domingo, 2 de marzo de 2014

UCRANIA, ¿UN DETONANTE MÁS PARA LA III GUERRA MUNDIAL?


Los grandes capitales como último recurso para salir de inmediato de las crisis que ellos mismos crean, es la violencia material declarada, que empiezan por los fascismos hasta llegar a la declaración formal de guerra entre ellos para que nos matemos entre nosotros.

La I Guerra Mundial, disputa entre capitalsitas (a costa de los trabajadores que son los que fundamentalmente mueren en los campos de batalla y fuera de ellos) por fuentes de aprovisionamiento de materias primas y nuevos mercados, movilizó a más de sesenta millones de militares europeos con un costo en vidas de nueve millones de muertos, además de los heridos, prisioneros y desaparecidos.

La II Guerra Mundial, por los mismos motivos que la anterior produjo entre cincuenta y setenta millones de victimas.

A pesar de estas dos grandes guerras para solucionar las crisis del capitalismo no fueron capaces de resolverlas (hoy más que entonces absolutamente irresolubles), sino que se crearon las bases para otras nuevas más profundas e intensas  como es la actual, declarada y reconocida absolutamente por todos en 2008.

¿Es la Tercera Guerra Mundial la sorpresa que nos cuardan nuestros querindongos dirigentes políticos para salir de la crisis de 2088?
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LO PEOR QUE PUEDE PASAR


Por: La Redacción

1 Marzo 2014

Opción militar rusa en Ucrania aproxima tercera guerra mundial
El parlamento ruso ordenó el uso del Ejercito para intervenir en la crisis de esa nación.

La decisión del Parlamento Ruso de usar la fuerza militar en Ucrania coloca el mundo a tiro de una tercera guerra mundial, a no ser que Europa y Estados Unidos se desentiendan del asunto y dejen que allí suceda lo que la decida voluntad de Moscú.

Es casi seguro que Moscú actúe militarmente en Ucrania, pues medios occidentales promueven la idea de que hoy Estados Unidos es un imperio débil que no influye como antes en la política mundial.

Rusia alega que actuaría militarmente para proteger a los ciudadanos rusos residentes en Ucrania.

En Ucrania, fuerzas opositoras depusieron al presidente de esa nación, que se exilió en Rusia donde ha proclamado que se considera presidente en ejercicio, mientras que Crimea, donde están acantonadas fuerzas rusas, grupos resisten al nuevo gobierno de orientación pro occidental.

Hace días Putín ordenó la movilización de todo el ejército para ver si estaban en capacidad de combate. El parlamente ha ordenado al presidente ruso utilizar las tropas rusas en la península donde se encuentra la principal base de la Flora del Mar Negra. 

Europa y Estados Unidos han advertido al Kremlin que no movilice sus tropas en Crimea, donde se vive una situación tensa luego de la la salida del presidente Víctor Yanúcovich.

Este sábado ha sido convocado de urgencia el consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mientras se gesta una reunión de los ministros de Exteriores de la Unión Europea para el lunes.

Por: La Redacción

ELECCIONES EUROPEAS, COSAS QUE HAY QUE SABER



 ¡PELIGRO! ACUERDO TRANSATLÁNTICO!

Le Monde Diplomatique
Rebelión
01-03-2014
 
Dentro de dos meses, el 25 de mayo, los electores españoles elegirán a sus 54 diputados europeos. Es importante que, esta vez, a la hora de votar se sepa con claridad lo que está en juego. Hasta ahora, por razones históricas y psicológicas, la mayoría de los españoles –jubilosos de ser, por fin, “europeos”– no se molestaban en leer los programas y votaban a ciegas en las elecciones al Parlamento Europeo. La brutalidad de la crisis y las despiadadas políticas de austeridad exigidas por la Unión Europea (UE) les han obligado a abrir los ojos. Ahora saben que es principalmente en Bruselas donde se decide su destino.

Entre los temas que, en esta ocasión, habrá que seguir con mayor atención está el Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión (ATCI) (1). Este convenio se está negociando con la mayor discreción y sin ninguna transparencia democrática entre la Unión Europea y Estados Unidos (EEUU). Su objetivo es crear la mayor zona de libre comercio del planeta, con cerca de 800 millones de consumidores, y que representará casi la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) mundial y un tercio del comercio global.

La UE es la principal economía del mundo: sus quinientos millones de habitantes disponen, en promedio, de unos ingresos anuales per cápita de 25.000 euros. Eso significa que la UE es el mayor mercado mundial y el principal importador de bienes manufacturados y de servicios, dispone del mayor volumen de inversión en el extranjero, y es el principal receptor planetario de inversiones extranjeras. La UE es también el primer inversor en EEUU, el segundo destino de las exportaciones de bienes estadounidenses y el mayor mercado para las exportaciones estadounidenses de servicios. La balanza comercial de bienes arroja, para la UE, un superávit de 76.300 millones de euros; y la de servicios, un déficit de 3.400 millones. La inversión directa de la UE en EEUU, y viceversa, ronda los 1,2 billones de euros.

Washington y Bruselas quisieran cerrar el tratado ATCI en menos de dos años, antes de que finalice el mandato del presidente Barack Obama. ¿Por qué tanta prisa? Porque, para Washington, este acuerdo tiene un carácter geoestratégico. Constituye un arma decisiva frente a la irresistible subida en poderío de China; y, más allá de China, de las demás potencias emergentes del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, Sudáfrica). Hay que precisar que, entre los años 2000 y 2008, el comercio internacional de China creció más de cuatro veces: sus exportaciones aumentaron un 474% y las importaciones un 403%. ¿Consecuencia? Estados Unidos perdió su liderato de primera potencia comercial del mundo que ostentaba desde hacía un siglo... Antes de la crisis financiera global de 2008, EEUU era el socio comercial más importante para 127 Estados del mundo; China sólo lo era para 70 países. Ese balance se ha invertido. Hoy, China es el socio comercial más importante para 124 Estados; mientras que EEUU sólo lo es para 76.

¿Qué significa eso? Que Pekín, en un plazo máximo de diez años, podría hacer de su moneda, el yuan (2), la otra gran divisa de intercambio internacional (3), y amenazar la supremacía del dólar. También está cada vez más claro que las exportaciones chinas ya no sólo son productos de baja calidad a precios asequibles por su mano de obra barata. El objetivo de Pekín es elevar el nivel tecnológico de su producción (y de sus servicios) para ser mañana líder también en sectores (informática, finanzas, aeronáutica, telefonía, ecología, etc.) que EEUU y otras potencias tecnológicas occidentales pensaban poder preservar. Por todas estas razones, y esencialmente para evitar que China se convierta en la primera potencia mundial, Washington desea blindar grandes zonas de libre cambio a las que los productos de Pekín tendrían difícil acceso. En este mismo momento, EEUU está negociando, con sus socios del Pacífico (4), un Acuerdo Transpacífico de Libre Cambio (Trans-Pacific Partnership, TPP, en inglés), gemelo asiático del Acuerdo Transatlántico (ATCI).

Aunque el ATCI empezó a gestarse en los años 1990, Washington ha presionado para acelerar las cosas. Y las negociaciones concretas se iniciaron inmediatamente después de que, en el Parlamento Europeo, la derecha y la socialdemocracia aprobaran un mandato para negociar (aceptado también, en España, en la proposición presentada conjuntamente, en el Congreso de los Diputados, por el PP y el PSOE...). Un informe, elaborado por el Grupo de Trabajo de Alto Nivel sobre Empleo y Crecimiento, creado en noviembre de 2011 por la UE y EEUU, recomendó el inicio inmediato de las negociaciones.

La primera reunión tuvo lugar en julio de 2013 en Washington, seguida de otras dos en octubre y diciembre (5). Y aunque las negociaciones están actualmente suspendidas debido a desacuerdos en el seno de la mayoría demócrata en el Senado de Estados Unidos (6), las dos partes están decididas a firmar lo antes posible el ATCI. De todo esto, los grandes medios de comunicación dominantes han hablado poco, con la esperanza de que la opinión pública no tome conciencia de lo que está en juego, y de que los burócratas de Bruselas puedan decidir sobre nuestras vidas con toda tranquilidad y en plena opacidad democrática.

Mediante ese acuerdo de marcado carácter neoliberal, EEUU y la UE desean eliminar aranceles y abrir sus respectivos mercados a la inversión, los servicios y la contratación pública, pero sobre todo intentan homogeneizar los estándares, las normas y los requisitos para comercializar bienes y servicios. Según los defensores de este proyecto librecambista, uno de sus objetivos será “acercarse lo más posible a una eliminación total de todos los aranceles del comercio transatlántico en bienes industriales y agrícolas”. En cuanto a los servicios, la idea es “abrir el sector servicios, como mínimo, tanto como se ha logrado en otros acuerdos comerciales hasta la fecha” y expandirlo a otras áreas, como el transporte. Sobre la inversión financiera, las dos partes aspiran a “alcanzar los niveles más altos de liberalización y protección de las inversiones”. Y sobre los contratos públicos, el acuerdo pretende que las empresas privadas tengan acceso a todos los sectores de la economía (incluso a las industrias de defensa), sin discriminación alguna.

Aunque los medios de comunicación dominantes apoyan sin restricción este acuerdo neoliberal, las críticas se han multiplicado sobre todo en el seno de algunos partidos políticos (7), de numerosas ONG y de organizaciones ecologistas o de defensa de los consumidores. Por ejemplo, Pia Eberhardt, miembro de la ONG Corporate Europe Observatory, denuncia que las negociaciones se han llevado a cabo sin transparencia democrática y sin que las organizaciones civiles hayan tenido conocimiento en detalle de lo que se ha acordado hasta ahora: “Hay documentos internos de la Comisión Europea –declara la activista– que indican que esta se reunió, en la fase más importante, exclusivamente con empresarios y sus lobbys. No hubo un solo encuentro con organizaciones ecologistas, con sindicatos, ni con organizaciones protectoras del consumidor” (8). Eberhardt observa con inquietud una posible disminución de las exigencias para la industria alimentaria. “El peligro –comenta– lo conforman los alimentos no seguros importados de EEUU que podrían contener más transgénicos, o los pollos desinfectados con cloro, procedimiento prohibido en Europa”. Añade que la industria agrícola-ganadera estadounidense exige la supresión de los obstáculos europeos a ese tipo de exportaciones.

Otros críticos temen las consecuencias del ATCI en materia de educación y de conocimiento científico, pues podría extenderse a los derechos intelectuales. En este sentido, Francia, para proteger su importante sector audiovisual, ya impuso una “excepción cultural”. El ATCI no abarcará las industrias culturales.

Varias organizaciones sindicales denuncian que, sin ninguna duda, el Acuerdo Transatlántico ahondará en los recortes sociales, en la reducción de los salarios, y destruirá empleo en varios sectores industriales (electrónica, comunicación, equipos de transporte, metalúrgica, papel, servicios a las empresas) y agrarios (ganadería, agrocombustibles, azúcar).

Los ecologistas europeos y los defensores del comercio justo explican además que el ATCI, al suprimir el principio de precaución, podría facilitar la supresión de regulaciones medioambientales o de seguridad alimentaria y sanitaria, a la vez que puede suponer una merma de las libertades digitales. Algunas ONG ambientalistas temen que se comience también a introducir en Europa el fracking, o sea el uso de sustancias químicas peligrosas para los acuíferos, con el fin de explotar el gas y el petróleo de esquisto (9).

Pero uno de los principales peligros del ATCI es que incorpora un capítulo sobre “protección de las inversiones”, lo que podría abrir las puertas a demandas multimillonarias de empresas privadas en tribunales internacionales de arbitraje (al servicio de las grandes corporaciones multinacionales) contra los Estados por querer estos proteger el interés público, lo cual puede suponer una “limitación de los beneficios de los inversores extranjeros”. Aquí lo que está en juego es sencillamente la soberanía de los Estados y el derecho de estos para llevar a cabo políticas públicas en favor de sus ciudadanos. Para el ATCI, los ciudadanos no existen; sólo hay consumidores, y estos pertenecen a las empresas privadas que controlan los mercados.

El desafío es inmenso. Y la voluntad cívica de parar el ATCI no debe ser menor.
Notas:
(1) En inglés, Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP).
(2) El valor del yuan está alineado sobre el del dólar estadounidense.
(3) En abril de 2011, en el marco de la Cumbre de los BRICS en Sanya (isla de Hainan, China), se firmó un acuerdo de cooperación financiera entre las cinco potencias emergentes que prevé la apertura de líneas de crédito en sus monedas nacionales respectivas, con el fin de reducir la dependencia respecto al dólar. En 2008, ya Pekín había firmado este tipo de acuerdo con Argentina.
(4) Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Corea del Sur, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
(5) Por parte europea, el jefe de los negociadores de la UE es el español Ignacio García Bercero.
(6) Léase Le Figaro, París, 4 de octubre de 2013.
(7) Léase, por ejemplo, la resolución sobre el ATCI adoptada por Izquierda Unida: http://www.izquierda-unida.es/sites/default/files/doc/RESOLUCION_TLC_UE_EEUU_ConferenciaEuropa_Junio2013.pdf; Y la posición de Jean-Luc Mélenchon, líder del 'Parti de Gauche' francés: http://europe.jean-luc-melenchon.fr/sujet/grand-marche-transatlantique/
(8) Léase Deutsche Welle en español, 17 de febrero de 2013, http://www.dw.de/tratado-ee-uu-ue-libertades-recortadas/a-17438697
(9) Léase “A Brave New Transatlantic Partnership”, 4 de octubre de 2013, http://corporateeurope.org/trade/2013/10/brave-new-transatlantic-partnership-social-environmental-consequences-proposed-eu-us
Fuente: http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=e76996f0-2f05-4b75-a811-74bd48af6868

UCRANIA TAMBIÉN ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA



El cuaderno de Kiev. Un diario desde el 19 hasta el 24 de febrero
4/6
La Vanguardia
Sociología crítica
2014/02/27

Sábado 22- Asoma el cisma de Ucrania. Kíev destituye al Presidente con el que se acababa de pactar bajo presión europea, cambia la Constitución  y convoca elecciones. El Presidente habla de “golpe de estado nazi” desde el Este del país, donde se reúne un congreso alternativo de adversarios del cambio. “Me han presionado, pero no pienso dimitir”, dice Yanukovich. En el país asoma el fantasma de un doble poder con diversos centros y legitimidades enfrentadas que todos dicen querer evitar.

En Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, en el Este, 3.477 diputados de todos los niveles de la Ucrania más rusófila han declarado ilegítimas las decisiones de Kíev, adoptadas, dicen, “en condiciones de terror, amenazas, violencia y muerte”. El espíritu conciliador del acuerdo de capitulación de Yanukovich,  firmado el viernes por gobierno y oposición, y garantizado por la Unión Europea -pero no por Rusia que eludió firmarlo- se ha convertido en papel mojado en menos de 24 horas.

La asamblea de diputados de Jarkov  ha llamado a los ciudadanos a que se organicen para resistir al cambio de régimen de Kíev y “cooperen con las fuerzas del orden locales”. A la reunión de Jarkov asistieron observadores de la Duma de Rusia así como varios gobernadores de regiones rusas limítrofes, que se mostraron discretos y contenidos. Varios observadores consultados en Kíev y Moscú no excluyen en absoluto que esta situación se pudra y degenere en violencias.

Tanto la sesión de Kíev como la de Jarkov, comenzaron con declaraciones de ambos bandos alertando contra la división del país, una figura familiar y dramática  en la historia de Ucrania, cuyas guerras civiles siempre tuvieron diversas capitales enfrentadas. Todos parecen ser conscientes de la peligrosidad de la situación y de lo que está en juego: la integridad territorial del país. Tanto en Moscú como en Washington los “expertos” hacen quiméricas quinielas con propuestas de “federalización” de Ucrania, que separen a quienes quieren vivir mirando hacia el Este de los que prefieren mirar al Oeste, sin que se sepa muy bien por donde debería discurrir la línea geográfica divisoria. Tanto en el Este de Ucrania como en el Oeste, hay importantes minorías de partidarios y adversarios del cambio efectuado. Esas minorías se activarían inmediatamente en caso de “federalización”. Estoy pensando en los tártaros de Crimea (furibundos adversarios de Rusia) en el Este, o en los rutenos que forman parte de la Galitzia, en el Este, pero hay muchos más.

En Kíev las brigadas paramilitares de la revuelta, con un gran componente de partidos de extrema derecha, han tomado el control del barrio gubernamental donde se encuentran las sedes del parlamento, del gobierno y de la presidencia. Los policías han desaparecido por completo del centro de la ciudad, donde por segundo día consecutivo no se ha derramado sangre, aunque sí hubo intentos de linchamiento de diputados adversarios. El presidente Yanukovich ha huido de Kíev.

En manos de la oposición y en ausencia de muchos diputados del antiguo partido gubernamental, el parlamento cambió sus fichas después de cambiar de constitución; nombró como presidente de la cámara a Aleksandr Túrchikov, mano derecha de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, y como nuevo ministro del Interior a Arsen Avakov, también miembro del partido de Timoshenko, Batkivshina.  A continuación se aprobaron en batería la destitución de Yanukovich (“autodestituido por sus formas anticonstitucionales”, se dice), la convocatoria de elecciones para el 25 de mayo y la puesta en libertad de Timoshenko, que salió del hospital penitenciario de Jarkov en silla de ruedas por la tarde y llegó a Kíeven avión privado a las 19,30.

Apoyada por Estados Unidos y la Unión Europea, Timoshenko fue encarcelada por corrupción en agosto de 2011 y condenada a siete años de cárcel, después de perder unas elecciones limpias contra Yanukovich en el conjunto del país, pero ganarlas en Kíev y muchas regiones del centro y Oeste del país.

Insisto: El movimiento que acaba de tomar el poder representa solo a una parte del país. Faltaba solo un año para que Yanukovich concluyera su mandato, pero la degradación económica del país, el escandaloso exceso de corrupción y nepotismo, el inesperado y mal explicado rechazo de un económicamente catastrófico acuerdo de integración con la Unión Europea y el decidido apoyo político internacional de Berlín, Washington y Bruselas, que vieron en la coyuntura una posibilidad de cambio de régimen para instalar en Kíev un gobierno a su medida, azuzaron el movimiento popular de noviembre, que se fue radicalizando y haciendo cada vez más violento conforme el poder titubeaba entre la represión y las concesiones, ofreciendo una desastrosa  imagen de debilidad. El episodio de los francotiradores ha sido decisivo.

La violencia de esta semana, iniciada pocas horas después de que la canciller Angela Merkel recibiera en Berlín a los líderes de la oposición, reiteradamente bendecidos por el establishment  político-militar euroatlántico al completo en la reciente Conferencia de Seguridad de Munich, supone una trágica frontera para Ucrania, donde el consenso siempre había hasta ahora superado sin sangre todas las desavenencias políticas de este país de civilización bicéfala y obligado por su propia identidad a mantener complicados equilibrios entre Rusia y Occidente. Que este cuadro, con la inquietante perspectiva que contiene,  fuera definido hoy como “momento histórico” y “situación fluida” por el alemán Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, dice mucho sobre la actual política europea.

Yulia Timoshenko, que ya anuncia su candidatura a las presidenciales convocadas para mayo, pronunció su primer discurso en libertad al filo de las nueve y media de la noche ante varias decenas de miles de personas en la gran plaza de Kiev. “Nuestros héroes no han muerto”, dijo sentada en una silla de ruedas y anunciando que se levantará un monumento a su memoria. “Lloré y recé por vosotros”, dijo en un tono apasionado, pero no suscitó el menor entusiasmo en la masa. Consciente de que el movimiento se niega a abandonar la plaza, dijo, “no abandonéis éste lugar, vosotros sois la garantía de que se cumpla lo acordado”. “Con vuestro valor, sangre y heroísmo, os habéis ganado el derecho a gobernar Ucrania”, añadió.

La ex primera ministro prometió que se castigará a los responsables de las violencias “con todo el rigor de la ley y en un juicio severo”. “Por otro lado”, añadió, “no podemos vivir con odio y agresividad en el corazón. Necesitamos curar las heridas y encontrar el coraje, el amor y la responsabilidad para restablecer el país y devolver a la gente la paz y la tranquilidad”.

-Judíos asustados. El festival de grupos de extrema derecha violentos de la plaza asusta a la comunidad judía de Kíev. Moshe Reuven Azman, uno de los rabinos de Ucrania, ha aconsejado a la comunidad judía local a abandonar la capital e incluso el país. “No quiero tentar al destino”. Citado por la prensa de Israel. Desde Berlín me dicen que los medios germanos han pasado sobre este informe con gran discreción. Sin relacionarlo con nada. Ucrania fue uno de los principales escenarios del escenario del holocausto hitleriano.

- ¿Por qué Rusia pierde siempre?. La batalla por Ucrania viene de lejos. En su último capítulo histórico comenzó en el mismo momento en el que se disolvió la URSS, en 1991. Más de dos décadas después, aquellas fracturas tectónicas aún se están asentando. En ese periodo, en el espacio potsoviético ha habido guerras, convulsiones y revoluciones coloreadas en las que, en mayor o menor medida, se han vivido pulsos entre Occidente y Rusia. En el Báltico, en Asia Central y en Transcaucasia, Moscú ha ido perdiendo posiciones, una tras otra. Sus “victorias”, en Abjazia y Osetia del Sur, por ejemplo, han sido defensivas. Preservar algunos jirones ¿Por qué pierde siempre Rusia?

La pregunta es pertinente ahora, cuando lo que se dibuja en el firmamento es una derrota que marca una línea roja decisiva e inadmisible para Moscú: correr la frontera de la OTAN hasta territorio ruso.

Más allá del propósito general de echar al adversario de sus patios y ampliar su propio corral, la política occidental no tiene calidad ni  visión. Hay en ella mucha chapuza y aún más irresponsabilidad, pero entonces, ¿por qué gana?  No es la agresividad occidental, sino la debilidad rusa la que explica la situación. Y la clave de esa debilidad reside en el propio sistema ruso de poder.

Mantener unas buenas relaciones con las ex repúblicas de la URSS era, y es, la gran prioridad de Moscú pero no funciona. Con algunas no es fácil por “razones históricas”, podría decirse -el caso de las repúblicas bálticas. Con otras  se podrían mencionar “diferencias culturales”, el caso de los países de Asia Central, pero ¿cómo explicar los continuos malentendidos y recelos del Kremlin con bielorrusos y ucranianos? El poder autocrático ruso, el samovlastie, aunque sea mucho más suave que el de los zares o el de la URSS, es incapaz de desarrollar relaciones de confianza incluso con aquellos de sus vecinos más directamente emparentados con quienes comparte historia, cultura y destino común. El caso de Ucrania es ejemplar.

La gran mayoría de los ucranianos se sienten próximos a Rusia por ese parentesco, pero el poder ruso no interactúa con las sociedades sino con grupos locales elitarios. Moscú no ofrece un modelo amable y atractivo a sus hermanos. El Kremlin no reconoce la autonomía social y ni siquiera la entiende. Sin eso no hay acción social ni intervención política posible en una sociedad moderna. Los interlocutores de Rusia en Ucrania son un puñado de magnates. Sus partidos, el “Partido de las Regiones” de Yanukovich, por ejemplo, son infraestructuras artificiales sin alma construidas desde arriba. Los anhelos e intereses de la  clara mayoría de la sociedad ucraniana vinculada hacia Rusia y que tiende hacia ella, apenas aparecen en el radar del Kremlin. Eso explica que esa mayoría pueda ser ninguneada y arrollada tan fácilmente por una minoría cargada de “pasionarnost” y mucho más organizada que tiene sus bastiones en el Oeste del país.

También en el bando ucraniano más nacionalista y pro Otan  hay magnates corruptos, pero a diferencia del Kremlin, esos magnates y los padrinos euroatlánticos que los sostienen interactúan con la sociedad. Su propaganda y su acción política es mucho más dinámica y eficaz. Y venden un “sueño europeo”. ¿Cuál es el sueño del Kremlin? Sin reconocer y entender la autonomía social, Moscú está condenado a perder siempre.
Esa es la gran debilidad del poder ruso y actúa también de puertas adentro. Cuidado con Rusia porque comienza a lanzar señales de Maidán. Algún día habrá una revuelta social en Rusia en la que la ciudadanía exigirá otro tipo de relaciones, otro tipo de sistema socio-económico y otro tipo de poder, y el Kremlin no sabrá qué hacer porque  no entenderá nada:  un poder ciego y anticuado, casi patrimonial en sus relaciones internas, no sabrá cómo reaccionar. Solo la sociedad rusa puede cambiar eso. Esperemos que pacíficamente.

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