viernes, 13 de enero de 2023

CAS: “Llevamos años advirtiendo de la destrucción programada del Sistema Nacional de Salud”

 

CAS: “Llevamos años advirtiendo de la destrucción programada del Sistema Nacional de Salud”

 

INSURGENTE.ORG / 13 enero 2023

 

 

SAMIDAD ESPAÑA



 

 

-Durante los últimos 24 años, gracias a leyes estatales, se han ido dinamitando los sistemas sanitarios de todo el Estado. Con la connivencia de sindicatos subvencionados, colegios profesionales, sociedades científicas, federaciones regionales de vecinos, plataformas en “defensa de la sanidad pública”…, es decir, de los satélites subvencionados por los partidos de izquierda.

– El esquema es sencillo: “la izquierda” mantiene las leyes que permiten desmantelar el sistema, y la derecha y los nacionalistas hacen el “trabajo sucio”.

-En la primera ola, el gobierno de “izquierdas” prometió un posible blindaje de la sanidad en la Constitución. Hoy podemos afirmar que han pisado el acelerador del desmantelamiento de la sanidad pública.

– Ahora se anuncian huelgas del sindicato médico en diversas comunidades autónomas. Los mismos que guardaron silencio mientras privatizaban. Eso sí, con el discurso vacío de “sanidad pública”, pero sin apuntar a las causas (leyes) y sus responsables (todos los partidos).

– Continua la escenificación mientras fondos de capital riesgo, bancos y aseguradoras van incrementando su negocio.


La prensa generalista anuncia ahora lo que sucede. No se puede esconder por más tiempo


Veamos…. Madrid es un caso emblemático de esta situación de riesgo

Lo que todos ocultan en la crisis de las urgencias de Madrid

La situación de las urgencias extrahospitalarias de la Comunidad de Madrid se nos presenta, desde los medios de desinformación cercanos a la “izquierda institucional”, como la enésima locura de la presidenta Ayuso, sin conexión con nada de lo que ha ocurrido en Madrid en los últimos 17 años.

Lo que está ocurriendo es resultado del proceso de privatización, puesto en marcha por el PP en 2005, hace ya 18 años.

2004 – Primer “Plan de Infraestructuras Sanitarias”, que implicó la apertura de 8 hospitales privados, lo cual denunciamos en aquel momento: “En que consiste y por qué es posible la privatización de la sanidad”.

2008 – “Segundo Plan de Infraestructuras Sanitarias”, por el que se abrieron otros 3 hospitales de modelo privado. El “desembarco” de 12 hospitales privados, sumando el convenio singular firmado con la Fundación Jiménez Díaz, buque insignia del principal grupo privado beneficiado, Fresenius -antes Quirón-, al que se le “cedieron” 400.000 habitantes “robados” de centros públicos, implicó el cierre de mas de 2.000 camas públicas, y el inicio del trasvase -a fondos de capital riesgo y otros tiburones de las finanzas-, de cientos de millones de € anuales, en concepto de “canon” (alquiler) durante 30 años.

2008 – “Regalo” de dos ambulatorios públicos (Quintana y Pontones), propiedad de la Tesorería General de la Seguridad Social, a la multinacional Capio.

2009 – Cierre de laboratorios públicos (Aranjuez, Coslada, Vallecas) para enviar las pruebas de cerca de 2 millones de pacientes a un macrolaboratorio privado.

2010 – Privatización el servicio de citas médicas, adjudicado a INDRA.

2011 – Supresión de las áreas sanitarias. Nos venden la “libre elección de hospital”.

Ademas, y sin animo de ser exhaustivos, se ha privatizado la extracción de sangre, la lavandería, la limpieza, la informática, el mantenimiento, el almacenaje… Paralelamente se han incrementado los conciertos privados mientras se cerraban o reducían al mínimo servicios hospitalarios en centros públicos. Todo ello con total legalidad gracias a las leyes de ámbito estatal 15/97, y los artículos 67 y 90 de la Ley General de Sanidad, que el gobierno “más progresista de la historia” mantiene en vigor. Es decir, unos hacen el “trabajo sucio”, y los otros se rasgan las vestiduras. Puro espectáculo.

Este Plan, perfectamente planificado y ejecutado durante dos décadas, ha permitido ir desmantelando y deteriorando el sistema “público” mientras los seguros privados se disparaban. En lo que respecta a los trabajadores, una vez pasados los aplausos de las ocho, el maltrato ha alcanzado niveles escandalosos, lo que ha forzado la huida de muchos de ellos en busca de mejores condiciones laborales.

Hoy la realidad es esta: Madrid dedica más de la mitad de los 8.500 millones de euros de gasto sanitario público anual a pagar a empresas privadas, mientras los centros públicos agonizan, y no hay dinero para contratar a dos centenares de médicos para garantizar la atención de urgencias de una comunidad con 7 millones de habitantes.

Estamos seguros, y lo llevamos advirtiendo dos décadas, que la situación no va a acabar aquí. Son capaces de escenarios peores, mas aún en un contexto de crisis energética y social que va a permitir al aparato estatal justificar la reducción aun mayor de los “servicios públicos”. Los “Ayuso dimisión”, o “La sanidad no se vende, se defiende” son reclamos vacíos. Pueden servir para elevar la autoestima de algunos, pero no dejan de ser mas que una bocanada de oxígeno para los propios privatizadores.


Atención Primaria ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Crónica de un colapso anunciado

1 El conflicto de los médicos de Atención Primaria de Madrid no puede analizarse sin hacer un repaso de lo ocurrido en los últimos años.

En primer lugar, el brutal deterioro de las condiciones de trabajo en Atención Primaria (a partir de ahora A.P.) ha sido algo paulatino, paralelo al proceso de privatización y desmantelamiento que se inició en 2004. No se puede entender la situación actual, sin analizar el “periodo oscuro” aquel que los medios progresistas ocultan. Nos referimos a lo ocurrido entre 2004-2012, cuando se privatizan, con la anuencia y la colaboración de los que hoy llaman a la movilización contra Ayuso, hospitales, ambulatorios, laboratorios y todo aquello susceptible de ser negocio, lo que va a condicionar por décadas la financiación de los centros de gestión directa del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS). El silencio de la plantilla durante este proceso, pensando que aquellas privatizaciones no tendrían consecuencias directas sobre su trabajo, indicó una absoluta falta de visión de las repercusiones posteriores. Al mismo tiempo, el colaboracionismo de sindicatos y partidos políticos de “izquierda” permitieron hacer el “trabajo sucio” sin oposición al PP.

En segundo lugar, es necesario entender que el acoso y derribo al que se está sometiendo a A.P. está teniendo lugar en todas las CC.AA. Sin duda Madrid es de las regiones donde el proceso está más acelerado, ya que ha sido un lugar privilegiado junto con Cataluña, País Valencià y Baleares en abrir la puerta a la privatización sanitaria. El déficit de profesionales es alarmante, solo comparable a las zonas rurales más despobladas, que también padecen un abandono total. Es quizá por esto que los facultativos madrileños de A.P. han sido los primeros en cambiar de actitud, pero las huelgas que sindicatos médicos anuncian para 2023 en otros territorios nos señalan que la problemática es generalizada, y los graves problemas que padece la sanidad madrileña podrían replicarse rápidamente en otros territorios.

2 La desastrosa situación de la atención primaria viene de lejos

Lo que vemos ahora es resultado de un proceso puesto en marcha hace años y que ahora estalla con toda crudeza. El modelo de un sistema de salud basado en A.P. nunca fue apoyado por la Administración, ni siquiera en sus inicios, a finales de los 80, cuando hubo que poner en marcha el modelo en todo el Estado. Históricamente el gasto sanitario siempre fue superior en los hospitales, nunca interesó desarrollarla y en cambio se optó por un modelo hospitalcentrista.

Por otra parte, los propios profesionales nunca desarrollaron las funciones de salud comunitaria. La propia ley establece como función de los Equipos de A. P. la realización de “diagnósticos de salud comunitarios” para conocer los datos de salud y enfermedad de la población de cada zona básica (unos 25.000 habitantes). Conocidos los datos y factores causantes se debería, desde un punto de vista de salud pública, actuar contra los productores de enfermedad y los determinantes sociales de la salud para evitar en lo posible la enfermedad. Un modelo que hubiera puesto en marcha lo que es la esencia de la Atención Primaria podría haber reducido considerablemente la enfermedad y el gasto sanitario. Nunca se hizo, y la A.P. derivó exclusivamente hacia la asistencia (sin duda necesaria, pero no suficiente). Con el tiempo, los gestores comenzaron aplicar herramientas de empresa privada (contratos programa, modelos de “excelencia” EFQM…), al tiempo que se introducían incentivos perversos, y desigualmente distribuidos, para dividir más aun a la plantilla. En pocos años, el envejecimiento de la población, el crecimiento de la demanda muchas veces no sanitaria (medicalización de problemas laborales, económicos, sociales…) y la reducción progresiva de las plantillas ha transmutado la “excelencia” en debacle.

3 Es una huelga médica exclusivamente

Aun conociendo el nivel de presión laboral y de precarización que soportan médicos y pediatras, en A.P. hay más profesiones, tan presionadas o más. Lo deseable hubiera sido una huelga de todos los trabajadores, porque el problema es del conjunto de la sanidad madrileña y estatal, no solo de los facultativos. Por ejemplo, desde hace años muchos centros soportan listas de espera en fisioterapia de 1 año o más. En otros, las agendas para acceder a las matronas están simplemente bloqueadas. Si en una situación como la de Madrid los sindicatos no se han unido para lanzar una huelga de toda la A.P., ¿qué tiene que ocurrir para lograr la unidad? Es más, todos los niveles asistenciales se están viendo afectados por estas nefastas políticas. ¿Por qué no trabajar por una movilización de los trabajadores de toda la sanidad en vez de buscar soluciones parciales? ¿Es culpa del sindicato médico que solo está interesado en alcanzar ventajas para su categoría, o del resto de sindicatos del sector que asisten impasibles a la debacle del sistema porque están directamente comprados?

4 La paz social de las últimas décadas pasa factura

En la sanidad madrileña, aparte de conflictos sectoriales de los MIR y de los especialistas hospitalarios, no ha habido un conflicto laboral unitario desde el postfranquismo. El sector sanitario es un sector poco organizado en el que los médicos han optado por posiciones corporativas frente a luchas como trabajadores. En general, siempre han velado por sus intereses y han logrado importantes prerrogativas de la Administración, ya sea mediante redondeo de sus salarios con peonadas (horas extras en turno de tarde) o compatibilización con la actividad privada. Salvo notables excepciones, han guardado silencio mientras los políticos ejecutaban la privatización y cerraban miles de camas en los centros públicos, o mientras las listas de espera desbordaban.

En la misma línea, los sindicatos de la Mesa Sectorial de Sanidad de Madrid (donde se sientan CCOO, UGT, SATSE, AMYTS, SAE, CSIT-UP) se han dedicado en las últimas dos décadas a “sus asuntos” (participación en las bolsas de contratación, la muy lucrativa gestión de cursos, reforzamiento de su aparato…), garantizando la “paz social” al PP mientras procedía a desmantelar el sistema. De forma persistente han boicoteado las movilizaciones que durante la “época oscura” encabezaron los usuarios mientras ellos miraban para otro lado.

En definitiva, pensar que el proceso de privatización no les iba a afectar ha sido un error de cálculo mayúsculo. Hoy las consecuencias se ceban en la primaria y sus médicos, y muy posiblemente en un futuro las sufrirán los médicos de hospitales, que hoy se creen a salvo. No hay salvación dentro del corporativismo, solo mediante la solidaridad entre todos los trabajadores podemos evitar desastres como el que vivimos.

5 Los servicios públicos solo se han de defender entre todos

Sin menospreciar la huelga como mecanismo de defensa de los intereses laborales, no es menos cierto que sus posibilidades de presión efectiva varían enormemente según sectores. En el modelo capitalista actual, basado en la globalización, el movimiento de mercancías y el beneficio económico a corto plazo, las huelgas en sectores como el transporte y el energético, tienen la capacidad para romper las cadenas logísticas de distribución que garantizan el sacrosanto consumo, o la movilidad de sectores estratégicos.

En el caso de la prestación de servicios públicos, la situación varía enormemente. En educación, paralizar los colegios no afecta gravemente al aparato capitalista. En sanidad, excepto el desgaste de cara a la opinión pública que pueden sufrir los gobernantes si están próximos procesos electorales, lo que se genera, aparte de las molestias para los pacientes y las pérdidas de sueldo para los huelguistas, es un deterioro de la asistencia, y un incremento de las ya pavorosas listas de espera. Este incremento puede incluso beneficiar económicamente a determinadas élites médicas (peonadas fuera de su jornada ordinaria para sacar actividad atrasada), a los propios centros privados (incremento de los conciertos), y a los seguros privados, que no dejan de aprovechar cualquier oportunidad para seguir empujando a sectores de las clases medias hacia su negocio (el 38 % de la población ya dispone de una póliza privada en Madrid). Sanidad por tanto no tiene la capacidad para cuestionar la cadena de negocio capitalista. Con esto no queremos decir que haya que renunciar a las huelgas en sanidad, sino hacer una llamada de atención para abrir un debate para buscar instrumentos que permitan salvar al sistema antes de que lo acaben de dinamitar y para ello es imprescindible que nos organicemos con toda la sociedad.

6 Sí hay dinero, pero está comprometido… hasta 2040

No hay más dinero, imposible incrementar el presupuesto para 2023”, repiten desde la Consejería al sindicato médico convocante de la huelga, AMYTS, que defiende que el problema se podría arreglar con 42 millones de euros. ¿Cómo puede ocurrir esto en una Comunidad que gastará en sanidad en 2023 con toda seguridad más de 10.000 millones €? Porque el dinero lleva años desviándose hacia empresas privadas, hasta el punto de que ya en 2018, el sector privado había conseguido absorber el 49,4% del presupuesto liquidado de la Consejería de Sanidad.

Esto es resultado de lo ocurrido en el período oscuro, cuando se pusieron once hospitales en manos privadas por 30 años. Cuatro según modelo de concesión administrativa (Valdemoro, Villalba, Móstoles-Rey Juan Carlos y Torrejón), y siete según modelo concesión de obra (Henares, Parla, Arganda, Aranjuez, Vallecas, San Sebastián de los Reyes y Puerta de Hierro). Hospitales que nos van a salir entre 7-9 veces más caros que sus costes. A estos hay que añadir el “convenio singular” de la Fundación Jiménez Díaz (por cierto, rescatada 3 veces en las últimas décadas con dinero público). Como denunciamos en solitario desde 2005, ello iba a suponer una bomba de relojería para el sistema sanitario madrileño (aquíaquíaquíaquíaquíaquí,), mientras los sindicatos de la Mesa Sectorial de Sanidad (entre ellos AMYTS), miraban para otro lado y dejaban hacer a Esperanza Aguirre.

Tras la crisis del COVID, la situación empeoró, ya que fue aprovechada para dar otra vuelta de tuerca a la privatización. Lejos quedan las promesas del gobierno “más progresista de la historia” de blindar la sanidad en la Constitución y los aplausos de las ocho de la tarde. Para el 2022 se presupuestaron ya 1.784 millones de euros para asistencia sanitaria con medios ajenos y cerca de 180 millones de euros para el canon por la utilización de los 7 hospitales de modelo PFI, es decir, cerca de 2.000 millones previstos (el gasto real será mayor con toda seguridad), de forma que dos de cada diez euros ya se dedican a prestar asistencia con medios privados, en lugar de incrementar las plantillas públicas. Fresenius y Primero Salud, las empresas adjudicatarias, se frotan las manos. Es más que probable el resto de externalizaciones y conciertos se comerá más del 50 % del presupuesto.



7 La Atención Primaria esta infrafinanciada… en todo el Estado

Como decíamos, el modelo sanitario del Estado español es eminentemente hospitalario. En 2021 los hospitales de Madrid se llevaron 7.197 millones de euros (70 %), mientras que la Atención Primaria solo recibió 980 millones de euros (10,7 %). Una diferencia inaceptable si se tiene en cuenta que la A.P. es capaz de solucionar entre el 80-90 % de los problemas de salud de la población, con intervenciones de bajo coste pero buenos resultados.

Precisamente por eso, para salvar la primaria, desde CAS lanzamos la ILP que pretendía establecer por ley que el 25 % del gasto sanitario fuera a A.P. en todo el Estado, porque la situación en otros territorios donde desde hace años gobierna la “izquierda”, como Baleares o Castilla La Mancha, dista mucho de ser ideal. ILP que no fue apoyada por ningún gran sindicato, ninguna sociedad científica, ningún colegio profesional, en definitiva, por ninguno de los grupos que en estos momentos están reactivando obedientemente, las plataformas en defensa de la sanidad publica, como hacen desde hace tiempo cada 4 años, coincidiendo con los procesos electorales. ¿Como es posible que ahora AMYTS (sindicato que se define como una asociación sin ideología política, ni izquierdas, ni derechas), pida el incremento del gasto en A.P. hasta el 25% en dos años y no ha querido apoyar la ILP que convertiría esa reivindicación en ley de ámbito estatal? ¿Como es posible que su aliado en Cataluña Metges de Catalunya nos haya solicitado ayuda para una recogida de firmas solicitando más financiación a la Generalitat y se haya negado a apoyar la ILP citada? Parece claro que de cara a la galería, a todo el mundo, incluida la extrema derecha, se le llena la boca con el 25% para la A.P., pero realmente ninguno de estos grupos ha querido establecerlo a través de una ley estatal.

8 Las plantillas soportan cada vez mayor presión

Según el portal estadístico del SERMAS, la plantilla en marzo de 2020 era de 13.690 profesionales y en septiembre de 2022 de 13.696. Es decir, invariable pese al envejecimiento poblacional y el incremento de la demanda producido por las cargas de trabajo derivadas de la crisis del COVID. Incluso recientemente Inspección de Trabajo y Seguridad Social ha requerido al Gobierno regional para que en el plazo máximo de un mes se ponga en marcha una “adecuada planificación preventiva para solucionar riesgos en los profesionales de Atención Primaria“, debido precisamente al desborde asistencial. Adecuación que a día de hoy no se ha producido y que, si sucede, mostrará si el aparato de Inspección es eficaz en proteger a los trabajadores, o es una pieza más en el engranaje de destrucción del modelo.

En realidad estamos hablando de un déficit de casi 4.000 puestos de trabajo entre facultativos, personal sanitario y no sanitario. Casi el 20% de plazas de medicina están sin cubrir, con una pérdida además de 200 pediatras entre 2019-2021. Situación que empeorará en los próximos años por la jubilación de alrededor de 1.500 médicos de familia, el 37% de los que hay actualmente. Si en la actualidad hay unas 600.000 personas y 200.000 niños y niñas que no tienen ni médico de familia ni pediatra asignado, la situación será calamitosa.

En definitiva, la movilización de los médicos de primaria es necesaria pero no solo para mejorar sus condiciones laborales inmediatas (algo que quizá se logre con la huelga actual aunque el encallamiento de posiciones no invita al optimismo), sino para ir más allá y demandar un cambio en la financiación del sistema sanitario, actualmente volcado hacia la empresa privada, para la que la A.P. es un estorbo a desplazar (es escasamente rentable económicamente aunque sea altamente rentable en términos sociales y de salud).

Después de haber perdido la oportunidad en el período 2005-2012, cuando se dejó que 11 hospitales cayesen en manos privadas por 30 años, y una vez más ante la indiferencia con respecto de la ILP para blindar la Sanidad Pública que CAS presentó junto con otros colectivos, quizá ahora, puedan reflexionar sindicatos, sociedades científicas, asociaciones y profesionales y entender que la lucha no puede ser parcial, ha de ser de todos los trabajadores del sistema sanitario, unidos con la población, para blindar el sistema sanitario, lo que implica necesariamente:

§  Posicionarse claramente contra la privatización y por la derogación de las leyes que la permiten.

§  Exigir el rescate de lo privatizado (hospitales, laboratorios, ambulatorios de Pontones y Quintana), limpieza, lavandería, extracción de sangre, etc.

§  Incrementar las plantillas y crear un turno médico de tarde en los hospitales, en las especialidades médicas necesarias, para utilizar al 100 por 100 los recursos, evitar la emigración de los profesionales y reducir los conciertos al mínimo. Las listas de espera se deben y pueden asumir desde los centros de gestión directa correctamente dimensionados.

§  Incompatibilidad para el trabajo en la privada.

§  Romper los monopolios sindicales en la formación y prohibir la formación a través de las farmacéuticas.

§  Democratizar de verdad la gestión de los centros, con participación real en la toma de decisiones de trabajadores y usuarios.

§  Universalizar la asistencia. Ninguna limitación para la atención a los migrantes.

CAS Madrid. Año 18 de la privatización.

CAS Estatal

kaosenlared

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¡Un nuevo mundo! Descubren un planeta similar a la Tierra a 41 años luz de nosotros

 

¡Un nuevo mundo! Descubren un planeta similar a la Tierra a 41 años luz de nosotros

 

DIARIO OCTUBRE / enero 13, 2023

 

Un exoplaneta que "tiene casi exactamente el mismo tamaño que la Tierra" fue descubierto gracias a la utilización del telescopio espacial James Webb, informó la NASA.


© Foto : NASA, ESA, CSA, L. Hustak (STScI)


Se trata de un pequeño planeta rocoso, bautizado como LHS 475 b, ubicado a 41 años luz de distancia de nuestro planeta. Esta es la primera vez que los investigadores utilizan el telescopio James Webb para confirmar la existencia de un exploneta. Esto porque entre todos los telescopios operativos, Webb es el único capaz de caracterizar la atmósfera de exoplanetas del tamaño de la Tierra.

 

“Estos primeros resultados de la observación de un planeta rocoso del tamaño de la Tierra abren la puerta a muchas posibilidades futuras para estudiar la atmósfera de planetas rocosos con Webb”, aseguró Mark Clampin, director de la División de Astrofísica en la sede de la NASA en Washington.

“Webb nos está acercando cada vez más a una nueva comprensión de los mundos similares a la Tierra fuera de nuestro sistema solar, y la misión apenas comienza”, agregó.

La investigación que permitió el hallazgo de LHS 475 b fue emprendida después de que la misión TESS (Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito) de la NASA, lanzada en 2018 para descubrir planetas pequeños que orbitan estrellas brillantes en todo el cielo nocturno, insinuó la existencia del astro, “convirtiéndolo en un objetivo de interés para” el telescopio James Webb.

Así, el espectrógrafo del infrarrojo cercano del telescopio, explica la NASA, capturó el planeta con solo dos observaciones de su tránsito.

“No hay duda de que el planeta está allí. Los datos impecalbes de Webb lo validan”, dijo Jacob Lustig-Yaeger, del equipo de investigación del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Laurel, Maryland.

Por ahora, el equipo de investigación no ha podido concluir si el nuevo mundo tiene atmósfera. “El telescopio es tan sensible que puede detectar fácilmente una variedad de moléculas, pero aún no podemos sacar conclusiones definitivas sobre la atmósfera del planeta”, dijo Erin May, también del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins.

Con todo, el quipo señala que no han descartado algunas composiciones atmosféricas, como una atmósfera de dióxido de carbono puro.

“Contrario a la intuición, una atmósfera 100% de dióxido de carbono es mucho más compacta, tanto que se vuelve muy difícil de detectar”, dijo Lustig-Yaeger.

Webb también reveló que LHS 475 b completa una órbita en solo dos días y es unos cientos de grados más cálidos que la Tierra, así que, si se detectan nubes, los investigadores podrán concluir que el planeta es más parecido a Venus, que posee una atmósfera de dióxido de carbono y está perpetuamente envuelto en nubes espesas.

“Estamos a la vanguardia del estudio de pequeños exoplanetas rocosos. Apenas hemos comenzado a arañar la superficie de cómo podrían ser sus atmósferas”, dijo Lustig-Yaeger.

 

FUENTE: sputniknews.lat

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La verdad sobre la guerra ruso-ucraniana

 

El relato dominante que explica las causas de esta guerra elude deliberadamente una visión objetiva y completa de los acontecimientos que han hecho estallar el conflicto, así como ignora los objetivos reales de las potencias enfrentadas.


La verdad sobre la guerra ruso-ucraniana


Carlo Formenti

El Viejo Topo

13 enero, 2023 

 

En un mundo ideal, cuando estalla una guerra como la que actualmente enfrenta a Rusia y Ucrania, que amenaza con tener graves consecuencias no sólo para las poblaciones implicadas sino también para todo el planeta, la primera preocupación de quienes están en condiciones –por su cultura y sus competencias– de analizar las verdaderas causas del conflicto, debería ser transmitir sus conocimientos al gran público de los no iniciados, no sólo para ayudarles a formarse una opinión correcta sobre lo que está ocurriendo, sino también para estimular su compromiso de hacer todo lo posible, si ya no para poner fin a la masacre, al menos para limitar los daños. Desgraciadamente, no vivimos en un mundo ideal, sino en la Italia actual, es decir, en un país englobado en dos bloques económicos, políticos y militares, la Unión Europea y la OTAN, esclavizado a los intereses de una superpotencia como Estados Unidos, que no sólo es el principal responsable de la guerra, sino que está decidido a hacerla durar el mayor tiempo posible, con la esperanza de frenar su propio declive, perjudicando no sólo a una de las naciones beligerantes, Rusia, que junto con China es su mayor contraparte geopolítica, sino también a sus «aliados» europeos, que, al tener que pagar un alto precio si el conflicto se prolonga, verían reducida su capacidad competitiva dentro del bloque occidental. No es de extrañar, por tanto, que los grupos intelectuales antes mencionados ­–periodistas, académicos, expertos en historia, política y economía, etc.– en lugar de desempeñar un papel en el conflicto, tuvieran que pagar un alto precio. En lugar de desempeñar un papel de información objetiva sobre los hechos y de análisis científico de sus causas, se dedican a una frenética campaña de propaganda contra una de las partes beligerantes, presentándola como la única responsable de la guerra, cuando no como la encarnación del mal absoluto.

En esta situación, cualquier intento de ofrecer una visión lo más completa y objetiva posible de los acontecimientos históricos que estamos viviendo, debería verse recompensado con la difusión del conocimiento entre todos aquellos que, conscientes de la infame campaña de desinformación a la que estamos sometidos, buscan argumentos para contrarrestarla. Este post está dedicado al que es, en mi opinión, el más coherente de los intentos en cuestión, al menos de los que he conocido hasta ahora. Su autor es el historiador y estudioso de política internacional Marco Pondrelli y la obra a la que me refiero es Ucrania entre Rusia y la OTAN (Anteo Edizioni). El libro se divide en cuatro capítulos dedicados, por orden, a la historia de Rusia y Ucrania y sus relaciones desde la Alta Edad Media hasta nuestros días; al cambio de régimen que Estados Unidos y la OTAN fomentaron en 2014 en Ucrania y sus consecuencias hasta la intervención rusa; a una reconstrucción de las complejas y contradictorias corrientes históricas que condujeron a la actual situación en la Rusia postsoviética y a los intereses de otros actores internacionales –Estados Unidos, Europa y China in primis– implicados indirectamente en el conflicto. Al exponer los argumentos, me ceñiré al mismo orden.

Pondrelli reconstruye los primeros pasos de la nación rusa a partir del siglo VI de nuestra era, época  en la que los eslavos orientales se asentaron en lo que hoy es Ucrania, una región antiguamente habitada por poblaciones que los griegos y romanos llamaban cimerios. Los descendientes de los eslavos orientales dieron origen a la Rus, cuya capital fue Kiev, fundada en el año 882, ciudad que no se emancipó de Bizancio hasta principios de la década del 1000 y se convirtió en sede metropolitana. Por tanto, parecería que, al menos inicialmente, Rusia y Ucrania eran una misma cosa, pero Pondrelli explica cómo las cosas ya eran más complejas en aquella época: mientras que Ucrania occidental y Bielorrusia estaban bajo la influencia de la Europa católica, las orientales estaban vinculadas a Bizancio (por tanto, a la Iglesia ortodoxa) y expuestas a las influencias del Imperio mongol. Esta diferencia, señala Pondrelli, está en el origen de la visión geopolítica del Intermarium, un eje imaginario trazado entre el Báltico y el Mar Negro y concebido como baluarte contra la barbarie asiática (tesis resucitada por las potencias occidentales tras la revolución de 1917).

Tras señalar que esta narración es el resultado de una manipulación ideológica (la Horda de Oro mongola era cualquier cosa menos bárbara, ya que se basaba en estructuras estatales hibridadas con las del Imperio Celeste Chino, más avanzadas que las de Occidente), Pondrelli pasa a describir la evolución de la parte oriental, la zona de la «Gran Rusia» centrada en el principado de Nóvgorod, una región que en el siglo XIII tuvo que luchar en dos frentes: los mongoles en Oriente y los suecos y los caballeros teutónicos en Occidente (una famosa película de Eisenstein celebra la victoria del príncipe Aleksander Nevksy sobre estos últimos). A partir del siglo XIV, Moscú sustituyó a Nóvgorod como capital de la Gran Rusia y derrotó a los mongoles. En el siglo XVII, una insurrección cosaca (celebrada por Gogol en el cuento Taras Bulba) expulsó a los polacos (Pondrelli señala a este respecto que Polonia no sólo fue oprimida por Rusia, sino que, antes de que polacos y lituanos fueran expulsados, desempeñó ella misma el papel de opresora). Finalmente, tras la disolución de la nación polaca, la actual Ucrania sería repartida por los imperios austriaco y ruso hasta la Primera Guerra Mundial y la revolución de  1917, perpetuando la oposición entre las regiones occidental y oriental.

Antes de pasar a la actualidad, Pondrelli recorre las etapas de la integración de Ucrania en la URSS, recordando cómo, aunque Lenin creía firmemente en el principio de autodeterminación de los pueblos, fue de hecho la guerra civil entre el ejército rojo y las formaciones blancas apoyadas por las potencias occidentales la que decidió el destino de la región. Sin embargo, la tesis del supuesto genocidio del pueblo ucraniano perpetrado por los soviéticos se basa en hechos de un periodo posterior, a saber, la hambruna de principios de la década de 1930, que, según la propaganda occidental, fue utilizada por Stalin para exterminar tanto a los kulak (campesinos ricos) como a los ucranianos, porque ambos se oponían a la colectivización forzosa (los propietarios sacrificaban su ganado y escondían el grano en lugar de entregarlo a las cooperativas agrícolas estatales). Sin ocultar los errores cometidos por el régimen[1], Pondrelli discute tanto el fondo (la confiscación forzosa de ganado y alimentos fue una medida necesaria para evitar que la hambruna se cobrara muchas más víctimas; además, carece de sentido atribuir al régimen la «planificación» de la hambruna, al igual que se atribuyó a la intencionalidad de Mao las víctimas de la hambruna tras el fracaso del Gran Salto Adelante) como la magnitud del llamado Holodomor (genocidio): primero fue la propaganda nazi, luego la campaña anticomunista orquestada por Reagan, basada en las tesis de historiadores que, como Conquest, se basaban en fuentes periodísticas poco fiables (como los relatos de un tal Thomas Walker, que hizo pasar por hechos reales datos recogidos durante meses pasados en la Unión Soviética, observaciones relativas a un viaje de sólo 13 días), lo que multiplicó el número de muertos de forma desproporcionada.

A continuación, Pondrelli desmonta la operación de «santificar» a Bandera como padre de la patria ucraniana, fruto de un flagrante intento de revisionismo histórico, según el cual Bandera fue el líder de las formaciones nacionalistas ucranianas que lucharon tanto contra los soviéticos como contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que existen pruebas abundantes e incontrovertibles de que estas formaciones estaban estrechamente vinculadas al ejército nazi de ocupación y compartían sus crímenes de guerra, incluida la participación activa en el exterminio de cientos de miles de judíos ucranianos. La patraña de Bandera como héroe nacional comprometido en dos frentes se basa en el hecho de que Hitler ordenó en un momento dado su detención, pero ésta, explica Pondrelli, no se debió a disputas ideológicas, sino al hecho de que Bandera exigía una Ucrania independiente (¡sin cuestionar su alianza con el Reich nazi!), como prueba también el hecho de que fuera liberado en 1944 para permitirle luchar contra los soviéticos junto a los nazis.

La disolución de la URSS en 1991 y la consiguiente autonomización de Ucrania (con la incorporación de territorios como Crimea y las regiones del Donbass habitadas por poblaciones de clara identidad rusa) dejó así un país en el que, tras todas las vicisitudes históricas que se acaban de describir, conviven diferentes lenguas, tradiciones, culturas y religiones, y se plantea el problema de elegir un pegamento para definir su identidad nacional. Este pegamento, argumenta Pondrelli, se convirtió rápidamente en una especie de rusofobia que ocupó el lugar del anticomunismo. La contraposición ideológica ya no tenía razón de ser, dado que la evolución de los dos países en la era postsoviética había seguido caminos similares, caracterizados por el ascenso de los oligarcas que se habían apropiado de la riqueza sustraída al control del Estado (la diferencia, señala Pondrelli, es que, a diferencia de Rusia, los oligarcas ucranianos pudieron desempeñar un papel directamente político: véase el caso de un personaje como Timoshenko). Quedaba, poderosamente, el factor de la oposición nacionalista, alimentada por los objetivos occidentales que, como quedó claro ya en la cumbre de Budapest de 2008, preveían integrar a Ucrania en la OTAN (después de todo, el acuerdo de no ampliar la OTAN al Este tras la reunificación alemana ya se había incumplido ese año). Rusia logró evitar lo inevitable durante unos años, alcanzando una serie de compromisos, el último de los cuales tuvo como protagonista al presidente ucraniano Yanukóvich, hasta que Occidente decidió desbloquear la situación promoviendo el golpe de 2014, dominado por formaciones de extrema derecha culpables de crímenes como la matanza de Odessa. A partir de ese momento, los acontecimientos se sucedieron rápidamente al ritmo de las fichas de dominó que caen: desde el referéndum de reunificación con Rusia en Crimea, pasando por la aparición de las repúblicas populares en la región rusófona de Donbass, hasta el fracaso de los acuerdos de Minsk, hasta que la intensificación de la guerra civil y el anuncio del posible e inminente ingreso de Ucrania en la OTAN provocaron la inevitable intervención rusa.

Sin embargo, no sólo Ucrania está dividida entre un alma occidental (predominante hoy en día) y un alma oriental. Esta tensión, recuerda Pondrelli, ha sido una constante histórica también para Rusia, como atestigua el símbolo del imperio zarista, el águila con dos cabezas mirando una al este y otra al oeste, direcciones experimentadas de vez en cuando como promesas de expansión y amenazas de invasión. De ahí la perpetuación de la lucha entre las corrientes occidentalista y eslavófila que continuó en la experiencia soviética.

Asediada por las potencias occidentales, la Rusia de los soviéticos, argumenta Pondrelli, tuvo que elegir entre dos caminos: contar con el peso de la tradición nacional (un camino que la China socialista ha tomado cada vez con mayor decisión desde las reformas de los años setenta), o actuar como un «extranjero en casa» a la espera de la revolución mundial[2]. Se podría decir (de forma muy aproximada, ya que las dos opciones siempre se han hibridado entre sí) que dos figuras como Stalin y Trotsky encarnan simbólicamente estas dos alternativas. El ala occidentalista, en su forma extrema, fue hegemónica durante los años de las privatizaciones desenfrenadas, cuando la política económica estaba inspirada por «expertos» como Anatoly Chubais que, inspirándose en las teorías de Von Hayek y Friedman, predicaban la terapia de choque, es decir, la transición inmediata al libre mercado según los cánones del consenso de Washington sin pasar por etapas intermedias. Esta elección resultó catastrófica no sólo en términos económicos (el PIB cayó un 19%; el nivel de vida, un 49%; la producción industrial, un 46%; las inversiones, un 25%; mientras que la deuda pública y la pobreza aumentaron un 11% y un 40% respectivamente), sino aún más en términos geopolíticos, que vieron a Rusia cada vez más marginada respecto a las demás grandes potencias y expuesta al riesgo de una verdadera balcanización a semejanza de Yugoslavia[3].

Es este contexto el que ha favorecido el ascenso de Putin, que ha aislado al ala radical occidentalista, ha permitido a los oligarcas conservar la riqueza de la que se habían apropiado a cambio de renunciar a su papel político[4] y, finalmente, ha recuperado el control de las fronteras para garantizar los intereses y la seguridad del país (la guerra contra los terroristas islámicos en Chechenia y las intervenciones militares en Georgia y Siria forman parte de esta estrategia).

Esta nueva asertividad preocupa a Occidente, pero sobre todo a Estados Unidos, que ve resurgir un poderoso obstáculo a sus objetivos de expansión en Oriente. De ahí la obsesiva repetición de campañas de propaganda que presentan al presidente ruso como «el nuevo Hitler», ignorando que en Rusia existe un Parlamento elegido por sufragio universal y que el régimen goza de un amplio apoyo popular y dando protagonismo a una oposición de derechas totalmente marginal, mientras que la única oposición que realmente cuenta en el país es la de un partido comunista profundamente renovado que no mira al pasado sino a la experiencia china. Y es a China a quien Putin se ve a su vez inducido a mirar como su único aliado, a medida que crece la agresión occidental hasta el punto de intentar incorporar a Ucrania a la OTAN, colocando sus propios misiles nucleares a pocos minutos de vuelo de Moscú. En resumen, las causas de la guerra contra Ucrania son similares a las que estuvieron a punto de desencadenar la Tercera Guerra Mundial cuando la URSS envió sus misiles a Cuba. Además, señala Pondrelli, el hecho de que Rusia comprometa sólo una fracción de sus recursos militares demuestra que su objetivo estratégico no es invadir Ucrania, sino recuperar el control sobre las regiones de habla rusa y de etnia rusa y obligar a Ucrania a renunciar a su ingreso en la OTAN.

En cuanto al papel –o más bien a la ausencia de papel autónomo– de Europa, Pondrelli recuerda cómo lo que preocupó a Estados Unidos y le llevó a provocar el conflicto fue, incluso más que las renovadas ambiciones rusas, el temor a la consolidación de un eje ruso-alemán que parecía tomar forma en los primeros años del nuevo milenio: un eje Rusia- Alemania (y por tanto Europa, dado el papel hegemónico de Berlín en la UE) y su posible proyección hacia China, que apuesta por construir la Nueva Ruta de la Seda, supondría de hecho una compactación del continente euroasiático que dejaría aislado a Estados Unidos. Por eso, concluye Pondrelli, la guerra ucraniana es también y sobre todo una guerra contra Europa, para desvincularla de Rusia y debilitarla económicamente, un proyecto que Estados Unidos está llevando a cabo con el apoyo de Inglaterra y de los países de Europa del Este.

Notas

[1] Sobre las consecuencias del abandono por parte de Stalin de la NEP decidida por Lenin (que anticipó en medio siglo las reformas chinas de la era posmaoísta) y la consiguiente decisión de tomar el camino de la colectivización forzosa, véase lo que escribe Rita di Leo en L’esperimento profano, Futura, Roma 2011.

[2] En cierto sentido, la sinización del marxismo llevada a cabo por el PCCh, que mezcla los principios marxistas con elementos de la tradición cultural china, puede considerarse un ejemplo exitoso de la primera vía (es decir, el acercamiento a la tradición nacional), en la que la adaptación por Stalin de la teoría marxista a las condiciones históricas concretas de Rusia no fue lo suficientemente radical, en la medida en que permaneció atada a ciertos dogmas que condicionaron el desarrollo del país (véase la nota anterior). Al mismo tiempo, la vía de Trotsky –que negaba la posibilidad misma de construir el socialismo en un solo país– era aún más dogmática y habría conducido casi con toda seguridad a la disolución de la URSS ya en el periodo de entreguerras.

[3] En cierto sentido, la sinización del marxismo llevada a cabo por el PCCh, que mezcla los principios marxistas con elementos de la tradición cultural china, puede considerarse un ejemplo exitoso de la primera vía (es decir, el acercamiento a la tradición nacional), en la que la adaptación por Stalin de la teoría marxista a las condiciones históricas concretas de Rusia no fue lo suficientemente radical, en la medida en que permaneció atada a ciertos dogmas que condicionaron el desarrollo del país (véase la nota anterior). Al mismo tiempo, la vía de Trotsky –que negaba la posibilidad misma de construir el socialismo en un solo país– era aún más dogmática y habría conducido casi con toda seguridad a la disolución de la URSS ya en el periodo de entreguerras.

[4] También a este respecto, Putin parece inspirarse en la lección china, en la medida en que el socialismo al estilo chino se basa precisamente en la libertad concedida a ciertos empresarios para acumular riqueza sin permitirles convertir el poder económico en poder político. La diferencia es que en China, la propiedad pública y el control del partido-estado de los sectores estratégicos de la economía siguen siendo mayoritarios, mientras que en Rusia se han desmantelado.

Fuente: socialismo dei secolo XXI.

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Médicos/as de la Atención Primaria irán a la huelga indefinida ante el colapso de la sanidad pública y la falta de respuesta de la Junta de Andalucía

 

 

Médicos/as de la Atención Primaria irán a la huelga indefinida ante el colapso de la sanidad pública y la falta de respuesta de la Junta de Andalucía

TERCERAINFORMACION / 12.01.2023

  • El colapso en la sanidad lleva a los médicos a plantear protestas en media España en este mes de enero.
  • El Gobierno de Moreno Bonilla perpetra durante los últimos meses una estrategia respecto a la sanidad pública similar a la del Gobierno Ayuso en la Comunidad de Madrid, u otros Gobiernos del PP en otras Comunidades Autónomas: la progresiva privatización a través de la precarización de la Atención Primaria y las Urgencias, o una infrafinanciación de la pública paralela a la inyección de fondos a la privada.
  • Si las negociaciones con la Junta de Andalucía acaban sin acuerdo, los médicos de Atención Primaria están llamados a la huelga a partir del próximo 27 de enero, convocados por el Sindicato Médico Andaluz (SMA), el mismo que ha hecho un llamamiento a los profesionales para que hoy se hayan concentrado ante el palacio de San Telmo. Exigen “medidas reales para una Atención Primaria de calidad”.



​El Sindicato Médico Andaluz (SMA) se ha concentrado hoy jueves 12 de enero a las 11.30 horas, una movilización ante la presidencia de la Junta de Andalucía en el Palacio de San Telmo para reivindicar una Atención Primaria de calidad donde exigen medidas reales. En esta convocatoria se pondrá en relieve el deterioro que sufre la Atención Primaria.

Ésta es la tercera de las concentraciones previstas y, si las negociaciones con la Administración no dieran fruto, el próximo paso es la convocatoria de huelga indefinida.

El SMA asegura que las condiciones laborales de los médicos de Atención Primaria son cada vez más precarias ya que persiste la sobrecarga por la falta de personal, con cupos sobredimensionados, agendas infinitas y sin tiempo para valorar a los pacientes.

La burocracia en la Atención Primaria aumenta día tras día, restando tiempo a la atención directa al paciente, lo que hace que para acceder a una consulta con su médico de familia un usuario tenga que esperar varios días y dependiendo del Centro de Salud incluso más de una semana.

Las reivindicaciones del Sindicato Médico Andaluz pasan por incrementar la financiación de Atención Primaria que compense la situación sufrida a lo largo de los años y permita avanzar en la mejora en la asistencia y en otros aspectos aún pendientes como la equiparación salarial y la carrera profesional. Afirman que es imprescindible adecuar las plantillas a la población, así como ajustar las agendas para garantizar un tiempo mínimo por paciente suficiente para dar respuesta a sus necesidades. En concreto solicitan con un máximo de 35 pacientes al día para los médicos de familia o 25 niños al día en la agenda de los pediatras, sin opción a bises, ni otras agendas paralelas. Y la extensión a la tarde en concepto de continuidad asistencial de la agenda que sobrepase esos 35 pacientes.

Asimismo, para conseguir una sanidad pública y de calidad es necesario dar más estabilidad y mejorar las condiciones laborales y retributivas de los facultativos andaluces para evitar fuga de médicos.

El Sindicato Médico asegura que es obligatorio dotar a la Atención Primaria de los recursos necesarios y suficientes para realizar actividades formativas, docentes y de investigación, para conseguir niveles de excelencia.

Los médicos andaluces afirman que con estas concentraciones pretenden cambiar el rumbo actual de la Atención Primaria y obligar a las administraciones sanitarias a que se comprometan con la misma, se dejen de promesas y se adopten medidas urgentes para su salvación y mejora.

Anuncia huelga indefinida a partir del 27 de enero

El Sindicato de Médicos y Médicas de Atención Primaria (SMP) anuncia huelga indefinida a partir de las 00,00 horas del próximo día 20 de enero ante «la falta reiterada» de respuesta del Servicio Andaluz de Salud (SAS) y de la Consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía a sus reivindicaciones, una situación similar a las carencias que se están manifestando en la Comunidad de Madrid. Así lo indica el sindicato, que especifica que este martes han notificado al SAS la convocatoria de esta huelga a la que están llamados a participar todos los médicos de la atención primaria andaluza, médicos de familia y pediatras de los centros de salud y sus puntos de urgencias.

Según señala, los motivos que han provocado esta decisión es «la falta reiterada» de respuesta del SAS y de la Consejería de Salud a nuestras reivindicaciones, «sobradamente conocidas por el actual gobierno, comprometidas para la anterior legislatura, sin que se haya dado respuesta a la mayoría de las peticiones».


Foto: @sindicatomedsev

El SMP explica que las reuniones mantenidas durante estos últimos cuatro años con diferentes interlocutores «han sido infructuosas» para convencer a los actuales gobernantes «de las bondades de una atención primaria bien presupuestada, con recursos materiales, organizada con sentido común y suficientes profesionales, en el caso que nos ocupa los médicos, que además estén bien tratados». «O al menos no han considerado el bienestar y el dar un trato justo a los médicos de la atención primaria como una prioridad», ha precisado.

«Por bien tratados entendemos que las retribuciones sean acordes al nivel de conocimientos, de responsabilidad y de penosidad que se nos exige, y que las condiciones de trabajo y de jornada nos estén lesionando nuestra salud y nuestras vidas constantemente», manifiesta en sindicato, desde donde añaden: «Estamos hartos. Esta situación no debe continuar».

«Tras cuatro años seguimos con prácticamente el mismo salario. Han subido escasamente el valor de la hora de las guardias y ahora nos pagan más por trabajar más horas, pero no era eso lo que pedíamos ni a lo que se comprometieron. Queríamos justicia y equiparación con otras profesiones y puestos, con los compañeros hospitalarios, con otras CCAA y países, y unas jornadas de duración razonable, lo cual no tenemos en muchos casos. No pedíamos trabajar más horas, aunque si se trabajan deberían pagarse mejor», manifiestan.

Además, indican que tras cuatro años «seguimos con agendas con un número ilimitado de pacientes, donde siempre caben más, insertadas o en agendas paralelas, y con un tiempo miserable para cada paciente», y añaden que «estas no son condiciones para ejercer la medicina».

Igualmente, desde el SMP apuntan que tras cuatro años «seguimos con la categoría» de Dispositivo de Apoyo, unos puestos que «crearon con la intención de que fueran ‘chicos para todo’ y que sufre numerosos agravios en sus condiciones respecto a los médicos con cupo de pacientes y respecto a los médicos del 061, con quienes comparten la atención urgente».

Y finalizan asegurando que tras cuatro años la situación «de falta de médicos en atención primaria es aún peor que antes». «No hay relevo suficiente ni siquiera para la gran cantidad de jubilaciones que se están produciendo y que se van a producir en los próximos años. Y no es por falta de médicos disponibles, es porque cada vez somos más los que huimos de este nivel asistencial y de la especialidad de Medicina de Familia porque no hay quien soporte trabajar en las condiciones que tenemos en demasiados centros de salud de nuestra comunidad autónoma», agregan.

Por último, desde el SMP lamentan los trastornos que esta huelga produzca a la ciudadanía, a nuestros pacientes, pero «creemos que ha llegado el momento de defendernos a nosotros, los médicos».

«Ahora vamos a destinar parte de nuestro tiempo y esfuerzo a cuidarnos luchando por nuestras condiciones de trabajo, ya nos toca. Esperamos que entre los beneficios de ello esté el poder atenderles mejor que ahora tras la huelga. Mientras, cumpliremos con los servicios mínimos necesarios para que nadie que realmente tenga un problema de salud inaplazable o grave se vea perjudicado», concluye en sindicato.

*Con información de Agencias.

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