sábado, 29 de septiembre de 2012

30.000 FAMILIAS CON NIÑOS PASAN HAMBRE EN ESPAÑA, PERO EL REY BOCAS Y SU FAMILIA NO

 (El Rey, ¡majo, mu majo él!, acompañado por quince bocas más, que cada una de ellas de por sí y por separado, comen más que la orilla de un río. Se hallan las susodichas bocas en la pausa de gastos oficiales, que empalman con el monto total desconocido de lo que verdaderamente gastan cuando gastan por lo oficial, lo que hace un monto total de gasto de cojón de mico de cágate Lorito y vuelte a cagar, que Lorito que no caga es que es loro real, porque la verdad es que es para empezar a cagar y no dejar de cagar que cagador que no caga es como si no cagara, la verdad. Pero aparte cagadas, en la foto está el escopetero precoz, que se le lió a tiros con el propio pie y la abuela, que tambien está en lafoto, dijo que nada, que cosas de niños. Está tambien el que más tiros pega para matar a un elefante: siete tiros Majestad, para darle a un elefante que es más grande que un cerro grande, son muchos tiros Majestad, ese pulso Majestad, que es que son muchos tiros, hombre, y además como no se mire el pulso cuando le vuelva a dar de hostias al chofer no se las va a dar bien. El pulso, Majestad, ese pulso. Hay que ir al ginecólogo o al urólogo o al pulsólogo, a quiem sea, pero que se lo miren, hombre. El pulso para ser campechano, que es de lo único que sabe ejercer ordinariamente bien,  es vital. Tambien se hallán presentes la naranja, pero por mitades: El Teniente Coronel que no se sabe que Teniente Coronel es, porque ni siquiera nos ha ganado una mala batalla que llevarnos a la boca, con su hija en brazos y con las que  nos tiene amenzados de aleonarnos el Trono de España (que digo yo, Alteza, y no me lo tome a mal, ¿no será menos? Si lo que viene ahora es una República, Alteza. Palabrita Niño Jesús Republicano, Alteza, una República), y Doña Leticia, que los trasteos que haga por la parte baja del Trono no se sabe, pero que en modelitos y cirugía estética gasta lo que no está en los escritos, y no está en los escritos porque no se sabe, y al no saberse no se sabe, ¡chis pum!
Está la inocent, la mujer del chorizo sombreado Urdangarín, pero como ella es inocent y no se enteraba del dónde, cómo y para qué le entraban los millones de euros que robaba el marido y metía en las cuentas corrient que ella utilizaba, para comprar el pan, la leche, el yougurt de oferta y demás,  pues ya está todo dicho, no es menester más e inocent, pero inocent, queda.  Punto.
El duque de Mari chalá, ¡ay, Jesús que hombre!, como no se sabía si iba o venía, aunque yo creo que sí se sabía donde tenía el epicentro y la gracia (yo por dar pistas, nada más. En mi pueblo las avispas, que son tan resultonas o más  si cabe que Mari chalá, ¡ay, Jesús que hombre!, tienen la gracia en el culo), está en la foto, pero como si no estuviera, su función de parasito social llevánodse dinero de este consejo de adminsitración, del otro y del de más allá, ya la cumplió, y luego está también la gente menuda del borbón, que lógicamente es borbónica, ¡fataria más!. Y todo esto, mientras en España, cientos, miles y miles de personas no tienen para comer, no que gasten chispitica menos  que la familia real en ostentaciones o hacerse rica, no, sino que no tiene para comer, ¿que les parece?)

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Cerca de 30.000 familias con niños pasan hambre en España 

por Kaos. 
Derechos Humanos Sábado, 29 de Septiembre de 2012 08:20 

 Con las becas de comedor en los colegios reducidas o anuladas, a muchos padres no les queda mas remedio en confiar en que algunos centros sigan dando de comer a sus hijos... 

Prensa 

 Según un informe de Unicef, en nuestro país viven más de dos millones de niños en situación de pobreza relativa. Además, 30.000 familias con niños pasan hambre en España. Hay menores cuya única comida diaria es la que hacen en el comedor del colegio. Por eso piden que no se eliminen las becas de comedor. Cruz Roja incluso reparte ya comida en algún colegio.

 En un centro de Hospitalet de Llobregat (Barcelona) se han inventado una nueva actividad escolar: merendar. El juego consiste en que ningún niño se quede sin comer. Merche Abril, directora del centro La Florida, cuenta que se aseguran de que todos los niños coman, al menos, a la hora de merendar. No han cerrado ni en vacaciones y cada tarde han atendido a los chavales para los que un bocadillo o un vado de cacao es prácticamente un lujo. 

 Por el centro de Hospitalet de Llobregat pasan a diario 150 niños de entre 3 y 18 años.Para las madres, que sus hijos merienden en el centro les ahorra cerca de 50 euros al mes. Con las becas de comedor reducidas o anuladas a muchos padres no les queda mas remedio que confiar en que en estos centros sigan dando de comer a sus hijos. 

En Cruz Roja saben de los problemas de los padres para llegar a fin de mes y cómo afecta esto a la alimentación de sus hijos. Por eso desde que ha empezado el curso ha centrado todos sus esfuerzos en que los pocos alimentos que les llegan sean primero para las familias con niños.

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¿A QUIÉN O QUÉ ESTAMOS ESPERANDO PARA QUE ESTE SISTEMA CAMBIE?


“EL EURO ES INVIABLE” 



 "La izquierda debe prepararse para el colapso de la eurozona y asumir que la deuda es impagable" 

Alberto Montero Soler 
 Rebelión 27.09.2012

 Intervención de Alberto Montero Soler, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Málaga, en el coloquio "De la crisis del euro al rescate. El debate de la izquierda ante la crisis", que tuvo lugar el 22 de septiembre, en el marco de la Fiesta del PCE. Transcripción a cargo de Rebelión 

 Yo soy de los que cree, frente a otros compañeros economistas críticos, que no hay alternativas y que o se aborda el problema de la Eurozona sin tratar de poner paños calientes, de una forma radical y enfrentándonos a la realidad que tenemos delante o la realidad pasará por encima de nosotros y cuando nos hayamos dado cuenta estaremos volteados y sin ningún tipo de capacidad de respuesta y reacción. 

 La primera cuestión que quisiera plantear es la más básica de todas, y es que cuando hablamos del proyecto europeo, cuando hablamos de la crisis en Europa y de la crisis del euro, nos olvidamos de lo principal. Y es que el euro está contra la Europa en la que todas y todos creemos. El euro es un proyecto que ha permitido a las élites económicas, tanto industriales como financieras europeas, cooptar a la clase política tanto a nivel europeo como estatal y ponerla al servicio de un proyecto de rentabilización de los capitales en el cual la clase trabajadora no tiene nada más que cosas que perder. Si no entendemos que la Europa del euro no es nuestra Europa, no podremos enfrentarnos adecuadamente a esta crisis. Plantear que hay que rescatar a Europa y rescatar al euro, y olvidarnos de eso, es echarnos piedras sobre nuestro tejado. 

En segundo lugar, la crisis del euro no es una crisis financiera, lo que no quita para que tenga una dimensión financiera. La crisis del euro es una crisis que estaba inserta en el código genético del euro desde su aparición. El euro se diseñó desde una perspectiva neoliberal y orientada exclusivamente a ese proceso de rentabilización de los capitales a nivel europeo. Las políticas de ajuste permanente que se articularon en el proceso de convergencia hasta llegar a Maastricht como las políticas que se han mantenido desde entonces; los errores de diseño en el euro con la ausencia de una estructura fiscal de redistribución de la renta que permita repartir la renta y la riqueza desde las zonas en las que se genera y acumula hacia las zonas en las que se producen situaciones de recesión y crisis; la ausencia de cualquier mecanismo de solidaridad más allá de la Política Agraria Común para permitir que las vacas europeas vivan mejor que los niños latinoamericanos o africanos; las asimetrías estructurales que se han producido, que existían y que en ningún caso se han reducido, sino que se han agravado, y que como consecuencia de esta crisis se están intensificando. Todo ello sólo puede hacernos llegar a la conclusión de que el euro es proyecto fallido; pero que, además, no es nuestro proyecto ni algo que tengamos que defender desde ningún punto de vista.

¿Qué opciones hay frente al futuro? Las opciones frente al futuro dependen de la comprensión de cuáles son las dimensiones y la naturaleza de la crisis, por un lado; y por otro lado, de valorar la viabilidad del proyecto europeo tal y como lo conocemos. Si mañana cambia el código genético de todos los alemanes, incluida su Canciller, me comeré todas y cada una de las palabras que voy a decir a continuación, pero como creo que esa mutación genética no va a ocurrir, la viabilidad de la pertenencia al euro para los países periféricos es prácticamente nula. Es decir, la viabilidad del euro, si no se restringe única y exclusivamente a los países centrales, estaría puesta en cuestión. Es decir, el euro, tal y como lo conocemos ahora, es una moneda que va hacia el colapso. Y por eso digo que, probablemente, si no tratamos de articular respuestas desde esa perspectiva del colapso de la Unión Europea a medio o largo plazo, lo que nos encontraremos es que éste nos pasará por encima. 

Sobre la naturaleza de la crisis, muy rápidamente, porque yo creo que todos y todas, más o menos, estamos al tanto. La crisis europea no es una crisis financiera. Es una crisis derivada de las diferencias acumuladas de competitividad entre el núcleo y la periferia; entre un núcleo que ha aumentado sus niveles de productividad, que ha mantenido unas tasas bajas de inflación y que ha emprendido unos procesos de ajuste y de moderación salarial; y una periferia que ha mantenido unos diferenciales de inflación positivos con respecto al núcleo -es decir, ha visto cómo sus precios han crecido más-; también ha visto cómo los salarios de la clase trabajadora han crecido más, entre otras cosas, porque partían de unos niveles inferiores; y, por lo tanto, esto ha dado lugar a unos déficit en la balanza por cuenta corriente que explican, junto a la crisis bancaria, la dimensión financiera posterior de la crisis. 

Esas diferencias en las productividades han beneficiado esencialmente a Alemania. Alemania ha sido la principal beneficiaria de que exista una moneda única. ¿Por qué? Porque cuando existían esas diferencias de competitividad entre las economías, pero cada una tenía su propia moneda, los Estados podían devaluar sus monedas para reducir los déficit de competitividad. Desde el momento en que se crea una moneda única, con un tipo de cambio fijo e inalterable entre las distintas economías, los países no pueden recurrir a la devaluación para reducir los déficit de competitividad entre sus economías. Y vemos cómo eso se traduce en dos situaciones enfrentadas: por una parte, acumulación de superávit por cuenta corriente en los países centrales; y, por otra, déficit por cuenta corriente en los países de la periferia. 

 Para mantener esa situación de desequilibrio en las balanzas por cuenta corriente a su favor, ¿qué hizo Alemania? Básicamente, sustituir superávit comercial por deuda externa. Es decir, vendía a los países de la periferia y, al mismo tiempo, financiaba el endeudamiento de los países de la periferia para que le compraran el excedente comercial. ¿Por qué? Porque Alemania ha sido tradicionalmente, por motivos demográficos, sociológicos y de distinta naturaleza, un país con una insuficiente demanda interna. Y lo que ha hecho a lo largo de todo el proceso del euro es sustituir esencialmente demanda externa de los países periféricos y del resto del mundo por demanda interna. 

 Su política ha sido la de mantener niveles de demanda al interior muy bajos, incrementando la presión salarial sobre los trabajadores, y sustituirla por la demanda que realizaba el resto del mundo, especialmente los países periféricos. Como esos países periféricos necesitaban de inyecciones de recursos financieros para poder financiar la falta de ahorro de sus economías, lo que ha hecho Alemania es, básicamente, fomentar el endeudamiento de los países periféricos. De manera que la crisis, tal y como la encontramos en estos momentos, tiene dos dimensiones difícilmente reconciliables: una es el problema de la deuda. Pero especialmente para el caso español y de la mayor parte de los países periféricos, es un problema de deuda privada. Que, parcialmente, ha sido socializada, porque se ha socializado la deuda de los bancos, pero la deuda de los particulares sigue viva e intacta. Y que no se puede solucionar si no se reestructura. Es decir, si no hay una quita, una moratoria y una reestructuración de los plazos de pago de la deuda. Esa sería la expresión financiera del problema. 

La otra dimensión de la crisis son las diferencias en la competitividad. Diferencias en la competitividad entre las economías centrales y las economías periféricas que no están disminuyendo sino que se están ampliando. Lo que nos encontramos es que el proceso de ajuste para salvar al capital financiero e industrial, tanto a nivel europeo como estatal, se está haciendo a costa del ajuste salarial y de la presión sobre los trabajadores, con repercusiones sobre los niveles de productividad de los mismos. 

 Frente a ello, ¿qué se está haciendo? Políticas de ajuste y austeridad que no pueden funcionar bajo ningún concepto por razones evidentes. 

 Primero, porque inducen a sustituir demanda interna por demanda externa a todos los países. Es decir, deprimen el consumo, la inversión y el gasto público a nivel interno y lo tratan de sustituir por exportaciones hacia el resto del mundo de nuestros productos. Y eso se hace, esencialmente, por la vía de la deflación salarial. Es decir, reduciendo el coste del trabajo. Pero se hace promoviendo esa política para todos los países simultáneamente -y ahora veremos a qué niveles- y, al mismo tiempo, en un contexto de economía global en recesión. Es decir, es una política pro-cíclica: induce a las economías hacia la crisis en un contexto de crisis económica global. Por lo tanto, es una política que no tiene ningún sentido. Además, impone el ajuste sobre cada vez más economías. 

 El ajuste duro sobre los "cerditos" (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) supone en estos momentos el 37% del PIB comunitario. Si a eso se le une el ajuste moderado que se está llevando a cabo en Francia, con la reciente rebaja de los 30 mil millones de euros, el ajuste afecta ya al 57% del PIB de la eurozona. Y si a eso se le suma los ajustes moderados sobre Bélgica y sobre los Países Bajos, el ajuste llega al 66% del PIB comunitario. Es decir, se está imponiendo políticas de recesión, de contracción, de profundización en la crisis, a casi dos tercios de la eurozona. Con lo cual, la posibilidad de que esos dos tercios salgan a flote como consecuencia de la demanda externa que haga el otro tercio, es prácticamente nula. 

Y además las políticas de ajuste tienen repercusiones sobre los diferenciales de productividad. Las políticas de ajuste lo que hacen es frenar el crecimiento. Al frenar el crecimiento, afectan a los rendimientos del sector industrial, fundamentalmente. Eso, debido a las rigideces técnicas que impiden que haya un ajuste paralelo entre el empleo y la producción -es decir, la producción suele caer más rápidamente de lo que lo hace el empleo- provoca el deterioro de la productividad, el deterioro de los beneficios, la caída en la inversión e incentiva la caída en la producción. Con lo cual, volvemos a deteriorar lo que debería servir para sanar la causa última de la crisis en Europa: los diferenciales de competitividad entre las distintas economías. 

  Pero además, hay otra cuestión de fondo mucho más grave. Y es que, utilizando sólo las relaciones macroeconómicas básicas sobre las que todo el mundo coincide nos encontramos con que el proyecto europeo es inviable con Alemania dentro. Sin Alemania, la cosa pudiera cambiar. 

 Tenemos que partir de la premisa, como hemos señalado, de que la eurozona es un diseño fallido, un diseño que estaba mal desde su propio origen. Y, en estos momentos, estamos asistiendo al conflicto entre las élites europeas, que ven cómo su proyecto se está desmoronando y no terminan de entender cómo y por qué y cómo y a través de qué vías podrían solucionarlo de forma que las soluciones le permitieran mantener su posición de poder a lo largo del tiempo. Y, por otro lado, la lógica económica elemental. Se trata de un conflicto difícilmente resoluble y que ha ilustrado muy bien Luis Alonso. 

 Hemos pasado de una situación que parecía que era un juego de suma cero al interior de la Unión Europea, donde lo que unos ganaban era a costa de lo que otros perdían y era, hasta cierto punto, asimilable por todos, a una situación que se llama juego de suma negativa, es decir, donde cada una de las partes cree que está peor de lo que estaría si no estuviera en el euro. Los del núcleo, porque creen que han financiado la orgía inmobiliaria y el bienestar de los países periféricos, que, al parecer, no nos correspondía; y los periféricos, porque creemos que los países centrales nos están imponiendo políticas de austeridad que están acabando con el empleo, con los derechos sociales y con las perspectivas de futuro de nuestra generación y de las generaciones futuras. 

 El problema es básicamente Alemania. No porque le tenga especial aversión a los alemanes, sino por su estructura productiva. Una estructura productiva que está basada esencialmente en la debilidad crónica de la demanda interna: una economía que ahorra mucho más de lo que consume; y que ha orientado sus aparatos productivos hacia la exportación, a sustituir demanda interna por demanda externa. Para eso, Alemania, después de la reunificación alemana, necesitaba un contexto de tipos de cambio fijos inamovibles, y la expresión más cerrada y perfecto de ello era construir una moneda única. 

Eso ha dado lugar a que los países centrales, con Alemania a la cabeza, hayan conseguido una situación de superávit en la balanza por cuenta corriente que se ha canalizado en forma de flujos financieros hacia los países periféricos. Revertir esa situación significaría que Alemania aceptara que los países periféricos empezaran a exportar más hacia los países centrales, cosa que es altamente improbable. Si todo su esfuerzo productivo desde la Agenda 2010 de Schröder de principios del siglo XXI ha estado orientada a reestructurar su economía en ese sentido, parece muy poco probable que a estas alturas sea políticamente aceptable a nivel interno que puedan revertir esa situación para aceptar déficit en la balanza por cuenta corriente. Entre otras cosas, porque se enfrentarían a la debilidad de la demanda interna y a debilidad de la demanda externa; es decir, aceptar eso significaría que Alemania aceptaría incrementar sus niveles de desempleo e incrementar sus niveles de inflación. De hecho, Alemania, durante estos doce, quince años ha hecho todo lo posible por llegar a esta situación. Por llegar a reforzar su superávit en la balanza por cuenta corriente. Difícilmente va a permitir que eso se revierta, entre otras cosas porque para ello sería necesario, por ejemplo, que su inflación fuera mayor que la de los países periféricos. Algo que, por otra parte, no es fácil de conseguir en unas sociedades que tienen mayor aversión a la inflación que las sociedades periféricas y en unas economías periféricas donde la inflación es estructuralmente más alta que la inflación del centro. Por otro lado, debería aceptar pérdidas de competitividad por la vía de mantener mayores incrementos de los costes laborales, de los salarios de los trabajadores. Cuando lo que se está promoviendo con las políticas de ajuste es, precisamente, lo contrario: deflación salarial en los países periféricos manteniendo, más o menos constantes, los niveles salariales en sus países. Además, hay que considerar que no se puede cambiar una estructura productiva que está orientada a la exportación por una estructura productiva orientada a la economía interna de la noche a la mañana. 

 El colapso es inevitable, por cuestiones de relaciones económicas básicas. A lo que nos vamos enfrentando es a que el nivel de la deuda pública es actualmente insostenible para los países periféricos. España (ya no hablo de Grecia y Portugal) es un país insolvente, en quiebra: no puede conseguir ni un superávit comercial ni un superávit fiscal que permita hacer frente al crecimiento del pago de la deuda en los próximos años. Es decir, frente a lo que se nos viene, en algún momento, y eso lo sabe todo el mundo, se va a tener que plantear que la deuda española es impagable, que no hay forma de pagarla. Cuánto tiempo tardemos en aceptar esa situación o cuánto tiempo tardemos en entender que lo que se está produciendo a través de los procesos de ajuste es una extracción de los excedentes desde la periferia hacia el centro para llegar a un momento en el que, cuando no haya más de dónde extraer, reconocer que la deuda es impagable, cuando ya lo es ahora, en estos momentos, es a lo que se tiene que enfrentar actualmente la izquierda. 

 La izquierda no sólo se tiene que enfrentar a eso, a cuándo vamos a reestructurar la deuda, sino también a cómo conseguimos, y aquí viene la parte más delicada, que no se produzcan, por catastróficas, o que se produzcan en beneficio de la clase trabajadora alguna de las posibles soluciones que hay en el horizonte.

 ¿Cuáles son las posibles soluciones que hay en el horizonte? 

  Una, la mejor solución: la mutación genética de todos los alemanes, que hiciera que, de repente, no tuvieran aversión a la inflación, sino que les pareciera bien que los precios crecieran y/o que aceptaran unos niveles de desempleo más altos de los que tienen en estos momentos. 

 Dos, el colapso de la eurozona. Es decir, la posibilidad de que, en algún momento, más allá de Grecia, que representa un porcentaje muy pequeño del PIB, España declare que la deuda no se puede pagar. En ese momento, si hay que proceder a la reestructuración de la deuda, los inversores internacionales en cuyas manos estamos, dirán: si no se puede pagar la deuda de España, probablemente tampoco se puede pagar la deuda de Italia, probablemente tampoco se puede pagar la deuda de Portugal, probablemente tampoco se puede pagar la deuda de Francia. Es decir, el euro colapsará como consecuencia de que los inversores dejarán de financiar las deudas de los distintos estados. Ese es el horizonte más probable. 

  La tercera posibilidad es también algo altamente improbable: la monetización de la deuda por parte del Banco Central Europeo, sin ninguna condición. No lo que pretenden hacer ahora: te compro deuda en el mercado secundario, siempre y cuando te sometas a un ajuste para provocar una deflación interna, que te permita, improbablemente, llegar a sustituir demanda interna por demanda externa. El que el Banco Central Europeo, los alemanes o los países centrales acepten financiar mediante la monetización de la deuda, vía Banco Central Europeo, sin ningún tipo de condiciones, los niveles de deuda acumulados en los países periféricos, es también, como digo, altamente improbable. 

 Por eso, el euro, desde mi humilde perspectiva, y desde el pesimismo intelectual, está condenado a colapsar. ¿En cuánto tiempo? Eso es lo que yo no me atrevo a anticipar. De manera que, o nos salimos del euro, preparando anticipadamente la salida, sin pasar del euro a las futuras pesetas de la noche a la mañana. Sino pensando en mecanismos posibles para ir preparando una salida no traumática del euro: básicamente, anticipo uno, introduciendo una moneda paralela exclusivamente de circulación nacional. O lo que puede ocurrir es que el colapso nos pille como siempre, mirando para otro lado. 

 Muchas gracias. 
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  Alberto Montero Soler (alberto.montero@uma.es, @amonterosoler) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y presidente de la Fundación CEPS. Acaba de publicar junto a Juan Pablo Mateo el libro "Las finanzas y la crisis del euro: colapso de la Eurozona", en Editorial Popular. Puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía. 

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O LOS GRANDES MEDIOS DE PRODUCCION Y LA BANCA PASAN A TENER EL CONTROL SOCIAL, O L AMISERIA FISICA Y LA VIOLENCIA DE TODO TIPO ES LA QUE NOS ESTÁ ESPERANDO. NO HAY OTRA ALTERNATIVA

Uno de cada tres euros en los presupuestos para 2013 se irá a pagar los intereses 

 (Gobierno actual y realeza peremne a los que hay que echar, exigiéndoles las correspondientes responsabilidades)

 LA DEUDA SE LO COME TODO EN ESPAÑA

Alberto Pradilla 
 IPS 

 Uno de cada tres euros que prevé gastar el gobierno de España durante 2013 estará destinado a pagar los intereses de la deuda pública.

 Los Presupuestos Generales del Estado presentados por las autoridades el jueves 27, evidencian que el lastre de esas obligaciones seguirá ahogando a una población ya castigada por el desmantelamiento de servicios públicos y sociales como educación y salud, entre otros.

 El costo de los intereses de la deuda subirá en 9.742 millones de euros (unos 12.500 millones de dólares), para llegar a 38.590 millones de euros (49.700 millones de dólares), casi 34 por ciento más que este año. 

 La deuda se lo come todo. El pago de intereses equivale a lo presupuestado para todos los ministerios, que cuentan con una previsión de 39.722 millones de euros (unos 51.000 millones de dólares). 

  Los drásticos ajustes de los últimos meses ni siquiera alcanzan para hacer frente a los pagos extraordinarios que exigen los acreedores, motorizados por la creciente desconfianza de la capacidad del Estado para hacer frente a sus obligaciones. 

 En 2007, el endeudamiento público constituía 35,5 por ciento del producto interno bruto (PIB); este año llegó a 75,9 por ciento, y en 2013 pasará de 80 por ciento, según previsiones del gobierno. 

  En este contexto, la pregunta es cuál será el próximo recorte, a la espera de un previsible rescate financiero resuelto por la troika (la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) que acarrearía más restricciones para una población cuyo nivel de vida cae en picada. 

 "Estos son los presupuestos generales de la troika; la respuesta a las exigencias de controlar el déficit. Sin embargo, esto será imposible mediante estas cuentas. Se trata de una aparente paradoja, pero lo cierto es que el objetivo es empobrecer a la ciudadanía y cambiar de modelo", dijo a IPS el economista Alberto Garzón, diputado de la opositora Izquierda Unida. 

 En su opinión, la coyuntura política y económica de España tiene muchos puntos en común con la de América Latina en las décadas de 1980 y 1990, marcadas por un elevado endeudamiento que desnudó las debilidades de las economías de los países de esa región y los llevó a seguir a pie juntillas una agenda de ajuste, privatización de los bienes del Estado y liberalización de la economía, con negativas consecuencias sociales. 

 Para Pablo Iglesias, profesor de ciencias políticas de la Universidad Complutense de Madrid, "los años 80 marcan el éxito de las políticas neoliberales que provocaron el desmantelamiento de los avances sociales logrados en años previos, y que creó muchas desigualdades", dijo a IPS. 

 En su opinión, esa situación se repite ahora en los países periféricos europeos, donde las medidas de ajuste están poniendo fin a derechos sociales que hasta ahora no se ponían en cuestión. 

 "Son los presupuestos para salir de la recesión", justificó el jueves 27 el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en una rueda de prensa. La vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría dio un paso más y calificó las cuentas como "las más austeras". 

 Según sus números, el PIB español experimentará una contracción de 0,5 por ciento y el desempleo se mantendrá en torno del actual 24 por ciento de los activos. 

 Pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta una caída de 1,2 por ciento del PIB. Si esta previsión se confirma –y considerando que el objetivo de déficit fiscal de 4,5 por ciento, impuesto por la Unión Europea, constituye la línea roja para el gobierno de Mariano Rajoy–, el único recurso que le quedaría al presidente será aplicar de nuevo la tijera. 

 En menos de un año, su gabinete ha adelgazado rubros básicos como la educación o la sanidad, con medidas como prohibir la atención de salud a los inmigrantes sin documentación y hacer obligatorio el pago de medicamentos que antes se entregaban gratuitamente. 

 A falta de conocer la letra pequeña de los presupuestos, que se hará pública este sábado 29, las miradas se centran en las pensiones. 

 En julio, Rajoy aseguró que las asignaciones de los jubilados serían "lo último" que tocaría. Por el momento, el gobierno afirma que les aplicará un aumento de uno por ciento, insuficiente si se tiene en cuenta que el costo de vida subió tres por ciento en septiembre tras la entrada en vigor del aumento del Impuesto al Valor Añadido (IVA).

 Como alternativa, el Poder Ejecutivo optó por echar mano al Fondo de Reserva, del que retirará el equivalente de casi 4.000 millones de dólares para pagar las pensiones. 

 Pero si el gobierno termina por congelar las jubilaciones, el impacto se sentirá en toda la sociedad. Con el elevado desempleo y las reducciones de los subsidios a los desocupados, la pensión del abuelo o de la abuela se ha convertido en el único medio de subsistencia de muchas familias. 

 "Es inevitable que paguen los ciudadanos", reconoció el ministro Montoro. La vicepresidenta Sáez de Santamaría insistió en que la prioridad es el "gasto social". Pero basta con darse un paseo por las calles de Madrid para comprobar cómo se deterioran las condiciones de vida. Cada vez más gente busca comida en los contenedores de basura. 

 El gobierno insiste con la receta de "reformas estructurales, control del déficit y recuperación de la senda del crecimiento", un mantra que defiende gracias a su mayoría absoluta en el parlamento, pero que cada vez genera más malestar, como el del martes 25, cuando decenas de miles de personas accedieron a la convocatoria de rodear el Congreso legislativo en una jornada de incidentes y 35 detenidos. 

 Las autoridades presentaron también un plan de reformas que inciden en la senda marcada por la troika. Se trata de 43 proyectos de ley para la liberalización de diversos sectores de la economía, una medicina ampliamente aplicada por el FMI en América Latina, 20 años atrás. 

 Si la experiencia de esa región despierta tantos ecos en la España de hoy, también podría apuntar posibles soluciones. 

 En opinión de Iglesias, la deuda puede servir para "devolver la política al centro de la economía". Y puso el ejemplo de Ecuador, cuyo presidente Rafael Correa estableció en 2008 una auditoría sobre el endeudamiento público para determinar qué porción era ilegítima y declaró el cese de pagos de 70 por ciento de la deuda en bonos. 

  Sectores ciudadanos y grupos políticos como Izquierda Unida defienden que el país celebre un referéndum ciudadano para fijar límites al pago de la deuda y a los ajustes presupuestales. 

  "El desmantelamiento sin precedentes del Estado de bienestar apunta a una crisis social", argumentó Iglesias. No se pueden equiparar los diferentes procesos latinoamericanos y europeos, matizó. Pero en España "hay condiciones" para un nuevo paradigma político y económico, opinó. 

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