miércoles, 18 de agosto de 2021

Rusia realiza otra maniobra militar cerca de frontera afgana

 

Rusia realiza otra maniobra militar cerca de frontera afgana

Tercerainformacion

HISPAN TV

18.08.2021

El Ejército ruso vuelve a comenzar otro ejercicio militar en Tayikistán, en el que participan unos 1000 soldados, en medio de la crisis en Afganistán.

 


En el marco de la incertidumbre que reina en Afganistán tras la toma del poder por parte de los talibanes, unos 1000 soldados rusos han comenzado ejercicios militares, de un mes de duración, en Tayikistán, una semana después de concluir otra maniobra de misma índole, según informado este martes la agencia rusa de noticias Interfax, citando servicio de prensa del Distrito Militar Central de Rusia.

“La artillería, ingenieros militares, defensa aérea, contramedidas electrónicas y especialistas en protección radiológica, química y biológica estarán cumpliendo misiones de entrenamiento de combate durante el próximo mes”, ha dado a conocer el servicio de prensa.

A principios de agosto, Moscú realizó dos ejercicios cerca de la frontera afgana en medio de las crecientes tensiones en el país centroasiático. Uno de los simulacros se llevó a cabo junto con Uzbekistán y el otro junto con Uzbekistán y Tayikistán —que comparte con Afganistán una frontera de más de 1100 kilómetros—. Los ejercicios involucraron a miles de tropas, así como aviones, sistemas de artillería y vehículos blindados.

El 15 de agosto, después de varias semanas de ofensivas de los integrantes de Talibán y su avance en el territorio afgano, este grupo tomó el control de Kabul (la capital), lo que provocó que el ya expresidente Ashraf Qani huyera del país.

Ante esta situación, varios países que comparten fronteras con el país devastado por la guerra, entre ellos, Irán, Uzbekistán y Tayikistán, han reforzado la vigilancia de sus fronteras.

sbr/tqi/rba

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Previsiones para 2021. [El modo de producción capitalista es un modo de producción historíco, es decir, creado por el desarrollo histórico, cuya función (ni buena ni mala ni regular ni malvada ni bondadosa) histórica fue la de desarrollar todas las fuerzas productivas que han servido para el progreso social. Una vez cumplida esa función histórica, como todos los modos de producción anteriores al capitalismo, todo lo que contenía como elemento de progreso se convierte primero, en freno del desarrollo social y a continuación en elemento indiscutible de regreso social, razón por la cual debe ser sustituido por un nuevo modo de producción más desarrollado y perfecto que él. Esto es literalmente todo lo acontecido en la historia (la barbarie es sustituida por el salvajismo. Este por la esclavitud, la esclavitud por el feudalismo, y este último por el capitalismo, al que necesariamente ha de sustituir el socialismo. El PSOE de los felipes, alfonsillos, zapateretes o pedrismos no. Se ha escrito socialismo y no PSOE) por constituir una ley histórica, una constante histórica (que no tiene que ver nada con lo que a mí me gusta no me guste o me deje gustar). Si echamos mano de la bolita de cristal, abra cadabra con docena y media de patitas de cabra, de mi amiga íntima la Bruja Piruja, se puede ver que desde la crisis de 2008 que es la que marca el principio del fin del modo de producción capitalista, las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población han venido empeorando cada vez más. Y si le seguimos metiendo caña a la misma bolita de cristal se puede ver que todas las expectativas (quitados los chascarrillos, ganas de auto engañarnos por puro miedo, el que provoca la ignorancia y la alienación personal, social y política, creada y mantenida por el orden da valores y comportamientos sociales impuestos por el capitalismo que nos llega hasta los tuétanos, relinchos de caballo, estadísticas, florituras semánticas y otros constructos ideológicos, como por ejemplo ni de izquierdas ni de derechas, los de arriba y los de abajo, etc.) para mañana no son otras que una intensificación y una ampliación del empeoramiento de las condiciones de vida para la inmensa mayoría de la población. Explicar esta situación a los trabajadores (sin meter miedo, que de lo que se trata es de abrir los ojos y las orejas) y a los pequeños y medianos empresarios no ligados a los grandes capitales, los que la mayoría de ellos terminarán engrosando las filas de los trabajadores para que tomemos conciencia, conocimiento claro, de la realidad en la que estamos y caer en la cuenta de la fuerza real, objetiva, social, política y económica que tenemos para transformar esa realidad que padecemos en beneficio de la inmensa mayoría de la población, es la primera labor que tiene que hacer (por tanto, no ha hecho ni está haciendo) cualquier partido que proclame la defensa general de los intereses de la inmensa mayoría de la población que somos los trabajadores. No se me cabreen que yo termino ya y sigo con la bolita de cristal de mi amiga La Piruja]

 

 

Previsiones para 2021

Michael Roberts

El Viejo Topo

18 enero, 2021 



Hace un año, comencé mi artículo sobre las previsiones para 2020 haciendo una distinción entre predicciones y previsiones. Argumenté que podemos hacer predicciones que puedan ser probadas, digamos sobre el clima y el calentamiento global. Los científicos del clima predicen que si las emisiones de carbono siguen creciendo, las temperaturas globales seguirán aumentando y eventualmente causarán cambios perjudiciales en el clima de la tierra (y está sucediendo). De hecho, los virólogos han estado prediciendo durante algún tiempo que habría una ola de pandemias de nuevos patógenos que afectarían a los humanos.

Del mismo modo, en las ciencias sociales, podemos hacer predicciones, aunque con más dificultad. En la teoría económica marxista podemos hacer predicciones a partir de la ley de acumulación del capital de Marx y de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. La primera ley sostiene que la composición orgánica del capital aumentará con el tiempo (y lo hace en las economías capitalistas); y la segunda ley predice que la tasa promedio de ganancia sobre el stock de capital invertido por los capitalistas caerá con el tiempo (y lo hace).

Pero eso no es lo mismo que hacer previsiones sobre lo que sucederá, digamos, durante el próximo año. La previsión del tiempo es impredecible; aunque la previsión de tres días es bastante buena. En economía, prever si el crecimiento real del PIB, el empleo, los ingresos y la inversión de una economía aumentarán o disminuirán y cuanto un año antes es menos confiable.

Sin embargo, cada año intento hacer previsiones sobre las principales economías. El año pasado, preví tentativamente que las principales economías capitalistas tendían a una nueva caída en la producción y la inversión por primera vez desde el final de la Gran Recesión. El período comprendido entre mediados de 2009 y finales de 2019 fue el período de expansión más largo de las economías capitalistas avanzadas desde 1945 (aunque varias de las llamadas ‘economías emergentes’ grandes como México, Argentina, Brasil y Rusia ya estaban en recesión y también lo estaba Japón). Pero también fue la expansión más débil de la posguerra, con un crecimiento promedio del PIB real no superior al 2% anual, la inversión estancada y las ganancias comenzando a caer. Ese fue mi argumento para prever una inminente recesión en 2020.

Por supuesto, podíamos predecir que se avecinaba una pandemia, pero no prever cuándo y dónde surgiría el COVID-19. La pandemia de COVID eliminó todas las previsiones anteriores. Ahora, cuando miramos hacia atrás en 2020, la economía capitalista mundial ha registrado la depresión más grande y más amplia de su historia, cerca del 95% de las economías sufre una contracción en la producción nacional, la inversión, el empleo y el comercio.


Muy pocos países han evitado la recesión en 2020: China, Vietnam, Taiwán, y eso es todo.

De alguna manera, como resultado, es mas fácil haver una previsión económica para 2021. La mayoría de los países se recuperarán este año. El PIB real crecerá, las tasas de desempleo comenzarán a disminuir y el gasto de los consumidores se recuperará. Eso es en parte solo estadísticas. Si una economía cae un 10% de, digamos, 100 a 90 en un año, y luego se recupera a 95 el siguiente año, supone un aumento del 5,5%. Pero, por supuesto, la economía todavía está un 5% por debajo del nivel de 100 anterior a la recesión. Además, si la economía no hubiera entrado en recesión, podría haber aumentado, digamos, otro 2-3% en un año, por lo que incluso después de la recuperación, esa economía podría estar un 6-7% por debajo de la tendencia.

Y eso es lo que va a suceder en la mayoría de las economías en 2021. Con la distribución (gradual) de las vacunas, para el verano un gran número de personas estarán ‘protegidas’ del virus (¿en todas sus variantes?), aunque los países del ‘sur global’ no tiene los recursos financieros y logísticos para vacunar a sus poblaciones que tendrían que esperar ¡hasta 2024! Sin embargo, las economías del G7 deberían recuperarse sustancialmente a mediados de año, al menos según las estadísticas.

Pero no será una recuperación en forma de V, con un retorno a los niveles anteriores de producción, empleo e inversión nacionales. Como acabo de argumentar, para fines de 2021 la mayoría de las principales economías (excepto China) todavía tendrán niveles de producción, etc., por debajo de los de principios de 2020. De hecho, la mayoría de los pronósticos de instituciones como el FMI, el Banco Mundial y la OCDE (como he señalado en publicaciones anteriores) no espera que las principales economías vuelvan a los niveles previos al COVID antes de fines de 2022 y muchas nunca recuperarán la tendencia de crecimiento anterior (que ya era débil). Por eso creo que la forma de esta ‘recuperación’ global será más parecida a la de una raíz cuadrada inversa, porque la nueva tendencia de crecimiento de la producción, la inversión y la rentabilidad se mantendrá por debajo de la tasa de crecimiento de la tendencia anterior.

¿Por qué? Hay tres razones importantes. Primera, han quedado «cicatrices permanentes» en la mayoría de las economías capitalistas. Tras los cierres de 2020, muchas empresas, especialmente las más pequeñas del sector de servicios, no volverán a abrir y sus puestos de trabajos desaparecerán. Además, es posible que muchos trabajadores que han pasado por un expediente de regulación de empleo (ERTE) o han sido despedidos no recuperen sus puestos de trabajo, ya que las empresas buscan reducir plantilla y no volver a emplear a trabajadores mayores y más caros.

En segundo lugar, está el aumento de la deuda de las empresas. Esto afectará la capacidad de muchas empresas (y no solo de las pequeñas) para reanudar la inversión. En artículos anteriores he hablado sobre el aumento de las ‘empresas zombis’ en las principales economías. Con las tasas de interés reducidas al nivel y por debajo de la inflación, las enormes inyecciones de dinero crediticio por parte de los principales bancos centrales, y los programas de crédito garantizados por el gobierno, las empresas han aumentado drásticamente sus niveles de deuda durante los cierres por la pandemia de COVID. Las grandes empresas han acaparado el dinero respaldado por el gobierno o lo han invertido en recomprar sus propias acciones o activos financieros. Como resultado, los mercados de valores de muchos países se han disparado a máximos históricos. Sin embargo, muchas empresas más pequeñas han tenido que recurrir a préstamos adicionales para sobrevivir. Los costes del servicio de su deuda se han desplomado, pero el monto de la deuda se ha disparado.

De hecho, existe un riesgo real de que se produzca una tercera ola en la crisis pandémica. La caída comenzó con lo que podríamos llamar un ‘shock de oferta’, ya que las empresas cerraron, los viajes se detuvieron, la gente se quedó en casa y las industrias del sector de servicios se paralizaron. Luego se convirtió en un «shock de demanda» al caer en picado el gasto en servicios, ocio, viajes y otros productos «innecesarios». Los ingresos de los trabajadores profesionales y de oficina mejor pagados que podían trabajar desde casa se mantuvieron altos, mientras que los trabajadores no cualificados y con salarios más bajos que tenían que salir a trabajar vieron desaparecer sus puestos de trabajo. Hasta el 40 por ciento de las personas en los estratos de ingresos más altos de las principales economías pudieron trabajar desde casa durante la pandemia, más del doble de la proporción que entre las personas con ingresos más bajos. Los primeros no gastaron, por lo que las tasas de ahorro se dispararon.

Ahora bien, si hay un número significativo de empresas que quiebran (y las quiebras están aumentando), entonces podría haber una tercera etapa de la crisis en 2021: una crisis crediticia y una crisis financiera . Estos temores han sido expresados ​​por la economista jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhart, sobre los incumplimientos de deuda en los mercados emergentes (ya hemos tenido algunos); Reinhart advirtió que el sur global se enfrenta a  «una ola sin precedentes de crisis de deuda y reestructuraciones» . Según Reinhart: » en términos de cobertura, de qué países se verán envueltos, estamos en niveles que ni siquiera se habían visto en la década de 1930″.

Y el llamado Grupo de los Treinta banqueros emitió recientemente un informe que advierte del peligro de esa crisis e insta a tomar medidas inmediatas para evitarla: «si bien la falta de liquidez ha caracterizado la crisis económica de Covid-19 hasta ahora, la insolvencia puede afectar a muchas empresas a medida que continúa la presión económica de la pandemia».  Incluso el crédito barato no es suficiente para que las empresas «zombis» se recuperen. Las empresas zombis tienen acumulada obligaciones de deuda por valor, sin precedentes, de 2 billones de dólares.

Y eso lleva a la tercera razón por la que no cabe esperar una recuperación en forma de V que vuelva a situar al capitalismo global en un crecimiento sostenido. La rentabilidad media del capital en las principales economías se encuentra en los mínimos de posguerra, agravada por la caída de la pandemia.

A menos que la recesión ‘destruya’ suficientemente ‘madera muerta’ en el sector capitalista y luego permita que los fuertes reemplacen a los débiles y aumente la rentabilidad de los supervivientes, las principales economías capitalistas pueden permanecer encerradas en lo que se ha llamado un ‘estancamiento secular’ por los economistas keynesianos o una «larga depresión» por mí y otros economistas marxistas.

Sigue habiendo algunas opiniones optimistas sobre 2021 entre los economistas convencionales, como las hubo al comienzo de la pandemia en marzo pasado. Permítanme recordarles lo que dijeron algunos keynesianos prominentes entonces. Larry Summers, ex-secretario del Tesoro de Clinton, calculó que la caída  por el cierre fue la misma que la de los negocios en los lugares turísticos de verano que cierran durante el invierno. Tan pronto como llega el verano, dijo, todos abren y están listos para comenzar como antes. La pandemia es, por tanto, una cuestión estacional. De manera similar, el gurú keynesiano Paul Krugman cree que la recesión pandémica no fue una crisis económica, sino “una situación de emergencia”.  Por lo tanto, el gasto público financiado con préstamos pronto pondrá de nuevo a la economía en pie. Y Robert Reich, el ex-secretario de Trabajo supuestamente izquierdista, nuevamente bajo Clinton, también reconoció que la crisis no era económica, sino una crisis sanitaria y que tan pronto como se contuviera el problema sanitario (¡pensó que el verano pasado!), la economía se relanzaría.

El Financial Times se ha sumado con su mensaje de esperanza y recuperación de Año Nuevo. Su columnista de economía, Martin Sandbu, sostiene que 2021 traerá un auge masivo del consumo a medida que se libere la demanda reprimida, respaldada por el alto ahorro acumulado en 2020, que ahora se gastará.   Sandbu compara 2021 con el comienzo de una década de auge similar a los ‘locos años veinte’ del siglo pasado. El problema con este pronóstico es que: en primer lugar, para muchos países, la década de 1920 no fue tan espectacular. El Reino Unido sufrió una larga depresión en el crecimiento, la inversión y el empleo en esa década, mientras que Europa y Japón se encontraban en una situación desesperada, y se creó el clima para el surgimiento del militarismo y el fascismo.

Y en segundo lugar, aunque hubo un auge en la economía estadounidense en la década de 1920 después del fin de la epidemia de gripe española, no benefició a la mayoría de los trabajadores. El crecimiento económico se aceleró durante algunos años y el mercado de valores se disparó a nuevos máximos (como ahora), impulsado por el crédito barato. Pero si bien los salarios reales aumentaron durante un tiempo, en aproximadamente un 5-8% en seis años (lo que no es mucho), los aumentos de las ganancias fueron mucho mayores ya que el crecimiento de la productividad superó el crecimiento de los salarios de los trabajadores. La desigualdad aumentó drásticamente.

Y, por supuesto, todo terminó en lágrimas, con la Gran Caída del mercado de valores de 1929-30 y la consiguiente Gran Depresión de la década de 1930. Sandbu, sin embargo, nos insta a tener esperanza. “Hace un siglo, la década terminó mal. Podemos hacerlo mejor esta vez, no poniendo cortapisas a la recuperación hedonista, sino haciéndola inclusiva. Cuando finalmente sea el momento de celebrar, que todos vengan a la fiesta «.

El FT concluye que «si hay una razón sobre todo para la esperanza en el futuro es que el año pasado ha demostrado, con firmeza, nuestra capacidad de adaptación».   ¿De verdad? ¿Se ha adaptado o cambiado el capitalismo? Los tremendos esfuerzos de los científicos y trabajadores sanitarios en todo el mundo han reducido las muertes y enfermedades de los infectados por COVID-19 y las vacunas se han producido en un tiempo récord. Pero la economía capitalista no ha cambiado.

Las grandes empresas farmacéuticas están dispuestas a obtener enormes beneficios de las ventas de vacunas; las compañías de combustibles fósiles continúan expandiendo sus exploraciones y producción. Las empresas de todo el mundo buscan reducir los puestos de trabajo y las condiciones de los trabajadores. Y los gobiernos están hablando de tener que apretarse el cinturón en el gasto y aumentar los impuestos una vez que la pandemia disminuya para pagar el enorme gasto fiscal y monetario del último año. Se está reanudando el calentamiento global, la desigualdad de riqueza e ingresos no ha cambiado y la pobreza en el sur global está empeorando, mientras que los mercados de valores se disparan. Esa es la perspectiva para 2021.


Publicado originalmente en el blog de Michael Roberts. Traducción de G. Buster en Sin Permiso.

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El triunfo talibán malogra 20 años de sacrificio español con 104 muertos y más de 3.500 millones en gasto militar

 

El triunfo talibán malogra 20 años de sacrificio español con 104 muertos y más de 3.500 millones en gasto militar

 

Por Ángel Munárriz 

Rebelión

18/08/2021 

 

Fuentes: Info Libre [Foto: Milicias talibanes patrullan este lunes las calles de Kabul (EFE)]

«Fallecieron dando lo mejor de sí mismos, sus vidas jóvenes, para dar la paz y la libertad a otros”, solemnizó Margarita Robles hace poco más de tres meses en referencia a los más de 100 militares españoles muertos en Afganistán. La toma de Kabul por los talibanes, con su ideología fundamentalista y opresiva a cuestas, oscurece hoy las palabras de la ministra de Defensa, pronunciadas el 13 de mayo con motivo del regreso a España de las últimas tropas destinadas al país centroasiático. Sí, la palabra «libertad» suena ahora casi a sarcasmo.

Tras cerca de 20 años de participación en el conflicto, con el servicio de más de 27.000 hombres y mujeres, más de 3.500 millones de euros gastados y 104 muertos, entre ellos los 62 del Yak 42, España deja su operación internacional más larga y que más bajas ha causado en democracia –según recalca en un informe el Instituto de Seguridad y Cultura–, sin haber cumplido el objetivo central de consolidar un Estado estable, democrático y con derechos garantizados en el que los fundamentalistas no fuesen un actor político clave.

Todas las sombras que se pretendía disipar –Afganistán como infierno para la mujer, refugio de terroristas y epicentro de una crisis de refugiados– se ciernen ahora sobre la tierra de los «señores de la guerra».

La participación española

El análisis del papel español obliga a mirar al 11S. Bush reaccionó de manera fulminante tras concluir que el régimen talibán daba amparo a Bin Laden. Era el inicio de la «guerra global contra el terrorismo», que encontraría continuidad en Irak bajo la falsa excusa de las armas de destrucción masiva. A diferencia de la invasión de Irak, la invasión de Afganistán sí tuvo amparo de la ONU. España se sumó desde el minuto 1. El Consejo de Ministros, en sesión de 27 de diciembre de 2001, aprobó el despliegue con José María Aznar como presidente y Federico Trillo como ministro de Defensa.

Las primeras tropas, 350 militares, llegaron en enero de 2002. El primer objetivo era prestar apoyo médico y logístico, así como buques y helicópteros, a la misión «Libertad Duradera», nombre que casi 20 años después ha quedado dramáticamente desmentido con la toma de Kabul por los talibanes.

Hasta 2014, la participación española se enmarcó en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), una coalición de la OTAN liderada por Estados Unidos. España se hizo cargo de la reconstrucción de la provincia de Bādgīs, al noroeste, con capital en Qala-i-Naw. La participación española estuvo «principalmente dirigida a contribuir a la estabilización y la gobernanza de Afganistán», según el balance del Instituto de Seguridad y Defensa, centrado en asuntos de defensa y extremismo. 

El grueso de las fuerzas españolas empezó a retirarse a partir de 2015, con la práctica finalización de las operaciones de combate y el comienzo de la operación Apoyo Decisivo, bajo mando de la OTAN. España mantuvo en torno a medio millar de efectivos, «centrados en el adiestramiento, asesoramiento y mentorización» de militares y policías afganos, según Defensa. A ello se sumaba el control del aeropuerto de Herat, al oeste del país. A finales de 2015, una vez Obama había anunciado ya la salida progresiva de sus tropas, España dejó Herat y redujo su despliegue a un contingente mínimo en Kabul. En 2018 adaptó su aportación a esta misión con el despliegue de una Fuerza de Operaciones Especiales, unidad que se replegó el en mayo de 2021, en lo que supuso el regreso a casa de las últimas tropas en el país centroasiático, en la estela de Estados Unidos. 

104 muertos, 3.500 millones y el Yak 42

La guerra ha supuesto para España 104 muertos, según el Departamento de Seguridad Nacional del Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Los fallecidos son 97 militares, tres guardias civiles, dos policías nacionales y dos intérpretes.

Tres hechos trágicos marcan el capítulo luctuoso. El primero es el accidente en 2003 del avión Yak 42, cerca del aeropuerto de Trebisonda, en Turquía, con 62 militares muertos. La responsabilidad del accidente fue de Defensa, siendo ministro Federico Trillo, según dictaminó el Consejo de Estado. El caso se elevó a escándalo por las deficiencias del vehículo, la errónea identificación de los cuerpos y las mentiras denunciadas por los familiares. María Dolores de Cospedal, siendo ministra de Defensa, llegó a pedir perdón «en nombre del Estado«. Otro accidente, en este caso de un helicóptero Cougar, costó la vida a 17 soldados españoles en 2005 al sur de Herat. El tercer acontecimiento fue el ataque a la embajada en Kabul en 2015, que causó la muerte de dos policías. La embajada «no contaba con la seguridad necesaria», según el Instituto de Seguridad y Cultura, que considera que los dos accidentes y el asalto «plantearon dudas sobre la gestión del despliegue, tanto a nivel de recursos como operativo».

El coste de la participación española ha superado holgadamente los 3.500 millones. La cifra fue aportada por Defensa al cierre de la misión de la ISAF. Es decir, se deja fuera al menos el periodo 2015-2021. infoLibre preguntó al ministerio por el coste total, sin respuesta. Álvaro De Argüelles, especialista en estudios internacionales y derecho y colaborador de El Orden Mundial, recalca que el grueso del esfuerzo se realizó entre 2002 y 2014, con lo que esos 3.500 millones pueden ser una cifra «representativa» del coste de la guerra para las arcas públicas, aunque lógicamente por lo bajo. «Desde 2015, el papel español ha sido mucho menos relevante», añade. El Centro Delàs de Estudios por Paz suma a los 3.500 millones casi 198 millones más de la participación española en la operación paralela Libertad Duradera.

Un legado en peligro

El balance de Defensa destaca la tarea de adiestramiento, 1.400 misiones de desactivación de explosivos, los trabajos en el aeropuerto de Herat y la creación de infraestructuras de primera necesidad. «Las misiones españolas han tenido esa impronta humanitaria y de empatía con los más vulnerables, en orfanatos y colegios de Qala-i-Naw, siendo testigos de la integración de niños y niñas en sus aulas», señalaba Defensa en mayo.

De Argüelles, de El Orden Mundial, coincide en destacar que, al haber sido asignada a España una provincia «relativamente estable, sin máximo riesgo militar», las tareas se centraron en el «desarrollo de la zona». «Cuando llegó España [a Bādgīs], ni siquiera podía hacer aterrizajes, porque no había un kilómetro de carretera asfaltada. A veces se habla de áreas medievales, y es en cierto modo un cliché, pero lo cierto es que es una zona muy atrasada», señala De Argüelles, que destaca el papel de la Agencia de Cooperación.

El avance talibán, señala De Argüelles, tendrá un impacto especialmente negativo en todo lo relacionado con las fuerzas policiales y militares afganas, así como con el intento de construir un «nuevo Estado». ¿Qué quedará ahora de eso, elementos centrales del empeño español? Poco, es de temer. «Quizás lo que quede sean las infraestructuras», añade el investigador, pendiente aún de qué uso les darán los talibanes. Y está también, dice, «la semilla» dejada, sobre todo en derechos de las mujeres. Semilla que ahora puede ser pisoteada. Le preocupa además el destino de todas las armas facilitadas por Occidente a policías y militares locales.

En la estela de Estados Unidos

En un artículo de mayo en eldiario.es, Jesús Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, hacía un balance aún más sombrío, poniendo el énfasis en el «férreo secretismo», así como en el «empeño en hacer pasar por acción humanitaria» la reconstrucción de Qala-i-Naw, «cuando en realidad eran acciones que servían al cumplimiento de la misión militar». No obstante, la causa central de crítica es que el papel de España haya venido determinado, más que por la realidad de Afganistán, por el deseo de contentar a Washington, en especial como compensación de la retirada de Irak en 2004 con José Luis Rodríguez Zapatero.

«La manera de restañar la herida […] fue aumentar el volumen del contingente en Afganistán, aunque para ello hubiera que retirar el desplegado hasta aquel momento (marzo de 2006) en Haití. Se atendía, así, no a las necesidades afganas, sino a la urgencia por recuperar una buena relación con EEUU, aunque eso conllevara el subsiguiente enfado de Brasil (como líder de la operación de la ONU en Haití) y una pérdida de protagonismo en el ámbito latinoamericano», añade Núñez Villaverde, para quien ningún gobierno ha tenido «estrategia propia».

Es un diagnóstico de todos los analistas: España ha ido actuando conforme guiaba la Casa Blanca, tanto con Bush como con Obama, Trump –cuya Administración acordó con los talibanes en 2020 la salida de las tropas de EEUU– y finalmente con Biden, que aceleró la salida. «Eso, inevitablemente, nos hace compartir sus equivocados enfoques y, del mismo modo, una derrota sin paliativos», analiza Núñez Villaverde.

También observa enfoques equivocados Alejandro Pozo, investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz, que ya hacía un diagnóstico crítico en un análisis de 2014, donde recalcaba que «la misión más costosa de la historia del intervencionismo militar español, tanto en términos humanos como económicos», se había servido de un barniz humanitario que disimulaba la realidad. «Al menos 92 de cada 100 euros destinados por España a Afganistán han sido estrictamente militares, para financiar las operaciones ISAF y Libertad Duradera. Los 8 euros restantes tendrían una lógica […] de mejora de la aceptación de la población local y de facilitación de la presencia militar y su seguridad. En España, esos proyectos han contribuido a justificar políticamente la presencia militar en Afganistán», escribía Pozo, que alertaba de que ni el desarrollo en infraestructuras se prolongaría más allá de la intervención militar, ni el terrorismo había sido neutralizado, ni el avance en derechos se había consolidado. Ahora, en conversación con infoLibre tras la toma de Kabul por los talibanes, se expresa desde la «tristeza», pero también desde la «rabia» por una intervención militar que considera errónea y de la que ve a España como comparsa de los intereses de Estados Unidos.

«Entre no hacer nada, que era lo que Estados Unidos hacía en Afganistán por su población antes del 11S, y desplegar cientos de miles de soldados hay muchas opciones que no se han explorado. Se optó por la intervención militar y ahí entró España, sin chistar», señala Pozo, que rechaza el argumento a favor de la guerra, usado durante las últimas dos décadas, según el cual Afganistán había mejorado significativamente gracias a la intervención. «EEUU ha gastado 1 billón de dólares, que era 400 veces el PIB de Afganistán en 2001, a pesar de lo cual sigue ocupando la antepenúltima posición en el Índice de Desarrollo de Género de 2019 del PNUD y la última en el Índice de Paz Global del Instituto por la Economía y la Paz. Lo que está pasando es tristísimo, pero no es que se haya pasado del cielo al infierno. Las mejoras alcanzadas no se corresponden ni de lejos con un gasto de esas dimensiones».

¿Qué se podía haber hecho? Pozo señala que Afganistán arrastra un problema histórico de intervencionismo, siendo escenario de «miniguerras frías» entre India y Pakistán o Arabia Saudí e Irán, entre otras. «La estrategia de EEUU, en vez de trabajar para reducir esas injerencias y crear relaciones diplomáticas y de cooperación, ha sido tirar bombas. Se han dedicado a intentar ganar influencia y reducir la de rivales directos, observando a Afganistán como un espacio vacío que se podía ocupar», explica.

¿Y España? El Gobierno, dice Pozo, «tiene que dar una explicación». Como recuerda el investigador, el comandante del mando de Operaciones, general Francisco Braco, le dijo al rey «misión cumplida» en mayo, una afirmación que el tiempo pone más que en cuestión. «Si la misión era echar un cable a Estados Unidos, en efecto, sí, ha sido una misión cumplida. Pero esto jamás se ha explicado. Estados Unidos no necesitaba nuestra fuerza militar. Hemos sido más útiles con la cesión de espacio aéreo y bases militares y dando cobertura política internacional a la intervención. El coste ha sido de más de cien vidas y 3.500 millones. ¿Para qué ha servido, exactamente? Ahora deben explicarlo».

La teoría y la realidad

La situación actual, con los talibanes dominando Kabul, conmociona al mundo. Pero había voces que advertían de un escenario así. El Instituto Español de Estudios Estratégicos, un think tank encuadrado en Defensa, publicaba esta alerta en marzo, en un informe de Óscar Ruiz, militar destinado en el Cuartel General de la OTAN en Bélgica, y Pilar Rangel, profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Málaga: «La multitud de factores (terrorismo, drogas, Pakistán, corrupción, refugiados, pobreza extrema…) hacen temer lo peor si se produce una salida del país poco planeada y precipitada por parte de las tropas aliadas, pudiendo dejar esta situación a Afganistán a merced de los talibanes, que ni ocultan su deseo de instaurar un Estado Islámico con estricta aplicación de la sharía, ni por el momento han cortado sus vínculos con Al Qaeda».

Esta advertencia contrasta con las palabras optimistas de la ministra de Defensa, Margarita Robes, en abril: «Las líneas generales del plan de repliegue propuesto por los EEUU ofrecen margen suficiente para asegurar que se consoliden los progresos democráticos alcanzados en el país en materia de derechos humanos, educación y el bienestar de las mujeres y los niños». 

Álvaro De Argüelles advierte de otro flanco todavía abierto: la salida de los residentes españoles, el personal de la embajada y los afganos que han colaborado. En descargo del Gobierno, señala, puede alegarse que «nadie esperaba que el avance talibán fuera de tal velocidad, si bien deja una pregunta en el aire: «¿Por qué no se hizo al revés? ¿Por qué no se sacó primero a toda la gente y después se hizo la retirada militar?».

Fuente: https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/08/17/el_triunfo_taliban_malogra_esfuerzo_espanol_tras_104_muertos_mas_500_millones_123626_1012.html

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La escalofriante historia de cómo nació la MAFIA SICILIANA