viernes, 14 de agosto de 2015

GRECIA. DEPENDER DE LIDERES, MALA COSA


Entrevista a Stathis Kouvelakis, miembro del Comité Central de Syriza

El Referendum y la desintegración de Syriza

3/5

Rebelión
Jacobin
11.08.2015


Tú hiciste una gira por centros de trabajo para hacer campaña por el No. ¿Puedes hablar un poco de eso y de cómo te recibieron?

Por supuesto, fue una experiencia única. Las situaciones eran muy distintas, por ejemplo la situación era dura en la empresa de ferrocarriles, que ya ha sido desmantelada en gran parte y que va a ser privatizada. Y los trabajadores sabían que el gobierno Syriza ya había aceptado la privatización de los ferrocarriles, se había anunciado en la primera lista de reformas anunciadas por Varoufakis después del acuerdo de 20 de febrero.

Pero a pesar de las situaciones diferentes, en todas partes la discusión fue en torno a dos cuestiones diferentes: ¿por qué el gobierno ha hecho tan poco hasta ahora, ¿por qué ha sido tan tímido? Y también, ¿qué vais a hacer después de la victoria del No? Para la gente era evidente que el No iba a ganar, porque la campaña del Sí era invisible en los lugares de trabajo y entre la clase trabajadora en general, así que no había ninguna duda sobre cuál sería el resultado. Pero había una enorme ansiedad acerca de lo que pasaría después de la victoria. Así que las preguntas eran: ¿Cuáles son vuestros planes? ¿Qué van a hacer? ¿Por qué todavía hablan de negociaciones cuando en cinco meses y medio se ha visto que eso no conduce a nada?

Yo estaba en una situación muy embarazosa, porque, en mi papel como portavoz de Syriza y miembro del comité central, no podía dar respuestas convincentes a todo esto. 
El No, por supuesto, ganó masivamente. ¿Te sorprendió la magnitud de la victoria?
Sí, yo no esperaba que el No alcanzara el 60 por ciento. En la dirección de Syriza, solamente Lafazanis había previsto ese resultado y muy pocos, incluso en la Plataforma de Izquierda, estábamos de acuerdo con él. La mayoría esperaba algo así como 55 por ciento. 

El primer impacto inmediato de esta enorme victoria del "no" fue aumentar la desintegración de los partidos de la oposición.

En la misma noche del resultado, los partidos de la oposición estaban derrotados y de lejos fue la derrota más dura del campo pro-austeridad desde el inicio de la crisis. Fue una derrota mucho más clara y más profunda que las elecciones de enero, debido a que se habían reagrupado y habían movilizado todas sus fuerzas, a pesar de lo cual sufrieron una derrota desastrosa. No ganaron ni en un solo distrito de Grecia. El líder de Nueva Democracia, el ex primer ministro Antonis Samaras, renunció casi de inmediato. Y fue entonces, sólo unas horas después, cuando todo este campo del Sí fue resucitado y legitimado por el propio Tsipras cuando convocó un "consejo de líderes políticos", bajo la presidencia del Presidente de la República, un partidario a las claras del Sí, que había sido nombrado por la mayoría de Syriza en el Parlamento el pasado febrero. En esa reunión aconteció algo extraordinario, cuando el jefe del campo victorioso aceptó las condiciones del campo derrotado. Esto, hay que decirlo, es algo único en la historia de la política. No tiene precedentes. 

El gobierno tal vez se sorprendió por la fuerza del "no" y la naturaleza de clase de la votación debe haberla entendido también, pero su interpretación ¿no fue simplemente confirmar los planes iniciales? ¿No se pensó que algo más profundo estaba ocurriendo?

La verdad es que no puedo hablar de cómo han interpretado el referéndum, porque todo ha quedado sepultado por las llamadas negociaciones, que son sólo un chiste, por supuesto. Creo que la mejor descripción de esas negociaciones fue la del corresponsal de The Guardian en Bruselas, Ian Traynor, que escribió que un funcionario de la UE las llamó "ejercicios mentales de tortura acuática." Lo que está claro, sin embargo, es que el gobierno de inmediato tomó la iniciativa para desactivar la dinámica que estaba surgiendo con el referéndum. Y esta es la razón por la que horas después del anuncio del recuento final tenía lugar esa reunión de todos los líderes políticos que fijaba una agenda totalmente diferente a la expresada por el voto "no".

El contenido de ese nuevo programa es que, pase lo que pase, como, por supuesto, ya se había indicado en los declaraciones inspiradas por Dragasakis la semana anterior, Grecia tenía que permanecer en la eurozona. Y el punto más enfático de la declaración conjunta firmada por todos los líderes políticos, con la excepción del Partido Comunista Griego (KKE), que se negó a firmar, y los nazis, que no fueron invitados a la reunión, fue que este referéndum no era un mandato para romper, sino un mandato para una mejor negociación. A partir de ahí la pifia estaba hecha. 

¿Hay pruebas de que la gente estaba cambiando de posición sobre la cuestión de la eurozona durante el periodo del referéndum?

Por supuesto que estaba cambiando. El argumento que se repetía constantemente en los medios de comunicación, que remachaban los líderes políticos del campo Sí, y también los líderes europeos que claramente interfirieron en el referéndum de la manera más descarada durante esa semana, era que votar No era votar contra el euro. Así que es completamente irracional decir que las personas que votaron “No” no estaban al menos asumiendo algún riesgo de una posible salida del euro si esa era la condición para decir "no" a las nuevas medidas de austeridad.

También hay que decir que lo que ocurrió durante esa semana fue un proceso de radicalización de la opinión pública. Se podía sentir y notar en las calles, en los lugares de trabajo, en todos los espacios públicos. En todas partes, la gente estaba hablando sobre el referéndum, así que fue muy fácil percibir el estado de ánimo popular. No estoy sugiriendo que fuera algo homogéneo. Mucha gente decía que votar "no" era en realidad darle al gobierno otra carta para las negociaciones, eso es cierto. Pero también hay que entender que el carácter masivo del "no" significa que las personas, en especial los asalariados, los jóvenes y las capas medias empobrecidas, tenían la sensación de que no tenían nada que perder y estaban dispuestos a arriesgarse y dar una batalla. El espíritu combativo de los mítines del viernes era indicio de esto. Fue bastante impresionante. Personalmente, no he visto nada como eso en Grecia desde los años setenta. 

Hablemos de la votación del 11 de julio en el Parlamento sobre las propuestas enviadas por el gobierno griego para el Eurogrupo. En ese momento fue cuando quedó claro que el gobierno había aceptado la perspectiva de un nuevo plan de austeridad. Esas propuestas fueron aprobadas por 251 diputados de 300, con los partidos pro-austeridad respaldándolas masivamente.

Una de las condiciones planteadas por las instituciones acreedoras era que las propuestas del gobierno griego tenían que ser aprobadas por el parlamento, a sabiendas de que esto no tiene sentido. Hablando estrictamente no es ni siquiera constitucional, ya que el Parlamento sólo puede votar proyectos de ley o acuerdos internacionales, no puede votar un simple documento que es la base para negociar y se puede cambiar durante la negociación en cualquier momento. Pero esa votación fue un movimiento simbólico que dio carta blanca al gobierno para negociar a partir de una base reducida drásticamente. Las propuestas del gobierno eran sólo una versión ligeramente reducida de la propuesta de Juncker que fue rechazada en el referéndum. Así que en realidad lo que el gobierno estaba pidiendo era la aprobación de su giro de 180 grados durante esa semana. 

Pero la imagen del grupo parlamentario de Syriza parece más compleja. Hablemos de la diferenciación dentro de Syriza y la posición de la Plataforma de Izquierda.

La posición de la Plataforma de Izquierda se debatió mucho internamente, especialmente en el componente principal de la Plataforma que es la Corriente de Izquierda liderada por Panagiotis Lafazanis. La opinión mayoritaria era que debíamos votar diferente en esa momento, lo que significó que algunos tuvieron que votar "presente" en la votación, lo que equivale prácticamente a un "no", aunque quizás con menor significado simbólico. 

¿Por qué es lo mismo que un "no"?

Porque no cambia la mayoría necesaria que una propuesta necesita para ser aprobada. En cualquier caso, se necesitan 151 votos para su aprobación.

Otra parte del grupo votó a favor de las propuestas a la vez que declaró dos cosas, primero que se encontraba en una posición de solidaridad política con los que las rechazaron, con quienes votaban "presente" en este caso, que no aceptan este acuerdo, y que no iban a votar por un acuerdo que contiene medidas de austeridad. Y tal vez lo segundo es más importante. El razonamiento es que la práctica constitucional de Grecia exige que en cada proyecto de ley el gobierno tiene que demostrar que tiene una mayoría procedente de sus propias filas, desde el propio partido o de la coalición, que es el caso aquí si tomamos en cuenta al partido de los Independientes Griegos, que está en el gobierno en coalición con Syriza. Y, de hecho, el gobierno perdió el control de su propia mayoría.

Aunque no es legalmente vinculante, en la historia constitucional de Grecia cuando un gobierno pierde el control de su mayoría, el famosodedilomeni ("mayoría declarada"), tiene que convocar elecciones. Por ello la discusión de nuevas elecciones comenzó de inmediato y las elecciones ya se han anunciado, ahora es sólo cuestión de cuándo van a tener lugar.

Así vemos que esta línea, con la que yo personalmente no estaba de acuerdo (yo estaba a favor de un "no", o un voto "presente" homogéneo) realmente fracasó. Porque en realidad con los siete votos de diputados de la Plataforma de Izquierda que votaron “presente” además de algunos diputados de Syriza que también votaron “presente” (como Zoe Konstantopoulou, la presidente del parlamento, y Rachel Makri, ex diputada de los Independientes Griegos que ahora cercana a esas posiciones), el gobierno ya había perdido su propia mayoría.

Sin embargo, ahora una cosa está definida: todos los diputados de la Plataforma de Izquierda rechazarán el nuevo memorando en la próxima votación, eso ya se ha anunciado. Pero tengo que añadir que los dos diputados de la Plataforma de Izquierda que no son miembros de la Corriente de Izquierda, sino cercanos a la Red Roja (y la Izquierda Internacionalista Obrera y otros), el componente trotskista de la plataforma, votaron "no", y fueron los dos únicos diputados de Syriza que votaron "no" al nuevo acuerdo. 

¿Lo que dices es entonces que la Plataforma de Izquierda tomó esa posición complicada, por lo menos complicada vista desde fuera de la Asamblea Nacional, porque había calculado mal lo impopular que sería la propuesta de Tsipras? ¿Se había subestimado en qué medida la propuesta iba a suscitar oposición fuera de las filas de la Plataforma? Quizá imaginaban que eran Los últimos mohicanos y que si votaban "no" iban a echar abajo el gobierno y provocar nuevas elecciones, cuando en realidad había una crisis más amplia en curso que no habían tenido en cuenta en sus cálculos y en la que participaba incluso la Presidenta del parlamento. ¿Quizá se dejaron llevar por un cierto legitimismo?

Yo diría que era esencialmente legitimismo, era demostrar que su intención no era derrocar el gobierno de ninguna manera, sino expresar su desacuerdo con sus acciones, advertir que se estaba a punto de cruzar la línea roja. Así se trataba de expresar la ilegitimidad de la decisión de Tsipras en ese momento, optando por una ruptura clara.

Tengo que añadir que los dos ministros más destacados de la Plataforma de Izquierda, Lafazanis y el viceministro de asuntos sociales, Dimitris Stratoulis, votaron "no" para que no hubiera duda de su postura. Lafazanis también emitió un comunicado diciendo que, si bien esa era la posición política de la Plataforma, no estaban tratando de derrocar al gobierno. 


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