viernes, 5 de julio de 2024

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el imperio occidental para intentar paliar su decadencia económica mediante la salida militar?

 

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el imperio occidental para intentar paliar su decadencia económica mediante la salida militar?

 

Por Andrés Piqueras 

Rebelion.org

05/07/2024 | 



Fuentes: Observatorio de la crisis

La crisis del capital se expresa crecientemente en la sobredimensión de su forma monetaria: cada vez más dinero circulando fuera de la inversión productiva, preferentemente en su forma ficticia.

Cuanto mayor es la crisis, más grande y cruenta es la pugna global entre sectores del capital, donde el capital a interés especulativo parasitario (CIEP) parece haber tomado la delantera, con redes globales de control que persiguen la definitiva abolición de la soberanía de los Estados.

 Asi como el desleimiento de las sociedades para su conversión en dirigidas masas amorfas (recordemos que a diferencia del capital especulativo parasitario -CIEP- el capital productivo sí necesita de ciertas formas de sociedad, a las que contribuye a su manera a sostener).

Así por ejemplo, en el caso de la principal potencia que comanda el capitalismo global, tenemos tres tendencias pronunciadas, con claras extensiones a escala global. La globalista, la continentalista unipolar imperial, y la continentalista de repliegue.

1. El globalismo financiero busca, posiblemente, un Estado global sin barreras al flujo financiero; plataformas de servicios financieros conectadas con empresas transnacionales (ETNs); control de los Bancos Centrales independientes de gobiernos estatales; pérdida de entidad de lo estatal-nacional; posibilidad de una fuerza armada global, como la OTAN; una moneda independiente de cualquier país; adueñarse del complejo financiero-militar-industrial USA y de su Reserva Federal. En esa Red financiera global tenemos a Wall Street – City London – Bolsa de HongKong – S & Poors  – los Rotschild – Cargill –  Monsanto – Citigroup –  Barclays – HSBC – Lloyd’s – ING Barings – Santander – CH… y la mayor parte del Partido Demócrata.

2. El continentalismo financiero imperial, por su parte, persigue fortalecer el poderío de USA y de su dólar, potenciando el complejo industrial-militar-petrolero-farmacéutico (aquí se asientan los “halcones”). Es la base del unipolarismo estadounidense continuador de la Trilateral para “un nuevo siglo americano” y se expresa a través del desarrollo de lo multinacional bajo el dominio de Estados-continent liderados por EE.UU. Aquí se encuentran actores como Moody’s –  Rockefeller –  Goldman Sachs –  Warren Buffet  –   Esso  J.P. Morgan  – The Washington Post  –  Halliburton (Dick Cheney) – Bank of America  –    Kraft Food,   más el capital estadounidense de  Clarín,  El País y otros periódicos globales… Está opción está sostenida por una parte del Partido Republicano y también, más minoritaria, del Demócrata.

3. El continentalismo nacional productivo (“America First”), la opción más minoritaria pero la más exitosa de cara al particular proceso electoral estadounidense, busca la reindustrualización de EE.UU. y un mayor centramiento del país en sí mismo para poder salir de su aguda crisis, y especialmente la conectada a su mundo financiero-especulativo de capital ficticio y dinero inventado sin valor, lo que se traduce en una reubicación de las ETNs, un repliegue militar a cambio de la venta de tecnología armamentística. También en la contención migratoria. Su continentalismo pretende un repliegue que abarca como propio todo el continente americano, por lo que es profundamente hostil a cualquier proceso de autonomía en NuestraAmérica. Bajo este epígrafe se encuentran parte del Partido Republicano – Tea Party  –  Trump  –  la gran industria, en clara minoría frente a los otros dos.    

Como quiera que esta última fracción no está interesada en la guerra directa contra Rusia ni en el mantenimiento de una muy cara OTAN, ni en la exacerbación ficticia-financiera ni en la expansión militar de USA, las otras dos facciones han conseguido hasta ahora desplazar del gobierno a su candidato Trump mediante un “golpe blando”, hostigándole mediática y políticamente sin cesar. 

Proceso en el que los demócratas especialmente se han servido de algunas de las claves ideológicas destacadas de la Agenda 2030 (exhibiendo el “feminismo postmoderno”, el “verdismo”, el “antirracismo postural”, la supuesta preocupación por la inmigración, etc.).

Pero Trump vuelve a la escena política con una agenda ultrarreaccionaria, salvaje en lo social (aún más que la de Biden), aunque con prédicas de reindustrialización y empleo que atraen al trabajador medio estadounidense (e incluso a cada vez más parte de las golpeadas “clases medias”), empobrecido y desalentado de la para él inservible pantomima electoral que se repite cada cuatro años. 

La prioridad del trumpismo, por ello, es enfrentar a China como principal rival económico, aunque para eso tenga que convertirla en enemigo militar. En ese proyecto resulta importante para esta fracción de la elite gringa desactivar la agresión a Rusia e intentar deshacer el nudo de mutuo apoyo y solidaridad que se ha establecido entre ella y China.

Es por esto que Trump ha propuesto un plan de paz que ve como posible finalizador de la guerra por intermediarios que sobre todo el sector globalista del Eje Anglosajón y sus subordinados de la OTAN llevan a cabo en Ucrania contra Rusia.  Estas son sus principales propuestas:-

– Posposición indefinida de la entrada de Ucrania en la OTAN.

– Alto el fuego con base en las líneas del frente.

– Presionar a Kiev para negociar bajo la amenaza de cesar la ayuda militar.

Propuestas que difieren sutilmente de la que hace muy poco presentó Putin:

– Retirada de las tropas ucranianas de los nuevos territorios rusos.

– Estatus neutro de Ucrania, no nuclear, no alineado a bloques.

– Alto el fuego inmediato y negociaciones.

Mas está claro que aquí podría haber un entendimiento. Por eso, precisamente, las otras facciones del capital estadounidense, y especialmente la globalista-demócrata, están incrementando y acelerando la escalada de agresión contra Rusia, para que no haya posible retorno aun cuando asuma Trump de nuevo la presidencia.

EE.UU. juega así una terrible baza de muerte, una vez más a costa de toda Europa, pues atacar a Rusia en su propio territorio mediante una escalada de agresiones terroristas de distintas banderas, a costa de población civil indefensa, no hace sino provocar a la que es quizás primera potencia en calidad (que no en cantidad) de armas nucleares, capaces de barrer Europa en horas y de golpear a EE.UU. en su propio corazón.

Sólo la exquisita paciencia estratégica de Rusia, que se sabe ganadora en el terreno militar, económico e incluso político-diplomático frente al Imperio Occidental, ha permitido que la desesperación de éste no ha llevado ya a un conflicto nuclear (¿nos podemos imaginar qué hubiera hecho EE.UU. si un misil ruso hubiera explotado sobre una playa de Florida llena de bañistas, por ejemplo?).

La pregunta, no obstante, sigue estando en el aire: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar el Imperio Occidental para intentar paliar su decadencia económica mediante la salida militar?

No deja de sorprender la enorme preocupación mundial que suscitó la “crisis de los misiles” en los años 60, entre USA y la URSS. Y hoy que el riesgo es mucho mayor, nuestras sociedades parecen flotar en un limbo abúlico, ajenas al peligro que corren. No cabe duda de que esto forma parte del proceso de analfabetismo político y despolitización estupidizante que el Sistema ha llevado a cabo contra las sociedades desde su ofensiva neoliberal allá por los años 80 del siglo pasado.

Es por eso imprescindible y urgente levantar un Gran Movimiento por la PAZ en toda Europa. Llamar la atención en cualquier lugar de trabajo y en cualquier ámbito social sobre la necesidad de la PAZ, “que no nos arrastren a la guerra”, como el inefable rey de España ha ido a exhibir a los países bálticos hace poco, y como los Borrell, Von der Leyen, Michel y demás agentes del capital guerrerista llevan incitando desde hace años.

Tan imprescindible y urgente como que nos jugamos la vida en ello.

Dejo aquí unos enlaces que creo pueden aportar más reflexión e indicadores al extraordinario momento crítico, bélico, que vivimos:

– La pregunta no es si habrá guerra, sino qué guerra habrá: Texto completo en: https://www.lahaine.org/mundo.php/la-pregunta-no-es-si

Y de nuestra página del Observatorio Internacional de la Crisis:

.Rusia le dice a la embajadora de EEUU: “ Ya no estamos en paz” (observatoriocrisis.com)

.Estados Unidos cruza la línea roja y Rusia ahora está lista para responder con fuerza (observatoriocrisis.com)

.La “guerra” de Putin para remodelar el Zeitgeist estadounidense (observatoriocrisis.com)

Ahora una llamada a la juventud que, a pesar de mis diferencias con el texto, ojalá se leyera por esa juventud: Carta abierta a los jóvenes sobre la Tercera Guerra Mundial (diario16plus.com)

Y para terminar, entrevista a José Antonio Zorrilla, diplomático español retirado. Antiguo embajador en Moscú: «Macron y Europa son los culpables de seguir a EEUU en una guerra que nos está matando». Zorrilla (youtube.com)

Andrés Piqueras, profesor de la Universidad Jaume I.

Fuente: https://observatoriocrisis.com/2024/06/27/16604/

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Haredim

 

Los ultraortodoxos haredíes –haredim en hebreo– no quieren que sus jóvenes sean alistados en el ejército pero sí que el estado los mantenga a todos. Los haredíes acaban de recibir un palo jurídico que les afecta en ambos aspectos.


Haredim


EL VIEJO TOPO

5 julio, 2024

 


Los líderes ultraortodoxos de Israel han fracasado. Por eso puede que sigan con Netanyahu

de Yisrael Frey

Los haredim esperaban que el tribunal reclutara a sus jóvenes, pero aún más preocupantes son los recortes presupuestarios que sostienen a su comunidad

El público y los dirigentes ultraortodoxos de Israel estaban preparados para el veredicto del Tribunal Supremo.

No les sorprendió que el tribunal dictaminara que los miembros de su comunidad no estaban exentos del servicio militar.

Esperaban esta decisión, sabían por dónde iba, y algunos incluso preveían un resultado peor.

El tribunal también dictaminó que el Estado no podía seguir financiando los servicios educativos de los ultraortodoxos, un duro golpe para una comunidad que depende de esa ayuda. Pero algunos judíos ultraortodoxos, conocidos en hebreo como haredim, temían que el tribunal impusiera severas sanciones a los alumnos de los seminarios religiosos, yeshivas que se negaran a alistarse.

Al final, el tribunal no impuso penas tan duras a los estudiantes. No hay indicios de que se vaya a prohibir a los refuseniks salir del país. Los jeeps militares no van a aparecer en las calles de Bnei Brak, el centro de los haredim israelíes, para reclutar por la fuerza a los jóvenes de la comunidad.

Desde la creación de Israel en 1948, los jóvenes israelíes han sido reclutados para el servicio militar al terminar la escuela, excepto los ciudadanos palestinos, considerados una amenaza y difíciles de alistar, y los haredim, cuyos jóvenes deseaban continuar su educación religiosa.

El verano pasado expiró la ley que concedía a los haredim la exención del servicio militar obligatorio. Pocos meses después llegó el atentado del 7 de octubre dirigido por Hamás y la guerra de Israel contra Gaza. El cansancio de la guerra aumentó las peticiones de más mano de obra, y creció la presión sobre las autoridades para que reclutaran a los 63.000 estudiantes de yeshiva que se calcula que hay en el país para el servicio militar.

La sociedad ultraortodoxa ha navegado por esta lucha con los ojos abiertos. Aunque la guerra contra Gaza intensificó la cuestión, los haredim llevan mucho tiempo atrapados en este aprieto, agravado por las malas decisiones y la negligencia.

El Tribunal Superior lleva unos 20 años resolviendo peticiones sobre el reclutamiento de haredim.

En las primeras décadas de Israel, existía un entendimiento no oficial entre los ultraortodoxos y el Estado. Los haredim querían –y en gran medida siguen queriendo– dedicar su vida a la religión, despreocupados de los asuntos de Estado.

Sin embargo, hace unos 20 años surgieron en la sociedad israelí dudas sobre la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, argumentos que minaron la confianza entre el Estado y los haredim.

Los críticos de los haredim se preguntaban cómo se podía considerar iguales a todos los israelíes si unos enviaban a sus hijos al ejército, con todo el peligro que ello conllevaba, mientras que otros no lo hacían.

 

Tácticas opuestas

Los ultraortodoxos tenían un problema fundamental con la introducción de este principio en el discurso. A la sociedad haredí le costó ponerse de acuerdo sobre cómo enfocar la cuestión. Algunos defendían un enfoque pragmático, mientras que otros eran más radicales.

Los pragmáticos creían en una cierta cooperación con el Estado. Pensaban que los ultraortodoxos debían entablar un diálogo con el Estado e incluso se convocó un comité de redacción para estudiar la forma de alistar a algunos de los haredim. Pero nada de esto condujo realmente a ningún reclutamiento.

Los pragmáticos intentaron crear una fachada de conformidad, trabajando con el Estado para elaborar leyes que parecieran abordar el principio de igualdad. Este esfuerzo dio lugar a la fundación de Netzah Yehuda, un batallón etiquetado como ultraortodoxo pero que en realidad incluía a todo tipo de jóvenes descontentos, muchos de los cuales no eran verdaderamente haredíes.

Los pragmáticos jugaron el juego haciéndose eco del lenguaje de las exigencias del Estado. Todo era un farol.

El bando radical optó por la resistencia, empleando diversos argumentos. Los principales rabinos haredíes predijeron que si los ultraortodoxos se sometían a las reglas del Estado, este último acabaría imponiéndose, lo que daría lugar a la anulación de los acuerdos preexistentes y causaría un perjuicio considerable a la comunidad ultraortodoxa. Este argumento se ha confirmado hasta cierto punto.

Otros insistían en que se podía proteger a los haredim si se preservaba la solidaridad dentro de la comunidad ultraortodoxa. Se sospechaba que los estudiantes de las yeshivas de élite de Bnei Brak, Jerusalén y Ponevezh evitarían el alistamiento, mientras que los de comunidades más marginadas, como los judíos mizrahi de las zonas periféricas, serían reclutados.

Aunque la mayoría del público ultraortodoxo se inclinaba por el lado pragmático del argumento, al final cedieron ante los radicales, que se negaron a apoyar cualquier ley de reclutamiento o incluso a defender la idea de boquilla.

En cualquier caso, a medida que se asienta el polvo de la sentencia, está claro que tanto los pragmáticos como los radicales han fracasado por completo.

 

Aliados insolidarios

A pesar de esperar la sentencia del tribunal, los haredim están muy frustrados.

Suponían que las cosas cambiarían tras el establecimiento de un gobierno totalmente de derechas, que creían que garantizaría que cada partido obtuviera lo que quería.

Los colonos conseguirían más asentamientos en la Cisjordania ocupada, partes de la cual serían anexionadas por el Estado israelí. El primer ministro Benjamin Netanyahu prevalecería en sus luchas contra el sistema judicial y superaría los cargos de corrupción a los que se enfrenta.

Mientras tanto, los haredim creían que obtendrían una solución para el problema del reclutamiento, con Netanyahu doblegando el sistema judicial a su voluntad y asegurando un mayor presupuesto para sus comunidades.

En realidad, este gobierno de ensueño no benefició a los haredim. Los socios de coalición de derechas de los partidos haredíes decidieron rápidamente apoderarse de lo que podían, mientras Netanyahu ponía diversos obstáculos para que los haredíes alcanzaran sus objetivos.

Entonces llegó el 7 de octubre. La demanda pública de reclutamiento militar obligatorio de reclutas ultraortodoxos creció como la espuma a pesar de que apenas se consideró cuando los partidos laicos, militaristas y más de izquierdas estaban en el poder entre 2021 y 2022.

Hoy, incluso dentro del gobierno, los ultraortodoxos carecen de apoyo a su oposición a la ley de reclutamiento.

Netanyahu ha sido incapaz de conseguir el apoyo de sus socios haredíes porque choca con los intereses de la extrema derecha, que de repente se han convertido en caballeros de brillante armadura para los militaristas y liberales que llevan mucho tiempo resentidos con los haredíes por no servir en el ejército.

Los partidos de extrema derecha están en un aprieto: quieren preservar su gobierno, pero eximir a los haredim contradice la visión que venden a sus seguidores.

La narrativa de la extrema derecha exige fidelidad a la santidad de las armas y el servicio militar y a todo lo que produzca más soldados que maten a más palestinos.

El campo liberal de la oposición ve esta lucha como una oportunidad para derribar al gobierno, pero permanece pasivo. Los partidos de la oposición están bien versados en gritar sobre los diversos fracasos de Netanyahu, pero no pueden ofrecer una nueva idea o narrativa para resolver la situación actual con los haredim y persuadirles de que abandonen la coalición de gobierno.

Netanyahu es la única figura política que mueve actualmente las piezas del tablero. Todos los demás están ocupados reaccionando ante él o bailando a su son, por lo que no se vislumbra ninguna solución alternativa al gobierno actual.

Receta para la destrucción

A pesar de centrarse en el servicio militar obligatorio, el problema de los haredim va más allá. Una preocupación más acuciante es el presupuesto para la sociedad haredí, dado que el servicio militar obligatorio no supone una amenaza legal real para la comunidad ultraortodoxa.

Los presupuestos, sin embargo, son un asunto completamente distinto. La dependencia de la sociedad haredí de los ingentes presupuestos estatales es tan importante que la gente se moriría de hambre sin esa financiación. Los haredim nunca se imaginaron en tal situación, y menos bajo este gobierno.

Los presupuestos para los sistemas educativos haredíes están en peligro debido a los conflictos con el Ministerio de Hacienda, dirigido por la figura de extrema derecha Bezalel Smotrich, y el fiscal general.

El presupuesto de educación haredí es la savia de su sociedad, ya que proporciona un río infinito y no regulado de financiación para diversos fines. Sin embargo, las disputas con el Ministerio de Finanzas obstaculizan la liberación de grandes sumas.

Las presiones ejercidas sobre los dirigentes ultraortodoxos a raíz de la ley de reclutamiento y la congelación presupuestaria podrían desembocar en la disolución del gobierno.

Las reacciones de los líderes políticos haredíes a la sentencia judicial sugieren que esto es posible, con pocas probabilidades de que este gobierno restablezca una financiación significativa de la educación y apruebe una ley que exima a los haredíes del servicio militar obligatorio.

Pero la debilidad de los dirigentes ultraortodoxos también podría conducir en sentido contrario a su permanencia en el Gobierno.

En la actualidad, el liderazgo político haredí es relativamente débil en comparación con el liderazgo rabínico, espiritual y de la Torá de la comunidad. Además, el vínculo entre los ultraortodoxos y los demás elementos de la actual coalición de gobierno es ahora mucho más fuerte que el control que los dirigentes haredíes ejercían tradicionalmente sobre su rebaño.

Antes, los ultraortodoxos siempre se distanciaron de la política israelí. Se centraban únicamente en sus propios asuntos y nunca aspiraron a comprometerse con los pilares de la democracia israelí ni con las cuestiones constitucionales. Ahora, se encuentran en el centro del debate político israelí, lo que les resulta problemático.

El reclutamiento masivo de estudiantes de yeshiva en el ejército es actualmente poco realista. El ejército simplemente no está equipado para atender las necesidades específicas de decenas de miles de jóvenes altamente religiosos.

Mientras tanto, ha surgido un amplio consenso entre la opinión pública israelí, que traspasa las fronteras políticas de la derecha y la izquierda, sobre el reclutamiento de los ultraortodoxos. Este consenso les dificulta salir de la situación actual.

Además, los haredim necesitan urgentemente llegar a un acuerdo con el Ministerio de Hacienda de Smotrich sobre la financiación de la educación.

Los viejos métodos que la comunidad ultraortodoxa utilizaba para tratar con la política y la sociedad israelíes ya no son suficientes para lograr sus objetivos. Si bien estos factores crean una dinámica que podría conducir a la disolución del gobierno, también podrían significar lo contrario.

 

Artículo seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de Salvador López Arnal

Fuente: Middle East Eye

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