viernes, 12 de enero de 2024

Más de un millón de personas se manifiestan en Yemen en rechazo a los ataques de EE.UU. y Reino Unido

 

Más de un millón de personas se manifiestan en Yemen en rechazo a los ataques de EE.UU. y Reino Unido

 

DIARIO OCTUBRE / enero 12, 2024

 

Durante las protestas se entonaron cánticos legitimando al líder de los rebeldes hutíes y amenazando a la coalición liderada por Washington con "una respuesta disuasoria".


Mohammed Huwais / AFP


Más de un millón de personas se congregaron este viernes en varias ciudades de Yemen para expresar su rechazo a los ataques estadounidenses y británicos contra su país, lanzados en respuesta a la ofensiva de los rebeldes hutíes contra la navegación en el mar Rojo.

 

Según medios locales, más de un millón de manifestantes se congregaron en la plaza de Al Sabeen de la capital, Saná, donde se entonaron cánticos de guerra populares legitimando al líder de los hutíes y amenazando a la coalición liderada por Washington con “una respuesta disuasoria”.


Durante las protestas, los comandantes del movimiento rebelde 
condenaron enérgicamente los bombardeos occidentales: “Sus ataques contra Yemen son terrorismo”, declaró Mohammed Ali al Houthi, miembro del Consejo Político Supremo de los hutíes. “Estados Unidos es el Diablo”, aseveró.

“No hemos atacado las costas de Estados Unidos, ni nos hemos desplazado a las islas estadounidenses y las hemos atacado. Sus ataques contra nuestro país son terrorismo”, recalcó.

Este viernes 12 de enero, EE.UU. y Reino Unido, con el apoyo de Australia, Baréin, Canadá y Países Bajos, lanzaron varios ataques contra posiciones de los hutíes en Yemen. Durante la operación militar, Washington utilizó más de 100 municiones guiadas de precisión para bombardear más de 60 objetivos en 16 lugares distintos del país, informó la Central de la Fuerza Aérea estadounidense.

Por su parte, los hutíes prometieron no dejar “sin respuesta ni castigo” los ataques. “El enemigo estadounidense-británico, como parte de su apoyo a la continuidad de la delincuencia israelí en Gaza, lanzó una brutal agresión contra la República de Yemen con 73 ataques dirigidos a la capital, Saná, y a las gobernaciones de Hodeidah, Taiz, Hajjah y Saada”, indicaron, añadiendo que la ofensiva dejó cinco muertos y seis heridos.

FUENTE: actualidad.rt.com

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¡Ay de los salvadores de Occidente!

 

¡Ay de los salvadores de Occidente!


Fabio Mini

El Viejo Topo

10 enero, 2024 

 


No hay revolucionario que, antes de convertirse en héroe nacional, no haya sido considerado terrorista por los regímenes que pretendía derrocar.

Pero es raro que un héroe nacional se convierta en terrorista. En ambos casos todo depende de quién está destinado a ganar o perder. Después de ocho años de guerra civil y dos años de guerra contra Rusia, Ucrania parece destinada a perder. No se trata simplemente de una observación objetiva de la situación sobre el terreno y de los resultados obtenidos por las fuerzas sobre el terreno: las fuerzas ucranianas están en las últimas y después de haber desperdiciado el armamento, el dinero y la ayuda recibidas, no están en condiciones de avanzar o establecer una defensa. Rusia, después de iniciar una guerra de «ahorro», comprometiendo pocas fuerzas y gastando las inmediatamente disponibles en penetraciones tácticamente separadas y descoordinadas, pasó a la defensa fortificada de la línea del frente contra la cual terminó la irreal contraofensiva ucraniana.

La perspectiva de una guerra larga, ya prevista por Moscú a nivel político e industrial, se consolidó con la movilización de otras fuerzas y la preparación del próximo ataque para conquistar la orilla oriental del Dniéper. Sin ayuda externa o con poco más que ayuda simbólica, Ucrania será incapaz de reaccionar o incluso resistir. La desnazificación que Rusia impone como requisito previo para la conclusión del conflicto no está dirigida a Ucrania sino a sus actuales dirigentes. El presidente Zelensky lo sabe bien y por eso su activismo casi histérico hacia Estados Unidos y otros patrocinadores occidentales es en realidad la admisión explícita de su desesperación. Sin embargo, pide sin conceder nada, elevando la amenaza global rusa y reivindicando para sí el papel de salvador del Occidente liberal y democrático.

Un Occidente que (quizás) era así antes de su aventura y que ya no lo es. Una amenaza que sólo la propaganda más vulgar puede considerar realista. Zelensky sigue pidiendo sin mostrar gratitud por lo que ha recibido hasta ahora (un pecado grave para un vasallo), aunque en realidad tiene muy poco que agradecer. Los estadounidenses dicen que los ucranianos querían decidir qué hacer y por eso fracasaron en la contraofensiva. Crearon un falso mito de invencibilidad al atribuir a los ucranianos todas las operaciones de sabotaje, la destrucción de gasoductos, represas y barcos rusos, como si las armas, las instrucciones, el personal y la información necesarios para tales operaciones vinieran del Padre Eterno. En realidad, mientras que sobre el terreno la guerra está destinada a durar mucho tiempo y desgastar a Ucrania mucho más de lo que desgasta a Rusia, Zelensky comienza a ver los grandes méritos que se le atribuyen como el comienzo de la descarga de la responsabilidad por la guerra. Probablemente ve acercarse el día en que, de ser un héroe y célebre favorito de todas las mujeres de la política occidental, pasará de los besos a la frialdad y el aislamiento y terminará siendo criminalizado como terrorista de Estado. De hecho, sobre él se cierne la perspectiva de ser acusado de todos los crímenes de guerra cometidos en Ucrania por sus adversarios. Y aquí si sus aliados que lo incitaron a la corrupción y a la autodestrucción tienen poco que decir, en lugar de apoyarlo, el pueblo ucraniano tiene mucho que decir, con sus muertes, refugiados, destrucción, tres generaciones perdidas –desde jóvenes enviados al matadero hasta los de setenta años reclutados para el suicidio colectivo– y pocas esperanzas de autonomía y reconstrucción. Zelensky sabe bien que corre este riesgo y sabe que una simple disminución de la voluntad estadounidense de seguir suministrando armas y equipos es suficiente para provocar la retirada de la OTAN y de Europa. Y entonces serán los ucranianos, los americanos y los europeos quienes exigirán cuentas de los miles de millones de dólares que acabaron en los bolsillos de sus dirigentes, de sus aventuras políticas y de sus desgracias militares, de su obstinada presunción de rechazar cualquier diálogo y compromiso honorable y de la criminal arrogancia de no poner límites a la guerra y al sacrificio de todos.

Mientras Zelensky, en medio de una crisis de credibilidad por una guerra que no puede ganar, plantea la amenaza de Rusia para obtener más dinero, Estados Unidos está gastando los restos de su credibilidad apoyando a Israel en una operación militar que no se puede permitir perder. Hay combates en Gaza, pero no es una guerra. Habría sido una guerra si Hamás hubiera sido reconocido como un enemigo legítimo y su acción brutal se hubiera considerado una incursión militar, un golpe de estado o un ataque preventivo. Los directamente responsables de las atrocidades habrían sido criminales de guerra y habrían sido tratados en consecuencia. Habría sido una insurrección armada, también prevista y regulada por el derecho internacional, si Israel hubiera reconocido, como hizo la ONU, su condición de potencia ocupante de la Franja. Pero no es así; Estados Unidos, Israel y sus clientes y amigos han optado por considerar a Hamás una organización terrorista y a la población de Gaza enteramente culpable. Por lo tanto, la operación de las llamadas Fuerzas de Defensa de Israel es una represalia, un castigo indiscriminado y desproporcionado contra toda una población, una masacre deliberada, una violación persistente del derecho internacional y un crimen contra la humanidad como no se ha visto en décadas. La represalia equivalente por un ataque terrorista llevado a cabo por Estados Unidos contra Al Qaeda en Afganistán resultó en la retirada incondicional de Estados Unidos después de veinte años de ocupación militar. Al Qaeda y sus sucesores siguen presentes en todo el mundo como ideología y militancia. En este caso es Israel el que no conoce límites y está claro que las advertencias verbales del presidente Biden al apoyar a Netanyahu, rápidamente desmentidas por los hechos y la alimentación de las fuerzas israelíes, no se refieren al respeto de la ley ni a las víctimas inocentes, sino al tiempo para llevar a cabo la masacre. Debe completarse antes de que el asunto interfiera directamente con la campaña electoral estadounidense que culminará el próximo verano antes de las elecciones de noviembre. Entonces, unos seis meses. Sin embargo, el objetivo que se ha marcado Israel con la eliminación completa de Hamás y la destrucción de las estructuras en Gaza «cueste lo que cueste» no podrá alcanzarse en el tiempo que necesita la actual presidencia estadounidense. Hamás será eliminado de Gaza, pero palestinos y no palestinos que no pertenecen a Hamás ya se encuentran entre los combatientes. A este ritmo, en 6 meses la movilización islámica podría ser importante, las víctimas serían 50.000 de los cuales 30.000 serían mujeres y niños.

La amenaza rusa evocada por Zelensky tiene cero probabilidades de hacerse realidad, mientras que la de un conflicto en Oriente Medio y el Mediterráneo con Israel y Estados Unidos en el centro es casi una certeza. En el conflicto de Ucrania, Rusia se abstuvo de utilizar bombardeos tácticos incendiarios y nucleares contra la población a pesar de poseer los medios. En Gaza, esos bombardeos israelíes están a la orden del día y la amenaza nuclear acecha precisamente porque Israel no reconoce ningún límite, incluso si lo imponen los Estados Unidos o el derecho internacional. Las experiencias iraquí, libia, siria y afgana deberían haber enseñado a Estados Unidos y a sus aliados occidentales que no todo se puede solucionar con las armas y que es necesario poner límites a la guerra antes de que se pierda o que la victoria de las armas conlleve una derrota política y civilizatria. Ucrania y Gaza dicen que no se ha aprendido nada y que todos somos responsables de sus conflictos.

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Las guerras, el poder y la impunidad

 

Las guerras, el poder y la impunidad




12 de enero de 2024  Espacio Independiente, colectivo de militantes del Partido Socialista Libre Federación (PSLF)  

HOJAS DE DEBATE

 

Ayudar al movimiento internacional contra la guerra.


El 8 de diciembre, los EEUU vetaron una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU pidiendo el alto el fuego en Gaza. Guterres, secretario general de Naciones Unidas, demanda el cumplimiento del Artículo 99 de la Carta de la ONU, dando cuenta de que todo el sistema alimentario, de salud y por tanto de vida, en Gaza está colapsado por la agresión militar, señalando el hecho manifiesto de que “los civiles no están siendo protegidos efectivamente” por parte del Estado de Israel. Concluyendo: “es urgente evitar que la población civil sufra mayores daños; con un alto el fuego humanitario, pueden restablecerse los medios de supervivencia y la ayuda humanitaria puede entregarse de forma segura y oportuna en toda la Franja de Gaza”. Con su único voto en contra, los EEUU bloquearon la iniciativa internacional, poniendo en claro el papel de la gran potencia imperialista en las guerras que se multiplican. El embajador de la gran potencia alegó que cualquiera “alto el fuego”, sin aplastar totalmente la resistencia palestina, es inaceptable para Estados Unidos. 

El argumento imperialista busca retorcer el derecho internacional; como también realiza el gobierno español, a través de su presidente P. Sánchez, poniendo en primer plano “el derecho de Israel a defenderse del terrorismo”. Se falsea así el sentido de dicho derecho, en tanto que “el derecho a la defensa solo puede invocarse cuando un Estado se ve amenazado por otro Estado”, lo que no es el caso de la masacre contra el pueblo palestino. Francesca Albanese, relatora de la ONU en los territorios palestinos, lo señalo con claridad: “No se puede reclamar el derecho de autodefensa contra una amenaza que emana de un territorio que ocupa, de un territorio mantenido bajo ocupación”. 

El voto de EEUU por la destrucción y la guerra, por el genocidio de todo un pueblo que resiste, es la continuidad de sus esfuerzos por mantener el Estado de Israel desde hace muchas décadas, por establecer en Oriente Medio, y al precio que sea, un Estado de guerra permanente contra los derechos de los pueblos. El mismo día que los EEUU vetaron el alto el fuego, se anunciaba el suministro de municiones para tanques, y ello al margen de la necesaria resolución del mismo Congreso norteamericano.

Los presupuestos para las guerras se encuentran sometidos a las relaciones entre el partido demócrata y el republicano. Este último exige que el cierre de la frontera sur con México para dar su visto bueno a la financiación de las mafias de Zelenski y Netanyahu. La guerra, olvidada por los medios de comunicación, se recrudece en Ucrania, con unos frentes estancados desde hace meses, que repercute en lo político y económico en los países involucrados en el baño de sangre y en los de la zona, como es el caso de Polonia. 

Los EEUU, en su papel de gendarme imperialista mundial, vienen de una larga senda de crímenes atroces cometidos en todos los continentes, desde las guerras de Corea y hasta la promoción de las guerras de Ucrania y Palestina. Papel criminal que no puede eludir sus debilidades, que comienzan por tratar de no intervenir de forma directa en los conflictos armados, para no tener que enfrentarse a los amplios sectores de los propios Estados Unidos que se oponen a la política de guerra. El síndrome de Vietnam, es decir, el miedo a la derrota política, está muy presente en las políticas imperialistas, y hoy adquiere nuevas formas en las guerras de Ucrania y Palestina.


El 13 de diciembre, la Asamblea General de la ONU logra, por fin, aprobar una resolución que insta a un alto el fuego sin condena alguna a Hamás. Resolución aprobada por 153 países, con 23 abstenciones y 10 en contra. Estados Unidos e Israel volvieron a quedar en minoría. Votación que es un reflejo de que la crisis internacional se ha convertido en seria amenaza para la paz y la seguridad. El mismo Biden ha tenido que reconocer que el Estado de Israel (y todos los que lo respaldan) están perdiendo apoyo internacional.  

Hemos de reconocer que lo que está sucediendo en Gaza, y por extensión sobre las tierras palestinas, supera todos los horrores conocidos de la guerra imperialista. Para los principales Estados del mundo, se trata de normalizar los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad, como parte de la vida corriente; no solo como política de Estado, sino como parte esencial de la política de los principales organismos internacionales, como es el caso de la Unión Europea, cuya fundación se vino a justificar por la necesidad de la colaboración económica entre países contra la guerra. 

La lucha contra la guerra tiene un contenido nacional y otro internacional, que están íntimamente relacionados entre sí. Toma una forma nacional, de acuerdo con la situación política de cada país; y un contenido internacional, cuyo principio no puede ser otro que la misma derrota del imperialismo, de los amos del mundo y señores de la guerra. Eso se traduce, en el caso de España, en la necesidad del reagrupamiento político republicano, y de la más amplia movilización contra la guerra imperialista, exigiendo al gobierno español la ruptura de los compromisos con las grandes potencias y, en concreto, contra la OTAN y la Unión Europea. Romper con la guerra y con la monarquía son exigencias democráticas que se combinan.

La amnistía parcial negociada por el Gobierno y los partidos nacionalistas catalanes sigue removiendo todas las instancias nacionales e internacionales. Las togas se mueven y remueven para proteger sus privilegios y abusos, y el CGPJ avisa de que tomará medidas para proteger a los magistrados del TS, considerando inadmisible que la diputada de Junts llamase indecentes a los representantes de la Sala de lo Penal del Supremo, Manuel Marchena y a los magistrados Carlos Lesmes y Pablo LLarena. El presidente en funciones del CGPJ confunde intencionadamente la separación de poderes, con el supuesto poder que los altos magistrados deben tener para que nadie pueda criticar sus actuaciones; tratando de jugar un papel político que no les corresponde. Los togados de los altos tribunales llevan a cabo una amplia campaña política para impedir la ley de “amnistía” sobre la que se sostiene el gobierno de coalición. Son todas las instituciones del Estado de la monarquía las que están involucradas en las políticas de guerra, injusticia e impunidad… 

Recientemente, algunos colectivos de la Memoria se dirigían al Tribunal Supremo reclamando la derogación de la amnistía de 1977, que legaliza los crímenes de lesa humanidad cometidos en la guerra y la dictadura, dado que los juzgados españoles han rechazado todas las demandas de las víctimas, privando a tres millones de personas del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva. Cierto es que el Tribunal Supremo, con sus sentencias sobre los asuntos de Memoria y de víctimas que han llegado a sus salas, ha establecido sentencias de la más completa impunidad, pero no es menos cierto que la llave que puede acabar con tanta impunidad está en manos de quienes ostentan la mayoría política y bloquean la justicia con leyes de impunidad, como la de Zapatero o Sánchez. Evidentemente, las Cortes Generales, de la misma manera que ha adoptado una propuesta de ley de amnistía para los activistas del referéndum del 1 de octubre por la república catalana, podría establecer una verdadera ley de víctimas que acabase con el abuso de poder y la impunidad. Y esa responsabilidad recae directamente en los partidos que conforman la mayoría y forman parte del Gobierno. 

La movilización contra las guerras y el imperialismo es una realidad palpitante en los principales países del mundo, poniendo en primer plano la consigna del inmediato alto el fuego. En consonancia con ese movimiento general, es urgente la celebración de reuniones internacionales de representantes de estos, que pongan en común los planes e iniciativas conjuntas contra la guerra en todas partes, por la paz y los derechos nacionales, democráticos y sociales de la mayoría.

¡Por la articulación de un movimiento internacional contra la guerra!

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