miércoles, 15 de julio de 2015

GRECIA. NO HAY MEDIAS TINTAS. ECHAMOS A LA TROIKA MAFIOSA (PP Y PSOE EN SU VERSIÓN ESPAÑOLA) O LA RUINA DE LOS ÚNICOS QUE CREAN LA RIQUEZA, LOS TRABAJADORES ES SEGURA



Grecia se construye en Europa

Syriza se ha rendido, es el momento de reforzar las resistencias populares



Rebelión
Diagonal
15.07.2015


Durante dos semanas, el tiempo político se ha condensado en Grecia, y los ciudadanos vivieron en situaciones límite, luchando contra fuerzas que parecen mucho más allá de su control. El 27 de junio, el gobierno liderado por Syriza sometió el ultimátum de los acreedores a referéndum e hizo campaña para el 'no'. El resultado del referéndum –un rechazo rotundo de la austeridad perpetua y la continuada servidumbre por endeudamiento– pasará a la historia como un momento excepcional de dignidad de un pueblo que está bajo ataque por los acreedores europeos y la élite griega.

A pesar de los matices patrióticos, este resultado fue la culminación de cinco años de resistencia a la degradación constante de nuestras vidas. Significó escapar del dominio de los medios de comunicación, superar el miedo y hacer escuchar la voz del pueblo. Ratificó el descrédito absoluto de las élites políticas que han estado gobernando desde la transición democrática de 1974, que hicieron campaña por el 'sí'.

Por otra parte, el resultado reveló una sociedad dividida según la clase: las clases medias y bajas, que hasta ahora han asumido prácticamente todo el coste de la austeridad y el ajuste estructural, votaron abrumadoramente 'no'. Sin embargo, el resultado resiste todos los intentos de los partidos políticos de capitalizarlo; es la negación categórica del presente arreglo político y económico, la negación que necesariamente precede todos los actos de autodeterminación social.

Sin embargo, menos de una semana después del referéndum, el gobierno griego presentó una nueva propuesta de financiación a sus acreedores, ligada a un paquete de medidas de austeridad aún más duras que las rechazadas en el referéndum. Después de un fin de semana de "negociaciones", que reveló una división entre los acreedores de Grecia, se llegó en la madrugada del lunes a un acuerdo humillante, que convierte a Grecia en una colonia de deuda europea.

Pero ¿cómo fue que este 'no' se transformó en un 'sí' en cuestión de días?

El dilema de Syriza

Como muchos analistas preveían, la estrategia del gobierno de utilizar el veredicto popular como medio de presión en las negociaciones fracasó. Al regresar a la mesa de negociación, los acreedores de línea dura, reunidos alrededor del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble,dejaron claro que están dispuestos a permitir que Grecia quiebre –con todas las implicaciones económicas y políticas que ello tendría para la Eurozona– antes de ver la más mínima grieta en la disciplina neoliberal de austeridad.

El gobierno liderado por Syriza se encontró en un dilema duro y apremiante: o bien aceptar la implementación de un nuevo programa de ajuste neoliberal, o tener que asumir el coste político de una quiebra, con todos los efectos desastrosos sobre la población griega que tal desenlace supondría.

Se optó por lo primero, poniendo así oficialmente fin a estos cinco meses de enfrentamiento entre el gobierno griego y sus llamados "socios" europeos. Los términos de la capitulación son dolorosos, ya que van en contra de la totalidad de las promesas electorales de Syriza: el nuevo memorándum es quizá más duro que los dos anteriores, un experimento extremo de ingeniería social y de redistribución de la riqueza a favor de los poderosos. Mantiene muchas de las medidas injustas aplicadas por los gobiernos anteriores, como ENFIA, un impuesto transversal a la pequeña propiedad que ha convertido a las familias de clase baja en inquilinos dentro de sus propias casas, o la abolición del límite de ingresos no imponibles para los trabajadores por cuenta propia, que hace imposible que los trabajadores cualificados consigan salir de la trampa del desempleo.

El nuevo acuerdo también reafirma el papel de TAIPED, y posiblemente, le cambia el nombre. Se trata de una institución creada para vender todos los activos públicos, sobre todo las infraestructuras básicas, como puertos, aeropuertos y la empresa de la infraestructura eléctrica. Además, el acuerdo exige la abolición de la moratoria a los desahucios, abriendo el camino para una operación de expolio que amenaza con provocar un desastre humanitario, como bien sabemos por la experiencia española. Además de eso, se prevé un aumento de los impuestos indirectos, un alza en los precios de los alimentos y el transporte, así como recortes en los salarios y las pensiones a través de un aumento de las contribuciones de seguridad social.

En definitiva, un paquete de medidas destinadas a comprimir aún más las clases medias y bajas, aumentar la recesión y el desempleo, destruir las pequeñas y medianas empresas, que constituyen la columna vertebral de la economía griega, y entregar todos los activos públicos y bienes comunes al capital transnacional. A la vez perpetuando la depresión y aumentando la deuda, paralizando efectivamente la economía de Grecia y destruyendo la capacidad del país para salir de la crisis por su propio pie.

Los acreedores hicieron todo lo posible para asegurarse de que las medidas son tan punitivas como fuera posible. Para humillar aún más a sus oponentes, exigieron la votación inmediata de leyes de reforma y el regreso a Atenas de los supervisores de la Troika, que fueron expulsados por el gobierno durante las primeras etapas de la negociación.

Los argumentos de los oficiales del gobierno y los cuadros del partido que defienden los aspectos "positivos" del acuerdo son irrisorios, ya que hacen eco a los argumentos de los gobiernos anteriores, que repetían que la austeridad ampliaba las perspectivas a largo plazo para la economía griega y que el coste del ajuste no sería transferido a los más desfavorecidos. Es más honesto ver el acuerdo como lo que es: una operación de desposesión a gran escala, un sacrificio de todo un país para defender el engaño sobre el que se construyó la Eurozona.

Parece que el gobierno de "salvación nacional" de Syriza ha llegado al final de su trayecto. Está llamado a votar e implementar un plan de austeridad que no sólo hace caso omiso de la lucha de los movimientos anti-austeridad de los últimos cinco años, de los cuales Syriza formo anteriormente parte, sino que también traiciona el veredicto del 61% de los griegos que votó en contra de la austeridad sólo una semana antes.

Por supuesto, se podría argumentar que se trata de una apuesta colectiva que ha salido mal, y frente al chantaje de los "socios", el gobierno eligió la salida menos dolorosa. No hay duda de que un Grexit desordenado, junto con las medidas punitivas que serían empleadas por los extremistas neoliberales para hacer de los griegos un ejemplo, sería a corto plazo un desastre, sobre todo para las clases populares. En cualquier caso, los desenlaces políticos serán rápidos: el gobierno seguramente será remodelado o reemplazado, y Syriza se enfrentará a una división interna que podría significar el fin de este partido en su forma actual.

Una relación contradictoria

Durante los últimos tres años, los movimientos sociales de base en Grecia han tenido una actitud profundamente contradictoria ante el ascenso electoral de Syriza. Por un lado, la perspectiva de un gobierno de izquierda fue una oportunidad para llevar el conflicto a nivel institucional; después de todo, muchas de las demandas de las luchas se reflejaron en el programa de Syriza y el partido siempre mantuvo un perfil cercano a los movimientos.

Por otro lado, Syriza ha sido un agente de desmovilización, poniendo fin a la crisis de legitimación que dio un papel protagonista a la creatividad social y la autodeterminación de los movimientos, y ha promovido la institucionalización de las luchas, la marginación de las demandas que no encajaban con su proyecto de gestión estatal, y la restitución de la lógica de la representación y delegación política, que promovió la inacción y la complacencia.

Al mismo tiempo, Syriza cultivó la ilusión de que la transformación social real era posible sin romper con los mecanismos de la dominación capitalista, sin poner en cuestión el paradigma económico dominante, sin la construcción de alternativas concretas a las instituciones capitalistas desde abajo, sin siquiera cuestionar la permanencia del país dentro de una unión monetaria que por diseño favorece las economías del Norte, orientadas a la exportación, en detrimento de la periferia europea.

Los líderes de Syriza se disociaron de las bases del partido y de sus antiguos aliados dentro de los movimientos, y se resistieron tenazmente a abrir un debate público referente a la elaboración de un 'Plan B' fuera de la Eurozona, por si el 'Plan A' de "fin a la austeridad dentro de la eurozona" fallase, por temor a que esto fuera utilizado en su contra por la oposición pro-austeridad como prueba de que tenían una agenda oculta desde el principio.
Por desgracia, los acontecimientos recientes tienden a dar la razón a los que sostenían que, dada la deslegitimación y la fragilidad extrema del gobierno anterior, un nuevo memorándum sólo era posible a través de un nuevo y popular gobierno ‘progresista’. Este es probablemente el papel que Syriza acabó jugando involuntariamente, usando sus amplias reservas de capital político.

Levantando el velo de la ilusión

El hecho de que Syriza no consiguió cumplir ninguna de sus promesas electorales o revertir la lógica de austeridad levanta el velo de ilusión respecto a las soluciones institucionales desde arriba y deja a los movimientos de base exactamente donde comenzaron: siendo la principal fuerza antagónica al asalto neoliberal a la sociedad y la única fuerza capaz de imaginar un mundo diferente que va más allá de las instituciones fallidas del mercado capitalista depredador y la democracia representativa.

Sin lugar a dudas muchos activistas honestos y comprometidos están vinculados a las bases partidistas de Syriza. Es ahora su tarea reconocer el fracaso del plan de Syriza y resistir los esfuerzos del gobierno para vender el nuevo memorándum como un desarrollo positivo o inevitable. Si Syriza, o una parte mayoritaria del mismo, decide permanecer en el poder –en este conjunto gubernamental o en algún otro, más servil, establecido por los acreedores– y supervisar la aplicación de este brutal memorándum, es la tarea de la bases del partido rebelarse y unirse con otras fuerzas sociales en busca de una salida a la barbarie, a romper filas de un partido que podría ser rápidamente convertido de una fuerza de cambio en un administrador reacio de un sistema brutal sobre el cual no tiene ningún control.

El papel de la Izquierda –definida en términos amplios– no es la de un administrador más benévolo de la barbarie capitalista: después de todo, ese era el propósito original de la socialdemocracia, un proyecto que se agotó ya en la década de los 80. No puede haber "austeridad con rostro humano": la ingeniería social neoliberal es un ataque a la dignidad humana y a los bienes comunes en todas sus manifestaciones, de derecha o de izquierda.

He argumentado en otro lugar que el 'no' en el referéndum de la semana pasada fue ambivalente, y la lucha para darle sentido acaba de empezar. Horas después del anuncio de los resultados, el primer ministro Tsipras interpretó el veredicto popular como un mandato para "mantenerse dentro de la Eurozona a cualquier precio'. Es evidente, sin embargo, que el nuevo paquete de 'rescate', está fuera de su mandato: el Plan A, el único plan de Syriza, que vaticinaba el fin de la austeridad sin un enfrentamiento con los poderes fácticos ha fracasado totalmente.

El Plan B, promovido en diversas formas por Antarsya, el Partido Comunista y la propia Plataforma de Izquierda de Syriza aboga por una recapacitación productiva fuera de la Eurozona. Aunque se hace cada vez más popular después de que la inflexibilidad del proyecto europeo se ha hecho evidente, todavía es un plan productivista, centrado en el Estado, de arriba hacia abajo, que no pone en tela de juicio los significados dominantes del capitalismo: el crecimiento capitalista sin fin, la economía extractiva, la expansión de la producción, el crédito y el consumo. Por otra parte, mediante el atrincheramiento nacional que promueve, conlleva el peligro de desviaciones autoritarias.

Un punto de inflexión decisivo

Como siempre, la crisis griega es un punto de inflexión referente al futuro del proyecto europeo. Los representantes de la línea dura en la Eurozona insisten en culpar a la gente de la periferia europea por los defectos estructurales de la moneda común y por su propia insistencia en socializar la deuda privada a través de los eufemísticamente llamados "paquetes de rescate". Al mismo tiempo, están envenenando las mentes de la gente del norte de Europa con un discurso moralista neocolonial propagado a través de los medios de comunicación.

La percepción de pérdida del poder político sobre su propia vida está haciendo que muchos europeos den un giro hacia partidos xenófobos y reaccionarios que prometen un retorno al Estado-Nación autoritario. La izquierda europea mira con perplejidad como sus esperanzas de una UE basada en la solidaridad y la justicia social se desvanecen junto con los esfuerzos de Syriza de negociar una salida humana de la crisis de la deuda griega.

Es el momento oportuno para que una amplia alianza de fuerzas sociales lleve adelante un "Plan C", basado en la colaboración social, el autogobierno descentralizado y la administración de los bienes comunes. Sin pasar por alto su importancia, la política electoral nacional no es el campo privilegiado de acción cuando se trata de la transformación social.

La extinción de la democracia en Europa debe complementarse por el fortalecimiento de las comunidades auto-organizadas a nivel local y el establecimiento de fuertes lazos entre ellos, junto con un giro hacia una economía basada en la solidaridad y las necesidades humanas, y la gestión y defensa colectiva de los bienes comunes. El contrapoder social de los oprimidos debe enfrentar el poder social del capital directamente en su espacio privilegiado: la vida cotidiana.

En Grecia, después de dar una vuelta completa, el debate sobre nuestro futuro más allá de la austeridad acaba de empezar. El rotundo 61% de rechazo a la austeridad sirve para recordarnos que este debate es urgente, y la reactivación de los movimientos sociales que prefiguran nuevas relaciones sociales construidas desde abajo es inminente, después de algunos años de relativa desmovilización. Tenemos por delante un nuevo ciclo de resistencia creativa, de forjar sujetos colectivos y de experimentación incansable por la transformación de nuestra realidad desde abajo.

Theodoros Karyotis es sociólogo, traductor y activista que participa en movimientos sociales que promueven la autogestión, la economía solidaria y la defensa de los comunes. Escribe en autonomias.net y tuitea en twitter.com/TebeoTeo

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/panorama/27337-syriza-se-ha-rendido-es-momento-reforzar-resistencias-populares.html

*++

GRECIA: ATRACO A MANO LEGAL DE LOS BANCOS A GRECIA QUE RAJOY CONSIDERA UN ATRACO EQUILIBRADO Y SOLO ESPERA QUE LOS GRIEGOS SE DEJEN ATRACAR


Activos públicos griegos vendidos a un banco alemán del que Schaeuble es presidente

POR EL COMUNISTA 


Para salvar su economía en ruinas, Grecia se vio obligada a entregar sus bienes públicos a un fondo externo controlado por un banco alemán, dirigido por el propio Herr Wolfgang Schaeuble.
Grecia y sus acreedores internacionales llegaron a un acuerdo después de largas negociaciones durante el fin de semana pasado. La nación mediterránea con problemas de liquidez ahora recibirá un rescate de 95 mil millones de € durante los próximos tres años a cambio de reformas económicas muy duras.
Sin embargo, el acuerdo no llegó tan fácilmente para Grecia. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, propuso que  € 50 mil millones  de los activos públicos griegos deben ser transferidos a un fondo externo y privatizados en el tiempo.
En esencia, esto significa que Grecia debe entregar sus activos públicos  de 50 mil millones de euros al fondo alemán, propiedad del gobierno griego para ser vendidos por los alemanes.
El fondo se denomina ‘Institución para el Crecimiento’ y está controlado por el banco alemán KfW, un banco de desarrollo del gobierno alemán con sede en Frankfurt. Ahora aquí es donde las cosas se ponen incómodas: el actual Presidente de la ‘Institución para el Crecimiento’ no es otro que el propio Schaeuble.
El movimiento puede ser interpretado como que incide sobre la soberanía de Grecia. Sin embargo ¿qué realmente puede hacer la nación mediterránea? La moral de la historia es simple:  o se doblan a la voluntad de Alemania, o  su economía será destruida.
*++


ANTES DE LA MISERIA TOTAL Y EL FRACCIONAMIENTO SOCIAL Y LA VIOLENCIA MATERIAL IRREVERSIBLE, HAY QUE QUITARLES EL PODER POLÍTICO AL PP Y A LOS JEFES DEL PSOE


AHORA EN COMÚN – INVITACIÓN A LA CONFLUENCIA
Ahora en común, una marea confluyente para ganar las elecciones generales
La necesidad de una candidatura de la gente y para la gente con ambición de transformar en común nuestro país es un clamor en las calles. Ahora en común es el nombre de un sueño que late en el corazón de una ciudadanía que anhela el cambio.
Los nuevos ayuntamientos han demostrado que los procesos participativos, hechos desde abajo, desatan la confianza y la ilusión, desbordando las campañas electorales hasta recuperar las instituciones para la gente. Ahora Madrid, Barcelona en Comú, Zaragoza en Común, Por Cádiz Sí Se Puede, las mareas y las demás candidaturas de confluencia nos muestran el camino para cambiar no sólo los municipios sino también el conjunto del Estado.
Creemos posible e ineludible anteponer lo que nos une a lo que nos diferencia para llegar a un acuerdo en torno a una serie de puntos programáticos de sentido común que reflejen el consenso social de nuestro tiempo: la necesidad de recuperar la soberanía, regenerar y profundizar la democracia, restituir la decencia y la transparencia en el ejercicio de la función pública, defender la universalidad de los derechos humanos (educación, sanidad, alimentación, vivienda y trabajo) y establecer la dignidad, la igualdad, la sostenibilidad, la participación y la justicia como principios rectores de la nueva política que exigen los retos y oportunidades del siglo XXI.
Ahora en común es una iniciativa ciudadana inspirada por la creencia de que el éxito está en la unión de la diversidad y que, consecuentemente, quiere crear espacios amplios, en los cuales todas las personas y fuerzas políticas que apuestan por el cambio, se sientan cómodas trabajando en común, mediante un método inclusivo y democrático que garantice la pluralidad y la equidad en el proceso de elección de los candidatos y candidatas.
Ahora es el momento de construir una marea ciudadana por la confluencia capaz de continuar con la senda de cambio de los nuevos Ayuntamientos, ganar las elecciones generales e inaugurar una era de Gobierno de las personas y para las personas.
Ahora en común. ¡Sí se puede!


GRECIA. CON EL PUEBLO O CONTRA EL PUEBLO, NO HAY MÁS



GOLPE DE ESTADO EN GRECIA


Rebelión
14.07.2015

En Grecia ganó las últimas elecciones Syriza con un programa que pretendía sacar a la economía griega de la crisis en la que estaba sumida con una receta distinta a la de la austeridad, que es la que se ha venido aplicando en todos los países de la UE. La austeridad -en forma de privatizaciones, recortes salariales, y desregularización del mercado de trabajo- se ha mostrado como una vía completamente ineficaz para resolver los problemas que amenazan a la población europea (el creciente paro, la desigualdad social, la deuda), problemas que están teniendo consecuencias catastróficas inmediatas sobre la vida de las personas. Los gobiernos anteriores al de Syriza aplicaron disciplinadamente las recetas dictadas por la Troika, (BCE, FMI y CE), una alianza de organismos que se encuentra fuera del control democrático, y que vela por los intereses de los llamadosmercados -los poderes económicos y financieros. La Troika pone una serie de condiciones a los gobiernos a cambio de recibir los rescates financieros que impiden que la banca pierda liquidez y evitando que la economía del país llegue a una situación de bancarrota. Así ha sucedido en Grecia durante los últimos años. Pero, hay que tener muy en cuenta que no se trata de rescates que favorezcan a la población, por mucho que nuestros dirigentes políticos estén intentando vender la idea de que los países de la UE hemos sido muy solidarios con Grecia, un país, al parecer, lleno de vagos y de funcionarios multimillonarios, que han estado viviendo a costa de los trabajadores europeos. 

Lo que se ha rescatado en Grecia ha sido a las entidades financieras, y en realidad, a los bancos alemanes y franceses, principales tenedores de deuda pública griega. Así lo ha reconocido en una carta Olivier Blanchard, principal economista del FMI, quien dice expresamente que la mayor parte de los rescates ha ido a parar a bancos con sede en Francia y Alemania. La increíblemente grande deuda griega tiene su origen no en el gasto público, sino en la transformación en deuda pública de la deuda privada generada por la banca. El problema de la deuda es una especie de espiral infinita, pues para impedir la quiebra de la economía se acude a nuevos rescates financieros, cuyos intereses se suman a la deuda ya existente, deuda que tiene que pagar el Estado, es decir, la gente. Sin duda, la deuda funciona como un eficaz instrumento de chantaje político: tu economía se está hundiendo y estás en peligro de dejar de ser solvente. Te puedo prestar dinero para salvar tu sistema financiero, pero a cambio tienes que hacer lo que yo te ordene, con independencia de lo que quieran tus electores. Así funciona en este momento la UE.

¿Cómo salir de la espiral? Syriza ganó las elecciones con un programa en el que se comprometía a emprender un camino distinto. Para solucionar los problemas de la economía griega Syriza planteaba la necesidad de llevar a cabo una serie de reformas en la economía que favorecieran los intereses del pueblo griego, obedeciendo así el mandato principal de todo gobierno democrático. Para ello es imprescindible buscar una solución al problema de la deuda pública, que actualmente representa el 180 % del PIB. La solución pasa por una reestructuración de la deuda, que puede llevarse a cabo de distintas maneras: en forma de quita, a través de moratorias o a través de una rebaja de los tipos de interés. 

Que la solución pasa por la reestructuración lo han dicho muchos economistas, e incluso el FMI ha hablado de la necesidad de una quita. Lo que el gobierno de Syriza ha planteado desde el principio es, pues, algo de sentido común, como han declarado muchos economistas, algunos de ellos premios nobel en economía, y no la ocurrencia de unos fanáticos, como quieren hacer pensar a la opinión pública las elites europeas, empresa a la que están contribuyendo eficazmente los medios de comunicación, y algunos intelectuales, como por ejemplo en nuestro país Fernando Savater que ha escrito hace unos días un repugnante artículo en El Pais en el que acusa a Syriza de haber apelado a la “bestia sarnosa del nacionalismo” por haber convocado un referendum democrático. La única salida posible pasa por una reestructuración de la deuda griega, porque el pago de la deuda y de los intereses mantienen a la economía griega completamente ahogada. 

Para poder llevar a cabo reformas en la economía e incentivar el crecimiento económico, el Estado tiene que poder invertir en gasto público, pero si todos sus ingresos se dedican al pago de los intereses de la deuda difícilmente va a poder hacerlo. La solución económica existe. Porque ante lo que estamos no es ante un problema técnico o económico, sino ante un problema de orden político, en el que se está jugando, nada menos que la posibilidad de la democracia. Y es un problema que no sólo afecta a Grecia, sino que afecta a toda la UE.

El Eurogrupo, que en un momento de las negociaciones llegó a expulsar al anterior ministro de finanzas griego Yannis Varoufakis de una reunión, comportándose como un verdadero cártel mafioso, ha estado jugando con la amenaza de la expulsión de la zona euro a Grecia si su gobierno no capitulaba y cumplía obediente las condiciones impuestas por Alemania, condiciones que de ser aceptadas suponen renunciar a las medidas con las que ganó las elecciones. Ante el chantaje el gobierno griego convocó un referendum -algo insólito en la UE, donde los gobiernos nos tienen acostumbrados a una disciplina militar frente a los mandatos de la Troika- para preguntar a su pueblo sobre el acuerdo que en aquel momento estaba sobre la mesa. El No ganó de manera rotunda, a pesar de que desde el anuncio del referendum se emprendió la guerra mediática más salvaje que se pueda imaginar a favor del Sí. De nuevo hemos visto a los medios de comunicación, a los políticos y a los intelectuales menospreciar, insultar y acusar de falta de responsabilidad al primer ministro griego Alexis Tsipras. Por poner tan sólo un ejemplo, la que fuera ministra de sanidad del último gobierno del PSOE, Trinidad Jiménez, en el programa de Ana Pastor en el que se analizaban los resultados del referendum griego, se permitió decir públicamente, en la televisión, que lo que había que exigir a Tsipras para que se llegara a un acuerdo era sentido de la responsabilidad, y enterarse de cómo funciona la maquinaria europea.


¿Y cómo funciona la maquinaria europea? ¿A base de golpes de estado encubiertos, como lo fue la reforma del artículo 135 de la Constitución española que acordaron el PP y el PSOE, y que obliga al Estado a priorizar el pago de los intereses de la deuda frente al gasto social? Trinidad Jiménez insinuaba que la celebración del referendum no iba a resolver el problema de Grecia, y que más bien iba a servir para tensar aun más la situación. Desde luego ella sí sabe como funciona la maquinaria europea: como una mafia. Pero entonces en lugar de exigir responsabilidad a Tsipras lo que debería hacer es denunciar con todas sus fuerzas que en la UE nos gobierna una banda de mafiosos, y que no es posible, por mucho que se ganen unas elecciones o un referendum, desobedecer a los mercados.

 Hace poco en una entrevista Varoufakis contaba que cuando se le ocurrió preguntar por el funcionamiento del Eurogrupo, por la vigencia de la norma de la unanimidad en la toma de decisiones, la respuesta que recibió fue que el Eurogrupo no existe. Aunque es el organismo que toma las más importantes decisiones dentro de la UE que afectan a la vida de todas personas que viven dentro de la UE, el Eurogrupo no existe. Y como no existe no tiene reglamentos de funcionamiento interno, no tiene normas, ni mucho menos actas. Pues bien, un organismo inexistente es la institución con mayor poder de toda la UE. 


Tenía razón Trinidad Jiménez al augurar que el resultado del referéndum no iba a ayudar a Grecia. Eso sólo podría pasar en una UE en la que se respetara la soberanía de los Estados y la democracia. El “acuerdo” al que se ha llegado entre Grecia y Alemania, o más bien el resultado de un chantaje despiadado tras 17 horas de negociación supone asumir unas condiciones absolutamente inaceptables, mucho peores que las que se planteaban en un principio. 

Es indudable que lo que se está buscando es humillar al pueblo griego, y hundir al gobierno de Syriza, el primer gobierno de toda la UE que se ha atrevido a enfrentarse a la Troika y decir No. Entre las durísimas condiciones imprescindibles para que se recupere la “confianza” perdida por la irresponsabilidad del gobierno griego se incluye entre otras la financiación de la deuda a través de la privatización masiva, y recortes en las pensiones. Pero además se obliga a dar marcha atrás en las reformas emprendidas en estos meses de gobierno, y la imposibilidad de emprender reformas sin el visto bueno de las instituciones europeas: “Para normalizar completamente los métodos de trabajo con las instituciones, el Gobierno deberá consultar y acordar con las instituciones –la Troika- cualquier iniciativa legislativa en áreas relevantes y con la debida antelación en consultas públicas o parlamentarias”.
Lo que tenemos delante por tanto es, como correctamente se ha nombrado desde las redes sociales, un golpe de estado (en Twitter ha sido TT el hastag “ThisIsaCoup”), porque se está quitando a Grecia -y a todos los países de la UE la capacidad de legislar. Cuando se le arrebata a una nación el poder de legislarse a sí misma, se le ha arrebatado la soberanía. A Grecia se le están imponiendo unas condiciones para el rescate que suponen no sólo incumplir su programa electoral, sino anular la capacidad legislativa del Parlamento. Se trata de un golpe de estado en toda regla, y no sólo en Grecia, sino a toda la UE. El mensaje que están enviando los poderes financieros a la población europea es que aquí no hay alternativa, que las decisiones no se toman en los Parlamentos, que no hay democracia que valga. Lo que se puede o no se puede hacer no lo decide el poder político. Lo que nos están diciendo es que no seamos ingenuas, que los mecanismos democráticos europeos, en realidad, son una farsa, porque las decisiones importantes no se toman ahí. Y es que si realmente se tomaran en los parlamentos sería un desastre, porque al pueblo, ignorante y pobre, a veces le da por votar a opciones políticas como Syriza, un partido de ignorantes y de pobres, que no saben nada de economía y que pretenden poner por encima de los intereses de los ricos y de los poderosos los intereses de los pobres e ignorantes. A Syriza se le ha olvidado que cada uno ocupa el lugar que le corresponde, y que los pobres e ignorantes -y aquí pueden entrar países enteros como Grecia, como España o como Portugal- lo vienen siendo históricamente. El único gesto político que los mercados están dispuestos a aceptar es de ponerse de rodillas frente a Alemania, y si pretendes no arrodillarte y mantenerte en pie, reclamando tu soberanía, entonces te vas a enterar de lo que vale un peine: no sabes con quien estás hablando. Te van a retorcer el brazo hasta que grites de dolor y hasta que te arrepientas de haber pronunciado en algún momento que no eras una colonia de Alemania. Y van a seguir retorciéndole el brazo a Grecia mientras el resto de países miran cómo se lo retuercen, para que olviden definitivamente, si es que alguna vez se les pasó por la cabeza, votar de manera equivocada, es decir, votar a una opción que no esté dispuesta a aceptar los chantajes de una banda de gangsters.
Lo que se está jugando en este momento es nada menos que la soberanía de los pueblos europeos, y no es la primera vez que sucede en Europa. Lo que se está disputando es que la democracia y el Estado de Derecho tengan alguna posibilidad, o que por el contrario sean los intereses de los poderes económicos, por encima de los intereses de las personas, los que dictaminen el funcionamiento de las instituciones. Como lleva diciendo desde hace muchos años el filósofo Carlos Fernández Liria, cuando las reglas del juego las ponen los mercados, los Parlamentos sólo tienen una posibilidad de existir: siempre y cuando no sirvan para nada. En cuanto un Parlamento pretende cambiar mínimamente las reglas del juego, entonces se da un golpe de estado, más o menos encubierto, para poner los puntos sobre las íes, y así se le enseña al electorado lo que tiene que votar.

*++

PUBLICADO EN CRÓNICA DE ARAGON

“Una pistola en la cabeza”

13. julio 2015 | Por  |

La Unión Europea es un Estado totalitario que aplasta la voluntad de los pueblos que la componen, y en el que el poder económico está muy por encima del poder político. Este último rasgo, y la vestimenta de los próceres (que ya no visten los uniformes grises del III Reich, sino confortables trajes de marca), son los únicos rasgos diferenciales respecto a la Alemania de Hitler.
Una pistola en la cabeza” es lo que afirma haber sentido Alexis Tsipras durante las negociaciones para la capitulación del país, celebradas ayer en Bruselas. De nada sirvió que el pueblo griego decidiera en enero un cambio de rumbo político, y de mucho menos sirvió que hace ocho días aprobara en referéndum un NO rotundo a las imposiciones de la Troika.
Han bastado dos semanas de corralito bancario promovido por el Banco Central Europeo para que el gobierno griego se rindiera sin apenas condiciones, no sin antes recibir una nueva humillación por parte de las autoridades europeas. El mandato, por ejemplo, de que antes de 72 horas el Parlamento griego redacte, debata y apruebe leyes sobre la subida del IVA o la reforma de las pensiones, da idea del nulo respeto que el régimen de Bruselas siente por las instituciones representativas de la soberanía nacional.
Bruselas quiere castigar al pueblo griego por haber otorgado el gobierno a un partido ajeno al “club ideológico” que hoy maneja la Troika. Para ello, está aplicando las mismas tácticas que hace 45 años utilizó la CIA para desestabilizar la economía chilena, tras el triunfo electoral de Salvador Allende.
Habrá quien piense que merece la pena formar parte de una Unión Europea así. Algunos, como Tsipras, puede que estén incluso dispuestos a traicionar a su programa y a su pueblo para mantener esta pertenencia al precio que sea. Sin embargo, el mismo instinto democrático que emplearon los resistentes al nazismo indica hoy que hay vida más allá de la “Pax Europea”. Es indigno pertenecer a una UE totalitaria y ultraderechista, que negocia poniendo “una pistola en la cabeza” de sus interlocutores débiles, pero que se caga de miedo cuando tiene enfrente a otros actores internacionales como Israel o EEUU.
*++