jueves, 6 de agosto de 2009

MANIFESTACION EN LA MUELA PARA LIMPIAR EL CORRAL DEMOCRÁTICO: DIMISION DE LA ALCALDESA EN LIBERTAD PROVISIONAL POR OBRA Y GRACIA DE 800.000 EUROS

(Momento de la detención de la Alcaldesa de La Muela, Maria Victoria Pinilla, antes de su ingreso en la Cárcel de Zuera, hoy en libertad provisional)

La plataforma de vecinos creada en La Muela a raíz de la trama de corrupción urbanística destapada en el municipio ha convocado una concentración para el próximo viernes, 7 de agosto, en la que exigirán la dimisión de la alcaldesa, María Victoria Pinilla, y de su equipo de Gobierno. Desde la organización se ha solicitado la asistencia de los sectores sociales más comprometidos en la lucha contra la especulación y la corrupción inmobiliaria.
Para acudir a la protesta desde Zaragoza, Ecologistas en Acción hemos organizado una cita el próximo viernes 7, a las 8.00 de la tarde, en el Paseo María Agustín delante del Museo Pablo Gargallo, para poder acudir con coches privados. Os rogamos acudáis con vuestro vehículo para dar opción de transportar a otros compañeros
La concentración se celebrará en la plaza Corazón de Jesús del municipio, según indicó un miembro de la entidad que explicó que mañana se entregarán en el edificio Pignatelli de Zaragoza, sede del Gobierno de Aragón, miles de firmas en favor de la disolución del consistorio. Hasta el momento se han recogido más de 9.000 firmas para pedir la creación de una comisión gestora que tome las riendas de la población.

CARTAS DE AMOR


(9)

(Camino de entrada al lugar donde estaba Santa Rita, Isla Mayor, Sevilla)


RECUERDOS

Recuerdos. Recuerdos. ¿Pero que es recordar?

Sí. Media noche por lo menos. Es muy tarde, más de las doce. La Misa de El Gallo ha sido ya y no me gusta.
A mi no me parece que un niño de yeso, o de piedra, porque es muy duro, sea El Niño Dios. Además tiene los pies muy fríos y tampoco sé porqué se le tiene que besar en los pies y no en la cara o en la frente o en la cara, como me besan mis padres a mi.
Y tampoco sé porqué hay que comerse las doce uvas de golpe y porrazo. De prisa no se debe comer, y los pasteles si te gustan no es malo, pero si te gustan mucho y el pastel es de grande como la cabeza de un hombre, y te lo quieres comer todo tu solo, como está dibujado en el Nuevo Catón que mi padre me ha traído de Sevilla, entonces eres un glotón.
Un glotón es un niño que se quiere comer un pastel como la cabeza de un hombre, pero yo no sé si hay pasteles tan grandes. A lo mejor no hay ningún pastel tan grande. Los del Pastelero que está en la esquina de García, frente al cine de madera de la Compañía, donde los hombres que hacen los canales dejan sus bicicletas por el día, mientras comen, y que nos compra mi padre a mi madre y a mi, cuando nos lleva al cine del pueblo los domingos por la noche, son como mi mano.
El pastel más grande que he visto es como media mano de mi padre, cuadrado, como un helado de corte de los que vende Garrigós, junto al puente de Jordana. Tiene galletas y todo y es blanco, igual que el helado, pero el pastel no está helado.
A mi padre le gustan mucho y mi madre se los compra. A mi también me gustan, pero no mucho, porque al comértelos, la cosa blanca que tiene entre las galletas, que está muy dulce, como una espuma, pero mas espesa, te mancha y se te queda pegajosa la cara y te tienes que lavar y a mi tampoco me gusta mucho lavarme.
De todo lo que he comido esta noche, lo que más, lo que más me ha gustado, ha sido el melón.
Mi padre dice que las cosas que no hay son las mejores cuando te las comes. Y por eso mi padre, cuando es verano, y los melones están gordos y maduros en las matas, va al melonar muchas veces y se va fijando en los mejores melones, los coge, los ata con una cuerda, o con una enea y los cuelga en unos clavos que tiene puestos en las vigas de madera del almacén, y así están colgados hasta que llegan Las Pascuas.
A Las Pascuas por ahí fuera, en Sevilla también, me parece que le llaman Navidades, pero aquí son Las Pascuas.
Lo que más me gusta de las Pascuas es lo de ahora, cuando ya es muy de noche muy de noche, y entra mi padre o mi madre a la habitación para despertarme, porque han venido a felicitarme a la casa de Santa Rita Los Campanilleros. Me han cantado unas canciones que se llaman villancicos.
Los Campanilleros son como las comparsas de Cádiz, pero en vez de cantar canciones metiéndose con la gente, cantan villancicos.
Algunos villancicos son muy graciosos y divertidos. En un villancico, de todos el que más me gusta, entran unos ratones al Portal de Belén y hacen un destrozo grande.
A San José le rompen los pantalones. Se los muerden, luego se le comen el chocolate, y a María también le hacen algo, pero no me acuerdo ahora mismo qué.
Mi nombre verdadero, como yo querré que me llamen cuando sea un hombre, como Paco o Curro, es Manuel, pero me llaman Manolito, y porque me llamó así es por lo que vienen los Campanilleros a mi casa el día uno de Enero, bueno, antes de que se haga de día, y mis padres le ponen en la mesa grande muchas cosas dulces para que Los Campanilleros después de cada villancico que cantan, cojan lo que quieran: polvorones de Estepa, un pueblo que está muy lejos de aquí, más allá de Sevilla, y mojones de perros, aunque en realidad no se llaman así, en el papel que los envuelven pone “alfajores”, pero yo no sé leer todavía bien.
En la mesa grande también ponen mis padres muchas botellas de vino, aguardiente de los dos, del dulce y del seco, y otras botellas muy raras, para que los Campanilleros puedan beber también todo lo que quieran.
Dicen que si bebes mucho la vista se te nubla, pero yo creo que lo dicen los mayores para meternos miedo a los niños y no bebamos. Así que no me lo creo.
Lo que si pasa, como me pasó a mí, es que si te bebes dos vasos de mistela, un vino muy dulce, que la mesa grande se menea, va de un sitio a otro, pero la vista no se nubla, y te dan muchas ganas de cantar aunque no sepas, porque yo no se cantar y canté. Y de esto los mayores se ríen, no sé por qué.
*

CARTAS DE AMOR

(8)

De escuelas siempre anduvimos mal. Ahora ya es otra cosa, pero entonces estábamos mal del todo. Tanto que en Isla Mayor (ni siquiera el pueblo se llamaba así) no había ninguna.
A la primera escuela que fui fue a la de Juana “La Loca,” que estaba en el barracón de Maquique. Mamá me hizo un babi y todo, y una cartera de tela que me la podía poner en bandolera, en la que llevaba la cartilla “RAYAS”, pero la de muy pocas hojas; un lápiz; un sacapuntas y una goma de borrar, y la reiterada advertencia de que me portara bien. Y me porté, eh.
En aquella escuela me aprendí la a de abanico; la e de erizo; la i de iglesia; la o de ojo y la u de uva. Después que la m con la a se decía ma y días más tarde me aprendí “amo a mi mamá.”
Pero en realidad donde de verdad aprendí antes de empezar a estudiar fue en la escuela de usted, o sea, en nuestra casa del Grupo Beca, 23, frente a la herrería de Salvador, que yo creo que fue la primera escuela mixta, porque venían muchos niñas y niños, a los que usted o mamá, no lo sé, nos ponía en dos habitaciones aparte, pero luego nos juntábamos todos, y las más mocitas buscaban estar con el mocito que le gustaba.
Después, cuando nos mudamos a la casa del Toro, muchos niños de aquellos, como Alfonso y José siguieron viniendo y otros nuevos de zonas de más allá del Sanatorio, pero cuando nos fuimos a Santa Rita, como quedaba muy lejos, ya fueron otros los niños y una niña y dos tractoristas que acudían a sus clases, estos dos últimos, como querían sacarse el carnet de tractorista y no sabían leer, también tuvieron que ir.
Pero ahora lo que yo le quería decir, es que de nuestra casa del Grupo Beca la han hecho almacén, juntándola con la de Arturo.
Si la viera le pasaría como a mí, que no la reconocería por la forma. La ventana que da a la calle Cervantes, la de mi habitación, está en el mismo sitio, pero un poco más grande y más fea, y la puerta de entrada, por la que yo miraba por el postigo para ver si había pasado la flama del sol, a la hora de la siesta, y poder salir a la calle, y donde tantas veces vi como le despedía y le recibía mamá cuando se iba y venía del trabajo, también la han hecho más grande, y la han corrido un poco a la derecha, yo creo que queda a la altura del patio, donde usted plantó aquel eucalipto que trajo de Colinas, pero que luego tuvo que arrancar, porque se hacía muy gordo y podía tirar la pared.