jueves, 31 de mayo de 2012

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REINO DE ESPAÑA: MAS CORRUPCIÓN, MENOS DISIMULADA Y MAS ALTA

(A la derecha, el Jefe del Estado, el Rey, excelente tiroteador de elefantes que sólo le hacen falta siete tiros para darle. A la derecha de la derecha del Rey, el presidente del Consejo General del Poder Judicial, que se gasta 13.000 euros en unas canas al aire con su amigo o lo que sea, y dice que qué pasa)




“Este señor se ha zumbado veinte cenas en un hotel de lujo. A mí que tenga la relación con quién le dé la gana tener. En eso barra libre, pero que lo pague él. Lo que no puede ser es que todo el mundo sepa con quién se está yendo este señor, que todo el mundo sepa lo que está haciendo, pero que nadie se atreva a decirlo” (José María Garrido. El Plural.com, 30.05.2012).
 Así de tajante, y para mi veraz, se mostró este martes el periodista José María Calleja en el programa que Julia Otero dirige en Onda Cero sobre a la polémica generada en torno a Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). O sea, que el presidente del Consejo General del Poder Judicial se nos va de picos pardos. Y en esto a mi como si se la machaca entre dos piedras.
 Y si ese machaqueo es entre amigos, como parece el caso, de que te me te doy un peñascazo yo a ti y tú que me te das otro a mi, más que nada para compensar y complacer al alimón, pues allá que te va, que no quede la cosa por falta de pescañazos en mitad de ciertas partes, que todo es cuerpo y el cuerpo lo ha hecho Dios. Pero que este peñasqueo mutuo entre el presidente del Consejo General del poder Judicial y su amigo, mediando el amor puro entre peñascazo y peñascazo, porque si no es puro, apaga y vámonos que no es amor, corra en euros por cuenta de los contribuyentes ya es harina de otro costal. Del costal de pura y solemne corrupción en el poder judicial, que está a tono con la esencia del régimen, eso si, pero es corrupción, eso también, y pecado de los gordos, porque según me tengo yo entendido por los obispos, dado que no hay obispas, que el fornique fuera del santo matrimonio es pecado, y en el caso del presidente del Consejo General del Poder Judicial, pecado capital, porque el capital gastado con su amigo en ese zumbe de veinte cenas que se menciona al principio ha sido pagado con capital no perteneciente ni pertinente ni moliente del susodicho presidente del Consejo General del Poder Judicial, que por cierto, a este Consejo General del Poder Judicial habrá que respetarlo o, por lo menos guardar las formas, que ya sabemos que la mujer del César no era puta, pero además, ella que era muy suya, además, hacia sus buenos esfuerzos por no parecerlo, de manera que cuando los morlacones centuriatus-tus pasaban por su lado, ella miraba para otro a fin de no caer ni siquiera en la tentación de centuriarse con el centurión y ponerle los cuernos a su marido el César. 
Pero no todo lo que se cantonea por la noche marbellí con rumbo y tronío, rebequita al hombro, es presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, y por ello la asociación de Jueces para la Democracia ha pedido su dimisión siquiera sea por “ética pública”, a lo que el presidente Carlos Dívar a respondido que cualo es éso de la ética o de la métrica pública o núlica o como quiera que se llame, y que lo dejen de gansadas. 
Carlos Dívar es también a tiempo parcial presidente del Tribunal Supremo, ¡ojito al parche! Pues a este sujeto, además de que no metemos a la cárcel a Rodrigo Rato ni a Botín, también lo mantenemos, ¿a que es guay la cosa? 

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