lunes, 2 de septiembre de 2024

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La financiación del sindicalismo de colaboración de clases

 


Ilustración: Fernando Francisco Fernando


La financiación del sindicalismo de colaboración de clases

 

José María Alfaya González y Miguel Medina Fernández-Aceytuno  

HOJAS PARA EL DEBATE

19.08.2024

 

La alternativa no puede ser otra que el sindicalismo de clase sostenido exclusivamente con las cuotas de la afiliación al objeto de no perder independencia de clase (económica, política y social) y que sea dinamizador de la lucha de clases, combinando de forma simultánea negociación con movilización (huelgas, concentraciones, muestras diversas de solidaridad entre trabajadores etc.).

Si queremos hablar racionalmente del sistema que sostiene la actividad sociopolítica en España a golpe de subvenciones, nos encontraremos con la necesidad de conocer los límites funcionales de determinadas cuestiones que les dan carácter y desvelan los intereses no siempre confesables, relacionados con tantas decisiones políticas. Por ejemplo, tenemos evidentes y significativos signos de la existencia de una corrupción pura y dura que conlleva el intercambio de favores entre grupos dominantes o entre los que son poderosos y los aspirantes al ascenso social. Nos despistan el entendimiento de cómo funciona el tinglado con la falta de transparencia y conocimiento de la gestión y de los beneficiarios de los fondos públicos que se entregan, disimulando lo que el sistema reparte como botín entre disciplinados colaboradores, compinches o cómplices, que lo reciben sin que tengamos facilidad para conocer los entresijos, lo que nos hace difícil llegar a conocer el alcance de estos “defectos de fábrica” de nuestra “democracia” tan participativa ella en el reparto de beneficios.

Dicho lo anterior hay que señalar que, si nuestros antepasados marineros miraban a los cielos para orientarse con las estrellas, ahora escudriñamos el ciberespacio y es posible orientarse con una captura de datos que nos facilita dibujar un mapa orientativo de cómo está la situación. Por ejemplo, podemos consultar con Laboro. un ente que se presenta como un lugar de encuentro en Internet publicado y alojado por Blogger en EE.UU. 

Aunque la legislación vigente y aplicable prohíbe toda reproducción no autorizada de cualquier contenido publicado en Laboro, es libre y gratuita la copia o distribución solamente del enlace a los contenidos publicados, lo que nos lleva a poder hacer referencia al espinoso tema de las subvenciones que los directivos de CC.OO. y UGT han cobrado en los últimos años, totalizadas y desglosadas por sus federaciones, fundaciones y otros organismos. En cifras redondas, según Laboro, a fecha de 12 de junio de 2024 y en los cuatro años anteriores UGT ha cobrado 202 millones de euros y CC.OO. 179.

También se explicita quién cobra las subvenciones exactamente y quién las concede. Esta información también la podemos obtener en el rotativo The Objetive, entre otras tantas publicaciones.

La lectura de los datos ofrecidos por Laboro y dedicados a este tema nos hace posible entender que el destino de las subvenciones está mal detallado en los datos ofrecidos en los documentos oficiales, lo que hace difícil comprobar si el dinero de la subvención fue bien empleado, acorde a derecho, para los fines previstos.

Todo lo cual nos lleva a recomendar una atenta lectura de lo que legalmente se puede consultar en esta constelación de datos, para ofrecernos una reflexión sobre la financiación del sindicalismo reformista o de colaboración de clases en España y una cuidadosa conclusión sobre la función que desempeña este sindicalismo subvencionado.

Por otra parte, a los afiliados de estos sindicatos “mayoritarios” no se les ofrece puntual información anual de los ingresos y gastos de estas organizaciones, ni del origen de las mismas del total de las subvenciones recibidas y su destino. En Google aparecen datos parciales, pero no un compendio completo de todas las  que perciben de las diferentes administraciones públicas, ni tampoco de las aportaciones que obtienen de su participación en los planes de pensiones de empleo y otros ingresos, por vía indirecta, que, en algunos casos, han provocado sonadas intervenciones judiciales por presunta corrupción, como el conocido asunto de los ERES de la Junta de Andalucía o el de los dirigentes de UGT de Asturias condenados a prisión por fraude de subvenciones públicas, por citar algún ejemplo.  

Hay que añadir que el origen de estas subvenciones proviene de las diferentes administraciones públicas, unas dirigidas por el Partido Popular y otras por el PSOE. Así, la Junta de Andalucía en manos del PP ha subvencionado a CCOO y a UGT con un millón setecientos mil euros “para financiar su acción sindical”. También la Xunta de Galicia, que controla la derecha,  subvencionó a CCOO y a UGT con 970.000 euros. En consecuencia, tanto la derecha como la socialdemocracia, ambas comprometidas en su apoyo a la OTAN, al belicismo y pringadísimas en la aplicación de políticas económicas neoliberales, muestran mucho interés en entregar importantes sumas de dinero a CCOO y UGT, cantidades que provienen de la recaudación de impuestos a la ciudadanía.

¿Por qué y para qué? La respuesta, atendiendo además a la práctica diaria de la actividad sindical que promueven los responsables de los sindicatos autodenominados “mayoritarios”, no puede ser otra que la imperiosa necesidad que tiene el gran capital, tutelante de las administraciones públicas donantes en el modo de producción capitalista, de contar con la colaboración sindical de los responsables de las organizaciones de trabajadores para que, a cambio, fomenten el sindicalismo de colaboración de clases. Un tipo de sindicalismo que tiene estas características:

– Provoca la desmoralización de la clase trabajadora, cuando sus miembros se percatan que sus cuadros y máximos responsables, al practicar el pacto social, se muestran complacientes con la patronal.

– Sus valedores boicotean todo intento obrero de defender los intereses de clase inmediatos y estratégicos mediante una actividad sindical digna de ese nombre.

– Fortalece a los empresarios que se crecen ante ejecutivos sindicales débiles y dóciles a sus intereses.

– Fomentan la dispersión sindical, la desorganización de los trabajadores y debilitan su toma de conciencia de clase, estimulando tendencias de tipo corporativista.

– Las burocracias sindicales suscriben acuerdos con la patronal al margen de la voluntad de los trabajadores, propiciando un sindicalismo amarillo carente de democracia.

– Contribuye a dividir a los trabajadores según su estatus laboral y profesional, provocando enfrentamientos perniciosos.

– Promueve, en términos políticos, el desclasamiento y el auge de posiciones populistas y reaccionarias en la clase asalariada, favoreciendo el sometimiento a la ideología de la clase dominante, con la renuncia a todo esfuerzo y perspectiva de transformación social hacia el socialismo y haciendo florecer todo tipo de pensamientos y actitudes oportunistas.

– Sus dirigentes se hacen permeables a la corrupción, desprestigiando la validez, la necesidad y la oportunidad de las organizaciones sindicales para la defensa de los intereses de clase.

– Ofrece verdaderos balones de oxígeno al capital y apuntalan gobiernos reaccionarios y políticas antiobreras.

– Receptividad a la financiación de las organizaciones sindicales mediante subvenciones que controlan los gobiernos del capital.

Así es el sindicalismo de clase.

La alternativa no puede ser otra que el sindicalismo de clase sostenido exclusivamente con las cuotas de la afiliación al objeto de no perder independencia de clase (económica, política y social) y que sea dinamizador de la lucha de clases, combinando de forma simultánea negociación con movilización (huelgas, concentraciones, muestras diversas de solidaridad entre trabajadores etc.).

Debe, por tanto, practicarse un sindicalismo socio-político, no economicista, ni reformista ni burocrático, que reclame mejoras condiciones de vida y trabajo de los trabajadores y al mismo tiempo luche por transformaciones sociales profundas en defensa de sus intereses de clase. 

Este sindicalismo revolucionario podemos caracterizarlo del modo siguiente:

– Es en la lucha sindical combativa y de clasedonde la clase asalariada asume la importancia de su organización y su unidad, toma conciencia y descubre que sus intereses resultan antagónicos e incompatibles con los de la patronal y alcanza a comprender que los procesos de producción podrían funcionar en un régimen de propiedad colectiva y democracia económica, en ese extraordinario proceso de aprendizaje que encierra la lucha sindical en sí misma. La actividad sindical de clase significa que nada útil puede arrancársele a la patronal que no sea con la más amplia movilización y presión de los trabajadores y las trabajadoras a condición de que la lucha económica vaya inseparablemente unida a la lucha política. El sindicalismo de clase es contrario, por tanto, al pacto social.

– Es un sindicalismo sociopolítico, es decir, aquél que tiene por finalidad la defensa de los intereses de la clase asalariada en la lucha por la transformación de la sociedad hacia el socialismo. La actividad sindical que se limita a la lucha económica -sindicalismo reformista- sin cuestionar el régimen de explotación coloca a la clase trabajadora a remolque del capital y la condena a la opresión y al sometimiento de la clase dominante, sin posibilidad alternativa de emancipación social.  La defensa de los intereses inmediatos —lucha económica— y la de los intereses estratégicos —lucha por el socialismo— debe realizarse no con un material humano fantástico ni especialmente creado por nosotros, sino con el que nos ha dejado como herencia el capitalismo. Con sus limitaciones, con las influencias negativas de valores propiciados por la burguesía para asegurar su dominio —individualismo, consumismo, etc.—, pero también con su innata rebeldía frente a la opresión y la explotación.

–  Es también un sindicalismo democrático y asambleario. La primacía de la asamblea como órgano de toma de decisiones en el desarrollo de la actividad sindical es un principio básico del sindicalismo de clase. Es el instrumento fundamental para poder suscribir acuerdos con la patronal. Este proceder democrático otorga el protagonismo a los miembros de la clase asalariada, con total independencia de su afiliación, de sus ideas o pensamiento, de su cualificación profesional. Es la forma más eficaz de acumular fuerzas en las batallas contra el capital. La representación obrera —delegados de personal y miembros de Comité de Empresa—, actúa frente a la empresa no en sustitución de sus compañeros de trabajo, sino como portavoces de estos.

– Un sindicalismo unitario y de masas. La movilización y la presión como instrumentos imprescindibles para arrancar derechos y mejoras en las condiciones de trabajo o, como ahora ocurre con frecuencia, para frenar la agresividad del capital en la crisis del sistema, obligan a buscar la unidad del proletariado y a establecer vínculos con los movimientos sociales resistentes a los recortes de prestaciones y derechos que promueven los gobiernos reaccionarios. La solidaridad resulta primordial en el sindicalismo de clase, ya que aquel es sobre todo un sentimiento humano profundo que unifica voluntades y contribuye a que la clase trabajadora se sientan parte de un todo. Parte de una misma clase social. Deja constancia de ser víctimas de una misma y única explotación y opresión. Y ayuda a comprender que el proletariado tiene un mismo enemigo de clase. La solidaridad hace sentir, además, un legítimo orgullo de pertenencia común a la clase social obrera.

– Finalmente, es un sindicalismo independiente de la burguesía. El sindicalismo reformista o burgués que, desde la transición hasta hoy, promueven cierta dirigencia de las organizaciones sindicales “mayoritarias”, ha sido posible, entre otros factores, por la financiación de esas entidades sindicales mediante subvenciones de los gobiernos de la burguesía. La entrega de estos cuantiosos fondos no es nunca altruista. Es radicalmente interesada. Han colocado y colocan a los dirigentes de los sindicatos mayoritarios a remolque de la patronal. Se pierde toda independencia de clase. Las subvenciones abren, además, el camino al oportunismo incrustado en las filas sindicales para la práctica de irregularidades, algunas con merecido reproche penal. Ese sindicalismo de colaboración de clases es una auténtica desgracia para la clase obrera.

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La transformación de los periodistas en apéndices de la policía: el caso Earl Caldwell

 

La transformación de los periodistas en apéndices de la policía: el caso Earl Caldwell

 

DIARIO OCTUBRE / septiembre 2, 2024

 

En el otoño de 1968 el periodista Earl Caldwell regresaba a la sede del New York Times después de un reportaje en California. No llevaba en su escritorio más de cinco minutos cuando una recepcionista le dijo que había dos hombres en la oficina que querían hablar con él. Eran del FBI.

Los policías querían saber más sobre un artículo que Caldwell acababa de escribir sobre el armamento de los Panteras Negras. Recientemente la redacción había asignado a Caldwell a cubrir a los Panteras Negras para el New York Times. Era su primer artículo sobre el movimiento político. Los policías le dijeron que querían más información sobre las armas sobre las que había escrito y más información sobre los Panteras en general.

El preriodista les dijo que todo lo que necesitaban saber estaba en el reportaje. Un año y medio después recibió una citación para comparecer ante un gran jurado y testificar sobre todo lo que sabía sobre los Panteras Negras, incluidas sus fuentes confidenciales.

En ese momento de su carrera, Caldwell ya era el pionero de los periodistas negros. Fue el único reportero que estuvo en Memphis cuando Martin Luther King fue asesinado el 4 de abril de 1968. Ocurrió durante la primera misión de Caldwell con él. Fue también la primera vez que el New York Times enviaba a un reportero negro para cubrir las conferencias del defensor de los derechos de los negros.

“Le dije a mi editor que no quería estar en el sur”, recuerda Caldwell, por los prejuicios y la violencia raciales, “pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de cubrir a King. Fue surrealista estar allí y ver cómo se desarrollaba todo aquello”.

Después del asesinato de King, Caldwell pasó a cubrir los disturbios raciales que se estaban produciendo en todo el país para el New York Times. Fue durante aquella época cuando empezó a cubrir a los Panteras Negras, centrándose en San Francisco. Pasó más de un año informando sobre la organización en California.

“Los Panteras Negras eran realmente buenos difundiendo su mensaje”, dice Caldwell. “Me dieron un buen acceso porque querían que la gente supiera de qué iban”. Cubrió una amplia gama de historias sobre ellos, incluido su trabajo de divulgación, enfrentamientos con los antidisturbios y con otros movimientos negros.

“Realmente me llevé bien con ellos y estaba orgulloso de las historias que pude contar”, dice.

A medida que la cobertura de Caldwell sobre los Panteras Negras se hizo más intensa, también creció el interés del FBI en su trabajo. La policía siguió solicitando reuniones con él, con vistas a obtener información sobre el movimiento. Intentaron persuadirlo de que los Panteras Negras eran peligrosos.

Los derechos siempre se enredan en los pleitos

Caldwell se mantuvo firme y se negó. El New York Times contrató a un bufete de abogados para defender la publicación de las noticias, pero pronto se preocupó por la posición del bufete en la defensa de la libertad de expresión, ya que se dio cuenta de que los abogados querían entregar parte de la información al FBI. Caldwell dice que no había forma de que se convirtiera en un soplón de la policía. “Va en contra de todo lo que uno defiende en el periodismo”, dijo.

Cuando Caldwell recibió la citación del FBI, consultó con otros periodistas negros y finalmente buscó el asesoramiento del Fondo de Defensa Legal de la NAACP, que lo puso en contacto con el abogado Anthony Amsterdam. Por su propia voluntad, se negó a comparecer ante el gran jurado, y Amsterdam compareció en su lugar. Argumentó que no debía comparecer y que la Primera Enmienda protege las fuentes y la información, así como la elaboración del reportaje. Amsterdam también defendió la importancia del trabajo de los periodistas negros y “cómo podríamos traer una respuesta y contarle a Estados Unidos sobre estas preguntas que eran tan importantes en ese momento”, recordó Caldwell.

El caso llegó al Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos, que falló a favor de Caldwell y acordó que no tenía que compartir su información confidencial con la policía. Sin embargo, fue una victoria efímera, ya que el gobierno apeló ante el Tribunal Supremo, que lo abordó junto con otros dos casos similares sobre el derecho a la libertad de expresión en febrero de 1972.

Los otros dos casos involucraban a Paul Pappas, un reportero de televisión de Massachusetts que también cubría a los Panteras Negras y que también había rechazado una citación para informar sobre ellos a la policía, y a Paul Branzburg, un reportero del Louisville Courier Journal que había estado informando sobre el cultivo de hachís. En su reportaje Branzburg entrevistaba a personas que lo cultivaban, pero sin revelar su identidad. Al igual que Caldwell y Pappas, se negó a informar a la policía después de que lo llamaran a comparecer ante un gran jurado.

¿Deben los periodistas hacer el trabajo de la policía?

El 29 de junio de 1972 en la sentencia del caso Branzburg, el Tribunal Supremo falló contra de los periodistas porque era inapropiado “conceder a los periodistas un privilegio testimonial del que no gozan otros ciudadanos”. Pero los jueces estaban divididos 5 contra 4 sobre la resolución, y ​​los que disentían argumentaban que la policía no tiene derecho a utilizar a los periodistas para que hagan un trabajo que les corresponde a ellos.

La sentencia significaba que Caldwell podía ir a la cárcel, pero el gobierno había conseguido lo que quería. No lo volvió a perseguir. El periodista continuó trabajando en el New York Times, cubriendo el juicio de Angela Davis en 1970, los “asesinatos de niños en Atlanta” y la campaña presidencial del reverendo Jesse Jackson en 1984. En 1979 se convirtió en el primer periodista negro en tener su propia columna en un periódico importante, tras pasarse al New York Daily News.

Tras la sentencia se desató un movimiento de protestas en todo Estados Unidos para proteger el derecho de los periodistas al secreto profesional.

Fuente: mpr21.info

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ONG denuncian las complicidades del Estado español y la banca en el genocidio de Gaza

 

Naciones Unidas contabiliza el asesinato de 130 palestinos al día desde octubre de 2023


ONG denuncian las complicidades del Estado español y la banca en el genocidio de Gaza

 


Por Enric Llopis

Rebelion / España

 02/09/2024

 

Fuentes: Rebelión [Imagen: agencia de Naciones Unidas para las personas refugiadas palestinas (UNRWA)]


Se suceden las denuncias (una media de 130 personas al día asesinadas -por el ejército israelí- en la Franja de Gaza durante los diez últimos meses, informó el 15 de agosto Naciones Unidas); Human Rights Watch remarcó el 26 de agosto, en un informe, las torturas perpetradas por el Estado de Israel al personal médico en Gaza; uno de los testimonios recopilados es el de Eyad Abed, cirujano de 50 años, detenido mientras laboraba en un hospital gazatí:

“Cada minuto nos golpeaban. Por todo el cuerpo, en zonas sensibles entre las piernas, el pecho, la espalda. Nos daban patadas por todo el cuerpo y en la cara. Utilizaban la parte delantera de las botas, que tenía una punta de metal, y luego sus armas. Tenían mecheros (…)”.

El mismo día, 60 organizaciones de periodistas y derechos humanos remitieron una carta al Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell (PSOE), en la que se reclamaba la ruptura del Acuerdo de Asociación de la UE con Israel; entre otros motivos, por el asesinato de más de un centenar de periodistas y los crímenes de guerra en Gaza (Agencia Efe).

¿Existen complicidades en los actos de barbarie? Diputados del Grupo Sumar presentaron en el Congreso español, el 9 de julio, diferentes preguntas a la Presidencia del Gobierno -y los ministerios con competencias- sobre la compraventa de armas al Estado de Israel desde el comienzo del genocidio, en octubre de 2023.

El portavoz Enrique Santiago, de Izquierda Unida (IU), detalló que la iniciativa se sustentaba en los datos del Centre Delàs d’Estudis per la Pau y diversos medios informativos; así, “España ha seguido importando armas de Israel y adjudicando contratos a empresas de seguridad y defensa israelíes o a sus filiales” (en el estado español); por ejemplo, la exportación de municiones en los meses de noviembre y diciembre, así como la compra de armas a empresas de Israel.

La pregunta parlamentaria incluía casos concretos; como la adjudicación de contratos –por parte del Estado español- a importantes compañías israelís de la producción bélica: el sistema de lanzacohetes SILAM (empresa Elbit) o los misiles SKIPE (empresa pública Rafael y su filial española PAP Tecnos).

A comienzos de 2024, Amnistía Internacional (AI) informó que –durante el primer semestre de 2023- el Estado español había autorizado 22 licencias para la exportación de material de defensa a Israel por una suma de más de 44 millones de euros (datos del Ministerio de Economía y Comercio).

Se trata, en concreto, de sistemas de dirección de tiro, blindados, material para la aviación o equipos electrónicos y de formación de imágenes; en cuanto a las exportaciones realizadas (más de 700.000 euros entre enero y junio de 2023), AI destaca los sistemas de dirección de tiro (636.637 euros) y las bombas, torpedos, cohetes, misiles, otros dispositivos y cargas explosivas, por valor de 76.760 euros.

¿Existe alguna responsabilidad atribuible a la banca española? Promovida en 2006 por el Centre Delàs, el Observatori del Deute en la Globalització (ODG) y la ONG Setem, la Campaña Banca Armada denunció en las juntas de accionistas de las cuatro grandes entidades financieras –BBVA, Banco Santander, Caixabank y Banco Sabadell- “sus vínculos con empresas de armamento, incluyendo empresas que venden armas a Israel”.

En la Junta del BBVA, celebrada el pasado 15 de marzo, activistas de Banca Armada y el Movimiento de Solidaridad con Palestina detallaron la financiación del banco a empresas que colaboran con los asentamientos ilegales en Cisjordania y Gaza, además de compañías de armamento que producen y venden a Israel (préstamos y títulos financieros a Boeing –bombas, Cazas F-15, y helicópteros Apache AH-64-; General Dynamics –bombas y munición de artillería-; Leonardo y Rolls Royce).

También con datos del informe Untenable Investments, de Don’t Bank on the Bomb (febrero de 2024), los activistas hicieron una denuncia similar en la junta del Banco Santander (22 de marzo); dieron cuenta de la concesión de préstamos –entre 2021 y 2023- a Boeing; Rolls Royce –fabricación de tanques; y Leonardo –cañones instalados en buques de guerra-; se trataría de empresas “que contribuyen y se están beneficiando de la guerra contra Gaza”.

Las implicaciones pueden comprobarse, asimismo, en el informe La complicidad del sector financiero español en la ocupación de Palestina. El caso de la energía solar y el greenwasing, de los investigadores Nora Miralles, Carlos Díaz y Felip Daza (Observatorio de Derechos Humanos y Empresas en la Mediterrànea –ODHE-, 2023); el reporte detalla que el ejecutivo israelí ha establecido como objetivo alcanzar el 30% de la energía –en 2030- a partir de fuentes renovables.

Los proyectos de energía solar de Israel se concentran en el territorio ocupado palestino (TPO) del Valle del Jordán, también en el desierto del Naqab; en ese contexto, el documento señala la relación entre los bancos españoles y la empresa israelí SolarEdge (“proveedora de proyectos solares en Shdemot Mehola y Petza’el en el Valle del Jordán, fue financiada en el año 2009 por General Electric, que mantiene vínculos con el Banco Santander”).

Además, según el informe, SolarEdge consta en los fondos de inversión de Ibercaja, forma parte de los activos en Bolsa de Bankia (desde 2021 Caixabank) y en la cartera de inversiones del BBVA.

Otra de las compañías israelís mencionadas es Arava Power (participada por la multinacional alemana Siemens), que desarrolló el proyecto de campo solar Ketura Sun en el desierto del Naqab; en esta iniciativa, “efectuó una operación de financiación de la deuda de 5 millones de dólares desde el fondo de crédito israelí Viola Credit, que opera con el Banco Santander”.

Respecto a Siemens AG, “está presente en la cartera de inversiones de la mayoría de los grandes bancos españoles y las aseguradoras Mapfre y Catalana Occidente”; la multinacional ha actuado como proveedora de la israelí Enlight Renewable Energy, responsable del proyecto solar de Halutziot, así como de parques de energía eólica en el desierto del Naqab y en los TPO de Cisjordania, subrayan Nora Miralles, Carlos Diaz y Felip Daza. 

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