miércoles, 3 de mayo de 2023

Humedal de Doñana

 


Humedal de Doñana


Por José Luis Merino

kaosenlared

3 de mayo de 2023 /

 

 Cuando en el Parlamento de la Junta de Andalucía, su presidente Moreno Bonilla decretaba totalmente libres las extracciones de agua en los acuíferos del Parque de Doñana, por la gran sequía imperante en Andalucía, en ese preciso momento, una parlamentaria depositó dos paletas de arena en el asiento vacío del presidente ausente. No existen palabras capaces de denunciar más y mejor, como esas dos paletadas de arena, tan significantes, para hablar de la desaparición de Doñana.

La decisión tomada indica que Moreno Bonilla no conoce Doñana ni lo que ese espacio de la biosfera supone para el medio ambiente. Desconoce los estudios hechos por científicos y ecologistas sobre ese parque, Patrimonio de la Humanidad, según la Unesco.

Una semana después, el presidente del Partido Popular, por ahora señor Núñez Feijóo, pasó por Sevilla para decirle a Moreno Bonilla que no podía estar más de acuerdo con él en desecar el subsuelo de Doñana. Como buenos populistas, los agricultores por encima de todo. Para aprovechar la presencia de Núñez Feijóo, el presidente andaluz dijo que este señor había derogado en el Parlamento español la Ley del solo sí es sí. Y les recordó al nutrido público de adeptos del PP: “si ha hecho esto, qué no hará cuando sea presidente del Gobierno Español”. Tras la farsa del autobombo mutuo, saltó la noticia. Bruselas iba a sancionar a través de la Unión europea al Gobierno Español por las extracciones libres en Doñana.

Parece que Moreno Bonilla ha tratado de echarse atrás, pero solo un poco. Uno de sus consejeros ha pedido un encuentro con los responsables europeos del Parque de Doñana. Éstos tienen como lema firme: Doñana no se toca. Solo falta la creación de una policía del agua.

El problema del agua es sistémico.

Durante los treinta años gobernados por el Partido Socialista, se dio paso a un sinfín de campos de golf, con el derroche del agua que esto supone. No se dragaron los ríos para ganar caudal. Por otra parte, teniendo dos mares como el Atlántico y Mediterráneo que bañan las costas andaluzas, viene oportuna la pregunta: ¿para cuándo la creación de potentes factorías desaladoras?

Volviendo a Doñana, el caso puede colisionar con la Constitución Española. Antes de recibir la orden debida desde instancias superiores, el doñanicida Moreno Bonilla haría bien en poner voz al siguiente eslogan: por todos los andaluces, por España y Europa, Doñana no se toca.

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Un grupo de canallas, menores de edad, violaron a dos niñas de 12 y 13 años. Hecha la denuncia, los agresores fueron localizados. Se les trasladó a un Centro de Menores. Seguido, desalmados delincuentes del entorno de los agresores, amenazaron de muerte a los padres de las adolescentes, a través de las redes sociales.

Los miserables violadores les rasgaron los cuerpos a las adolescentes, mas no podrán arrebatarles la terneza de la que están conformadas sus almas.

Todo el cariño para ellas de sus amigas y amigos, ya que están garantizados la perpetúa conmiseración y el amor infinito de padres y hermanos.

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En su Tratado Lógico Filosófico, el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein dejó escrita la siguiente advertencia: De lo que no se sabe es mejor no hablar. Algo de esto le pasa con la Economía al presidente del Partido Popular, señor Núñez Feijóo.

 

Imagen de portada:  Fotos del parque de humedales libres de regalías | Pxfuel – Detalles de la licencia

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Los nuevos inquisidores. [Una democracia de chichinabo no es democracia. Es como su nombre indica, una democracia de chichinabo. Una democracia representativa no es una democracia. Es como su nombre indica, una democracia representativa, al igual que una democracia de la jodimos con ventanas a la calle no es más que una jodienda que en vez de joder en cualquier otros sitio se ponen a joder en la parte de afuera de la ventana, pero no es una democracia. Y es que como decíamos ayer, y creo recordar, que antes de ayer también. En un sistema socio-económico corrupto a dabute, tío, como como es el que sostiene al capitalismo, se puede creer en la democracia, pero claro, no puede ser ejercida. Se puede creer en la libertad de expresión, pero claro, no puede ser ejercida. Se puede creer en la justicia, pero claro, no puede ser ejercida. En fin, que si la censura me lo permite, se puede creer incluso, en que una mano cerrada es un puño y que seis son tres veces doses, caso de no aplicársele el tres por cien.]

 

Hoy, 3 de mayo, celebramos el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Por eso es doblemente doloroso tener que anunciar hoy un nuevo atentado, esta vez aquí, en nuestra propia tierra: la participación de El Viejo Topo en una feria del libro ha sido vetada por razones ideológicas.


Los nuevos inquisidores


Miguel Riera

El Viejo Topo

3 mayo, 2023 

 


En su lejano origen, los tribunales eclesiásticos inquisitoriales empezaron a dictar sentencias ya en el siglo XII, preferentemente contra herejes albigenses en el sur de Francia. Un siglo después la Inquisición se implantaba en el reino de Aragón, y posteriormente en todo el reino cristiano. Durante siglos, la Inquisición fue más inmisericorde en las Españas que en ningún otro lugar, acudiendo a la tortura para obtener las declaraciones de culpabilidad del reo, habitualmente hecho preso al ser objeto de denuncias cuya verosimilitud no siempre era contrastada. El temor a la Santa Inquisición estaba extendido y resultaba útil para el poder cuando este lo requería, actuando a menudo como un verdadero organismo judicial.

La Inquisición atemorizó España durante varios siglos. El último ejecutado fue un maestro de escuela catalán, Cayetano Ripoll, acusado de no llevar a sus alumnos a misa y no salir a la calle al paso de las procesiones. Actos como esos demostraban que no creía en Dios. Fue ahorcado en Valencia tan tarde como 1826.

No sería extraño que una presencia tan prolongada de la Inquisición en nuestros lares acabara por introducir alguna modificación epigenética en nuestros conciudadanos. A eso hay que agregar hoy la implantación de nuevas modas culturales provinientes del otro lado del Atlántico. Eso explicaría, quizás, el desparpajo con que hoy se denuncian, se cancelan, se descalifican, se vetan personas, situaciones, conductas, instituciones, con frecuencia de forma caprichosa y sin fundamento. Descalifica, que algo queda, parece ser la consigna. Hoy, los nuevos inquisidores campan a sus anchas por las redes y los medios.


Viene esto último a cuento porque El Viejo Topo ha sufrido en sus carnes la ira de estos nuevos inquisidores. En efecto, los organizadores de Literal, la Feria del libro político (radical la denominan ahora sus organizadores) que se celebra anualmente en Barcelona con apoyo del consistorio municipal, ha comunicado a El Viejo Topo que su presencia en la Feria, en la que ha participado desde su fundación, ya no es bienvenida. Vamos, que no se le permite participar ni exhibir sus libros ni ejemplares de la revista.

¿El motivo? Los organizadores arguyen que no comparten determinadas líneas ideológicas contempladas en su catálogo editorial. Así de claro. Censura, como en los viejos tiempos del franquismo. Los organizadores se declaran firmes antifascistas, y les parece que El Viejo Topo no cumple con los requisitos necesarios para ser declarado antifascista.

Sí, querido lector, asómbrate tú también. El Viejo Topo, según estos antifascistas de parvulario, coquetea con el fascismo.

De modo que la cosa es sencilla, si lo que dice alguno de los autores que publicas no le gusta a alguno de estos ayatolás del antifascismo, se le cancela y santas pascuas. Aquello del debate, de la crítica argumentada, de la discusión de ideas, es cosa del pasado. Ahora toca el redoble de tambor, el rostro al viento, la denuncia de cualquier cosa que no se alinee con su forma de ver el mundo. Toca cerrar filas ante la amenaza del fascismo, que al parecer de forma inminente va a ocupar las instituciones. Eso excluye el debate, el intercambio de ideas. Ante la magnitud del peligro, parecen creer estos nuevos defensores de la fe que no hay sitio para la inteligencia, solo cabe la acción.  ¿A qué les recuerda esto?


En la comunicación telefónica mediante la que se nos comunicó el veto solo se citó el nombre de un pecador, Diego Fusaro, aunque tengo la certeza de que en la trastienda figuraban otros igualmente perversos.

Diego Fusaro es un joven y brillante filósofo italiano, todavía poco leído en nuestro país, del que El Viejo Topo ha publicado ya siete libros. Conservador en cuanto a costumbres y radicalmente anticapitalista en lo político y lo económico, se declara sin tapujos marxista. Su pensamiento encaja en una línea que empieza en Fichte y Hegel, transita por Marx y Croce, y desemboca finalmente en Gramsci. En Italia es una figura popular, es invitado frecuentemente a programas de televisión y radio, y tiene una fuerte presencia en Internet. Le gusta hacerle guiños a la política, y afirma que escribe y charla allí donde lo invitan siempre y cuando pueda decir sin limitaciones lo que piensa. No mide las consecuencias que representa aceptar ciertas invitaciones, aunque en eso no es una excepción, y no tiene empacho en hacer públicas sus convicciones, completamente alejadas de la religión woke. Sus detractores, que los tiene también en España, en general no lo han leído. Steven Forti le dedica un capítulo en su último libro, en el que lo califica de rojipardo. Una calificación que dice muy poco, pues se aplica también a personajes tan dispares como Manolo Monereo, Ana Iris Simón o Santiago Armesilla.

¿Es pues Diego Fusaro el personaje terriblemente peligroso al que los nuevos inquisidores temen? ¿Al que hay que negar el uso de la palabra?  Tal vez en el catálogo de El Viejo Topo hay más autores execrables. Tal vez a los nuevos inquisidores les gustaría silenciar a unos cuantos. Quién sabe.


Pero más allá del contenido de cualquier libro, ¿quién otorga a estos poseedores de la “verdad” del antifascismo la facultad de aceptar o negar? (y con dinero público por en medio, por cierto). ¡Cuánta arrogancia! ¿Dónde se funda el derecho que les permite prohibir? ¿Quién les autoriza a ello? ¿Piensan tal vez que Literal es su jardín? ¿Propiedad privada? ¿Para cuándo la quema pública de libros?

En fin, retiremos el dedo de la llaga. En el Topo no estamos enfadados con esa decisión. Simplemente, nos causa tristeza.

Amigos de Literal, os deseamos suerte. Con decisiones como esta, seguro que en el futuro la necesitaréis.

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Las clases sociales y el modo de producción

 

Las clases sociales y el modo de producción 



Por Manuel  Sogas

Elpollourbano.net

Mayo 2023


  ¿Qué son las clases sociales? ¿Qué las origina? ¿Qué elementos las definen? ¿Qué utilidad e importancia tienen desde la óptica marxista para el análisis económico, político e ideológico de la realidad?

    Responder correctamente a esta cuestión desde los presupuestos políticos e ideológicos del marxismo adquiere carácter prioritario y previo a cualquier otra tarea para cualquier individuo que milite en un partido político declarado de izquierdas y que tenga como propósito la transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista, porque según sea la respuesta que se dé a la cuestión planteada y de llevarse a la práctica como es imperativo marxista, en base a una errónea interpretación del concepto de las clases sociales, da lugar a posiciones que varían entre posturas revisionistas y reformistas hasta las claramente burguesas o reaccionarias, con lo que con cualquiera de estas posiciones que se adopte, en la práctica se niega al marxismo como método de conocimiento de la realidad, y como método o procedimiento de la acción política para la transformación revolucionaria de la sociedad, lo que inapelablemente se traduce en perjuicio contra los intereses de los trabajadores.

    Sin el conocimiento correcto y completa comprensión del concepto de clase social, entre otros, de qué son las clases sociales, qué elementos han de ser considerados para su definición, y qué condiciones económicas, políticas e ideológicas deben darse para que las mismas puedan ser erradicadas de la sociedad, toda su fecundidad queda desnaturalizada y convertidas sus teorías en un conjunto de palabras sueltas, sin conexión ni relación de las unas con otras, como si de compartimientos estancos e independientes entre sí se tratara, de modo que el método más riguroso, objetivo y científico de conocimiento, de análisis de la sociedad presente y pasada como es el marxismo, queda reducido a un “eslogan que suena a latón” [1], y en consecuencia queda transformado en algo inútil como instrumento para el conocimiento científico de la realidad, y así lo que se presentaba como instrumento imprescindible que posibilitaba el conocimiento, desarrollo y avance social para el mejoramiento de las condiciones de vida del ser humano en general, queda convertido en su contrario para las grandes masas, al impedir el conocimiento de la realidad, dado que sin este conocimiento previo no es posible transformarla, lo que obstaculiza e impide al ser humano su completo desarrollo material y espiritual como sujeto portador de valores y potencialidades.

    Las consecuencias más graves que tiene la interpretación errónea de las clases sociales son las que provienen del propio seno marxista. El ejemplo más significativo en este sentido lo podemos encontrar en el VII Congreso de los Soviets en 1936, en el que quedó constituida la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en el que se estableció: “que ya no existe clase capitalista en la industria, ni clase de kulaks en la agricultura. Tampoco existen negociantes y especuladores en el comercio. Todas las clases explotadoras han sido liquidadas” [2].

     La socialdemocracia alemana, movimiento de izquierdas inspirado en las ideas de Marx y Engels en el programa de Gotha, considera “superadas las clases sociales” en su Congreso de Bad Godesber (1959) para preparar la campaña electoral de 1961, y así, sería el propio Helmut Schmidt quien le pidiera a Philip Rosenthal, uno de los más grandes empresarios de la industria de la porcelana, convertido al SPD, que defendiera los colores del movimiento obrero, lo que le llevó a pregonar la “comunidad de intereses” entre patronos y obreros. Esto influyó y determinó que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) abandonara el marxismo en su XXVIII Congreso celebrado en 1979.

    Estos hechos ponen de manifiesto que aun por distintos caminos, tanto el revisionismo marxista como la socialdemocracia, “aunque incomparables en sus resultados, coinciden en la reducción del marxismo a pura tecnología económica, a la tecnocracia, olvidando por entero su mandato de realizar la Filosofía” [3], lo que se traduce en un freno para el desarrollo del marxismo en manos de las clases trabajadoras, favoreciendo con ello las políticas reaccionarias del capital contra los intereses de los trabajadores, al contribuir al sostenimiento y consolidación ideológica del capitalismo, cuyo derribo y sustitución por las nuevas relaciones de producción socialistas es la función histórica del movimiento obrero.

   En el año 2013, la BBC, la radio televisión pública británica, encargó un estudio a una prestigiosa institución sociológica de la misma nacionalidad para que determinara el número de clases sociales en el Reino Unido [4]. Estas clases fueron siete: Élite, Clase media establecida, Clase media técnica, Nueva clase trabajadora rica, Clase trabajadora tradicional, Trabajadores de servicios y Precariato o proletariado precario. De esta manera se pasa de las mil veces anunciada muerte de las clases sociales a su florecimiento espontáneo como las margaritas en el campo, lo que no debe sorprendernos, puesto que la sociología burguesa no busca la veracidad del hecho que investiga, sino la percepción social que del mismo se tiene, y esta percepción social puede ser dirigida según convenga a los intereses del capital en un sentido o en otro, de modo que pueden conseguir que algo siendo objetivamente contrario a los intereses de la clase trabajadora en su conjunto, y en consecuencia, perjudiciales para la inmensa mayoría de la población, mediante la manipulación de la opinión pública en general, a través de los medios de comunicación, prensa, radio, televisión, internet y otros a su servicio, puede ser convertido en algo que sea aceptado socialmente como beneficioso a la sociedad entera, de modo que “el pauperismo material es sustituido por uno inmaterial cuya manifestación más patente es la desaparición de las facultades políticas del individuo: frente a una masa de indigentes políticos por encima de los cuales puede incluso ser decidido el suicidio colectivo, ésta minoría cada vez más reducida de políticos omnipotentes. Hacer que la mayoría acepte y aguante voluntariamente esta situación constituye el cometido más importante de la manipulación industrial de las conciencias” [5]. Pero las clases sociales no dependen de las decisiones políticas ni de decretos, sino de las relaciones de producción, del mismo modo que su aparición y luchas no pueden ser atribuidas a nadie en particular.

    “A consecuencia del desarrollo de todos los ramos de la producción, ganadería, agricultura, oficios manuales domésticos-, la fuerza del hombre iba haciéndose capaz de crear más productos que los necesarios para su mantenimiento. También aumentó la suma de trabajo que correspondía diariamente a cada miembro de la gens, de la comunidad doméstica o de la familia aislada. Era ya conveniente conseguir más fuerza de trabajo, y la guerra la suministró; los prisioneros fueron transformados en esclavos…De la primera gran división social del trabajo nació la primera gran escisión de la sociedad en dos clases; señores y esclavos, explotadores y explotados… Y con la aparición de los rebaños y las demás riquezas nuevas, se produjo una revolución en la familia (pág. 336)… Un trabajo tan variado no podía ser ya cumplido por un solo individuo y se produjo la segunda gran división del trabajo; los oficios se separaron de la agricultura: El constante crecimiento de la producción, y con ella la productividad del trabajo aumentó y el valor de la fuerza de trabajo del hombre; la esclavitud, aun en su estado naciente y esporádico en el estadio anterior, se convirtió en un elemento esencial del sistema social… La diferencia entre ricos y pobres se sumó a la existente entre libres y esclavos; de la nueva división del trabajo resultó una nueva escisión de la sociedad en clases (Pág. 338)… La guerra, hecha anteriormente sólo para vengar la agresión o con el fin de extender un territorio que había llegado a ser insuficiente, se librará ahora sin más propósito que el saqueo y se convirtió en una industria permanente…; con ello se echaron los cimientos de la monarquía y de la nobleza hereditaria…; con arreglo a esto, sus organismos dejaron de ser instrumentos de la voluntad del pueblo y se convirtieron en organismos independientes para dominar al propio pueblo (Pág. 339)…, al mismo tiempo encontramos una división del trabajo entre los pueblos pastores y las tribus atrasadas, sin rebaños, y de ahí dos grados de producción diferentes uno junto al otro y, por tanto, las condiciones para un cambio regular…La civilización consolida y aumenta todas estas divisiones del trabajo ya existentes, sobre todo acentuando todas estas divisiones del trabajo ya existentes (Pág. 340) …” [6].

    Las clases sociales están constituidas por grupos humanos, pero no todo grupo humano constituye por sí mismo una clase social. Por ejemplo, todas las personas que llenan un campo de futbol durante un partido forman un grupo humano compuesto por los espectadores, jugadores de fútbol, árbitros, servicio de mantenimiento, servicios médicos, directivos, empleados, etc., pero este grupo humano en sí mismo no constituye ni puede constituir una clase social.

    En el modo de producción capitalista, en sentido abstracto, que es como estudia, analiza y critica Marx al capitalismo en El Capital, encuentra dos grupos sociales perfectamente definidos, en sentido abstracto: el uno es el que posee los medios de producción y no interviene directamente en el proceso de producción (sentido y término abstracto) al que denomina clase capitalista, y otro grupo social, igualmente definido en sentido abstracto, que no posee medios de producción, y que para subsistir no tiene otra cosa que la propia fuerza de trabajo, la que necesariamente ha de vender al capitalista a cambio de un salario, y que es el único que interviene directamente en el proceso de producción (sentido abstracto), mediante el proceso de trabajo (sentido concreto) que realiza para el capitalista, a través de cuyo proceso de trabajo produce una determinada plusvalía (ganancia) que queda en poder del capitalista, de la que solo una parte llega al asalariado en forma de salario, que consiste en la cantidad necesaria para su subsistencia y reproducción como especie.

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*Manuel Sogas Cotano

Miembro del Comité Ejecutivo del Partido del Trabajo Unificado de España (PTU)

Mao, abril 2023

Las clases sociales y el modo de producción

II

    En un mismo grupo humano pueden existir distintas clases sociales, y dentro de estas, a su vez, es posible encontrar otros grupos o subgrupos con diferentes intereses entre ellos, pero que al mismo tiempo forman la misma clase social, caso que ocurre con los tres grandes grupos de capitalistas: el capital industrial, capital financiero y capital comercial. Ninguno de estos tres grupos o subgrupos de capitalistas por ellos mismos constituyen la clase social capitalista, pero en conjunto la conforman. A estos grupos se les denomina fracciones de clase. Cada una de estas fracciones de clase capitalista tiene un interés particular propio que les hace mantener una pugna constante entre ellos, si bien este interés particular de cada uno de ellos queda superado por el interés común que les mantiene unidos como clase social: la necesidad particular de cada uno para apropiarse de una parte de la plusvalía (riqueza) creada por la clase obrera, trabajadora o asalariada, a la que Marx bajo una denominación común (en abstracto) llamó proletariado. La base material que fundamenta y sostiene la pugna entre las fracciones capitalistas consiste en la forma que cada una de ellas planea con el fin de apropiarse de la mayor parte posible de la plusvalía creada por las clases trabajadoras, y de ninguna manera se plantean la intención de mejorar la suerte de estas últimas.

   Lo mismo acontece y puede ser dicho acerca de la clase trabajadora, que siendo una (en abstracto) como ocurre con la clase capitalista, dentro de ella también se encuentran grupos sociales, fracciones de la clase trabajadora, que por sí mismas no pueden constituir la clase trabajadora, pero en conjunto la constituyen, como pueden ser el grupo de profesores asalariados, médicos, abogados, técnicos, funcionarios, etc.

      También pueden encontrarse grupos sociales que no reúnen las caracteríicas específicas para poder ser inscritos directamente dentro de la clase capitalista ni tampoco dentro de la clase obrera, como pueden ser los militares y otras profesiones de las denominadas liberales, los que en determinadas condiciones pueden de hecho apropiarse de los poderes del Estado: militar, ejecutivo, legislativo, administrativo, para provecharse tanto de la clase capitalista como de la clase trabajadora para el enriquecimiento personal. Un ejemplo de este último grupo social lo estudia y expone claramente Marx en los estudios que realizó en tiempos de Luis Bonaparte y de la guerra civil en Francia.

    Con lo expuesto hasta este punto acerca de las clases sociales, que no es otra cosa que un simple brochazo a trazo grueso de cuanto al respecto puede ser dicho, queda en evidencia la dificultad que entraña determinarlas en cada formación social capitalista (en cada lugar concreto y en un tiempo concreto), por lo que su determinación no puede fiarse ni al libre albedrio ni a la intuición o espontaneidad particular de nadie, como quien aplica mecánicamente un recetario mágico para la resolución de problemas complejos en un instante. Su determinación correcta debe basarse en el estudio y comprensión de las teorías marxistas.

    Desde el punto de vista marxista el concepto de clase social es uno de los pilares básicos en el que se sustenta la teoría marxista para la transformación social, por lo que tiene de elemento instrumental para el conocimiento y análisis de la realidad social, sea en abstracto o en concreto. Transformación social que debe llevarse a cabo mediante el trabajo práctico diario de las personas que militen en partidos socialistas y comunistas, y de aquí la singular importancia que adquiere el conocimiento de la existencia de las clases sociales para todo sujeto que milite en partidos socialistas y comunistas, que declaren pretender la transformación de la sociedad capitalista imperante en la nueva sociedad socialista, a fin de transmitir este conocimiento a las grandes masas exento de las aproximaciones, prejuicios y tópicos con los que revisten a la noción de clase social los ideólogos y propagandistas políticos burgueses, para su rearme ideológico contra la ideología burguesa y reaccionaria, a la vez profundizar y solidificar la toma de conciencia (conocimiento claro y objetivo) personal, social y política de la función que realiza el trabajo en el ser humano y del papel que juega todo individuo en la sociedad y desarrollo histórico.

    La comprensión de las clases sociales, su composición y funcionamiento, las condiciones que han de darse para su extinción, se hace cada vez más urgente e imperiosa, porque sin él, la defensa real y efectiva de los intereses de los trabajadores que representan la absoluta y aplastante mayoría de la población de todo el mundo, sencillamente será imposible.

    Marx murió en 1883, antes de poder redactar el último capítulo de El Capital dedicado a las clases sociales, por esta razón han sido diferentes autores los que después de su muerte han intentado reconstruir la definición de las mismas, pero pese a ello no han logrado aportar nada nuevo. En este sentido cabría mencionar el libro del filósofo y sociólogo alemán Dahrendorf (1929-2009), Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial, publicado en 1962, donde toma como base para ello un conjunto de citas de los textos de Marx [ ], pertenecientes a distintas épocas y con diferentes grados de abstracción en función de un esquema previamente elaborado con la pretensión, además, de superar la teoría marxista como método para la explicación de las nuevas condiciones sociales, sin que para ello pudiera argüir razones objetivas de peso. El único aspecto positivo que cabria señalar en este trabajo de Dahrendorf, sería la suma y recopilación de citas que realiza, pero absolutamente ninguno respecto de la clarificación de las clases sociales, por cuanto que estas no pueden ser definidas con una suma de citas de forma mecánica.

    Marx no descubre las clases sociales ni las luchas entre ellas. En cualquier modo de producción en el que se den relaciones de explotación aparecen grupos sociales antagónicos con intereses opuestos: los explotados y los explotadores, cuyo antagonismo es irreconciliables en tanto permanezcan las relaciones de explotación. Así, el grupo social de esclavistas explotan a a los esclavos; los señores feudales explotan a los siervos y los capitalistas a los asalariados, todo lo cual no responde a los designios de ningún poder misterioso sobrevendido del más allá, ni a ninguna ley dictada por la naturaleza, sino al desarrollo histórico, de las fuerzas productivas impulsado por el trabajo del individuo en sociedad junto a otros individuos, motor del proceso histórico en el que los distintos modos de producción (forma de producir, distribuir y consumir lo producido) se han ido sucediendo unos a otros, pasando de los menos desarrollados y menos perfectos a los más desarrollados y más perfectos,

    Historiadores anteriores a Marx de principios del siglo XIX como Tierry, Guizot o Niebuhr y economistas como Smith y Ricardo ya hablan de la existencia de estos grupos sociales antagónicos.

A partir de aquí, Marx trabaja teóricamente para construir una teoría científica de las clases sociales y sus luchas, por lo que puede afirmarse, que el punto de partida de Marx es el punto de llegada de historiadores y economistas burgueses anteriores a él. Lo que Marx aporta de nuevo a este respecto es la de relacionar el concepto de clase con el modo de producción.

    “Por lo que a mí se refiere –afirma Marx a este respecto-, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases sociales en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía de éstas. Lo único que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1] que la existencia de clases sólo va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción; 2] que la lucha de clases conduce necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3] que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…” [ ].

   Las clases sociales en la teoría marxista se definen siempre en relación a los medios de producción: 1) Respecto del lugar que se ocupa dentro del proceso de producción históricamente determinado; 2) Relación que se mantienen frente a los medios de producción que se utilizan en el proceso de producción, relación que las leyes fijan y consagran); 3) Por la función que se realiza en la organización social del trabajo, y 4) Por el modo y la proporción que se percibe de la riqueza social creada.

   Por tanto, la definición marxista de clase social sería la siguiente: “Grupos sociales antagónicos en que uno se apropia del trabajo de otro a causa del lugar diferente que ocupan en la estructura económica de un modo de producción determinado, lugar que está determinado fundamentalmente por la forma específica en que se relaciona con los medios de producción” [ ].

    Pero el modo de producción no queda circunscrito exclusivamente al modo de producir mercancías y de su forma de distribución para el consumo. Reproduce también sus propias condiciones de subsistencia como fue señalado por Marx al decir que: “El proceso capitalista de reproducción reproduce, por lo tanto, en virtud de su propio desarrollo, el divorcio entre la fuerza de trabajo y las condiciones de trabajo; reproduce y determina con ello las condiciones de explotación del obrero. Le obliga constantemente a vender su fuerza de trabajo para poder vivir y permite constantemente al capitalista a comprársela para enriquecerse… Por tanto, el proceso capitalista de producción no sólo reproduce la plusvalía, sino que produce y reproduce el mismo régimen del capital: de una parte al capitalista y de la otra al mismo obrero” [ ].

     Y, “Por ello es importante hacer intervenir en la definición de las clases sociales el concepto de reproducción del modo de producción […] Pero no basta ver la importancia de la reproducción en la determinación de las clases sociales; es necesario estudiar la forma específica que toma este proceso de reproducción (el proceso de trabajo concreto que se realiza) según el modo de producción” [ ].

 

1[] Hans Magnus Enzensberger. Las Máscaras de la razón. Ed. Círculo de Lectores, pg. 57.

2[] Las luchas de clases en la URSS primer periodo (1917-1923. Siglo XXI de España Editores, S.A. Junio, 1976. Pgs. 12-13.

3[] F. Rubio Llorente. Karl Marx. Manuscritos de economía y filosofía. Ed. Alianza Editorial, S.A., 1972. Pg. 25.

4[] Anna Boch. De la “élite” al “precariato” la BBC identifica 7 clases sociales en el Reino Unido. El País, 3 abril de 2013.

5[] Hans Magnus Enzensberger. Las Máscaras de la razón. Ed. Circulos de Lectores. Pg. 65.

6[] [Marx / Engels. Obras Escogidas. Tomo III. Ed. Progreso, Moscú 1976].

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