La emoción de censura: combate amañado
Anibal Malvar
Sociología crítica
18.07.2.013
Al parecer, Alfredo Pérez Rubalcaba, cual hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, le va a poner una moción de censura a Mariano Rajoy porchori, trincón, sobrecogedor, y por perder dinero con la política cobrando sobresueldos. Gracioso es que se enfrenten ahora el PP y el PSOE por un quítame allá esas cajas B, cuando hace poco más de un año ambos partidos de izquierda morigerada firmaron a dos manos la reforma constitucional que permite robar al obrero para pagar al Estado lo que al Estado le están robando los bancos, por decirlo cortamente. O, por decirlo más cortamente, por obligar al ciudadano a pagar falsas deudas -generadas tras subvencionar gratis a los bancos- antes que garantizar los servicios sociales, sanitarios y educativos mínimos de la población. O, por llevarlo a la cortedad más monterrosiana, por robarle al dinosaurio para dárselo a la glaciación.
El problema de Alfredo Pérez Rubalcaba, presunto socialista desde aquel día de verano, otoño o invierno -jamás lo permitiría la primavera- en que impulsó la zapateril reforma constitucional que nos hizo menos libres, es que tiene que presentar un candidato para su moción de censura. Y uno no ve a Rubalcaba parodiándose candidato a la presidencia del Gobierno. Elevándose, tras haber emborronado los peores resultados de la historia del PSOE, en provecto proyecto de salvapatrias. Rubalcaba no está para trotes en estos tiempos que necesitan algo más que galopes.
Rubalcaba no sirve ya ni siquiera para derrotado simbólico en una fracasada moción de falsa censura amañada, como la que se plantea, pues ha pactado varias veces con el PP cuando ya todos conocíamos los papeles de Bárcenas, las intenciones neoliberalfollanderas de Rajoy y el presente de los trabajadores. Asustarse ahora, como se asusta Rubalcaba, porque el nombre de Rajoy haya aflorado y sido desflorado por Bárcenas, tras pasar el tal Rajoy ocho años como ministro de Aznar, siete años como candidato de Aznar, y un año y pico como presidente, pues coño, es andar despistado un largo rato. Rubalcaba es que se despista mucho. No olvide el comisionista lector que Bárcenas lleva enmierdado en la Gürtel unos cuatro años. Que ya entonces cobraba más que Rajoy en el PP. Y que Rajoy puso la mano en el fuego por la honorabilidad de El Cabrón no hace tanto tiempo. Y que hasta ayer se mandaban sms muy íntimos. Lo dije tal que el otro día en twitter: Rajoy es el presidente 3.0: gobierna por plasma y es gobernado por sms. Para que luego digan que en España no hay I+D.
Rubalcaba no debe ser tan listo como parece, y se ha enterado, ahora, de que Luis Bárcenas es el jefe de Rajoy y de Aznar. Yo me enteré mucho antes por intuición femenina, que es como los seres con falo llamamos a la inteligencia. Si Luis Bárcenas siempre fue el tío que más cobraba en el PP, por encima de presidentes del partido y del Gobierno, es que era el jefe, el kíe, el baranda. El jefe, siempre, es el que más cobra. No es lógica. Es contabilidad. Que en este mundo, para nuestra desgracia, es más exacta que la lógica.
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