jueves, 6 de diciembre de 2018

NO ES FASCISMO, ES VOX, EL ARTE DEL TOREO


NO ES FASCISMO, ES VOX


Vox no es fascista. El primero que lo dice es un miembro del Comité Ejecutivo Provincial de Vox en Sevilla, el Catedrático de Filosofía del Derecho, Francisco J. Contreras Peláez (Por qué no es Vox fascista. Diario de Sevilla, 05.12.2018).
Para Carlos Colón del Diario de Sevilla (Vosotros no pasaréis, 05.12.2018) Vox tampoco es fascista, “sino de extrema derecha populista”. Eduardo Jordá, también del Diario de Sevilla (Alerta antifascista, 05-12-2018) es más de tocar y ver, a lo Santo Tomás, antes de pronunciarse, y como él para determinar el fascismo necesita pasarle la mano por la porral al fascista; sacarle brillo a sus botas y echarle unos alientos al cuello de la camisa para que se le ponga en forma, y como en Vox no se puede hallar personaje o personaja con tales características, encomienda a los del Cuarto Milenio la investigación correspondiente para poder determinar las posibles trazas de fascismo en Vox.
Para Eduardo Osborne, también del Diario de Sevilla (Menos fachas, 05.12.2018) de “momento es un partido democrático como todos”, o sea, unos separatistas, prófugos y radicales, que son los calificativos que les dirige a los partidos democráticos en los que Pedro Sánchez se apoyó para echar a Mariano Rajoy del gobierno por corrupto.
Equivocadico estabas mi querido don José Ortega y Gasset cuando de forma tan magistral definiste el fascismo: SIMPLICIDAD MENTAL Y UNILATERALIDAD, de la que hacen gala continuamente los personajes mencionados. ¡Cáspita, María y José, Cristo bendito y Paquito el chocolatero, que les acabo de llamar fascistas a todos ellos casi sin querer!

*++

PARÍS. EN FRANCIA ESTÁN ESPERANDO AL TORERO MORANTE DE LA PUEBLA, DE VOX, PARA QUE LES VENDA MELOCOTONES CON SU FURGONETA




Francia
La imaginación al poder

Rebelión
Politika
06.12.2018

Francia al borde de la insurrección, es el comentario que surge esta mañana. Allons enfants de la patrie... La Marsellesa resuena a lo largo y ancho del país. Quienes apostaron al frío hivernal, a la resignación, ven con horror que los chalecos amarillos no ceden. 10 mil granadas lacrimógenas utilizadas ayer, "nos quedamos sin munición" declara un policía. La irresponsabilidad del gobierno transforma las reivindicaciones económicas en reivindicaciones políticas: se pone a la orden del día la disolución de la Asamblea Nacional. Macron persiste, no escucha, no ve. Dios ciega a quienes quiere perder...

Una dama de una edad cierta, aprovecha el micrófono que le tiende un periodista y blandiendo un cartel declara: “Estoy indignada. Eso dice mi pancarta. ¡Indignada! ”Es la primera vez de su vida –como muchos otros– que sale a la calle a manifestar. Los jubilados son legión entre los chalecos amarillos que bloquean las calles y rutas de Francia. Uno de ellos, en Marsella, opina: “Hace 40 años que nos aprietan el cinturón, que reducen las pensiones, que aumentan los impuestos, y ahora ya basta. Se terminó”.

Los medios sacan cuentas interesadas y aseguran, cifras en mano, que cada vez menos franceses manifiestan en las calles. No obstante, las imágenes muestran exactamente lo contrario. La TV, al servicio de los propietarios de los canales, muestra escenas de violencia. Solo escenas de violencia. Sin embargo la inmensa mayoría de las manifestaciones son pacíficas, y la última encuesta señala que un 84% de la población apoya el movimiento.

El ministro del Interior –un socialista pasado a la derecha, en fin, un socialista– denuncia el extremismo de izquierda y de derecha. Otro ministro del pinche gobierno declara que los manifestantes son “hordas pardas”, evocando así el nazismo. Sin embargo se trata de un movimiento espontáneo, de envergadura nacional, cuyos manifestantes no admiten ser asimilados a ninguna organización política. Los opinólogos, que en estos días portan pañales, estiman que ello revela la crisis de representatividad de los partidos políticos.

¿Qué reivindican los chalecos amarillos? Si el aumento del precio de los carburantes fue la chispa que encendió la pradera, las reivindicaciones, diversas y variadas, pueden resumirse en una sola: “Queremos poder vivir del salario que ganamos”.
Simple y complejo a la vez. Francia es el país de la Unión Europea cuyo Estado colecta más impuestos, tasas y cotizaciones: casi el 50% del PIB. Sin embargo, los servicios públicos desaparecen, se hacen escasos, caros y de mala calidad, allí donde fueron abundantes, gratuitos y los mejores del mundo.

¿Adonde va el dinero de nuestros impuestos? es una pregunta frecuente en boca de los chalecos amarillos. Al mismo tiempo, Francia es el país que más dividendos distribuye entre los accionistas de las grandes empresas: otro record. Los salarios de los “grandes patrones” se cuentan en millones de euros al año, sin contar las stock-options, las jubilaciones de privilegio, los millonarios seguros de desempleo, aviones privados, lujosas residencias y otros caramelos que los altos “ejecutivos” se auto asignan con la generosidad que conviene a quienes pagan con dinero ajeno.

Carlos Ghosn, presidente del grupo Renault-Nissan-Mitsubishi, personifica –muy a su pesar– el abuso.

Hasta hace un par de semanas declaraba que los obreros de Renault ganan demasiado. Él mismo percibe 18 millones de euros al año. Una miseria a sus ojos, lo que le llevó a defraudar al Fisco japonés, pagarse algunas propiedades inmobiliarias en los EEUU con dinero de la empresa, amén de otras indelicadezas. Entre ellas el avión privado del cual le sacó la policía japonesa para meterlo en prisión, donde está ahora, acusado de una larga lista de delitos fiscales.

El servicio de impuestos nipón, algo más eficiente que su homólogo chileno, llevaba largos meses investigando a Nissan. Los ejecutivos de la empresa delataron a Ghosn para librarse, así sea parcialmente, de las duras penas de prisión que les esperan. La Justicia japonesa no acostumbra, como la chilena, condenar a penas de libertad a los delincuentes de cuello y corbata. Ghosn, nombrado en su cargo con el aval del gobierno francés accionista de Renault, omitió declarar 40 millones de euros de ingresos. Un ‘olvido’, a menos que no se trate de un ‘error’.

De modo que la cuestión de fondo es la distribución de la riqueza creada con el esfuerzo de todos. Ningún chaleco amarillo quiere “bonos”, ni “ayudas”, ni “subsidios”. Solo poder vivir dignamente del salario ganado honestamente. O de la pensión obtenida al cabo de más de 40 años de dura labor. Eso exige aumentar salarios y pensiones. Dotar los servicios públicos de los presupuestos que reclaman en vano desde hace décadas.

¿Y la competitividad? ¿Y el equilibrio presupuestario? ¿Y la deuda soberana?
Los chalecos amarillos sugieren cobrarle impuestos a quienes acumulan fortunas obscenas gracias al trabajo de millones de asalariados y que, ocultándose en los paraísos fiscales, pagan menos impuestos que la señora Juanita. Lo que cuesta caro en Francia no es el trabajo: es el capital, remunerado a tasas escandalosas. Las grandes fortunas crecieron, en el año 2017, en un 20%. ¡Un 20 %!

¿Cuánto suma el fraude fiscal cada año en Francia? € 70 mil millones. Setenta mil millones de euros. Jean-Claude Juncker, actual presidente de la Unión Europea, durante 30 años ministro de Finanzas y Primer Ministro de Luxemburgo, confesó haber organizado el fraude fiscal de cientos de multinacionales, sustrayendo de los presupuestos de los países de la Unión Europea más de dos billones de euros… Dos millones de millones de euros…

Pierre Perret, un muy popular compositor galo, el rostro triste, decía en la TV: “Hay que apoyarles. Ya no pueden más. Comen solo fideos cada día. No pueden salir ni a visitar a su familia”.

Cuando en el año 1789 las mujeres de los barrios pobres de París salieron a la calle porque ya no tenían pan con que alimentar a su prole, la reina Marie-Antoinette exclamó divertida: “¿No tienen pan? ¡Pues que coman bollos!”

Algunos días más tarde esas mujeres vinieron a buscarla a Versalles. El resto es historia conocida.

En un esfuerzo gigantesco los sans-culotte hicieron posible que la imaginación llegase al poder. Y con su “sang impur” regaron los surcos de Francia para liberarla de la opresión de las monarquías.

1789, 1830, 1848, 1871, 1968… Algunos esperaban Mayo de 2018.
Será Diciembre.

*++

DESCABEZANDO TITERES: LUIS SÁNCHEZ-MOLINI





El plumilla de Diario de Sevilla, Luis Sánchez-Molini, que es como él se ha definido y no como periodista en su afán de meterle puya a Podemos (lo que pasa es que podemos no es Pablo Iglesias, sino millones de personas, y millones de personas son incluso más que los 400 mil votos recibidos por Vox), cosa que a mí me parece guay, en realidad lo que hace es meterle caña, sin querer, a San Santiago Abascal y cierra Andalucía y al de la furgoneta de vender melocotones de Morante de la Puebla que el hombre se deshizo para captar votos para VOX. No se sabe, y yo espero el justificante (¡con dos cojones!) de que el gas-oíl de la furgo que utilizó Morante de la Puebla para sus correrías políticas fuera gas-oíl normal, de gasolinera común y corriente, pagado por el bolsillo propio del que fuera, y no gas-oíl agrícola subvencionado, así que, Morante de la Puebla, que ya me estas enseñando el justificante del pago del gas-oíl de la furgo, torero, que a ver si nos vas a salir más torero de la cuenta.

El caso es, que casi sin querer, Sánchez-Molini se tropieza con la manifa anti fasci a la que como carne de cañón totalitaria había lanzado Pablo Iglesias a unas centenas de jóvenes de sus huestes sarracenas, inconscientes ellos, chorliteros, o sea, sin cabeza, para que corearan unos lemas tales como no pasarán, Sevilla será la tumba del fascismo (De paseo por la “manifa antifascista”. Diario de Sevilla, 06.12.2018) que es lo que hace despertar el plumillas que lleva dentro Sánchez–Molini y antes el espectáculo totalitario de Pablo Iglesas en persona que contemplaba se empieza a preguntar: ¿Qué, qué? ¿Cuálo, cuálo? ¿Qué que´sloque es…?, lo que le lleva a la corrección de la plana al marqués de Galapagar, Pablo Iglesias, para ver el qué del qué ha mandado corear no posaran o  Sevilla será la tumba del fascismos en lugar de:

“¿Y por qué no mejor la tumba del desempleo, o el sepulcro de la corrupción, o el ataúd del clientelismo, o el traje de pino de los asesinatos de mujeres, o el mausoleo de la precariedad de los autónomos, o la cripta de la evasión fiscal, o el hoyo del despilfarro del dinero público, o la pirámide de la pobreza, o el pudridero de la manipulación histórica y el sectarismo cultural? Resumiendo, ¿por qué esos jóvenes, en vez de prestarse a ser carne de cañón de Pablo Iglesias -marqués de Galapagar- no se movilizan por los problemas verdaderos de Andalucía?” (Luis Sánchez-Molini. De paseo por la manifa antifascista. Diario de Sevilla, 06.12.2018).

Y aquí le quería ver yo, escopeta-plumilla Luis Sánchez-Molini y mete puntilla de Pablo Iglesias. De todo lo que usted le pide que hable Podemos, Podemos ya habla y hace con mejor o peor fortuna, el que no habla de esas cosas es Santiago Abascal y cierra Andalucía, claro que, Santiago Abascal y cierra Andalucía no es fascista, sino un gran Capote de grana y oro, a que sí? Que yo le entiendo, señor plumilla, no memalinterprete

*++