viernes, 8 de noviembre de 2019

450 PÁGINAS SOBRE LAS ACUSACIONES DE CORRUPCIÓN CONTRA TRUMP


La investigación sobre la denuncia de Estados Unidos publica las primeras transcripciones

por Patrick Martin /Worl Socialist Web Site
Publicada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI)
7 noviembre 2019

El lunes, el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes publicó las transcripciones de testimonios entregados a puertas cerradas el mes pasado por dos altos funcionarios del Departamento de Estado, la exembajadora en Ucrania, Marie Yovanovitch, y el exconsejero del Departamento de Estado, Michael McKinley, quien renunció justo antes de declarar.

Las más de 450 páginas de testimonio arrojan poca luz nueva sobre las acusaciones contra Trump formuladas por los demócratas de la Cámara, pero demuestran la alineación de los demócratas con una poderosa facción dentro el sistema de la política exterior.

Estos funcionarios fueron hostiles a las políticas de la administración de Trump, particularmente hacia Rusia. También se sintieron ofendidos por la costumbre de Trump de ignorar los canales oficiales en sus operaciones en el extranjero, utilizando emisarios como su abogado personal Rudy Giuliani, el exalcalde de la ciudad de Nueva York.

La diplomática estadounidense de carrera, Yovanovitch creció hablando ruso en casa como hija de inmigrantes de Siberia y Alemania. Se especializó en los países de la antigua Unión Soviética.

Fue embajadora estadounidense en Kirguistán durante la administración de Bush y embajadora estadounidense en Armenia bajo Bush y Obama. Obama la nombró embajadora en Ucrania en mayo de 2016 y permaneció en Kiev hasta que fue llamada por el Departamento de Estado, por orden de Trump, en abril de 2019.

Su testimonio dio rienda suelta a su preocupación por los "adversarios estratégicos como Rusia", y fue inequívoca sobre el papel del Departamento de Estado, y le dijo al Comité de Inteligencia: "Necesitamos reconstruir la diplomacia como el primer recurso para avanzar en el interés de Estados Unidos, y en la primera línea de defensa de los Estados Unidos".

Una fotografía publicada en 2017 en el periódico de su ciudad natal en Kent, Connecticut, muestra a Yovanovitch y Petro Poroshenko, entonces presidente de Ucrania, cogidos del brazo con una delegación visitante de tres senadores estadounidenses —Amy Klobuchar, John McCain y Lindsey Graham, todos notorios halcones de guerra antirruso rodeados de tropas ucranianas con uniformes de camuflaje.

Yovanovich también reveló al comité sus estrechos vínculos con el ministro del Interior ucraniano, Arsen Avakov, a quien el World Socialist Web Sitedescribió anteriormente como "notorio por sus vínculos de largo plazo con el fascista Batallón Azov y su líder Andriy Biletsky, junto con su Cuerpo Nacional y Grupos nacionales de milicias".


 El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, centro, presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, el senador estadounidense John McCain, centro izquierda, la senadora estadounidense Lindsey Graham, centro derecha, y la senadora estadounidense Amy Klobuchar posan para una foto con los marines ucranianos, durante su viaje de trabajo a la región de Donetsk felicitando a los militares ucranianos por el próximo año nuevo, en la aldea Shyrokine, este de Ucrania, el sábado 31 de diciembre de 2016. Poroshenko y la delegación de senadores estadounidenses visitaron las posiciones de primera línea de la Armada de Ucrania, que tiene la línea de defensa en Shyrokine. (Mikhail Palinchak/Servicio de prensa presidencial, Pool Photo via AP)

Fue Avakov quien le hizo saber a Yovanovitch sobre la campaña susurrante lanzada contra ella por dos socios comerciales de Giuliani, Lev Parnas e Igor Fruman, quienes aparentemente la vieron como un obstáculo para sus negocios. Ambos hombres, ahora ciudadanos estadounidenses, fueron arrestados el mes pasado cuando intentaban salir del país con boletos de ida. Fueron acusados de hacer contribuciones ilegales de campaña a Trump y otros candidatos republicanos en 2016.

McKinley también es un funcionario de carrera del Departamento de Estado. Él era el diplomático mayor de carrera en el momento en que fue nombrado por el secretario de Estado Pompeo para servir como su consejero y enlace con el personal de carrera del Servicio Exterior.

Tuvo tres décadas de publicaciones en el extranjero, que incluyeron América Latina, África, Europa y tres años como embajador de Estados Unidos en Afganistán.

Ambos funcionarios del Departamento de Estado negaron tener conocimiento de Hunter Biden, el hijo del ex vicepresidente Joe Biden, o de la posición lucrativa de Hunter Biden en el directorio de Burisma, una gran compañía ucraniana de gas natural. Dijeron que sus conexiones con Joe Biden se limitaron a su tiempo como vicepresidente, cuando tenía la responsabilidad principal de la política de Ucrania bajo la administración de Obama.

Entre los pocos detalles nuevos estaba Yovanovitch diciéndole al comité que otro funcionario, Gordon Sondland, un contribuyente millonario de la campaña de Trump que fue nombrado embajador de Estados Unidos en la Unión Europea, le aconsejó que debía declarar su apoyo entusiasta a Trump para evitar ser despedida después de que los sitios de medios de derechas y el hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr., lancen una campaña contra ella.

Dijo que Sondland le dijo: "Necesitas, ya sabes, tuitear que apoyas al presidente y que todas estas son mentiras y todo lo demás". Continuó: "Fue un consejo que no vi cómo podría implementarlo en mi papel como embajadora y como oficial del servicio exterior".

McKinley relató sus propios esfuerzos para contrarrestar la campaña contra Yovanovitch buscando una declaración pública del Departamento de Estado en su defensa, solo para encontrar que el secretario de Estado Mike Pompeo, en tres ocasiones, no respondió a la sugerencia. En la tercera ocasión, McKinley renunció en protesta.

Se espera que el Comité de Inteligencia publique dos transcripciones más el martes, detallando el testimonio de Sondland y Kurt Volker, el ex enviado especial de Estados Unidos a Ucrania, con las transcripciones restantes de otros testigos prometidos para el final de la semana.

El presidente del comité, Adam Schiff, dijo que cuatro "testigos de primera mano" más de las acciones de la Casa Blanca relacionadas con Ucrania se habían negado a declarar el lunes. Estos incluyeron a John Eisenberg, el abogado del Consejo de Seguridad Nacional, su adjunto Michael Ellis, Brian McCormack, un funcionario de la Oficina de Administración y Presupuesto (que retuvo la ayuda militar a Ucrania), y Robert Blair, asesor principal de la Casa Blanca en funciones. El jefe de gabinete Mick Mulvaney, todos siguiendo las instrucciones de la Casa Blanca de no presentarse ante el comité.

Su no aparecer podría considerarse evidencia de la culpabilidad de Trump por los cargos de abuso de poder y obstrucción de la justicia, dijo Schiff. "Podemos inferir que su testimonio sería aún más incriminatorio para el presidente", afirmó.

La Casa Blanca ha rechazado las citaciones contra cualquier miembro del personal actual de alto nivel, lanzando a los medios de comunicación el lunes una carta de la Oficina de Asesoría Legal, la unidad del Departamento de Justicia que emite orientación legal al poder ejecutivo, o para decirlo más claro, proporciona al presidente el pretexto legal para hacer lo que quiera.

La carta del secretario de Justicia Auxiliar Steven Engel al abogado de la Casa Blanca Pat Cipollone, fechada el domingo 3 de noviembre, dice que Eisenberg no tenía la obligación de cumplir con la citación del Comité de Inteligencia de la Cámara porque era un participante habitual de reuniones con el presidente Trump, quien con frecuencia buscaba su consejo. "Usted ha preguntado si el Comité puede obligar al Sr. Eisenberg a testificar", escribió Engel, "concluimos que es absolutamente inmune a los testimonios obligados del Congreso en su calidad de asesor principal del Presidente".

No está claro si el testigo "estrella" restante para la investigación de juicio político, el exasesor de seguridad nacional John Bolton, dará testimonio el jueves. Los demócratas le dieron esa fecha, pero no le han entregado una citación.

Mientras tanto, la guerra subterránea por la identidad del "denunciante" de la CIA, cuya queja oficial se convirtió en el pretexto para iniciar la investigación de juicio político, ha continuado. Los medios de comunicación de derechas han nombrado al analista de la CIA como Eric Ciaramella, un funcionario de carrera de 33 años que habla ruso, ucraniano y árabe con fluidez y fue el principal funcionario de Ucrania en el Consejo de Seguridad Nacional de 2015 a 2017.

El Washington Post ha reportado sobre el hecho de que Ciaramella ha nombrado, pero no ha puesto el nombre a disposición de sus lectores. El Daily Beast acusó a un exagente de la CIA, Derek Harvey, que una vez fue uno de los principales ayudantes del comandante de guerra de Irak David Petraeus, ahora un asistente del representante Devin Nunes, republicano en el Comité de Inteligencia, ha estado proporcionando el nombre de Ciaramella a sitios web de derechas.

El propio Trump habló sobre el denunciante a un grupo de reporteros. "Bueno, te diré qué: Se han escrito historias sobre cierto individuo, un hombre, y dicen que él es el denunciante ", dijo. "Si él es el denunciante, no tiene credibilidad porque es un tipo de Brennan, es un tipo de Susan Rice, es un tipo de Obama". Trump agregó: "Y odia a Trump. Y él es un radical. Ahora, tal vez no sea él. Pero si es él, ustedes deberían entregar la información".
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[4 de noviembre de 2019]
(Publicado originalmente en inglés el 5 de noviembre de 2019)

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DE CORDERITO FUERA DEL REDIL A CABALLO DE SANTIAGO ABASCAL, CON TODO MI CARIÑO, ADMIRACIÓN Y DEMÁS BENDICIONES. Y NADIE SE TIENE QUE METER CONMIGO PORQUE YO A SANTIAGO ABASCAL DE VOX NO LE DIGO NADA, PORQUE CON ÉL NO QUIERO SABER NADA. LA GENTE QUE LLEVA PISTOLA A MI NO ME GUSTA, QUE IGUAL SI NO LE VOTO ME DEJA SECO O ME ILEGALIZA, O ME EMPAQUETA. O ME ATA LAS MANOS Y ME MANDA A MI PAÍS (ahora estoy fuera de España) O ME ATOSIGA, O ME DESPISTA, VAYAN USTEDES A SABER QUÉ, QUE LA PISTOLA LA CARGA ABASCAL (NO CREO QUE SEA TAN INUTIL QUE NI SIQUIERA SEPA CARGAR LA PISTOLA Y SE LA TENGAN QUE CARGAR A DOMICILIO) QUE HABILIDOSO LABORALMENTE, DESDE LUEGO, NO ES


Migraciones y refugio

Europa y las personas refugiadas



 Iosu Perales 
Ventosur
 31/10/2019 

Lo que el corazón te diga

I Parte

Los siempre sospechosos de todo, los que han sobrevivido a las pateras, y a las mafias, los que nunca sabe nadie de que aldea son, los mejores artesanos de la madera, los descendientes de aquellos que fueron esclavos en las minas de reyes y empresas europeas, los que mueren de paludismo y de malaria y del ébola y de las picadas de escorpión, los reyes del hambre, los que trapichean para mal vivir, los perseguidos en su propio país, los indocumentados en el nuestro, los manteros para poder pagar la leche de sus niños, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, que diría el poeta Roque Dalton, los que nacieron medio muertos y sobrevivieron medio vivos a las sequías, a la hambruna y la malnutrición, a las epidemias, al espanto, los tristes más tristes del mundo, nuestros hermanos. Ser africano, eso que se mueve, es la mitad de la vida que les dejaron.

Todo empezó cuando Europa se apoderó de África en la conferencia de Berlín, que abrió el canciller Bismarck a las 14 horas del 15 de noviembre de 1884, y mostró a los presentes el gran mapa de Kieper. No había en la sala ni una sola persona africana, ningún representante del continente a repartir, todos eran europeos, con hambre de colonialismo exacerbado, armados de regla y cartabón, dispuestos a despedazar el mapa allí mismo: Francia y Reino Unido se llevaron la mayor parte, Alemania, Bélgica, Italia y Portugal, se reservaron lo suyo, y España que ya declinaba en Cuba y no andaba sobrada de fuerzas se quedó con Guinea Ecuatorial, Sahara Occidental y una parte de Marruecos. Las metrópolis fueron a por todas: implantaron administraciones, se apoderaron de los recursos naturales, impusieron sus lenguas como las oficiales, forzaron cuanto pudieron la hegemonía de sus costumbres, trataron de bautizar y civilizar a los que pudieron, pusieron a trabajar a los nativos en condiciones de esclavitud a la búsqueda de diamantes, rebuscando en los lechos de los ríos. África un continente fabuloso para esquilmar, explotar y dominar. Los participantes en el reparto trazaron fronteras con tiralíneas (latitud y longitud, cursos de los ríos…) Pero no todo fue armonía. Los imperialismos chocaron, Italia contra Francia, Reino Unido contra Francia, Alemania contra Reino Unido, el Congo es disputado a mordiscos y el rey belga Leopoldo II proclama que la mayor parte de ese país queda como propiedad privada de la Asociación Internacional del Congo que él había creado. ¡Un país posesión personal de Leopoldo II!

Los colonizadores podían dictar las leyes que les pareciera, dado su abrumador poderío armamentístico, y configuraron países artificiales sin tener en cuenta las realidades étnicas y tribales, a las metrópolis les daba igual que las rayas fronterizas trazadas fueran en el futuro fuente de conflictos y de terribles guerras cronificadas. Su afán pasaba por el negocio, el comercio, y el deseo de mostrar poder y prestigio. Para todo lo cual engañaron a los jefes de las tribus con promesas que nunca cumplieron. Con lo que robaron las metrópolis levantaron ciudades de edificios y palacios monumentales y avenidas grandiosas. ¡Quién no admira París! ¡Ah Londres!

La conexión entre el reparto de África por potencias europeas y las migraciones a nuestros países ¿en que nos concierne? En que las colonizaciones arrasaron países hasta hace poco más de cincuenta años y nosotros, como conjunto de sociedad, somos los beneficiarios.

Los procesos de descolonización tuvieron lugar a mediados del siglo XX, como quien dice ayer. En 1955 África no contaba nada más que con un puñado de Estados independientes, Liberia, Egipto, Etiopía y la República Sudafricana con su apartheid. El Magreb se puso en pie y Burguiba, líder tunecino impuso a Francia la independencia en 1956. El mismo año el sultán que pronto sería el rey Mohamed V la logró para Marruecos. En Argelia la batalla fue a sangre y fuego. Pero De Gaulle tuvo que claudicar. Luego vendrían las independencias del África negra. En unos casos por vía pacífica, en otros como en Mozambique y Angola por las armas. Nació la Organización para la Unidad Africana en 1963 y parecía que el continente abría las puertas al desarrollo. Fue un espejismo.

En las metrópolis se impuso el pragmatismo y la retirada de los contingentes militares se hizo sellando lazos de cooperación que aseguraran la presencia de las compañías europeas. En general, los gobiernos autóctonos surgidos pronto demostraron vocaciones poco democráticas: los partidos únicos y las autocracias sustituyeron a los colonizadores, y los pueblos siguieron estando sometidos: al poder de unos pocos, a la corrupción, al robo, a la extorsión e incluso a los asesinatos de Estado. Los gobiernos nativos que llegaron al poder como movimientos de liberación se tornaron en mucho casos en gobiernos contra el pueblo. La tragedia del hambre y de la muerte en las selvas y en los desiertos siguió avanzando hasta el día de hoy. Europa y sus metrópolis hicieron alianzas con los nuevos gobiernos para asegurarse su influencia y la de los capitales europeos.

Así es que las mujeres y los hombres africanos, abandonados a su suerte, tienen una manía: se han creído el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Y de ahí que se creen con derecho a vivir mejor, y al desarrollo, y piensan que deben ser tratados con respeto por los descendientes de quienes les colonizaron. Y se han atrevido a venir. No sabían que aquí les esperaba un muro de concertinas, y la ley de extranjería para los que han tenido un poco más de suerte, y algunos políticos que se dedican a dedicarles infundios y amenazas, y mucha xenofobia y racismo a la vista y mucha más escondida en cada pliegue de nuestra sociedad. ¡Qué provocación creerse con derecho a mejorar sus vidas! dicen algunas o muchas voces; venir a molestar a los que durante décadas fuimos sus amos, y no necesitábamos permisos ni papeles para ocupar sus países porque estábamos investidos de una misión civilizadora... y del poder del dinero y de las armas.

Esto es lo que está pasando: los colonizadores de ayer, los que dejaron el continente esquilmado, son los mismos países que hoy levantan muros para evitar la llegada de los nietos, bisnietos y tataranietos de aquellos que fueron expropiados, robados, asesinados, en nombre del progreso. Y para colmo, algunos seres abyectos, personas sin humanidad, que desconocen la palabra solidaridad, políticos que a la caza del voto alimentan las bajas pasiones y la lucha de pobres contra pobres, y se permiten afirmar que vienen a cobrar ilegalmente la RGI, que vienen a engañarnos a nosotros que decimos ser el no va más de la generosidad, cuando en realidad son nuestros países los que hicieron el saqueo de África y nuestras sociedades de hoy son las beneficiarias de los avances tecnológicos, productivos, económicos y sociales que procuró la colonización. Nosotros lo beneficiarios deberíamos pedirles perdón a los tripulantes de las pateras, a los que yacen en las fosas del Estrecho, a los que deambulan vendiendo cualquier cosa, a los que piden ayuda en una esquina, y una manera de hacerlo es hacer frente a esos políticos sin alma, tipos peligrosos para la convivencia, seguramente de misa de domingo y que merecen ser excomulgados al menos socialmente.

Unámonos contra la infamia de algunos políticos y tendamos la mano a los tristes más tristes del mundo, a nuestros hermanos africanos. Unámonos contra la manipulación que nos quiere arrebatar todo gesto solidario y hagamos lo que el corazón nos diga.

Europa naufraga en el Mediterráneo
 
II Parte

El politólogo Sami Naïr (Tlemcen, Argelia, 1946) es un europeísta desencantado con la actual Europa, un defensor de los derechos humanos que denuncia su vulneración y no para de dar ideas para cambiar la vida de los pueblos. En su último libro Refugiados, publicado por Editorial Crítica, aborda con vehemencia un problema que está poniendo en tela de juicio los principios y valores fundacionales de la Unión Europea. Denuncia su carácter estrictamente economicista, su desunión, la ausencia de una política común para manejar el euro, y la necesidad urgente de una política común de fronteras frente a los fenómenos migratorios de nuestro tiempo, desde la aceptación de valores comunes que tengan en cuenta a los refugiados y a la demanda de solidaridad internacional.

Sami Naïr se muestra pesimista al afirmar que vamos por el camino contrario. Por eso reclama desde hace ya tiempo un gran debate sobre qué Europa queremos. Plantea la disyuntiva de actuar con los refugiados de manera civilizada o no civilizada como el dilema en que se juega el ser o no ser de Europa. Siguiendo a Naïr creo que en realidad este es un problema mundial, más allá de Europa, en la medida en que el último informe de ACNUR sobre Tendencias Globales nos asegura que a finales de 2015 un número de 65,3 millones de personas se encontraban desplazadas, en comparación con los 59,5 millones de doce meses antes. Atención, es la primera vez que se supera el umbral de 60 millones de personas obligadas a sobrevivir en refugios. ¿Qué hacer frente a semejante drama?

Sami Naïr propone una medida de urgencia: nos recuerda que tras la primera guerra mundial, en 1920, se dotó a los refugiados de un documento de tránsito, el Pasaporte Nansen, para poder circular libremente en busca de asilo. No es la gran solución, pero es una buena idea. Lo que no puede ser es mantener a los refugiados en campos de concentración a cielo abierto en las actuales condiciones infernales que padecen. Claro que ello supondría contar con una Europa abierta a la inter-solidaridad. Si con 512 millones de habitantes no podemos dar refugio a cinco millones es que algo va muy mal.

Hoy, tenemos a nuestras puertas a 4,9 millones de sirios de los que tres millones se encuentran en Turquía en condiciones durísimas, por las condiciones de la logística y la dureza del Gobierno autoritario de Erdogan. Además, Siria cuenta con otros 6,6 millones de desplazados internos. Irak, Somalia, Afganistán, son países que expulsan a ingentes cantidades de personas. Evito citar cifras mareantes que cualquiera puede encontrar en la web oficial de ACNUR. Pero hay que destacar que mientras países poderosos miran para otro lado, el pequeño Líbano acoge el mayor número de refugiados, un millón cien mil, en proporción a su pequeña población de 4,5 millones de habitantes.

La Europa que ahora protesta por el muro que pretende Trump para parar la emigración procedente de México, ha levantado siete alambradas por varios países, con una longitud actual de 1.200 kilómetros. Si la caída del Muro de Berlín fue acompañada de críticas a lo que había supuesto contra la libertad y dignidad de las personas, ahora, en pleno siglo XXI, los nuevos muros de alambre con púas ponen en entredicho las libertades en la Unión. Cuando se impide el ingreso a nuestro territorio de personas que huyen de guerras y de persecuciones se abren grietas anchas y profundas en los principios que decimos que importan. En Grecia, Macedonia, Eslovenia, Hungría, Croacia, Ceuta, Melilla y por supuesto en Turquía, se está enterrando los ideales de nuestra civilización. Europa enfrenta al fenómeno de los refugiados como si de una guerra se tratara.

Lo grave es que Europa no hace nada útil para dar respuesta a este problema a medio plazo. ¿Por qué no se esfuerza en una cooperación de desarrollo real en los países de origen? Proyectos que creen empleo y den estabilidad a poblaciones. ¿Por qué no implementa programas de formación profesional de jóvenes africanos que incluyan apoyos a emprendedores? Programas que incluyan a jóvenes ilegales a los que se les garantice que puedan volver sus países y regresar a Europa para proseguir su formación. Sami Naïr se hace estas y otras preguntas y advierte de un tipo de migración que presenta tintes dramáticos: se refiere a la migración ecológica que pronto será más importante que la económica y que tiene que ver con la escasez del agua que está matando masivamente en el África Subsahariana.

El pensador europeísta, al afirmar que en los últimos veinte años la política ha sido destruida por la economía que ha pasado el poder a grandes polos macroeconómicos, advierte de un modo pesimista, es decir realista, que los políticos que tenemos ahora, salvo excepciones, no son capaces de pensar de modo distinto al economicismo imperante. Tal vez por eso espera que más pronto que tarde se produzca un choque eléctrico que ponga fin a la inercia dominante del eje franco-alemán y que en Francia o en Alemania llegue un gobierno que diga ¡Basta!

Hay que habilitar una nueva legalidad solidaria. La UE ha querido sustituir la acogida regulada y suficiente por políticas de contención que están fracasando. El continente africano no tiene que perder y seguirá empujando migraciones. Europa es en buena parte causante del drama llamado África. La esquilmamos, la explotamos, la matamos, y ahora tenemos ante nuestras puertas a millones de medio muertos o medio vivos que luchan por sobrevivir. Hay que flexibilizar las entradas de quienes huyen del hambre; hay que hacer políticas de visados más democráticas; la UE debe establecer políticas de codesarrollo con un aumento notable de las ayudas a los países africanos. Nuestro continente es rico y desarrollado y debe implementar relaciones cooperativas y solidarias con los países mediterráneos y subsaharianos.

Más pronto que tarde hay que formular nuevas vías legales para la solicitud de asilo y residencia. Europa envejece y necesita de la migración para su propia existencia. Nuestro egoísmo y nuestros miedos pueden ser la tumba de un ideal llamado Europa. Que se activen de forma flexible los visados humanitarios. Que se flexibilicen los visados de tránsito para quienes proceden de países en conflicto. Toda Europa, incluidos los países que no son parte de la UE, deberían reunirse en una cumbre para tomar medidas dignas, eficaces y suficientes. El reparto de cuotas de acogida debe ser la expresión de un compromiso real, no como hasta ahora una medida cosmética sin recorrido alguno. Europa, raptada por poderes obscenos, el primero de todos el dinero, debe volver la vista a sus orígenes humanistas, es su única oportunidad.

Mientras llega una nueva oportunidad para redimir Europa, se muere en el Mediterráneo. Desde 2014 ya son unos 10.000 los ahogados. Solamente en 2016, aún habiéndose multiplicado los salvamentos, ya fueron 3.800 los que perdieron la vida. Consintiendo semejante tragedia, Sami Naïr teme la caída de un proyecto que fue fundado no sólo para preservar la paz sino que también para avanzar hacia una civilización nueva, democrática, tolerante, inclusiva y solidaria. Dice: “Si seguimos en este camino Europa va a desaparecer. Eso lo tengo totalmente seguro, la globalización se va a tragar a Europa”. Sin embargo hace un guiño al optimismo cuando añade: “Europa es muy viva políticamente. Avanzamos a base de crisis. Tendremos cada vez que plantearnos la cuestión de elegir civilización o barbarie, como sucede con los refugiados”. No cabe duda que Europa está a la espera de nuevos liderazgos. Los actuales son muy mediocres.

Ellos también son nosotros

III Parte

Miles de mujeres y hombres africanos, de todas las edades, yacen en el fondo del Mar Mediterráneo, el mismo que canta Serrat y que ha perdido toda su mitología melancólica para convertirse en una fosa común que inspira horror y huele a muerte. Los últimos 850 ahogados el día 18 de abril de este año han impactado en las conciencias de media Europa, pero nada comparable a si los muertos hubieran sido europeos. Hay muertos y muertos. De entre las varias categorías las muertes de africanas y africanos pertenecen a la última de todas. Después no hay más.

La respuesta europea no puede ser más decepcionante. Los jefes de gobierno reunidos en Bruselas han centrado sus decisiones en un esquema de seguridad que poco o nada ayuda a resolver el problema. Aumentar los esfuerzos en controles policiales de las costas mediterráneas, la posibilidad de bombardear barcos piratas atracados en Libia y acentuar la devolución de migrantes ilegales a sus países de origen, son los grandes acuerdos, más de lo mismo. Al menos también han decidido ser más eficaces en el rescate de migrantes náufragos y de barcos a la deriva. Pobre política que lejos de abordar el fondo del drama africano lo agudiza al negar lo evidente: las migraciones africanas proseguirán imparables.

La realidad es que en África se juntan 34 de los 48 países con menor nivel de vida del planeta. Más de 300 millones de personas sobreviven milagrosamente con menos de un dólar al día. Treinta millones de niñas y niños menores de cinco años sufren desnutrición y el 43% no tiene acceso al agua potable. En Etiopía y Burundi la renta per cápita es de menos de 90 dólares. La pobreza ha empeorado en los últimos 25 años según reconoce el Banco Mundial. La esperanza de vida se ha rebajado de 49 a 46 años. Las sequías, las hambrunas y las enfermedades representan un drama crónico, al que se suman las guerras en Siria, Eritrea, Libia, Sudán, Yemen, Irak, Chad, de las que huyen cientos de miles buscando asilo y refugio. Hoy día la mayor parte de migrantes provienen de países en guerra. Buscan salvar la vida y piden asilo.

Es tal el estado de desesperación de millones de seres humanos azotados por la pobreza o por las guerras que no hay ni habrá muros, alambradas o despliegues militares que impidan la continuidad de movimientos migratorios hacia Europa. Frente a ello la reacción de Europa, de sus instituciones es insolidaria, cicatera, excluyente, represiva. En realidad África retrata a Europa y desmonta ese discurso tan gastado que publicita valores morales muchos de ellos ya perdidos. La UE ni siquiera cumple el mandato internacional en materia de acogida de refugiados. Es más que evidente que las actuales políticas europeas han fracasado, no sirven para impedir la llegada de migrantes y producen miles de muertos. ¿Por qué mantenerlas?

Lo que hace falta es una política integral que combine al menos tres elementos: a) una política de apertura a la entrada legal y escalonada de migrantes, que son verdaderos refugiados políticos unos, económicos otros; en particular los gobiernos europeos deben cumplir la legislación internacional y las nacionales dando acogida a quienes provienen de países en conflicto y solicitan asilo; b) una política decidida de co-responsabilidad en políticas reales de desarrollo a fin de que los países africanos combatan eficazmente la pobreza, alcancen los Objetivos del Milenio e impulsen procesos productivos y económicos endógenos; c) la puesta en marcha de todos los medios necesarios para rescatar a quienes corren peligro en la mar. Hasta el momento la operación de rescate Triton de Frontex para salvar vidas ha resultado ser un fracaso, pudiéndose calificar de operación maquillaje de la Unión Europea con resultados criminales.

La otra medida que debe activarse de manera inflexible es la prohibición de venta y tráfico de armas al continente africano. El 95% de las armas y municiones que se utilizan en conflictos africanos no provienen de África. ¿Qué países son los grandes mercaderes d la muerte? Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, India, también España. Como es sabido no hay guerra sin armas, y hoy puede decirse que los conflictos armados africanos son un gran mercado para los fabricantes que constituyen lobbies poderosos que venden guerras. Los peces gordos de la exportación de armas procuran infiltrarse en las instituciones políticas para asegurar mejor el futuro de su negocio: la paz no lo es. Así por ejemplo el ministro de defensa del gobierno español Pedro Morenés fue consejero de la empresa Instalaza S.A. fabricante de bombas de racimo, cargo que dejó temporalmente para ser investido de ministro. Ha sido asimismo director ejecutivo en España de la empresa MBDA que diseña, fabrica y vende misiles.

Escapando de la muerte casi 50.000 inmigrantes tratan cada año de cruzar el desierto de Teneré –un desierto dentro del desierto, perteneciente a Níger- para acceder a Marruecos, Argelia o Libia. Salen de Agadez, pasando por Dirkou, bajo un calor insoportable, que supone una dura prueba de supervivencia en la que muchas personas pierden la vida. Los que llegan a las alambradas de Ceuta y Melilla, o a las costas de Argelia y Libia, son los afortunados a los que les espera el rechazo europeo. ¿Podemos dejarlos morir? ¿En nombre acaso de preservar nuestro estatus de vida? Entre el año 2000 y el año 2013, fueron 23.000 los migrantes muertos en el intento de llegar a Europa. Sé perfectamente cuál es la respuesta recurrente de mucha gente, incluso de la buena gente: “Pero, es que todos no cabemos”. Pero sí cabemos, y para empezar se debe abordar el drama humanitario de las bolsas de migrantes que permanecen en las fronteras mediterráneas del continente africano a la espera de una oportunidad. La elección es: o abrirles las puertas legalmente, o dejarles morir.

Por otra parte en la Unión Europea somos 510 millones de personas repartidas en 28 países. Una política coordinada y gradual en el tiempo que redistribuya la migración puede canalizar el ingreso de manera ordenada y legal a cientos de miles de africanos sin desestabilizar significativamente el equilibrio demográfico (España lleva dos años de saldo migratorio negativo). En realidad, según expertos en el conjunto de la UE podríamos llegar a un 2% más de la población que ya somos sin mayores trastornos. No sé si ese porcentaje es adecuado pero es el caso que todas las proyecciones estadísticas indican que la UE va a necesitar millones de migrantes en los próximos años (Alemania en primer lugar) Una política de apertura combinada en el tiempo con esfuerzos de desarrollo en países de origen y de pacificación de conflictos podría dar lugar a un escenario presidido por la aplicación de los Derechos Humanos.

Lo que no cabe en ningún caso es focalizar este enorme desafío humanitario, cada vez más imparable, como si fuera básicamente un problema de seguridad. Al contrario, debemos tratar a los migrantes como seres humanos con dignidad y derechos: ellos también son nosotros.

31/10/2019

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