lunes, 26 de agosto de 2024

El presidente Macron excluye a los republicanos españoles de la Nueve de los actos oficiales por el 80 aniversario de la Liberación de París

 


El presidente Macron excluye a los republicanos españoles de la Nueve de los actos oficiales por el 80 aniversario de la Liberación de París

TERCERAINFORMACION / 26.08.2024

Se cumplió nuevamente la sentencia en el 80 aniversario de la Liberación de Paris donde oficialmente fueron excluidos de las celebraciones oficiales del día 25 de Agosto en el acto oficial presidido por el presidente Macron.

Protagonismo exclusivo de los militares franceses en el 80 aniversario de la liberación de París. Foto Carlos de Urabá

El 24 de agosto de 1944 la columna Dronne entra en París en vanguardia de la 2 División Blindada del General Leclerc. El General Leclerc, al final de la tarde del 24 de agosto de 1944, se da cuenta que la Segunda DB espera frente a las defensas Nazis instaladas en las afueras del sur de la capital de Francia. Se han encontrado con sólidas barreras alemanas instaladas en el cruce de la Croix de Berny, en la prisión de Fresnes y en Bourg la Reine. Al analizar de que no podrá entrar en Paris el mismo día, da la orden al capitán Dronne, al mando de la Nueve, para que forme una columna con el fin de ir lo más rápido posible al centro de París y anunciar la llegada del resto de la división al día siguiente, el 25 de agosto de 1944. Dronne, contento de recibir tal orden, reúne a las fuerzas que le rodean. Acompañados por Georges Chevallier, un habitante de Antony, que dice conocer bien la periferia de Paris, los 170 hombres se infiltran por Hay les Roses, Cachan, Arcueil, la Porte de d’Italie. Un armenio de París, Lorenian Dikran, propone entonces sus servicios para guiarlos hasta el Hotel de Ville evitando los controles alemanes. Jeanne Borchet, inspectora de Correos en traje regional alsaciano, se sienta sobre el capot del jeep del capitán y abre la marcha que discurre por la calle Vistule, calle Baudricourt, muelle Henri IV, muelle Celestins, muelle del Hotel de Vielle. Son las 9 y 22 minutos. La avanzadilla no encontró ni un solo alemán, pero tuvo que abrirse difícilmente camino en medio de la multitud en pleno delirio. La emoción está en su punto más álgido. Las campanas de todas las iglesias parisinas repican al vuelo. La campana mayor de Notre Dame, “el gros bourdon” es opacada por el cántico de la Marsellesa entonada en la explanada.

Marcha de republicanos españoles antifascistas, comunistas y anarquistas en los 80 años de la Liberación de París. Foto de Carlos de Urabá

Los máximos protagonistas de la liberación de París fueron sin duda alguna los 116 combatientes de la Nueve incluyendo la 2 y 3 secciones de ataque más la sección de mando del III regimiento del Chad. Pero la cúpula militar francesa nunca ha estado de acuerdo con reconocer la verdad y prefieren mantenerlos en el anonimato.

En 1939, huyendo de los ejércitos franquistas, 500.000 republicanos españoles cruzaron los Pirineos hacia Francia. Muchos de ellos van a continuar la lucha antifascista. Estos milicianos republicanos querían justicia y venganza, rechazaban ser simples espectadores, sabiendo como el nazismo-aliado del franquismo- es el enemigo de la libertad. Por eso muchos de ellos se unieron a los maquis o se alistaron a los ejércitos aliados en las Fuerzas Francesas Libres.

Charanga Ventolin de Asturias. 80 aniversario de la liberación de París. Foto Carlos de Urabá

Entre ellos la Nueve, la 9 Compañía del III Regimiento de Marcha del Chad, al mando del Capitán Raymond Dronne, compuesta por 160 soldados, entre los cuales –en el desembarco en Normandía, el 4 de agosto de 1944-125 republicanos españoles mayoritariamente anarquistas. Al igual que todos los republicanos españoles, concebían la lucha por una Francia Libre como la continuidad de lo que había comenzado en España el 18 de julio de 1936, y esperaban- tal y como les prometieron los aliados- que les ayudarían a derrocar la dictadura del caudillo Francisco Franco. Participaron con la 2 DB en la Liberación de París, después de batirse heroicamente en el norte de Alençon y sobre todo en Écouché. La Nueve no detendría su lucha en Alsacia, donde sufriría muchas pérdidas, y los últimos supervivientes seguirán su campaña hasta el Nido del Águila de Hitler.

Uno de los hechos más vergonzosos es que el general de Gaulle-fundamentalista católico (su símbolo es la cruz de Lorena)  y confeso anticomunista-  intentó ocultar que la Novena fue la primera unidad de la Francia Libre -en la que sobresalían  comunistas y anarquistas republicanos- que entraron en París como vanguardia liberadora.

La memoria histórica de los antifascistas españoles exiliados en Francia; es la memoria de las luchas contra la opresión nazista y en pos de la libertad que es un solido baluarte contra la xenofobia y el racismo. Raymond Dronne, capitán de la Nueve: “vivimos minutos extraordinarios. Pero no podemos retrasarnos. Nuestra misión es dirigirnos lo más rápidamente posible al centro de Paris. Nuestra modesta columna no representa gran cosa en el plano militar. Pero es importante en el plano moral. Se trata de penetrar hasta el centro, de tomar contacto con el Estado Mayor del Paris Insurgente… ¿A dónde ir? Enseguida elijo el objetivo: Será el Hotel de Ville, porque desde un pasado lejano, el Hotel de Ville es un símbolo de las libertades parisinas, el corazón palpitante de todas las insurrecciones” Victoria Kent “¿y esos carros? ¿Mis ojos están viendo bien? ¿Son ellos? Sí, son los españoles. Veo la bandera tricolor republicana. Son ellos los que, después de haber atravesado África, llegan a los Campos Elíseos. Los tanques llevan nombres evocadores: Guadalajara, Teruel, y son los primeros que desfilan por la gran avenida. Parece un sueño… parece un sueño”.

Alcaldesa de París Anne Hidalgo. 80 años de la liberación de la capital por la Nueve republicana. Foto Carlos de Urabá

Capitán Dronne: “La Nueve eran 160 oficiales, suboficiales y soldados, articulados en tres secciones de combate cada una con cinco Half-traks y una cuarentena de combatientes, más la sección de mando. 90 eran españoles, de los cuales dos oficiales adjuntos y un suboficial. No era la única unidad en la que había españoles. Pero era la única donde las órdenes se daban prácticamente en español. La Nueve combatió con gloria y valor durante toda la campaña, a menudo en la primera línea, cada vez más unidos (a pesar de la diferencia de opiniones) más preocupados por conseguir la victoria, y siempre con la esperanza de regresar al país después de derrocar a Franco. Es con certeza una de las unidades que más sangre derramó en esta campaña: 40 muertos, 102 heridos, 1 desaparecido, 39 pies congelados. Muchos de los heridos se reincorporaban a la compañía lo más rápido posible, se escapaban del hospital si era necesario. Solo los que estaban gravemente heridos no pudieron volver”.

En el ochenta aniversario de la liberación de París con el objetivo de homenajear a los combatientes de la Nueve se realizaron varios actos conmemorativos: el 22 de agosto se inauguró la exposición de los retratos de los hombres de la Columna Dronne a cargo de Juan Chica-Ventura miembro fundador de la Asociación 24 de Agosto de 1944.

El 23 de agosto se llevó a cabo en el halle Blancs Manteaux el espectáculo musical de la Charanga Asturiana Ventolin de Gijón con la obra: “el pueblo español de la República Española en la Liberación de París”.

El 24 de agosto en la Poterne de Peupliers se develó una placa por parte de las autoridades francesas que indica el sitio exacto por donde la columna Dronne entró en París.

Homenaje a la Nueve. 80 años de la liberación de París. Foto Carlos de Urabá

Ya por la tarde la extraordinaria Charanga Ventolin de Asturias amenizó con canciones de la Guerra Civil española, un encuentro institucional en la Explanada des villes Compagnons de la Liberation, en honor a la Nueve y se inauguró una placa que recuerda la entrada de la llamada columna Dronne en el sur de París como vanguardia de las tropas Aliadas.  En el homenaje participaron la alcaldesa de París Anne Hidalgo, el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática de España  Ángel Víctor Torres, el embajador de España Victorio Redondo y diversas autoridades francesas aparte de las asociaciones del exilio republicano español y militantes antifascistas y anarquistas.

La alcaldesa de París, hija de exiliados andaluces, (cuyo padre fue condenado a muerte por Franco) en un sentido discurso expresó su agradecimiento a sus compatriotas de la Nueve, a los que era necesario reivindicar como los verdaderos liberadores de París. “París no debía ser incendiada como ordenó Hitler”. Muchos de los republicanos españoles que integraron la Nueve prefirieron durante décadas permanecer callados. Francia los dejó tirados en la cuneta, los traicionó y no les ayudo a derrocar al dictador Franco al finalizar la II Guerra Mundial. De la manera más infame la historia oficial ocultó su protagonismo en la liberación. Pero de todos es sabido que el pueblo francés colaboracionista con el nazismo prefirió cobardemente confraternizar con el invasor. A tal punto que fueron los Aliados: norteamericanos, ingleses, canadienses, australianos, españoles, polacos, griegos, daneses, y una mínima representación de la Fuerza de la Francia Libre, los que tuvieron que venir en su rescate. La resistencia francesa era irrelevante y sin el concurso de los voluntarios internacionalistas poco hubiera hecho por combatir al III Reich. 

Pero en el acto central del día 25 de agosto el discurso pronunciado por el presidente Macron fue muy claro al aseverar que fue el ejército francés con el general Leclerc a la cabeza quien liberó París, ignorando por completo la participación de los internacionalistas, tanto republicanos españoles, antifascistas y anarquistas. Apenas hizo una humillante mención de la Nueve como si se tratara de unos exóticos aventureros que se sumaron a la liberación.

Homenaje a la República Española. 80 años de la liberación de París. Foto Carlos de Urabá

Valga señalar que los republicanos españoles, las asociaciones de guerrilleros españoles o los militantes comunistas y anarquistas, incluida la charanga Ventolin no se les permitió el acceso al acto central acaparado por los militares franceses para que no les quitaran protagonismo. El presidente Macron los ninguneo, los despreció y solo permitió la presencia en el acto del 80 aniversario de la Liberación de París del embajador español, el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática Ángel Víctor Torres y demás cargos oficiales. Funcionarios de alto rango representantes del PSOE, un partido defensor de la Constitución del 78 y la monarquía impuesta por Franco y, por ende, enemigo de los revolucionarios que dieron sus vida por la liberación de París.

Los descendientes de los exiliados españoles en Francia siguen en la pelea para que la Nueve y la memoria de todos los extranjeros que permitieron esta victoria de la libertad y de la paz no caigan en el olvido

Carlos de Urabá 2024.

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Hegemonía neoliberal: la violencia simbólica del Poder

 

Los heraldos del liberal-progresismo no se cansan de promocionar las denominadas «luchas contra toda discriminación», pero no mencionan la más obscena de las discriminaciones, la de clase; y de hecho acaban legitimándola implícitamente.


Hegemonía neoliberal: la violencia simbólica del Poder


Diego Fusaro

El Viejo Topo

26 agosto, 2024 



A la luz de la hegemonía de los grupos dominantes se explica la, cada vez más evidente, redefinición de la Escuela y de la Universidad como avanzadillas del pensamiento único políticamente correcto (liberal-libertariotecno-científico y radical-progresista), dirigido a modelar a las generaciones más jóvenes según los dictados del nuevo orden mental. Se basa en lo que Joel Kotkin ha denominado gentry liberalism, el hodierno «liberalismo para las clases privilegiadas», funcional al dominio del reducidísimo círculo de globócratas de nivel superior.

La ironía despiadada de la que es capaz la Historia, encuentra su locus revelationis privilegiado en la metabolización del concepto gramsciano de «hegemonía» por parte de los hierofantes del orden neoliberal. Hegemonía, en el entramado de los Cuadernos de la cárcel, remite a un poder gestionado mediante el consenso y, por tanto, a través de la metabolización del orden dominante también por parte de aquellos que, desde el polo opuesto, deberían tener todo el interés en impugnarlo operativamente.

La hegemonía (del griego ἡγεμονικός, «aquello que tiene capacidad de mandar») alude, para Gramsci, a la capacidad de una clase para saber traducir sus propias reivindicaciones económicas en sentido político y cultural por vía de la «catarsis». Esta última coincide con el momento del delicado tránsito de lo económico a lo político, de lo objetivo a lo subjetivo o, con las palabras de los Cuadernos, «del momento meramente económico (o egoísta-pasional) al momento ético-político, esto es, la elaboración superior de la estructura en superestructura en la conciencia de los hombres”. Así entendida, la hegemonía se corresponde con una expresión de poder fundada esencialmente sobre el consenso, o sea en la capacidad de lograr –a través de la persuasión y la mediación cultural– la adhesión de un grupo a un determinado proyecto político-cultural.

El paradójico elemento gramsciano del neoliberalismo reside en las energías desplegadas en todas direcciones y en todos los ámbitos para ejercer la hegemonía, para colonizar el imaginario, para producir la conformidad universal al proyecto turbocapitalista y –con la fórmula thatcheriana– para «cambiar el alma» (change the soul) de las personas.

En suma, la estructura del orden mundial del turbocapitalismo genera a su propia imagen y semejanza la superestructura del nuevo orden mental de consumación, que los maîtres à penser del neoliberalismo se afanan con celo en implantar universalmente como mappa mundi de referencia también para las clases subalternas. Nunca antes los grupos dominados –defraudados de su visión y de su proyecto redentor– habían sido domeñados material y simbólicamente como hoy, resultando a un tiempo sumisos y subalternos. Es un teorema tan antiguo como la caverna umbría y brumosa de la que escribe Platón: el esclavo ideal es aquel que no sabe que lo es y que, además, habiendo introyectado su propio cautiverio, confundiéndolo con la única realidad posible, lucha con decisión en defensa de sus propias cadenas.

El mantra fundamental del orden hegemónico, del que descienden todos los demás, niega a priori la viabilidad o incluso la mera existencia de vías alternativas respecto a la neoliberal (there is no alternative). En este sentido, los apóstoles del evangelio competitivista liberal-financiero son adoradores y portaestandartes del «realismo capitalista» codificado por Mark Fisher. Se parecen –con la imagen de Brecht– a los pintores que cubren de naturalezas muertas las paredes de una nave que se está hundiendo; contribuyen a fortalecer y universalizar la sensación generalizada de que el capitalismo, como régimen de producción y existencia, es el único paradigma social, político y económico viable y que, en consecuencia, es imposible siquiera imaginar una alternativa coherente.

A esta función hegemonizante responden los múltiples «tanques de pensamiento» (think tanks) liberal-globalistas que, generosamente financiados por los grupos dominantes, jalonan Occidente: desde el Cato Institute hasta la Heritage Foundation en Estados Unidos; desde el Adam Smith Institute hasta el Institute of Economic Affairs en Gran Bretaña; desde la Mont Pelerin Society, fundada en Suiza en 1947, hasta las Bilderberg Conferences, iniciadas en Holanda en 1952, o la Trilateral Commission nacida en 1973; sin olvidar a los “tanks” académicos, como las universidades Bocconi y LUISS en Italia, o la London School of Economics y la London Business School en Inglaterra, o el Insead en Francia y muchos otros repartidos a lo largo y ancho del planeta. Todos ellos están especializados en propagar las mainstream economics de tipo neoliberal, la ontología de la intransformabilidad de lo real, la antropología transhumanista del liberal-progresismo y los módulos del pensamiento único políticamente correcto.

Los puntos de referencia de los citados «tanques de pensamiento» son, en el plano teórico, economistas de ortodoxa fe liberal de la escuela austriaca (como von Mises y von Hayek), de la escuela de Friburgo (como Roepke y Eucken) y, sucesivamente, de la escuela de Chicago (como Frank Knight y Milton Friedman); que han sostenido y difundido en cada etapa las tesis fundacionales de la religión económica actual, según las cuales resultan iniciativas funestas la intervención estatal en la economía, el desarrollo del Estado social y, por ende, el excesivo poder atribuido a los sindicatos.

Naturalmente, en la hegemonización neoliberal del espacio político y discursivo, no es menos relevante el papel desempeñado por los medios de comunicación (radio, televisión y periódicos), también administrados en régimen monopolístico por los grupos dominantes. Como hemos recordado en otras ocasiones, el “campo mediático” del que hablaba Bordieu, esto es, la unión de la clase dominante y los administradores de las superestructuras, da origen a lo que Michéa definió como «el Partido de los Medios y del Dinero».

Los «think tanks«, responsables de reforzar la hegemonía neoliberal y el dominio simbólico, vehiculan los esquemas de pensamiento de la globalización neoliberal como el único modelo posible y, al mismo tiempo –a modo de colofón de una teología económica de la desigualdad sin precedentes–, expanden científicamente el sentimiento de culpa entre la población. Hacen creer a quienes sufren la crisis y la embestida neoliberal, que han contribuido a producirlas y, de hecho, que son los principales responsables de ellas. Ya advertía Dante, en el Convivio, que «el azote de la fortuna suele ser muchas veces injustamente imputado al azotado».

En este horizonte de sentido, entre los teoremas fundamentales de los maîtres à penser del neoliberalismo figura aquel que asegura que la crisis, la inestabilidad y la deuda derivan del hecho de que las clases nacional-populares han vivido injustificadamente durante demasiado tiempo «por encima de sus posibilidades». Una vez más, los efectos deleznables del orden neoliberal se atribuyen a la negligencia de quienes más los sufren, induciéndoles después a aceptar dócilmente la «terapia» de austeridad, de reducción del gasto público y de recorte salarial. El proyecto político neoliberal, de agresión desde arriba en perjuicio de los grupos dominados, se justifica ideológicamente como una inevitable respuesta económica a su conducta irresponsable. Y, a la par, la ofensiva contra los derechos se pasa de contrabando como una lucha contra los privilegios de quienes estaban acostumbrados a «vivir más allá de sus propios recursos». Por esta razón, siguiendo a Gramsci, el conflicto contra el neoliberalismo debe necesariamente configurarse también como una batalla cultural librada contra su hegemonía.

La clase turbofinanciera de los globalizadores y los banqueros, que cada vez más aparece y actúa como poseedora del monopolio planetario de la moneda, genera dinero ex nihilo y, valiéndose de él, sustrae poder adquisitivo de la sociedad sin darle nada a cambio: rectius, lo presta con intereses y luego se reembolsa con el dinero producido mediante el trabajo de la clase dominada nacional-popular.

De esta manera, la élite turbobancaria se apropia rápidamente de los activos reales de la sociedad, contraponiendo a las clases que viven de su propio trabajo, su dominio financiero basado en las nuevas figuras del capital usurario y bancocrático. Por este motivo, resultan verba ventis las esperanzas de las «almas bellas» que pretenden reformar el sistema bancario gravándolo y regulándolo: el problema nodal conduciría, de hecho, a la completa supresión del poder de la banca privada para crear dinero de la nada en cantidades (y en modalidades) ilimitadas. Para expresarlo con una imagen balística, no basta con pedir a quienes apuntan su fusil contra el precariado que limiten su uso y lo utilicen con mayor benevolencia: es preciso desarmarlos, para que ya no puedan disparar estructuralmente a los condenados de la globalización. También en esto radica la preferencia de la vía marxiana respecto a la keynesiana.

El sistema bancario impone la esclavitud utilizando el instrumento de la deuda, en formas cada vez más cercanas a la usura. Encierra a quienes piden un préstamo en un vínculo inextinguible que los expropia gradualmente de casi todo y que, actuando como un verdadero método de gobierno de las existencias, configura su subjetividad según la nueva figura del homo indebitatus. Este, como ya predijo Pound, está dominado a través de la deuda y condenado a adaptarse dócilmente a las exigencias sistémicas, aprisionado por cadenas invisibles que lo sentencian a la dependencia integral del sistema financiero.

El sistema bancario de deuda se cuenta hoy, en efecto, entre los instrumentos privilegiados con los que la nueva élite neo-feudal plutocrática impone y organiza su propio dominio.

En particular, la esclavitud (formalmente libre) que se extiende en el nuevo mundo tecno-feudal, se rige no sólo por la ficción jurídica del contrato precario, sino también por el dispositivo de la deuda y de esa usura que «ofende la divina bondad» (Inferno, XI, vv . 95-96); y que, inapelablemente condenada por algunos «espíritus magnos» de la conciencia filosófica occidental (desde Aristóteles a Santo Tomás), se hace en este momento extraordinariamente presente en el escenario global.

Como sabemos, Dante dedicó frases durísimas contra los clérigos ávidos de rentas, sosteniendo que tal avaricia desagrada a Dios aún más, si es posible, que la usura misma: «pero la usura no se alza tan grave / contra la complacencia de Dios, como aquel fruto / que hace enloquecer el corazón de los monjes” (Paradiso, XXII, 79-81). Con las palabras de la Summa Theologiae de Tomás de Aquino (II, II, q. 77, a. 4), toda actividad económica que no sea funcional a la communitas, al bonum commune y al valor de uso quandam turpitudem habet (“tiene cierta vileza”). Aún más radical que el Aquinate fue San Ambrosio: captans annonam maledictus in plebe sit (“el que se aprovecha en el mercado es maldito entre el pueblo”).

Puede causar estupor que la era del turbocapitalismo, tan sensible a la violencia, a la discriminación y al terrorismo, encuentre fisiológica y normal la inaudita violencia del fanatismo financiero, que está provocando la hecatombe de trabajadores y ahorradores, de Estados y pueblos. Los heraldos del liberal-progresismo, que no se cansan de promocionar las denominadas «luchas contra toda discriminación», ni siquiera mencionan la más obscena de las discriminaciones, la de clase; y de hecho, con su modus operandi, acaban más o menos legitimándola implícitamente, dando a entender que son otras las contradicciones contra las que deberían dirigirse la crítica y la acción. No sorprende, por tanto, como ha evidenciado Carl Rhodes en Woke Capitalism, que los grandes filantrocapitalistas que se adhieren celosamente a las batallas arcoíris y verdes sean, en muchos casos, los mismos que practican las formas más abyectas de explotación y de extracción del plustrabajo.

Históricamente, en la época posterior a 1648, la economía se presentaba como el “reino de los medios”, y la política –con fórmula libremente tomada del vocabulario kantiano– como el «reino de los fines» (Reich der Zwecke). En el contexto del turbocapitalismo tecno-feudal post-1989, la relación se ha invertido: la economía financiarizada se ha convertido en el “reino de los fines”, que dispone de la política como “reino de los medios” con el objetivo de proteger los intereses materiales de la power elite competitivista. Esto, por otra parte, se produce en paralelo con la práctica, largamente utilizada, de la legislation shopping, o sea del pago en beneficio de los parlamentarios a fin de que voten las leyes favorables a las clases dominantes (así se comprende mejor el sentido de la expresión capital rules).

Lo corrobora palpablemente, entre otras cosas, la conocida carta que el BCE dirigió el 5 de agosto de 2011 –dies nigro signanda lapillo– al Gobierno italiano. Le imponía, sin perífrasis y sin negociación posible, la línea guía para las reformas bajo el signo de la reducción del gasto público, de la privatización de los bienes públicos y del resto de transformaciones de matriz liberal. Entre las prescripciones del documento -y citamos per tabulas– encontramos el «aumento de la competencia», la «competitividad», la «plena liberalización de los servicios públicos locales y de los servicios profesionales», las «privatizaciones a gran escala», y la exigencia de «reformar ulteriormente el sistema de negociación salarial colectiva» de cara a «recortar los salarios y las condiciones de trabajo conforme a las exigencias específicas de las empresas».

Los Bancos centrales se han constituido en red global, que tiene por patrón al Bank for International Settlements de Basilea, y se han vuelto independientes de las naciones. Por contra, han hecho a las naciones cada vez más dependientes del sistema bancario globalizado. Además, las han sometido exponencialmente a una deuda asesina e inmoral, porque es congénitamente inextinguible y tiende a fungir como dispositivo de captura para los individuos, para los pueblos y para las naciones. En esta tesitura, resuena de nuevo la provocativa pregunta de Brecht: «¿para qué mandar asesinos cuando podemos enviar usureros?».

Es desde esta perspectiva como se entiende la tendencia coesencial al turbocapitalismo financiero que –en la apoteosis de la impotencia del hombre y la ultrapotencia del aparato técnico– tiende a desmonetizar la economía y financiarizarla integralmente, transfiriéndola a los circuitos bancarios de la especulación. De esta forma –y es el enésimo lugar epifánico de la verdadera esencia del capitalismo absoluto– no se genera desarrollo, sino sólo lucro para las fuerzas del mercado que extraen la riqueza de manera rapaz y parasitaria de la vida y el trabajo de la «sociedad real».

 

Fuente: Posmodernia

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Alemania: no hay guerra sin estado de guerra

 

Alemania: no hay guerra sin estado de guerra

 

Diario octubre / agosto 25, 2024


En los Estados imperialistas, siempre que hay una guerra hay un estado de guerra. A la lucha contra el enemigo exterior le compaña la lucha contra el enemigo interior, que es la población propia. Se acaba la zanahoria y llega el palo y tentetieso, el fin de las libertades fundamentales y las porras de la policía.

Ese es exactamente el panorama que se está viendo en las calles de Europa, con la manifestaciones de solidaridad con Palestina.

En previsión de que en el futuro las protestas populares vayan a más, Alemania prepara la ley marcial, fortalece la legislación antiterrorista y liquida los últimos restos de los derechos constitucionales, como el derecho a la inviolabilidad del domicilio.

El artículo 13 de la Constitución alemana protege el domicilio y el derecho a la intimidad, excepto en casos de “peligro inminente”. Además, los registros solo están permitidos si la policía informa explícitamente al interesado de las sospechas concretas en su contra y del objetivo del registro. El periódico Der Spiegel revela que eso está a punto de finalizar (*).

El proyecto de ley que prepara el gobierno pasa por encima de estos derechos, expande las facultades de la policía y legaliza la “patada en la puerta”. La policía podrá entrar secretamente en los hogares, así como espiar las comunicaciones y piratear los ordenadores y móviles.

Es la legalización del fascismo, que la fiscalía y los medios justifican con la entelequia del “terrorismo islamista”, es decir, los atentados de bandera falsa que los propios servicios secretos occidentales han impulsado.

(*) https://www.spiegel.de/politik/deutschland/bka-entwurf-geheime-durchsuchungen-von-wohnungen-sollen-erlaubt-werden-a-97798e70-d025-4815-82a3-55ebb6d3ecb4

Fuente: mpr21.info

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