sábado, 8 de julio de 2023

Doñana se muere

 

Doñana se muere

 

 Pura Sánchez

ELPORTALDEANDALUCIA.ORG.

20 junio, 2023

 



Doñana viene sufriendo una larga y lenta agonía , propiciada por políticas que, en el mejor de los casos, han sido parches para ir tirando, intentos de curar una grave enfermedad con una tirita. Por eso quizás no sea tiempo ya de esgrimir solo el argumento de la ilegalidad de pozos y regadíos para revertir la situación, ni llamar al boicot de determinados productos para hacer recapacitar a una ciudadanía distraída y a una clase política, colaboradora activa durante décadas de las políticas extractivistas, de expolio y despojo del pueblo andaluz. Por eso mismo, tampoco es tiempo de buscar o demandar en exclusiva soluciones a esa misma clase política, que viene vendiendo nuestro patrimonio natural al mejor postor, con la coartada inaceptable de lo que en su marketing político llaman desarrollo sostenible.


Doñana se muere, sí, pero es tiempo de analizar el problema de Doñana y de procurar las soluciones de una manera más global. Porque Doñana no es sino una parte, importante, qué duda cabe, pero una parte de un problema mucho mayor. Un problema del que da cuenta no solo la agonía de Doñana, sino también los reiterados incendios, cada vez más devastadores, el avance de la desertificación, la conversión del agua en un privilegio que condena a un número cada vez mayor de andaluces a pasar sed, la agricultura superintensiva – particularmente la del olivar, que está convirtiendo el solar andaluz en un desierto con árboles-, los cientos de hectáreas dedicadas a lo que perversamente se denomina huertos solares, el que el río grande que vertebra Andalucía hace mucho que haya perdido su nombre, porque hace mucho que su cauce no lleva agua al mar, una actividad minera que degrada y envenena acuíferos por décadas, que contamina el aire y mata a una parte de la población andaluza… Manifestaciones y efectos todos de un desarrollo que se dice sostenible, pero que es el más insostenible de todos, porque a no tardar será incompatible no solo con la vida humana sino con la vida en general.

Hace mucho que en Andalucía el objetivo de preservar la vida y nuestro patrimonio natural no está en el centro de la política ni de la economía, actividades que no solo se llevan a efecto sin el concurso ni la participación del pueblo andaluz, sino contra el pueblo andaluz.

Esta situación se ve agravada porque el pueblo andaluz carece, carecemos, de instrumentos políticos que nos permitan decidir sobre esta cuestión tan crucial, porque las andaluzas y los andaluces no tenemos una conciencia clara de la necesidad y la urgencia de conservar nuestro patrimonio natural y de la responsabilidad que ello implica y porque acudimos a los problemas tratando de controlar los síntomas o las manifestaciones pero sin enfrentarlos de raíz.

La agonía de Doñana puede y debe ser un revulsivo, porque nos pone ante los ojos que nuestro patrimonio natural está en peligro y en breve su situación podría ser irreversible, si no lo es ya.

Es urgente llamar la atención sobre la magnitud del problema ecológico que tenemos en Andalucía, pero señalando la raíz del mismo. Para ello es necesario pensar la ecología no como una cuestión de gestión técnica, sino de agencia política; es urgente pensar el ecologismo desde una perspectiva transformadora, señalando la raíz de los problemas y centrando nuestro análisis en Andalucía.

Alcemos la voz, sí, para exigir que cese el expolio extractivista que asola nuestra tierra y nuestras vidas, pero también para proponer una lógica ecológica distinta, desde el ecofeminismo político. No es casualidad que en una tierra como Andalucía, considerada zona de sacrificio del capitalismo y especializada en exportar naturaleza, habiten las mujeres más empobrecidas y explotadas de la rica y civilizada Europa. No olvidemos la sed de Doñana, pero señalemos que tras ella está no solo el expolio del agua sino también la esclavitud femenina andaluza e inmigrante. No olvidemos que el rojo de los frutos rojos es un rojo de sangre humana, la que recorre las venas de las manos femeninas esclavizadas.

Son los análisis ecofeministas los que evidencian la relación entre la explotación de la naturaleza – de la que se dice que nosotras formamos parte- y la explotación de las mujeres. Es la mirada ecofeminista la que cuestiona el concepto de desarrollo y el actual modelo de explotación de la naturaleza, importante especialmente en Andalucía, atentatorio contra la vida.

En Andalucía se está librando con toda su crudeza un combate, del que la agonía de Doñana, la contaminación minera, el expolio de los bienes naturales, el despojo de nuestros derechos, el trabajo esclavo, principalmente femenino, no son sino manifestaciones de una misma y terrible realidad. En Andalucía se está librando una dura lucha por la vida, por todas las vidas. De nosotros, del pueblo andaluz depende que la vida deje de ser un recurso explotable y vuelva a ser un derecho inalienable.

¡Por una Doñana viva, por un pueblo andaluz sin sed de agua y de derechos. Viva Andalucía Libre!


Pura Sánchez

Granadina. Escritora y feminista radical. Miembro de Asamblea de Andalucía.

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MAX BLUMENTHAL. ¿Por qué tentamos la aniquilación nuclear?

 

MAX BLUMENTHAL. ¿Por qué tentamos la aniquilación nuclear?


Intervención del periodista estadounidense Max Blumenthal ante el Consejo de Seguridad de la ONU, 29 de junio de 2023

 

INSURGENTE.ORG. / 08.07.2023

 


Gracias a Wyatt Reed, Alex Rubinstein y Anya Parampil por ayudarme a preparar esta presentación. Wyatt tiene experiencia de primera mano sobre el tema como periodista cuyo hotel en Donetsk fue atacado con un obús de fabricación estadounidense por el ejército ucraniano en octubre de 2022. Estaba a 100 metros de distancia cuando se produjo el ataque, y estuvo a punto de morir.

Mi amigo, el activista por los derechos civiles Randy Credico, también está hoy aquí conmigo. Estuvo en Donetsk más recientemente, y pudo presenciar los ataques regulares con HIMARS del ejército ucraniano contra objetivos civiles.

Estoy aquí no sólo como periodista con más de 20 años de experiencia cubriendo la política y los conflictos en varios continentes, sino como estadounidense obligado por mi propio gobierno a financiar una guerra por poderes que se ha convertido en una amenaza para la estabilidad regional e internacional a expensas del bienestar de mis compatriotas.

Este 28 de junio, mientras los equipos de emergencia trabajaban para limpiar otro descarrilamiento de tren tóxico en Estados Unidos, esta vez en el río Montana, que puso aún más de manifiesto la crónica falta de financiación de las infraestructuras de nuestro país y sus amenazas para nuestra salud, el Pentágono anunció planes para enviar 500 millones de dólares más en ayuda militar a Ucrania.

El acontecimiento se produjo cuando el ejército de Ucrania entra en la tercera semana de una cacareada contraofensiva que la CNN describe como «que no cumple las expectativas», y que incluso Volodymyr Zelensky dice que «va más lenta de lo deseado».

Mientras el ejército ucraniano no lograba abrir una brecha en la principal línea defensiva rusa, la CNN informaba de que, a 12 de junio, Kiev había «perdido» 16 vehículos blindados de fabricación estadounidense enviados al país.

¿Y qué hizo el Pentágono? Se limitó a pasar la factura a los contribuyentes estadounidenses medios como yo, cobrándonos otros 325 millones de dólares para reponer el material militar despilfarrado por Ucrania. No se hizo ningún esfuerzo por consultar la posición de la opinión pública estadounidense al respecto, y es probable que la inmensa mayoría de los estadounidenses ni siquiera supiera que se había producido el intercambio.

La política estadounidense que acabo de describir -en la que Washington da prioridad a la financiación desenfrenada de una guerra por poderes con una potencia nuclear en un país extranjero mientras nuestra propia infraestructura nacional se desmorona ante nuestros ojos- pone de manifiesto una dinámica inquietante en el centro del conflicto de Ucrania: un esquema Ponzi internacional que permite a las élites occidentales arrebatar la riqueza ganada con esfuerzo de las manos de los ciudadanos estadounidenses medios y canalizarla hacia las arcas de un gobierno extranjero que incluso Transparencia Internacional, patrocinada por Occidente, califica como uno de los más corruptos de Europa.

El gobierno estadounidense aún no ha realizado una auditoría oficial de su financiación a Ucrania. El público estadounidense no tiene ni idea de adónde ha ido a parar el dinero de sus impuestos.

Por eso, esta semana, The Grayzone ha publicado una auditoría independiente de la asignación de dólares de los contribuyentes estadounidenses a Ucrania a lo largo de los ejercicios fiscales 2022 y 2023. Nuestra investigación fue dirigida por Heather Kaiser, ex oficial de inteligencia militar y veterana de las guerras estadounidenses en Afganistán e Irak.

Descubrimos un pago de 4,48 millones de dólares de la Administración de la Seguridad Social estadounidense al Gobierno de Kiev.

Encontramos pagos por valor de 4.500 millones de dólares de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional para pagar la deuda soberana de Ucrania, gran parte de la cual es propiedad de la empresa de inversión global BlackRock.

Sólo eso equivale a 30 dólares sustraídos a cada ciudadano estadounidense en un momento en que 4 de cada 10 estadounidenses no pueden hacer frente a una emergencia de 400 dólares.

Encontramos dólares de los impuestos destinados a Ucrania llenando los presupuestos de una cadena de televisión en Toronto, un grupo de reflexión pro OTAN en Polonia y, aunque parezca mentira, agricultores rurales en Kenia.

Encontramos decenas de millones a empresas de capital riesgo, incluida una en la República de Georgia, así como un pago de un millón de dólares a un único empresario privado en Kiev.

Nuestra auditoría también reveló el contrato de 4,5 millones de dólares del Pentágono con una empresa llamada «Atlantic Diving Supply» para suministrar a Ucrania equipos de explosivos no especificados. Se trata de una empresa notoriamente corrupta contra la que Thom Tillis, presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, arremetió anteriormente por su «historial de fraude».

Sin embargo, una vez más, el Congreso ha fracasado a la hora de garantizar que estos pagos turbios y acuerdos masivos de armas sean rastreados adecuadamente.

De hecho, gran parte de la ayuda militar y humanitaria enviada a Ucrania simplemente ha desaparecido. El año pasado, CBS News citó al director de una organización sin ánimo de lucro pro-Zelensky en Ucrania, quien informó de que sólo alrededor del 30% de la ayuda estaba llegando a las líneas del frente en Ucrania.

La malversación de fondos y suministros es al menos tan preocupante como las posibles consecuencias de la transferencia y venta ilícitas de armas de uso militar. El pasado mes de junio, el jefe de Interpol advirtió de que las transferencias masivas de armas a Ucrania significan que «podemos esperar una afluencia de armas en Europa y más allá», y que «los delincuentes están incluso ahora, mientras hablamos, centrándose en ellas».

El pasado mes de mayo, un grupo de neonazis rusos contrarios al Kremlin, equipados con material suministrado por el gobierno ucraniano, fue aclamado por políticos occidentales por llevar a cabo ataques terroristas en territorio ruso utilizando Humvees de fabricación estadounidense. Aunque el grupo, el llamado «Cuerpo de Voluntarios Rusos», está dirigido por un hombre que se hace llamar el «Rey Blanco» e incluye a numerosos admiradores abiertos de Adolf Hitler, el armamento occidental de esta milicia contra las fuerzas rusas no ha provocado ninguna protesta en el Congreso.

Y aunque el gobierno de Biden ha prometido que está controlando las armas enviadas, un cable del Departamento de Estado filtrado el pasado diciembre reconocía que «la actividad cinética y el combate activo entre las fuerzas ucranianas y rusas crean un entorno en el que las medidas de verificación estándar son a veces impracticables o imposibles». La administración Biden no sólo sabe que no puede rastrear las armas que está enviando a Ucrania, sino que sabe que está intensificando una guerra por poderes contra la mayor potencia nuclear del mundo, y la está desafiando a que responda del mismo modo.

Sabemos que saben esto porque ya en 2014, el presidente Barack Obama rechazó las demandas de enviar armamento ofensivo letal a Kiev porque, como dijo el Wall Street Journal, tenía una «preocupación de larga data de que armar a Ucrania provocaría a Moscú en una nueva escalada que podría arrastrar a Washington a una guerra por poder.»Cuando Donald Trump llegó al poder en 2017, intentó mantener la línea de la política de Obama, pero pronto fue tachado de marioneta rusa por el cuerpo de prensa de Washington y el Partido Demócrata por negarse a enviar los misiles Javelin de Raytheon al ejército ucraniano. La reticencia de Trump a enviar los Javelin se convirtió en parte de la base para su destitución. Como era de esperar, cedió.Cuando el armamento ofensivo de fabricación estadounidense empezó a llegar a las líneas del frente del Donbás, el Occidente colectivo explotó los Acuerdos de Minsk para «dar tiempo» a Ucrania a armarse, como dijo la excanciller alemana Angela Merkel. En enero de 2022, Estados Unidos anunció un paquete de armas a Ucrania por valor de 200 millones de dólares. Para el 18 de febrero, los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa informaron de que se habían duplicado las violaciones del alto el fuego, y los mapas de la OSCE mostraban la abrumadora mayoría de los lugares atacados del lado de la población separatista prorrusa en Donetsk y Lugansk. Cinco días después, Rusia invadió Ucrania. Y desde entonces, Estados Unidos y sus aliados se han apresurado a subir por la escalera de la escalada en cada oportunidad.» Cosas que no podíamos dar en enero porque era escalada las dimos en febrero», se quejaba un exfuncionario del Departamento de Estado tras reunirse con sus homólogos ucranianos.» Y cosas que no podíamos dar en febrero las podemos dar en abril. Ese ha sido el patrón distintivo, empezando por, por el amor de Dios, los Stingers», dijeron, refiriéndose a los misiles montados en el hombro.

El propio presidente Joe Biden dijo en marzo de 2022: «La idea de que vamos a enviar equipo ofensivo y tener aviones y tanques… no se engañen, digan lo que digan, eso se llama Tercera Guerra Mundial». Poco más de un año después, Biden cambió de opinión, respaldando un plan para proporcionar cazas F-16 a Ucrania, y tras presionar a Alemania para que enviara los tanques que antes temía que provocaran la Tercera Guerra Mundial. Sólo tuvieron que pasar dos meses desde que recibieron los sistemas HIMAR de Estados Unidos para que el ejército ucraniano empezara a atacar infraestructuras críticas, utilizándolos para atacar el puente Antonovsky sobre el río Dnieper, y de nuevo, dos meses después, en un ataque de prueba contra la presa de Kajovka «para ver si el agua del Dniéper podía elevarse lo suficiente como para impedir los cruces rusos», como informó el Washington Post. Hace tres semanas, la presa de Kajovka fue destruida, desencadenando una gran catástrofe medioambiental que provocó inundaciones masivas y la contaminación del suministro local de agua. Ucrania, por supuesto, culpa a Rusia del ataque, pero no ha presentado pruebas. Por esas fechas, Ucrania también acusó infundadamente a Rusia de planear una provocación en la central nuclear de Zaporozhe. Esto desencadenó una resolución de los senadores Lindsey Graham y Richard Blumenthal (sin parentesco conmigo) en la que se pedía a la OTAN que interviniera directamente en Ucrania y atacara a Rusia si se producía un incidente de este tipo.

La maniobra de Blumenthal y Graham establecía así una línea roja de facto para iniciar una acción militar estadounidense, muy parecida a la establecida en Siria que, como comentó un exdiplomático estadounidense al periodista Charles Glass, «era una invitación abierta a una bandera falsa.»

¿Veremos otro engaño de Douma, pero esta vez en Zaporozhe? ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Por qué estamos tentando a la aniquilación nuclear inundando Ucrania con armas avanzadas y saboteando las negociaciones a cada paso? Personas como el senador Dick Durbin nos han dicho que Ucrania está «literalmente en una batalla por la libertad y la democracia» y que, por tanto, debemos suministrarle armas «durante el tiempo que sea necesario», como dijo el presidente Biden. Cualquiera que se oponga a la ayuda militar a Ucrania se opone a la defensa de la democracia, según esta lógica.

Entonces, ¿dónde está la democracia en la decisión de Volodymyr Zelensky de prohibir los partidos de la oposición, criminalizar los medios de comunicación de sus oponentes políticos legítimos, encarcelar a su principal rival político, acorralar a sus principales diputados, asaltar iglesias ortodoxas y detener a clérigos?

¿Dónde está la democracia en el encarcelamiento por el gobierno ucraniano de Gonzalo Lira, ciudadano estadounidense, por cuestionar la narrativa oficial de su esfuerzo bélico?¿Y dónde está la democracia en la reciente decisión de Zelensky de suspender las elecciones en 2024 alegando que se ha declarado la ley marcial? Bueno, parece que la democracia de Ucrania es más difícil de encontrar estos días que el repentinamente discreto comandante en jefe de su ejército, Valeriy Zaluzhny.

El senador Graham ha ofrecido una justificación mucho más sombría -y acertada- para suministrar a Ucrania miles de millones en armas. Como alardeó el senador durante una reciente visita a Kiev con Zelensky: «Los rusos están muriendo… es el mejor dinero que hemos gastado nunca». Graham, recordemos, también ha dicho que nosotros, Estados Unidos, debemos luchar esta guerra hasta el último ucraniano. Aunque las cifras oficiales de bajas son estrictamente confidenciales, debemos preocuparnos de que Ucrania vaya camino de hacer realidad las fantasías macabras del senador.

Como se quejaba este mes un soldado ucraniano a Vice News, no sabemos cuáles son los «planes de Zelensky, pero parece que se trata del exterminio de su propia población, de la población preparada para el combate y en edad de trabajar. Eso es todo». De hecho, los cementerios militares en Ucrania se están expandiendo casi tan rápidamente como las McMansiones del norte de Virginia y las fincas frente al mar de los ejecutivos de Lockheed Martin, Raytheon y diversos contratistas de Beltway que se benefician del segundo nivel más alto de gasto militar desde la Segunda Guerra Mundial. Estos son los verdaderos ganadores de la guerra por poderes de Ucrania. No los ucranianos ni los estadounidenses de a pie. Ni los rusos, ni siquiera los europeos occidentales.

Los ganadores son personas como el Secretario de Estado Tony Blinken, que pasó su tiempo entre las administraciones de Obama y Biden lanzando una empresa de consultoría llamada WestExec advisors que aseguró lucrativos contratos gubernamentales para empresas de inteligencia y la industria armamentística. Entre los antiguos socios de Blinken en WestExec advisors figuran la directora de Inteligencia Nacional, Avril Haines, el subdirector de la CIA, David Cohen, la antigua secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, y casi una docena de miembros actuales y antiguos del equipo de seguridad nacional de Biden.

El secretario de Defensa, Lloyd Austin, por su parte, es antiguo y posiblemente futuro miembro del consejo de Raytheon, y ex socio de la firma de inversión Pine Island Capital, que colabora con WestExec y a la que Blinken ha asesorado. Mientras tanto, la actual embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas Greenfield, figura como asesora principal en el Albright Stonebridge Group, una autodenominada «empresa de diplomacia comercial» que también negocia contratos para el sector de los servicios de inteligencia y la industria armamentística. Esta firma fue fundada por la difunta Madeleine Albright, que declaró infamemente que la muerte de medio millón de niños iraquíes bajo el régimen de sanciones estadounidense «merecía la pena». Así, mientras hombres ucranianos de mediana edad son arrancados de las calles por la policía militar y enviados al frente, los arquitectos de esta guerra por poderes, financiera y políticamente conectados, planean pasar por la puerta giratoria para cosechar beneficios inimaginables una vez que termine su etapa en la administración Biden.

Para ellos, una solución negociada a esta disputa territorial significa el fin de la vaca lechera de cerca de 150.000 millones de dólares en ayuda estadounidense a Ucrania.

Cuando Estados Unidos, miembro permanente de este Consejo, ha caído bajo el control de un gobierno que pretende perpetuar una guerra por delegación durante «todo el tiempo que haga falta», que considera la diplomacia sinónimo de medidas coercitivas unilaterales para «convertir el rublo en escombros», como ha prometido hacer Biden; cuyos dirigentes subvierten las negociaciones para obtener beneficios mientras se niegan a informar debidamente a sus propios ciudadanos de lo que están pagando, y que empuja a los hijos y hermanos de sus supuestos socios ucranianos a un campo de exterminio para apalear a un rival geopolítico; cuando tanto Zelensky como miembros del Congreso de los Estados Unidos piden ataques preventivos contra Rusia que contravienen el espíritu del artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, este Consejo debe tomar medidas para hacer cumplir dicha Carta.

Los artículos 33 a 38 del Capítulo VI de dicha Carta dejan claro que el consejo de seguridad debe hacer uso de su autoridad para garantizar una solución pacífica de las controversias, en particular cuando amenazan la seguridad internacional. Esto no sólo debe aplicarse a Rusia y Ucrania. Este consejo tiene la obligación de vigilar estrictamente y frenar a EE.UU. y a la formación militar ilegal conocida como OTAN.

Gracias.

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Catorce voces femeninas contra el miedo

 


Catorce voces femeninas contra el miedo


Publicado el 7 de julio de 2023 / Por Iñaki Urdanibia

 

KAOSENLARED

Ya en el título del libro del que hablo y recomiendo en esta página, puede verse de qué va la cosa: «Tranquilas. Historias para ir solas por la noche», editado por Lumen. Doce narradoras: M.ª Fernanda Ampuero, Nerea Barjola, Aixa de la Cruz, Jana Leo, Roberta Marrero, Lucía Mbomío, Silvia Nanclares, Edurne Portela, Carme Riera, Marta Sanz, Sabina Urraca, Gabriela Wiener, que ven acompañados sus textos por las ilustraciones de Sara Herranz [las enumero por el orden alfabético que consta en la portada del volumen, que no coincide con el orden de los textos].

No hace falta que servidor explique nada, ya que las cosas están claras hasta al alarido y los relatos presentados lo dejan más claro si cabe. Son historias vividas en primera persona o en compañía que presentan algunos episodios vividos por las escritoras, situaciones igualitas o similares que bien pueden ampliarse a muchas otras féminas. No entraré en el detalle, ni el destripe, de cada uno de las narraciones presentadas, evitando también destacar unas sobre otras de las historias, ni tampoco buscaré un denominador común, aunque algunos de estos últimos podrían buscarse, y hallarse a lo largo de la lectura de los diferentes relatos, que en bastantes ocasiones son confesiones.

Asoma en todos, el temor de las mujeres a salir de noche, lo que provoca que entre amigas se acuerden maneras de avisarse si las cosas pintan mal: si aparece el monstruo, o el lobo con piel de cordero, que se presta a llevar a una joven a su casa, repitiendo la jugada hasta que el final el caballero, es un decir, resulta rana. Están los consejos de madres y abuelas que advierten que se ha de tener cuidado, mejor cuidadito, a la hora de salir de noche. Hay situaciones padecidas en las que es mejor someterse a la follación antes de poner en riesgo la propia vida. Aparecen igualmente asuntos relacionados con la compostura y con el atrevimiento y descaro de algunas amigas que resultan fatales, al hacer que algunos desaprensivos piensen que tales jóvenes están buscando guerra y, en especial, esperan que ellos les sirvan de consuelo. Rozando el análisis sociológico se relaciona las violencias contra las mujeres con las relaciones de poder, resultando que el que puede, puede, y que aún no dándose una relación causal entre clase social y violencia contra las mujeres, sí que se puede extraer la conclusión de que las mujeres con menos recursos están más expuestas a padecer las agresiones. Mosquean las historias en las que en el propio seno familiar algún señor, es un decir, suelta algún comentario acerca del culo de una chiquilla, lo que traerá como consecuencia el acomplejamiento de por vida, cuestión aplicable a las alusiones a la gordura. La metáfora del juego del Go también puebla alguna páginas, al mostrar que se ha de seguir ciertos movimientos que puedan suponer la esquiva, el escape…en medio de una correlación de fuerzas desfavorable, en un toma y daca en el que se da una disputa por el terreno, se trata de conquistar libertades, plasmado en tres sujetos (el filósofo, el matemático y el informático) y sus distintas reacciones. No faltan las llamadas al cabreo y a la respuesta ante las agresiones, como tampoco la reivindicación del feminismo como agarradero a la dignidad, y…desde el bosque de los cuentos infantiles a la pura y dura realidad de las calles solitarias, los portales, los parajes oscuros, las sombras amenazantes –todo un afuera que deviene permanente amenaza-, y los nombres propios que planean en la mente (Diana Quer, Nagore Laffage, las tres chicas de Alcàsser –Desirée Hernández, Toñi Gómez y Miriam García-. Rocío Wanninkhof, Sonia Carabantes, Marta del Castillo, Laura Luelmo…), así como las circunstancias de sus asesinatos: discotecas, auto-stop, y algunas historias en las que se narran las repetidas agresiones sufridas, etc., etc., etc. Se palpan los silencios y la vergüenza, poco menos que culpable, tras sufrir la agresión. Referencias a películas y personajes y valoraciones en ellas expuestas, y el verso de Alejandra Pizarnik: «La jaula se ha vuelto pájaro / que haré con el miedo / qué haré con el miedo».

Un libro de narraciones que de hecho se convierte en una fenomenología del miedo, como si de un trabajo de campo se tratase, con no pocas lecciones que se pueden extraer de sus páginas, que son un grito, catorce, muchos más, contra el miedo por el mero hecho de ser la mitad del cielo, mujer.

“Un libro visceral, escrito desde las entrañas”, dicen las editoras del libro, a lo que me atrevo a añadir: necesario en su reivindicación.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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La Organización Meteorológica Mundial advierte que junio de 2023 fue el mes más caluroso jamás registrado

 

 

La Organización Meteorológica Mundial advierte que junio de 2023 fue el mes más caluroso jamás registrado


TERCERAINFORMACION / 08.07.2023

En junio el hielo marino antártico llegó a su nivel más bajo desde que comenzaron las observaciones satelitales.



El calor y los riesgos que comporta para la salud han hecho que Sanidad mantenga activado el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas por Altas Temperaturas durante todo el verano / Jeremy Bishop

 

Junio se ha confirmado como el mes más caluroso desde que se registran las temperaturas, al tiempo que hubo una disminución record del hielo marino antártico, de acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

El ente declaró que “junio ​​de 2023 quedará en los anales de la historia marcando 0,5 °C por encima del promedio del periodo 1991-2020”, mientras superó el anterior récord de junio de 2019.

Junto al Servicio de Cambio Climático de Copernicus de la Unión Europea, la OMM compartió que las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico Norte alcanza niveles ‘fuera de serie’, al atribuir el resultado del cambio climático inducido por el ser humano.

En junio el hielo marino antártico llegó a su nivel más bajo desde que comenzaron las observaciones satelitales: un 17 por ciento por debajo del promedio, rompiendo el récord anterior.

“El calor batió otra marca este 4 de julio, cuando el promedio mundial de temperatura fue de 17,03 °C”, puntualizó la OMM, al tiempo que destacó que el calor excepcional de junio y principios de julio se produjo al comienzo del desarrollo del fenómeno El Niño.

Entre tanto, el director de Servicios Climáticos de la OMM, Chris Hewitt puntualizó que “estamos en un territorio desconocido y podemos esperar que caigan más récords a medida que El Niño se desarrolla más, y estos impactos se extenderán hasta 2024. Es una noticia preocupante para el planeta”.

Insistió el directivo en que “no es sólo la temperatura de la superficie, sino que todo el océano se está calentando y absorbiendo una energía que permanecerá allí durante cientos de años. La alarma debe sonar especialmente fuerte debido a las temperaturas de la superficie del mar sin precedentes en el Atlántico Norte”.

Irlanda, el Reino Unido y el Mar Báltico registraron olas de calor marino extremo, según los datos de la organización mundial.

“En gran parte de América del Norte, junio fue más seco que el promedio, propiciando incendios forestales graves”, alertó el organismo, al indicar que para Rusia, el Cuerno de África, la mayor parte del sur de África, América del Sur y algunas regiones de Australia fue el sexto mes del año más seco.

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Batalla florentina por la alcaldía de Barcelona

 

El desenlace de la dura pugna por la alcaldía de la ciudad condal resulta ilustrativo de las corrientes de fondo que atraviesan las fuerzas políticas catalanas y su recomposición tras las turbulencias de la década procesista.


Batalla florentina por la alcaldía de Barcelona

 

Antonio Santamaría

El Viejo Topo

8 julio, 2023 

 

En la batalla por el Ayuntamiento de Barcelona se han concentrado las contradicciones generadas por la implosión del sistema de partidos del pujolismo en la década procesista y se ha asistido a la recomposición de los grandes espacios políticos: independentismo (Junts, ERC, CUP), izquierda (con)federalista (PSC y Comunes) y derecha españolista (Cs, PP y Vox) que configuran el mapa político catalán.

La alcaldía de Barcelona fue durante el pujolismo (1980-2003) el oscuro objeto de deseo de Convergència i Unió (CiU) en la medida que operaba como el contrapoder socialista a la amplia hegemonía convergente en las instituciones de autogobierno. En efecto, primero Narcís Serra (1979-1982) y luego Pasqual Maragall (1982-1997) ostentaron la alcaldía dejando paso a Joan Clos (1997-2006) y Joan Hereu (2006-2011). Sin mayoría absoluta, el PSC estableció una coalición de gobierno estable con los ecosocialistas de la extinta Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV).

Durante este periodo CiU intentó en vano desalojar al PSC de la alcaldía ubicada en la plaza Sant Jaume, frente al palacio de la Generalitat, todo un símbolo del régimen de doble poder característico del pujolismo. No se repararon en gastos y se designaron como alcaldables a pesos pesados de la formación como Josep Maria Cullell o Miquel Roca Junyent que fracasaron en el intento.

Estas operaciones chocaron con el carisma incombustible de Pasqual Maragall y su hermano y mano derecha Ernest, Tete para los amigos, tras los Juegos Olímpicos (1992). Barcelona se metamorfoseó de urbe portuaria e industrial, con sus bajos fondos, en un centro turístico, de servicios y negocios de renombre internacional. El alcalde Maragall se proyectaba como la única figura capaz de disputar a CiU la presidencia de la Generalitat. Nieto del gran poeta, Joan Maragall, procedía de una familia de innegable pedigrí catalanista. Militante en su juventud en el Front Obrer de Catalunya (FOC), ingresó en el sector catalanista del PSC y concibió ante la retirada de Jordi Pujol la operación que le condujo a fraguar el tripartito de izquierdas y a la presidencia de la Generalitat (2003) con la bandera de la reforma federalizante del Estatut d’Autonomia.

El ascenso de Ada Colau

Xavier Trias, hombre de la máxima confianza de Jordi Pujol y conseller de Presidencia de la Generalitat, que se dice forjó gestionando los turbios negocios la numerosa familia del patriarca, encabezó la lista convergente a la alcaldía desde 2002. A la tercera fue la vencida. En las municipales de 2011, en los momentos álgidos del procés, fue la lista más votada y fue proclamado alcalde tras 32 años de hegemonía del PSC.

Para las formaciones independentistas conseguir el gobierno de la capital del país constituía un objetivo estratégico y largamente esperado. Sin embargo, fue una victoria efímera. En las municipales de junio de 2015 fue desalojado de la alcaldía por Ada Colau, fundadora y portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que abandonó ese mismo año para encabezar la plataforma Guanyem Barcelona con el objetivo de constituir una candidatura de confluencia a la izquierda del PSC. La propuesta surgía en un momento de ascenso de Podemos, al calor de las movilizaciones del 15M, a la que se sumaron ICV-EUiA y otras organizaciones menores. Colau se alzó como primera fuerza política de la ciudad, con 176.621 votos (25%) y 11 concejales, uno más que Trias, que perdió cuatro de sus 14 ediles, dos de los cuales fueron a parar a ERC que pasó de 2 a 5 concejales. Colau se benefició del desplome del PSC, liderado por Jaume Collboni, que cayó de 11 a 4 concejales. Collboni se había impuesto en las primarias del partido entre acusaciones de haber inflado el censo con ciudadanos pakistaníes que son una comunidad importante en el barrio del Raval. Como novedad entraban por primera vez en el Consistorio dos formaciones de signo contrario, CUP con 3 regidores y Ciudadanos (Cs) con 5 ediles, que se benefició de la caída del PP de 9 a 3 concejales.

Ada Colau fue investida como primera alcaldesa de Barcelona con sus 11 votos, los 5 de ERC, 4 de PSC y uno de la CUP, imprescindible para alcanzar la mayoría absoluta de 21 concejales, sin la cual Trias se hubiera proclamado alcalde al encabezar la lista más votada. Trias siempre se ha quejado amargamente de que su derrota ante Colau fue producto de la fake new publicada por El Mundo (27/10/2014), en vísperas de la consulta del 9N, según la cual tenía una cuenta opaca en Andorra por valor de casi 13 millones de euros. Una intoxicación realizada en el marco de la operación Cataluña, diseñada por el ministro del Interior y hombre fuerte del PP catalán, Jorge Fernández Díaz, y el comisario Villarejo. La fiscalía anticorrupción abrió diligencias que fueron archivadas un mes más tarde al no hallarse pruebas de la cuenta opaca. En el contexto de los escándalos de corrupción convergente (Palau de la Música, tres por ciento, ITV, confesión de Pujol…) bien frescos en la memoria de la ciudadanía, la intoxicación hizo daño. No obstante, su nombre apareció, en noviembre de 2017, en la lista de evasores fiscales en los llamados Paradise Papers y hubo de reconocer que su familia había poseído una cuenta opaca en Suiza.

Éste será el primer eslabón de la cadena del relato postconvergente según el cual Colau debe la alcaldía a oscuras operaciones políticas auspiciadas desde el Estado Profundo contra el independentismo. Contra este relato, lo cierto es que las plataformas vinculadas a Podemos lograron en 2015 importantes victorias no sólo en Barcelona, sino en otras grandes ciudades españolas, como en el feudo pepero de Madrid, con la exjueza Manuela Carmena. Pedro Santiesteve se hizo con la alcaldía de Zaragoza y José María González Kichi con la de Cádiz. En Galicia, con el impulso de las Mareas, Xulio Ferreiro fue investido alcalde de A Coruña, Martiño Noriega de Santiago de Compostela y Jorge Suárez de El Ferrol (del Caudillo en el franquismo).  Los excelentes resultados de los llamados “ayuntamientos del cambio” parecían indicar el camino hacia la implantación política y territorial del movimiento político surgido al calor de las grandes movilizaciones del 15M.

La alcaldesa Colau suscribió, en mayo de 2016, un Acuerdo de Gobierno de Izquierdas con el PSC y con Collboni como segundo teniente de alcalde que engrasó la pesada maquinaria administrativa que durante tantos años había dirigido su partido. En un gesto de solidaridad con el movimiento independentista, Colau expulsó del gobierno municipal, en noviembre de 2017, a los ediles socialistas por el apoyo de su partido a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, lo cual la dejó en una situación de precariedad institucional. Otro de sus numerosos gestos de apoyo a los independentistas fue su negativa a recibir a Felipe VI en la inauguración del Mobile Word Congress (febrero 2018).

Las expectativas levantadas por los “ayuntamientos del cambio” se vieron defraudadas en las municipales de mayo de 2019. Sólo Kichi y Colau conservaron la alcaldía. De hecho, únicamente el primero vio avalada su gestión al pasar de 8 a 13 concejales y del 28% al 43,6% de los votos. Colau, al frente de Barcelona en Comú, fue segunda fuerza, cediendo un concejal y el 3,8% de votos. ERC empató con ella a 10 concejales, pero le superó por la escasa diferencia de 4.833 votos. Esquerra había apostado fuerte, presentando a Ernest Maragall, hermano y mano derecha del alcalde olímpico. Un histórico del sector catalanista del PSC y uno de los primeros en pasarse con armas y bagajes a ERC, en un momento de ascenso del movimiento independentista. En estos comicios se comprueban los vasos comunicantes electorales entre los dos grandes partidos del independentismo. En 2019 ERC ganó cinco ediles, los mismos que perdió Junts. Al revés de ahora, cuando los cinco concejales perdidos por ERC han ido a parar a Trias.

La razón de Estado de Manuel Valls

Como fuerza más votada le correspondía a Ernest Maragall la alcaldía de la ciudad, en el caso de que ningún candidato reuniera la mayoría absoluta de 21 concejales. En principio, Colau se mostró dispuesta a negociar un tripartito de izquierdas con PSC y ERC que sumaban 28 concejales y una amplia mayoría. Una fórmula impracticable, pues entonces para ERC era imposible llegar a cualquier tipo de pacto con un partido que había apoyado el 155. Cs presentó como alcaldable a Manuel Valls, ex primer ministro de la República Francesa. Nacido en Barcelona en 1962, de familia catalana y abuelo catalanista, se afincó desde muy joven en Francia donde ingresó con 17 años en el PSF. Con una larga trayectoria como alcalde de Evry, en el área metropolitana de París, y diputado en la Asamblea Nacional, coronó su carrera política al ser nombrado en 2012 por François Hollande ministro del Interior y primer ministro en marzo de 2014, cargo que ostentó hasta diciembre de 2016. Tras perder las primarias para la presidencia del partido en junio de 2017, se dio de baja del PSF, tras 37 años de militancia, y se incorporó al grupo parlamentario La República en Marcha de Emmanuel Macron quien no quiso contar con él a pesar de sus múltiples ofrecimientos.

Entonces se instaló en Barcelona donde registró el partido Barcelona pel Canvi (BCN Canvi) y se postuló como candidato a la alcaldía de la capital catalana. Finalmente, cerró un acuerdo de coalición con Cs. Con Valls como alcaldable, la formación naranja mejoró ligeramente sus resultados, con casi cien mil votos, pasó de 5 a 6 concejales, del 11% al 13% de los sufragios y fue cuarta fuerza política por delante de Junts.

Con la alcaldía de Barcelona en el alero, Valls anunció su decisión de ofrecer “sin condiciones” sus votos a Colau, que había cerrado un pacto de gobierno con el PSC, para impedir que el gobierno de la ciudad cayese en manos de un independentista. Esta determinación fue inmediatamente desautorizada por la dirección de Cs y condujo al estallido del grupo municipal. Solo tres de sus seis concejales votaron a favor de Colau, suficientes para que fuera investida alcaldesa. Entre ellos Celestino Corbacho, uno de los fichajes estrella de Valls. Todo un peso pesado del sector españolista del PSC, ex alcalde de l’Hospitalet de Llobregat, ex presidente de la Diputació de Barcelona y ex ministro de Trabajo con Zapatero.

El día de la investidura la plaza de Sant Jaume rebosaba de manifestantes convocados por partidos y asociaciones independentistas para seguir el desarrollo del pleno. A la salida de la casa consistorial, en el tradicional paseíllo de los miembros de la Corporación Municipal al Palau de la Generalitat, ubicado enfrente, para ser recibidos por el President del gobierno catalán, se escucharon insultos machistas contra la alcaldesa y hubo intentos de agresión. En el último momento, la alcaldía le había sido arrebatada a los independentistas por una oscura maniobra política urdida desde las alcantarillas del Estado donde Valls era un peón de brega. En cualquier caso, en mayo de 2021, Valls dejaba el acta de concejal y se despedía a la francesa de la política catalana.

Todos contra Colau

Tras la derrota frente a Colau, Trias renunció al acta de regidor, cediendo la dirección del grupo municipal a Joaquim Forn, que había sido su primer teniente de alcalde. En julio de 2017, éste dejó la Corporación Municipal, al ser nombrado conseller de Interior de la Generalitat con la misión de encargarse de la dirección de los Mossos d’Esquadra en la celebración del referéndum del 1 de octubre. Nada más llegar tuvo que gestionar los atentados islamistas de Barcelona y Cambrils, donde brilló la figura del mayor Trapero. Forn ingresó en prisión preventiva el noviembre de 2017 y fue condenado por el Tribunal Supremo a 10 años y seis meses de prisión e inhabilitación absoluta por el delito de sedición. Salió en libertad en junio de 2021, indultado por el gobierno de Pedro Sánchez.

Desde su primer mandato, Ada Colau ha sido objeto de una pertinaz e implacable campaña en su contra desde los medios de la derecha catalana. Todas y cada una sus iniciativas han sido blanco de feroces críticas, ya fuese la limitación de los pisos turísticos, el tranvía, las superislas peatonales, los carriles-bici, el tope a los precios del alquiler… generando un clima de polarización antiColau.

Tras este telón de fondo, Xavier Trias se presentó como el único capaz de echarla de la alcaldía, con la promesa de que si no cumplía ese objetivo se marcharía a casa. Del sector “moderado” de Junts, se había opuesto a la salida del gobierno de la Generalitat contra el criterio de Carles Puigdemont y Laura Borràs e impuso estrictas condiciones para encabezar la candidatura que adoptó la denominación Trias per Barcelona donde se ocultaron las siglas del partido. También obtuvo plena libertad para confeccionar la lista e integrar a otras formaciones como el PDECat, los ex Unió de Demòcrates de Catalunya y los exsocialistas de Moviment d’Esquerres (MES). Trias se guardó mucho de aparecer en compañía de Borràs, Miriam Noguera o Puigdemont, del ala dura del partido. Por el contrario, protagonizó un acto en el teatro Gaudí para presentar el manifiesto Xavier, confiem en tu, suscrito por 150 pesos pesados de la flor y nata de la sociedad civil barcelonesa. Entre ellos, la poetisa Marta Pesarrodona, la dibujante Pilarín Bayés, la abogada y política Magda Oranich, el doctor Bonaventura Clotet, el empresario Tatxo Benet…

Su campaña consistió en calificar de desastre toda la obra de gobierno de Colau, a quien calificó de “ególatra”, prometiendo que si era elegido alcalde se encargaría de derogarla sin contemplaciones, una por una. Ello sin proponer alternativas excepto frases altisonantes. El resto de los candidatos entraron en su juego. Collboni, a pesar de ser el número dos del gobierno municipal, dimitió del cargo para entregarse en cuerpo y alma a la campaña, actuando como si durante todo este tiempo hubiera estado en la oposición a Colau. Ernest Maragall elevó el tono de sus críticas a la alcaldesa, obligado por la agresiva campaña de Trias, pero con el inconveniente de haber votado a favor de los Presupuestos Municipales a cambio que los Comunes hicieran lo propio en el Parlament de Catalunya.

Los resultados electorales parecieron avalar la estrategia de Trias que no dudó en celebrar la victoria flanqueado por Borràs y Noguera como el principal triunfo de Junts en estos comicios. Su lista se alzaba como fuerza más votada pasando de 5 a 11 concejales y del 10,5% al 22,4% de los votos, concentrando el voto útil antiColau a costa de ERC que perdió 5 de sus 10 regidores.

La balanza se decantó por la concentración del voto antiColau en Trias que se impuso claramente a Maragall en el duelo gerontocrático por la hegemonía del independentismo. No ocurrió lo mismo en la pugna entre Collboni y Colau por la hegemonía de la izquierda que se saldó por la mínima a favor del primero. El PSC se sitúa como segunda fuerza política con 131.735 votos (19,79%) y 10 concejales, dos más que en 2019. Colau, en tercera posición, con 131.594 votos (19,77%), perdió uno de sus 10 concejales, pero solo cedió un punto porcentual. Los seis regidores de Cs desaparecieron del mapa y sus despojos se repartieron entre el PP que pasó de 2 a 4 ediles y Vox que entró en el Consistorio con 2 concejales.

Al ser la fuerza más votada, partía Trias con las mayores facilidades para acceder a la alcaldía, pues Collboni y Colau solo disponían de 19 de los 21 regidores necesarios para desbancarlo. Entonces, se sucedieron una serie de movimientos florentinos. Colau ofreció un tripartito de izquierdas con ERC y repartirse con el PSC la alcaldía, lo cual fue rechazado por ambas formaciones. El alcaldable del PP, Daniel Sirera, del núcleo duro del PP catalán de toda la vida, inspirándose en el precedente de Valls, manifestó que para impedir que la capital catalana fuese gobernada por un independentista estaba dispuesto a votar a Collboni. A diferencia del apoyo incondicional de Valls, impuso la condición de que los Comunes no formasen parte del ejecutivo local.

La dirección de ERC, alertada por los malos resultados de las municipales en todo el país, interpretó el varapalo como un aviso de su electorado para que recoser sus alianzas con Junts y dejar de filtrear con los socialistas y Comunes. Esto facilitó el pacto entre Trias y Maragall, en vísperas de la investidura, para formar un gobierno independentista de coalición en minoría con 16 concejales, frente a los 19 de la izquierda, donde Tete jugaría con Trias el papel que Collboni había jugado con Colau.

Cuando todo el pescado parecía vendido, el grupo municipal de Barcelona en Comú realizó un movimiento inesperado al manifestar que estaba dispuesta a dar sus votos gratis a Collboni sin entrar en el gobierno y a la espera que ERC modificase su posición y se aviniese a formar un tripartito de izquierdas. Así, se satisfacía la condición del PP para votar al PSC, lo cual le venía como anillo al dedo a Alberto Núñez Feijoo, que acababa de suscribir un fulminante y vergonzante acuerdo de gobierno con Vox en el País Valencià.

Con estos precedentes la sesión de investidura fue de alto voltaje político. Trias, que se sentía burlado, cumplió su palabra de dejar el Consistorio si no era elegido alcalde y se despidió con el despectivo Què us bombim! (¡Qué os den!). Maragall tocó la tecla victimista, que siempre tiene éxito entre los independentistas, y denunció un pacto antinatura que por segunda vez le apartaba del poder municipal. Todo ello producto de una sucia operación de Estado contra el independentismo que cuestionaba la legitimidad del gobierno municipal. Tete también ha dejado el Consistorio y figura en la candidatura al Senado de ERC.

En su defensa de su posición, Colau enunció un argumento imbatible. Como el programa de Trias consistía únicamente en derogar toda su obra de gobierno, resulta comprensible que utilice todos los recursos en su mano para impedirlo. Al menos con Collboni existía la posibilidad de preservar parte de su obra. Ahora bien, la pérdida de la alcaldía de Barcelona supone un duro revés para su formación, en la medida que constituía su principal activo político y electoral y jugaba, por la importancia de su cargo, un papel de equilibrio en el complejo entramado institucional de Catalunya.

El PSC resulta el principal beneficiado de la operación que le ha conducido a recuperar una alcaldía emblemática. Además, Barcelona es la principal ciudad española cuyo alcalde es socialista. No es casual que Pedro Sánchez eligiese la capital catalana para cerrar la campaña de las municipales. Ello fortalece su posición respecto a la dirección del PSOE y supone un notable impulso a las pretensiones del partido de arrebatar a ERC la presidencia de la Generalitat, en la persona de Salvador Illa. Una tendencia que se vería reforzada si, en las generales, los socialistas concentran el voto útil anti PP-Vox.

Por su parte, el PP enfatizó su papel de partido de Estado y patriótico y como fuerza decisiva para decantar la alcaldía de Barcelona. Para Vox, el mero hecho de haber entrado en el Consistorio supone una victoria política.

El desenlace de la batalla por la alcaldía de Barcelona resulta expresivo de las corrientes de fondo del país. El retroceso del independentismo en general y de ERC en particular, así como su fracaso en el intento de arrebatarle la plaza a la izquierda. El avance del PSC que presenta sus opciones para disputar la presidencia la Generalitat tras la década procesista. Finalmente, el avance de la derecha españolista y la irrupción de la extrema derecha en el Ayuntamiento de Barcelona y en los grandes municipios del país.

El espejo oscuro de la Diputación de Barcelona

Hasta las generales del 23 de julio, Jaume Collboni, el primer alcalde declaradamente homosexual de Barcelona, gobernará en minoría. Muy probablemente, como ha insinuado Colau, tras las elecciones se formará un gobierno de coalición con los Comunes sin su presencia y abriendo un interrogante sobre su futuro político.

La batalla por alcaldía de Barcelona ha tenido una derivación sobre el extraño pacto entre PSC y Junts en la poderosa Diputación de Barcelona en el mandato anterior. Una institución que maneja un presupuesto de 1.300 millones de euros. 4.000 funcionarios y un gran número de asesores que los partidos utilizan para colocar a sus militantes y repartir subvenciones a medios de comunicación afines. Tras las pasadas municipales se produjo un pacto “antinatura” entre PSC y Junts que prefirió otorgar la presidencia a Nuria Marin, alcaldesa socialista de L’Hospitalet, antes que cerrar un pacto entre independentistas mediante el cual la presidencia hubiera correspondido a ERC. Un pacto bendecido desde Waterloo para impedir ceder cuotas de poder a su principal rival electoral. El acuerdo incluía el contrato a Marcela Topor, esposa de Carles Puigdemont, por la dirección y presentación del programa The Weekley Mag, en inglés y escasa audiencia, con unos emolumentos de 6.000 euros mensuales. Este pacto ha sido utilizado con frecuencia por los dirigentes de ERC como la prueba de la doblez de Junts que les critica sin piedad por apoyar al gobierno socialista en Madrid, mientras ellos se repartían las poltronas del órgano de gobierno de la provincia.

Ahora, en vísperas de las generales, Junts ha anunciado que no reeditará el pacto de gobierno con el PSC, ofreciendo un frente independentista a ERC, pero que no reúne los suficientes apoyos para prosperar. Por su parte, los socialistas han retirado a Marín de la presidencia y buscarán los apoyos de los Comunes para mantenerse en el poder. Aquí también, como en el Ayuntamiento de Barcelona, el comportamiento de los cuatro diputados provinciales PP puede resultar decisivo.

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