domingo, 31 de diciembre de 2023

Nadie quiere parar la guerra en Ucrania

 

Bhadrakumar comenta una larga conferencia de prensa de Putin de la que se desprende que ni Rusia, ni Europa, ni EEUU están dispuestos a finalizar ya el conflicto. Mientras, el número de muertos sigue aumentando.


Nadie quiere parar la guerra en Ucrania


M. K. Bhadrakumar

El Viejo Topo

31 diciembre, 2023 

 


En la conferencia de prensa de fin de año, que duró cuatro horas, el presidente ruso Vladimir Putin hizo algunas observaciones clave sobre el conflicto en Ucrania que arrojan luz sobre la trayectoria probable de la guerra hasta 2024. No cabe duda de que Rusia no aceptará un «conflicto congelado» que no alcance los objetivos que Putin había fijado al inicio de las operaciones militares especiales en febrero del año pasado.

Putin declaró: «Habrá paz cuando alcancemos nuestros objetivos… Ahora volvamos a estos objetivos: no han cambiado. Me gustaría recordarles cómo los formulamos: desnazificación, desmilitarización y un estatus neutral para Ucrania».

Explicó que la desnazificación y la desmilitarización son tareas en curso, pero omitió la cuestión crucial del estatus neutral de Ucrania, una noción que el Occidente colectivo rechaza de plano, mientras sigue adelante con su intervención en nuevas formas, a pesar del fracaso de la contraofensiva de Kiev, que ha durado meses. Irónicamente, la narrativa occidental revisada hace hincapié en la creación de una industria de defensa fuerte y resistente en Ucrania, con tecnología y capital occidentales para protegerse de cualquier amenaza militar rusa en el futuro.

Sobre la desnazificación en concreto, Putin dijo que durante las negociaciones en Estambul en marzo del año pasado, Kiev se mostró receptivo hacia la idea de legislar contra la propagación de la ideología extremista, pero eso queda enterrado en el pasado. En cuanto a la desmilitarización, esa idea tampoco cuajó, ya que Ucrania empezó a recibir armamento «incluso más del prometido por Occidente».

Por tanto, a Rusia no le queda otra opción que seguir destruyendo la capacidad militar ucraniana como núcleo del proceso de desmilitarización. Sin embargo, Putin cree que todavía se pueden negociar ciertos parámetros y, de hecho, «de hecho los acordamos [con los negociadores ucranianos] durante las conversaciones de Estambul; aunque luego se desecharon, conseguimos llegar a un acuerdo». La alternativa a llegar a un acuerdo sobre la desmilitarización es «resolver el conflicto por la fuerza. Esto es por lo que lucharemos». Sin embargo, para ello, Putin descartó otra movilización, pues ya «habrá cerca de medio millón de personas [en la zona de guerra] este final de año».

Estas declaraciones llevan el sello de un estadista que habla desde una posición de fuerza y que, además, es consciente de ello. Putin afirmó que las fuerzas rusas están «mejorando su posición prácticamente a lo largo de toda la línea del frente. Casi todas ellas participan en combates activos. Y la posición de nuestras tropas está mejorando a lo largo de [todo el frente]». Putin no se mostró dispuesto a transigir con Estados Unidos y la UE.

Resulta significativo que Putin dijera que la parte meridional de Ucrania «siempre ha sido territorio ruso… Ni Crimea ni el Mar Negro tienen conexión alguna con Ucrania. Odesa es una ciudad rusa». Se trata de una declaración inquietante que implica que, después de todo, la operación rusa puede extenderse a Odesa, que se encuentra en el lado occidental del Dniéper, e incluso más al oeste, a lo largo de la costa del Mar Negro hasta Moldavia, lo que convierte a Ucrania en un país sin salida al mar. Se prevé un conflicto prolongado.

Por el contrario, los informes de los medios de comunicación estadounidenses que citan a funcionarios de ese país dan la impresión de que no hay voluntad de tirar la toalla en la fase actual. Por supuesto, esto se basa en la creencia de que Rusia tendrá dificultades para alcanzar sus objetivos y que, a finales de 2024, la marea de la guerra puede cambiar y Rusia puede verse obligada a ceder. Así pues, Estados Unidos y el ejército ucraniano están elaborando una nueva estrategia que pueda ejecutarse a principios de 2024, con el acento estadounidense puesto en mantener el territorio que Ucrania controla actualmente y atrincherarse en él.

El New York Times informó de que los militares ucranianos suscriben una «política de avanzada». El Pentágono está enviando a un general de tres estrellas en Kiev con vistas a «intensificar el asesoramiento militar cara a cara que proporciona a Ucrania». Este podría ser el comienzo del despliegue de asesores militares estadounidenses en Ucrania para supervisar la guerra, lo que situará al Pentágono en un papel directo en la gestión de las operaciones tanto desde el punto de vista táctico como estratégico.

Mientras tanto, el Senado estadounidense aún no ha dicho la última palabra sobre la petición de la Administración de 61.000 millones de dólares como fondos adicionales para Ucrania. Lo más probable es que el Senado acabe aprobando el proyecto de ley, ya que entre los legisladores republicanos existe una gran corriente de apoyo al esfuerzo bélico. La Administración está insistiendo en que Rusia tiene una agenda «imperial» hacia los países de la OTAN y que los intereses vitales de Estados Unidos están en juego a la hora de impedir que Rusia gane la guerra.

Curiosamente, hace unos días el Congreso aprobó una ley que impediría a cualquier presidente retirar a Estados Unidos de la OTAN sin la aprobación del Senado o de una ley del Congreso. Del mismo modo, Europa también está dando vueltas a la situación y adoptando una visión a largo plazo de que el aumento de la producción de armas por parte de Rusia para mantener sus operaciones en Ucrania supone una amenaza real para Europa, especialmente para los Estados bálticos, Georgia y Moldavia. El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió la semana pasada de que «si Putin gana en Ucrania, existe el riesgo real de que su agresión no termine ahí».

El Ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, se hizo eco de ese sentimiento al afirmar que Europa debe reforzar sus capacidades de seguridad y defensa para responder a la amenaza que supone Rusia, ya que es probable que Estados Unidos reduzca su implicación en el continente en los próximos años y dirija cada vez más su atención a la región del Pacífico en la próxima década. No se trata sólo de ruido de sables. Pueden acechar peligros al final de esta década».

El mensaje de la reunión del Consejo Europeo celebrada en Bruselas el pasado viernes es también que, sorteando la oposición de Hungría, los líderes de la UE están buscando una vía para garantizar que Ucrania siga recibiendo su paquete de ayuda de 50.000 millones de euros para ayudar a apuntalar su vaciada economía; si es necesario, dando el paso radical de sacrificar la unidad de la UE y proporcionar el dinero de forma bilateral. Se espera que los líderes de la UE vuelvan a reunirse a finales de enero o principios de febrero para desbloquear la cuestión.

El viernes, el Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano emitió un comunicado en el que alababa la apertura de las negociaciones de adhesión a la UE y se mostraba optimista ante el paquete de ayuda de 50.000 millones de euros de Bruselas. A pesar de la dureza de las declaraciones, Rusia también debe intuir que la UE acabará encontrando la manera de resolver la cuestión financiera. Por el momento, sin embargo, el punto muerto en el que se encuentran Bruselas y Washington con respecto a la ayuda ha generado un aire de incertidumbre, lo que supone una mala imagen para Kiev y juega a favor de la narrativa rusa.

Con todo, las duras declaraciones de Putin apuntan a que Estados Unidos no va a ir a ninguna parte, sino que se queda en Ucrania, y a que el plan de la administración Biden es renovar la estrategia de guerra para reforzarla y hacerla sostenible durante el periodo que queda hasta las elecciones de noviembre de 2024.

La esperanza del Kremlin de que el apoyo estadounidense a Ucrania estaría disminuyendo parece equivocada. Curiosamente, el portavoz Dmitry Peskov añadió en una entrevista el viernes con la cadena NBC News que Putin preferiría un presidente estadounidense que fuera «más constructivo» hacia Rusia y comprendiera la «importancia del diálogo» entre ambos países. Peskov añadió que Putin estaría dispuesto a trabajar con «cualquiera que entienda que, a partir de ahora, hay que ser más cuidadoso con Rusia y hay que tener en cuenta sus preocupaciones».

De aquí a las elecciones presidenciales de marzo en Rusia, la política interior se calentará. Después de la reelección de Putin para un nuevo mandato de seis años como presidente, sobre el que no hay dudas, para cuando se forme el nuevo gobierno la campaña para las elecciones estadounidenses se habrá acelerado y es una apuesta segura que la guerra de Ucrania estará en piloto automático, con la prioridad casi totalmente puesta en evitar cualquier bochorno grave para la candidatura de reelección de Biden.

Baste decir que evitar una derrota militar en Ucrania y mantener el estancamiento será el único objetivo de la administración Biden hasta 2024. La gran pregunta es si Putin «cooperará» o tendrá alguna sorpresa preparada. Peskov ha empezado a mirar más allá de la presidencia de Biden.

Fuente: https://www.indianpunchline.

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