jueves, 4 de julio de 2019

LA AUTO-SINVERGONZONERÍA SECRETA EVIDENTE-MOVIL DEL GOBIERNO, PARTIDOS FAVORECIDOS (PORQUE DE OPOSICIÓN PARECE NO HABER) A FAVOR DEL NIDO PARASITARIO MONÁRQUICO, CONSECUENCIA LÓGICA, LEGAL, LÍCITA, NORMAL, NATURAL DE UN SISTEMA POLÍTICO POLÍTICO PODRIDO Y CORRUPTO,REPRESETATIVO, QUE POR TANTO NO ES DEMOCRÁTICO



El Gobierno compra al rey, en secreto, un coche de medio millón de euros

La Corona no se hará cargo del montante de la operación, que recae sobre el Ministerio de Hacienda 

elplural.com Jueves, 4 de julio de 2019 


 Los Duqueses de Cambridge junto a Felipe VI y Letizia 

Hacienda ha adquirido un vehículo para la Casa Real por 454.000 euros. Así lo ha hecho saber tras sacar a licitación la compra del coche “blindado de alta representación”, según desvela El Confidencial. Un proceso que se ha tramitado por la vía de urgencia y bajo el más estricto de los secretos que permite la ley española.

Desde el ministerio alegan que este oscurantismo se debe a motivos de seguridad. Por tanto, el vehículo será propiedad del Parque Móvil del Estado, aunque su uso quedará exclusivamente reducido a los miembros de la Casa Real, según relata el mismo medio de comunicación.

Hacienda se ha acogido al artículo 168.a.3 de la Ley de Contratos Públicos, que permite un aumento excesivo de la confidencialidad cuando lo exija “la protección de los intereses esenciales de la seguridad del Estado”. Asimismo, también da luz verde a la omisión de la justificación del gasto y el detalle de las empresas participantes en el trato.

La subasta es de carácter extraordinario. El Parque Móvil, según recoge El Confidencial, no se deja tanto dinero en un vehículo desde que Mariano Rajoy adquiriera un nuevo coche oficial, allá por el año 2017. Esta compra se cerró en cifras que rozan el medio millón de euros, después de que la propuesta de Volkswagen se impusiera sobre las demás.
Esta compra, según el Ejecutivo de Mariano Rajoy, se calificó como imprescindible porque el coche del por entonces presidente del Gobierno se encontraba en mal estado después de más de tres lustros de uso. Los populares alegaron que Aznar fue el primero en utilizarlo y acumulaba 272.000 kilómetros.

Esta subasta se ha realizado por la vía de urgencia y con absoluto secretismo, como se ha señalado. Pero, además, los 454.000 euros tendrá que depositarlos el Ministerio de Hacienda y no la Casa Real, como también ocurre con los gastos de dispositivos de seguridad que se hacen cargo de los Reyes.

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ARTICULO DE CARLOS CALVO. REVISTA EL POLLO URBANO Nº. 191



No hay Marx que por bien no venga, quiosquero 

Por Carlos Calvo


  Había quedado con el quiosquero de la esquina, en este tierno verano de lujurias y azoteas, para comer y hablar de esto y de lo otro. No fuimos demasiado lejos del circuito habitual.

   Frente a las tascas de diseño están las tascas populares a las que la pátina del tiempo ha dejado un poso invisible de elegancia. Esas tascas son los lugares a los que solemos ir. Allí están los platos de cuchara, los guisos y los potajes. Las lentejas estofadas, las patatas con chorizo, la memorable ensaladilla y un plato de siempre.

  Sin embargo, nos metimos en uno de esos antros que venden tapas medio podridas, el camarero no se lava el pelo o tiene las uñas sucias y la televisión está a toda pastilla. El garito es decadente pero, al parecer, hacen unas patatas con chorizo para chuparse los dedos. Mi amigo el quiosquero siempre ha reivindicado la tradicional cocina de cuchara sobre la sofisticada gastronomía que forma parte de la sociedad del espectáculo. Platos como unas buenas lentejas –o las tomas o las dejas-, la sopa de ajo y no digamos la tortilla de patata, con cebolla o sin ella, están por encima de esas innovaciones culinarias cuyo nombre es mucho más largo que su consistencia en el gaznate.

  Dicen que la palabra chorizo viene del ‘salsicium’ latino, pero tal vez antes los celtas u otras tribus hispánicas ya comían este derivado del cerdo. El buen chorizo, producido en distintas variantes, abunda por toda la geografía española. El quiosquero no entiende por qué se habla y escribe tanto del jamón, que es otro gran manjar al que no resta ningún mérito, pero nada se dice del chorizo, como si fuera un producto de segunda clase. Las patatas con chorizo, más allá de estar al alcance de todas las economías, son un plato que encierra la esencia de lo español y condensa lo mejor de nuestra historia, sin excluir las aportaciones periféricas.

  Mi idolatrado comendador de letra impresa, en efecto, es el confidente ideal para ir a comer este plato delicioso y poder reivindicar la nobleza del chorizo. Antes, la longaniza, para horror de moros y judíos, se colgaba en los portales de ‘La Celestina’. Los embutidos, entonces, eran negros hasta llegar a los tiempos del Quevedo de las “viejas pero feas”, que se vuelven rojos, pues ya ha llegado el pimentón de las Américas. Chorizo, el pedazo de tripa lleno de carne picada, también significa ratero, ladrón, choro, descuidero, botillo, y los fabricantes de este producto se sienten incómodos con la confusión y mezcla de significados. El quiosquero, a este paso, va a pedir a la academia de la lengua española –con realeza o sin ella- que omita en la definición del embutido la carga de delincuencia, para apartarlo, ay, de la mala compañía.

  Al fin, nos sentamos en una mesa con mantel a cuadros, palillero grasiento y convoy a la antigua usanza, más grasiento todavía, y empezamos a degustar unas insuperables patatas con chorizo. Entre cucharada y cucharada, mirábamos los caretos de la gente. Y como la armonía entre sólido y líquido es fundamental, estos platos de patatas con chorizo no requieren un vino excepcional, como ocurre con los quesos. El aroma del vino que nos sirvieron le recordaba al quiosquero a delantal de doncella violada en una noche de lluvia en pajar asturiano.

  Cuando estábamos a punto de largarnos, entró un viejo –pero feo- hecho polvo, después de aparcar su carrito lleno de cartones en la puerta. Despedía un olor raro, como a oso, aunque el quiosquero y yo nunca hemos sabido muy bien cómo huelen esos plantígrados. Fue a sentarse a una mesa cuando sonó una voz muy extraña que parecía provenir de una garganta de madera (o sucedáneo) que dijo de un modo terminante: “Tú aquí no te sientas”. Era la silla. “Lárgate, guarro”, agregó otra voz similar. Era la mesa. El viejo –pero feo- pareció confuso pero no tardó en reaccionar y le preguntó a la silla: “¿Por qué no voy a sentarme?”. “Porque te apesta el culo”, respondió la silla.

  Atónitos, nos levantamos del asiento, pagamos los menús, cafés y chupitos de whisky (con sus respectivas piedras), nos despedimos del camarero y nos prometimos que ya nunca volveríamos al dichoso restaurante, o tasca, o taberna, o garito, o antro, o lo que fuera, a pesar de las insuperables patatas con chorizo que cocinaban. Y cuando salimos del lugar, mientras acompañaba a mi amigo el quiosquero al lugar de su trabajo para continuar su inhumana jornada laboral, me dijo: “¿Sabes qué?”… Entonces me comentó que le dolía el no poder hablar, con naturalidad, de política, de religión, de literatura, de arte, de cine, de esto y de lo otro, porque, si tocabas temas que pertenecían a la categoría de lo silenciado, los guardianes de mantener el orden conversacional establecido inmediatamente comenzaban su campaña de distanciamiento con los consabidos tópicos. El que se mueva, como en la película de Arthur Penn, no sale en la foto.

  ¿O tal vez la causa de ese rechazo que notaba pudiera explicarse porque defendía la necesidad de tener criterio propio, coincidente o no con el de la mayoría? ¿O porque intentaba actuar como pensaba? ¿O tendría que ver con que le gustaba fumarse un puro cubano sin tener que aguantar ser mirado como un delincuente peligroso? ¿O porque le encantaba tener sus espacios y momentos para estar consigo mismo? ¿O, a lo mejor, porque nunca ha soportado a las capillitas intelectuales?

  Al fin y al cabo, mi amigo el quiosquero siempre ha tenido claro la deriva conservadora o institucional de los intelectuales que se abrieron paso en los años del desarrollismo con posiciones radicales y que fueron acomodándose a medida que avanzaba la transición, abandonando sus compromisos ideológicos, hasta convertirse en los nuevos jefecillos de la cultura, quienes, ya en el periodo del primer gobierno socialista, establecieron el nuevo canon y administraron el capital cultural que han amasado desde sus posiciones de poder en los periódicos, editoriales, universidades, academias y demás receptáculos de las artes y las letras.

  Muchos, denuncia el quiosquero, se han labrado una fama y una posición de influencia no por el valor de sus obras, sino por sus relaciones con el poder político y mediático, su agenda de contactos y su estilo aseado. En las letras, con frecuencia, importan más las redes y el favor de los amigos intelectuales, o así, que la calidad de lo publicado. Es lo que podríamos llamar la cultura imperial de amiguetes. Estamos, en efecto, en el descuento del cuento. En la cultura sin acentos ni sintaxis ni ortografía. Descontadas las exigencias de rigor, tratamiento, forma, comprensión y compromiso. Todos expertos doctores en la cata de imbecilidades.

  A fin de cuentas, se trata de un conservadurismo genérico, que afecta por igual a las posiciones políticas y a la actitud medrosa y cerril ante cualquier amenaza del ‘statu quo’ cultural. Para el quiosquero, una de las causas de la falta de valor en la producción cultural se debe a que nuestros intelectuales están demasiado pendientes unos de otros, repartiéndose premios y prebendas. La atmósfera, pues, resulta irrespirable e impide el surgimiento de una crítica sana que sirva de mecanismo de control de calidad. Las reseñas, claro está, las escriben los amigos o los de la misma cuerda y si no la hace un conocido y es negativa, se interpreta siempre como un ataque personal.

  Dspués de tanta disquisición, el quiosquero se echó un sonoro regoldo –lo de eructo lo deja para los cursis- y exclamó a los cuatro vientos: “¡Las patatas con chorizo tendrían que ser patrimonio de la humanidad, como la catedral de la Seo o el castillo de la Aljafería!”. Empieza el salvaje verano, en cualquier caso, con las flores del granado en el suelo, derribadas por el mirlo y su silbido; los tábanos, cantando el responso a las rosas; las elegantes mariposas, tan discretas que no despiertan a la perra, y el quiosquero y yo yendo a nuestra tasca preferida, a la que la pátina del tiempo ha dejado un poso invisible de elegancia, para saborear la cocina de cuchara, los guisos y los potajes. Y sudar la gota gorda.

  Finalmente, cuando el quiosquero de la esquina acabó con su indagación sobre la causa de no conseguir un reconocimiento o consideración social (no caer bien), me di cuenta de que me veía reflejado en él y, después de un silencio, le hice un guiño con el ojo izquierdo y me despedí con una bagatela de otro impertinente, el gran Mario Benedetti: “No hay Marx que por bien no venga”. Se rio y se fue al quiosco. Todos los días…

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CHERNOBYL O CUANDO LA RADIACTIVIDAD NO REALIZA MÁS QUE UNA ACTIVIDAD


"Chernobyl"

Rebelión
04.07.2019


Un ejemplo. Hasta hoy empleamos los viejos términos: «lejos-cerca», «nuestros-extraños»… Pero, ¿qué quiere decir «lejos» o «cerca» después de Chernóbil, cuando ya al cuarto día sus nubes sobrevolaban África y China? La Tierra ha resultado ser tan pequeña. Ya no es la Tierra que conoció Colón. Es limitada. Ahora se nos ha formado una nueva sensación de espacio. Vivimos en un espacio arruinado. Más aún. En los últimos años, el hombre vive cada vez más, pero, de todos modos, la vida humana sigue siendo minúscula e insignificante comparada con la de los radionúclidos instalados en nuestra Tierra. Muchos de ellos vivirán milenios. ¡Imposible asomarnos a esa lejanía! Ante este fenómeno experimentas una nueva sensación del tiempo. Y todo esto es Chernóbil. Sus huellas. Lo mismo ocurre con nuestra relación con el pasado, con la ciencia ficción, con nuestros conocimientos… El pasado se ha visto impotente ante Chernóbil; lo único que se ha salvado de nuestro saber es la sabiduría de que no sabemos. Se está produciendo una perestroika, una reestructuración de los sentimientos. 

(Svetlana Alexievich, Voces de Chernóbil. Crónica del futuro)
Para P. Massachs que me ayudó a verlo claro.

Chernóbil: una palabra en el origen del activismo ecologista de parte de mi generación, el nombre de una catástrofe iniciada en el pasado y con mucho futuro por delante. 

Este artículo no va sobre Chernobyl, la serie de la cadena de pago HBO mejor valorada de la historia (dicen), sino sobre el fenómeno informativo y mediático generado en torno a ella: titulares, reflexiones y (supuestos) debates. 

No he visto la serie, y no tengo interés en verla, esperaré como mínimo hasta que se haya publicado este artículo para visualizarla. La razón de mi desinterés es fácil de explicar: el seguimiento de la catástrofe durante años me ha permitido comprender que los llamados hechos son algo muy relativo, dado el espeso telón de desinformación y secretos con el que la industria nuclear oculta, aún hoy, todo lo sucedido. A estas alturas, 33 años más tarde, los hechos que provocaron la catástrofe son casi lo de menos, lo más importante son las causas profundas y las consecuencias interminables. Justo de lo que no se debate. 

El motivo de mi decisión de demorar el visionado también es fácil de entender: verla podía conducir a que este artículo tratase sobre el contraste entre la ficción y los datos que se conocen. Un falso contraste entre lo representado, medido y racionalizado en términos de cálculo de audiencia, y lo que no podremos nunca llegar a saber, ni a comprender. La trampa, un conjunto de banalidades sobre adecuación de la ropa de los protagonistas y el valor de los personajes de ficción (según he podido leer) para ocultar las preguntas obligadas: ¿cuáles son los límites que se deben respetar cuando se hace ficción sobre acontecimientos reales?, ¿hasta dónde es lícito llevar la ficción para evitar que dicha ficción sustituya el conocimiento de los hechos? 

La mayor parte del tratamiento informativo de la serie son artículos redactados sin molestarse en contrastar documentación, ni sobre sobre los acontecimientos ni sobre los personajes: los calificativos elogiosos y el sensacionalismo abundan en una especulación que conduce a substituir la investigación por la narrativa de la ficción televisiva. 

Parte de lo publicado son especulaciones sobre el contraste entre la narrativa y los sucesos al nivel más nimio, sobre la “verdad”, o algo que se le parezca, silenciando la mezcla de secretos, mentiras y complicidades, que rodea los hechos; la misma combinación que marca el desarrollo de una catástrofe que continua hoy, 33 años después. 

Existe otra parte aún peor: la especulativa, la que toma la serie como pretexto para ejercicios intelectuales o de geopolítica cultural, o para alguna chusca reivindicación política. 

Y la parte más desagradable de todas. Las referencias al libro Voces de Chernóbil , de Svetlana Alexievich, que aparecen en varios artículos que ensalzan las virtudes de la serie. Desagradable porque la crudeza y el horror que refleja y documenta esa obra desborda cualquier tratamiento audiovisual, y porque la mayor parte del libro son voces interiores, reflexiones y pensamientos, algo que casa mal con el entretenimiento. 

Incluso donde debería predominar el pensamiento crítico hacia la serie, éste se ha eludido, o su mención se ha utilizado como pretexto para difundir una actividad a la que no se da publicidad directa, o se ha analizado el contenido sin entrar en la crítica

En este panorama general hay unas pocas excepciones que conviene destacar. Me centro en las tres que abordan temas silenciados: el artículo de Pascual Serrano, que plantea una interesante reflexión sobre la serie como ejemplo de selección y tratamiento sesgado de determinados acontecimientos históricos para vender espectáculo; el artículo de Rafael Poch de Feliu, que destaca la omisión, nada inocente, del carácter global de la catástrofe, porque una de las pautas de debate impuestas desde la industria nuclear (y aceptada sumisamente por el ecologismo institucional) es que un accidente nuclear es como cualquier accidente industrial; y la reflexión de María Santana Fernández, sobre la serie como ejemplo de la querencia de la industria de entretenimiento de los EE.UU. por las catástrofes, las implicaciones ideológicas, el embrutecimiento de la sensibilidad que todo ello conlleva, y los posibles motivos de este espectáculo continuado de distopías de ficción o, como en este caso, de realidades distópicas teatralizadas. Tres muestras destacadas de opinión crítica. En conjunto, muy poca cosa. 

Mención aparte merecen los escasos artículos que han aprovechado el tirón de la serie para poner en evidencia aspectos políticamente incorrectos y, por tanto, silenciados, porque en el ansia de beneficios que produce el espectáculo de una catástrofe real tratada como entretenimiento de ficción, no tienen cabida cosas tan poco rentables y tan poco espectaculares como la solidaridad anónima o el trabajo callado. 

Cuando el pasado abril redacté el artículo correspondiente al 33 aniversario del inicio de Chernóbil mencioné que, dentro de la indiferencia y la rutina informativa que rodea cada 26 de abril, existían siete colectivos que tenían bien presente la fecha. Los lugares 2, 3 y 4 de dichos colectivos correspondían a los que la aprovechaban como negocio. En segundo lugar, figuraba la industria turística, en el tercero la industria del entretenimiento y en el cuarto los videojuegos. Las sinergias entre estos tres ámbitos de negocio entre las clases acomodadas son de sobra conocidas: un fenómeno televisivo o cinematográfico actúa como “arrastre” de la industria turística (basta recordar todo el fenómeno de recorridos turísticos en Suecia al calor de la serie novelística de “Milenium”) cosa que, según la prensa, ya se está produciendo con Chernobyl; sólo cabe esperar un tiempo para comprobar si la industria del video juego también sacará partido de ese éxito. 

Para finalizar vayamos a Chernóbil, no a Chernobyl, y hagamos el siempre incómodo y desagradable ejercicio de recordar: empecemos por las dimensiones, los protagonistas silenciados, con todas sus contradicciones, la responsabilidad de los países con centrales nucleares en las causas y las consecuencias y, sobre todo, en lo poco que se sabe de las víctimas, las de entonces y las de ahora. Un ejercicio que implica demasiado esfuerzo intelectual si lo comparamos con lo fácil que es sentarse ante la pantalla y gozar de un espectáculo que, como todos los espectáculos, como todos los productos de la industria del entretenimiento, también tiene fecha de caducidad fijada, pero, seamos realistas, pueden suponer una sensación agradable mientras se consumen. 

Casi todo lo escrito sobre Chernobyl repite el mantra de su carácter de peor accidente nuclear, pero se trata de una doble mentira: no es un accidente, y Fukushima es mucho peor. E impera un silencio clamoroso sobre una cuestión: ¿Ha supervisado la Agencia Internacional de Energía Atómica este producto televisivo? 

 Miguel Muñiz Gutiérrez mantiene la página de divulgación energética www.sirenovablesnuclearno.org

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TRONCO,DABUTE, TÍO, MOGOLLÓN QUE TE CAGAS COLEGA, QUE NO ME LÍES, QUE TE TIRES DE LA MOTO, QUE TE LO HAGAS MIRAR QUE ESO NO ES NORMAL, QUE A MI ME GUSTA O NO ME GUSTA, VALE? QUE A MI ME GUSTA O NO ME GUSTA, VALE? SI QUIERES TE LO VUELVO A EXPLICAR, PERO QUE NO, TÍO QUE NO, QUE COMO ME LÍE TE VOY A MAREAR, SABES? QUE NO CAPTAS, TÍO, QUE TÚ NO, QUE NO, QUE TE LO DIGO YO, QUE TÚ, TÚ, TÚ, ¿TÚ QUÉ... QUÉ? QUE SO NO NORMAL... ¿PUES NO TE LO ESTOY DICIENDO Y0...? QUE NO TENTERAS.



Una actualidad política veloz pero vacía oculta el avance del autoritarismo

04.07.2019


La mayoría de las “opiniones” que leemos o escuchamos en los medios versan sobre la política del momento. Comentan declaraciones que caducan a las pocas horas, por lo que, en ocasiones, se publican artículos desfasados. 
 
¿Quién recuerda lo del gobierno “de cooperación”, que pareció convertirse en la aportación hispana a la política mundial de pactos? Parece fracasado, pero, ¿quién puede asegurar que tal “cooperación” no regresará, dando nombre a cualquier gobierno sin Pablo Iglesias? 

También escuchamos respuestas a la desesperada de líderes antes emergentes que, frágiles perdedores del equilibrio cuando las preguntas aciertan en la herida, reciben duros desmentidos en menos de una hora por concernidos de categoría, averiando seriamente sus expectativas. Recordando a Rivera. 

Precisamente, el tema estrella del momento es el de los pactos para formar gobiernos, asunto en el que hasta Europa ha sufrido más de lo habitual. Pues bien, incluso los títulos de las noticias se contagian de la inanidad predominante. Salvo que la nueva estrategia comunicativa consista en ocultar lo interesante en la letra pequeña. 

Elegimos el de la noticia que ocupaba la portada de “Público” a las 17:30 de ayer, día 1 de julio. Decía que “Sánchez, que seguirá en Bruselas, concertará por teléfono con Batet la fecha de investidura”. Lo único distinto a todo lo conocido de ese titular es lo del “teléfono” como sistema de comunicación entre políticos del mismo partido. Quizás por si alguien no conoce aún la existencia de un aparato del que ni siguiera nos dicen si sería móvil o fijo, o si, en el primero de los casos, lo haría hablando, con un sms o por whatsapp. 

Que un mal envoltorio no desvele la nimiedad con la que se pretende construir una noticia. Como esa “realidad que no debe estropear una buena historia”, frase tantas veces repetida. 

Porque lo cierto es que, durante la misma tarde del día 1, varios medios han dado la misma noticia, destacando el mismo detalle irrelevante de la forma de comunicar entre el presidente del Gobierno y presidenta del Congreso cuando están lejos. A quien necesitan tranquilizar, dan ganas de preguntarse 

En cambio, el verdadero problema político, el que todo lo condiciona, llamado Catalunya, sigue, en el reino de España, a la espera de una sentencia que será recurrida. Más otros juicios pendientes, como el del Mayor Trapero. 

Hace mucho tiempo que nadie en el PSOE recuerda lo mucho que criticaban al PP por judicializar el conflicto. Hoy no solo sienten la tranquilidad de poder culpar a los tribunales de cualquier cosa que ocurra con los catalanes. Incluso el gobierno en funciones sigue judicializando. Ahora contra las delegaciones de la Generalitat recientemente abiertas en otros países. Oficinas como las de siempre. Como las que tienen otras CC.AA. 

No podemos descartar que el Gobierno en funciones esté espiando todos los movimientos de Torra y los suyos. O una policía “patriótica” bis, por su cuenta. Ya salieron a la luz demasiadas cosas durante el juicio de Marchena. 

Mientras, los líderes independentistas, tras el éxito contra las euroórdenes, han conseguido romper de nuevo las fronteras, esta vez gracias a un apoyo electoral conseguido en buena lid. Pero el problema tiene también un recorrido, aún por conocer, en la política europea. Ese Parlamento de Estrasburgo con tres escaños vacíos duele mucho más de lo que parece. 

Los políticos europeos, entre los que hay un número importante de simpatizantes con la causa de los catalanes represaliados, deben aclarar si serán tan cobardes como sus colegas españoles, y pasarán la pelota a los tribunales europeos desde el primer momento, o si se atreverán a hacer política para resolver un problema político. 

No sería tan difícil: se traduce por plantear una mediación

Es probable que incluso el gobierno de Sánchez lo esté deseando. ¿Volverían a montar otro Colón los del PP, Ciudadanos y Vox? Esta vez sería contra Europa. ¿O directamente en la Plaza de Oriente, para que ya nadie dude del franquismo que los anima? 

No deben rechazarse a la ligera las soluciones planteadas por una “fuerza mayor”. 

La novedad de hoy, día 2 de julio, en España, vuelve a ser judicial. 

Hablando del 155, resulta que ese artículo de la Constitución dice lo siguiente:
“Punto Primero. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. 

Y en el segundo y último punto establece, con claridad, la manera constitucional, en castellano o español, de “obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. Es así: 

“Punto Segundo. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas”.
Es decir, dando “instrucciones a todas las autoridades”. 

¿Alguien ha leído “podrá destituir” o “cesar” a las autoridades? 

El Tribunal Constitucional si, y por unanimidad. Acabo de escucharlo. 

Lógico. Es el mismo tribunal responsable de todo lo que el conflicto está dando de sí. Primero, por enmendar en 2010 lo que aprobaron los catalanes en referéndum en 2006, lo que algunos constitucionalistas consideran un “golpe de estado desde dentro del sistema” y, después, por implicarse en decisiones que corresponden a los políticos, a las que están obligados, pues son los únicos que se juegan el cargo en las urnas. 

Tras la crisis económica del 29, hace ahora 90 años, se extendió el autoritarismo en varios países. Ahora y aquí, la crisis económica con un gobierno de derechas con mayoría absoluta se ha saldado con leyes autoritarias como la “mordaza”. Y también cediendo a la autoridad judicial la parte más difícil de la acción política. 

La evidente inestabilidad del poder político provoca que la Justicia consolide en ese terreno las posiciones conquistadas por la cesión de los gobiernos. 

Pero la Justicia es siempre autoritaria y represiva. Su función es condenar y sus miembros no están sometidos a la voluntad del electorado. 

Cada vez está más extendida la sospecha de que los políticos eligen a las cúpulas judiciales para blindarse tras ellas. 

No sé si esto congenia bien con la división de poderes, pero yo le llamaría distribución organizada del autoritarismo. 

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LOS EMBUSTEROS SON GENTE HONRADA. QUEDAMOS EN QUE AHORA YA NO MIENTEN,NO? Y UNA PREGUNTA ¿EN EL PACTO DE TOLEDO NOS VAN A ROBAR LAS PENSIONES O SÓLO NOS VAN A QUITAR EL DINERO? NO ME LO TOMEN A MAL Y NO VEAN NINGUNA SEGUNDA INTENCIÓN EN LA PREGUNTA QUE NO LA TIENE. NO TIENE MÁS QUE UNA INTENCIÓN



La prensa del establishment escurre el bulto de la fabricación de pruebas falsas para evitar un Gobierno PSOE-Unidos Podemos en 2016


TERCERA INFORMACIÓN

"Tengo un mandato del ministro y del presidente español" [...] "Yo solo tengo un mandato aquí, o sea, acompañar a estas personas y decirle a usted que me diga los nombres de las personas que quiere que documentemos en España y que le demos una nueva identidad o una nueva vida, la que tienen ustedes y les protejamos. Eso es mi compromiso. Yo vengo aquí con ese mandato. Usted me lo dice y lo hacemos" [...]"Venga el Gobierno que venga, eso es una cuestión que lo vamos a hacer con un juez. Venga el Gobierno que venga, en España da igual. ¿Me entiende lo que quiero decir? España es un Estado de Derecho todavía, aunque lleguen los de Podemos, que no va a pasar, pero aunque lleguen los de Podemos, se lo van a tener que comer" [...] "Si nos ayuda a que no lleguen los de Podemos al Gobierno, mejor para todos". Estos son algunos de los extractos del audio publicado por Moncloa.com. Declaraciones del inspector Fuentes Gago durante su reunión con el venezolano Rafael Isea en abril de 2016, cuyos audios han sido publicados este jueves. Gago fue imputado por el espionaje a Bárcenas, en el marco del caso Villarejo hace dos semanas.

Tres agentes fueron enviados a Nueva York por orden del Gobierno Rajoy para reunirse con Rafael Isea, el ex-ministro de Finanzas en el Gobierno de Hugo Chávez, supuestamente para ofrecerle medidas de protección personal a cambio de ayuda para fabricar una información sobre financiación irregular a Podemos desde la Fundación CEPS. Este inspector, el jefe de la Brigada Anticorrupción de la Unidad contra la Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), José Manuel García Catalán, y la jefa de grupo de la misma Brigada, Silvia O. M., buscaba que Isea avalara la autenticidad de un documento sobre un supuesto pago de 7,1 millones de euros, en 2008, del Gobierno de Venezuela a la Fundación CEPS, tres años antes del inicio del movimiento 15M y seis años antes de la fundación de Podemos, cuando este partido no existía ni como idea. Desde la publicación de la "financiación irregular" en todos los grandes medios a partir de esta fabracación de pruebas falsas, ríos de tinta corrieron desde todas las redacciones. La munición se empleó en momentos en los que el establishment vio amenazado el estatus quo que reina en España desde la Transición, con un posible pacto entre el PSOE y Unidos Podemos con el apoyo de los partidos nacionalistas. Tras la amplificación de estas noticias sobre financiación de Podemos desde Irán y Venezuela, el PSOE dio un paso atrás y las negociaciones para un gobierno de izquierda se vieron frustradas. En septiembre de 2016, el portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando, cerró la puerta a la oferta de Podemos. Se repitió desde entonces el mantra "los números no dan", mantra derribado en la moción de censura a Mariano Rajoy, cuando los números si dieron y al PSOE ya no le importó apoyarse en partidos nacionalistas del País Vasco y Cataluña.


Algunas muestras de las informaciones utilizadas para frustrar el Gobierno PSOE- Unidos Podemos

Los hechos y las cuentas transparentes de Podemos desde su incio demuestran que su financiación se lleva a cabo a través de aportaciones de microcrédicos y que no recibió ni recibe fondos desde la Fundación CEPS. Ni siquera dicha fundación recibió esa cantidad de dinero desde Venezuela. No hay evidencias ni pruebas de ello. En este año, Podemos ha superado el millón de euros en recaudación a través de microcréditos (ahora mismo 1.186.900 euros) para financiar su campaña electoral, el triple de lo recaudado en el mismo período para las elecciones de junio de 2016 y muy lejos de los siete millones que publicaron todos los medios corporativos. Además, esa financiación procede de personas a título individual, nunca de la banca privada como el resto de los partidos políticos. Esta independencia, un punto fuerte en los cimientos de la formación, se vio truncada por todas estas fabricaciones mediáticas que -presuntamente- se gestaron desde el Gobierno Rajoy a través de una policía política y fueron amplificadas por los grandes grupos de comunicación.

Hagamos una pausa aquí e imaginemos que la víctima de la instrumentalización de la policía contra el adversario político fuera el PSOE de Pedro Sánchez. Tras los audios filtrados ayer... ¿Nos encontraríamos estas portadas en la prensa oficialista? Hablamos de una policía "patriótica" -en el sentido franquista de la palabra- que fabrica pruebas, que adelanta connivencia con la justicia para utilizarlas después (cosa que no llegó a ocurrir) y que ofrece a la "fuente" una nueva vida en España a cambio de ellas. Un pequeño recuadro en la portada de El País en la prensa en papel y adiós muy buenas.

Y nadie rectifica el torpedeo incesante de bulos desde que OK diario publicase las infamias construidas en las cloacas del Ministerio de Interior. Lo mismo para lo líderes políticos del resto de partidos políticos. Ciudadanos, PSOE y PP unieron sus votos contra la comparecencia de Villarejo en el Congreso y todos callan a pesar de que mintieron.

La opinión del autor no coincide necesariamente con la de TerceraInformación

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