martes, 13 de septiembre de 2022

¿Qué pasa en la central de Zaporiyia?: 1.200 toneladas de combustible nuclear que tienen al mundo en vilo

 


¿Qué pasa en la central de Zaporiyia?: 1.200 toneladas de combustible nuclear que tienen al mundo en vilo


Publicado el 11 de agosto de 2022 / Por 

La central nuclear de Zaporiyia tiene a la comunidad internacional en vilo. Actualmente está ocupada por los rusos, pero recibe ataques de las tropas ucranianas. Este viernes la planta recibió varios ataques, de los que rusos y ucranianos se culpan mutuamente de poner en riesgo la seguridad de las instalaciones. Desde el comienzo de la guerra, preocupaba que las hostilidades causasen una accidente. El temor a una nueva catástrofe nuclear en Ucrania ha vuelto tras los recientes ataques a la zona.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, arremetió contra Rusia al insistir en que “los ocupantes crearon otra situación extremadamente peligrosa para toda Europa”. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha advertido que cualquier ataque a una planta nuclear es “una misión suicida”. Entre las acusaciones cruzadas desde ambos lados, los ucranianos denuncian un “chantaje” ruso por comprometer la central, mientras que desde Rusia piden presionar a Kiev para que detengan los ataques contra Zaporiyia.

La central nuclear más grande de su tipo en Europa

La central nuclear de Zaporiyia es la más grande de su tipo en Europa. Está controlada por Rusia desde los primeros días de la guerra en Ucrania, aunque sigue controlada por técnicos ucranianos. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, aseguró que funcionaba con normalidad el pasado 7 de junio.

La planta está dotada de seis reactores tipo WWER-1000 y una potencia total de 6000 MW, lo que la convierte en la principal proveedora de electricidad de Ucrania con una generación de entre 40.000 y 42.000 millones de kWh de electricidad. Representa una quinta parte de la producción anual del país y la mitad de toda la producción entre las cuatro centrales nucleares ucranianas.

Actualmente, la planta contiene unas 1.200 toneladas de combustible radiactivo, cuya manipulación podría ocasionar un desastre que afectaría a los ucranianos y a la propia Rusia.

Para comprender las dimensiones de lo que podría suponer un desastre nuclear de estas características, el jefe de la Administración Militar Regional de Zaporiyia, Oleksandr Starukh, comparó la central con una bomba: “Si ocurre un incidente nuclear, no solo el sur de Ucrania, sino también Crimea (ocupada por los rusos) y Rusia se verán afectados. Una bomba nuclear contiene nueve kilogramos de uranio o plutonio, y nuestra planta tiene 1.200 toneladas. La contaminación puede ser bastante alta, pero… es la ruleta rusa”, señaló Starukh.

La instalación está situada en la zona esteparia de Ucrania, a orillas del embalse de Kakhovka. Su construcción comenzó en 1981 y se prolongó en varias etapas hasta 1995. En el año 2000 fue reconocida como una de las tres mejores del mundo por cumplir plenamente con los requisitos del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA). Fue también pionera en la instalación en seco de combustible gastado in situ, además de contar con 80 contenedores (aunque podría albergar hasta 380) para almacenar los elementos combustibles irradiados durante toda su vida útil.

Rusia mantiene informado al OIEA y refuerza su defensa antiaérea sobre la central

Desde su ocupación de la zona, los rusos mantienen informados al OIEA sobre la situación de la central. “Regularmente enviamos al OIEA información actualizada in situ, que se ve reflejada en las circulares informativas del Organismo, que desvelan de modo claro las acciones criminales de las Fuerzas Armadas ucranianas, cuya comandancia perdió definitivamente la capacidad de pensar racionalmente”, afirmaba la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova.

Las autoridades rusas que han sido impuestas en la región de Zaporiyia aseguraron que reforzarán la defensa antiaérea para evitar que la planta sea atacada. “Las medidas de defensa antiaérea serán reforzadas”, declaraba el dirigente prorruso de Zaporiyia, Yevgueni Balitski, en unas declaraciones a la televisión pública rusa.

Balitski ha confirmado que la planta funciona con “normalidad” tras ser reparadas las líneas eléctricas y naves industriales dañadas el pasado 5 de agosto en un ataque que los rusos atribuyeron a las fuerzas de Kiev.

El director general del OIEA, el argentino Rafael Grossi, se mostró muy preocupado por el bombardeo del viernes en la mayor planta atómica de Europa y alertó de que se está “jugando con fuego” y existe el riesgo de un “desastre nuclear”.

“Estoy extremadamente preocupado por el bombardeo de ayer en la planta de energía nuclear más grande de Europa, que subraya el riesgo muy real de un desastre nuclear que podría amenazar la salud pública y el medio ambiente en Ucrania y más allá“, advertía Grossi.

Ucrania y Rusia se acusan mutuamente de comprometer la central. Mientras que los rusos atribuyen los daños en la planta a un ataque ucraniano, del otro lado acusan a Rusia de atacar la planta nuclear y crear una situación “extremadamente peligrosa para toda Europa”. Además, Kiev ha solicitado una misión internacional de expertos, encabezada por la agencia nuclear de la ONU y antes de finales de agosto, para que evalúen el estado de la planta.

 

Fuente: Público

 

Imagen: “nuclear plant” by Talking Hæk is licensed under CC BY-NC 2.0.

 *++

Apagan el último reactor de Zaporiyia ante el riesgo de catástrofe nuclear

 



Apagan el último reactor de Zaporiyia ante el riesgo de catástrofe nuclear

 

Publicado el 13 de septiembre de 2022 / Por Redacción Kaosenlared

 

La planta nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, apagó el domingo pasado el último reactor en funcionamiento en prevenciòn de una catástrofe nuclear, según anunció Energoatom, la empresa ucraniana que opera la central, ocupada por fuerzas rusas desde marzo. La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), con dos expertos inspeccionando las instalaciones ucranianas desde hace diez días, ha confirmado la noticia de desconexión del reactor tras el restablecimiento del suministro eléctrico el pasado sábado.

El reactor había perdido la conexión con la red eléctrica debido a los bombardeos en la zona de la planta. El único reactor activo, ahora apagado, se limitaba a suministrar energía para que la planta pudiera seguir funcionando ya que si los reactores nucleares no reciben energía energía dejan de funcionar  los sistemas de enfriamiento, lo que puede dar lugar a un desastre radiactivo. “Se ha restaurado una línea eléctrica exterior de apoyo en la planta que proporciona la electricidad externa que necesita para refrigerar el reactor y otras funciones de seguridad“, ha afirmado la AIEA.

Ante el riesgo de catástrofe nuclear, “se ha tomado la decisión de apagar la unidad de energía número 6 y transferirla al estado más seguro: apagón en frío“, explica el comunicado de Energoatom. Hace semanas que Moscú y Kiev se acusan mutuamente de ataques en los alrededores de la central nuclear, y la semana pasada el equipo de la ONU que se desplazó constató impactos cerca de los reactores.

El operador ucraniano ha alertado que sigue habiendo un riesgo alto que la electricidad vuelva a sear cortada y, en este caso, la planta tendría que poner en marcha los generadores de emergencia para mantener los reactores fríos.

 

Fuente: Agencias

Imagen: “Centrale nucleare di Caorso” by Simone Ramella is licensed under CC BY 2.0.

 *++

EE.UU. El Pentágono anuncia, por primera vez, la cantidad de armas que ha suministrado a Ucrania

 

EE.UU. El Pentágono anuncia, por primera vez, la cantidad de armas que ha suministrado a Ucrania

 


INSURGENTE.ORG / 13 septiembre 2022

 

Según información facilitada por el Comando de Transporte de Estados Unidos a través de su jefa, Jacqueline Van Ovost, el país imperialista ha transportado, hasta el momento, alrededor de 47.000 toneladas de armas y equipo militar a Europa para asistir militarmente a Ucrania.

Se trata de:

140 sistemas de artillería y 660.000 proyectiles para ellos;

41.000 41.000  sistemas anti-blindaje;

400 400 sistemas de defensa aérea;

15 helicópteros;

38 radares;

200 armas pequeñas;

alrededor de 63,8 millones de cartuchos para armas pequeñas;

18 lanchas patrulleras, entre otros equipos.

Van Ovost expresó que “la velocidad a la que avanzamos y el nivel de ayuda que proporcionamos no tiene precedentes”, y reveló que para el transporte de las mencionadas armas se requirieron 754 vuelos a Europa. Otras entregas fueron realizadas por 28 barcos, 67 trenes y 1.500 remolques.

*++

¿Perderá Sánchez las próximas elecciones?

 

Juicio político y emociones morales en democracia


¿Perderá Sánchez las próximas elecciones?

 


Por José María Agüera Lorente

Rebelion / España

 | 10/09/2022 |

 


Fuentes: Rebelión


«El poder de atenernos a la razón y a la verdad existe en todos nosotros. Pero, por desgracia, otro tanto sucede con la tendencia a atenernos a la sinrazón y la falsedad, especialmente en esos casos en que la falsedad evoca alguna emoción grata o el recurso a la sinrazón hace vibrar alguna cuerda en las primitivas y subhumanas profundidades de nuestro ser.» (Aldous Huxley Un mundo feliz.)

Es lo que le faltaba al Presidente Pedro Sánchez, que volvieran a la carga los ogros del independentismo catalán y de ETA. El primero revitalizado por obra y gracia del dictamen emitido hace unos días por el Comité de Derechos Humanos de la ONU, según el cual España violó los derechos políticos de Oriol Junqueras, Raül Romeva, Josep Rull y Jordi Turull al retirarles su acta en el Parlamento de Cataluña tras su procesamiento por rebelión en la causa del procés. En cuanto a la extinta banda terrorista vasca, el anunciado acercamiento de varios de sus más sanguinarios e irredentos miembros a cárceles del País Vasco la ha resucitado en el imaginario colectivo, demostrando por enésima vez que hay fantasmas que nos son muy queridos y otros no tanto dependiendo de las filias y las fobias vinculadas a los sesgos ideológicos. Ambos son en cualquier caso triggers o «disparadores», como se les llama en psicología a aquellos estímulos que, sin pasar por el análisis racional consciente, provocan en las personas respuestas difícilmente controlables por su intensidad emocional. Estos resortes son los que un demagogo que se precie ha de conocer bien si quiere que sean efectivos sus falaces argumentos; el principal de ellos, tan viejo como el nacimiento de la propia retórica, el argumento ad populum, con el que se juega con los sentimientos de la audiencia para ponerla de nuestro lado, sin reparar en la verdad de lo que se dice ni en la solidez lógica del razonamiento. Nada nuevo bajo el Sol, como fue puesto en evidencia por Sócrates hace dos mil quinientos años en aquella Atenas democrática en la que prosperaron los sofistas. La muerte del maestro y amigo de Platón fue la prueba de que con la verdad no basta para ganarse el favor de tus conciudadanos.

Seguramente no es la primera vez que lo escribo: nada más impopular que la verdad. Es una de las paradojas que definen al ser humano, animal de las mil y una paradojas: busca la verdad con el mismo afán con el que la manipula y disfraza. Ya lo dejó escrito Friedrich Nietzsche en su ensayo de finales del siglo XIX titulado Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, con estas palabras que no me resisto a citar: «apenas hay nada tan inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad». ¿Qué diría el filósofo alemán de la actual moda de la posverdad?

Pero volvamos a los mártires indepes y a los etarras desplazados. Aparte de que la causa común de sus respectivos sinos consiste en sus ardores nacionalistas, comparten ambos disparadores emocionales el ingrediente de las víctimas. En un caso las víctimas son los nombrados políticos catalanes, en el otro son los afectados por los asesinatos cometidos por los terroristas presos. En ambos casos la indignación que puede rayar en cólera proviene de la percepción intuitiva de una injusticia, de una falta de reconocimiento del daño por unos infligido y por otros padecido. Por lo que atañe a los políticos catalanes sus afines se indignarán por la injusticia cometida por el Estado, y sus detractores por la injusticia que se comete contra la nación española que no es comprendida en su defensa de la amenaza secesionista. En cuanto a quienes mataron creyéndose soldados de una guerra en la que se trataba de conducir al pueblo vasco hacia el paraíso de una patria plenamente abertzale están quienes vieron morir a sus seres queridos y quisieran una reparación plena y satisfactoria de su pérdida, cosa por otro lado del todo imposible.

El que fuera calificado como el más iconoclasta crítico de arte de América, el australiano Robert Hughes, ya hace décadas que llamó la atención sobre el poder de la víctima. Según sostiene en su libro La cultura de la queja, en la sociedad norteamericana «los únicos héroes posibles son las víctimas». ¿Cómo ejercen su poder las víctimas? Mediante el soborno emocional o la generación de culpabilidad social. Se trata de mecanismos infantilizadores, pues su empleo conlleva que la exigencia de los derechos no va acompañada de la otra mitad de lo que constituye la condición de ciudadano: la aceptación de los deberes y las obligaciones. Su efecto último y más preocupante –que no detectable a primera vista– es el debilitamiento de la democracia, dado que sustituye el criterio de la racionalidad universal por el del sentimiento particular al que se le atribuye valor de verdad sin más. Se ve muy bien este pernicioso efecto en el delito aún vigente en nuestro código penal que reconoce la ofensa de los sentimientos religiosos, dándole valor de universalidad a una experiencia absolutamente personal y subjetiva de difícil convalidación objetiva. Así, la democracia, artificio eminentemente institucional, por el que se define el ámbito de la convivencia política de acuerdo con el modelo de la racionalidad, muta en campo de batalla de las experiencias y sentimientos personales. El espacio para la solución de los conflictos de manera inteligente y sosegada y, por ende, el grado de posibilidad de alcanzar acuerdos disminuye ante el avance de lo que se ha dado en denominar polarización afectiva, definida como la distancia emocional entre el afecto que despiertan quienes simpatizan con nuestras mismas ideas políticas en contraposición con el rechazo hacia quienes tienen opiniones distintas. El reciente intento de magnicidio que tenía como objetivo la Vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner ha coincidido en el tiempo con el discurso del Presidente norteamericano Joe Biden en el que alertaba a la ciudadanía sobre las amenazas que se ciernen en la actualidad sobre la democracia. En una sociedad expuesta a las turbulencias de la polarización la verdad pierde todo su poder sanador. Es más: pasa a convertirse en un engorro.

Por eso Pedro Sánchez tiene muy difícil ganar las próximas elecciones; porque su gestión, dirigida en gran medida, con mayor o menor acierto, a proteger el bienestar de la mayoría social de este país en sucesivas coyunturas de extraordinaria dificultad (pandemia y crisis sobrevenida a causa de la guerra en Ucrania) no puede lucir frente a los disparadores emocionales que aprovechan la llama de la polarización afectiva y el enorme poder del individualismo. Este último quedó de sobras demostrado con el triunfo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, en cuya campaña logró la exitosa inserción de una idea de libertad sólo entendible si se asume tal sesgo ideológico.

El éxito de la política conservadora en general, a escala mundial, ha radicado en su modificación de lo que el antropólogo Wade Davis denomina «etnosfera», noción adaptada de la de biosfera. La etnosfera es algo así como la atmósfera cultural que respiramos, constituida por el sistema de ideas, convicciones, mitos y actitudes que prevalecen en la sociedad en un momento determinado. De ella resultan las cosmovisiones que moldean cómo pensamos y actuamos. Se halla sujeta a cambios constantes que devienen en lo que podemos reconocer como una suerte de evolución cultural. Se ve, pues, que igual que la biosfera evoluciona, lo hace la etnosfera, pero los factores de ambos procesos, claro está, no son los mismos. En la evolución cultural, y en lo que respecta al marco político dentro del cual se juzga en democracia, entre otras cosas, la labor de un gobierno, tienen mucho que decidir el resultado de la lucha ideológica así como los acontecimientos históricos y las inercias que de ellos resultan. A este respecto, a finales del siglo XX se abrió un proceso de cambio en la etnosfera política; perdió fuerza la creencia en los valores colectivos, como la justicia social, y gradualmente la ganó la ideología del individualismo. Su creciente pujanza en el mundo occidental vino de la mano del ascenso del neoliberalismo y del capitalismo consumista. ¿Puede ser que la explicación para el éxito político del Partido Popular en Andalucía después de décadas de domino socialista radique en esa evolución de la etnosfera, que quita relevancia al valor de la justicia social? Y podría valer como explicación asimismo del incremento del negocio de la sanidad privada cuando se proclamaba con la pandemia toda clase de loores a la sanidad pública, ahora indefensa en la práctica. Síntoma en la misma línea ideológica es que la desigualdad, creciente desde hace décadas, no aparezca en las encuestas en las que se pregunta a la ciudadanía sobre los principales problemas que le preocupan.

Es verdad que la cosmovisión que dimana de esa etnosfera actualmente vigente da síntomas de agotamiento a la hora de afrontar la solución de problemas globales de enorme magnitud y que suponen un peligro existencial para la humanidad (como la emergencia climática, la crisis energética o la propia desigualdad en aumento), pero la inercia histórica es un elemento nada despreciable de oposición al cambio así como la resistencia de la minoría favorecida por el presente statu quo. Las élites del diez y el uno por ciento disponen de una cantidad y variedad de recursos considerable para incidir en la evolución del marco político dentro del que caben las opciones concebibles.

Por otro lado, y profundizando en las raíces antropológicas, hay que tener en consideración las tesis que el psicólogo moral Jonathan Haidt desarrolla en su libro La mente de los justos. En él define los fundamentos morales en los que se basa el juicio político de los seres humanos, de todos, porque encuentra razones para presentarlos como elementos de una condición innata. Resultado de las observaciones antropológicas y de la teoría evolutiva tendríamos una especie de borrador de la naturaleza humana. De él, por así decir, sería parte constitutiva el conjunto de los elementos que conforman la estructura según la cual percibimos los hechos morales (y, por ende, políticos). No quiere decir que sean necesarios y determinantes, ya que son moldeables en función del contexto sociocultural donde el sujeto desarrolla su vida. Esto es congruente con lo que anteriormente se ha dicho sobre la etnosfera y la evolución cultural, que es incompatible con rígidas formas a priori.

Jonathan Haidt está convencido de que los políticos conservadores tienen una mejor comprensión intuitiva de los fundamentos morales sobre los que se asienta el gusto moral de la gente. Refiriéndose a los demócratas, que en Estados Unidos son los liberales –es decir, los que nosotros denominaríamos aquí progresistas–, los ve como promotores de políticas que priorizan la colectividad a costa del individuo, «políticas que –en sus palabras– los dejan expuestos a las acusaciones de traición, subversión y sacrilegio». Pedro Sánchez ha subrayado el valor de la justicia social a la hora de asumir los esfuerzos que la complicada coyuntura que se presenta nos exige; un valor colectivo, que no cotiza al alza en la etnosfera dominante en nuestra sociedad fuertemente condicionada por el poderoso componente individualista. Sus apelaciones a la protección del bienestar de las clases media y trabajadora conectaría malamente con la sensibilidad política de la mayoría de las personas, de acuerdo con las tesis de Haidt, amén de quedar deslucidas tras las iniciativas con fuerte halo feminista y de favorecimiento del colectivo LGTBI, potenciando al mismo tiempo la polarización afectiva (las acusaciones de Alberto Núñez Feijóo de que la política del Presidente Sánchez divide a la sociedad se aprovechan de ese efecto en buena parte de la opinión pública). Y, en efecto, sus acuerdos con las minorías nacionalistas (antagonistas del nacionalismo español) dan credibilidad para muchos a esas acusaciones a las que según Haidt están intuitivamente expuestas las políticas de izquierdas: traición a las victimas del terrorismo etarra (se lo hemos oído hace poco a algún portavoz de las víctimas), subversión del orden constitucional por sentarse a dialogar con los independentistas catalanes, sacrilegio, pues se atenta contra la sagrada unidad de la nación española.

La democracia no es un sistema natural ni una institución de larga tradición histórica como la religión. Es un producto cultural, artificial por tanto, muy complejo y muy frágil en muchos sentidos, contrario a rasgos muy insertos en la naturaleza humana, como el sentido tribal y los gustos morales innatos, todos ellos elementos apuntados por Jonathan Haidt en su mencionado libro; y que son contrarios a la racionalidad, imprescindible ideal que hay que tener siempre como referente para que la democracia funcione, pues solo desde la racionalidad podemos compartir un territorio común en el que dirimir civilizadamente los conflictos que son insoslayables en la convivencia humana.

La deriva de las democracias liberales en lo que llevamos de siglo, paradigmáticamente representada por el trumpismo, el Brexit y el procés, lleva a lo que el filósofo inglés Bertrand Russell llamó con un neologísmo emocracy, «emocracia». Lo acuñó en 1933para referirse al desbordamiento emocional de la Alemania nazi. En la presente coyuntura histórica si la emocracia prospera frente a la democracia, ¿seremos capaces de dar respuesta a los riesgos existenciales globales que hoy acechan a la humanidad?

 *++

Brasil: las elecciones más importantes de la región

 

Los jueces acabaron por exonerar a Lula de las imputaciones de un juez con delirio persecutorio. El triunfo de la derecha reaccionaria ha sido así algo circunstancial: casi con toda seguridad, Lula volverá. Algo que Brasil necesita imperiosamente


Brasil: las elecciones más importantes de la región


Vijay Prashad

El Viejo Topo

13 septiembre, 2022 

 

El ex presidente brasileño Luíz Inácio Lula da Silva (conocido como Lula) camina de aquí para allá sobre el escenario del Memorial de Latinoamérica en São Paulo. Ahí estuvo el 22 de agosto de 2022, hablando en el lanzamiento de un libro de fotografías de Ricardo Stuckert sobre los viajes que el ahora candidato hizo alrededor del mundo durante su presidencia (2003 a 2010). Lula es un hombre bastante enérgico. Evoca cuando estuvo en Irán en 2010 con su canciller, Celso Amorim, tratando de mediar y cerrar el conflicto sobre la política de energía nuclear de Irán impuesto por los Estados Unidos. Lula logró asegurar un acuerdo que hubiese evitado la actual campaña de presión que Washington conduce contra Teherán. Un aire de alivio poblaba el ambiente. Luego, dijo Lula, “Obama orinó fuera del recipiente”. Según su versión, el para entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, no lo aceptó, pulverizando todo el esfuerzo de llevar a todas las partes a un acuerdo emprendido por la dirigencia brasileña.

El relato de Lula pone dos puntos de importancia sobre la mesa: fue capaz de construir el papel de Brasil en América Latina al ofrecer liderazgo en la lejana Irán en sus anteriores períodos como presidente, y no teme expresar su antipatía por la forma en que los Estados Unidos está hundiendo voluntariamente la posibilidad de paz y progreso en todo el mundo en función de sus intereses miopes.

El lanzamiento del libro se dio durante su campaña presidencial contra el actual gobernante – profundamente impopular – Jair Bolsonaro. Lula actualmente está al frente de las encuestas para la primera ronda electoral que se dará el 2 de octubre.

Fernando Haddad, que lanzó su candidatura contra Bolsonaro en 2018 y perdió tras recibir menos del 45% de los votos, me dijo que estas elecciones siguen siendo “riesgosas”. Puede que las encuestas arrojen que Lula está al frente, pero Bolsonaro es conocido por jugar sucio para asegurar su victoria. La extrema derecha en Brasil, como en muchos otros países, es feroz en sus formas de disputar el poder estatal. Bolsonaro, dijo Haddad, está dispuesto a mentir abiertamente, diciendo cosas ofensivas en los medios de la extrema derecha y luego cuando es confrontado sobre eso en los medios mainstream, tiende a fingir ignorancia. “Fake news” parece ser su mejor defensa cada vez que lo atacan. En su discurso político, la izquierda es mucho más sincera: los izquierdistas se niegan a mentir y están ansiosos por traer al centro del debate político los temas del hambre y el desempleo, la desesperación y los avances sociales. Pero hay menos interés en estos asuntos y menos ruido sobre ellos en el paisaje mediático que prosperan con las acciones teatrales de Bolsonaro y sus seguidores. La vieja derecha tradicional está tan rebasada como la ultraderecha, que ahora es un espacio comandado por Bolsonaro (la vieja derecha tradicional, los hombres en trajes oscuros que toman las decisiones fumando puros y tomando cachaça son incapaces de suplantar al actual presidente).

Tanto Bolsonaro como Lula enfrentan un electorado que o bien los aman o los odian. En esta carrera queda muy poco espacio para la ambigüedad. Bolsonaro no solo representa a la extrema derecha, cuyas opiniones aboga abiertamente, sino que también lo hace con grandes secciones de la clase media, cuyas aspiraciones de riqueza permanecen en gran medida intactas a pesar de que la realidad de su situación económica se ha deteriorado en la última década. El contraste entre el comportamiento de Bolsonaro con el de Lula durante sus respectivas campañas es total: Bolsonaro ha sido tosco y vulgar, mientras que Lula es refinado y presidencial. Si Lula gana las elecciones, es probable que tenga más votos de aquellos que odian a Bolsonaro, que de aquellos que lo aman a él.

La ex presidenta Dilma Rousseff es reflexiva respecto a la vía para avanzar. Me dijo que probablemente Lula gane porque el país está harto de Bolsonaro. Su horroroso manejo de la pandemia de COVID-19 y el deterioro de la situación económica en el país dejan retratado a Bolsonaro como un administrador ineficiente del Estado brasileño. Sin embargo, Rousseff señaló que a casi un mes antes de las elecciones, el Gobierno de Bolsonaro – y las gobernaciones regionales – han estado lanzando políticas que comenzaron a aligerarle la carga a la clase media, como el levantamiento de los impuestos sobre la gasolina. Estas medidas pudieran llevar a algunas personas a votar por Bolsonaro, pero incluso así es poco probable. La situación política en Brasil sigue siendo frágil para la izquierda, con los principales bloques en la derecha (el agronegocio, la religión y el ejército) dispuestos a emplear todos los medios para mantener su control sobre el poder; fue esta coalición la que condujo un “golpe legislativo” contra Rousseff en 2016 y se valió del “lawfare”, el uso de la ley con motivos políticos, contra Lula en 2018 para evitar que lanzara su candidatura contra Bolsonaro. Estas frases (golpe legislativo y lawfare) ahora forman parte del vocabulario de la izquierda, que claramente comprende que el bloque de derecha (lo que llaman centrão) no se detendrá en la prosecución sus intereses de sentirse amenazados.

João Paulo Rodrigues, dirigente del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) es un asesor cercano a la campaña de Lula. Me dijo que en la elección presidencial de 2002, Lula ganó contra quien era el gobernante del momento, Fernando Henrique Cardoso, por el inmenso odio a las políticas liberales que Cardozo había promovido. La izquierda estaba fragmentada y desmoralizada al momento de la elección. El tiempo de Lula en el Gobierno, sin embargo, ayudó a que la izquierda se movilizara y organizara, aunque incluso en este período el foco de la atención popular estaba más sobre el propio Lula que en los bloques que componían a la izquierda. Durante el tiempo en el que Lula estuvo encarcelado acusado de corrupción, algo que la izquierda dice que fue fraudulento, se convirtió en la figura que la unificó: Lula Livre fue el eslogan unificador, y la letra L se convirtió en el símbolo (uno que continúa siendo usado en esta campaña electoral). Mientras que hay otros candidatos de izquierda en la contienda electoral, para Rodrigues no quedan dudas de que el portaestandarte y la única esperanza de Brasil para salir del divisivo y altamente peligroso liderazgo del presidente Bolsonaro. Uno de los mecanismos para construir la unidad de las fuerzas populares alrededor de la campaña de Lula ha sido la creación de los Comités Populares, que han estado trabajando tanto en la unidad de la izquierda como en la creación de una agenda para su Gobierno (que incluirá la reforma agraria y políticas más robustas para las comunidades indígena y afrobrasileña).

Las condiciones internacionales para una tercera presidencia de Lula tienen la suerte a favor, me dijo Rousseff. En América Latina, un rango amplio de Gobiernos de centro-izquierda han llegado al poder (incluyendo en Chile y Colombia). Pese a que no son Gobiernos socialistas, no obstante, están comprometidos en construir la soberanía de sus países y crear una vida dignificada para sus ciudadanos. Brasil, el tercer país más grande de América (detrás de Canadá y los Estados Unidos), puede jugar un papel de liderazgo en la conducción de esta nueva ola de Gobiernos de izquierda en el hemisferio, dijo Rousseff. Haddad me dijo que su país pudiera liderar un nuevo proyecto regional, que incluiría la creación de una divisa regional (el sur) que no sólo sería empleada para el comercio transfronterizo sino también para crear fondos de reserva. En este momento Haddad está lanzando su candidatura para ser gobernador de São Paulo, cuya ciudad más importante es la capital financiera del país. Una moneda regional de este tipo, cree Haddad, resolvería los conflictos en el hemisferio y construirá nuevos nexos comerciales que necesitan ser independientes de las grandes cadenas de suministros que fueron desestabilizadas por la pandemia. “Dios mediante, crearemos una moneda común en América Latina porque no tenemos que depender del dólar”, dijo Lula en mayo de este año.

Rousseff está ansiosa por que Brasil regrese a la escena mundial a través del bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), y ofrezca el tipo de liderazgo de izquierda que ella y Lula le dieron a esa plataforma hace una década. El mundo, dijo Rousseff, necesita de una tribuna así para ofrecer una dirección que no se base en amenazas, sanciones y guerra. La anécdota de Lula sobre el acuerdo con Irán es descriptiva ya que demuestra que un país como Brasil bajo un mandato de izquierda está más que dispuesto a resolver los conflictos en lugar de exacerbarlos, como lo han hecho los Estados Unidos. Hay esperanza, señaló Rousseff, de que una presidencia Lula ofrezca ese liderazgo robusto para un mundo que parece desmoronarse debido al sinnúmero de desafíos como la catástrofe climática, la guerra y la toxicidad social.

Fuente: Globetrotter.

 *++