentos de violar nuestra soberanía, reproduciendo las mismas lógicas de
sumisión y dominación que existieron en el pasado y que persisten en el
presente. Ante esta ofensiva imperialista, nosotras, nosotros, los
ecosocialistas, abogamos por un frente único para resistir y defendernos.
El
ecosocialismo, como herramienta de construcción de otro mundo, se hace
necesario y urgente. La aceleración de la destrucción masiva de la capacidades
de reproducción de los ecosistemas y el carácter neocolonial e imperialista de
las supuestas alternativas presentadas por el mismo sistema que generó la
actual emergencia climática amenazan nuestra continuidad como especie y nos
conducen a un punto de no retorno.
Ante este
desafío, se impone como única salida posible la organización coordinada de
nuestras luchas con el objetivo de superar el sistema capitalista. La lucha
organizada de los pueblos, su resistencia contra los sistemas de dominación y
el avance en la construcción de otros mundos basados en la solidaridad, la
complementariedad y la reciprocidad —respetando los saberes y las cosmovisiones
de los diferentes pueblos y su legítimo derecho a la autodefensa y la
autodeterminación— constituyen la base fundamental de nuestra estrategia.
En estos días
de debate, representantes de pueblos en lucha de las distintas latitudes de
Abya Yala y otros continentes, a nivel global, levantamos nuestra voz para
denunciar que el extractivismo, capitalista e imperialista, viene promoviendo
la destrucción ambiental y humana en diversos territorios. Es necesario
fortalecer las redes de los pueblos que resisten para combatir esta
destrucción, al mismo tiempo reforzamos las formas de producción de vida que
los pueblos han desarrollado históricamente y que se encuentran en riesgo
debido a la contaminación y la apropiación del agua, la tierra y el aire por
parte de las corporaciones transnacionales y de los gobiernos.
Las voces de
los pueblos originarios fueron protagonistas en este encuentro, identificando
un contexto común de colonialismo, invasión, despojo, extractivismo y falsas
soluciones, acompañado de una política de aniquilación y genocidio, en la que
no solo se mata, sino que también se invisibilizan estos pueblos,
criminalizándolos y persiguiéndolos.
En este punto,
vemos la relación entre cuerpo y territorio como un tejido en el que, si bien
reside la violencia estructural, también reside la lucha por la vida. Esta
lucha es evidente y se traduce en las resistencias alternativas, a través de la
valorización y articulación de saberes, cosmologías en las que la ancestralidad
y la naturaleza están presentes, además de la autodefensa, de la
autodeterminación, de la vida comunitaria y la importancia de la esperanza y de
la unidad entre los distintos territorios.
Estas luchas
por la vida también se manifiestan a través de los ecofeminismos, que ponen de
relieve la lucha de las mujeres y los cuerpos feminizados de los distintos
territorios de Abya Yala, quienes se enfrentan a la estrecha e histórica
relación entre el capitalismo y la violencia a la que se ven sometidas la
tierra, los territorios y las mujeres.
Subyacente a
los distintos extractivismos se encuentra una violencia que se expresa en la
contaminación y destrucción de la tierra; en la depredación y el robo de
nuestros bienes
comunes; en la fragmentación de las perspectivas culturales; y en
nuestros cuerpos feminizados, empobrecidos y racializados de miles de mujeres
en el Sur Global.
Este análisis,
además de identificar el capitalismo como el origen estructural de todas las
violencias territoriales, también propone soluciones que pueden superar estas
contradicciones, como la gestión comunitaria del agua, la autonomía
alimentaria, el autogobierno, la justicia comunitaria y una forma de entender
el cuidado de manera subversiva, es decir, desde una crítica estructural de la
neoliberalización del discurso del cuidado, que sigue sustentando la lógica del
capital. En cambio, nos posicionamos desde la perspectiva del cuidado colectivo
y comunitario, a favor de una transformación radical.
La lucha
ecosindical es un elemento fundamental de la lucha ecosocialista. La lucha por
más y mejores condiciones laborales, combinada con la conciencia de que la
explotación de la clase trabajadora y el despojo de nuestros bienes comunes
están al servicio del capital y se complementan entre sí, crea condiciones para
movilizarnos y avanzar contra las causas estructurales de las opresiones que
sufrimos dentro del sistema capitalista.
En este
sentido, repudiar la práctica del fracking en Colombia, en América Latina, en
el Caribe y en el mundo es una tarea que asumimos con responsabilidad, con el
objetivo de contribuir a la construcción de territorios libres. Sabemos que
esto solo será posible si las organizaciones sindicales se articulan con los
procesos sociales, populares, indígenas y campesinos de cada país, manteniendo
su autonomía en la defensa de los territorios, la vida y su reproducción.
Mediante la solidaridad internacionalista, nos comprometemos a promover
espacios para denunciar las violaciones de los derechos laborales, humanos y
naturales.
Es a partir del
tejido que somos que gritamos, de forma unánime: Palestina Libre, del río al
mar; alto el fuego en Gaza; y condena al Estado genocida de Israel por la
matanza del pueblo palestino. Un pueblo que resiste, que siembra, que conserva
la convicción de seguir de pie —y al cual abrazamos desde la solidaridad
internacionalista, multiplicando las acciones globales de apoyo, como el BDS y
la Flotilla, ejemplos de resistencia desde abajo que están siendo vistos como
amenazas por Israel.
Además de eso,
exigimos a los gobiernos de la región que rompan sus relaciones con Israel,
como en el caso de los acuerdos con Mekorot, la empresa nacional de agua de
Israel, que se ha convertido en un instrumento de dominación colonial. El agua
es un bien común y, en Palestina, es utilizada como un arma política y
económica: Israel controla las fuentes, impide a los palestinos perforar pozos,
recoger agua de lluvia o mantener cisternas, creando así una dependencia total
y un sistema de apartheid hídrico. Palestina es un laboratorio de dominación
cuyas técnicas se expanden a otros territorios, y la resistencia y la
solidaridad con el pueblo palestino deben ser globales. Nosotras y nosotros,
ecosocialistas del mundo entero, acompañamos y construimos una solidaridad
activa con el pueblo palestino y su derecho a existir.
A pocos días
del inicio de la COP 30, observamos una vez más que este no es un espacio capaz
de dar respuesta a las necesidades de los territorios; por el contrario, se
erige como un mecanismo para la financiarización de la naturaleza. Por
consiguiente, reafirmamos nuestra denuncia y rechazo al pago de deudas odiosas
e ilegítimas, y abogamos por el cierre de los mecanismos internacionales que
las impulsan y legitiman. Estos mecanismos hipotecan nuestro futuro a cambio de
la entrega de los bienes estratégicos que el capital necesita para su reproducción
ilimitada. Es esencial desmantelar el sistema de deuda, que subordina y limita las
posibilidades de salida del sistema de forma planificada.
No esperamos
nada de estos espacios que proponen proyectos como los bonos de carbono que, al
igual que el TFFF, adoptan la narrativa de que el problema radica en que los
bienes comunes no se han mercantilizado completamente y, por lo tanto,
existiría un «fallo de mercado» que habría que superar. Denunciamos también a
los gobiernos cómplices de proyectos ecocidas, como es el caso del gobierno
brasileño que, pocos días antes del inicio de la COP 30 en Belém —territorio
amazónico—, aprobó la exploración petrolera en la desembocadura del Amazonas y
que, además, durante la COP 30, aprobó el registro de 30 nuevos agrotóxicos.
Reafirmamos la
agroecología como uno de los caminos que construyen nuestra estrategia
ecosocialista. La producción de alimentos agroecológicos, basada en prácticas
campesinas e indígenas, no solo representa una forma de sustitución del actual
sistema agroalimentario dominante, centrado en la agroindustria y la producción
de materias primas, sino también una vía para recuperar y reconstruir
ecosistemas y superar la alienación entre el campo y la ciudad, siendo, por
tanto, fundamental para afrontar el cambio climático. Es imprescindible
comprender que no hay agroecología posible en el capitalismo verde, ya que
implica, como práctica política, la modificación estructural de las relaciones
de producción y de vida vigentes.
Reconociendo
que el ecosocialismo lleva años elaborando manifiestos y programas que esbozan
esta estrategia, debatimos los pasos a seguir que nos permiten concluir que no
hay ecosocialismo posible sin territorios libres. No tenemos dudas de que las
luchas ecoterritoriales y por la construcción de un mundo habitable son el
camino que debemos seguir, fortaleciendo solidariamente nuestras iniciativas,
visibilizando y creando espacios en los que podamos avanzar en la construcción
de un ecosocialismo de los pueblos y para los pueblos.
Para alcanzar
este objetivo, es necesario acumular victorias que nos muestren el camino.
Llevar a cabo movilizaciones y campañas entre los distintos colectivos que
forman parte del esfuerzo por construir este proyecto ecosocialista es
fundamental para consolidar un proceso integral e internacionalista de
resistencia coordinada y estrategia común.
La continuidad
de esta articulación de la lucha, de construcción del programa ecosocialista
que necesitamos y la internacionalización del movimiento ecosocialista son
tareas que iniciamos hace diez años, en estos encuentros, y que se consolidaron
con la formación de la Red Internacionalista de Encuentros Ecosocialistas,
constituida en 2024 tras el encuentro de Buenos Aires.
Como nuevas
iniciativas, tenemos la celebración del VII Encuentro Ecosocialista
Internacional, en Bélgica, en mayo de 2026; el Seminario Ecosocialista
Internacional, que tendrá lugar en Brasil en el marco de la Primera Conferencia
Internacional Antifascista; y el III Encuentro Ecosocialista Latinoamericano y
Caribeño, en 2027, en Colombia. Estamos convencidos de que estos encuentros
deben trascender fronteras y generar acciones comunes de lucha que nos permitan
atacar simultáneamente los poderes concentrados del extractivismo capitalista
en cada territorio donde nos encontramos.
Sin embargo,
los Encuentros Ecosocialistas por sí solos no bastan para impulsar la
construcción de un programa que esté, de hecho, enraizado en las luchas
concretas. Por ello, proponemos la creación de acciones y campañas conjuntas
sobre Palestina, combustibles fósiles, minería, deuda y tratados de libre
comercio; la defensa del agua; la lucha contra el agronegocio; y la
recuperación de los bosques. Proponemos también identificar las empresas
vinculadas a proyectos ecocidas en los países de América Latina y el Caribe,
para realizar denuncias y declaraciones conjuntas. Asimismo, proponemos que se
celebren encuentros ecosocialistas en los territorios, previos al encuentro en
Colombia, para que los debates reflejen formulaciones y propuestas
ecoterritorializadas.
Finalmente,
queremos que nuestro espacio de construcción sea vibrante y diverso, capaz de
generar debates profundos entre los colectivos que lo conforman, para
reflexionar y problematizar nuestra concepción del ecosocialismo, reafirmando
que el ecosocialismo no es socialismo disfrazado de ecologista, sino una
propuesta de cambio profundo en nuestras relaciones, tanto entre nosotros como
con la naturaleza. Es otra forma de hacer política, capaz de construir un mundo
nuevo, digno y bello para vivir, tanto para los seres humanos como para el
resto de los seres vivos.
II Encuentro
Ecosocialista Latino-Americano y Caribeño
Fuente: Cadtm
