miércoles, 3 de enero de 2024

Las políticas de Menem que inspiran a Milei y los ultraderechistas

 



Las políticas de Menem que inspiran a Milei y los ultraderechistas


TERCERAINFORMACION / 03.01.2024

 

Las privatizaciones de los ’90, entre los negociados y los fracasos.

De cara al revival noventista, conviene recordar el perjuicio estructural que provocó en muchos casos el proceso de las privatizaciones.



En la Argentina, las privatizaciones masivas y corridas por la urgencia macroeconómica ya fueron probadas y el resultado fue en general muy malo. La experiencia con Aerolíneas Argentinas en manos españolas, la gestión de los franceses en Aguas Argentinas, el manejo de YPF por parte de Repsol y la destrucción del sistema ferroviario nacional dan cuenta de algunos de los fracasos más rotundos en esta materia. Sin embargo, la nueva experiencia neoliberal, esta vez liderada por Javier Milei, va otra vez por todo. Conviene entonces hacer un ejercicio de memoria.

Un mes luego de la asunción adelantada de Carlos Menem y en medio de la crisis hiperinflacionaria, el Congreso aprobó la Ley de Reforma del Estado, herramienta que dio luz verde a las privatizaciones. Se alinearon los planetas: el gobierno necesitaba reducir el déficit fiscal, que achacaba al mal funcionamiento de las empresas públicas, y solucionar el problema de la deuda, que logró canjear por las “joyas de la abuela”, había entusiasmo en capitales foráneos en hacerse a precio de ganga de activos estatales y presión norteamericana para aplicar reformas neoliberales.

De acuerdo con Juan José Carbajales, de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ), en la década de los ’80 existían en el país casi 300 empresas estatales. Los primeros años del menemismo fueron una carrera de privatizaciones. El corto período en el cual se concretaron una enorme cantidad de ventas de empresas estratégicas fue formidable: la primera fue ENTel, repartida entre Telecom y Telefónica de España.

Como enumera Juan Pablo Csipka, luego fue el turno de los canales 11 y 13 y en los meses siguientes se vendieron Aerolíneas Argentinas, los trenes, los peajes, Segba, Obras Sanitarias de la Nación, el correo, Yacimientos Carboníferos Fiscales, Somisa y Gas del Estado, ésta última con el “diputrucho” incluido. En 1992 se concretó la venta de YPF, tal vez la más importante de todo el proceso privatizador. También se vendió la Empresa Líneas Marítimas (ELMA) y centrales generadoras de energía eléctrica, como Puerto Nuevo, Costanera, Dock Sud y Pedro de Mendoza.

Memoria

— ¿Qué similitudes y diferencias es posible detectar en el actual postulado privatizador respecto de la experiencia menemista?, le preguntó este diario al economista Alberto Muller, director del Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas, dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

–Veo más similitudes que diferencias. El argumento aparente es terminar con el déficit fiscal, asignando a las empresas públicas el grueso de la responsabilidad por el mismo. Esto no es así, porque solamente los ferrocarriles y AYSA son empresas públicas cuyo déficit tiene algún peso, a nivel nacional. YPF y Banco Nación no son deficitarias; Aerolíneas lo fue, pero con una clara tendencia decreciente. El grueso del “déficit” de las empresas públicas se encuentra en realidad en el sector energético, en particular, el eléctrico, y es esencialmente el resultado de la política de subsidiar el consumo. No es un tema de eficiencia, sino de tarifas, y la solución no es la privatización.

Al igual que en los ’90, creo que el propósito central de las privatizaciones es fiscal: la Argentina enfrenta una deuda de muy difícil gestión. Si en los ’90, el eje pasaba por encontrarle una salida a los bancos que habían sobreprestado a los países emergentes, llevando a la “crisis de la deuda” de los ’80, ahora pasa por arribar a una solución viable para el ingente endeudamiento con el FMI.

No se trata en ambos casos de vender empresas deficitarias, sino de vender empresas que fueran atractivas para el sector privado, para reducir el endeudamiento. La principal diferencia es que ahora hay poco para vender. En 1989, había un lote de empresas industriales estatales (en los sectores siderúrgico y petroquímico), que hoy ya no pertenecen al Estado. Esto explica que el Banco Nación haya pasado a integrar la lista de lo privatizable, cuando en los ’90 no estuvo en ese lugar, y de hecho contribuyó en alguna medida a paliar los efectos de la crisis financiera de 1995.

— ¿Cómo caracteriza el resultado de aquel proceso privatizador? ¿Cuáles fueron las peores experiencias? ¿Hay alguna que a la luz de los años haya tenido un resultado positivo?

— Un aspecto característico de las privatizaciones de los ’90 fue la completa ausencia de principios de política sectorial. De allí que el protagonismo haya sido, en muchos ámbitos, el de economistas formados en economía de la regulación, una rama que pretende basarse en principios generales para la gestión de los sectores, con independencia de cualquier otro propósito. La doctrina de la regulación económica generalmente pone el eje en la conformación de mercados competitivos, o en desarrollar mecanismos con alguna analogía con aquéllos, cuando se trata de monopolios naturales.

Fue así como se abandonó el programa nuclear, deteniéndose la construcción de AtuchaIIy llevando a la vía de la extinción a la Comisión Nacional de Energía Atómica (algo que no ocurrió sólo porque la Convertibilidad se derrumbó antes). En el caso del modo ferroviario, se reconoció la importancia del servicio metropolitano del AMBA (y de hecho se lo subsidió); pero en el caso de las cargas, quedó en manos de privados sin compromisos reales de inversión o de logro de metas.

La eficiencia operativa aumentó, pero al costo de mantener un ferrocarril con tráficos acotados, y fuertemente subinvertido en infraestructura. El ferrocarril que volvería a privatizarse ha sido reequipado por el Estado en material rodante, y en medida más acotada en infraestructura; las líneas en manos privadas presentan un fuerte déficit en relación a ésta última. Por otro lado, hubo gruesos fracasos en la privatización del servicio metropolitano, cuyo punto más evidente fue la seguidilla de accidentes que culminó con la tragedia de Once, en 2012.

— ¿Cómo describe el proceso privatizador en el sector energético?

–En cuanto al sector de gas y petróleo, fue claro el desinterés del sector privado en desarrollar nuevas reservas, al tiempo que se intensificó la explotación de las existentes; esto dio lugar a una persistente declinación de la producción de hidrocarburos convencionales (desde 1998 en petróleo y desde 204 en gas), siendo que la recuperación posteriores obedece en gran medida a la decisión estatal de impulsar el aprovechamiento de reservas no convencionales.

El sector de generación y distribución eléctrica tuvo un desempeño dispar. En cuanto a la generación, hubo un incremento fuerte en la capacidad, fruto tanto de la entrada en servicio de unidades hidroeléctricas (Piedra del Águila, Yacyretá) como del aprovechamiento de la entonces nueva tecnología de ciclo combinado. Pero fue visible la detención de fuentes alternativas a las térmicas convencionales, hasta que el Estado no retomó el programa nuclear e impulsó las centrales del río Santa Cruz, e impulsó también las fuentes no convencionales.

En el rubro de agua y saneamiento básico, se acumularon los fracasos por incumplimientos, y las redes retornaron en gran medida a la gestión estatal. Lo hecho mediante AySA en términos de nuevas obras de captación y tratamiento supera largamente lo logrado por Aguas Argentinas.

Fuente: Página 12

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Argentina y los BRICS

 

No ha sido una sorpresa, pero sí un craso error: Argentina renuncia a formar parte de los BRICS. Milei ha optado por protegerse poniéndose baja el ala del águila imperial estadounidense, aunque ello implique la renuncia a participar en un gran mercado.


Argentina y los BRICS


El Viejo Topo

3 enero, 2024

 


por Javier Lewkowicz

¿QUÉ IMPLICANCIAS TIENE LA RENUNCIA DE ARGENTINA A LOS BRICS?

El gesto de “nuevo mejor alumno” de Estados Unidos aparece en un mundo totalmente diferente del de comienzos de los ’90.

El Ejecutivo argentino comunicó formalmente que el país renuncia a incorporarse al grupo de los BRICS, integrado por las potencias emergentes, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La decisión constituye un fuerte gesto en favor de los Estados Unidos, desde donde la administración de Milei espera obtener financiamiento, ya sea por parte del FMI y/o de inversores privados, que le permitan sostenerse como gobierno.

Al mismo tiempo, implica darle la espalda a los países que más crecen en el mundo, que tienen cuantiosos recursos financieros y que estructuralmente necesitan alimentos, energía y minería, sectores en donde Argentina tiene ventajas y puede competir. Lo insólito del caso es que el Gobierno desaprovecha oportunidades que ya estaban ganadas por gestiones anteriores y que decenas de países aceptarían sin pensarlo.

LA CARTA

El Gobierno argentino informó este viernes que envió una carta a los países integrantes del bloque de los BRICS para anunciar que no considera “oportuno en esta instancia” participar de ese espacio.

La carta firmada por Milei sostiene que “la impronta en materia de política exterior del Gobierno que presido desde hace pocos días difiere en muchos aspectos de la del Gobierno precedente. En tal sentido, algunas decisiones tomadas por la anterior gestión serán revisadas. Entre ellas se encuentra la creación de una unidad especializada para la participación activa del país en el BRICS (…). Al respecto, quisiera informarle que en esta instancia no se considera oportuna la incorporación de la República Argentina como miembro pleno a partir del 1 de enero de 2024″.

Esta nota fue enviada a los presidentes de los cinco países que integran el bloque: Luis Inácio Lula da Silva (Brasil), CyrilRamaphosa (Sudáfrica), NarendraModi (India), XiJinping (China) y Vladimir Putin (Rusia). Esos países representan el 42 por ciento de la población mundial, el 23 por ciento del PBI global, un tercio del territorio del planeta y el 18 por ciento del comercio internacional total.

CONSECUENCIAS

El investigador del Conicet Gabriel Merino considera que “es una decisión lamentable, propia de una política exterior ultraideologizada. El bloque BRICS expresa al mundo emergente que crece, en contraste con el estancamiento relativo de la mayor parte de Occidente y el Norte Global”. Desde 2020, los BRICS superan al Grupo de los Siete (Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Canadá) como porcentaje del PBI mundial.

Merino recuerda que “según el FMI, China e India, las principales economías del bloque, van a representar el 50 por ciento del crecimiento de la economía mundial en 2023, 35 por ciento y 15 por ciento, respectivamente”.

Ni siquiera Bolsonaro se animó a darle el portazo a China, ya que Brasil, durante su presidencia, se mantuvo dentro del bloque. Luego, Lula hizo un esfuerzo diplomático para que las potencias emergentes consideraran el ingreso de Argentina.

La experta en relaciones internacionales Julieta Zelicovich analiza que “la improvisación es la respuesta asociada a la negación del cambio. Se produce cuando los gobiernos asumen que las ‘viejas formas’ todavía son aplicables, aun si el terreno ha cambiado”. En su cuenta de X, la investigadora sostiene que “el no ingreso a los BRICS es parte de una mala lectura de las dinámicas imperantes en el escenario internacional. El ‘no la ven’ aplica en este caso. Un orden internacional en transición, que requiere otros tipos de alianzas si se busca el desarrollo del país”.

El exdirector del Banco Central, Jorge Carrera, sostiene que la decisión es “una falta de respeto sobre todo a China y Brasil, que empujaron nuestro ingreso. Un gran error el infantilismo de ideologizar excesivamente (sea a derecha o izquierda) las relaciones internacionales y subordinar así los intereses nacionales de Argentina. En eso, Bolsonaro e Itamaratí demostraron una mayor inteligencia de largo plazo”.

En una nota publicada en el suplemento Cash, el exdirector del INTI, Enrique Mario Martínez, explicaba por qué el país tenía grandes oportunidades en materia de cooperación tecnológica, vivienda, alimentos, economía del conocimiento y agro a partir de un mayor relacionamiento con los BRICS.

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