sábado, 15 de febrero de 2025

Yolanda González: ¿muerte o asesinato?

 

Hay que recordarlo constantemente, para que nos den gato por liebre. La Transición no fue pacífica. Hubo muertos, torturas, detenciones, bombas, exilios, juicios, (a El Viejo Topo le cayeron 34)… La democracia costó sangre, dolor y lágrimas.


TOPOEXPRESS


Yolanda González: ¿muerte o asesinato?


Alfons Cervera

El Viejo Topo

15 febrero, 2025
 


Las palabras sirven para aclarar o para confundir. Para sacar a la luz o para esconder. Para descubrir los rincones más apartados de la historia o para dejarlos como siempre estuvieron: a oscuras del todo o, como pasa muchas veces, medio a oscuras. Preguntas sobre lo que podemos hacer con las palabras me han surgido de nuevo después de escuchar un podcast sobre Yolanda González. Como vivo al margen de todo lo más moderno, tengo poca relación –ninguna– con lo que se mueve por mis alrededores: Instagram, X, TikTok, Facebook, ChatGPT, DeepSeek, La RazónEl MundoABC… Cuestión de llevar una vida más o menos sostenible. No sé cuántas veces he preguntado lo que es un algoritmo y tantas veces como me lo han aclarado no he conseguido quedarme con la copla. El caso es que ese podcast –supe muy tarde que un podcast es como un programa de radio, más o menos– me llegó desde diversos sitios en forma de mensajes al móvil. Todos esos mensajes eran para que no dejara de escucharlo. Y lo escuché. Lo he escuchado varias veces. Dos periodistas de la cadena SER se encargan de la realización: Víctor Olazábal escribe el guión y Aimar Bretos pone la voz. Me gustó mucho. 

Las dos partes en que se divide el podcast cubren el tiempo en que la vida de Yolanda González fue la de una estudiante que desde muy joven tuvo claro cuál era su sitio en el mundo. Formó parte de los colectivos que luchaban para que ese mundo no fuera una mierda. Militó en el PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Llegó con su familia a Madrid en 1979 desde Euskadi, donde había nacido en Bilbao en 1961. Estudiaba electrónica en un instituto. El 1 de febrero de 1980, un grupo de pistoleros de extrema derecha la secuestraron en su casa, le pegaron tres tiros en un descampado y su cadáver fue descubierto al día siguiente por unos trabajadores camino del curro. Tenía 19 años. Los sigue teniendo en esa imagen suya que tantas veces hemos visto reproducida cuando recordamos la violencia represora y los crímenes del franquismo y de la transición. El podcast sobre su vida me ha devuelto a aquellos años, a los sueños que nos servían para vencer al miedo, al tiempo de las cerezas que era el tiempo de las ilusiones y las canciones revolucionarias. Al tiempo de Yolanda González y de sus asesinos.

Aquella noche del secuestro la torturaron en el coche y, ya fuera, Emilio Hellín Moro le pegó dos tiros en la cabeza y después la remató Ignacio Abad Velázquez con otro disparo. Los dos eran militantes del partido ultraderechista Fuerza Nueva. Otros nombres colaboraron, a distintos niveles, con los asesinos: José Ricardo PrietoFélix Pérez AjeroDavid Martínez Loza y el policía nacional Juan Carlos Rodas Crespo, que fue quien al día siguiente, al enterarse de lo sucedido la noche anterior, alertó a sus superiores. El grupo entero fue detenido y condenado a muchos años de prisión. Cuarenta y tres tenía que haberse chupado Emilio Hellín Moro y a su camarada Martínez Loza le cayeron veintiséis. Las sentencias de los otros eran de seis años, menos unos pocos meses que fueron para el policía, seguramente por la colaboración con sus colegas. En 1987 Hellín se fugó durante un permiso carcelario (¡qué bien ese permiso tan rapidito, ¿no?!) y se fue a Paraguay, donde abrió varios negocios y trabajó para la dictadura de Alfredo Stroessner. Un reportaje de los periodistas José Luis Morales y Antonio Catalán para Interviú hace que Hellín huya de Paraguay y es detenido en la frontera de este país con Argentina. Será extraditado a España en 1990. Cumple seis años de condena y en 1996 sale a la calle. Y se pierde su pista. Unos años después el periodista de El País José María Irujo lo encuentra y nos enteramos de que llevaba muchos años trabajando para el Ministerio del Interior, como perito entendido en todo lo relacionado con el ramo de la electrónica. Y de nuevo sale de la escena pública. Se sabe que sigue haciendo peritajes que tienen que ver con procesos judiciales, como el de la expresidenta del Parlament Laura Borràs, imputada por corrupción. El asesino Hellín cumplió en total menos de quince años de cárcel de los cuarenta y tres a los que fue condenado. Un chollo en nuestro país eso de ser ultraderechista.

La historia de Yolanda González es la historia de la transición española a la democracia. No entera, claro. Sólo una parte. La de la oscuridad, la de la violencia que no desapareció con la muerte del dictador, la de esas pequeñas biografías que se quedaron casi en la invisibilidad porque la historia que se escribe con H deja fuera demasiadas vidas que siempre se escribieron con h. Mucho de lo de aquellos años sirvió para abrir un nuevo tiempo hacia el futuro. Pero se quedaron sin abrir demasiados muros de contención que sirvieron para que el franquismo no desapareciera de nuestras vidas. La memoria democrática avanza lentamente, muy lentamente. La historia la quieren seguir escribiendo, ahora con la V de los vencedores, quienes heredaron del fascismo su pensamiento reaccionario y lanzan a todas horas y desde muchos medios llamadas a convertir la democracia en un juguete roto que no sirva para nada. Malos tiempos para la democracia. Lo sabemos. Pero también sabemos que esos malos tiempos vienen de muy atrás, seguramente de los deberes que esa democracia no hizo cuando tocaba y desde que los nuevos fascismos empezaron a ser casi solemnemente blanqueados dentro de las mismas democracias. Pero he empezado hablando de un podcast que se titula Yolanda González, vida y muerte de una demócrata. Y voy hacia el final.

Ya lo dije al principio: me ha gustado mucho. Claro que no está todo lo que podría estar. Pero hay bastante de lo que sí que no podía faltar en ese recorrido por la memoria de Yolanda González y los tiempos violentos de la transición. En ese recorrido intervienen voces de compañeros y compañeras de Yolanda, de periodistas, de su familia, de abogados que dejan claro lo difícil que resultaba sacar adelante las acusaciones… Todas esas voces coinciden en que fue uno de los asesinatos más crueles llevados a cabo en aquellos años contra gente de izquierdas. Todas esas voces nombran repetidamente una palabra: asesinato. Por eso si Víctor Olazábal y Aimar Bretos, dicho sea con el más absoluto respeto y admiración a su trabajo, me lo permiten, haría dos sugerencias. Las dos tienen que ver con el título del podcast. Creo que el título más apropiado, el que más se acerca a la realidad de lo que pasó aquella noche fatídica del 1 de febrero de 1980 y de quién fue Yolanda González, tendría que ser otro bien distinto. Porque las palabras dicen, esconden o lo dejan todo a medias. “Muerte” no es lo mismo que “asesinato”. Y “demócrata” debería incluir la condición de “antifascista”. Pero aquí, digo en este país, no se da esa relación entre una palabra y otra. Mucha gente dice que es demócrata pero el antifascismo le provoca sarpullidos. Yo creo que eso es difícil, que ser demócrata y no ser antifascista es imposible. Pero hay quien piensa que sí. Por eso lo aclaro: desde mi punto de vista, el título del podcast que estoy acabando de recomendar debería destacar el carácter antifascista de Yolanda González en su lucha por la libertad y la democracia. O sea: Yolanda González, vida y asesinato de una antifascista. Es una opinión, claro. Sólo una opinión. Y ya me callo.

FuenteInfoLibre

 

UCRANIA EN GUERRA. TÍTERES EUROPEOS HUMILLADOS POR EEUU. RUSIA. ZELENSKY...

Defender a Ucrania le costará a Europa esta exorbitante suma

 

Defender a Ucrania le costará a Europa esta exorbitante suma

 

DIARIO OCTUBRE / febrero 14, 2025

 

Las estimaciones se hicieron en medio de la creciente preocupación de que Estados Unidos deje el futuro de Kiev en manos del bloque comunitario.


Fortificaciones antitanque en la zona de control ucraniano en Donbass. | Wolfgang Schwan / Anadolu / Gettyimages.ru


Apoyar a Ucrania sin la participación clave de EE.UU. y expandir simultáneamente sus propias capacidades de defensa, podría costarle a la Unión Europea una suma que el bloque no se puede permitir, según estimaciones hechas por Bloomberg en medio del creciente temor de que Washington le pase esa carga a Europa.

 

«Proteger a Ucrania y ampliar sus propios ejércitos podría costar a las principales potencias del continente 3,1 billones de dólares adicionales en los próximos 10 años», evaluó la agencia.

Así, Bloomberg precisa que reconstruir las Fuerzas Armadas de Ucrania, al punto que necesitarían para usarlas como futura disuasión contra Rusia en su flanco oriental, podría costar unos 175.000 millones de dólares a lo largo de esa década.

La cifra podría variar en función del estado en que se hallen esas fuerzas cuando se acuerde el fin del conflicto con Rusia, así como de la extensión del territorio que tengan que defender. Otros 230.000 millones harían falta para restaurar edificios e infraestructuras destrozados en el conflicto.

Una fuerza de mantenimiento de paz en Ucrania, de unos 40.000 efectivos, costaría unos 30.000 millones de dólares en el mismo plazo, aunque Kiev pide 200.000.

Pero la mayor parte del dinero habría que destinarla a reforzar los ejércitos de los propios países miembros de la UE y a aumentar el presupuesto total de defensa hasta 3,5% del PIB, de acuerdo con las últimas metas discutidas en la sede de la OTAN en Bruselas.

Financiamientos adicionales se destinarían a equipos de artillería, defensa antiaérea y sistemas de misiles, así como a reforzar las fronteras orientales de la UE, preparar a sus ejércitos para un despliegue rápido e impulsar un crecimiento masivo de la industria europea de defensa.

Según Bloomberg, si estos objetivos se financiaran con deuda, añadirían 2,7 billones de dólares a las necesidades de financiación de los cinco mayores miembros europeos de la OTAN durante la próxima década.

Fuente: actualidad.rt.com

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José Carlos Mariátegui y la caracterización del fascismo en nuestra época

 

José Carlos Mariátegui y la caracterización del fascismo en nuestra época

 

Por Freddy Ordóñez Gómez /  América Latina y CaribeOpinión

Rebelion

13.02.2025



Fuentes: Rebelión

José Carlos Mariátegui, “el primer marxista de América”1, dedicó parte de su prolífica obra al estudio del fascismo en Italia tras la Primera Guerra Mundial. Nació en Moquegua, Perú el 14 de junio del año 1894 y murió en Lima, el 16 de abril de 1930. En 1920 llega a Italia, en lo que fue una deportación eufemística del gobierno peruano por su militancia política, en donde estaría radicado hasta 1922, teniendo la posibilidad de interlocutar con personalidades socialistas, participar de eventos de la clase obrera, como el congreso fundacional del Partido Comunista de Italia, y observar el desarrollo del fascismo en ese país. Sería en su estancia en Italia donde Mariátegui se haría marxista.

Este 2025 se cumplen 95 años de su fallecimiento, y su pensamiento, definido por Martín Bergel como socialismo cosmopolita2 y descrito por Miguel Mazzeo como un ensamblaje de los elementos del socialismo práctico3, sigue actual y relevante en esta época4. Su legado resulta clave para abordar los desafíos, tanto nuevos como persistentes, que en los escenarios locales como globales, enfrenta la izquierda en su heterogeneidad. Como afirman Jaime Ortega y Carlos Segura, es necesario “repensar nuestros actuales debates políticos a la luz de las discusiones todavía abiertas que evocan al pasado no como arqueología, sino como una tradición actuante”5. Uno de esos desafíos fundamentales que podemos repensar desde Mariátegui es el resurgimiento del fascismo y los debates que este suscita actualmente.

Este texto presenta una síntesis de los planteamientos mariateguianos sobre el fascismo, abordando los principales elementos expuestos por el autor en los artículos que de manera central tratan el fascismo italiano, los cuales principalmente se encuentran incluidos en su libro La escena contemporánea (publicado en 1925), en el que se reúnen cinco escritos del Amauta, como parte de su interpretación de la época6. También fueron consultados algunos trabajos compilados en Cartas de Italia7, libro que forma parte de sus obras completas.

El fascismo se autoidentificó, señala Mariátegui, inicialmente como un movimiento, congregó una diversidad de categorías sociales y su dirigencia provenía de un amplio espectro político (disidentes del socialismo, excombatientes, literatos futuristas, exanarquistas, sindicalistas, republicanos, fiumanistas, monarquistas ortodoxos, etc), lo que evidenciaba, un confusionismo ideológico que se cubrió bajo la bandera de la patria, monopolizando el patriotismo en el escenario posguerra, encontrando cabida el discurso nacionalista principalmente en la clase media. Fue la burguesía, afirma el Amauta, la que “armó, abasteció y estimuló solícitamente al fascismo” y añade, “lo empujó a la persecución truculenta del socialismo, a la destrucción de los sindicatos y cooperativas revolucionarias, al quebramiento de huelgas e insurrecciones”, al uso del “revolver, el bastón y el aceite castor” contra el proletariado socialista, el fascismo fue, en síntesis, “una ofensiva de las clases burguesas contra la ascensión de las clases proletarias”. Así, llegó a ser una milicia civil antirevolucionaria más efectiva contra los revolucionarios que el Estado, aparato que inicialmente vio en este un aliado, en tanto movimiento de la clase que quiere conservarlo, logrando la reacción fascista alcanzar el poder con Mussolini para configurar un Estado recaudador y gendarme.

Para el duce, indica Mariátegui, el fascismo no es un concepto, sino una emoción, de allí que sus discursos no fueran elaboraciones teóricas sino pasionales, y se tuviera un fenómeno político sin programa, solo con un plan de acción. Él no fue un socialista a pesar de haber militado en el socialismo, era un extremista, que se ruboriza de su pasado, que optó por el “conservatismo más extremo” no desde un ejercicio intelectual, sino desde la irracionalidad, apelando a los sentimientos y emociones, en tanto “no ha sido nunca cerebral”. En este orden,

Mussolini no es el creador o artífice conceptual e ideológico del fascismo, sino el animador, el líder, el duce máximo, que atrajo a sus fasci di combattimento, a una clase media exaltada por los mitos patrióticos (principalmente los del escritor, poeta y dramaturgo Gabriele D’Annunzio) y hostil a la clase proletaria, a la revolución y al socialismo.

A la par de lo expuesto, los orígenes del fascismo, Mariátegui, los ubica en la guerra contra Austria: “el fascismo fue una emanación de la guerra”, y refiere además a cómo la toma de Fiume en 1919, liderada por D’Annunzio, fue la hermana gemela de los fasci, sucumbiendo el fiumanismo ante el fascismo, que adoptó su lugar en la lucha de clases, contra los obreros. Así, el fascismo enroló y concentró a todos los elementos reaccionarios y conservadores, tomando de D’Annunzio el gesto, la pose y el acento, para no mostrarse brutal y carente de principios, existiendo entonces un idilio entre intelectualidad y violencia, que terminó porque el fascismo necesita de la cachiporra y puede prescindir del arte y la literatura. Esto no se dio como consecuencia de la renuncia al fascismo de la artecracia, fue la burguesía la que cambió de actitud ante el régimen, de allí que el Amauta señale que “La inteligencia es esencialmente oportunista: El rol de los intelectuales en la historia resulta, en realidad, muy modesto. Ni el arte ni la literatura, a pesar de su megalomanía, dirigen la política; dependen de ella, como otras tantas actividades menos exquisitas y menos ilustres. Los intelectuales forman la clientela del orden, de la tradición, del poder, de la fuerza, etc, y, en caso necesario, de la cachiporra y del aceite de ricino. Algunos espíritus superiores, algunas mentalidades creadoras escapan a esta regla; pero son espíritus y mentalidades de excepción”. 

Por su parte, únicamente hasta después de la marcha sobre Roma y el inicio de la dictadura el fascismo se propuso una construcción de su ideario y la teoría, oscilando entre una visión extremista y una revisionista, imponiéndose la primera a la segunda, saliendo del partido las tendencias liberales y democráticas que, por miedo a la revolución socialista, se habían sumado y los sostuvieron, dejando al fascismo nuevamente en una táctica de guerra, odiando ferozmente a la democracia y al socialismo, sin diferenciarlos. De esta forma, el fascismo se sostiene en la guerra, es allí donde puede vencer, en la paz no tiene capacidad de actuación, en tanto su configuración es más de ejército que de partido: “Es un ejército contrarrevolucionario, movilizado contra la re­volución proletaria, en un instante de fiebre y de belicosidad, por los diversos grupos y clases conservadores”, afirma Mariátegui, y lo que le espera al fascismo en la paz es la debacle, la disolución, la liquidación.

En el fascismo se encuentran una amalgama no homogénea de tendencias extremistas, reaccionarias y conservadoras, que invitan a liquidar el régimen parlamentario, deliran con el imperialismo, promueven el Estado fascista, junto a quienes paralelamente lo encarrilan en la legalidad burocrática, y promueven un nacionalismo de derecha liberal, estos últimos no son la mayor representación del fascismo, sino los reaccionarios. La burguesía que, expone Mariátegui, saluda al fascismo como un salvador y bate palmas “mientras la reacción se limita a decretar el ostracismo de la Libertad y a reprimir la Revolución”; cuando la reacción empezó a atacar los fundamentos de su poder y de su riqueza, sintió “la necesidad urgente de licenciar a sus bizarros defensores”. De esta forma, el liberalismo que se inclinó ante éste se le separa, pero ese aislamiento no lo debilitó, sino lo hace más beligerante, combativo e intransigente, queriendo configurar el Estado fascista, concentrado en una élite política y económica, pensado como un aparato sin políticas sociales y redistributivas, con mínimas funciones, principalmente políticas y jurídicas, al igual que ciertas actividades asociadas a la industria, y claro las militares y represivas; y también hacer del fascismo una religión. Eso hace que la democracia liberal, que ya no representa un mito, sea incapaz de hacer frente al misticismo reaccionario de los fascistas, lo que solo pueden lograr los comunistas, que sí tienen y configuran un mito, la revolución.

Mariátegui nos presenta en su obra estos elementos para caracterizar nuestra época, en la que el patriotismo, el conservadurismo y la violencia acceden bajo configuraciones políticas, culturales y sociales fascistas al aparato estatal en diferentes países, con peligrosos alcances regionales y globales; y en la que el fascismo social y civilizatorio vuelve a constituirse en régimen político, exigiendo a las izquierdas, nuevamente, hacer frente a la reacción.

Notas:

1 MELIS, Antonio (1980). Mariátegui, el primer marxista de América. En: J. Aricó (comp.). Cuadernos de Pasado y Presente, 60. Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano. México: Siglo XXI, pp. 201-225.

2 BERGEL, Martín (2021). José Carlos Mariátegui: un socialismo cosmopolita. En: J. Mariátegui. Antología. Buenos Aires: Siglo XXI, pp. 11-37.

3 MAZZEO, Miguel (2017). José Carlos Mariátegui y el socialismo de Nuestra América. Santiago: Quimantú; Tiempo robado.

4 Respecto a la vigencia del pensamiento de Mariátegui, se pueden consultar, entre otros: MAZZEO, Op. Cit., pp. 23-39; ALIMONDA, Héctor (2010). Presentación. La tarea americana de José Carlos Mariátegui. En: J. Mariátegui. La tarea americana. Buenos Aires: Clacso; Prometeo, pp. 11-28.

5 ORTEGA, Jaime; & SEGURA, Carlos (2024). Presentación a “Mariátegui y la revolución latinoamericana”. El ejercicio de pensar, 55, p. 6.

6 Estos conforman el primer apartado del libro, que se titula Biología del fascismo, e incluye los artículos: Mussolini y el fascismo; D’Annunzio y el fascismo; La inteligencia y el aceite de ricino; La teoría fascista; y Los nuevos aspectos de la batalla fascista. La edición revisada (Caracas: El perro y la rana, 2010), adiciona el artículo El fascismo y el monarquismo en Alemania, y presenta un capítulo complementario titulado El fascismo en Italia, ambos han sido igualmente revisados para este texto.

7 Obra publicada en 1969 por la editorial Amauta, de la que se consultaron los artículos: Las fuerzas socialistas italianas; Escenas de guerra civil; Algo sobre fascismo, ¿Qué es, qué quiere, qué se propone?; y La paz interna y el “fascismo”.

Freddy Ordóñez GómezInstituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos, ILSA

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