martes, 11 de junio de 2013

BILDERBERG: RESISTENCIA SOCIAL Y ABOLICIÓN DEL CAPITALISMO FINANCIERO POR EL BIEN DE LA HUMANIDAD

EUROPA Y LA INSEGURIDAD SOCIAL Y MATERIAL DE SUS CIUDADANOS


Entrevista a Pedro Montes sobre las críticas a quienes propugnan la salida de la Eurozona 

“Se trata de romper con el Tratado de Lisboa. Mantenerse en él es garantía de que sigue la política neoliberal" 

Salvador López Arnal
Rebelión 
31.05.2013 

Pedro Montes Fernández se licenció en 1968 en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid. Al año siguiente ingresó por oposición en el cuerpo de Titulados del Servicio de Estudios del Banco de España. Su actividad en el Banco de España ha sido variada: investigaciones econométricas relacionadas con el sector exterior; durante seis años fue responsable del área de coyuntura y análisis económico. Posteriormente fue responsable del área del Sector Público. Los últimos años los dedicó principalmente a estudiar los problemas de las relaciones de España con la Comunidad Europea y al proyecto de la integración monetaria europea.

Tú has sido uno de los promotores de un reciente manifiesto favorable a la salida del euro que creo que ha conseguido unas 2.500 firmas hasta el momento. Recientemente, en Freitag, a mediados de mayo, Michael R. Krätke [MRK], miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y, por si fuera poco, catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), publicó un artículo –“Las ilusiones fatales de quienes propugnan ahora una salida de la Eurozona”-, traducido al castellano por Amaranta Süss para sin permiso [1], crítico, muy crítico de esa posición. Me gustaría preguntarte sobre los argumentos que esgrime el gran economista alemán. Ocho preguntas, no más.

 La frustración nacida de la estulticia de la Troika en la gestión de la crisis, admite MRK, está tan justificada como la crítica de los errores de diseño en la construcción de la unión monetaria. Pero, señala, “un regreso al parapeto atrincherado de las monedas nacionales no ofrece solución ninguna. Nadie debería sucumbir a la ilusión fatal de que eso permitiría poner freno a la política económica y financiera neoliberal”. ¿Creer una cosa así es realmente una ilusión, una vana ilusión?)

Mrk tira con bala, y no de fogueo. Los defensores del euro, aunque sea como mal menor, debieran opinar con más cautela y modestia: el desastre causado por la unión monetaria –insisto: por la unión monetaria-, con su mal diseño y sus carencias básicas ahí está, con el proyecto de la construcción europea paralizado, una crisis generalizada en el continente y algunos países ardiendo en el infierno, que por lo que se ve existe. 

¿Piensas en Grecia por ejemplo?

Pienso en Grecia por ejemplo, aunque no sólo en Grecia. MRK, olvidándose del papel redistributivo geográfico y personal de los presupuestos estatales en un área de moneda común, no ve ninguna diferencia entre la unión monetaria europea y las diferencias regionales que pueden darse en los países que la integran. La unidad monetaria y la compartimentación fiscal no es un error “de los que parlotean los aspirantes a salir de ella”.

Por otra parte, es importante resaltar que el artículo de MRK está escrito con la perspectiva de Alemania y los peores piropos se destinan a los alemanes que postulan el abandono del euro por Alemania o defienden un desmantelamiento ordenado del mismo. Aquí aparece una de las cuestiones más controvertidas y más incoherentes del artículo de MRK: el papel de las monedas en el equilibrio de las relaciones económicas de los países. Si para los países del Sur la salida del euro, o como lo escribe MRK, “el regreso al parapeto atrincherado de las monedas nacionales no ofrece ninguna solución”, e insiste “que una competición devaluatoria sacaría de la miseria los países en crisis es cosa que sólo los ilusos pueden llegar a creer”, no es compatible con la afirmación de que un marco recuperado y fuera del euro experimentaría fuertes presiones alcistas y que “El alza del marco se situaría entre el 20 y el 30%. Eso dañaría enormemente a las exportaciones alemanas: sería el final del milagro exportador”. Si la revaluación del marco frena las exportaciones alemanas, como él mismo afirma, hay razón para pensar que la devaluación de otras monedas estimularía las exportaciones del país que la llevase a cabo. 

Mientras esté en vigor el Tratado de Lisboa de 2007 seguirá el baile, en opinión de MRK. ¿Los que proponéis la salida del euro pensáis que debe seguir en rigor este tratado?

MRK llama baile a la política económica y financiera neoliberal. Nadie debería sucumbir a la ilusión fatal de que el regreso a las monedas nacionales la detendría, nos avisa. Pero justamente de eso se trata, de romper con el Tratado de Lisboa, porque mantenerse en él es garantía de que sigue el baile, mientras que desvincularse permitiría crear condiciones para detenerlo.

El error intelectual cardinal en la gestión de la crisis del euro, prosigue MRK, “consiste en confundir la Unión Monetaria con un recinto habilitado para la actividad económica mundialmente competitiva”. La disolución del euro, según él, no alteraría eso para nada ni pondría fin a los gravosos desequilibrios económicos entre el Norte y el Sur de la Unión. ¿Cuál es su opinión sobre este punto?

La contraria. La disolución del euro permitiría una corrección significativa de los desequilibrios económicos entre el centro y la periferia de la unión monetaria. Ya lo he señalado: si para Alemania revalorizar su moneda sería indeseable, para los países del Sur devaluar sería necesario. 

Prosigue MRK con su crítica: que una competición devaluatoria sacaría de la miseria a los países europeos en crisis, es una conjetura que sólo los ilusos pueden llegar a creer. ¿Tú tienes esta creencia?

Si, lamentablemente soy un fervoroso creyente. En última instancia todo depende de la intensidad de las revaluaciones y devaluaciones. Si no se corrigieran, a través de ellas, de modo suficiente los desequilibrios exteriores, sólo sería cuestión de forzar las modificaciones del tipo de cambio, naturalmente con sus consecuencias. Tengo un ejemplo sencillo y bien estudiado que contradice a MRK. 

Adelante con él.

Con la crisis del Sistema Monetario Europeo a partir de 1992 se produjeron cambios muy sensibles de las cotizaciones de las monedas europeas y creo haber demostrado fehacientemente en mi libro La historia inacabada del euro (Trotta, 2001) como la devaluación de la peseta en un 20% entre 1991 y 1995 con respecto al resto de las monedas del sistema sirvió para corregir el desequilibrio exterior e impulsar las exportaciones, al punto de que a través de ellas se puso en marcha la economía y se superó la recesión de 1992/3. Insisto con alguna cifra porque esto es un punto esencial del debate del euro: tan pronto, como en 1993, la devaluación de la peseta – la primera devaluación tuvo lugar en septiembre de 1992- se dejó sentir en las exportaciones de bienes y servicios: crecieron en términos reales en un 8,5%, frente a una caída del 4,2% de la demanda interior. En 1994, las exportaciones aumentaron en un 16,7% cuando la demanda interior lo hizo tan sólo en un 1,3%.

No caben analogías fáciles, pero tampoco afirmaciones sin fundamento.

 De los shocks monetarios que seguirían a la desintegración del euro, señala también MRK en su artículo, “sólo se alegrarían los especuladores internacionales de divisas”. Los gobiernos que devaluaran su moneda un 20, un 30% o incluso más, “tendrían que atenerse sin demasiadas sorpresas a las reacciones de los mercados financieros”. ¿No es este un peligro evidente? Quien devalúa, señala igualmente MRK, “es castigado con intereses y primas de riesgo más elevados”.

Realmente no estamos muy de acuerdo. Él sostiene que los desequilibrios de la balanza de pagos no pueden resolverse con euro o sin euro, mientras que yo opino, como he señalado en la respuesta anterior, que sí. Después él piensa que la ruptura del euro produciría unas reacciones financieras incontrolables e inmanejables. Por mi parte afirmo que. se rompa o no el euro, habrá convulsiones financieras muy graves porque se ha creado una burbuja financiera entre los países de la Unión Monetaria que no puede mantenerse hinchada. De hecho, ya ha habido que rescatar a Grecia, Portugal, Irlanda y España. Por supuesto que la situación puede agravarse cuando haya novedades sobre la existencia del euro, pero ya se puede decir que la deuda exterior de algunos países es impagable.

Por lo demás, continúo con MRK, los países en crisis de la Eurozona, no se han endeudado en la propia moneda. Dado que “los patrimonios y las deudas exteriores de sus ciudadanos están denominados en euros, la devaluación no puede sino provocarles pérdidas”. Ello significaría, además, “cerrar cualquier vía de escape a su actual situación de servidumbre por deuda”. ¿Es así en tu opinión? ¿Los ciudadanos endeudados de los países afectados saldrían perdiendo?

Es verdad, obviamente, como MRK indica, que la deuda valorada en euros supondría un esfuerzo adicional para los países deudores que devaluasen su moneda, pero… después de todo, si se incrementa el montante de la deuda, menos pagable será. Conscientes de este problema, los que sostenemos que es necesario abandonar el euro, añadimos inmediatamente que nos parece que, en el caso de nuestro país, los más de 2 billones de pasivos exteriores no se pueden afrontar, algo que tendrán que resolver los agentes privados implicados…

 ¿Y en el caso de la deuda pública?

En el caso de la deuda pública, que nos concierne a todos, respaldamos que debe reestructurarse cuando menos. 

Pero al margen de este problema, lo que hace muy criticables los escritos del tipo del de Mrk es que introducen miedo y confusión en la izquierda, y tienden a paralizarla. Conozco, como es natural, lo que podríamos llamar la línea editorial de Sin Permiso y la insistencia con que publican artículos en defensa en última instancia del euro, resaltando los graves problemas que surgirían de abandonarlo, cosa que nadie niega. Pero no acaban de dar solución con tantos remilgos a la desesperada situación de nuestro país. Hay una pregunta que invalida los profundos análisis y argumentos de quienes no ven la salida del euro como alternativa: bien, puede que lleven razón, pero, ¿qué se le dice a la sociedad española? ¿Son conscientes de que asumen el compromiso político de dejar que el país se siga degradando económica y socialmente sin proponer salida alguna?

Sigo con Michael R. Krätke. El espectáculo más estupefaciente de este debate sobre la salida del euro lo ofrecen, lo ofrecéis, en opinión de MRK, “los críticos de izquierda de la gestión política hecha hasta ahora de la crisis del euro cuando se suben al carro de la ‘competitividad". ¿Por qué? Porque os tragáis también la fábula de que “la fortaleza exportadora de Alemania sería indiscutiblemente (y absurdamente) atribuible a la pérdida de salario real”. ¿Esa es vuestra creencia? ¿Os tragáis esa fábula?

No es mi caso. La competencia exacerbada existe en la Unión Monetaria, y la necesidad de ser competitivos viene impuesta por las reglas de juego, pero de ahí a comulgar con que un factor decisivo de la competitividad son los salarios queda un trecho que nunca he recorrido. De ahí vino la oposición a Maastricht, que el sector mayoritario de Izquierda Unida adoptó: las disparidades y desigualdades económicas entre las economías que iban a participar en el euro eran sustanciales, y por eso no había bases económicas para crear la moneda común. Pero además, con un sentido de clase elemental, entendimos que con la desaparición de la peseta y la imposibilidad de manejar el tipo de cambio, los intentos de mantener o mejorar la competitividad descansarían en los ataques a los salarios y, en general, a todos los elementos de los derechos y condiciones de vida de la inmensa mayoría. Fue el mismísimo canciller alemán Helmut Schmidt el que nos lo dijo claro: Maastricht y el estado del bienestar no son compatibles.

 Una nota marginal: ¿por qué el sector mayoritario de Izquierda Unida?

Porque no todos, como seguramente recordarás, apoyaron esa línea de oposición, la que finalmente se adoptó.

La última pregunta. MRK admite que, desde luego, la construcción de la unión monetaria tiene errores de diseño. Pero no, en cambio, “los errores de que parlotean los aspirantes a salir de ella.” ¿Por qué? Porque disparidades económicas y diferencias estructurales las hay en cualquier espacio monetario, “incluso en países pequeños como Holanda o Bélgica pueden observarse notables diferencias regionales”. Pero de eso, señala críticamente, “no se sigue que cada provincia deba tener su propia moneda; el espacio monetario homogéneo óptimo sólo existe en los modelos económicos neoclásicos”. ¿Creéis vosotros en ese modelo homogéneo?

A lo largo de las preguntas anteriores creo haber contestado a estas últimas cuestiones. Muchos fallos de diseño, pero también carencias decisivas. Una muy importante es la desigualdad de derechos y servicios sociales entre los países, que llevan a competir profundizando en ellas. La fundamental desde luego es la falta de un presupuesto común que pueda desempeñar el papel de los presupuestos de cada estado para corregir y amortiguar la distribución de la renta que resulta de las fuerzas del mercado y las disparidades productivas de zonas o regiones. Habiéndonos llamado MRK ilusos tantas veces en su corto artículo, no se comprende que con su lucidez haya recurrido a un argumento tan falso, tan incorrecto, para defender la Europa de Maastricht.

Notas
[1] Michael R. Krätke, “Las ilusiones fatales de quienes propugnan ahora una salida de la Eurozona”http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=6008 

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia) 

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PUBLICADO EN CRONICA DE ARAGÓN


Grecia y los errores del FMI
 (1) 



No ha sido ni el periodismo de investigación español ni ningún otro grupo político el que nos ha venido a informar de la existencia de un Informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que se reconocen“algunos” errores cometidos en Grecia con respecto del “rescate” bancario, acometido bajo sus auspicios en función sus propios intereses como representantes de los grandes capitales que son y en perjuicio y a costa de la inmensa mayoría de la población griega, sino el periódico The Wall Street Journal, lo cual no significa otra cosa más que ahora el FMI nos viene a confirmar lo que todos ya sabíamos, y que particularmente algunos venimos diciendo desde hace decenas de años: que el modo de producción capitalista cuando alcanza un determinado grado de desarrollo (que es precisamente el punto en que nos encontramos) se hace materialmente inviable históricamente, y que por ello cualquier intento de mantenerlo en píe dentro de su propia dinámica interna de funcionamiento es como pretender ponerle puertas al campo o algo parecido.

Los “errores” cometidos por el FMI en Grecia en realidad se la trae al pairo y en absoluto le preocupan. En puridad, el FMI no ha cometido ningún error, sino que ha cumplido exactamente con la función que tiene encomendada dentro del sistema capitalista: establecer y mantener las condiciones políticas, económicas e ideológicas necesarias para que los grandes capitales sean cada vez más grandes y estén cada vez más concentrados, lo cual no puede hacerse más que apropiándose sin ningún limite establecido de la riqueza que crean el conjunto de los trabajadores con su trabajo y que no puede ser creada de otra manera.

 Lo que le preocupa al FMI y demás cantinela es el estallido social organizado como fuerza política que se pudiera producir, y que terminará produciéndose para acabar con todo el sistema como algo ya caduco e inviable históricamente, una vez que las grandes masas tomen conciencia de que el verdadero problema no es la crisis, sino el modo de producción capitalista que es contra el que hay que actuar por constituir el meollo de la cuestión, porque tanto el FMI, la Comisión Europea o el Banco Central Europeo, junto a otros organismos y entidades, no son más que objetos instrumentales de que se valen los grandes capitales para conducir a sus bolsillos la riqueza que crea el trabajo, pero nuestro punto de mira debe estar enfocado a las relaciones de fuerza, y de explotación económica, política e ideológica en que se basa el modo de producción capitalista, que es nuestro verdadero enemigo y el de la sociedad en general. 

Algunas cifras que aparecen en el mencionado Informe y en las que basa su aparente “autocrítica” son las siguientes: de un 5,5% previsto en la caída de la economía griega para tres años (2007–2009) se llegó al 17%, lo que significa que se equivocaron en más de un 309%. El nivel de paro previsto fue del 15% y acabó siendo del 25% en 2012, una equivocación del 166%, y el sistema bancario perdió el 30% de los depósitos, lo que significa que “la confianza de los mercados no se logró restaurar”, según afirmación de Paul Thomsen, que es el jefe del FMI para Grecia.

Cualquier director de empresa o cualquier administrador de fincas urbanas que presentara ante su Consejo de administración o ante su Comunidad de vecinos, respectivamente, el resultado de sus gestiones con tan solo el 10% de los errores que reconoce haber cometido el FMI, habrían sido puestos de patitas en la calle de forma inmediata, y casi con toda seguridad, acompañada de las correspondientes denuncias ante el juzgado de guardia que correspondiera para que determinara las posibles responsabilidades civiles y penales en las que pudieran haber incurrido.

No hay que ver, pues, en el informe del FMI (salvo que uno se declare ciego voluntario) ni el más mínimo atisbo de arrepentimiento y propósito de enmienda del “error” cometido. Y no hay que verlo sencillamente porque no existe tal actitud en el informe, puesto que una vez cometido el error y así reconocido por sus autores, procedería lógicamente la declaración pertinente de la forma y plazo de tiempo en que sus autores se proponen enmendar el error cometido, y esta programación de forma y plazo no existe. 

Con toda seguridad el error cometido al que alude el informe se refiera a la desastrosa planificación cometida por el FMI para la comisión de su crimen, porque el “rescate” bancario en sí mismo es un robo. Y un robo es un crimen. Y una institución como el FMI que está pensada para la rapiña y saqueo de la riqueza en todo el mundo, no puede planificar más que acciones delictivas que en cada caso y en cada país donde actúa, el gobierno correspondiente las viste de legales. 

Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea (antaño candidato oficialista a la secretaria general del PSOE, y con todo el apoyo del aparato político de este, que ni siquiera logró ganarle en las primarias de la época a Borrell, que fue el que acabó ganando las primarias) dijo solemnemente “que la aplicación del programa de rescate a Grecia se podría haber hecho antes y mejor”. Esta afirmación es de talla intelectual pareja a la de aquel que predice el tiempo no para el día siguiente, sino para el día anterior. O sea, que no predice nada, sino que dice lo que pasó el día anterior. 

Al margen de la baja calidad intelectual de la afirmación de Joaquín Almunia, lo que no hay que confundir con que sea tonto, simple mental o más corto en inteligencia que las mangas de un chaleco, todo lo cual es absolutamente incompatible para estar en un puesto de esas alturas.

En esas alturas puede llegar un oportunista político, como podría ser el caso Joaquín Almunia; alguien como Dominique Strauss-Kahn, que tuvo que dimitir para ser juzgado bajo la acusación de violar a una trabajadora en New York (y que con anterioridad había sido forzado a dimitir de su cargo del FMI a instancia de los delegados de Rusia y EEUU por haberle descubierto que se las entendía con una funcionaria de las misma institución, la señora Piroska Nagy, siendo esposa del ex director del Banco Central Europeo, motivo que aprovecharon y utilizaron para provocar su dimisión, dado que se oponía a los intereses de Rusia y EEUU, con lo que se demuestra que la utilización de los asuntos personales pueden ser perfectamente utilizados como elemento de chantaje dentro del ambiente general de corrupción del FMI); Rodrigo Rato, dimitido también por razones personales hoy imputado como uno de los primeros responsables de la mayor estafa financiera conocida en España en el caso Bankia; o Cristina Lagarde, actual directora, que está siendo investigada por falsedad y malversación de dinero público, a la misma que se le ha abierto una segunda causa por ocultación del delito anterior.

Es más que evidente que a esta sarta de personajes mencionados no se les puede atribuir en ningún caso la menor brizna de idiotez personal, simpleza mental aguda o cortedad de intelecto, sino todo lo contrario: mucha inteligencia y astucia, al igual que puedan serlo una zorra, una hiena o cualquier otro animal, pero también al igual que ellos, sin pensamiento racional lógico para todo aquello que no afecte a sus bolsillos o estómagos.

(continuará…) 

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