martes, 10 de septiembre de 2024

Un mar de arena y un universo de minas

 

Un mar de arena y un universo de minas

 


Por Alejandro Marcó del Pont

Rebelion

10/09/2024 

 


Fuentes: El tábano economista

El capitalismo es el genocida más respetado del mundo (Ernesto Che Guevara)

La carrera por las energías renovables, como la solar o la eólica, que reducirían la dependencia de fuentes de energía contaminantes, ha desatado en los últimos años una feroz competencia entre potencias por la apropiación de los recursos necesarios para su desarrollo. Esta lucha refleja una versión ampliada de las reconfiguraciones geopolíticas que están ocurriendo a nivel global. África, en particular, se ha convertido en un epicentro estratégico al albergar muchos de los minerales esenciales para las tecnologías renovables, como el cobre, el cobalto y el litio, todos ellos ingredientes clave para la fabricación de los bienes necesarios en la transición energética.

Esta disputa, como en muchos otros aspectos del orden capitalista mundial, es una batalla entre los poderosos e invisibles, entre las naciones dominantes y aquellas relegadas al margen del sistema global. En este contexto, el término «dalits» —usado en India para referirse a los miembros más pobres y discriminados de la sociedad— adquiere un significado más amplio, aplicable también a los países que han sido excluidos de las dinámicas de poder y desarrollo. Las luchas por recursos vitales como los minerales africanos reflejan las profundas desigualdades estructurales del orden global.

En el caso de los países suelen ser los que más sufren los daños colaterales, ya sea por catástrofes naturales o por decisiones políticas ligadas a beneficios corporativos. Estas medidas tienen en cuenta que quienes deciden sobre las bondades de tal o cual decisión pública no son los mismos que sufren sus consecuencias. Es decir, la muerte de soldados ucranianos a 9.500 kilómetros de Washington puede volver inflexible la posición americana sobre la guerra de Ucrania, por el simple hecho de no soportar los resultados de la pérdida de la infraestructura o de la población. Lo mismo sucede con las políticas económicas colonialistas francesas en África, ningún parisino sufre los pésimos resultados de una moneda como el franco de la Comunidad Financiera de África (CFA) o de la explotación de los recursos naturales, pero sí cosecha sus beneficios.

Para poner un ejemplo, Níger ocupa el puesto 189 entre 191 países en desarrollo humano, es el tercer productor mundial de uranio y le proporciona a Francia el 20% de dicho mineral. Con 56 reactores en operación, Francia es el país de la Unión Europea con más unidades nucleares, el 70% de la electricidad gala tiene ese origen, el porcentaje más alto de todo el mundo, mientras que el 85% de la población de Níger no tiene acceso a la electricidad.

El Sahel, cuyo nombre en árabe significa «orilla de un mar de arena», es una franja que recorre África de oeste a este, pasando por Mali, el sur de Argelia, Níger, Chad, Sudán y Eritrea. En esta región, una sucesión de golpes militares ha tenido lugar en los últimos años, comenzando en Mali y Guinea en 2021, continuando en Burkina Faso en 2022, y más recientemente en Níger y Gabón en 2023, ya tratados en este blog (véase Primavera caqui, la caída del franco africano). Las razones que los militares han esgrimido para justificar el derrocamiento de gobiernos no difieren mucho de las utilizadas en otras partes del mundo: estancamiento económico, inseguridad persistente y tensiones entre los modelos de negocio de Occidente y China.

Comencemos con la inseguridad. La operación Barkhane fue llevada a cabo por las Fuerzas Armadas Francesas desde el 1 de agosto del 2014 en los países aliados de la región del Sahel que, supuestamente, luchaban contra el terrorismo y contra grupos insurgentes en la región. Al inicio de esta operación se incorporaron unos 3.000 militares. En 2014, Francia creó el G5 Sahel (un acuerdo militar que incluía a Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) y abrió nuevas bases militares en Gao (Mali), Yamena (Chad), Niamey (Níger) y Uagadugú (Burkina Faso) engrosando un extraño ejército de entre 11.000 a 30.000 soldados.

A todas luces, según la figura 1, el accionar de las tropas francesas no tuvo el poder disuasivo esperado. Cabe señalar que el objetivo exacto de la intervención militar francesa no era en ningún caso proteger a la población o restablecer la democracia, sino más bien garantizar el control de los recursos minerales y energéticos por parte de las empresas occidentales.

Bajo el pretexto de la ayuda «humanitaria», o de la lucha contra el terrorismo, la región ha sido víctima, desde hace poco más de una década, de una avalancha de potencias extranjeras de diversas formas, en particular a través de intervenciones militares en zonas identificadas como ricas en minerales (metales raros y estratégicos) y recursos energéticos (petróleo, gas, uranio, hidrógeno).

Desde entonces, la región de África Occidental nunca ha conocido un momento de estabilidad: golpes de Estado, inseguridad e intentos de balcanización en varios países. Los focos de conflicto se multiplican en la región y se extienden incluso a los países costeros (Benín, Costa de Marfil, Togo) en un contexto de amenazas de injerencia extranjera.

Pero si se siguen las fechas, la inocencia occidental se desvanece. El centro de la disputa fue cuando China, el principal proveedor de tierras raras, en 2010, impuso un embargo a las exportaciones a Japón y estableció cuotas para otros países, en particular de Europa occidental, por una disputa territorial con Japón por las islas Senkaku. Esto penalizó severamente a la industria de alta tecnología y provocó un fuerte aumento del precio de estos minerales críticos en todo el mundo, reconfigurando la geopolítica a través de las tierras raras.

Fue en este punto cuando la Unión Europea reforzó su plan de acción para asegurar el suministro de minerales importantes mediante la elaboración de la primera lista europea de materias primas extractivas críticas 2010. El desafío era asegurar las cadenas de suministro mediante la adquisición de acciones en minas, la creación de existencias estratégicas y la identificación y protección de depósitos en países que desconocen que poseen recursos tan importantes. África occidental en general, y en la zona del Sahel en particular, una de las regiones más pobres del mundo, no le faltan riquezas en el subsuelo, por lo que la doctrina desarrollada por el imperialismo occidental y, trágicamente implementada en Libia (asesinato del ex líder libio Muammar Gaddafi y posterior agitación allí) en 2011, por la Francia de Sarkoz bajo la cobertura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), comenzó el avance.

Hoy, como en el pasado, las minas de África Occidental pertenecen en su mayoría a grandes empresas francesas como Orano, TotalEnergy, las grandes estadounidenses ConocoPhilips, AngloAmerican, AngloGold Ashanti, BHP Billiton, Rio Tinto y la china CNCP. El ingreso de China en el juego será un problema, si todos buscan lo que expone el cuadro siguiente.

Como parte de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China (2013), el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó a dirigir las inversiones en minas de minerales críticos a nivel mundial. Uno de estos puntos calientes de inversión es la República Democrática del Congo (RDC). En 2020, la RDC fue el mayor minero de cobalto del mundo, responsable del 41% de su producción global.

La presencia minera china en África, mucho menor que la occidental, se concentra en cinco países: Guinea, Zambia, Sudáfrica, Zimbabue y la República Democrática del Congo (RDC). Entre ellos, la República Democrática del Congo, Zambia y Zimbabue son el crisol de la nueva carrera de la energía verde en África. Son el hogar del cinturón de cobre de África y la mayor reserva de litio y cobalto.

Más del 70% del cobalto del mundo se produce en la República Democrática del Congo y China es el principal inversor extranjero. Posee alrededor del 72% de las minas de cobre y cobalto activas de la República Democrática del Congo, incluida la mina Tenke Fungurume, la quinta mina de cobre más grande del mundo y la segunda mina de cobalto a nivel global. Zimbabue es otro país en el que China ha estado invirtiendo en el contexto de la carrera por la energía verde. Zimbabue alberga las mayores reservas de litio de África.

Si uno mira atentamente cómo EE.UU. y Europa perdieron África, se entiende por qué es importante América Latina para la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson. Hay que aprender de la forma en que otros mercados emergentes gestionan sus relaciones con China. Por ejemplo, con la ayuda de China, Indonesia ha asumido el control del mercado mundial del níquel. Indonesia empezó prohibiendo las exportaciones de níquel en 2014, con el objetivo de crear sus propias industrias de procesamiento y fabricación. Este plan contó con el apoyo de inversiones chinas, lo que daría una mirada estratégica del níquel de Indonesia.

China modificó el modelo para África a partir del 2021, centrándose en la agricultura, la minería, el transporte y la construcción, así como en la formación de talentos, lo que incluye la formación técnica y profesional, lo que se dio a llamar el modelo Hunan. El modelo tiene como objetivo apoyar la Visión 2035 para la Cooperación China-África impulsando la cooperación médica, la reducción de la pobreza y el desarrollo agrícola, el comercio, la inversión y la innovación digital, entre otras.

La industria solar china es un punto relevante que intenta cerrar la brecha energética de África, brindando energía sostenible a los millones de personas que no tienen acceso a ella. Por ejemplo, en el Foro de Cooperación China-África de este año, se espera que China avance con su Programa del Cinturón Solar de África. Se trata de una agenda, apoyada por el Instituto de Recursos Mundiales, que busca no sólo utilizar la energía solar para cerrar la brecha energética de África, sino también centrarse en abastecer de energía solar a escuelas e instalaciones de atención sanitaria.

Sin embargo, no todo es color de rosa. Las extensas críticas a la “diplomacia de la trampa de la deuda” de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, muestran que es un modelo de financiación y el dinero es dinero. Estados Unidos y sus aliados están preocupados por el dominio de China en el mercado mundial de minerales críticos, tanto que el Departamento de Estado, a través Comando Sur de Estados Unidos y Elon Musk, ya toman las decisiones económicas del corporativo Estado argentino. 

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/09/08/un-mar-de-arena-y-un-universo-de-minas/

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Rusia, China y la ASEAN tejen una “magia oriental”

 

Rusia, China y la ASEAN tejen una “magia oriental”

 

DIARIO OCTUBRE / septiembre 10, 2024

 

No es de extrañar que la plutocracia hegemónica y sus vasallos rabien con odio por verse superados por Rusia, China, Asia y Eurasia…



Pepe Escobar.— La semana pasada, en la sesión plenaria del Foro Económico Oriental celebrado en Vladivostok, ocurrió algo extraordinario, muy en sintonía con el tema principal del foro: “Lejano Oriente 2030. Combinando fortalezas para crear nuevo potencial”.

 

El escenario fue compartido por el Presidente Putin; el Vicepresidente de China, Han Zheng; y el Primer Ministro de Malasia, Anwar Ibrahim.

Esto se traduce como Rusia-China-ASEAN es: una asociación interconectada clave, que se fortalece constantemente, en camino a explorar todo el potencial hacia un mundo nuevo, equitativo, justo y multinodal.

En su discurso, el Presidente Putin se centró en lo que podría decirse que es el proyecto de desarrollo nacional más ambicioso del siglo XXI: la conquista rusa de Oriente, un reflejo de la conquista china de Occidente que comenzó en serio en 1999, a través de la campaña “Go West”.

Putin detalló cómo el Lejano Oriente ruso se está desarrollando rápidamente, con más de 3.500 proyectos tecno-industriales. Se amplió la Ruta del Mar del Norte (RNS) – los chinos la llaman la Ruta de la Seda del Ártico – con la construcción de nuevos rompehielos nucleares y el desarrollo del puerto de Murmansk. El volumen de negocios de la RNS, señaló Putin, ya es cinco veces mayor, y sigue aumentando, en comparación con los tiempos de la URSS.

Las cifras relativas al Lejano Oriente y al Ártico son asombrosas. El Lejano Oriente es una macro-región estratégica que ocupa nada menos que el 41% del territorio de la Federación Rusa.

El Ártico, un inmenso tesoro de recursos naturales, vinculado al potencial de la región de la Ruta del Mar del Norte, ocupa el 28%, lo que representa el 17% de la producción rusa de petróleo, el 83% de la producción de gas y alberga inmensos depósitos de oro, carbón, níquel, cobre, cobalto, metales del grupo del platino y diamantes.

No es de extrañar, entonces, que el recurrente sueño colonialista occidental de atacar, desmembrar y saquear a Rusia –cuya última iteración es la obsesión por infligir una “derrota estratégica” a Rusia en Ucrania– esté directamente vinculado con el acaparamiento y explotación de la infinita riqueza del Lejano Oriente y el Ártico.

Putin volvió a describir cómo las dos regiones son “el futuro de Rusia” y una prioridad federal para todo el siglo XXI: de hecho, una cuestión de seguridad nacional. El crecimiento de la inversión en capital inicial ya ha aumentado un 20%, el doble de la media rusa, y cada rublo de financiación estatal se corresponde con 34 rublos de inversión privada.

Las industrias clave son la energía, la petroquímica, la minería, la madera, la logística, la aeronáutica, la maquinaria y la construcción naval, la agricultura y la pesca.

Anwar: “¿Dónde está la humanidad?”

Anwar, un orador de primera clase, de Malasia, se explayó sobre la ASEAN como una encrucijada de Asia y el Pacífico y tejió un elegante análisis del poder blando, acompañado de literatura rusa, enfatizando las contribuciones a la «estructura de la historia y el pensamiento humanos» y cómo Rusia está «señalando los límites de la posibilidad».

Al mismo tiempo, elogió el ascenso del Sur Global (40% del PIB mundial, más del 85% de la población); el atractivo de los BRICS (Malasia solicitó oficialmente unirse a los BRICS+); y cómo Rusia debería atraer cada vez más “inversiones de naciones de mayoría musulmana”. Jugando con su tierra culturalmente vibrante, reiteró, con una sonrisa, el lema nacional: “Malasia, verdaderamente Asia”.

Anwar tocó la fibra sensible de la audiencia de empresarios y tecnócratas al comentar la tragedia de Gaza. Dijo que siempre pregunta a sus colegas, “incluso en Occidente”, dónde está “la humanidad”; cómo se atreven a “hablar de justicia”; y cómo se atreven a predicar “derechos humanos y democracia”.

El vicepresidente Han Zheng destacó las recientes reuniones de alto nivel en Beijing y Astaná que fortalecen la asociación estratégica entre Rusia y China; el creciente volumen de comercio; el estatus de China como principal socio comercial e inversor en el Lejano Oriente ruso; el impulso para modernizar las estructuras transfronterizas; y la Iniciativa de Seguridad Global del Presidente Xi, que es como una versión más ambiciosa del concepto ruso de Gran Asociación Euroasiática.

Han Zheng dejó muy en claro que China se toma en serio un nuevo formato de seguridad integral para “combatir la mentalidad de la Guerra Fría”. Y todo se reduce al concepto chino general para todo el siglo XXI: el intento de construir una “comunidad de futuro compartido para la humanidad”.

Asia-Pacífico: Todo sobre tecnología y ciencia

En términos prácticos, el foro, al que asistieron 7.000 invitados de 75 países (muy pocos de Occidente), cerró 258 acuerdos por un valor significativo de 5,4 billones de rublos (más de 59.700 millones de dólares).

Un momento culminante fue una exposición al aire libre, junto al mar, que mostró la cultura, las costumbres, la gastronomía y la espectacular belleza natural de una gran variedad de regiones, desde Primorsky hasta Sakhalin, desde Kamchatka hasta Sakha/Yakutia, desde Buriatia hasta Krasnoyarsk.

Todo ese poder blando está integrado en el impulso geopolítico y geoeconómico hacia un crecimiento económico sostenido y sostenible, desde el este de Rusia hasta toda la región de Asia y el Pacífico, y se aborda, por ejemplo, en el creciente diálogo empresarial entre Rusia y la ASEAN.

La analista militar y de seguridad de Indonesia, Connie Bakrie, también profesora de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de San Petersburgo, lo resumió todo así: “Lo más importante para Asia-Pacífico es la tecnología y la ciencia (…) El presidente Putin subrayó que Rusia desempeñará un papel muy importante en el desarrollo conjunto de la ciencia y la tecnología [en toda Asia], especialmente en el aspecto nuclear de la seguridad energética”.

Varias sesiones repartidas a lo largo del foro fueron prodigios de integración. No siempre es posible que en una discusión sobre los sistemas educativos en las economías de la APEC se encuentre a Evgeny Vlasov, vicerrector de la Universidad Federal del Lejano Oriente (FEFU), en cuyo campus ultramoderno y extenso se lleva a cabo el foro, debatiendo con Yu Miaojie, rector de la Universidad de Liaoning, de primera categoría, en Hong Kong.

En el llamado Polígono Oriental, el debate, al que asistió el principal asesor de Putin, Igor Levitin, versó sobre el desplazamiento de la geoeconomía hacia Asia-Pacífico, con el Lejano Oriente convirtiéndose en una puerta de entrada absolutamente clave para el comercio exterior.

En la sesión Rusia-ASEAN , en la que participó un ministro de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), se habló mucho de los cinco años transcurridos desde el inicio de la asociación estratégica Rusia-ASEAN y de cómo Moscú considera a Asia-Pacífico, y particularmente a la ASEAN, como una máxima prioridad.

Una sesión de contraparte examinó la cooperación en la Gran Eurasia, centrada en el desarrollo de cadenas de producción que integran la UEEA, la OCS y los BRICS.

Karin Kneissl , directora del Centro GORKI (Observatorio Geopolítico sobre Cuestiones Clave de Rusia) de la Universidad Estatal de San Petersburgo y ex ministra de Asuntos Exteriores de Austria, representó una vez más las (pocas) voces de cordura que quedan en Europa: subrayó cómo “el Estado de derecho está desapareciendo en Europa” y cómo “se ha perdido la confianza en el sistema tradicional”.

De ahí la importancia del foro BRICS: “Lo que se necesita es una nueva base normativa”.

Un debate fascinante y oportuno se desarrolló bajo el tema “Instrumentos de desarrollo soberano en el contexto de la desestabilización del orden mundial”, con una incisiva contribución de Albert Bakhtizin, director del Instituto Central de Economía y Matemáticas de la Academia de Ciencias de Rusia.

Un grupo de científicos rusos, con la colaboración de los chinos, han desarrollado un Índice de Fuerza Nacional, que tiene en cuenta variables como el tamaño de la población, las reservas de recursos naturales, el poder militar, la fortaleza de la economía, la solidez del gobierno, las empresas y la sociedad a la hora de alcanzar los objetivos nacionales de desarrollo. Todo es, por supuesto, una cuestión de soberanía.

Estados civilizacionales tranquilos, serenos

El debate multipolar fue uno de los momentos destacados del foro. El presentador Alexander Dugin, fue categórico: Rusia es una nación del Pacífico. En el escenario, entre otros, estuvieron Maria Zakharova; el embajador de la India en Rusia, Vinay Kumar; el autor del concepto de Estado-civilización, el profesor Zhang Weiwei de la Universidad de Fudan; la analista indonesia Connie Bakrie; el ex primer ministro de Nepal, Madzav Kumar; el geopolítico francés  Aymeric Chauprade; además académicos y analistas de la ASEAN entre el público.

El consenso era que el “orden” internacional unilateral basado en “reglas” que el Occidente colectivo modifica a voluntad debería estar en vías de desaparición. Esto está directamente relacionado con el desplazamiento del centro de gravedad geopolítico hacia Asia-Pacífico.

El profesor Zhang Weiwei ofreció una explicación concisa del método chino, basado en “tres estructuras”. En cuanto a la estructura política, “China es ferozmente independiente y la ASEAN es siempre autónoma y se niega a tomar partido”.

En cuanto a la estructura económica, la principal prioridad de Beijing es mejorar el nivel de vida de la gente –o “el sustento de la gente primero”, en chino.

Mientras tanto, la ASEAN es el mayor socio comercial de China.Por su estructura geográfica, “es muy vulnerable, a veces se le llama los Balcanes de Asia”, pero brilla como modelo de integración.

En cuanto a la estructura cultural, el profesor Weiwei destacó “el estilo asiático”. Es decir, “podemos permitirnos el lujo de aceptar estar en desacuerdo”. Así es como China “apoya la independencia de la ASEAN”.

El Foro Económico Oriental demostró una vez más cómo Rusia y un conjunto de estados civilizacionales asiáticos se mantienen tranquilos y serenos, avanzando con decisión, incluso mientras el Hegemón y sus vasallos están librando una guerra total híbrida que puede escalar en un instante a una guerra nuclear contra Rusia y, en última instancia, contra los BRICS.

Aunque los think tanks estadounidenses no dejan de idear planes belicistas (el último es el surgimiento de una “Esparta ártica” de la OTAN para tratar de contener “el fin del excepcionalismo estadounidense” en el Alto Norte), las nuevas conexiones socioeconómicas exploradas en el foro, y la consiguiente nueva estabilidad y resiliencia, son factores de cambio aún más significativos que las debacles militar-morales en Gaza y en el suelo negro de Novorossiya.

No es de extrañar que la plutocracia hegemónica y sus humildes vasallos rabien con odio por verse totalmente superados y burlados por Rusia, China, Asia y Eurasia, y estén destinados finalmente a revolcarse en la irrelevancia.

Vía:observatoriocrisis.com

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