martes, 16 de julio de 2024

El sangriento historial de atentados contra presidentes y candidatos en EE.UU. [EE.UU. Escuela de democracia, rey del mambo o Billy El Niño, más rápido que el viento, en sesión continua y que por ahí viene el Negro Zumbón bailando alegre en nuevo bayón o algo así]

 

El sangriento historial de atentados contra presidentes y candidatos en EE.UU.

 

RT / 14 jul 2024 13:08 GMT

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El atentado contra Trump, del que el republicano salió con vida, marca un nuevo capítulo en una largo y sangriento historial de intentos de asesinato contra los líderes del país norteamericano.



Gettyimages.ru

Donald Trump fue objeto de un intento de asesinato con arma de fuego este sábado cuando intervenía en un mitin electoral en la ciudad de Butler, en Pensilvania.

La agresión contra el expresidente y candidato republicano marca un nuevo capítulo en una largo y sangriento historial de atentados e intentos de asesinato contra los líderes del país norteamericano.

La lista se remonta a Andrew Jackson, séptimo presidente de EE.UU. y el primero en sobrevivir a un intento de magnicidio. En enero de 1835, un pintor desempleado llamado Richard Lawrence esperó a Jackson escondido en la entrada del Capitolio, y cuando el presidente se acercó intentó dispararle con dos pistolas, pero ambas fallaron. Jackson resultó ileso y sometió a Lawrence con su bastón.

Treinta años más tarde se perpetró uno de los asesinatos que más han marcado la historia de Estados Unidos, el de Abraham Lincoln, cuando John Wilkes Booth, un famoso actor y simpatizante de la Confederación, le disparó en el Teatro Ford de Washington, causándole la muerte al día siguiente a causa de las heridas.

 

Abraham Lincoln.Gettyimages.ru

 

Posteriormente, en 1881, James A. Garfield, se convirtió en el segundo presidente en ser asesinado en la historia del país. Su atacante, el abogado Charles J. Guiteau, un descontento buscador de cargos, le disparó en la estación de ferrocarril de Baltimore y Potomac en Washington. Garfield murió dos meses después a causa de las infecciones relacionadas con las heridas.

Un caso similar ocurrió en 1901 con William McKinley, vigésimo quinto presidente y el último veterano de la Guerra de Secesión que alcanzó ese cargo, cuando el joven anarquista Leon Czolgosz le disparó dos veces en la Exposición Panamericana de Buffalo, Nueva York. La gangrena provocada por las heridas causó la muerte de McKinley ocho días después.

Al presidente fallecido le sucedió en el cargo Theodore Roosevelt, que presidió el país norteamericano entre 1901 y 1909 y sobrevivió posteriormente a dos intentos de asesinato. En 1912, durante un mitin de campaña en Milwaukee, Wisconsin, un tal John Schrank le disparó con un revólver. La bala se alojó en el pecho del candidato presidencial, pero la herida no fue mortal, y este pronunció entonces su famosa intervención de hora y media. En 1916, sobrevivió a un segundo intento de asesinato, esta vez con un arma blanca.

 

Theodore Roosevelt.Gettyimages.ru

 

En febrero de 1933, poco después de su victoria electoral pero antes de la toma de posesión, Franklin Roosevelt sobrevivió a un intento de asesinato a tiros por el anarquista Giuseppe Zangarra en Miami. La bala no alcanzó a Roosevelt, pero hirió mortalmente al alcalde de Chicago, Anthony Cermak.

 

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Otro intento de magnicidio tuvo lugar el 1 de noviembre de 1950, cuando dos puertorriqueños atacaron la residencia del trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, en Washington. Uno de los guardias presidenciales y uno de los atacantes murieron en un breve intercambio de disparos, pero Truman resultó ileso. 

Transcurridos 13 años, ocurrió uno de los acontecimientos más sonados de la historia del país. El 22 de noviembre de 1963, el trigésimo quinto presidente, John F. Kennedy, fue herido mortalmente por dos disparos de rifle cuando él, su esposa y el gobernador estatal viajaban en la limusina presidencial descapotable por el centro de Dallas, Texas. El autor del magnicidio, Lee Harvey Oswald, fue abatido a tiros en una comisaría de la ciudad dos días después.

 

El presidente de EE.UU. John F. Kennedy viaja en la limusina presidencial por el centro de Dallas, Texas, antes de ser asesinado a tiros, el 22 de noviembre de 1963.Gettyimages.ru

 

Robert Kennedy, hermano menor de John F. Kennedy, falleció el 6 de junio tras ser herido de muerte un día antes mientras hacía campaña para las elecciones presidenciales de 1968.

En febrero de 1974, un hombre armado con una pistola irrumpió en un avión de pasajeros que se dirigía de Baltimore a Atlanta y, amenazando con hacer estallar el aparato, ordenó a los pilotos que volaran hacia la Casa Blanca, anunciando su intención de asesinar al presidente Richard Nixon. Tras recibir un disparo de un agente de Policía, el autor del secuestro aéreo, Samuel J. Bike, se suicidó.

El trigésimo octavo presidente de Estados Unidos, Gerald R. Ford, sobrevivió a dos intentos de asesinato en septiembre de 1975. En primer lugar, Lynette Fromme, seguidora del culto asesino de Charles Manson, le disparó en Sacramento, California, pero el arma falló. Dos semanas más tarde, la activista de izquierdas Sara Jane Moore también intentó matarle con una pistola en San Francisco, pero la bala no le alcanzó.

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Ronald Reagan, el cuadragésimo presidente, tuvo suerte de seguir con vida después de que una bala disparada por un perturbado llamado John Hinckley le pasara cerca del corazón y le entrara en un pulmón en marzo de 1981 en Washington. Además de Reagan, resultaron gravemente heridos el secretario de prensa de la Casa Blanca, un agente del Servicio Secreto y un policía.

El cuadragésimo segundo presidente, Bill Clinton, ha sobrevivido a varios intentos de acabar con su vida. Uno de ellos tuvo lugar en octubre de 1994, cuando Francisco Martín Durán, un residente en Colorado Springs, disparó una treintena de veces con un arma automática contra las ventanas de la fachada norte de la Casa Blanca. En ese momento el presidente se encontraba en otra parte del edificio y no resultó herido.

Posteriormente, en mayo de 2005, durante un discurso del presidente George W. Bush en la plaza de la Libertad de Tbilisi, en Georgia, un ciudadano del país caucásico lanzó una granada hacia el escenario, pero el arma no estalló.

Durante los Gobiernos de los presidentes Barack Obama y Joe Biden también se produjeron varios incidentes. Por ejemplo, en 2011, durante la Administración del primero, Óscar Ramiro Ortega-Hernández, de 21 años, realizó una serie de disparos contra la Casa Blanca para asesinar a Obama.

En mayo de 2023, un joven de 19 años chocó deliberadamente un camión contra una verja de seguridad cerca de la Casa Blanca en Washington D.C. y reveló posteriormente que pretendía matar a Joe Biden.

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Golpe de Estado contra la República democrática

 

Golpe de Estado contra la República democrática

 


Por Víctor Arrogante

Rebelion / España

26/04/2024 



Fuentes: Rebelión

El golpe de Estado se dio contra la legitimidad de la República. Políticamente fue antidemocrático; jurídicamente anticonstitucional; socialmente conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical; ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista; y moralmente inhumano.

Las elecciones celebradas el 16 de febrero de 1936 dieron la victoria al Frente Popular, constituido por los principales partidos republicanos y de izquierda. Entre los objetivos del gobierno del Frente Popular, estaban los del primer Gobierno de la República en 1931, que pretendió modernizar el país y promover la justicia social. Portela Valladares, reconociendo la victoria del FP entregó el poder a los vencedores legítimos, dando paso a un Gobierno presidido por Manuel Azaña. La situación en España cada vez era más tensa y se reflejaba en las discusiones de las Cortes. El 12 de julio fue asesinado el teniente Castillo por grupos armados de la derecha y al día siguiente, el diputado ultraderechista Calvo Sotelo, en una camioneta de la Guardia de Asalto.

El plan abarcaba todos los sectores y actividades. Comprendía una acción de fuerza militar, desde diferentes puntos de España y África; una colaboración religiosa y una acción social, que debía poner en juego a la banca, la judicatura, la industria, y a grupos políticos de acción violenta. El directorio del general Mola, coordinaría todos los recursos a su alcance: fuerzas militares, ayuda diplomática, financiera, armamento y personal voluntario

La conspiración militar se puso en marcha nada más formarse el Gobierno de Azaña, tras la victoria del Frente Popular. En la calle estaba cantado, en los despachos era conocido y los cuarteles eran hervideros de conspiradores. Al Gobierno le llegaron noticias sobre lo que se estaba tramando y no actuó con la contundencia debida contra la conspiración. Exceso de confianza, errónea valoración política, falta de ánimo y valor, para abordar la situación, llevaron a la tragedia.

Estaban implicados, militares desleales, falangistas, monárquicos, la derecha conservadora más reaccionaria y la iglesia católica, que habían oprimido al pueblo durante siglos. No fue un golpe doméstico, sino que contó con la Italia fascista, quién jugó un papel determinante para el triunfo del golpe, vendiendo y suministrando armas, antes y durante la guerra.

La fecha de inicio del golpe de Estado, nada tuvo que ver con el asesinato de Calvo Sotelo. Todo estaba previsto con antelación, ligado a los contratos de compra de armas y al apoyo italiano prometido. En el diseño del plan director no estaba prevista la defensa de la iglesia y del catolicismo, ni era un objetivo de motivación. El golpe tampoco pretendía acabar con ninguna insurrección armada en marcha, porque no la había; sino eliminar las reformas abordadas durante el primer bienio republicano (agraria, laboral, militar y de la enseñanza) y defender la unidad de España.

Ninguna organización republicana u obrera tenía el propósito de subvertir el orden constitucional en la primavera de 1936; porque o no querían o no podían. Tampoco había en marcha ninguna intervención de la URSS en España. La política de Stalin, desde 1925, no era de expansión, sino de socialismo en un solo país, en la URSS. Antes del golpe, no había un estado de violencia revolucionaria o de terror rojo, no había ninguna dinámica de exterminio ni de liquidación de los enemigos de clase y no se asesinaba a las gentes de orden.

La República no fue un fracaso que conducía inexorablemente a una guerra, sino que fue destruida por un golpe militar, con la connivencia de un país extranjero y que, al no triunfar en buena parte del territorio y en Madrid, se encaminó de forma irremediable a una guerra fraticida. Fue la sublevación quien colapsó la administración republicana. La República, durante la guerra, tuvo que enfrentarse a una parte de la izquierda obrera, que entendía que la democracia era irreconciliable con el capitalismo, temiendo que se entregase, pacíficamente, al fascismo, como había sucedido en toda Europa.

La pretensión de cada grupo social y estamento rebelde era la defensa de sus propios intereses: la aristocracia pretendía la conservación del rango y los privilegios; los capitalistas, la libertad de explotación de los trabajadores y la defensa a ultranza de la propiedad; la iglesia, la anulación de las disposiciones que habían mermado sus fueros; los terratenientes e industriales, impedir la reforma agraria y la intervención obrera en las empresas; la prensa de derechas, el derecho a crear opinión y defender el negocio; los militares, profesionales, burócratas y burgueses, la restauración de un orden rígido y autoritario que respetase el escalafón, la jerarquía, la antigüedad y las prebendas. Los vencedores establecieron una dictadura para perpetuar esos intereses y la mantuvieron mediante la represión y la violación de los derechos humanos.

Los días 17 y 18 de julio, estalló la sublevación militar en Marruecos. El 17, la insurrección militar se inició en Melilla y se extendió al conjunto del protectorado de Marruecos. El 18 y 19, el golpe se extendió por la península y los archipiélagos. El golpe triunfó en Galicia, Castilla y León, Navarra, con el general Mola en Pamplona; Andalucía Occidental, con Queipo de Llano en Sevilla, Baleares, excepto Menorca, con el general Goded. En Canarias, Franco, tras asegurar el triunfo del golpe en el archipiélago, se desplazó a Marruecos para ponerse al frente del ejército de África.

Fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV colaboró con la República. También en Madrid, Cataluña, Levante, Castilla la Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía. Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid, donde el presidente Giral entregó armas a las milicias obreras. En Barcelona, donde la colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto abortó la insurrección. En general, la sublevación no tuvo apenas respaldo popular y se basó en las fuerzas militares insurrectas. La capacidad de movilización obrera y el papel de la Guardia Civil fueron claves para el resultado final del golpe en cada zona del país.

Los militares sublevados ganaron la guerra porque tenían las tropas mejor entrenadas, el poder económico a su favor, estaban más unidos que el bando republicano y los vientos internacionales del nazismo soplaban a su favor. En la larga y cruel dictadura de Franco, reside la gran excepcionalidad de la historia de España del siglo XX. Fue la única dictadura, junto con la de Salazar en Portugal, creada en la Europa de entreguerras que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Muertos Hitler y Mussolini, Franco siguió hasta su muerte en 1975. El lado más oscuro de esa guerra civil europea, de ese tiempo de odios, que acabó en 1945, tuvo larga vida en España. (Golpe de Estado, guerra civil y política de exterminio. Julián Casanova).

No quiero dejar de recordar a mis abuelos fusilados por Franco, tras la liberación de El Alcázar .Vivían en Toledo, en el Callejón de los Niños Hermosos, en la judería toledana. No me consta que fueran rojos peligrosos. No se celebró juicio ni se declaró sentencia de muerte antes del paseo criminal. Oigo las botas contra el empedrado, los gritos y empujones, los culatazos de los fusiles sobre sus espaldas. Veo la cara perpleja y asustada de mi abuela Antonia Arrogante, embarazada, y las caras descompuestas por el odio de los sacadores. Oigo el sonido seco de las descargas de los fusiles y el taac, taac de los tiros de gracia junto a un paredón en la vega del Tajo.

La represión franquista durante la dictadura fue física, económica, política y cultural. La sufrieron los partidarios del bando republicano en la zona sublevada, y durante la posguerra los vencidos; los que eran denunciados como antifranquistas (lo fueran o no); los miembros de organizaciones políticas, sindicales y en general quienes no estaba de acuerdo con el régimen de Franco, quienes manifestaban su oposición y quienes constituían o podían constituir un peligro para el régimen.

Muchas de las víctimas fueron enterradas en fosas comunes repartidas por toda España, fuera de los cementerios y diseminadas por los campos y cunetas, sin que su muerte fuese inscrita en los registros civiles. La dictadura recurrió a lo largo de toda su existencia, a los métodos represivos propios de todo régimen no democrático. Penas de cárcel, sanciones, multas, y violencia física: ajusticiamientos, asesinatos, desapariciones forzosas, y ajusticiamientos, en cumplimiento de sentencias dictadas por tribunales militares. Hay estimaciones que apuntan hasta 400.000 muertos. En cuanto a los cientos de miles de presos internados en campos de concentración franquistas, 192.000 habrían sido fusilados, en muchos casos varios años después del fin de la contienda.

Los tribunales argentinos investigan los delitos de lesa humanidad cometidos durante la guerra y la dictadura. Las desapariciones de personas durante el franquismo se calculan en 140.000 que siguen enterrados en cunetas y fosas comunes. La represión ejercida por el régimen continuó hasta el fin de los días del dictador. Después de tanto sufrimiento, hoy, partidos de la derecha reaccionaria niegan la realidad histórica de lo ocurrido.

En X @caval100

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«Sándwich Ayuso»: lo que reciben las personas en las Residencias públicas de Madrid. [Si a mí me aseguran que una vez por semana con cargo a los presupuestos generales de brigadas del Estado se le asigna un sanguiche como el de la foto a la casa real, para que entre ellos se lo repartan como buenos hermanos, yo me hago vice sub monárquico de corazón de toda la vida, me le pido prestado el caballo de Santiago Abacal a Santiago Abascal, me agencio un gorro de caballero legionario de la Legión y otro que me merco de la guardia civil, para que no sea por falta de gorros, y me parto el pecho corriendo monte arriba, monte abajo, monte a un lado y monte a otro lado, gritando viva el Rey, viva la Reina, viva lo que tenga que vivir y demás. Y ahora me voy al médico, a que revise no sea que me esté pasando algo por escribir esto. Y que Dios salve a Rey, porque como no lo salve Dios no sé yo quien lo podrá salvar]

 

«Sándwich Ayuso»: lo que reciben las personas en las Residencias públicas de Madrid


INSURGENTE.ORG / 16.07.2024


Mientras, la Presidenta celebra la Eurocopa entre risas y poses.


 


Marea de Residencias: Estos son los sándwiches que la Comunidad de Madrid da a los usuarios de las residencias públicas. No podemos con tanta injusticia, ni con tanta impunidad. #7291victimas

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¿Quién gobierna este país (USA)?

 

El botón nuclear está en manos de Biden, quien aparentemente no está en condiciones ni de elegir entre los platos de un menú. Pero quienes lo rodean lo aferran a su cargo desesperadamente. Trump le ganará fácil, si a Biden no le da antes por alguna locura.


¿Quién gobierna este país (USA)?


Seymour Hersh

El Viejo Topo

15 julio, 2024 



Es sabido que el presidente Joe Biden lleva meses sin saber qué hacer, ya que él y sus asesores de política exterior han instado a un alto el fuego que no se producirá en Gaza, mientras siguen suministrando armas que hacen que ese alto el fuego sea menos probable. Existe una paradoja similar en Ucrania, donde Biden ha estado financiando una guerra que no se puede ganar y se ha negado a participar en negociaciones que podrían poner fin a la matanza.

La realidad detrás de todo esto, como me han dicho durante meses, es que el presidente simplemente ya no está en condiciones de comprender las contradicciones de las políticas que él y sus asesores de política exterior han estado llevando a cabo. Estados Unidos no debería tener un presidente que no sepa lo que ha aprobado. Las personas que están en el poder tienen que hacerse responsables de lo que hacen, y en el debate con Trump le mostramos a Estados Unidos y al mundo que tenemos un presidente que claramente no está en esa posición hoy.

La verdadera desgracia no es sólo Biden, sino los hombres y mujeres que lo rodean y que lo han mantenido cada vez más oculto. Es un prisionero, y se ha ido debilitando rápidamente en los últimos seis meses. Hace meses que oigo hablar del creciente aislamiento del presidente, de boca de sus antiguos amigos en el Senado, que se dan cuenta de que no puede devolverles las llamadas. Otro viejo amigo de la familia, a quien Biden ha solicitado ayuda en cuestiones clave desde sus días como vicepresidente, me contó de una llamada lastimera del presidente hace muchos meses. Biden dijo que la Casa Blanca estaba sumida en el caos y que necesitaba la ayuda de su amigo. El amigo dijo que se excusó y luego me dijo, riendo: «Prefiero que me hagan un tratamiento de uréter todos los días que ir a trabajar allí». Biden invitó a un colega del Senado retirado hace mucho tiempo a que lo acompañara en un viaje al extranjero, y los dos jugaron a las cartas y compartieron una copa o dos en el vuelo de ida del Air Force One. El personal de Biden le prohibió al senador unirse al vuelo de regreso a casa.

Me han dicho que el creciente aislamiento del presidente en cuestiones de política exterior se debe en parte a Tom Donilon, cuyo hermano menor, Michael, un encuestador clave y asesor en la campaña presidencial de Biden de 2020 y en el actual esfuerzo de reelección, fue miembro del equipo que pasó gran parte de la semana informando a Biden para el debate con Trump. Tom Donilon, de 69 años, fue asesor de seguridad nacional del presidente Biden de 2010 a 2013 y trató sin éxito de ser nombrado director de la Agencia Central de Inteligencia de Biden. Sigue siendo en gran medida un conocedor del asunto.

Dado el evidente declive de Biden en los últimos meses, es imposible para un extraño entender por qué la Casa Blanca aceptó debatir con Donald Trump antes de las elecciones, y mucho menos comprometerse a celebrar el primer debate presidencial, el primero de dos, de la historia moderna. Una idea, me dijeron, era que si Biden tenía un buen desempeño, como lo había hecho en su discurso sobre el Estado de la Unión en marzo, la cuestión de su capacidad mental dejaría de estar sobre la mesa. Un desempeño pobre daría tiempo a la campaña de Biden para hacer un mejor trabajo de preparación para el segundo debate programado.

También hubo presión de los principales recaudadores de fondos demócratas, muchos de ellos en la ciudad de Nueva York, para que la campaña hiciera algo para contrarrestar la percepción del evidente deterioro creciente del presidente, como informaron y filmaron los principales medios de comunicación. Me han dicho que al menos un líder extranjero, después de una reunión a puerta cerrada con Biden, dijo que el declive del presidente era tan visible que era difícil entender cómo «podría soportar los rigores» de una campaña de reelección. Tales advertencias fueron ignoradas.

¿Y ahora qué? Uno de los expertos políticos de Washington me dijo que el Partido Demócrata se enfrenta ahora a “una crisis de seguridad nacional”. El país está apoyando dos guerras devastadoras con un presidente que claramente no está a la altura, dijo, y podría ser el momento de empezar a redactar un discurso de dimisión que iguale o supere al que pronunció en marzo de 1968 el presidente Lyndon Johnson tras su estrecha victoria sobre el senador Eugene McCarthy en las primarias de New Hampshire.

«Están atrapados», dijo sobre los asesores principales de la Casa Blanca que esperaban que Biden de alguna manera tuviera un desempeño lo suficientemente bueno en los debates de anoche como para seguir adelante, con el apoyo muy necesario de los partidarios financieros más escépticos de la ciudad de Nueva York.

No todos con los que hablé hoy estuvieron de acuerdo en que es hora de forzar la renuncia de Biden y esperar lo mejor en la Convención Nacional Demócrata en Chicago en agosto: descartar la candidatura y buscar nuevos candidatos. “Mi humilde opinión”, me dijo un colaborador de larga data del Partido Demócrata, “es dejar que se calme la tormenta. Hay que examinar las opciones realistas antes de que una reacción rápida cree una división interna en el Partido Demócrata con consecuencias de largo alcance más allá de 2024. Aceptar la realidad… es probable que 2024 sea un año sin recuperación en este momento. Es una colina demasiado empinada para escalar. Planificar y ejecutar un plan a largo plazo para contrarrestar al Sr. Orange y construir una plataforma moderada para la recuperación… y dejar que Biden se vaya a los pinares de Jersey”.

Otro gurú político expresó una opinión diferente: “Esta es la era de las redes sociales (TikTok, Facebook, Instagram y X) y una campaña política puede llegar muy lejos muy rápido”.

Pase lo que pase, tenemos un presidente —ahora completamente mostrado— que posiblemente no sea responsable de lo que haga en la próxima campaña, sin mencionar sus acciones en Medio Oriente y Ucrania.

¿Qué pasó con la Enmienda 25 que autoriza al vicepresidente y a la mayoría del gabinete a declarar incompetente al presidente? ¿Qué está pasando en la Casa Blanca de Biden?

Fuente: La casa de mi tía 

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