sábado, 11 de julio de 2015

GRECIA / ITALIA / ESPAÑA / PORTUGAL.... HACE FALTA UNA NUEVA EUROPA



Y los sueños, sueños son

Rebelión
11.07.2015

La Unión Europea (UE) debe ser parida de nuevo; su estructura actual es un reverendo fracaso que ha llevado a sus pueblos a la bancarrota. Según el periódico “Saarbrücker Zeitung” cerca de 3,1 millones de alemanes que pudieran trabajar viven por debajo del umbral de la pobreza. Se trata de un sueño convertido en pesadilla, y los europeos, que ahora despiertan,deberán gestarla de nuevo y dar a luz lo que tanto ansían, una Europa sin el totalitarismo actual, donde la libertad y la democracia sean el pan de cada día. La austeridad, política que funciona sólo en un 10% de los casos, es auspiciada por la Troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE), el FMI) y sirve para que los reajustes presupuestarios y el aumento de los impuestos tengan como resultado bajos salarios, desempleo, miseria, falta de democracia y una abismal desigualdad social. Por más que la Canciller alemana, Angela Merkel, intente meter en cintura a todos los países de Europa, ha cometido tal cantidad de barrabasadas que no puede satisfacerlos al mismo tiempo y, por cuanto crece el número de euroescépticos que piensan que mejor sería estar afuera de este bloque político y económico, no es difícil augurar el colapso de la UE, cuya desintegración afectará también a Alemania.

Lo de Grecia es sólo la punta de iceberg del destino que le aguarda al resto del mundo, y no es casual. Pese a que en ese país andaba por la nubes la deuda pública, o sea, la estafa de la banca mundial hecha en contubernio con los políticos, la Troika presiona a Tsipras para que oprimiera a su pueblo e intenta empujarlo hasta el límite de sus posibilidades políticas para que abandone sus posiciones patrióticas y no cree alternativas a las medidas que ellos imponen.

No le falta razón a Tsipras cuando advierte que “el inicio de la  de una monstruosidad tecnocrática, que conducirá a una Europa totalmente ajena a sus principios fundamentales” por parte de “actores institucionales” europeos, significa “el fin de todos los pretextos de democracia, el inicio de la desintegración de Europa y la división inaceptable de la Europa Unida”. La “responsabilidad criminal” es de la Troika que impone leyes draconianas e implanta “planes de rescate”, que son un rotundo fracaso económico, por lo que se debe “refundar Europa”, pues “la austeridad no es su pilar, su pilar es la democracia y el derecho de un pueblo a decidir”. Los planes de rescate “no son para Grecia, sino para los bancos”.

Ejemplo de que lo que sostiene es cierto lo da su país, cuyo PIB cayó en picada y su deuda se incrementó hasta las nubes después de los “rescates”; exactamente, la deuda de Grecia subió de un 40% hasta el 180% de su PBI. Luego de cinco años de crisis, ese país se está destruyendo: el paro alcanza al 20% (cerca del 60% entre los jóvenes), los pequeños comercios y las empresas quiebran por cientos de miles, se cierran escuelas y hospitales, todos los beneficios sociales se hacen polvo y ceniza y, lo que es peor, todos esos sacrificios, hechos para pagar los elevados intereses de la deuda, han servido para favorecer a las instituciones financieras aupadas por el BCE.

Una de las instituciones financieras aupadas por el BCE es Goldman Sachs, este banco norteamericano se llevó un botín de 800 millones de dólares cuando ayudó a Grecia a disfrazar sus cuentas para cumplir con los requisitos exigidos para ingresar a la euro zona. Que se sepa, nadie fue condenado por este delito, es más, las comisiones del Parlamento Europeo, designadas para investigar esta estafa, se enfrentaron con el hermetismo que protege el secreto; el BCE uso todo tipo de artimañas para no darles ninguna información que permitiera llevara a cabo cualquier auditoría.

Y no podía ser de otra manera, estos préstamos se hicieron sin que la ciudadanía  conozca de qué se trata y, menos aún, los apruebe y fueron destinados a actividades  que únicamente enriquecían a la minoría de siempre, que ha llevado a cabo este asalto financiero con total impunidad.

No se exagera, el primer préstamo de rescate a Grecia fue de 110.000 millones de euros, de los que 108.000 millones fueron a parar a los bolsillos de los bancos. En el caso de Grecia, cuyo gasto para defensa es el 3% de su PIB, el porcentaje europeo más alto de toda la OTAN, estos préstamos se hicieron para adquirir cosas que en nada beneficiaban al pueblo, para venderle armas con el cuento de un hipotético enfrentamiento con Turquía, pero el real objetivo de los “planes de rescate” es salvar a los bancos de Alemania, Francia y otros países, que reciben dinero del BCE a un interés que no llega al 1% mientras que cobran a los deudores intereses que pueden llegar al 18%.

Los pueblos de Europa comprenden que este problema afecta no sólo a Grecia sino a todo el mundo y que ha llegado la hora de actuar para impedir que la dictadura financiera de la Troika destruya las bases de la democracia. La gente quiere ser libre y se organiza en contra del totalitarismo de la UE, porque la alternativa que los amenaza es el “huevo de la serpiente” que incubó a Hitler.
El conflicto actual se da por haber dos visiones antagónicas: la de una Europa solidaria y la de los privilegiados de siempre, que rechazan la equidad e intentan impedir que Tsipras ponga fin a la austeridad y restaure la prosperidad y la justicia social. Pese a que Grecia cuenta con la solidaridad mundial e, incluso, en Berlín hubo una marcha multitudinaria en su apoyo bajo los eslóganes de “¡Basta!” y “¡Otra Europa es posible!”, falta mucho por hacer, pero ya se ve la luz al otro lado del túnel.

El triunfo del NO en el referéndum griego es histórico porque pone a Europa en la encrucijada de Ser o no Ser y conmueve las bases de su anacrónica democracia. El ex Ministro de Finanzas de Grecia, Varufakis, quien porta “el odio de los acreedores con orgullo”, dice que “lo que están haciendo con Grecia tiene un nombre: terrorismo”. Renunció a su cargo luego de que algunos miembros del Eurogrupo le informaran de que su ausencia sería bien vista para lograr un acuerdo en las negociaciones. Afirma también que “Europa, el lugar que inventó la democracia, se ha convertido casi sin que nos diéramos cuenta en enemiga de la democracia.”

El triunfo del NO abre las puertas a otras perspectivas.

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GRECIA. LA SITUACIÓN DE LOS GRIEGOS SE DEBE AL PSOE Y PP EN SU VERSIÓN GRIEGA



Cinco destacados economistas advierten a la canciller alemana

“La historia la recordará por sus acciones de esta semana, la austeridad ha fracasado”


Rebelión
ICH/The Nation
11.07.2015


Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


La infinita austeridad que Europa está imponiendo al pueblo griego simplemente no funciona. Ahora Grecia ha dicho en alta voz que ya basta.

Como la mayor parte del mundo sabía que sucedería, las demandas financieras hechas por Europa han aplastado la economía griega, producido un desempleo masivo, un colapso del sistema bancario, empeorado aún más la crisis de la deuda externa, con un aumento del problema de la deuda a impagables 175 por ciento del PIB. La economía ahora yace arruinada, con una caída precipitada de los ingresos tributarios, una depresión de la producción y del empleo, y con las empresas privadas de capital.

El impacto humanitario ha sido colosal – un 40 por ciento de los niños vive ahora en la pobreza, la mortalidad infantil aumenta vertiginosamente y el desempleo juvenil se aproxima a 50 por ciento. La corrupción, la evasión de impuestos y la mala contabilidad de previos gobiernos griegos han ayudado a crear el problema de la deuda. Los griegos han cumplido gran parte del llamado a la austeridad de la canciller alemana Angela Merkel – recorte de salarios, reducción de los gastos del gobierno, reducción drástica de las pensiones, privatización y desregulación y aumento de los impuestos. Pero en los últimos años la serie de así llamados programas de ajuste infligidos a países como Grecia han servido solo para crear una Gran Depresión tal como no ha sido vista en Europa desde 1929-1933. La medicina prescrita por el ministerio alemán de finanzas y Bruselas ha desangrado al paciente, no curado la enfermedad.

Juntos instamos a la canciller Merkel y a la Troika a considerar una corrección del rumbo, a evitar más desastre y a capacitar a Grecia para permanecer en la Eurozona. Ahora mismo, se está pidiendo al gobierno griego que se ponga un arma a la cabeza y apriete el gatillo. Por desgracia, la bala no solo destruirá el futuro de Grecia en Europa. El daño colateral matará a la Eurozona como rayo de esperanza, democracia y prosperidad, y podría conducir a consecuencias económicas de largo alcance en todo el mundo.

En los años 50, Europa fue fundada sobre la remisión de pasadas deudas, notablemente las de Alemania, lo que generó una masiva contribución al crecimiento económico y a la paz de la postguerra. Hoy tenemos que reestructurar y reducir la deuda griega, dar a la economía espacio para respirar a fin de que se recupere, y permitir que Grecia pague una carga reducida de la deuda durante un prolongado período. Ahora es el momento para una reconsideración humana del programa punitivo y fracasado de austeridad de los últimos años y de acordar una importante reducción de las deudas de Grecia junto a reformas muy necesarias en Grecia.

Nuestro mensaje a la canciller Merkel es claro; la instamos a emprender esta vital acción de liderazgo para Grecia y Alemania, y también para el mundo. El mundo la recordará por su acción de esta semana. Esperamos y contamos con usted para que dé los pasos audaces y generosos hacia Grecia que servirán a Europa durante generaciones.

Heiner Flassbeck, ex secretario de Estado del ministerio de Finanzas alemán


Thomas Piketty, profesor de economía de Escuela de Economía de París.


Jeffrey D. Sachs, profesor de economía sustentable, profesor de política y administración de salud y director del Instituto de la Tierra en la Universidad Columbia.


Dani Rodrik, profesor Ford Foundation de economía política internacional, Escuela Kennedy Harvard.


Simon Wren-Lewis, profesor de economía política, Escuela Blavatnik de Gobierno, Universidad de Oxford.


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SOBRE IMPERIALISMO


Imperialismo del siglo XXI (I)

La teoría clásica del imperialismo

3/6
18.05.2011

EL SENTIDO DE LA POLÉMICA
La discusión sobre los intereses en juego en las acciones imperiales dividía en forma categórica a los marxistas de esa época. Aunque Lenin reconocía el carácter lucrativo de la guerra para los financistas y fabricantes de armas, resaltaba la dinámica estructuralmente militarizada del capitalismo. Consideraba que las conflagraciones eran el mecanismo utilizado por los poderosos para zanjar sus principales diferendos. Esos enfrentamientos dirimían, además, las relaciones de fuerza y reabrían la expansión económica. La guerra cumplía una función depuradora de los capitales obsoletos.

Luxemburg presentó otra explicación del mismo diagnóstico. Describió cómo el imperialismo servía para descargar los sobrantes invendibles en las metrópolis. Las dificultades para vender esos productos (y asegurar la consiguiente realización de la plusvalía), forzaba la búsqueda de mercados adicionales en la periferia. La conquista de estas regiones aportaba una válvula de escape a los desajustes creados por ritmos de acumulación superiores a la capacidad de consumo de la población [7] .

Otras interpretaciones convergentes ponían el acento en las contradicciones creada por la internacionalización del capital. Trotsky sostenía que el sistema había alcanzado a principio del siglo XX una dimensión mundial, que desbordaba los marcos vigentes para el desenvolvimiento de las fuerzas productivas. Esa estrechez de las economías nacionales forzaba una sucesión de expansiones externas, que terminaban en conflictos armados [8] .

Todos estos enfoques resaltaban en común las causas objetivas de la guerra. Cuestionaban la reducción socialdemócrata del problema a una conspiración de los bancos y la industria militar. Destacaban que esa simplificación omitía el generalizado compromiso de los principales sectores de las clases dominantes con la acción imperial.

Lenin fue el principal vocero de estas posturas y su texto resumía el programa de todas las vertientes de la izquierda frente a la guerra. El escrito subrayaba que los enfrentamientos bélicos expresaban contradicciones, que el capitalismo no podía regular. Por esta razón objetaba la propuesta de desarme, señalando que la paz debía conquistarse, junto a una lucha popular simultánea por la erradicación de la explotación.

Esta visión criticaba la búsqueda de concertaciones y equilibrios entre las potencias, que promovía Kautsky, resaltando el carácter coercitivo del capitalismo. Recordaba que las burguesías necesitaban ejércitos, marinos y cañones para imponer tratados de libre-comercio, forzar el cobro de las deudas y garantizar los réditos de la inversión externa.

Lenin intentaba presentar una caracterización política completa de las fuerzas en pugna. No sólo distinguía dos bloques de agresores y agredidos, corporizados en los capitalistas y los trabajadores. También llamaba la atención sobre las diversas formas de opresión nacional, que generaba la belicosidad imperialista en la periferia. En oposición la expectativa de Kaustky de avanzar hacia una paulatina distensión en estas áreas, proponía extender la resistencia contra la guerra a todo el universo colonial.

El líder bolchevique destacaba la existencia de dramáticas conversiones de antiguas víctimas en nuevos victimarios imperiales. Alemania ya no libraba guerras defensivas contra el expansionismo ruso, sino que actuaba como potencia ocupante de regiones vecinas. El registro de estos cambios era vital para impugnar las justificaciones de la belicosidad germana, con falsos enunciados de soberanía.

Lenin escribió su folleto en un terrible escenario de inmolación popular al servicio de lucro. El tono virulento del texto refleja la conmoción que suscitaba esa masacre. Es importante recordar ese contexto omnipresente de la guerra, para comprender la función política del libro y registrar en este marco los problemas teóricos en juego.

¿ASOCIACIÓN O RIVALIDAD?
Kaustky concibió su propuesta de desarme como parte de un proyecto de desenvolvimiento pacífico del capitalismo. Consideraba que ese proceso sería factible, si los grupos capitalistas de los principales países concertaban una asociación “ultra-imperialista”.

Estimaba posible erradicar la amenaza guerrera, conformando una red multinacional de empresas, que actuarían en común en áreas específicas. Kautsky resaltaba el interés de muchas fracciones burguesas por realizar negocios conjuntos, que superaran las viejas rivalidades. Pensaba que las conflagraciones inter-imperialistas bloqueaban esa convergencia y propugnaba la erradicación de esa traba, mediante una neutralización de la carrera armamentista [9] .

El líder socialdemócrata deducía esa posibilidad de la preeminencia alcanzada por las grandes corporaciones. Si se evitaba la guerra, la nueva red de alianzas conduciría a federaciones políticas, que consolidarían un nuevo cuadro de tolerancia internacional y negocios asociados.
Lenin rechazó esa tesis de manera contundente. Consideró que la teoría del “ultra-imperialismo” era un “ultra-disparate”, basado en la falsa expectativa de alianzas permanentes, entre capitalistas de distinto origen nacional. Para el líder bolchevique esa concertación era una burda fantasía. Estaba concebida a partir de razonamientos abstractos, que presuponían escenarios económicos inviables.

La principal objeción que Lenin interponía a ese modelo era la naturaleza conflictiva del capitalismo. Para el dirigente ruso el modo de producción vigente estaba sujeto a un desarrollo desigual, que multiplicaba los desequilibrios e intensificaba las contradicciones. Estimaba que las tensiones se acumulaban con la expansión del sistema, impidiendo la concreción de asociaciones empresarias estables. Pensaba que los acuerdos ultra-imperiales eran tan impracticables, como la disipación de la competencia militar [10] .

Pero Lenin no expuso este argumento de forma genérica. Lo refería a la coyuntura bélica que imperaba al comienzo del siglo XX. La presión hacia la colisión militar era tan fuerte, que tornaba imposible la constitución de las compañías multinacionales.

Lenin registraba cuál era la tendencia geopolítica predominante en ese momento, aplicando el realismo que signó toda su acción política. Percibía claramente el agotamiento del período de alianzas que había prevalecido durante la etapa precedente. Observaba que en el nuevo siglo, la competencia asfixiaba los compromisos y el proyecto ultra-imperial sucumbía, ante la inminencia de la guerra. Kautsky había perdido el olfato básico para captar este contexto.

El análisis de Lenin estaba específicamente referido a esa coyuntura. No desconocía, ni objetaba la existencia de tendencias asociativas entre los distintos grupos capitalistas. Incluso postulaba una teoría del monopolio que resaltaba la intensidad de las concertaciones, los pactos de caballeros, las coaliciones y los acuerdos secretos, entre los principales grupos de financistas e industriales.

Esos compromisos eran explícitamente reconocidos como una tendencia dominante. Pero Lenin restringía su viabilidad a las firmas y los bancos del mismo origen nacional. Esta caracterización se basaba en una minuciosa lectura de los datos de la época. Las concertaciones eran numerosas, pero sólo incluían acuerdos entre capitalistas norteamericanos, alemanes, franceses o ingleses. No se extendían a los entrelazamientos multinacionales.

Para Lenin esta combinación de acuerdos nacionales y disputas internacionales era un rasgo predominante del capitalismo. Consideraba que a principios del siglo XX, la internacionalización de la economía no se extendía a la gestión global de este proceso y estimaba que el choque entre ambas tendencias inducía a la guerra. Al igual que Bujarín destacaba la fractura creada por capitales que cruzaban las fronteras y estados que se retraían hacia la administración cerrada, para proteger territorios, mercados y materias primas. La expansión global chocaba con esta restricción, generando batallas inter-imperiales por el reparto del mundo [11] .

Esta interpretación reconocía la creciente gravitación de las asociaciones capitalistas, pero restringía su alcance al ámbito nacional. La tendencia a la internacionalización que subraya Kautsky era aceptada en ciertas áreas restrictivas (migraciones, circulación de capital), pero desechada como curso prevaleciente del capitalismo.

Este enfoque remarcaba la gravitación de las presiones nacionalizadoras en todas las actividades centrales de la producción, las finanzas y el comercio. El impulso globalizador era neutralizado por las fuerzas que estimulaban el repliegue de los cuerpos nacionales y la conformación de bloques competitivos. Esta autarquía bloqueaba la internacionalización, potenciaba el gasto militar y generalizaba las conflagraciones bélicas [12] .

La crítica de Lenin al ultra-imperialismo de Kaustky se inspiraba, por lo tanto, en un análisis concreto del capitalismo de ese período. Resaltaba el predominio de la rivalidad sobre la asociación internacional, mediante un registro de las evidencias de ese momento. Observaba en la coyuntura bélica una confirmación de las tenencias al choque, en desmedro de las presiones hacia la concertación.

Este mismo razonamiento utilizó Lenin para remarcar la primacía de la crisis sobre la prosperidad, en el debut de la prolongada turbulencia de entre-guerra. El líder bolchevique no le asignaba a las regresiones económicas un carácter absoluto, como lo prueba su polémica con los populistas en torno al desarrollo capitalista de Rusia.

En oposición a los teóricos narodnikis -que descalificaban la posibilidad de ese desenvolvimiento- Lenin detallaba todas las áreas de potencial expansión del capitalismo, en la atrasada economía rusa. Todos sus diagnósticos estaban invariablemente referidos a situaciones, contextos y momentos específicos [13] .

La polémica contra el ultra-imperialismo estaba condicionada por ese escenario. Su objetivo era cuestionar las terribles consecuencias políticas de un diagnóstico irrealista y un razonamiento asustadizo, que negó primero la inminencia de la guerra y desconoció posteriormente los efectos de esa matanza.


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PUBLICADO EN CRÓNICA DE ARAGÓN

Ahora, en común

10. julio 2015 | Por  |

La política está cambiando. Las estructuras tradicionales de los partidos (incluidas las de los llamados “partidos emergentes”) ya no son capaces de dar todas las respuestas a una ciudadanía que pretende representarse a sí misma. Es la segunda Transición democrática de la que hablábamos esta misma semana con el nuevo alcalde de Zaragoza.
Una de las dimensiones de esta crisis de la política tradicional, es el cuestionamiento de la representatividad democrática. La endogamia gubernamental, la perversión de la Ley d’Hondt, y la constatación de que las dos cabezas del bipartidismo acaban sirviendo a los mismos señores (tal como demostró hace cuatro años la reforma del artículo 135 de la Constitución, y tal como ha demostrado esta misma semana el apoyo de socialistas y populares al TTIP en el Parlamento Europeo), son factores que han alejado a la sociedad de sus representantes institucionales.
La respuesta a esta situación por parte de la derecha ha consistido en la promoción de un partido de marca blanca, Ciudadanos, para evitar que los votos insatisfechos del PP acaben en el cesto de la abstención.
Sin embargo, la izquierda ha respondido con un llamamiento a la unidad popular entre las fuerzas políticas y los colectivos sociales contrarios a las políticas neoliberales que se han practicado en este país desde el 12 de mayo de 2010.
El éxito cosechado por las candidaturas municipalistas que concurrieron bajo estas premisas a las elecciones del 24 de mayo, es prueba suficiente de que el cambio de política económica a nivel estatal sólo puede alcanzarse desde un proceso de confluencia como el que representa la plataforma Ahora En Común.
Todo el mundo, menos Pablo Iglesias, es consciente de esta realidad. Ahora sólo queda por saber si la militancia de Podemos va a dejarse llevar por su líder (como ocurriría en la Vieja Política), o si por el contrario va a tener voz propia en este proceso.
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