sábado, 8 de octubre de 2016

EL CAPITALISMO A PARTIR DE LA CRISIS DE 2007 NO TIENE VIABILIDAD MATERIAL HISTÓRICA POSIBLE





 LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA CHINA

2/5

 

07.10.2016


La burocracia sindical

Si el crecimiento de las huelgas y protestas obreras en las principales regiones del país no se ha transformado en grandes luchas en la mayoría de los casos, se debe a la complicidad de la burocracia de la ACFTU (Federación de Todos los Sindicatos de China según su sigla en inglés) con los ajustes implementados por los empresarios.

En la fábrica Ansteel en Guangzhou, los trabajadores dijeron que el líder sindical había sido designado por la empresa y respaldó la posición de la administración.

Desde hace unos años, con las grandes huelgas en la industria automotriz o del calzado, han surgido y surgen miles de activistas por fábrica que organizan las luchas por fuera de los sindicatos. Pero estas experiencias que se han extendido todavía son débiles para superar el control que impone la burocracia sindical en los sindicatos y las fábricas. Como una verdadera “policía” dentro del movimiento obrero, la burocracia sindical garantiza el control de la legítima bronca de los trabajadores. La ausencia de la más mínima democracia sindical garantiza la estabilidad de estos burócratas desde el más bajo hasta el más alto nivel. Ellos son los encargados de legalizar los convenios de explotación en las fábricas, los que persiguen y delatan activistas, los que rompen huelgas mediante matones y los que, llegado el caso, se montan a la lucha para evitar que se radicalice.

El llamado del Presidente a respetar y mantener “la ley y el orden” ha sido la respuesta del gobierno al surgimiento de protestas, no solo obreras, sumando el discurso de “un intento desestabilizador de potencias extranjeras”.

Las medidas represivas contra activistas y organizaciones obreras no oficiales no son nuevas. La detención de los activistas que dirigían las huelgas, hasta lograr que termine la protesta es moneda corriente. Y si nada de esto funciona, es la propia burocracia sindical la que contrata a las bandas mafiosas de la zona para amedrentar a los trabajadores.

Con la ofensiva contra los activistas y organizaciones solidarias de diciembre, el gobierno chino ha dado un paso más en extender su ataque contra las protestas invocando la “ley y el orden”, la defensa del “orden social” y la “seguridad nacional”. Un discurso que las autoridades chinas ya habían utilizado contra las manifestaciones en Hong Kong o para justificar la detención de cinco activistas feministas en marzo del 2015.

Estas medidas lejos de amedrentar a los trabajadores han hecho crecer la bronca por la detención arbitraria de quienes, muchos obreros, veían como sus únicos aliados.

Si bien este creciente descontento social aún no plantea un desafío serio al gobierno central, la complicidad de los dirigentes sindicales, del Partido Comunista y del gobierno con los empresarios en la violación de los derechos laborales, actúa como un incentivo constante en la irrupción de huelgas.

El 3 de diciembre, las autoridades chinas iniciaron una amplia ofensiva contra los activistas sindicales en el centro industrial de Guangzhou. Unos 20 activistas de 4 organizaciones no oficiales fueron detenidos bajo el cargo de “alterar el orden público” e incluso “malversación de fondos”. El ataque incluyó el allanamiento de varias oficinas de estas organizaciones y el secuestro de documentos. Varios de los activistas continúan detenidos sin derecho a representación legal para defenderse como denuncian los organizadores de la campaña internacional en su apoyo.

Los medios de comunicación oficiales han lanzado una campaña contra los activistas detenidos pero, entrevistados por el China Labour Bulletin, dirigentes sindicales y obreros de las fábricas donde actuaban los activistas detenidos, mostraron su apoyo e incluso advirtieron que “Los trabajadores se pueden tragar en silencio los insultos y la humillación o van a hacer las cosas mucho más extremas, como el bloqueo de carreteras con el fin de recuperar su dinero, ya que no habrá nadie para decirles lo que deben y no deben hacer y cómo luchar por su derechos legalmente”.

De todos modos, las medidas represivas del gobierno chino y de las autoridades del Partido Comunista no han logrado evitar el crecimiento de las huelgas obreras. En un proceso que se desarrolla hace algunos años, millones de trabajadores que llegaron del campo a las ciudades han comenzado a luchar por sus derechos.

El crecimiento de las huelgas

Como resultado del aumento de salarios y de los conflictos laborales, especialmente los acaecidos en la última década, algunas fábricas han tenido que cerrar. El resultado inmediato ha sido un recrudecimiento de las huelgas y las protestas, en unos años en los que las empresas han tratado de soslayar cualquier indemnización por cierre o reubicación. Los trabajadores exigen ahora compensaciones por los despidos y por los años, a veces décadas, que no les han cotizado su seguridad social, además de las contribuciones a fondos de vivienda a las que tienen derecho.

Cientos de trabajadores inmigrantes de la empresa Lide Footwear se declararon en huelga a finales de 2014, tras escuchar rumores sobre su posible reubicación. Muchos de ellos no estaban dispuestos a trasladarse y esperaban, a cambio, recibir indemnizaciones por despido y otras compensaciones. La legislación laboral en China estipula distintos niveles de indemnización, pero en la realidad ésta apenas se aplica y son los directivos quienes deciden, en última instancia, lo que los trabajadores reciben o no. En este caso particular, la negativa de los directivos a negociar justamente las indemnizaciones condujo a una serie de huelgas y negociaciones que se prolongaron varios meses.

Mientras que la mayoría de huelgas concluyen en cuestión de unos pocos días, y rara vez duran más de un par de semanas, tras ocho meses de trabajo organizativo y después de protagonizar tres huelgas sucesivas, los trabajadores de la fábrica Lide, celebraron el pasado 16 de mayo de 2015 su merecida victoria. En respuesta al plan de traslado de la empresa, los trabajadores han obtenido una serie de compensaciones a las que tenía derecho la plantilla de 2.500 personas con arreglo a la legislación laboral, incluidos varios años de cotizaciones a la seguridad social que la empresa no había pagado y una indemnización por las vacaciones anuales y las bajas de maternidad que anteriormente no habían disfrutado, además de un plus de calefacción y una indemnización por despido para quienes hayan optado por no trasladarse a la nueva ubicación.

En la misma época, otra huelga similar a la de Lide atrajo la atención de los medios, tras una campaña de solidaridad que destacaba el papel de la empresa como contratista del minorista Uniqlo, una popular marca de ropa con más de 400 tiendas en China. La empresa Shenzhen Artigas Clothing and Leather, conocida localmente como Qingsheng, se constituyó en 1992 con inversión en Hong Kong poco antes de que Deng Xiaoping acelerara la apertura de China a las inversiones extranjeras directas, y se centró principalmente en las exportaciones.

En 2014 proyectó trasladarse a otro parque industrial sin consultar ni negociar previamente con los trabajadores, desencadenando en diciembre una huelga inicialmente de nueve días, que fue duramente reprimida por la policía.

El 9 de junio de ese año, cuando la empresa quiso cerrar la fábrica y retirar su equipo, más de 900 trabajadores comenzaron una protesta, ocupando la zona de producción para evitar que los directivos pudieran finalmente cumplir su objetivo. Entonces exigieron negociar las compensaciones por despido y otras indemnizaciones. La falta de cotización a la seguridad social se convirtió en una cuestión fundamental de dicha huelga, pues muchos de ellos habían trabajado en la fábrica durante más de una década. Algunos llevaron a cabo una huelga de hambre para ejercer más presión sobre los directivos. Estos respondieron utilizando tácticas brutales contra los trabajadores, incluyendo el acoso policial y el arresto.

Solo después de tres meses de ocupación persistente de la fábrica, los directivos accedieron a negociar. No obstante, se negaron a concertar una negociación colectiva y únicamente quisieron tratar con los trabajadores de forma individual. Los trabajadores resistieron las tentativas de los directivos de dividirlos y continuaron con la huelga. Cuando dicha huelga llegó a un punto muerto, unos 200 trabajadores viajaron hasta Guangzhou y organizaron una manifestación frente a las dependencias del Gobierno Provincial. Después de varios días de protesta y de dormir en un parque cercano, la policía los desalojó a la fuerza y arrestó durante un tiempo breve. Aprovechando la coyuntura, los directivos ejercieron presión también sobre los trabajadores que habían quedado ocupando la fábrica, interrumpiendo los servicios de luz y agua. La policía actuó finalmente dejándolos fuera del recinto, el cual cerraron con cerrojos para impedir que éstos volvieran a acceder.

A diferencia de la huelga de la fábrica de Lide Footwear, en la que casi todas las demandas de los trabajadores fueron satisfechas, la huelga de Qingsheng acabó sin conseguir que los directivos negociaran. Ambos casos, junto con otras huelgas similares ocurridas estos últimos meses, reflejan el impacto negativo del descenso de las exportaciones en las condiciones de los trabajadores del sector manufacturero. Las empresas que operan con poco margen de beneficio han optado por la reubicación, la disminución de la producción, recortar el número de trabajadores y obligar a éstos a que renuncien a sus contratos.

Ante la crudeza de estos ataques a las condiciones de trabajo y medios de subsistencia, las protestas han cobrado una forma más radical, mediante reiterados paros laborales, ocupaciones de fábricas y negociaciones colectivas, prolongadas durante varios meses. Pero no todas las huelgas han acabado con éxito. De hecho, la policía ha redoblado su ofensiva en las huelgas más importantes.

La característica clave de estas protestas es la movilización sostenida y organización disciplinada durante períodos de tiempo extensos. Los trabajadores han tenido que constituir desde el principio una organización informal con representantes elegidos por ellos, que ha perdurado varios meses con el fin de que sus compañeros no perdieran la confianza. Y puesto que la ley apenas protege las acciones de los trabajadores, cuanto más se prolongue la huelga, mayor riesgo correrán sus líderes.

Las ONG chinas dedicadas a temas laborales prestan experiencia y conocimiento de cuestiones legales a los organizadores, sin embargo, los propios huelguistas, más que ningún otro agente externo, son la verdadera fuerza motriz de las huelgas. Frente a los esfuerzos de colaboración de la policía local con los directivos para obligar a los trabajadores a volver a sus puestos, la movilización y la solidaridad se han mostrado como factores cruciales en la resistencia.

La clave de la movilización ha sido el sentimiento arraigado de poseer derechos por el trabajo de muchos años en la misma empresa, lo cual confiere a los trabajadores una razón moral y legal, y la determinación para tomar medidas y llevar a cabo acciones. Durante las huelgas, la mayoría de trabajadores ha insistido en que la empresa les ha arrebatado los frutos de su trabajo y que, por lo tanto, tienen derecho a tomar medidas legales.

Las huelgas relacionadas con la reubicación y cierre de las fábricas probablemente dominarán el sector de la manufactura en los próximos meses. Diversos estudios sobre las acciones colectivas de los trabajadores chinos sostienen que, en la última década aproximadamente, éstos han cobrado conciencia de sus derechos y capacidad colectiva, el movimiento de clase obrera emigrante ha pasado de ser un movimiento principalmente defensivo frente a los atrasos en el pago de salarios a ser un movimiento de gran ofensiva, que exige el aumento de salarios y en algunos casos la democratización de los sindicatos, por lo general tutelados por los directivos. La demanda de salarios impagos sigue siendo la razón principal de la mayor parte de las protestas actuales. Teniendo en cuenta que la cotización a la seguridad social y las contribuciones a la vivienda son elementos consagrados desde hace tiempo en las leyes laborales, exigir que se pongan en práctica supone un paso adelante.

Además, los trabajadores han conseguido la baja por maternidad remunerada y la prestación por enfermedad, entre otras demandas. Aunque los directivos suelen ignorar tales exigencias en las negociaciones, esto refleja el grado de conciencia de los trabajadores respecto de sus derechos y prestaciones laborales.

Hay otra razón por la que calificar a estas huelgas como defensivas no les haría justicia. No es más fácil luchar por las mencionadas demandas que por un aumento del salario, y supone además una ofensiva en pos de la ampliación del abanico de exigencias a negociar con los directivos. Además, estas huelgas también forman a los trabajadores en las tácticas de movilización, representación y deliberación democrática, así como en la negociación.

En la práctica, la capacidad organizativa y la conciencia de los trabajadores siempre han sido desiguales a nivel geográfico y sectorial. Las huelgas del sector manufacturero se han concentrado principalmente en dos regiones: el delta del río Yangtze y el delta del río Pearl. La situación actual a la que se enfrentan los obreros del sector manufacturero, de igual forma, no puede generalizarse al resto del movimiento obrero, pues los sectores no manufactureros y de servicios han sido siempre más activos.

Parece probable que el decrecimiento del sector de la exportación siga su curso, y el gobierno contempla la dependencia cada vez menor de las exportaciones como un elemento esencial para reequilibrar la economía china. La reubicación de capital y reestructuración de la industria manufacturera resultantes probablemente acabe erosionando algunas de las victorias que con tanto esfuerzo se han conseguido, al menos provisionalmente. Se necesitará tiempo para llevar a término las nuevas luchas y redes tanto en los viejos como en los nuevos emplazamientos. Esta es una experiencia de aprendizaje tan inevitable como necesaria para el todavía joven movimiento obrero chino. La experiencia actual de organización y movilización de los trabajadores en estas huelgas podría ser de gran valor para sus luchas futuras.

*++