lunes, 23 de mayo de 2022

UCRANIA. Zelenski reconoce que la guerra les va mal y bombardea Donetsk

 

UCRANIA. Zelenski reconoce que la guerra les va mal y bombardea Donetsk

 

Diario octubre / 23 mayo 2022

 

El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky dijo durante una conferencia de prensa que entre 50 y 100 de sus soldados pueden estar muriendo todos los días defendiendo a Ucrania en el este del país. Zelenski no se mostró optimista y pidió más ayuda de armas y dinero de los países capitalistas para afrontar la situación. Tras la caída de la Acería de Mariupol ha cundido el desánimo en la tropa y algunos medios occidentales ya hablan de la derrota definitiva del Batallón nazi Azov. La Cruz Roja y otras ONG ha acudido prestas a vigilar el trato que Rusia da a los militantes nazis.

 

“¿Negociar con un país que ha tomado como rehenes a millones de personas? Tenemos una idea mejor: el mundo debe acordar suministrar a Ucrania lanzacohetes múltiples autopropulsados y otro armamento pesado para desbloquear el Mar Negro”, escribió en Twitter Mijailo Podolyak, asesor de la Presidencia de Ucrania.

Como ejemplo el bombardeo y destrucción de puentes que la propia Ucrania de Zelenski está haciendo en la región del Donbass ante el silencio de Falsimedia.

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Un toque de realismo

 

Un toque de realismo

 

DIARIO OCTUBRE / mayo 22, 2022

La pérdida de casi 2500 soldados en tan solo cuatro días con la rendición de las unidades del Ejército Ucraniano y el regimiento Azov que se encontraban atrincheradas en la fábrica Azovstal de Mariupol ha supuesto un choque con la realidad que Kiev, con su hábil manejo lleva semanas tratando de evitar. Ucrania intenta centrar el discurso en la retirada rusa de la frontera norte y los avances ucranianos en el norte de Járkov, que le han permitido atacar con artillería zonas al otro lado de la frontera rusa, con el objetivo de eclipsar el hecho de que ha perdido el control de la región de Jerson, la parte sur de la RPD, prácticamente toda la antigua región de Lugansk (a excepción de Lisichansk y Severodonetsk, donde la situación de los militares ucranianos se complica por momentos) y solo aguanta el frente en las zonas del norte de Zaporozhie y al sur de Donetsk. Una situación que algunos medios, como el español La Vanguardia, califican de “tablas” que puede consolidarse en las próximas semanas.

 

La pérdida de Azovstal supone una victoria para Rusia y la RPD, ya que, además de consolidar la posición rusa en el mar de Azov, ahora mismo un mar interior bajo control ruso en su totalidad, supone una advertencia para las tropas ucranianas en otras zonas en riesgo de quedar sitiadas. Sin embargo, uno de los motivos para mantener durante prácticamente un mes la presencia militar ucraniana en Azovstal era precisamente restar valor a esa victoria rusa, la más importante de esta fase de la guerra al tratarse de una ciudad de prácticamente medio millón de habitantes. Ucrania buscaba así difuminar el efecto que sobre sus tropas tuviera, no solo la derrota, sino la forma en que se ha producido: Kiev no ha sido capaz de negociar una salida ni enviar suministros ni refuerzos a unas tropas que han pasado cuatro semanas sitiadas, con escasez de medicamentos y en condiciones de debilidad pese a ser, en número, superiores a las tropas de la RPD que sitiaban el recinto.

En este tiempo, Ucrania ha alegado que seguía existiendo una resistencia ucraniana en la ciudad, por lo que negaba que Rusia controlara la ciudad. Es más, el alcalde ucraniano de Mariupol, que huyó de la ciudad en los primeros días de la guerra, sigue siendo considerado, no solo el regidor de la ciudad, sino una fuente fiable para la prensa ucraniana y occidental. Negar la realidad suponía negar la victoria rusa, aún parcial a causa de la existencia de esa supuesta resistencia en Azovstal. Rendida la guarnición de Mariupol, Ucrania y sus medios afines intentan argumentar que no se trata de una victoria estratégica, desvinculándola de la victoria en la ciudad, fundamentalmente con el objetivo de no causar pánico entre las tropas en las posiciones más comprometidas del frente.

Se repite ahora el mismo discurso que se usara a finales de abril, cuando un sonriente Denis Prokopenko, comandante del regimiento Azov, explicaba al periodista Dmitry Gordon que la resistencia en Azovstal mantendría ocupadas a las tropas rusas y liberaría a las tropas ucranianas en otras zonas. Entonces, Ucrania lanzaría su contraofensiva y acabaría con la presencia rusa en Mariupol. Con la confianza que dan los 40.000 millones de dólares comprometidos por Estados Unidos y la promesa de la llegada de armamento pesado occidental en los próximos meses, la Oficina del Presidente de Ucrania, fundamentalmente por medio de Mijailo Podoliak, continúa presentando el escenario de victoria ucraniana con esa contraofensiva que se planea para los próximos meses y que derrotaría a Rusia, que se vería obligada a abandonar los territorios capturados en estos tres meses de guerra. Ayer, Podoliak afirmaba que la guerra se dirige a su sangrienta fase final, en la que Rusia se atrincherará en busca de una guerra posicional, pero en la que Ucrania debe contraatacar para expulsar a esos “extranjeros” de los territorios. Como hiciera Zelensky dos días antes, Podoliak admitía que esa guerra causará un gran número de bajas en el bando ucraniano, “pero tendremos que vivir esa fase sangrienta de la liberación de nuestros territorios en cualquier caso”. En las últimas horas, Andriy Ermak ha añadido que, con la entrega de nuevas armas occidentales, el Ejército Ucraniano estará al máximo de sus capacidades de combate en un mes y medio o dos meses.

Pese al triunfalismo del discurso oficial y la protección que supone para Ucrania que no haya en la prensa voluntad alguna de preguntarse cuáles son las pérdidas reales de las Fuerzas Armadas de Ucrania -a pesar de las evidencias de grandes bajas, por ejemplo, en el contraataque de Járkov-, Kiev es consciente de haber perdido, solo en Mariupol y solo teniendo en cuenta a los efectivos capturados, a más de 4000 soldados. A ello se suma el riesgo de que algunas de las mejores unidades ucranianas queden sitiadas en lugares como Lisichansk, Severodonetsk o Artyomovsk, razón por la que el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valery Zaluzhny, haya tratado sin éxito de retirar a las tropas de la primera línea de defensa para equilibrar el frente en la segunda línea, Kramatorsk-Slavyansk, y poder resistir el ataque ruso como las tropas ucranianas han logrado en la zona de Guliaipole hasta disponer de esas armas extranjeras que Ucrania espera recibir en el futuro cercano. Temeroso de un efecto psicológico que destruya la moral de las tropas con una retirada similar a las de Ilovaisk o Debaltsevo, el equipo de Zelensky ha rechazado de momento esa opción, lo que condena a las últimas ciudades de Lugansk bajo control ucraniano a una lucha hasta el final, esta vez sin la protección que ha supuesto el fortín de Azovstal. Destruido ayer en un ataque ruso uno de los dos últimos puentes en dirección a Artyomovsk, cualquier posibilidad de repliegue queda notablemente dificultada.

Sin embargo, son evidentes las contradicciones entre el discurso triunfalista y las dosis de realismo que comienzan a aparecer al más alto nivel. En línea con los argumentos del editorial publicado por The New York Times esta semana, Volodymyr Zelensky, se refirió ayer a las perspectivas de victoria ucraniana. Zelensky, que sigue alegando que sus socios occidentales han participado en la evacuación de Azovstal y se jacta de disponer de 700.000 personas luchando de su parte (incluye en ellas, no solo al ejército, sino al SBU, la policía y las diferentes defensas territoriales, escasamente preparadas, carne de cañón en caso de ser enviadas a la primera línea del frente, como se ha podido ver en estas semanas en Járkov), moderó notablemente las aspiraciones ucranianas, al menos en términos militares. Según afirmó ayer, sería una victoria para Ucrania regresar a las fronteras anteriores al 24 de febrero, es decir, recuperar la región de Jerson, el sur de Zaporozhie, el sur de Járkov, grandes zonas de Lugansk y Mariupol y sus alrededores.

Aunque en apariencia el presidente ucraniano modera las aspiraciones del país a recuperar sus fronteras según han existido desde 2015, siguiendo así la petición de realismo que comienza a aparecer en ciertos sectores occidentales, Zelensky no renuncia ni a Donbass ni a Crimea, aunque parece comprender que no es posible recuperar esos territorios por la vía militar. “Ucrania y solo Ucrania definirá cuándo y cómo termina la guerra”, escribió ayer el ministro de Exteriores Dmitro Kuleba para explicar las palabras del presidente. “Zelensky ha sido claro. No queremos tierra de otros, pero no renunciamos a lo que es nuestro”, sentenció el ministro que hace solo unas semanas mostraba a Anthony Blinken un mapa de Ucrania en el que se incluían regiones rusas como Kuban.

Sin explicar por qué Ucrania será capaz de recuperar por la vía militar todos los territorios perdidos desde el 24 de febrero, pero no los perdidos en 2014, Zelensky plantea el retorno a las fronteras anteriores a la intervención rusa como punto de inflexión. Acabaría ahí la fase militar de la guerra para pasar a una fase diplomática que, en realidad, no sería más que regresar a la mesa de Minsk, aunque con una Rusia mucho más debilitada y aún más apoyo occidental para Kiev para imponer su visión de la resolución del conflicto. Sin respuesta, posiblemente porque nadie espera que este escenario sea posible, queda la pregunta de cómo resolvería entonces Ucrania la cuestión de Donbass o cómo convencería a Crimea de volver bajo control ucraniano.

Los comentarios de Zelensky al respecto evidencian que no hay cambio de postura alguno en Ucrania. “Creía que sería posible terminarlo solo con la diplomacia”, alegó el presidente ucraniano en referencia a la cuestión de Donbass antes de la intervención rusa, olvidando, como es habitual, que fue la negativa ucraniana a cumplir con los acuerdos firmados la que hizo imposible que el proceso de Minsk avanzara. “Ahora es como un coche: no es de gasolina, ni es eléctrico, porque la guerra es así, es híbrido. Ya la victoria será muy difícil, será sangrienta, definitivamente habrá combate, pero el final definitivamente estará en la diplomacia”, añadió para admitir las dificultades: “Queremos todo de vuelta y la Federación Rusa no quiere devolver nada”.

Al final, todas las guerras acaban y el avance final solo puede producirse por medio de la diplomacia, alegó Zelensky. Sin embargo, ambas partes son conscientes de que las contradicciones existentes en las posturas de negociación -evidentemente, Rusia no puede permitirse poner sobre la mesa la soberanía de Crimea- hacen inviable un proceso de negociación a corto plazo. Las palabras de Zelensky no buscan reiniciar un proceso de negociación que existió durante algunas semanas, pero que quedó completamente paralizado en abril, sino rebajar ligeramente las expectativas militares de Ucrania, aunque no las políticas, para dar el toque de realismo que se le empieza a pedir desde el otro lado del Atlántico.

VÍA:slavyangrad.es

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La rendición de los nazis en Azovstal tiene un efecto dominó sobre todo el frente del Donbas

 

La rendición de los nazis en Azovstal tiene un efecto dominó sobre todo el frente del Donbas

 

DIARIO OCTUBRE / mayo 22, 2022



Dado que más de 2.400 soldados ucranianos en Azovstal se han rendido, esta rendición masiva tiene un efecto dominó sobre el resto de las tropas ucranianas en el Donbas, lo que les lleva a deponer también las armas.

 

Desde el 16 de mayo, continúa la rendición gradual de los soldados ucranianos que estaban rodeados en la fábrica Azovstal de Mariupol. Un total de 2.439 soldados ucranianos se han rendido, entre ellos el comandante de la 36 brigada de las fuerzas armadas ucranianas, Serguei Volynski, apodado Volyn, que se ha rendido hoy, seguido por el segundo al mando del regimiento neonazi Azov, Sviatoslav Palamar, apodado Kalyna, y finalmente el comandante del regimiento neonazi Azov, Denis Prokopenko. La rendición de los tres comandantes marcó la liberación del territorio de la fábrica Azovstal, que ahora está totalmente bajo el control del ejército ruso y de la milicia popular de la RPD [República Popular de Donetsk].

Los tres comandantes entregaron sus armas a las fuerzas armadas rusas y a la milicia popular de la RPD, sus pertenencias fueron registradas y pasaron por el procedimiento estándar como todos los demás soldados ucranianos en Azovstal antes de subir a los autobuses que los llevaron al centro penitenciario de Elenovka.

El centro fue visitado por la Cruz Roja, que pudo comprobar que los presos eran tratados de acuerdo con la Convención de Ginebra. Los soldados ucranianos confirmaron a los representantes de la Cruz Roja y a un representante ucraniano que se les trata bien, que se les da de comer tres veces al día, que la comida es buena y que reciben una atención adecuada a su estado. Esto es muy diferente del trato dado a los soldados rusos capturados por el ejército ucraniano.

También hay que señalar que el perfil y el estado de los soldados ucranianos que salieron de Azovstal para rendirse fue muy diferente de un día a otro. Mientras que el primer día de la rendición los soldados ucranianos que salían de la fábrica estaban demacrados y parecían estar en muy malas condiciones, al día siguiente eran soldados relativamente limpios y bien alimentados los que se rindieron. La diferencia estaba en la unidad a la que pertenecían estos soldados. Si el primer día fueron principalmente soldados de la FAU los que se rindieron, al día siguiente fueron principalmente combatientes del regimiento Azov.

Al inspeccionar su equipaje, los soldados rusos y de la DPR encontraron una gran cantidad de alimentos enlatados, lo que sugiere que los combatientes de Azov se habían apropiado de las reservas de alimentos, dejando a los demás soldados ucranianos morir de hambre.

“La situación alimentaria era muy diferente en los distintos búnkeres de Azovstal”, afirma Igor Kimakovski, asesor del líder de la RPD que participó en las negociaciones. “En algunos lugares había reservas de alimentos enlatados, agua fresca y medicamentos. Y en otros lugares, los soldados ucranianos sólo recibían 150 gramos de gachas y un pequeño trozo de tocino al día. El agua fue tomada de las tuberías de la calefacción central.

Y si a esta rendición masiva de soldados ucranianos de Azovstal se le sigue llamando (delirantemente) “evacuación” por parte de Zelensky y de muchos medios de comunicación occidentales, es porque las autoridades ucranianas y los gobiernos occidentales que apoyan activamente a Ucrania entienden que tendrá y está teniendo ya un efecto sobre la moral del resto de las tropas ucranianas en el Donbas.

Por ejemplo, el 18 de mayo de 2022, se publicó un vídeo de soldados de la 115ª brigada de las FAU estacionados en Severodonetsk -actualmente casi completamente rodeada y ya tomada por el ejército ruso y la milicia popular de la LPR (República Popular de Lugansk)- en el que los soldados anunciaban que se negaban a luchar por falta de refuerzos, de mando y de equipo militar adecuado. Está claro que los soldados ucranianos se niegan a ser utilizados como carne de cañón y enviados a una muerte segura.

En este vídeo, estos soldados del 3er Batallón de la 115ª Brigada hacen referencia a otro vídeo de otro batallón de la misma brigada que también se niega a luchar. Hay entre 8.000 y 15.000 soldados ucranianos en la región de Severodonetsk. Esto significa un gran número de posibles rendiciones de soldados ucranianos adicionales.

Ya han comenzado las rendiciones masivas de soldados ucranianos en la LPR.

Sobre todo porque el abandono de los hombres en el frente por parte de sus comandantes parece haberse convertido en la norma. Así, las esposas de los soldados del 103º Batallón de Defensa Territorial (el Volkssturm en salsa ucraniana) han descubierto que mientras sus maridos mueren en el frente, ¡su comandante es acogido calurosamente en Lvov!

Si la rendición de los soldados ucranianos de Azovstal tiene tal efecto sobre el resto de las tropas ucranianas, es porque los combatientes del regimiento neonazi Azov (que representaban un buen tercio de los soldados presentes en el sótano de la fábrica) están entre los más fanáticos. Si incluso ellos se rinden, ¿por qué los reclutas y otros soldados ucranianos, mucho menos fanáticos, deben ir a una muerte segura, sin medios adecuados para defenderse, mientras sus comandantes están a salvo lejos del frente? Queda por ver cuán grande será este efecto dominó y si será suficiente para socavar seriamente la defensa ucraniana en el Donbas.

Christelle Néant https://www.donbass-insider.com/fr/2022/05/20/effet-domino-de-la-reddition-des-soldats-ukrainiens-a-azovstal-sur-le-reste-des-troupes-ukrainiennes-dans-le-donbass/

VÍA:mpr21.info

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El debate de la inflación. [La inflación en la práctica significa que para conseguir lo mismo que se venía consiguiendo hay que trabajar más. Este es todo el misterio de la inflación, o sea, que constituye un mecanismo más en manos del capital para trasvasar directamente los fondos del bolsillo del trabajador a los bolsillos del capital. Punto pelota. Si el objeto de la economía como es el caso de la economía capitalista consiste en el acrecentamiento de los capitales invertidos, todas las vueltas que se le den a lo que s ele quiera dar dentro de los parámetros capitalistas conducen al mismo sitio: acrecentamiento de los capitales, y este no se puede producir en la economía capitalista más que a costa de empeorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. En la historia ya se dieron otras formas de economía: comunismo primitivo; salvajismo; barbarie; esclavitud; feudalismo y la que hoy conocemos: el capitalismo. Estas formas de economía se fueron sucediendo unas a otras, y cada una de ellas, respecto de la anterior representó un avance social y un desarrollo histórico. La nueva forma de economía llama históricamente a sustituir a la economía capitalista, por ser más desarrollada y perfecta que esta última es la economía socialista, que nada tiene que ver con el PSOE ni con la socialdemocracia, basada en la satisfacción de las necesidades humanas y en el desarrollo de todas las facultades del individuo, las materiales y las espirituales, que no implica necesariamente un decrecimiento del capital, puesto que el capital no es sino trabajo previamente ya realizado. Y esto es lo que hay que debatir: la sustitución del capitalismo por el socialismo, que no se está debatiendo ni incluso en los partidos políticos denominados de izquierdas (luego, no pueden ser muy de izquierdas), y mientras más tardemos en empezar más y mayores sufrimientos y calamidades para la inmensa mayoría de la sociedad. Ahora estamos en la guerra de USA contra Rusia en territorio ucraniano, pero como todo lo que es susceptible de poder empeorar empeora, nos falta la guerra de USA contra China. La guerra es consustancial al capitalismo. Desde la finalización de la II Guerra Mundial, organizada y dirigida por los grandes capitales (exactamente igual que la I Guerra Mundial) al día de hoy se han producido más de cien guerras, manteniéndose activas varias decenas de ellas].

 

Hay alternativa a la restricción monetaria o salarial: impulsar la inversión y la producción con inversión pública. Pero ‘Occidente’ busca recortar la inversión en sectores productivos y aumentar el gasto militar para luchar en la guerra contra Rusia.


El debate de la inflación

 

Michael Roberts

El Viejo Topo

23 mayo, 2022 

 

El debate sobre la inflación entre los principales economistas continúa. ¿La cada vez más alta tasa de inflación de las materias primas se mantendrá por algún tiempo o es ‘transitoria’ y pronto disminuirá? ¿Es necesario que los bancos centrales actúen con rapidez y firmeza para ‘ajustar’ la política monetaria (es decir, reducir la inyección de crédito en los bancos mediante la compra de bonos públicos (QE) y comenzar a subir bruscamente las tasas de interés política? ¿O ese endurecimiento es una exageración y provocará una depresión?

He cubierto estos temas en varios artículos anteriores con cierto detalle. Pero vale la pena repasar algunos de los argumentos y la evidencia existente de nuevo porque la alta y creciente inflación está dañando severamente los medios de subsistencia y la prosperidad de la mayoría de los hogares en las economías capitalistas avanzadas e incluso es una cuestión de vida o muerte para cientos de millones en el llamado Sur Global de los países pobres. Ser desempleado es devastador para aquellos que pierden sus trabajos y para sus familias. Pero el desempleo afecta normalmente sólo a una minoría de los trabajadores en un momento dado. La inflación, por otro lado, afecta a la mayoría, particularmente a aquellos con bajos ingresos, cuando los productos básicos como la energía, los alimentos, el transporte y la vivienda importan aún más.

En un libro reciente, Rupert Russell señaló que el precio de los alimentos a menudo ha sido  históricamente decisiva. Actualmente, el índice mundial de precios de los alimentos se encuentra en su nivel más alto jamás registrado. El golpe afecta a las personas que viven en el Medio Oriente y África del Norte, una región que importa más trigo que cualquier otra, siendo Egipto el mayor importador del mundo. El precio de estas importaciones lo fijan las bolsas internacionales de productos básicos de Chicago, Atlanta y Londres. Incluso con los subsidios del gobierno, las personas en Egipto, Túnez, Siria, Argelia y Marruecos gastan entre el 35 y el 55 por ciento de sus ingresos en alimentos. Viven al límite: pequeños aumentos de precios provocan pobreza y hambre. Russell nos recuerda que el grano fue clave en casi todas las etapas de la Primera Guerra Mundial. Temiendo la amenaza a sus exportaciones de grano, la Rusia imperial ayudó a provocar ese conflicto global. A medida que avanzaba el conflicto, Alemania, también sufría de escasez de pan barato y buscaba apoderarse de la abundante cosecha de Rusia. “Paz, tierra y pan” era el eslogan bolchevique, y el éxito tuvo mucho que ver con el pan y el control de las nuevas rutas de cereales dentro de Rusia. Ahora, la invasión rusa de Ucrania pone en peligro la cosecha de estos dos principales exportadores de cereales.

De hecho, cuando se consideran los precios de los alimentos -uno de los principales contribuyentes, junto con los precios de la energía, a la espiral inflacionaria actual-, son evidentes las insuficiencias de las principales explicaciones de la inflación y sus remedios políticos. La inflación actual no es producto de una ‘demanda excesiva’ (keynesiana) o de ‘inyecciones monetarias excesivas’ (monetarista). Es el resultado de un ‘shock de oferta’: escasez de producción y ruptura de la cadena de suministro, inducida por la pandemia de COVID y luego por el conflicto entre Rusia y Ucrania. La recuperación después de la crisis del COVID en las principales economías ha sido vacilante: todas las principales agencias internacionales y consultoras de investigación analítica han reducido su pronóstico de crecimiento económico y producción industrial para 2022. Al mismo tiempo, estas agencias y bancos centrales han revisado al alza sus pronósticos de inflación y por el momento se mantendrá alta.

Los bancos centrales tienen poco control sobre la ‘economía real’ en las economías capitalistas y eso incluye cualquier inflación de precios en bienes o servicios. Durante los 30 años de desinflación general de precios (cuando los precios suben lentamente o incluso se desinflan), los bancos centrales lucharon por cumplir su objetivo habitual de inflación anual del 2% con sus armas habituales de tasas de interés e inyecciones monetarias. Y será la misma historia al tratar esta vez de reducir las tasas de inflación. Como he argumentado antes, todos los bancos centrales se quedaron dormidos mientras las tasas de inflación se disparaban. ¿Y por qué fue así? En general, porque el modo de producción capitalista no se mueve de manera constante, de forma armónica y planificada, sino de manera espasmódica, desigual y anárquica, con altibajos. Pero también malinterpretaron la naturaleza de la espiral inflacionaria, confiando en teorías erroneas de la inflación.

Yo diría  que este ‘shock’ del lado de la oferta es realmente una continuación de la desaceleración en la producción industrial, el comercio internacional, la inversión empresarial y el crecimiento del PIB real que ya había comenzado en 2019 antes de que estallara la pandemia. Sucedió porque la rentabilidad de la inversión capitalista en las principales economías había caído casi a mínimos históricos y, como saben mis lectores, es la rentabilidad lo que en última instancia impulsa la inversión y el crecimiento en las economías capitalistas. Si el aumento de la inflación es impulsado por una oferta débil en lugar de una demanda excesivamente fuerte, la política monetaria no funcionará.

Los monetaristas de línea dura piden fuertes aumentos en las tasas de interés para frenar la demanda, mientras que los keynesianos se preocupan por la inflación de los salarios, ya que el aumento de los salarios «obliga» a las empresas a subir los precios. Pero las tasas de inflación no aumentaron cuando los bancos centrales inyectaron billones en el sistema bancario para evitar un colapso durante la crisis financiera mundial de 2008-2009 o durante la pandemia de COVID. Todo ese crédito de dinero de la ‘flexibilización cuantitativa’ terminó como un financiamiento de coste casi nulo para la especulación financiera e inmobiliaria. La ‘inflación’ tuvo lugar en los mercados bursátiles y de vivienda, no en las tiendas. Lo que eso significa es que el ‘giro’ de la Reserva Federal de EEUU hacia las subidas de tipos de interés y la marcha atrás de la QE no controlarán las tasas de inflación.

La otra teoría dominante es la de los keynesianos. Argumentan que la inflación surge del ‘pleno empleo’ que eleva los salarios y de la ‘demanda excesiva’ cuando los gobiernos gastan ‘demasiado’ en tratar de reactivar la economía. Si hay pleno empleo, entonces no se puede aumentar la oferta y los trabajadores pueden hacer subir los salarios, obligando a las empresas a subir los precios en una espiral de salarios y precios. Por lo tanto, existe una compensación entre el nivel de desempleo y los precios. Esta compensación se puede caracterizar en una curva gráfica, que lleva el nombre de AW Phillips.

Pero la evidencia historica va en contra de la curva de Phillips como explicación del nivel de inflación. En la década de 1970, la inflación de precios alcanzó los máximos de la posguerra, pero el crecimiento económico se desaceleró y el desempleo aumentó. La mayoría de las principales economías experimentaron una «estanflación». Y desde el final de la Gran Recesión, las tasas de desempleo en las principales economías han caído a los mínimos de la posguerra, pero la inflación también se ha reducido a mínimos.

El keynesiano Larry Summers adopta el enfoque de la «demanda excesiva». Su opinión sobre la inflación es que el gasto público está impulsando el aumento de los precios al dar a los estadounidenses demasiado poder adquisitivo. Entonces es culpa de la administración Biden; la respuesta es volver a imponer la ‘austeridad’, es decir, recortar el gasto público y aumentar los impuestos. Nuevamente, podría preguntarle a Summers por qué no hubo una alta inflación cuando los gobiernos gastaron grandes cantidades para evitar un colapso bancario en la Gran Recesión, pero solo ahora.

Detrás de la teoría keynesiana de la inflación impulsada por los costes, inevitablemente viene el llamamiento político a la «moderación salarial» y a un desempleo aún mayor. Por ejemplo, el gurú keynesiano, Paul Krugman, ahora aboga por aumentar el desempleo para controlar la inflación en su columna del New York Times. Esto en cuanto a la afirmación de que el capitalismo puede sostener el ‘pleno empleo’ con una macrogestión juiciosa de la economía, al estilo keynesiano. Parece que, después de todo, la economía capitalista está atrapada entre la Escila del desempleo y la Caribdis de la inflación.

En cuanto a la moderación salarial, tanto los keynesianos como los banqueros centrales se han apresurado a lanzar tales llamamientos. El columnista keynesiano del Financial Times pide que la política monetaria sea “suficientemente estricta para… crear/preservar cierta flexibilidad en el mercado laboral». En otras palabras, la tarea debe ser crear desempleo para reducir el poder de negociación de los trabajadores. El gobernador del Banco de Inglaterra, Bailey, hizo el mismo llamamiento para, dijo, detener la inflación galopante. Pero no hay evidencia de que los aumentos salariales conduzcan a una mayor inflación. Volvemos al huevo y la gallina. El aumento de la inflación (pollo) obliga a los trabajadores a buscar salarios más altos (huevo). De hecho, durante los últimos 20 años hasta el año del COVID, los salarios semanales reales de EEUU aumentaron solo un 0,4 % anual en promedio, incluso menos que el crecimiento promedio anual del PIB real de alrededor del 2 % o más. Es la parte del crecimiento del PIB que se destina a las ganancias lo que aumentó (como argumentó Marx allá por 1865).

El crecimiento de la inflación de EEUU es mucho más alta que la de los salarios, que solo crecen entre un 3 y un 4 %, lo que significa que los salarios reales están bajando para la mayoría de los estadounidenses. Los activos financieros están aumentando aún más rápido. Los precios de la vivienda han subido aproximadamente un 20% sobre una base anualizada. Justo antes de la pandemia, en 2019, las corporaciones no financieras estadounidenses obtuvieron alrededor de un billón de dólares al año en ganancias, más o menos. Esta cantidad se había mantenido constante desde 2012. Pero en 2021, estas mismas empresas ganaron alrededor de 1,73 billones de dólares al año. Eso significa que por cada hombre, mujer y niño estadounidense en los EEUU, las empresas estadounidenses solían ganar alrededor de $ 3.081, pero hoy ganan alrededor de $ 5.207. Eso es un aumento de $2.126 por persona. Significa que el aumento de las ganancias de las empresas estadounidenses supone el 44% del aumento inflacionario de los costes.

Luego está la explicación ‘psicológica’ de la inflación. La inflación está ‘fuera de control’ cuando las ‘expectativas’ de aumento de los precios por parte de los consumidores se afianzan y la inflación se vuelve una profecía autocumplida. Pero esta teoría elimina cualquier análisis objetivo de la formación de precios. ¿Por qué deberían subir o bajar las ‘expectativas’ en primer lugar? Y como mencioné antes, la evidencia que respalda el papel de las ‘expectativas’ es débil. Como concluye un artículo de Jeremy Rudd en la Reserva Federal“Los economistas y los responsables de la política económica creen que las expectativas de inflación futura de los hogares y las empresas son un factor determinante clave de la inflación real. Una revisión de la literatura teórica y empírica relevante sugiere que esta creencia se basa en cimientos extremadamente inestables, y se argumenta que adherirse a ella de manera acrítica fácilmente podría conducir a graves errores de política”.

Todas estas teorías dominantes niegan que sea el hecho de que la producción capitalista no suministre lo suficiente lo que está causando una inflación alta y acelerada. Y, sin embargo, la evidencia historica del «choque de oferta» sigue siendo convincente. Por ejemplo, los precios de los autos usados. Se dispararon durante el último año y fueron un importante contribuyente al aumento de la inflación en EEUU y el Reino Unido. Los precios de los autos usados aumentaron porque la producción y entrega de autos nuevos se vio obstaculizada por el COVID y la pérdida de componentes clave. La producción y las ventas mundiales de automóviles se desplomaron. Pero la producción ahora se está recuperando y los precios de los autos usados han vuelto a caer. De hecho, los precios de los productos electrónicos para el hogar ahora están cayendo.

Una teoría marxista de la inflación analiza primero lo que sucede con la oferta y, en particular, si existe suficiente creación de valor (explotación del trabajo) para estimular la inversión y la producción. Guglielmo Carchedi y yo hemos estado trabajando en un modelo de inflación marxista, que esperamos publicar pronto. Pero los puntos clave son que la tasa de inflación de precios depende primero de la tasa de crecimiento de la creación de valor. El empleo de mano de obra humana crea nuevo valor y el uso de tecnología reduce el tiempo de trabajo involucrado en la producción de bienes y servicios. Por lo tanto, se puede producir más producción en menos tiempo de trabajo. Por lo tanto, los precios con el tiempo tenderán a caer, en igualdad de condiciones. La producción capitalista se basa en un aumento de la inversión en activos fijos y materias primas en relación con la inversión en trabajo humano, y esta creciente composición orgánica del capital, como la llamó Marx, conducirá a una caída en la rentabilidad general y una eventual desaceleración de la producción misma. Esta contradicción también significa que la deflación de precios es la tendencia en la producción capitalista, en igualdad de condiciones.

Pero otras cosas no siempre son iguales. Está el papel del dinero en la inflación. Cuando el dinero era una mercancía física (universal) como el oro, el valor de las mercancías dependía en parte del valor de la producción de oro. En las economías ‘fiduciarias’ modernas, donde el dinero es una unidad de cuenta (sin valor) creada por los gobiernos y los bancos centrales, el dinero se convierte en un factor que contrarresta la tendencia a la caída de los precios en la producción creadora de valor. La combinación de producción de nuevo valor y creación de oferta monetaria afectará en última instancia la tasa de inflación en los precios de las materias primas.

En nuestra investigación inicial, mostramos que cuando el crecimiento del dinero era moderado, pero la creación de valor era fuerte, las tasas de inflación eran altas y crecientes (1963-81); pero cuando la creación de valor se debilitó, la creación de dinero evitó la deflación pero no fue suficiente para detener la disminución de la inflación de precios (1981-2019). La conclusión es que si las principales economías se desaceleran bruscamente o incluso entran en una recesión para fines de este año, la inflación también disminuirá eventualmente, para ser reemplazada por un aumento del desempleo y una caída de los salarios reales .

Hay una alternativa a la restricción monetaria o salarial, estas propuestas de política de la corriente económica mayoritaria, que actúan en interés de los banqueros y las corporaciones para preservar la rentabilidad.  Es impulsar la inversión y la producción a través de la inversión pública. Eso resolvería el shock de oferta. Pero una inversión pública suficiente para hacer eso requeriría un control significativo de los principales sectores de la economía, en particular la energía y la agricultura; y la acción coordinada a nivel mundial. Eso es actualmente un sueño imposible. En cambio, los gobiernos ‘occidentales’ buscan recortar la inversión en los sectores productivos y aumentar el gasto militar para luchar en la guerra contra Rusia (y luego China).

Publicado originalmente en el blog de Michael Roberts. Traducción de G. Buster en Sin Permiso.

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