sábado, 23 de febrero de 2019

LA PLATAFORMA DE AFECTADOS POR LAS HIPOTECAS (PAH) O DE CUANDO TODOS TENÍAMOS DIEZ AÑOS MENOS




10 victorias en 10 años de la PAH

Rebeliòn
Catalunya plural
23.02.2019

Han pasado 10 años del nacimiento de La PAH, pocos para conseguir todo lo que se propusieron, pero suficientes para recordar y valorar su trayectoria. Continúa luchando por hacer de la vivienda un derecho; al lado de las personas vulnerables. Continúa trabajando para cambiar leyes, mostrando que se puede hacer política de otra manera


La PAH, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, llega a su décimo aniversario, una década de vida en una movilización que ha causado un gran impacto en la sociedad española. Una gran incidencia. Ha conseguido acompañar y transformar a las personas que se le acercaban, negociar salidas a situaciones desesperadas, despertar el apoyo generalizado de la sociedad, aprobar mociones en ayuntamientos, impulsar leyes autonómicas, marcar la agenda pública, dar vida a proyectos para acceder a la política institucional, que se piense que “sí se puede” conseguir lo que parecía fuera de alcance…

Pero los desahucios siguen, con números que no hacen pensar en ninguna recuperación. Según los últimos datos ofrecidos por el Consejo General del Poder Judicial de los que disponemos, en el tercer trimestre de 2018 se han producido en España 11.547 nuevos desahucios. 3.404 son consecuencia de ejecuciones hipotecarias, 7.518 de impagos de alquiler y 625 por otras causas. De enero a septiembre de 2018 se han producido 44.606 y nada hace pensar que no acabemos el año en cifras cercanas a las de los peores años de la crisis.

Es bueno hacer balance y pensar, estamos ante una movilización muy poco habitual. La PAH no ha conseguido cambiar la ley hipotecaria española, acabar con los desahucios o garantizar el derecho a la vivienda reconocido en la Constitución. Pero son 10 años que muestran lo que se puede conseguir desde la movilización. También habría que pensar en lo que ha podido no funcionar, en errores… Aquí y ahora nos quedamos en apuntar 10 logros. Los logros de mucha gente que, desde los márgenes, sin apoyos, han luchado para acabar con un miedo, dolor y pobreza que no deberían existir.

Atender necesidades esenciales

“Los pisos no dejarán nunca de subir” es un mantra de los años de la burbuja o especulación inmobiliaria. La década de 1997 a 2007 fue de gran crecimiento económico, los indicadores de España eran envidiados: había importantes constructores, al tiempo que representantes del sector inmobiliario, que iban de un medio al otro repitiéndolo. Lo importante era tener claro que alquilar era tirar el dinero, había que hipotecarse. Y que esto no iba a cambiar.

Pero cambió a partir de 2008. La llamada “crisis” empezó a mostrar su peor cara. La burbuja inmobiliaria -que para muchos supuestos expertos y representantes políticas no existía- explotó y no ha dejado de causar víctimas hasta hoy. En 2008 demasiadas personas ya estaban hipotecadas y el reto era poder pagar lo que pensaban haber adquirido. Otro mantra se empezó a propagar: “hay que pagar las deudas, a nadie se le obligó a hipotecarse”. Aquí nace la PAH. Se constituyeron en una asamblea el 22 de febrero de 2009. Cinco personas habían impulsado el proyecto, ese día recuerdan que se encontraron unas setenta.

La PAH viene de lejos. Podríamos decir que viene de movilizaciones que algunos dieron por fracasadas. Aquellas con el lema “No tendrás casa en la puta vida” que denunciaban las barreras para acceder a un derecho ya en años de crecimiento económico. También denunciaron el mobbing inmobiliario que estaba expulsando a personas de sus pisos con la intención de obtener más beneficios con su comercialización. Esas acciones públicas pudieron desaparecer, pero al llegar 2009 y con él personas que lo pasaban mal, volvieron a la acción. Esas cinco personas han llegado a tener más de 200 núcleos activos en toda España.

Empoderar

Se ha repetido mucho que el potencial de la PAH radica en la desesperación de las personas afectadas que pueden perder su hogar. Según esta afirmación, la posible pérdida de la vivienda daría la fuerza y la determinación necesaria para la movilización. Pero los estudios de los que disponemos demuestran que las personas afectadas viven en condiciones de fragilidad. Quizás el mayor logro de la PAH ha sido acompañar a las personas y ayudarlas a hacer frente a los temores, miedos, presiones, amenazas…

Muchas, cuando llegan a la PAH lo hacen destrozadas, con vergüenza y sentimiento de culpa. No es el perfil del sujeto político dispuesto a movilizarse, enfrentarse a una comitiva judicial y a la policía para paralizar su desahucio… Podrían ser perfiles más cercanos a los tristes casos de suicidios vividos en estos años.

La PAH ha sido y es un revolucionador de personas que encuentran una asamblea, compuesta por personas que viven situaciones que se pueden comparar a la suya, que las escuchan, les ayudan a buscar soluciones, se implican con ellas… La excepcionalidad de la PAH en estos años se ha demostrado, entre otras cosas, en cómo ha sido recomendada desde servicios sociales de administraciones públicas para que las personas afectadas que no iban a recibir una respuesta desde esas administraciones pudieran encontrar alguna solución.

Crear movilización colectiva ante la fragmentación individualista

La PAH no ofrece un servicio de atención individual, trabaja colectivamente. Trata a las personas afectadas como sujetos activos. Eso crea sentimiento de comunidad y lazos de solidaridad y compañerismo. Las personas afectadas ven que su problema afecta a una parte considerable de la sociedad; no es un fracaso personal y la solución pasa por la lucha colectiva. Tampoco hay que buscar falsos culpables, como pasa en demasiadas ocasiones con proyectos que descansan en la estigmatización y criminalización de personas migrantes. Muchas de las personas que están o han pasado por la PAH hablan de un empoderamiento que les permite pasar a la movilización por sus derechos. Diversos estudios lo muestran.

Informar a una sociedad desinformada

La PAH ha contribuido a empoderar a la sociedad. Uno de sus ámbitos de incidencia ha sido conseguir que aprendiéramos. Sobre las hipotecas y afectación que generaban. ¿Quién sabía qué era la dación en pago antes de que la PAH hablara de ella? ¿Quién sabía que a diferencia de otros países, en España no podías devolver la vivienda y saldar la deuda, sino que perdías la casa y además tenías que seguir pagando?

La PAH apareció exponiendo claramente situaciones que consideraba injustas y debían ser cambiadas -y que podían incluso desconocer las personas afectadas. ¿Qué sabríamos sobre la situación de emergencia habitacional si no fuera por la PAH? ¿Qué sabríamos de los comportamientos de las entidades financieras? ¿Sabríamos que podría haber alternativas a los desahucios? ¿Hasta dónde conoceríamos el funcionamiento de las hipotecas, la legislación española, la europea…? La PAH ha contribuido a formar y a empoderar a una sociedad y ésta se lo ha devuelto con amplio apoyo a sus demandas, como han mostrado diferentes estudios demoscópicos sobre la opinión española.

Garantizar derechos

La PAH nació para enfrentarse a una legalidad que generaba dolor y pobreza y reclamar otra legalidad que podía evitarla. La Constitución en su artículo 47 dice: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias […] para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.

Este derecho constitucional no está garantizado por ninguna administración pública española ni por el estado. No tiene cobertura legal. Lo que sí existe son leyes que permiten desahuciar a las personas que tienen dificultades para pagar su vivienda sin garantizarles no quedar en la calle.

La PAH ha sido durante estos años un actor político con la capacidad de ser un garante de derechos. Asume obligaciones cuando nadie lo hace para conseguir que haya personas que puedan tener hogar, ofreciendo directamente una alternativa habitacional. La campaña Obra Social de la PAH consiste en la reapropiación de viviendas vacías que son propiedad de entidades financieras, fruto de las ejecuciones hipotecarias. Se plantea con tres objetivos: recuperar la función social de una vivienda vacía para garantizar que la familia no quede en la calle, agudizar la presión sobre las entidades financieras para que acepten la dación en pago y forzar a las administraciones públicas a que adopten las medidas necesarias para garantizar el derecho a una vivienda.

Cuestionar una legalidad que no tiene por qué ser justa

La PAH nació para defender esta legalidad ante unas leyes que no lo hacen. La PAH se mueve en un espacio de confluencia de la legalidad y la ilegalidad. Un espacio donde lo legal puede ponerse en cuestión para pasar a ser considerado ilegítimo. Un espacio donde lo ilegal e ilegítimo, de acuerdo con nuestras instituciones, se puede acabar convirtiendo en legal porque hay voluntad de que así sea. Y si no pasa a ser legal, la desobediencia civil no violenta entrará en acción como último recurso. No hay voluntad de situarse fuera de la ley, pero en caso de que no sea posible, no habrá renuncia ni silencio.

Que no se pueda ejecutar un desahucio porque un conjunto de personas de manera pacífica no facilita el paso a la comitiva judicial no es legal. Es desobediencia. Ocupar un bloque de pisos perteneciente a una institución financiera rescatada con dinero público no es legal. Es desobediencia. Pero puede acabar, como ha pasado, con un acuerdo para que la entidad ofrezca alquileres sociales.

La PAH ejerce una desobediencia que podría tener un triple objetivo: ayudar a personas que lo necesitan, el cambio de la legalidad, y la atención para generar el debate necesario para provocar cambios. La desobediencia busca que pueda emerger otra legalidad que responda a lo que entienden como justo, legítimo y adecuado.

Desde las PAH consideran que las ejecuciones hipotecarias y los desahucios por causas económicas violan normativas existentes que justifican que no deban obedecerse las órdenes judiciales: los artículos 24 (sobre la tutela judicial efectiva) y 47 (sobre el derecho a la vivienda) de la Constitución española; el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC); y las Observaciones Generales del comité DESC de Naciones Unidas números 3 (obligaciones de los estados miembros), 4 (derecho a una vivienda) y 7 (prevención de desahucios forzosos). Estas documentos deberían ser constituyentes de una legalidad que no permitiera los desahucios que estamos viviendo. Ante el dolor que generan, desobediencia.

Movilizarse para transformar

La PAH ha popularizado el grito de “sí se puede” y no es algo retórico… Ha conseguido que se pudiera mucho. Los aprendizajes obtenidos de la PAH deberían, al menos, de estar bien presentes. La movilización que no se prepara acostumbra a estar muy lejos de poder tener buenos resultados. ¿Cuántas manifestaciones ha hecho la PAH? Se pueden contar con los dedos de una mano y aún sobran. En cambio, es el mecanismo de respuesta más habitual en nuestra sociedad. ¿Quiere decir algo? Seguramente mucho.

Han intentado desarrollar actuaciones lo más adecuadas posible: diferentes instrumentos para detener un desahucio, acordar mociones en los ayuntamientos que los obliguen a actuar, los escraches para darse a conocer, la ILP con la voluntad de llevar al Parlamento sus propuestas, ocupar para tener viviendas… Sus actos de movilización intentan ser transformadores desde que se ejecutan.

Si no se consigue lo que se solicita, reivindica, exige. Se trata de hacer, no basta con decir. Después de las movilizaciones del 15M iniciadas en 2011, que tanto han alimentado a la PAH, hubo representantes políticos que quisieron aclarar, reivindicar, que ya hacía tiempo que estaban diciendo lo mismo que los “indignados”. La PAH es una muestra de la política que irrumpe en ese momento. La PAH se ha convertido en un garante de derechos que asume obligaciones cuando nadie lo hace.

Conseguir leyes

Desde sus inicios la PAH ha propuesto diversas soluciones, incluso una Iniciativa Legislativa Popular con más de 150.000 firmas. Pero también han aprendido, y nos han mostrado, que no basta con conseguir las leyes. Hay que aplicarlas. Incluso quien las aprueba puede querer solo eso, pero no sirven de nada si no son efectivas.

Pasar de la movilización al gobierno

De las diferentes PAH surgieron personas que llegaron a gobiernos municipales en las elecciones de 2015. No se puede entender la constitución de proyectos como Barcelona en Comú o Ahora Madrid, que gobiernan hoy Barcelona y Madrid, sin la PAH. Más allá de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, creadora y portavoz de la PAH hasta que la abandonó para impulsar el proyecto político, podríamos hacer una larga lista de personas vinculadas a diferentes PAH que decidieron hacer este paso.

Es una evidencia más de la capacidad de la PAH para buscar la manera de actuar más adecuada en cada momento. Ante las limitaciones de la movilización, intentar ocupar también la institución. Ante las limitaciones de la institución, no abandonar nunca la movilización.

Ahora se cumplirán las primeras legislaturas de estos gobiernos. Habrá que hacer balance de lo hecho, de cómo se ha gobernado. Tenemos suficientes evidencias para afirmar dos cosas. Primera, no han podido garantizar el derecho a la vivienda -porque no están dentro de las competencias municipales. Segundo, sí han significado un cambio substancial en políticas de vivienda municipales. Y si lo han hecho ha sido bajo la atenta mirada de la PAH. La de Barcelona, fundada en 2009 por un grupo de personas que hoy, mayoritariamente, está en el ayuntamiento, no ha dudado en cuestionar o criticar las políticas de la administración. También las ha felicitado cuando lo ha considerado oportuno. Podemos decir que han mantenido la autonomía de la movilización. Algo no siempre fácil de hacer y menos en unas circunstancias como las descritas.

Unir ética, política y democracia

En los últimos años, coincidiendo la crisis económica y política, ha crecido la reivindicación de la ética. Esta manera de expresarse puede esconder cierta confusión, podemos pensar que la ética es un componente intrínsecamente bueno para la vida individual o colectiva. Pero hay muchas éticas posibles: las que buscan el interés individual, las que intentan equilibrarlo con el interés colectivo, las orientadas a reivindicar nuestros derechos, las que se preocupan también de garantizarlos… La ética no es lo mismo para todas las personas. La PAH ha conectado con la demanda latente de ética. La suya es una ética enfrentada a la vulneración de derechos, que busca garantizarlos, que se construye desde la verdad, en contra de la corrupción, el cinismo y la falta de coherencia entre el decir y el hacer. Una ética que se une con la política que la hará posible. Y así surgirá la democracia real que garantice derechos y libertades.

Han pasado 10 años del nacimiento de La PAH, pocos para conseguir todo lo que se propusieron, pero suficientes para recordar y valorar su trayectoria. La PAH continúa luchando por hacer de la vivienda un derecho. Continúa con las personas que por problemas de hipotecas o alquileres son vulnerables y sufren dolor. Continúa trabajando para cambiar leyes y para que se cumplan. Continúa mostrando que se puede hacer política de otra manera, desde una ética de la coherencia y la garantía de los derechos que den respuesta a las necesidades humanas.

Fuente: http://catalunyaplural.cat/es/10-victorias-en-10-anos-de-la-pah/

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MANDARÁ ESPAÑA UNA NUEVA "DIVISIÓN AZUL" PARA QUE SEA DERROTADA EN VENEZUELA?



Venezuela, una nueva batalla de Stalingrado

23.02.2019


El imperio parece dispuesto a todo. Amenaza, ruge, insulta, extorsiona, sabotea, miente, difama, moviliza a su tropa latinoamericana y europea, gobernantes que dan verguenza y que son repudiados por sus pueblos convertidos de la noche a la mañana en vestales y custodios de la democracia, la libertad, la justicia y los derechos humanos. Pero hasta ahora no han podido, y la voluntad de las organizaciones chavistas y su gobierno ha sido indoblegable. Necesitamos TODA LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL QUE SEA POSIBLE.

Si esta brutal ofensiva de un gobierno como el de Trump que ha proseguido y profundizado la política seguida por Barack Obama, "el progre" -en realidad, un "nigger Tío Tom" como los afroamericanos caracterizan a los de su etnia que piensan y actúan como los esclavócratas que los oprimieron por siglos- que preparó el terreno para la agresión actual al emitir una orden presidencial declarando que Venezuela era "una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos,  (y) declaro por medio de la presente una emergencia nacional a los fines de hacer frente a dicha amenaza."

Esta aberrante declaración abrió la puerta a la brutalidad de Trump, menos sofisticado que su predecesor pero igualmente identificado con el proyecto imperial norteamericano que no sólo se propone reapoderarse de Venezuela sino también de Cuba, acabar con el sandinismo en Nicaragua y con Evo en Bolivia y retornar al continente a la situación en que se encontraba en vísperas de la revolución cubana. NO PODEMOS PERMITIR QUE TAL COSA OCURRA. Tantos años de luchas, de sacrificios, de torturas, cárceles, exilios, de vidas ofrendadas altruístamente para construir una nueva sociedad no pueden ser arrojados por la borda ante la prepotencia de la Casa Blanca. Por eso NO HAY OTRA ALTERVATIVA QUE VENCER, que derrotar al imperio que, como decía Martí, sólo reconoce al "derecho bárbaro, como único derecho: esto será nuestro porque lo necesitamos". Necesitan el petróleo, el oro y el coltan de Venezuela y serán capaces de perpetrar cualquier crimen con tal de conseguirlos.

Por primera vez desde el momento más álgido de la Guerra Fría Estados Unidos se siente amenazado. Pero lo de ahora es más grave, porque no es tan sólo un país quien le preocupa (anteriormente era la URSS) sino la enorme convulsión del tablero geopolítico mundial que ha visto surgir nuevos y poderosos centros de poder (China, Rusia, India, Turquía, etcétera) ante el cual EEUU no tiene respuestas: o apelar a la violencia o amenazar con ella. Es un tigre cebado porque perdió en Afganistán, perdió en Irak, no han podido con Irán, perdió en Siria, está perdiendo en Yemen y su única victoria, horrible, inmunda por sus mentiras y su crueldad, fue Libia. Quieren otra, en Nuestra América. Pero no la van a conseguir. Serán derrotados. Ya lo están siendo diplomáticamente. Ya también comienzan a retroceder en el terreno mediático porque su proliferación de "fake news" carcomen su credibilidad. Habrá que mantener la cohesión y el espíritu combativo para infligirles la derrota definitiva que demuestre que Nuestra América ha comenzado a transitar por el camino de la Segunda y Definitiva Independencia.

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GRACIAS A LA AYUDA VENEZOLANA (Destruida hoy por los capitales dominantes USA y comparsa) HAITÍ SE PUDO MANTENER DURANTE AÑOS

La revolución que abisma a Haití está directamente relacionada con Venezuela

Rebelión
Haïti Liberté
23.02.2019

Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García


El pasado12 de febrero, en el Champ de Mars de Puerto Príncipe, un manifestante haitiano llevaba una bandera venezolana en solidaridad con la revolución bolivariana. La actual insurrección en Haití es consecuencia del hambre y la ira reinantes, pero también de la traición de Jovenel Moïse a Nicolás Maduro. Daniel Tercier, Haïti Liberté


Desde hace siete días* en Haití reina el caos. Los haitianos continúan sublevados en todo el país contra el presidente Jovenel Moïse para derrocarlo por su corrupción, su arrogancia, sus promesas incumplidas y sus descaradas mentiras. Pero la crisis no se solucionará con la renuncia de Moïse, que según parece es inminente.

La revolución de hoy día muestra claras señales de ser tan profunda e imparable como la que hace 33 años acabó con el régimen del dictador y playboy Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier, cuya huída de Haití a bordo de un avión de carga C-130 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos el 7 de febrero de 1986 –después de dos meses de rebelión– en búsqueda de un exilio dorado en Francia fue el inicio de cinco años de revueltas populares.

A pesar de una feroz represión, las matanzas, unas falsas elecciones y tres golpes de Estado, esa rebelión culminó en la importante revolución política del 16 de diciembre de 1990, cuando el teólogo de la liberación y antiimperialista Jean-Bertrand Aristide fue elegido presidente abrumadoramente y después asumió el cargo el 7 de febrero de 1991, cuando declaró la “segunda independencia” de su país.

En un tiempo en que los sandinistas de Nicaragua y la Unión Soviética acababan de ser derrotados, el pueblo haitiano venció a la ingeniería electoral de Washington por primera vez en América latina después de la victoria de Salvador Allende en Chile, dos década antes. El ejemplo de Haití inspiró a un joven oficial del ejército de Venezuela, Hugo Chávez, quien adoptó el mismo guión y de ese modo dio inicio a una “marea izquierdista” de revoluciones políticas mediante triunfos electorales en Latinoamérica.

Así como Washington había alentado un golpe contra Aristide el 30 de septiembre de 1991, organizó otro similar contra Chávez el 11 de abril de 2002. Pero, en este caso, la jugada fue frustrada en dos días por el pueblo y por los soldados rasos el ejército regular de Venezuela.
A pesar de la victoria obtenida, Chávez comprendió que la revolución política de 1998 en Venezuela, que lo había llevado al poder, no podría sobrevivir sola, que la utilización por parte de Washington de su vasta maquinaria subversiva y económica desgastaría su proyecto de fundar un “socialismo del siglo XXI” en Venezuela y que para ello su revolución tendría que construir puentes que mostraran un ejemplo a sus vecinos latinoamericanos también dominados por el Tío Sam.

De este modo, utilizando la enorme riqueza del petróleo, Chávez empezó un experimento que no tenía precedentes: la Alianza PetroCaribe –lanzada en 2005– que acabó abarcando a 17 países de América Central e insulares del mar Caribe. Esta alianza aseguró derivados del petróleo a bajos precios a sus habitantes y fabulosas condiciones crediticias a los países miembros, lo que para ellos significó una importante ayuda económica en unos momentos en que el crudo se estaba vendiendo a 100 dólares el barril. En 2006, Washington castigó al pueblo haitiano por haber dado dos veces (en 1990 y 2000) su voto a Aristide con sendos golpes de Estado (en 1991 y 2004) y otras tantas ocupaciones militares con la aquiescencia de Naciones Unidas. El pueblo haitiano se las arregló para conseguir algo parecido a un empate eligiendo a René Préval (un antiguo aliado de Aristide) como presidente.

En la ceremonia de toma de posesión, el 14 de mayo de 2006, Préval ratificó el tratado del PetroCaribe lo que irritó sobremanera a Washington, como señaló Haïti Liberté en su informe de 2011 basado en cables diplomáticos secretos obtenidos por medio de WikiLeaks.

 Préval, después de dos años de intentos, finalmente consiguió que Venezuela le suministrara petróleo y le concediera crédito, pero Washington le advirtió de que también sería castigado. Tras el terremoto en Haití del 12 de enero de 2010, el Pentágono, el departamento de Estado y el por entonces jefe de la Comisión Provisional de Recuperación de Haití (IHRC, por sus siglas en inglés), Bill Clinton, junto con algunos lacayos de la elite haitiana, prácticamente se hicieron con el gobierno del país y en el proceso electoral –desde noviembre de 2010 a marzo de 2011– desplazaron al candidato presidencial de Préval, Jude Célestin, y colocaron a uno propio: Michel Martelly.

Entre 2011 y 2016, el grupo a las órdenes de Martelly procedió a malversar, malgastar y perder la mayor parte de los fondos del PetroCaribe, que fundamentalmente habían mantenido a flote a Haití desde su creación en 2008.

Además, Martelly usó ese dinero para ayudar a que su protegido Jovenel Moïse se hiciera con el poder en 7 de febrero de 2017. Desgraciadamente para Moïse (que llegó al poder al mismo tiempo que lo hacía Donald Trump), estaba a punto de convertirse en un daño colateral en la escalada bélica contra Venezuela.

Trump, rodeado de una pandilla de neocons anticomunistas, se apresuró a hostilizar a la república bolivariana imponiendo sanciones económicas de largo alcance al gobierno de Nicolás Maduro. Haití ya se había atrasado en los pagos que debía hacer a Venezuela, pero las sanciones de EEUU ha convertido la factura del petróleo de PetroCaribe en algo impagable (o al menos intentar una excusa aceptable); así, de hecho, la Alianza PetroCaribe acabó en octubre de 2017.

La vida en Haití, que ya era extremadamente difícil, ahora es prácticamente imposible. Cerrado el grifo del petróleo venezolano, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le dijo a Jovenel que debía aumentar el precio del gas, y este intentó hacerlo el 6 de julio de 2018. El resultado fue un estallido popular que duró tres días; este fue el precursor de la revuelta actual.

Más o menos en ese mismo momento, un movimiento de masas empezó a preguntar qué había pasado con los 4.300 millones de dólares provenientes del petróleo venezolano que Haití había recibido en la década anterior: “Kot kòb PetroCaribe a?”, en la lengua criolla hablada en ese país (¿Dónde está el dinero del PetroCaribe?), era el grito de cada vez más miles de manifestantes. Se suponía que los fondos del PertoCaribe debían financiar la salud, la educación, la construcción y mantenimiento de las carreteras y otros proyectos sociales, pero la gente no veía que se hubiese cumplido nada de eso. Dos investigaciones del Senado realizadas en 2017 confirmaron que el dinero (el segundo informe hablaba de 1.700 millones de dólares) había sido desviado a los bolsillos de algunas personas.

Entonces, ¿cuál fue la gota que colmó el vaso? Fue la traición de Jovenel Moïse a los venezolanos después de su ejemplar solidaridad. El 10 de enero de 2019, en una votación realizada en la Organización de Estados Americanos (OEA), Haití votó a favor de una moción presentada por Washington que declara la “ilegitimidad” de Nicolás Maduro después de que él ganara en las elecciones de mayo de 2018 con más de dos tercios de los votos.

Los haitianos ya estaban enfadados por la corrupción desenfrenada, por la inflación y el desempleo disparados y frustrados después de años de promesas incumplidas y de humillación y violencia por parte de fuerzas armadas extranjeras. Pero esta espectacularmente cínica traición de Jovenel y sus compinches en un intento de ganarse el auxilio de Washington para que los rescatara de las hogueras que ardían detrás de ellos fue la gota que faltaba.

Sorprendido y paralizado por la falta de opciones –y sus propias disputas internas–, Washington está mirando con horror el previsible derrumbe de la corrompida construcción política y económica que había erigido en Haití en los últimos 28 años desde el primer golpe de Estado contra Aristide en 1991 hasta el reciente “golpe de Estado electoral que llevó a Jovenel al sillón presidencial en 2017.

Con toda seguridad, la embajada de EEUU está tratando febrilmente de improvisar una solución de emergencia con la ayuda de Naciones Unidas, la OEA, Brasil, Colombia y la elite haitiana. Pero es probable que los resultados no sean más perdurables que los conseguidos en los ochenta del siglo pasado.

Irónicamente, fue la solidaridad de Venezuela lo que aplazó durante una década el huracán político que hoy abisma a Haití.

Es adecuado destacar que la agresión estadounidense contra la revolución bolivariana de Venezuela ha dado origen a una cascada de consecuencias y reacciones no buscadas alimentadas por el profundo sentido de gratitud y reconocimiento de los haitianos por el socorro venezolano recibido; como Hugo Chávez y Nicolás Maduro han dicho a menudo, PetroCaribe fue la forma de “cancelar la deuda histórica que Venezuela tiene con el pueblo de Haití”.

* El original en inglés de esta nota fue publicado el 13 de febrero de 2019. (N. del T.)

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