lunes, 29 de mayo de 2023

Capitalistas de todos los países: ¡uníos!

 

La emergencia climática es tan evidente que el lavado de cara empresarial ya no es rentable para las grandes corporaciones, que se arriesgan a perder grandes oportunidades de negocio si no se la toman en serio.


Capitalistas de todos los países: ¡uníos!


Pere Rusiñol

El Viejo Topo

29 mayo, 2023 

 


Durante muchos años, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas fue, en el mejor de los casos, el equivalente a una maría para el currículum, a la que nadie se tomaba en serio, cuando no directamente una farsa en manos del departamento de marketing para el lavado de cara.

Eran las reglas del capitalismo neoliberal, que emergió triunfante en la década de 1980 con el sostén académico del premio Nobel Milton Friedman, que moldeó el Chile del dictador Augusto Pinochet como gran expositor internacional de sus recetas, construidas a partir de un dogma nuclear, según el cual el único propósito de una empresa es generar beneficios para el accionista. Y listo.

Es decir: poco importa si se contamina el planeta, si maltrata a los trabajadores, si ahoga a los proveedores o si destruye el tejido social de una comunidad. Lo único que realmente importa es generar beneficios. Y de ellos, una pequeña parte podía destinarse a la RSC, ya sea como inversión de marketing –una mejor reputación puede ayudar a aumentar los beneficios– o como acción caritativa, en coherencia de la tradición de los poderosos a lo largo de toda la historia.

El paradigma neoliberal sigue estando muy presente en nuestras vidas, sobre todo porque aún está instalado en el pensamiento de muchos economistas, directivos y empresarios vinculados al poder. Sin embargo, la sucesión de crisis, la ineficiencia social –y hasta económica– de la enorme desigualdad inherente al modelo y, sobre todo, la evidencia de la emergencia climática, han provocado la reacción incluso en algunas de las elites globales del capitalismo, que en los últimos años han abjurado, al menos formalmente, del dogma de Friedman.

El propósito y los indicadores ESG

El caso más significativo del giro es el de la Business Roundtable, el gran lobby de directivos de EEUU, que en 2019 proclamó públicamente su adhesión a una visión mucho más sofisticada, que gira alrededor de este propósito: una empresa no puede medirse solo por sus beneficios, sino que debe tener también un impacto positivo en la sociedad y en el conjunto de actores con quienes interactúa, más allá de los intereses pecuniarios de los accionistas: los trabajadores, los proveedores, la comunidad, el planeta…

En este nuevo esquema, la RSC ya no puede ser como una seta aislada aparte, sino que debe estar integrada en el centro del modelo de negocio de la compañía, con los objetivos perfectamente alineados a este propósito y a los indicadores ESG (Environmental, Social, Governance, por sus siglas en inglés de medioambientales, sociales y de gobernanza), que se han impuesto como estándares de medición.

Obviamente, mucha gente acogió con gran escepticismo el supuesto giro conceptual, y hasta con choteo, teniendo en cuenta que el jefe de la Business Roundtable que abjuró del dogma era nada menos que Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, el banco más señalado en el mundo como gran financiador de las energías sucias, según el informe anual de referencia internacional, Banking on climate chaos: 434.000 millones de dólares desde 2016 invertidos o prestados a proyectos de energías fósiles, como el petróleo o el carbón.

Una vez más, el supuesto giro conceptual de las elites del capitalismo parecía dirigirse sobre todo hacia el lavado de cara en sus múltiples variantes, y muy sustancialmente el medioambiental, y de ahí el éxito popular de términos como greenwashing o socialwashing: puro marketing y lavado de cara.

Nos toman por tontos, vaya.

Y sin embargo, la conciencia social, sobre todo respecto a la situación de emergencia climática, se ha extendido tanto que toda esta estrategia meramente marketiniana empieza ya a no ser rentable para las corporaciones, que se ven forzadas a adentrarse a este nuevo paradigma del propósito aunque sea a regañadientes y para cumplir con sus expectativas de beneficios.

Una gran fusión truncada 

No es solo que los grandes inversores institucionales –desde el fondo soberano noruego hasta BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo– van incorporando los criterios ESG en sus decisiones, y que hasta la mayor petrolera del planeta, la estadounidense ExxonMobil, uno de los símbolos de la arrogancia depredadora y negacionista de las grandes corporaciones, empieza a transitar hacia el nuevo marco tras sufrir un auténtico revolcón en la junta de accionistas de 2021, como ha explicado el Financial Times. Va incluso más allá: quedarse solo en el lavado de cara ya pone en riesgo hasta la posibilidad misma de rematar operaciones multimillonarias.

Acaba de suceder en EEUU. Lo nunca visto: La compañía canadiense de materias primas Teck Resources rechaza fusionarse con el gigante Glencore, en una operación que iba a movilizar la friolera de 23.000 millones de dólares, alegando divergencias significativas en relación a las políticas ESG. Como ha explicado The Wall Street Journallos analistas y los directivos coinciden en que se trata de una operación financiera y empresarial muy justificada en los términos tradicionales. Sin embargo, se ha abortado ante las visiones antagónicas con respecto a la ESG, sobre todo con respecto al carbón y a las energías contaminantes: Glencore retrasa la verdadera transición energética hasta 2050, mientras que Teck Resources considera imperativo acelerarla inmediatamente.

¿De verdad puede seguir considerando que las siglas ESG son una maría? No tomárselas en serio ya puede hacer perder mucho dinero.

Todo indica que la presión en favor de los criterios ESG va a aumentar y no porque las élites del capitalismo global hayan tenido una epifanía tras caerse del caballo, sino por la propia necesidad para mantener el negocio ante el empuje de la opinión pública mundial y sobre todo de las generaciones más jóvenes, que tragan menos con el lavado de cara, tienen muy incorporado el paradigma del propósito y son muy reticentes a incorporarse a corporaciones mal alineadas con su visión del mundo y poco respetuosas con los criterios ESG.

La necesidad de “atracción del talento”, uno de los mantras del management capitalista tradicional, que servía para justificar cualquier cosa, también empieza pues a volverse en contra de la visión neoliberal de Friedman: el lavado de cara empresarial puede ser altamente perjudicial para los intereses de las empresas. Según la macroencuesta anual de Deloitte sobre la generación millennial, con 23.000 encuestados en 46 países, la mitad de entre ellos dice haber rechazado ya algún trabajo o promoción interna porque la empresa no se alinea con sus valores, especialmente en la lucha contra el cambio climático.

También registra cada año el fenómeno el macrosondeo de referencia del capitalismo globalizado, el Edelman Trust Global Report, con 32.000 encuestados de 28 países, entre ellos España: en la edición de este año, una mayoría abrumadora exige que sus empresas se adhieran al paradigma del propósito: el 82% reclama un alineamiento con el combate contra el cambio climático, un 78% reclama que el impacto de la corporación sea positivo para el conjunto de la comunidad, un 77%, que contribuya a poner freno a la brecha salarial y con ello a la desigualdad.

Ojo: y hasta el 52% considera que “el capitalismo tal y como existe hoy hace más daño que bien al mundo”.

Capitalistas de todos los países: ¡uníos al paradigma del propósito! O se acabará el negocio.

Fuente: eldiario.es.

 *++

La extrema derecha supera el millón y medio de votos (Tranquilo majete en tu sillón…)

 

La extrema derecha supera el millón y medio de votos (Tranquilo majete en tu sillón…)

 

INSURGENTE.ORG / 29.05.2023

 


 No parece que la receta de buenos discursos en las instituciones, ruedas de prensa con frases recurrentes, ni políticas que la socialdemocracia llama «sociales», estén dando resultados a la hora de frenar al fascismo. Muy por el contrario, la impunidad con la que se mueven les está llevando a unos resultados más que buenos en lo electoral. Hace unas horas superaron el 1.600.000 votos, están presentes en todos los parlamentos regionales y se aprestan a decidir cientos de ayuntamientos en favor del PP. El fascismo anda suelto, crecido y, por triste experiencia histórica, sabemos cómo termina esta debacle. ¿Será hora de buscar soluciones al margen de las instituciones?

 *++

Elecciones 28M. Arrasa el PP, caen casi todos los feudos del PSOE y el mapa queda muy azul

 


Elecciones 28M. Arrasa el PP, caen casi todos los feudos del PSOE y el mapa queda muy azul


Redacción / Kaosenlared

 29 de mayo de 2023 / Por 

El Partido Popular (PP) ha obtenido victorias en 30 de las 52 capitales de provincia en las elecciones municipales celebradas el pasado domingo 28 de mayo. En un cambio significativo, el PP ha arrebatado 14 capitales al Partido Socialista (PSOE), alterando el mapa político en regiones donde el PSOE solía tener una hegemonía prácticamente total, como Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha.

Con un recuento superior al 95%, el PP ha ganado cerca de quince capitales que anteriormente estaban en manos del PSOE: Logroño, Segovia, Huesca, Zaragoza y Teruel; Castelló, Palma, Huelva, Sevilla y Granada; Albacete y Ciudad Real; Cáceres y Badajoz. Además, también gobernará en Cádiz y Valencia, donde previamente las mayorías correspondían a las coaliciones Adelante y Compromís, respectivamente.

Estas 16 nuevas plazas se suman a las 24 que el PP ya tenía, lo que significa que durante los próximos cuatro años tendrán el control en casi la mitad de las provincias españolas.

Además, el 28 de mayo también ha habido cambios políticos en el País Vasco, Cataluña y Galicia. El Ayuntamiento de Vitoria ha pasado del Partido Nacionalista Vasco (PNV) a Bildu; el de Lleida, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) al Partido Socialista de Cataluña (PSC); y el de Barcelona, de ERC a la candidatura de Junts per Catalunya de Xavier Trías. Por otro lado, el controvertido Gonzalo Pérez Jácome seguirá siendo alcalde de Ourense con su partido Democracia Ourensana, pero esta vez como la fuerza más votada, superando al PP.

Si se observa a nivel autonómico, el poder municipal demostrado por el PP es aún más notable, ya que ha obtenido alcaldías en provincias que hasta ahora estaban bajo control del PSOE. Este es el caso de Extremadura, donde Cáceres y Badajoz han pasado a manos del PP, al igual que Huesca, Zaragoza y Teruel, las tres provincias de Aragón, que también cambiarán de un presidente autonómico del PSOE a otro del PP, mediante un pacto con Vox. Lo mismo ocurre en la Comunidad Valenciana, donde el PP gobernará las tres capitales y el actual presidente socialista Ximo Puig dejará su puesto al popular Carlos Mazón, gracias a un acuerdo con Vox. Baleares y su capital, Palma de Mallorca, también han seguido el mismo camino, pasando del PSOE al PP.

En Andalucía, donde el PP ya gobernaba en Córdoba, Málaga y Almería, ahora sumará Cádiz, que ha pasado a manos de los populares tras el mandato de José María González, conocido como Kichi, quien comenzó siendo alcalde por Podemos y luego se unió a Adelante. También en Granada y Sevilla, dos de las principales plazas en las que el PSOE esperaba mantener el control, el PP ha obtenido la victoria. La única capital andaluza que queda en manos de los socialistas es Jaén.

En cuanto a Castilla-La Mancha, mientras se mantenía la incertidumbre sobre si Emiliano García-Page conseguiría revalidar la mayoría absoluta para continuar siendo presidente autonómico, el escrutinio ya había revelado que el PP gobernará en dos de las cinco capitales de provincia, Ciudad Real y Albacete, en lugar del PSOE.

 *++