Habría sido el gran pelotazo de su vida, un negocio redondo que hubiese dejado en pañales sus contratos millonarios con la Generalitat Valenciana y el Gobierno balear. Iñaki Urdangarin estuvo a punto de embolsarse 13,3 millones de dólares en 2008 por organizar en Brasil media docena de minicongresos a imagen y semejanza del Valencia Summit o el Forum Illes Balears que el Instituto Nóos había montado previamente en España. El proyecto, según fuentes diplomáticas y personas cercanas al duque de Palma, contaba con las bendiciones de la Casa del Rey y del Ministerio de Asuntos Exteriores, que dieron toda clase de facilidades al yerno de Don Juan Carlos, pero se frustró cuando empezaron a filtrarse los primeros detalles de lo que poco después se conocería como el caso Nóos.
La gestación del proyecto arrancó en 2007, cuando Urdangarin se encontraba en Washington disfrutando de una beca de la Fundación Eisenhower. Su esposa, la infanta Cristina de Borbón, viajó en octubre de aquel año a la capital estadounidense para acompañar a su marido a una reunión de carácter privado con un alto directivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el organismo para la financiación multilateral de América Latina. El encuentro fue organizado discretamente por el entonces embajador de España ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Juan Manuel Romero de Terreros, y contó con el visto bueno de la Casa del Rey y del Ministerio de Asuntos Exteriores, que, por supuesto, no informaron del mismo.
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Durante aquella reunión, los duques de Palma expusieron a su interlocutor del BID su interés en organizar en Brasil varios congresos sobre la influencia de los eventos deportivos de primer nivel en el desarrollo de las grandes ciudades y el impulso de la integración social, inspirados en las tres ediciones del Valencia Summit y las dos del Forum Illes Balears por las que el Instituto Nóos se había embolsado casi seis millones de euros de fondos públicos. La idea fue acogida con entusiasmo en el BID, sobre todo porque podría encajar como un guante ante el desafío de Brasil como futura sede del Mundial de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de Río en 2016. Así que todos se emplazaron para una nueva cita.
El siguiente encuentro tuvo lugar en noviembre de 2007, también en Washington. Sobre el papel, Urdangarin se había desvinculado el año anterior del Instituto Nóos por indicación de la Casa del Rey, justo después de que el PSOE balear, entonces en la oposición, comenzase a husmear públicamente en los contratos de la entidad supuestamente altruista con el Ejecutivo de Jaume Matas. Por ese motivo, el yerno del monarca propuso al BID que los minicongresos de Brasil sobre deporte, desarrollo y turismo los organizase Aizoon S. L., la mercantil cuya propiedad se reparte al 50% con la infanta Cristina, y la Fundación Areté, sucesora del Instituto Nóos y en aquel momento en proceso de constitución.
A esta segunda reunión, también privada y organizada por el embajador Romero de Terreros –la sede de la OEA está en Washington–, asistieron el hoy gobernador del Banco de España, Luis María Linde, entonces director ejecutivo del BID; Ador Neto, embajador de Brasil; José María de la Torre, ministro consejero ante la OEA, y el propio Romero de Terreros, además de Urdangarin. Un mes más tarde, en diciembre de 2007, el duque de Palma vendió su proyecto brasileño a los representantes del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) –un fondo independiente administrado por el BID–, entre ellos los españoles Fernando Jiménez-Ontiveros, subgerente del organismo, y Carmen de Fuentes, ejecutiva del BID.
El proyecto "le encantó" a Linde
Fuentes diplomáticas consultadas por El Confidencial aseguran que el proyecto "le encantó" especialmente a Linde, que "se comprometió a apoyarlo". El hoy gobernador del Banco de España cumplió su palabra: en la Semana Santa de 2008, Urdangarin y la infanta Cristina mantuvieron un nuevo encuentro privado con directivos del BID. Y, poco después, el organismo multilateral comunicó a los duques de Palma que había designado al español Xavier Comas y al boliviano José Luis Lupo Flores como interlocutores para la organización de los minicongresos en Brasil. La Casa del Rey y el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, estuvieron en todo momento informados de esas gestiones.
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde. (EFE)El gobernador del Banco de España, Luis María Linde. (EFE)

Además de Linde, otro de los grandes valedores del proyecto fue Koldo Echebarría, director general de Planificación Estratégica del BID y su representante en Chile. Echebarría fue uno de los expertos invitados por Urdangarin a la primera edición del Valencia Summit, en 2004, y "quedó fascinado" con el evento. Con tantos padrinos y parabienes, el proyecto no podía encallar. Y, efectivamente, el BID dijo . El organismo se comprometió a pagar 12 millones de dólares por seis ediciones de un Valencia Summit a la brasileña, 750.000 dólares más por "actividades complementarias" y 600.000 dólares adicionales por un simposio de presentación. En total, 13,3 millones de dólares, que serían financiados a partes iguales por el BID y el Gobierno brasileño.
Pero todo empieza a torcerse para Urdangarin a finales de 2009. Un juez hasta ese momento desconocido, José Castro, tiene contra las cuerdas al expresidente balear por los dispendios sin control durante su etapa en el Ejecutivo autonómico. El llamado caso Palma Arena –un colosal desvío de fondos en la construcción de un velódromo en la capital del archipiélago– se lleva por delante a Matas. El yerno del Rey –que ahora vive en Washington con la Infanta y sus hijos– cree que está a salvo. Hasta que, en julio de 2010, Castro abre una pieza separada del caso Palma Arena para aclarar los pagos del Gobierno regional del PP al Instituto Nóos. Es entonces, según las fuentes consultadas, cuando el BID rompe su compromiso con Urdangarin. Y los más de 13 millones de dólares se esfuman para siempre.

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