domingo, 15 de enero de 2017

PODEMOS



¿Un Podemos para tiempos de normalidad o un Podemos útil y a la ofensiva que sea capaz de hacer frente a los planes restauradores del régimen?




Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Kaos en la red
15.01.2017                   
Se equivoca quien piense, como afirma hoy Íñigo Errejón en su entrevista en el diario El Mundo y cuya tesis ya expuso más detalladamente en su intervención del 23 de Septiembre en la Universidad de Podemos, que de este proceso congresual de debate político y organizativo que hemos abierto estos meses, y cuyas conclusiones finales […]











Se equivoca quien piense, como afirma hoy Íñigo Errejón en su entrevista en el diario El Mundo y cuya tesis ya expuso más detalladamente en su intervención del 23 de Septiembre en la Universidad de Podemos, que de este proceso congresual de debate político y organizativo que hemos abierto estos meses, y cuyas conclusiones finales deberán quedar avaladas por el voto de la militancia, debe salir un partido preparado para desarrollar su acción política en tiempos de “normalidad” y de “normalización política”.

Ese, el de la “normalidad” y “normalización” del momento político actual y por venir en los próximos años, es precisamente el marco que el régimen, sus partidos y sus medios de comunicación a sueldo, nos quieren imponer al conjunto de la ciudadanía, como un relato de “sentido común” compartido, para lograr con ello que Podemos se sitúe como fuerza incapacitada para marcar la agenda política cotidiana y acabe siendo una fuerza más entre muchas, que hace y piensa la política como los partidos tradicionales, y no una fuerza pensada en clave de “ofensiva”. Ese planteamiento “normalizador”, en definitiva, encierra, a nuestro juicio, un error histórico que desde la militancia y las bases de Podemos ahora, en este proceso que vivimos, estamos todavía a tiempo de evitar.

“Tiempos de normalidad”: La construcción de un relato de “régimen”

Desde que la segunda investidura de Mariano Rajoy se llevase a cabo con apoyo y complicidad de Cs y PSOE, la narrativa “volvió la estabilidad  y la democracia vuelve a funcionar por sus cauces institucionales pertinentes –ejecutivos y legislativos-“ se ha convertido en el principal relato que los grandes medios intentan imponer al conjunto de la ciudadanía. Un claro intento de “normalización” del escenario actual que, además, se contrapone al periodo de “inestabilidad” propio de los diez meses anteriores a esta nueva investidura de Rajoy. Es una trampa narrativa destinada a, entre otras evidencias, atrapar en ella a Podemos y a cualquier otra fuerza política que ose desafiar tal supuesta normalidad y estabilidad política y democrática.

El relato que nos están tratando de vender se sostiene diariamente sobre una serie de “temas” de actualidad que  los medios tratan convenientemente para que esa sensación de “normalidad” y “estabilidad” se vaya consolidando en el tiempo y el espacio:
  1. Existencia de un gobierno “en minoría” que trata de aplicar su agenda política desde el diálogo y el consenso con sus socios “constitucionalistas” y “responsables”: Cs y PSOE.
  2. Vida interna de los partidos en procesos congresuales para abordar líneas de futuro en función de una situación de estabilidad política dada por la existencia de un gobierno electo (Todos son iguales y operan, con matices menores, de la misma manera)
  3. Evolución “en positivo” de los datos macroeconómicos y de la reducción del desempleo (que sirven para poner en valor las reformas aplicadas en los últimos años: reformas laborales, pensiones, rescates, recortes, etc., etc.)
  4. Necesidad de una dinámica constructiva entre partidos “responsables” frente a la amenaza del “populismo” y de la “inestabilidad”.
  5. División de la vida política en dos bloques: los que acuerdan en pos de la estabilidad y la responsabilidad (PP-PSOE-Cs) y los que solo piensan en sí mismos y son un riesgo para la estabilidad (Unidos Podemos + confluencias, Independentistas, etc.)

El régimen impone así su relato y espera que, a partir de él, los diferentes actores políticos se vayan situando dentro del mismo por sus propios actos. La capacidad de imponer la agenda se traslada con ello hacia “arriba” y es el propio “régimen” el encargado de manejarla a su antojo a través de sus múltiples aliados políticos y mediáticos. Los partidos simplemente deben situarse en este nuevo escenario acorde a lo que se impone a través de estas narrativas y, con ello, consolidar la implantación de esta “realidad normalizadora”.

Tiempos de excepcionalidad: luchar contra los planes restauradores-normalizadores del régimen

La situación socio-política que atravesamos, no obstante, es justo lo contrario de lo que se podría esperar de una verdadera situación de normalidad: una situación de absoluta excepcionalidad solo comparable a lo vivido en un periodo tan históricamente determinante y excepcional como la “Transición”. Vivimos en pleno periodo de un vivo debate constituyente en constante tensión entre dos polos: el bloque restaurador y el bloque del cambio. Estamos insertos, de hecho, en una disputa histórica que las clases populares no nos podemos permitir perder o sufriremos durante décadas las consecuencias de esa derrota.  Nos jugamos literalmente el futuro de nuestro de pueblo y de nuestra gente. Cualquier cosa menos un periodo de normalidad y que, en consecuencia, desde Podemos, debe ser tratada de cualquier manera menos asumiendo que vivimos en tiempos de normalidad.

Frente a las esperanzas y anhelos de cambio despertados con el 15-M y el escenario electoral establecido tras el 20-D, las élites, sus medios de comunicación y sus partidos asociados, han puesto toda su maquinaria a funcionar para lograr que todo cambio que se tenga que dar, pues necesariamente se van a tener que dar cambios, sean siempre a favor de sus intereses. En una típica estrategia de tipo “gatopardiano” dichas élites pretenden imponer un plan “restaurador-normalizador”, capaz de servir de freno a los desafíos abiertos al régimen por la irrupción del 15-M y de fuerzas como Podemos, que se sustenta, como bien se afirma en el documento “Plan 2020” de Pablo Iglesias, en dos pilares fundamentales:

1) Reimplantar el sistema del “turnismo” mediante una fórmula nueva de tipo “turnismo por abstención”,  asegurando con ello que se pueden tejer sucesivos acuerdos, legislativos y ejecutivos (directos si es posible o vía abstención de alguna de las fuerzas participantes cuando no lo sea), entre los diferentes partidos de la “triple alianza”, para poder así seguir turnándose en el poder y poder así seguir imponiendo su agenda legislativa y de “reformas” en función de los resultados que vayan obteniendo, unos y otros, en las sucesivas convocatorias electorales, cerrando además el paso hacia el gobierno a Podemos como consecuencia principal.

2) Hacerlo construyendo su proyecto de futuro sobre la base de solidificar y convertir en irreversibles las consecuencias de las reformas aplicadas en el periodo 2010-2016, normalizando la excepción y edificando el “nuevo” modelo de estado emergente sobre los recortes ya aplicados, la precariedad ya impuesta, la desigualdad ya generada, etc.

Es lo que en el citado documento se denomina como el “Efecto Poltergeist”: las fuerzas de la restauración quieren edificar una nueva “casa común” de convivencia para el conjunto de la ciudadanía encima del “cementerio social” que ellos mismos han generado previamente con sus políticas austericidas y de aplicación sistemática de las doctrinas neoliberales. Con el consiguiente resultado de que, si tales planes llegaran a triunfar y esta nueva “casa común” quedara instituida, irremediablemente emergerán “fantasmas”  que nos atormentarán a todos y todas durante las próximas décadas: la precariedad  como norma hegemónica en las relaciones laborales y en las propias formas de vidas de las clases populares, el desempleo crónico como único horizonte posible (nunca por debajo del 15%), la desmejora paulatina del funcionamiento de los servicios públicos hasta el punto de sentar las bases para una justificación de políticas privatizadoras por venir, salarios de pobreza generalizados y el fin de la capacidad negociadora de las clases trabajadoras, pensiones que pierdan poder adquisitivo año a año y millones de personas amenazadas con no poder acceder a una pensión digna en su vejez, desigualdad disparada, trasvase de dinero público a manos privadas y de sustitución sistemática de las rentas del trabajo por las rentas del capital, niveles de pobreza propios de estado en vías de desarrollo, derechos civiles limitados, estado del bienestar menguante, abandono de las políticas de igualdad y de lucha contra la violencia de género, etc.

No podemos permitir que nuestros pueblos se resignen y se acostumbren a vivir en estas condiciones. Nuestro partido y sus aliados no pueden sino ajustarse en su estrategia para este nuevo ciclo político a lo que de nosotros esperan quienes depositaron su confianza en él: ejercer como oposición a todo un modelo político nacido del régimen del 78, con sus planes restauradores-normalizadores en marcha, y no solo a un gobierno coyuntural.

Construir y ejercer la oposición popular, en las instituciones y las calles, contra todo un régimen

Ahora más que nunca necesitamos la existencia de un partido fuerte y unido, en sintonía y alianza con los movimientos sociales y otras fuerzas de acción política en el seno de la sociedad civil, capaz de ejercer como oposición popular al proyecto restaurador-normalizador de las élites y sus aliados, y en última instancia capaz de arrebatarle el gobierno del Estado -y la capacidad legislativa y ejecutiva asociada- a quienes como prioridad política tienen la defensa de los intereses económicos y de clase de esas élites privilegiadas.

Ellos pretenden construir un nuevo edificio institucional, legislativo y en última instancia constitucional sobre un cementerio social que acabará llenándose de fantasmas que nos atormenten a todos y todas durante las próximas décadas, nosotros  lo debemos impedir  construyendo y ejerciendo la oposición popular a lo que ellos y su proyecto de estado representan y, en su lugar, aspirar a construir un nuevo modelo de estado que, de verdad, no deje a nadie atrás. No es una disputa por el sentido de la normalidad, sino una batalla “a vida o muerte” contra la falsa normalidad-restauradora que nos quieren imponer y que no podemos aceptar ni “comprar” bajo ningún concepto.

Debemos ser oposición a todo un modelo político con sus diferentes aristas, a todo un “régimen” que actúa en bloque contra el avance de cualquier alternativa como la que representa Podemos, y no conformarnos con ser oposición a solo un gobierno concreto como el actual (PP-Rajoy). Debemos entender que nos enfrentamos a una estrategia de régimen que no depende solo de la acción ni de la voluntad de un partido político concreto (por más que el PP sea ahora mismo piedra angular y fundamental, pues así lo decidieron las urnas el 26J y así lo han entendido desde el poder, en el desarrollo de la misma), sino que necesariamente implica la voluntad y el compromiso de todos los actores, políticos, económicos y mediáticos, que conforman ese bloque restaurador.

Debemos asumir de una vez que nunca existió situación de “empate catastrófico” alguna ni hubo posibilidad alguna de “desempatar hacia adelante”, sino que asistimos, sin más, una situación de bloqueo relacionada con una paradoja interna vinculada al PSOE: por un lado tenían seguro que no podían permitir nuestra llegada al gobierno, por otro no eran capaces de encontrar la fórmula que hiciera posible compaginar eso con la toma de una decisión, que permitiera el desbloqueo de la situación, de acuerdo a los intereses de todas su familias y los propios intereses colectivos del partido. Asumamos que no existe “gobierno débil” alguno, sino un gobierno en minoría capaz de imponer su capacidad ejecutiva y legislativa, orientada a satisfacer las exigencias “normalizadoras-restauradoras” del régimen, con apoyo de sus dos grandes aliados: Cs y PSOE. Que el PSOE ha decidido voluntariamente asumir el Ministerio del maquillaje social en este nuevo gobierno a cambio de aspirar mañana a que el PP le devuelva el favor que ahora ellos le han hecho y el PSOE, con apoyo de Cs y abstención del PP, pueda volver a ser gobierno dentro de la lógica “turnismo por abstención” que el régimen promueve en la actualidad.

Un PODEMOS útil y a la ofensiva

Asumamos, en definitiva, la existencia de esos bloques en disputa, de esa división política entre las fuerzas del cambio y las fuerzas de la restauración (fuerzas de la estabilidad vs fuerzas de la inestabilidad, dirán ellos) y diseñemos nuestra estrategia de futuro, sobre las bases mencionadas, en clave de expandir ese bloque que nos otorgan, de oposición a la vieja política del régimen, al máximo posible. Veamos el momento como un momento destituyente-constituyente en marcha y no como un momento de actividad política normalizada. Para eso nacimos y eso es lo que de espera de nosotros, no el convertirnos en un partido más que piensa primero de todo en esa conservadora y peligrosa clave de “no asustar a mi vecina de clase media con unos ahorrillos en el banco” (¿le hemos robado acaso algo a alguien?). Que el bloque que se vea reducido en los próximos años, como consecuencia de nuestros aciertos y nuestra acción en el día a día como oposición popular en todos los frentes, de nuestra defensa diaria y cotidiana de los intereses de las grandes mayorías sociales, de nuestro compromiso con el apoyo a las clases populares en cualquier situación dada, sea el bloque de la restauración. Para ello debemos ser nosotros quienes demos forma a ese impulso constituyente que la sociedad viene demandando desde el 15-M en adelante.

Somos la única alternativa posible al plan de las élites y debemos actuar como tal. No necesitamos que se nos “imagine gobernando” si ello significa hacerlo para renunciar a cambios profundos que, por definición, siempre van a generar perturbaciones e incertidumbres en esos sectores sociales aludidos. Necesitamos que se nos vea como esa alternativa capaz de oponerse a todo un régimen en descomposición, que ofrece verdaderas soluciones de futuro y que no desespera en su intento por alcanzar el gobierno del estado para ponerlo en manos del pueblo. Una fuerza que, por encima de todo, sabe, porque es la realidad, que no vivimos en  una situación de normalidad y que deja claro a la ciudadanía con su acción política diaria que, aunque ahora se empeñen los grandes medios y demás actores de la restauración en imponer la “estabilidad” y la “normalización” como un macrorelato de sentido común, ahí no nos van a encontrar jamás mientras no se recuperen los derechos perdidos, no se reviertan los recortes y no se acabe con el drama social que siguen viviendo millones de personas en este país. Una fuerza que genere confianza porque sea fiel a su programa y, sobre todo, sea fiel a su compromiso con su pueblo.

Esa es la única forma posible que tenemos de ser “útiles” a nuestro pueblo y nuestra gente en el “mientras tanto” (ser útiles ya hoy para construir progresivamente una alternativa de gobierno que pueda generar un nuevo modelo de estado en ese mañana donde ya deberemos ser partido de gobierno): a) No asumir que vivimos en un periodo de normalidad (pues es todo lo contrario) y b) poner todo nuestro esfuerzo en evitar que el plan restaurador-normalizador del régimen, en el que andan descaradamente embarcados, tenga éxito.

Que, frente a los “fantasmas” señalados arriba generados por las políticas de las fuerzas de la restauración y su intento de normalizar la excepción social y el drama cotidiano en millones de personas y familias, Podemos y sus aliados se conviertan en ese “fantasma que recorre el estado” capaz de “asolar”, hasta impedir que finalmente ésta pueda ser construida tal y como está diseñada en “planos”, la “casa maldita” que intentan ya edificar sobre el “cementerio social” que ellos mismos han creado.

En definitiva, en Vistalegre II tenemos que debatir para construir y poner en marcha un proyecto capaz de dar salida política a ese “impulso constituyente” que ya está presente en la sociedad desde el 15M y que se inserta en un periodo de verdadera excepcionalidad histórica, no para “construir un partido” pensado para realizar su acción política en tiempos de “normalidad”. Vistalegre II no es nuestro “momento constituyente” (un partido-movimiento nunca termina de constituirse, siempre debe estar en evolución), sino el momento de diseñar nuestro “modelo constituyente para el estado que queremos”, así como nuestra línea política y organizativa de cara a los próximos años en tanto que, tal y como una parte cada vez mayor de la ciudadanía demanda, servir como esa necesaria fuerza de oposición popular a los planes restauradores-normalizadores del régimen del 78 y sus diferentes actores.

*++

UNIDOS PODEMOS SÍ / UNIDOS PODEMOS NO: PARA SALIR DE LA CRISIS ECONÓMICA Y DE LA CRISIS POLÍTICA

Las ideas (teorías políticas, tácticas, estrategias, etc.) no están en la cabeza de los "listos" esperando a ser dichas al resto de los mortales comunes; tampoco brotan en la cabeza de los "iluminados" por efecto de la gracia especial que poseen, ni se crean en las aulas de las universidades.

Las ideas están en la realidad cotidiana, la inmediata y la mediata; la cercana y la lejana.

No se evidencian de forma mecánica o inmediata, pero están en la realidad, que es de donde hay que extraerla (sin ningún tipo de invención) mediante la observación, la reflexión, el estudio, la comprobación.

Y a esto es a lo que nos deben enseñar los que se erigen en dirigentes políticos, que no están estos para sustituirnos, sino para enseñarnos, a fin de que podamos pensar por nosotros mismos sin necesidad que nadie nos eche el correspondiente pienso ideológico.

* * *


URNAS Y CALLES: LENIN ELECTORAL
(1ª parte)

12.01.2017


“La situación política es más fuerte que todas las declaraciones”. (Lenin, 1906)
 
El tradicional culto a Lenin, un poco en decadencia, en el mejor de los casos reduce caricaturescamente su figura al heroico bronce de la insurrección armada, los coches blindados y las bayonetas de los fusiles Mosin-Nagant. El Kul’t lichnosti además de servir de legitimación y consolidación del regimen de Stalin trajo como efecto secundario una reducción y mutilación del Lenin político, ya no podíamos comprenderlo en su dimensión completa, en su práctica materialista-histórica, en su “concretidad”. Hablar de las elecciones, del parlamentarismo en relación con el pensamiento de Lenin parece un equívoco, un oximorón o el intento de construir una relación extraña. Tanto la Leninología como la mayoría de los biógrafos (desde hagiógrafos a críticos) raras veces mencionan la actividad electoral revolucionaria de Lenin, mucho menos describen o analizan su táctica parlamentaria y su “uso” del mecanismo representativo de voto burgués. Queda poco espacio para la política electoral en el monumental Lenin insurreccionalista e ingeniero organizativo, salvo como “momento de pausa”, el descanso del guerrero entre la fallida revolución de 1905 y la revolución democrática burguesa de febrero de 1917. Por elevación esta etiqueta-estigma efectua un ritornello negativo a su maestro Marx por influencia lógica: tampoco en las luchas democrático-burguesas es muy útil su escasa u ocasional contribución. Coinciden en esto todas las tendencias: la Leninología [1] , la Sovietología heredada de la Guerra Fría [2] y el Post-marxismo [3] promulgan en que poco tienen que decir sobre rupturas democráticas y participación electoral tanto Marx como Lenin. El Lenin electoral es un lapsus accidental, [4] un interregno secundario entre la lucha por el control del partido y la conquista del poder. El Lenin electoral es una mera máscara del auténtico Lenin “conspirador-de-facción-insurreccionalista”.

La negación a estas lecturas sectarias la presenta verbatim el propio Lenin. Ulianov recalcaba la importancia de las diferentes fases “parlamentaristas” del POSDR y en particular del Bolchevismo, al afirmar tres años después de la Revolución de Octubre de 1917 que “los bolcheviques hemos actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha demostrado que semejante participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria… para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución socialista (octubre de 1917).” O sea que parece invertirse el mito stalinista, ya que desde esta nueva perspectiva la experiencia bolchevique sería un laboratorio único y precioso en el que el “uso” de la arena parlamentaria permitió no solo potenciar la (auto) conciencia de clase de los trabajadores sino además la construcción de su propio poder autónomo en tanto clase. Y eso es coherente con la propia biografía de Ulianov: su práctica política revolucionaria estuvo inmersa en el sistema parlamentario y las tácticas electorales de 1905 a 1918 al menos (a través de la participación en cuatro Dumas, la tercera de largo aliento, y luego en los Soviets pre y post-revolucionarios). [5] Por supuesto que aquí no hay que olvidar la máxima leniniana, aquella que sentencia que “la acción de las masas, por ejemplo, una gran huelga, es siempre más importante que la acción parlamentaria, y no sólo durante la revolución o en una situación revolucionaria.” Ya en octubre de 1905, en carta a Lunacharski, Lenin reconoce que “es preciso analizar a fondo la relación del ‘Parlamentarismo’ con la Revolución”. ¿Cómo entonces combinaba de manera virtuosa Lenin este carácter bifronte de toda lucha revolucionaria bajo el Capital? De lo que se trata, como intentó Negri en los años 1970’s, de aspirar a una lectura “marxista” del Marxismo de Lenin: la capacidad de situar la inevitable discontinuidad y las variaciones del análisis político en un marco crítico-histórico.

A partir del año-bisagra de 1905, [6] Lenin comienza a reflexionar teóricamente sobre la práctica electoral revolucionaria, sobre la praxis marxista en condiciones “naturales” del dominio capitalista. En primer lugar es llamativo el “uso” minucioso, casi filológico por su precisión, de las enseñanzas téorico-prácticas de Engels y Marx entre 1847 y 1851, durante su participación en la ola de revoluciones burguesas en Europa que estallaron en 1848. En segundo lugar, las elecciones burguesas, en cuanto posibilidad de “crisis política”, es la fuente, subraya Lenin, de todo movimiento revolucionario. La participación constitucional en la posible Duma mutilada diseñada por el Zarismo tiene para Lenin un objetivo final claro: descubrir las “ilusiones constitucionalistas”, desvelar lo que denomina los “ejercicios escolares de parlamentarismo”. Durante el boicot a la Duma de Bulyguin (segunda mitad de 1905) señalaba que la tarea general electoral era la de “despertar e ilustrar políticamente a vastas y atrasadas masas” a las que, por el momento, hubiera sido utópico pretender abarcar a través de la agitación típica de la Socialdemocracia. Las propias luchas constitucionalistas interburguesas, a las que Lenin denomina “labor destructiva” inconsciente, son un campo invalorable para la “ilustración incesante” de la clase tanto en cuanto a sus objetivos socialistas como a la exhibición de la contradicción de sus intereses. Pero: ¿cuál es entonces el valor de la táctica electoral? Debe ser siempre, remarca Lenin, la de extender e intensificar la “agitación política”. Para ampliar esta agitación política, Lenin cree en la conveniencia de “acuerdos provisionales”, alianzas parlamentarias, con grupos del ala de la “democracia burguesa revolucionaria”, cuyo objetivo no es otro que “romper” todo “Frente popular” burgués, generar “crisis de elites”, sin perder la valiosa autonomía e independencia de clase. El “uso” táctico del Parlamento burgués no significa para Lenin un “fundirse-diluirse”, ni desaparecer en la degradación del “Parlatorio”(sic) en el cual “se charla acerca de la Libertad, se decreta la Libertad pero no se toman medidas efectivas para elminar los organismos de Poder que destruyen la Libertad”. De ninguna manera: para Lenin puede utilizarse el mecanismo parlamentario siendo simultáneamente una organización política “independiente, unánime, cohesionada”. Incluso se puede convertir, en situaciones de reflujo o de contra-revolución, en el “principal centro de agitación”. La lucha entre los partidos es para Lenin la expresión “más íntegra, completa y específia de la lucha política entre clases”. La táctica electoral, como no podía ser de otra manera, debe desembocar, condensarse y solidificarse en una consigna, pero en una consigna “precisa y directa”. Obviamente para Lenin (y para Marx como queda demostrado) la táctica electoral se deduce (dialécticamente!) del análisis de las condiciones objetivas, de la situación concreta, nunca debe ser una abstracta unidad formal de la autoconciencia revolucionaria. La deducción dialéctica de la táctica debe ser la resultante una unidad orgánica y materialista, lo que garantiza su cohesión y le confiere movimiento y vida. Todos los problemas de la táctica son “problemas de la actividad político del partido”, y aunque se asegure la deducción materialista y dialéctica, se puede y se debe fundar la praxis en la Teoría de Marx, Lenin exige la necesidad de brindar respuestas absolutamente claras “que no admitan dos interpretaciones” a los interrogantes concretos de la práctica (“¿sí/no?”; “¿debemos ahora, en este preciso momento, hacer tal o cual cosa/ no?”).

En cuanto a la “participación electoral”, Lenin a partir de 1906, con la nueva Duma zarista más democrática en su funcionamiento, cree que debe superarse el momento del boicot “activo” (como en la etapa de Bulyguin). Toda participación en elecciones (más o menos formalmente democráticas) debe ser pensada para desarrollar la conciencia de clase del proletariado, “el fortalecimiento y ampliación de su organización de clase y su preparación combativa”. Toda participación en campañas electorales no debe crear “ilusiones constitucionalistas” jamás; y debe tener como efecto secundario lo que Lenin denomina “educación sociademócrata”. La pregunta que debe responder toda organización revolucionaria es: ¿cuál es el significado “objetivo” de las elecciones y de la participación plena en ellas, al margen de la voluntad, la conciencia, los discursos y las promesas de los propios participantes históricos?. Muchas veces el denostado “juego parlamentario” burgués es para limitar y vaciar al propio Parlamentarismo. La búsqueda de este enigmático “significado objetivo” de las elecciones liberales exige, en primer lugar, un enfoque histórico-materialista crítico, de los “elementos de clase” presentes en los comicios, además de un análisis de la estructura de clase de los partidos, que para Lenin “se expresan con particular relieve en su programa y en su táctica”. Para Lenin el sistema marxiano que devela el significado objetivo no es otro que “el concepto de las relaciones de producción”y el Materialismo crítico no es otra cosa que “la explicación de las formas sociales por las condiciones materiales”. [7] En su primer texto importante de 1894, “¿Quiénes son los Amigos del Pueblo?”, Lenin cita muchos textos desconocidos de Marx en la época (en la Rusia zarista estaban prohíbidos los textos de Engels y Marx), como sus cartas a Arnold Ruge de 1843, la crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel de 1843, la Misère de la Philosophie (en francés) de 1847, la maldita Die deutsche Ideologie de 1845, la Kritik de 1857-1859, la correspondencia de Marx con la redacción de la revista rusa Otetschestwennyje Sapiski a causa de un artículo del liberal Michailowski, además de El Manifiesto Comunista, [8] Das Kapital (primer volumen), el Anti-Dühring, los textos de Engels sobre las tesis de Feuerbach [9] y el origen del estado y la familia. En ese texto además Lenin por primera vez se acerca de manera detallada al problema de la Dialéctica, [10] al señalar que “lo ideal no es más que el reflejo de lo material” y estableciendo una fórmula materialista que tendrá gran futuro: “La Verdad abstracta no existe, la Verdad es siempre concreta”. Se debe razonar pero en “forma dialéctica”, ya que Lenin considera a la sociedad burguesa como “un Organismo vivo, que se halla en continuo desarrollo (y no pensarlo como algo mecánicamente enlazado y que, por ello, permite toda clase de combinaciones arbitrarias de elementos sociales aislados) y para cuyo estudio es necesario realizar un análisis objetivo de las relaciones de producción que constituyen una formación social determinada, estudiar las leyes de su funcionamiento y desarrollo”. El análisis materialista debe ser especial en cuanto debe considerar las condiciones en las que debe aplicarse en forma concreta los principios general esbozados por Marx. Es el que debe establecer objetivamente “el principal campo de batalla político”.

En 1906 Lenin define al Parlamento burgués en todas su formas como “la forma principal de dominación de las clases y fuerzas gobernantes”, “el campo de batalla fundamental de los intereses políticos y sociales”, además lo define como una instutición jurídica y simultáneamente un órgano del “orden burgués”, que expresa la voluntad de determinados elementos de la burguesía. Queda claro que la burguesía decide que formas de lucha política son válidas o no para la funcionalidad de su propio dominio, para hacer eficaz y universal su propia hegemonía, y en este caso particular Lenin subraya que toda lucha parlamentaria es un mecanismo sofisticado “de anular todo ‘modo revolucionario’ de resolver problemas histórico-sociales”. Por eso Lenin cita al Marx demócrata revolucionario de 1848 al hacer suya la idea que toda democracia parlamentaria burguesa tiene una “significación altamente traidora”. Lenin se anima incluso con una metáfora: la lucha parlamentaria es solo una pequeña etapa, una estación ferroviaria menor, un “apeadero liberal”, en el camino de la constitución de la revolución, por lo que puede servir indirectamente al desarrollo de esa lucha. En esa época podemos decir que Lenin es un socialdemócrata revolucionario “germanizado”, [11] un “ruso erfurtiano” como le denomina Lih, [12] que tiene muchas coincidencias con Kautsky no solo en cuanto a organización, en cuanto al proceso revolucionario, en cuanto a la teoría del imperialismo sino también en el problema del Parlamentarismo, [13] citándolo para establecer que resulta a todas luces indispensable para una praxis revolucionaria “analizar las condiciones histórico-concretas para toda lucha parlamentaria”. Recordemos que la democratización “total” de las instituciones parlamentarias, junto con la abolición de la policía, el ejército y la burocracia (nobleza de estado moderna), eran parte del programa mínimo del SPD alemán, que Kautsky suscribía, poniendo como ejemplo histórico-concreto explícitamente a la Commune de París. Kautsky, y Lenin lo seguía en esto, repetía una y otra vez que “el Parlamento será siempre el ‘umbral’ de toda actividad política”. [14] Toda lucha parlamentaria debe resolverse sobre la base materialista-dialéctica de un análisis minucioso de todas las condiciones políticas del momento, debe “usarse” la lucha parlamentaria, así como sus conflictos internos y sus choques con el gobierno de turno, para combatir los elementos reaccionarios, prestando “especial atención” a los componentes democráticos revolucionarios liberales como el de apoyar a quienes “en sus actos” respondan o coincidan con los intereses amplios del proletariado.

Notas
[1] Los ejemplos pueden multiplicarse pero tomamos dos: en la gran biografía oficial colectiva de la URSS V. I. Lenin. Biografía, edición actualizada de 1961 a cargo del IMEL de Moscú, le dedica al trabajo electoral de Lenin con las Dumas las páginas 155-156 y 188-189 (sobre la fracción antiparlamentaria de Bogdanov, los “otzovistas”, los “retiraristas”) de un total de 558, resumiendo la táctica electoral en “desenmascarar públicamente la Política de la Autocracia y la burguesía”, subordinando esta actividad a la lucha interna contra los mencheviques y sin mencionar el método de lucha del boicot activo y el pasivo, en español: AA. VV.: V. I. Lenin. Biografía; Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1961; en la de Gerard Walter, Lenin, de 1950, versión casi oficial del Dia-Mat, la política electoral es reducida a momentos de oasis legales en el perenne asalto contra el “ala derecha” del POSDR, aunque Walter menciona el método del boicot activo: p. 156 y ss.; la campaña electoral para la Segunda Duma se resume en media página (161) en que Lenin deseaba una alianza parlamentaria “con los laboristas” (sic) y evitar a los “kadetes”, en español: Gérard Walter: Lenin, Grijalbo, Barcelona, 1967.

[2] Un clásico en este sentido es la biografía de Daniel Shub, Lenin- A biography (1948), que menciona el trabajo de boicot activo de Lenin en torno a la primera Duma, para concluir que la táctica bolchevique coincidía vis-a-vis con las intenciones del Zar (pp. 146-148), sin profundizar en la táctica electoral o parlamentaria; en español: Lenin, Alianza Editorial, Madrid, 1977. El conocido sovietólogo Robert Service, en su obra Lenin. A Biography del año 2000, señala escuetamente que Lenin argumentaba que el POSDR debía presentar “candidatos propios y utilizar la Segunda Duma como una oportunidad para difundir la propaganda del partido” (p. 193) y más adelante vuelve ya sobre la Tercera Duma en torno a la lucha contra Bogdanov y los “otzovistas” para demostrar el carácter faccioso de Lenin y su aparente falta de estatura como dirigente nacional-democrático; Service ignora toda la estrategia y táctica parlamentaria de Lenin in toto; en español: Lenin. Una biografía; Siglo XXI, Madrid, 2001. En la mayoría de los sovietólogos si hay un Lenin electoral, es para demostrar su instinto antidemocrático y conspirativo, el “arma humeante” de la futura evolución autoritaria hacia el Stalinismo.

[3] La distorsión-subestimación de la contribución a la lucha y rupturas democráticas de Engels-Marx tiene su paradigma socialdemócrata en Jürgen Habermas (en su estudio sobre la esfera pública burguesa) y el posmoderno-neopopulista en el libro de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, ahora puesto de moda por el éxito del partido Podemos en España: Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Siglo XXI, Madrid, 1987 (edición original de 1985) o en el prólogo de Slavoj Zizek a una compilación de escritos de Lenin, que llega a firmar que “Lenin no entendió realmente a Marx… la complejidad hegeliana de la ‘Crítica de la Economía Política’ de Marx le venía grande”, un libro sorprendente que pese a su título y su intención (“reactivar a Lenin”) habla poco y distorsionadamente de Lenin como político, en español: Repetir Lenin, Akal, Madrid, 2004; ya veremos “que poco” entendió Lenin al Marx político y que “grande” le queda al propio Zizek la complejidad leniniana y su eventual reactivación. Negri en su libro sobre Lenin, resume el Lenin político a partir de 1905 como una etapa de transición desde “la Democracia consecuente al Socialismo”, sin mencionar el trabajo electoral-parlamentario; se resume la etapa 1905-1917 abstractamente como la de “la construcción de las condiciones de unidad del Proletariado”, o sea, una vez más se reconduce el Lenin real al Lenin insurrecionalista-constructor de “la” Organización; Lenin queda atrapado en una oscilación entre dos polos: el escrito “Dos tácticas de la socialdemocracia rusa” de 1905 y “El Estado y la Revolución” de 1917, véase: Antonio Negri, La fabbrica della strategia: 33 lezioni su Lenin CLEUP, Padua, 1977; en español: La fábrica de la estrategia: 33 lecciones sobre Lenin, Akal, Madrid, 2004, p. 56 y ss.

[4] Excepción de los pioneros trabajos de August H. Nimtz: Lenin's Electoral Strategy from 1907 to the October Revolution of 1917, Palgrave-Macmillan, New York, 2014.

[5] Sobre los experimentos constitucionales burgueses en la Rusia zarista sigue siendo imprescindible el trabajo todavía no superado de Geoffrey A. Hosking: The Russian Constitutional Experiment: Government and Duma, 1907-1914, Cambridge University Press, Cambridge-New York, 1973. El Dia-Mat en la URSS consideraba los experimentos de las Dumas zaristas como un intento de adaptación fallida del estado monárquico-feudal a la era burguesa, intentando políticamente una política de “maniobras” entre las dos clases principales (terrateniente y burguesa), similar a la de Napoleón III o Bismarck, coincidiendo con las opiniones de Lenin para la IIIª Duma.

[6] De aquí en adelante dejamos hablar a la voz de Lenin. Hemos utilizado la edición española de la editorial Akal: Obras Completas, Akal Editor, Madrid, 1976, 45 volúmenes más índices complementarios, versión de la cuarta edición soviética; en caso de duda o falta del texto nos hemos remitido a la edición en alemán (más completa y exhaustiva que la rusa): Werke (40 Bände, 2 Ergänzungsbände, Register, Vergleichendes Inhaltsverzeichnis). Dietz-Verlag, Berlin (DDR), 1956–1972; y su correspondencia: Briefe (10 Bände), Dietz-Verlag, Berlin (DDR),1967–1976. Para una guía de las obras completas de Lenin, véase: Harding, Neil: “Appendix 2. Guide to Lenin’s ‘Collected Works’”, en: Leninism, Duke University Press, Durham, pp. 300-316.; la crónica de la vida de Lenin en: Weber, Gerda/ Weber, Hermann: Crónica de Lenin. Datos sobre su vida y obra; Anagrama, Barcelona, 1975.

[7] Lenin ya lo tenía claro en 1895 al resumir in extenso la obra de Engels y Marx: La Sagrada Familia, en la edición original de 1845 (seguramente facilitada por Plejanov). Krupskaia señalaba que Lenin tenía “un conocimiento maravilloso” de Marx para el estándar de la época y que cuando llegó a San Petersburgo en 1893 ya había leído el tomo I de Das Kapital en 1888 asi como textos raros o menores, como “El Manifiesto Comunista”, casi desconocidos en la Rusia zarista; incluso Lenin traducía del alemán (aprendido de su madre) y el francés (cuando estudiaba con su hermana Olga) los textos de Marx que le interesaban.

[8] En la Rusia zarista solo podía conseguirse la edición alemana de contrabando; Krupskaia confiesa que recién pudo leerlo en el año 1898 y en el exilio.

[9] Lenin además había leído varias obras de Feuerbach, como Grundsätze der Philosophie der Zukunft (1843) o Vorlesungen über das Wesen der Religion (1851).

[10] Lenin utiliza in extenso el estratégico segundo prólogo de Marx a Das Kapital que aclara malentendidos sobre su Método y donde explica la diferencia entre el Modo de Investigación (Forschungswiese) y el Modo de Exposición (Darstellungswiese).

[11] Sobre la influencia absoluta del Marxismo del SPD y su ala izquierda sobre Lenin hasta 1914, véase: Norman Levine: “The germanization of Lenin”; en: Studies in Soviet Tought, 35, 1981, pp. 1-37.

[12] Por la influencia del famoso “Programa de Erfurt” del SPD, cuya autoría se debía a Karl Kautsky: Das Erfurter Programm in seinem grundsätzlichen Theil, Dietz Verlag, Stuttgart, 1892; un “Erfurtiano” es para Lih alguien que acepta el SPD como modelo de partido, acepta el Programa de Erfurt como una autorizada profesión de fe de la misión socialdemócrata revolucionaria, acepta el comentario al programa escrito por Karl Kautsky como una declaración de principios socialistas irrebatible, el Programa de Erfurt como definición de socialdemocracia, en todos los aspectos, Leih sostiene que Lenin era un apasionado”Erfurtiano”; véase: Lars T. Lih: Lenin rediscovered. “What is to be Done?” in Context , Brill, Leiden, 2005, en especial su “Part I. Erfurtianism”, p. 41 y ss. Según Lih Lenin era un “socialdemócrata revolucionario”, que consideraba que el futuro “renegado” Kautsky era uno de los principales exponentes de las ideas marxistas, y que las aplicaba con éxito a las condiciones de su tiempo.

[13] Karl Kautsky: Der Parlamentarismus, die Volksgesetzgebung und die Socialdemokratie, Dietz Verlag, Stuttgart, 1893; en español: Parlamentarismo y Democracia; Editora Nacional, Madrid, 1982.

[14] Como señala Lih, de hecho Lenin siguió afirmando el pasado revolucionario de Kautsky incluso más allá de 1917, incluso después de Kautsky se hubiera convertido en una especie de diablo y renegado. Hasta el día de su muerte, Lenin continuó afirmando que Kautsky fue el teórico marxista más destacado de su tiempo, lo confirma que se preparaba en el IME bajo la dirección de David Riazanov, que preparaba las obras completas histórico-críticas de Marx y Engels, una edición exhaustiva de sus escritos.

*++