viernes, 1 de febrero de 2019

VENEZUELA NO NECESITA DEL TUPÉ DE TRUMP NI DEL APRENDIZ DE BRUJO, EL CRIMINAL SIERVO GUAIDÓ, SINO QUE EL PRODUCTO DEL TRABAJO (Igual que en España que es un barrio de Bilbao), LA RIQUEZA, QUEDE EN MANOS DE QUIENES LA PRODUCEN, LOS TRABAJADORES (Igual igualito que en España, que es otro barrio de Bilbao), O SEA, VENEZUELA NECESITA DE SOCIALISMO


LA ENFERMEDAD HOLANDESA DE
 VENEZUELA SOLO SE REMEDIA CON 
SOCIALISMO

DIARIO OCTUBRE/01.02.2019
En Economía Política se llama “enfermedad holandesa”, “mal holandés” o “síndrome holandés” a lo que normalmente entendemos por “morirse de éxito”, que no es otra cosa que lo que la dialéctica conoce como transformación de la cantidad en calidad.
Es lo contrario de lo que muchos suponen: los problemas de un país se multiplican cuando encuentra tesoros escondidos tales como minas o yacimientos de alguna materia prima. Los países no salen de la pobreza con la gallina de los huevos de oro. Muchos países del Tercer Mundo (pero no sólo del Tercero) han aprendido que sus riquezas obstaculizan el desarrollo económico.
Si las personas quieren dinero, los países quieren divisas, que se obtienen de un saldo favorable de la balanza de pagos, es decir, de exportar más de lo que se importa.
Un país que exporta una materia prima, como el petróleo, experimenta un gran aumento de sus reservas de divisas, lo que a su vez aumenta la cotización de la suya, algo que no es tan beneficioso como se cree normalmente. A lo largo de la historia muchos países lo han comprobado.
En la década de los sesenta Holanda descubrió grandes yacimientos de gas natural, que exportó al extranjero, lo que aumentó considerablemente su reserva de divisas. El florín, la moneda local, se apreció.
Como consecuencia de ello, el capital extranjero entró a gran escala. Paradógicamente, el pais se endeudó y la inflación llegó a ser galopante.
Las importaciones son baratas y las exportaciones muy caras. Sale más rentable comprar en el exterior. Disminuye la demanda de productos locales, se cierran empresas y aumenta el paro.
En el siglo XVI llegó a España una gran cantidad de metales preciosos procedentes del expolio de Latinoamérica y se produjo ese fenómeno. Lo mismo ocurrió en Australia a mediados del siglo XIX cuando se descubrieron minas de oro. Es lo que está ocurriendo ahora mismo en Venezuela con el petróleo.
La enfermedad holandesa provoca un desajuste interno entre las empresas exportadoras, como PDVSA en Venezuela, y las demás. Las primeras son mucho más rentables que las otras: emplean una parte ínfima de la fuerza de trabajo, pero aportan la mayor parte de la producción local y de las divisas.
El monocultivo es el becerro de oro, la gran tentación. Se le presta una atención que ningún otro sector económico tiene. Toda la economía de un país llega a girar en torno a una sóla mercancía, como el petróleo, e incluso a una sola empresa, como PDVSA en el caso de Venezuela.
A los venezolanos le resulta mucho más barato viajar a Colombia para comprar. Llenan los camiones y vuelven cargados con mercancías que inundan el mercado negro local.
Para frenar la especulación, el gobierno bolivariano impone precios regulados por debajo del mercado y los especuladores vacían los supermercados para dale la vuelta al flujo: venden las mercancías en Colombia. Se llama “bachaqueo” porque se ha convertido en un modo de vida para muchos venezolanos.
Es una espiral que conduce a todas las lacras características: contrabando, mercado negro, especulación, carestía… Un problema económico se tranforma en un problema político.
El precio del petróleo y, por lo tanto, los ingresos derivados de su venta, dependen del mercado internacional, que es fluctuante, lo que genera más efectos viciosos.
PDVSA es una empresa pública, gestionada políticamente, con todo lo que la palabra “política” significa en Latinoamérica y en Venezuela, lo cual reconduce otra vez el análisis económico al político, lo que requiere explicar el bolivarismo tanto como la corrupción que viene salpicando a PDVSA desde siempre, incluida la etapa bolivariana (y que no se ha superado).
Un Estado en el que la corrupción alcanza a empresas públicas tan significativas como PDVSA, está condenado a fallecer de muerte “natural” si antes los imperialistas y los vecinos no lo destruyen por la fuerza.
Un Estado de clase, socialista, revolucionario, es absolutamente limpio y no puede dejar de cortar cabezas hasta que la limpieza se impone. Caiga quien caiga. Una república popular no puede exigir nada a nadie, a la población, que antes no se haya impuesto a sí misma. Se llama responsabilidad política, aunque tiene también nombres más feos, como purgas, depuraciones y destituciones que son la quintaesencia de la democracia.
Ni en Venezuela ni en España la corrupción es lo que muchos suponen, sino algo peor cuando “la política” falla estrepitosamente, como ocurre. La corrupción no es economía, ni pura ni impura, es decir, no es consecuencia -para nada- de la injerencia de “la política” en un “libre mercado” que no existe.
Los países que padecen la enfermedad holandesa, como Venezuela, carecen de planes o los planes son tan malos como “la política” de donde derivan. Acaban concibiendo el petróleo como un maná. Todos sus planes son a corto plazo. En el mejor de los casos se preocupan por la distribución del botín y construyen más de un millón de viviendas para entregárselas a quienes nadie nunca les dio nada.
Con montañas de dinero en el bolsillo, los gobiernos contagiados por el mal holandés, gastan pero no invierten. Derrochan el dinero, emprenden proyectos faraónicos y el capítulo de gastos de los presupuestos públicos se dispara.
La masa de dinero fiduciario en circulación también se multiplica; aumenta la demanda pero no hay una contrapartida en la oferta. La inflación llega a ser incontrolable. Venezuela tiene uno de los índice de inflación mayores del mundo. El año pasado fue superior al 1.000 por cien.
La inflación conduce al acaparamiento y la especulación. La población vacía las tiendas y almacena mercancías en su casa, en ocasiones sólo para revenderlas luego a un precio más elevado en el mercado negro.
Sigan sumando a ello el bloqueo impuesto por el imperialismo, las sanciones económicas, el robo de las reservas de oro por el Banco de Inglaterra, la entrega de los haberes venezolanos en Estados Unidos a los golpistas… Verán que Venezuela no tiene otra salida que no sea la revolución socialista. No con la martingala del “socialismo del siglo XXI” sino con el único socialismo que existe.

VENEZUELA. DOÑA PEPA DE LA CADENA SER. LA OPINIÓN PERSONAL ES LIBRE.VERDADERA NO, LIBRE, DOÑA PEPA. LA INFORMACIÓN SON HECHOS. EXPONGA LOS HECHO, BUSQUE LAS CAUSAS QUE EXPLIQUEN ESOS HECHOS (LO QUE USTED OPINE NO, POR FAVOR, SINO LAS CAUSAS QUE ORIGINAN ESOS HECHOS, QUE LA OPINIÓN YA ME LA FORMARÉ YO, DOÑA PEPA). EN VENEZUELA LO QUE SE ESTÁ PREPARANDO ES UNA MATANZA DE UNSO TRABAJADORES VENEZOLANOS CON OTROS, PARA QUE UNAS MALAS BESTIAS INSENSIBLES INCREMENTEN SUS RIQUEZAS, DOÑA PEPA. LAS CAUSAS DE ESTE CRIMEN QUE SE PREPARA ME INTERESAN NO SU JUSTIFICACIÓN .



Morralla de la desinformación a sueldo del Departamento de Estado con los fondos robados a Venezuela

Los “progres” y Falsimedia

01.02.2019


Acabo de oír un feroz y mentiroso ataque a Venezuela en el programa matinal de la SER, dirigido por Pepa Bueno. Con gran habilidad periodística y enorme capacidad para poner esa habilidad al servicio de los poderosos, Pepa Bueno y su cadena de mando mezclan fragmentos de las declaraciones de los opositores venezolanos, incluido el para-fascista, Juan Guaidó, con otras realizadas por miembros del Gobierno; fundamentalmente las del Presidente de la República Bolivariana, Nicolás Maduro, el Presidente del Parlamento y los altos mandos militares.

Los fragmentos elegidos por la “presentadora estrella” de la SER son siempre los más emotivos del Presidente Maduro, del Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, de la Vicepresidenta Ejecutiva y de los Jefes de las Fuerzas Armadas o de la Milicia Bolivariana. Son elegidos cuando la voz se rompe y responde a la preparación evidente de una invasión armada, es decir: cuando la protesta contra los intentos de EEUU de provocar una guerra civil, que derivaría en una matanza, es más dura. Cuando el discurso de la oposición más servil es más amenazante. Dichos fragmentos se recortan y se descontextualizan. Lo mismo le hacían a Fidel, en radio y televisión, para convertir a uno de los más grandes oradores del pueblo en un personaje irreconocible.

El centro del escándalo de Pepa Bueno, suprema ignorante de la Constitución Bolivariana, de su proceso histórico, de su sistema de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo, el poder judicial, el poder ciudadano (Consejo Moral Republicano, CMR) integrado por el Defensor del Pueblo, el Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela y el Contralor General de la República. y el poder electoral, ha sido esta vez la expulsión del país de varios periodistas de la Agencia EFEi. En su conjunto –dos colombianos, un español y un venezolano –es una especie de “trío de las Azores” convertido en “cuarteto criminal de Caracas para una grabación de voz de los esbirros de Falsimedia, para las guerras imperiales en América Latina.

Morralla de la desinformación a sueldo del Departamento de estado, o de la CIA, pagados con los fondos robados a Venezuela y pagados migajas a Juan Guaidó.

El Gobierno venezolano ha negado categóricamente la detención de esos mercenarios: Tal como dice El País digital:

“En un comunicado, el Ejecutivo (se supone qué el venezolano) rechaza "enérgicamente" su detención por parte del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN)”.

El texto añade también una frase, que complementa la anterior en un conjunto muy significativo que apela al terror, a los servicios secretos, a la intervención urgente de la embajada “a la mayor brevedad”, y que es una sugerencia infame a la tortura, uno de los tópicos más usados, sin prueba alguna, por la oposición y los medios basura como el propio El País, la Cadena SER y el Gobierno.

"Desde que se tuvo conocimiento de la detención, el Gobierno, a través de nuestra Embajada en Caracas, está haciendo todas las gestiones necesarias para lograr su liberación a la mayor brevedad", explica Moncloa. En el mensaje, el Ejecutivo socialista requiere nuevamente a las autoridades venezolanas al respeto del Estado de Derecho, los derechos humanos y las libertades fundamentales, entre las que, según apunta, la libertad de prensa es un elemento central” (El Pais).

Obviamente el Presidente del Gobierno español no tiene una base real para evaluar positivamente el “estado de derecho en España”ii, o en el resto de los países que están denunciando el de Venezuela con base a las acusaciones, mentiras e injurias realizadas por los Estados Unidos.

Este último es el país con una relación de intervenciones militares, de guerra económica, de organización y realización de golpes de estado, de guerra informativa, de intervenciones militares en pequeña escala, de apoyo y financiación de grupos armados (guarimbas en Venezuela), de intervenciones militares indirectas (de Colombia o la OTAN en apoyo de la Guyana o en una de las Alianzas ad hoc realizadas en torno a Washington).

Todo es un montaje y además parece una venganza del Presidente español Pedro Sánchez por su servil y ridícula intervención en los asuntos internos de Venezuela, su apoyo a la conducta criminal e injerencista de los EEUU que incluye -no solo una amenaza de guerra total a la cola o a la sombra del fascista Donald Trump-, sino una secuela de guerras parciales de escenario y campo de acción diferentes.

Sánchez saca pecho, por el momento, con la guerra mediática apoyada por el tripartito que va desde la extrema derecha hasta el fascismo de VOX; la guerra diplomática y la participación, siempre dispuesta, en la guerra militar total y en el apoyo político a los agentes plurinacionales del golpe, como una parte de la OEA y el conjunto vasallo del Grupo de Lima.

Sin “cortarse ni un pelo”, sin despeinarse, sin desajustarse la corbata, cuidando su presencia de guapo blando de película de Hollywood, el PSOE de la Agencia EFE y de la SER, apoya la restauración de la Doctrina Monroe, la de la Seguridad Continental y el Plan Cóndor.

Da náuseas.

No lo conseguirán ustedes, señora Pepa Bueno. No lo conseguirán, señor Sánchez.

Ustedes brindan por la guerra. Saben que las matanzas se olvidan o se niegan con el apoyo total de los medios. En sus sueños está la sangre de los patriotas convertidos en criminales. Se quedarán con el bochorno del fracaso y el desprecio de los pueblos de América Latina.

Aquí están convocando al fascismo criminal. Pasarán a la historia como los promotores mediáticos de un gobierno Quisling.

Notas:

i Los arrestados son, según información facilitada por la agencia Efe, el periodista español Gonzalo Domínguez Loeda, la periodista colombiana Mauren Barriga Vargas y el fotógrafo colombiano Leonardo Muñoz, así como el conductor venezolano José Salas. Los tres periodistas forman parte de un equipo multinacional que viajó desde Bogotá para cubrir la crisis de Venezuela. Componen este equipo: España, Colombia con la incorporación de la “oposición venezolana”. Casi la misma ruta por la que están viajando continuamente los agentes del golpe.

ii Con la más que dudosa independencia judicial, un estado de derecho que no cumple los mandatos constitucionales, que mantiene el “honor” de ser el segundo país europeo con más nivel de desigualdad, mantener unos niveles de pobreza extrema y de pobreza realmente escandalosos, aumentar los recortes en sanidad, educación; provocar unos datos de paro, contratos basura, etc., y, no se me olvida, respaldar un sistema de corrupción que ha sido ejemplarizado por la casa real y casi todos los partidos del bipartidismo y del pos-partidismo.

Como “guindas de un pastel multicolor” que incluye, la presencia de presos políticos, puede cargarse en el haber de un sistema latrocida el apoyo a guerras destrucción y expolio a los países que pretenden mantener la soberanía.


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VENEZUELA: PRIMERO DETENER EL GOLPE DE ESTADO, DETENER Y JUZGAR AL DELINCUENTE GOLPISTA, DESPUÉS QUE LOS VENEZOLANOS DECIDAN



Contra el golpe imperialista a pesar de la corrupción e impotencia del gobierno venezolano

01.02.2019


La posición frente a la proclamación unilateral de Juan Guaidó como presidente de Venezuela divide a las izquierdas y ha generado confusión y polémica. Intentaremos aclarar un poco las cosas.

En efecto, en Venezuela el desastre económico es terrible y no se debe solamente al sabotaje estadounidense. Cuba, a diferencia de Venezuela, es un país pobre en recursos y sufre desde hace decenios un infame bloqueo pero no vive la dramática situación de Venezuela que es mucha más rica pero donde hay hambre debido a la gigantesca inflación y al mercado negro, que son terribles para los más pobres. En la isla existe también un capitalismo de Estado burocrático dirigido por un partido único que carece de democracia interna pero hay intentos burocráticos de democratización. El gobierno de Maduro, en cambio, llevó a los extremos las tendencias ya visibles durante el de Chávez y que éste intentó combatir con las Misiones y las Comunas. El gobierno de Maduro desarrolló inmensamente la corrupción de la boliburguesía (la nueva burguesía en la que participan altos mandos militares creada desde el Estado con privilegios y por el contrabando), acabó con los gérmenes de poder popular, reprimió los trabajadores y hambreó a las grandes mayorías destruyendo las bases de la economía venezolana con su ciega política extractivista basada en la exportación de petróleo, oro y minerales.

La oposición está compuesta por partidos que cuando gobernaron, como Acción Democrática, realizaron matanzas masivas de trabajadores (Caracazo). Fueron golpistas contra Chávez, masivamente electo en cada elección en la que participó y siguieron siendo golpistas con Maduro. Boicotearon las elecciones para la Asamblea Nacional y ésta fue totalmente chavista; después siguieron intentando derribar al gobierno legítimo mediante manifestaciones violentas y hasta trataron de matar a Maduro. Volvieron a boicotear las elecciones presidenciales en las que Maduro fue reelegido frente al candidato de un solo partido opositor. Pese al desastre económico y a la podredumbre del gobierno de Maduro que se sostiene con el apoyo militar y el de la boliburguesía, esos partidos son minoritarios. El “presidente” golpista Juan Guaidó representa sólo un partido de extremaderecha y cuenta fundamentalmente con el respaldo de Estados Unidos. Su pronunciamiento unilateral fue inmediatamente reconocido por “demócratas” de la calaña de Trump, Bolsonaro, Netanyahu, Macri, Duque. Con su ayuda se apoderó ilegalmente de los bienes venezolanos en el exterior y su “gobierno” es el pretexto para un golpe de Estado que le dé el poder a la burguesía compradora y al imperialismo si logra asociarse con un sector militar o a “justificación” de una invasión para instaurar un gobierno títere y eliminar la influencia en Venezuela de las potencias imperialistas rivales de EE.UU. (U.E. y, sobre todo, China y Rusia). Si ese plan triunfase, América Latina sería “normalizada” y estaría totalmente sometida a Estados Unidos pues los días de Cuba y de Bolivia estarían contados.

Ante esta situación los nacionalistas burgueses y los formados en el pensamiento stalinista, con su teoría de los campos en lucha, estrechan filas acríticamente en torno a Nicolás Maduro en nombre de la defensa de la soberanía. Pero ésta no reside en el Estado ni en el gobierno de turno sino en el pueblo. Maduro no defiende la soberanía tal como la dictadura argentina no defendió la soberanía en el caso de las Malvinas, donde sólo quiso hacer una maniobra diversionista para seguir manteniendo el poder y los privilegios de la oligarquía antinacional.

Otros, en cambio, subestiman los efectos que podría tener la victoria del imperialismo y sus agentes (que ya elaboran planes para legitimar inversiones estadounidenses en el petróleo y desguazar a Pdvsa). Algunos de ellos, con un impresionismo oscilante y a dos bandas, idealizaron en los 60-70 al gobierno revolucionario del capitalismo de Estado cubano y pocos años más tarde, se fueron a la otra banda apoyando a la dictadura argentina, que había anulado la soberanía popular y ponía en riesgo la independencia del país con su aventura en las Malvinas. Ahora centran, en cambio, sus críticas en Maduro en el mismo momento en que éste defiende los intereses del sector burgués nacional en cual se apoya pero, al rechazar las medidas agresivas del imperialismo, defiende también la independencia nacional y coincide así en un frente de facto con la mayoría de los trabajadores.

Ni el desastre económico provocado por la incapacidad de Maduro y la avidez de la boliburguesía, ni la represión a las huelgas por el Estado burgués venezolano pueden justificar poner en un mismo plano al imperialismo y sus agentes locales, por un lado, y al bonapartista Maduro y los trabajadores venezolanos del otro. Guaidó no quiere realmente elecciones, que perdería entre otras cosas porque emigró una buena parte de su electorado, que se recluta entre los menos pobres o los más ricos, que son los únicos que pueden costear la emigración. En estos momentos, además, no se pueden realizar elecciones de ningún tipo ni referendos (¿quién los convocaría, por empezar?) y las negociaciones deben partir del rechazo total de las medidas imperialistas estadounidenses y británicas con los fondos venezolanos y al golpismo declarado y, además, deben ser públicas y deben apoyarse en movilizaciones de masa.

Como planteaba Trotsky en el caso hipotético de una guerra entre el Brasil fascista del Estado Novo de Getúlio Vargas y una potencia imperialista “democrática”, hay que derrotar primero al imperialismo para no regalarle la bandera de la independencia nacional a la reacción local y, después de derrotado aquél, hay que organizar la eliminación del gobierno nacional opresor. Maduro está a años luz de ser un Allende y tampoco es un Vargas pero es el gobierno legítimo de un país dependiente y Estados Unidos lo quiere derribar por la derecha –no por la izquierda- para convertir a Venezuela en una colonia virtual, dependiente de las transnacionales para su reconstrucción e incorporada en calidad de proveedora de recursos a los planes yanquis de guerra mundial. El peligro reside en que EE.UU y los golpistas logren un acuerdo con una parte de los militares contra el pueblo venezolano y contra Maduro, para que Venezuela vuelva al prechavismo. Contra ese peligro Maduro no es una garantía porque sólo el pueblo movilizado podrá impedir las negociaciones a oscuras de todos y las traiciones.

Por eso es necesario golpear juntos incluso con Maduro y los militares nacionalistas para, una vez derrotado el golpe, imponer un gobierno popular por sobre la boliburguesía.

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