miércoles, 16 de febrero de 2011

EL CAPITALISMO NO ASEGURA EL BIENESTAR DE LAS PERSONAS, PERO LA SEGURIDAD DEL MUNDO TAMPOCO

EE.UU. Y CHINA: COOPERACION O GUERRA ENERGÉTICA

(Pekín y Washington están ante la posibilidad de concertar un nuevo modelo industrial conjunto - Ilustración: Costhanzo )

Por Maximiliano Sbarbi Osuna 15.02.11 (*)

Las potencias industriales destinan una gran parte de su presupuesto para liderar la carrera por los recursos limitados de gas y petróleo. La rivalidad además de comercial es militar. Por lo tanto, los países que consumen más energía, como Estados Unidos, China, India, Europa y Japón, deberán establecer un marco de cooperación para evitar choques ante la escasez de recursos y el aumento de la demanda y además para desarrollar fuentes alternativas que no produzcan la destrucción del medioambiente. Si no se cambia el modelo industrial actual, las consecuencias pueden llegar a ser catastróficas.

Pekín y Washington están ante la posibilidad de concertar un nuevo modelo industrial conjunto - Ilustración: CosthanzoSe prevé para 2030 que Estados Unidos y China consumirán conjuntamente unos 42 millones de barriles de petróleo diarios, para abastecer a sus industrias, de los cuales un 64% deberán importarlo. En la actualidad, ambos países consumen 27 millones de barriles diarios. Algo similar ocurre con el gas y con otras fuentes alternativas menguantes.

La estratégica política actual de la energía consiste en que ambas naciones a través de sus empresas públicas o privadas establecen una competencia sobre los mismos terrenos abastecedores de hidrocarburos: Medio Oriente, Asia Central y África. Pero no solamente la rivalidad se establece en el terreno comercial, sino en el militar, dado que tanto Estados Unidos como China lideran, junto a otros aliados, bloques militares antagónicos por los cuales ejercen su influencia en el tablero geopolítico en donde se encuentra el petróleo.

GUERRA ENERGÉTICA

La cantidad de recursos militares que destinan China y Estados Unidos es elevada y además, en la práctica se han producido guerras abiertas entre países en cuyas áreas se desarrolla el transporte de los hidrocarburos. Un ejemplo es la guerra entre Rusia y Georgia de agosto de 2008, en la que Estados Unidos apoyó a Georgia, mientras que Rusia, un aliado energético de China, se encontraba del lado opuesto de Washington, Europa y Japón.

Otros ejemplos más trágicos son la guerra de Irak, en la que la invasión estadounidense alejó a los inversores rusos y chinos del país con las terceras reservas de petróleo del mundo. Además, la disputa por Afganistán se debe en gran parte a la rivalidad por el mercado del transporte de energía desde Asia Central hasta India y Pakistán.

DESTRUCCIÓN DEL MEDIOAMBIENTE

Dado que tanto Estados Unidos como China no cuentan con las reservas de petróleo necesarias y como aún el uso de los hidrocarburos va a continuar hasta que se desarrolle un modelo alternativo más rentable, ambas potencias productoras van a tender a volcarse al carbón mientras que el gas y el petróleo se encarezcan y agoten.

De acuerdo con las previsiones del Departamento de Energía norteamericano, Estados Unidos y China serán responsables en 2030 de un 65% del consumo mundial de carbón. Esta sustancia es una de las más contaminantes de todas las que se utilizan para producir energía, ya que libera grandes cantidades de gases de efecto invernadero, que son la causa directa del aumento precipitado de la temperatura global.

COOPERACIÓN ENERGÉTICA

La única manera de desacelerar la carrera por los combustibles fósiles que tornan más agresiva las relaciones de las potencias en los puntos clave, fomentan la adquisición de armas, promueven la injerencia directa sobre los países ricos en recursos y además deterioran el medioambiente, es la cooperación directa, sobre todo entre Washington y Pekín.

Ambos deberán desarrollar políticas conjuntas de extracción de hidrocarburos y además fomentar programas mutuos de investigación para reducir la peligrosa dependencia del petróleo y del carbón y desarrollar otros suministros energéticos. Diversas fuentes ecologistas prevén, basándose en datos oficiales, que en 2030 Estados Unidos y China serán los responsables del 45% de las emisiones de dióxido de carbono.

La competencia que se está desarrollando sobre todo en Asia Central y África roza la hostilidad. El marco de la cooperación mutua debe enfriar la voracidad por la energía y a partir de ahí desarrollar programas conjuntos.

Existen incipientes antecedentes sobre este tema. En 2004 se desarrolló el “Diálogo chino-estadounidense sobre política energética”, en el que participaron funcionarios de nivel medio. El objetivo que plantearon fue fomentar los debates en torno a una política energética mundial, seguridad de los suministros, rendimiento, tecnología y desarrollo de fuentes alternativas. Sin embargo, aunque eso sea un paso adelante, aquellos funcionarios no tuvieron la autoridad para negociar los acuerdos.

Luego en 2007, el “Diálogo Económico Estratégico entre China y Estados Unidos” volvió a abordar los temas energéticos comunes, pero mientras no haya voluntad política de los responsables, cualquier avance queda reducido a un puñado de buenas intenciones.

Pero para que los choques entre ambas potencias no se incrementen y el suministro de energía no corra peligro, al igual que la salud del planeta, tanto Washington como Pekín son conscientes de que deberán dialogar para eliminar las áreas de posibles fricciones en el extranjero y desarrollar fuentes de energía limpia.

LAS ALTERNATIVAS AL PETRÓLEO

El gas natural en forma líquida es más abundante que el petróleo, pero no constituye una alternativa al petróleo, ya que aunque libere una menor cantidad de gases contaminantes, las reservas se encuentran prácticamente en los mismos lugares que las del petróleo, siendo los yacimientos estadounidenses y chinos escasos para su propia demanda.

El etanol, al igual que el resto de los biocombustibles, limita la producción alimenticia y para procesarlo se necesita grandes cantidades de energía, es decir que continúa la dependencia del petróleo.

El hidrógeno se ha desarrollado, pero no a una gran escala, porque como no se encuentra en estado puro, se lo debe separar del agua o del gas natural, proceso que genera un gran consumo de energía y además libera dióxido de carbono a la atmósfera. Sin embargo, el hidrógeno aún se encuentra en una etapa primaria de investigación.

La energía nuclear también depende de un elemento agotable, el uranio. Por otro lado, los desechos son altamente tóxicos, aunque se han construido reactores de fusión que eliminan de manera segura los componentes utilizados, pero este método encarece mucho la producción.

Las fuentes renovables como la energía eólica y solar tienen ventajas con respecto a los combustibles fósiles porque no emiten gases tóxicos y además son inagotables. Otro punto favorable es que aunque su producción sea más cara que la del carbón y el petróleo, no van a estar sometidas a impuestos como las energías contaminantes, y además su costo se va a reducir con el desarrollo a gran escala.

¿UN CARBÓN LIMPIO?

Pero hasta que no se utilicen fuentes limpias y el petróleo comience a escasear, los mayores consumidores van a recurrir al carbón. Cualquier aumento del consumo de carbón utilizando los métodos actuales de combustión constituiría una catástrofe medioambiental.

Sin embargo, si Estados Unidos y China desarrollaran una política conjunta y destinaran inversiones para instalar la tecnología necesaria que limpie al carbón de sus impurezas y que al quemarlo se evite que su contenido en carbono se combine con el oxígeno y con la atmósfera, se estaría produciendo lo que se llama un carbón limpio.

¿HACIA UN NUEVO MODELO INDUSTRIAL?

La cooperación por la extracción de recursos no debe limitarse a Estados Unidos y China, sino que debe incorporar a todo el mundo industrializado. India, por ejemplo, sigue los pasos industriales de Pekín, por lo tanto debería integrarse al diálogo por una mejor calidad de desarrollo energético.

Además, Japón mantiene una rivalidad energética con China en los mares de Asia Oriental y en Siberia. Para bajar la tensión deberían sentarse a negociar el desarrollo y la extracción conjunta del suministro energético. Por otro lado, Rusia, que posee cuantiosas reservas de gas, debería ir sustituyendo su antiguo modelo por uno más tecnológico y limpio, pero su supremacía sobre el gas le permite dominar la política energética de Europa y gran parte de Asia.

El nuevo modelo industrial cooperativo no debe solamente sustituir los combustibles fósiles por otros también contaminantes y limitados, sino que además debe promover un desarrollo científico y tecnológico conjunto entre las potencias industrializadas para fomentar nuevas alternativas de suministro energético y que al mismo tiempo aseguren el crecimiento económico y también protejan al medioambiente.

Cuando la confianza y la cooperación estén asentadas, las disputas por los recursos tenderán a desaparecer y el gasto militar que se utiliza para disuadir a los competidores se podrá invertir en la investigación y el desarrollo de fuentes energéticas más seguras, rentables y limpias.
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(*) OBSERVADOR GLOBAL.COM
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