martes, 30 de septiembre de 2008

¿Y SI NOS DEJARAMOS DE BROMAS QUÉ?

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El artículo de mas profundidad que he leído hasta la fecha en relación a esta cosa que ha dado en llamarse crisis financiera (¡que enconñamiento de no llamar a las cosas por su nombre!), ha sido el de Jean-Marie Colombini, publicado en el diario El País (30.09.08, hoja 4) y que titula “Inquietudes y temores”.
Hay en el artículo dos afirmaciones que hasta la fecha no había leído antes en ningún artículo ni oído decir por ningún comentarista (¡y cuidado que se ha escrito y se ha hablado!).
Una de esas afirmaciones es la siguiente: “Esta crisis financiera iniciada en Estados Unidos es una de las manifestaciones del cambio de las relaciones de poder internacionales al que estamos asistiendo” Efectivamente, la presente “crisis financiera” a la que estamos asistiendo implica una perturbación política, económica, y por tanto ideológica en las relaciones de poder, lo cual no es otra cosa, de llamarse las cosas por su nombre, que una evidencia más de que el modo de producción capitalista ha tocado fondo y no se corresponde con el momento histórico actual, es decir, que no puede seguir subsistiendo, que su agonía será larga, pero que no le cabe otra solución que perecer.
La otra afirmación es: “Esta circunstancia crea un contexto de nuevo favorable a la izquierda”, y ello es evidente. Lo que ocurre es que la izquierda que hace falta no existe, porque, la socialdemocracia, a la que apela Colombini no pasa de ser el balón de oxígeno con timorato léxico de izquierdas que tiene el capitalismo para alargar su agonía en el tiempo.
Hoy mismo, la ministra “socialista” María Pilar Fernández de la Vega, manita derecha del Presidente Zapatero, en una entrevista que le hacia en la cadena SER se ha declarado socialdemócrata, y lo de menos es como uno se denomine a sí mismo, sino la práctica política que realiza, y ella en la práctica se ha mostrado partidaria de la forma en como el Presidente Bush ha querido solucionar la “crisis”, que ha sido rechazada rotundamente por los propios americanos, a los cuales, por cierto, no se les puede acusar de izquierdosos.
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DE TONTOS, TONTADAS

Que Sarkozy, presidente de la República Francesa es rico era sabido, al igual que entre otros, lo son Berlusconi, Abel Matutes, Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, Rajoy, Aznar, Manuel Pizarro y Zaplana tras su paso por la política.
Que se las da de chulillo, al igual Berlusconi o Putin (que no se si se escribe putín) también lo sabíamos, lo que ya era desconocido, al menos para mí, era que a Sarkozy se hubiera metido a listillo y le hubiera dado por la refundación del capitalismo.
Nos pone en su mismo plano tomándonos por tontos, y esto hay que agradecédselo como se merece. No podemos pasar por alto las solemnes tonterías que él dice, si bien hay que señalar a su favor, que tampoco hemos de hacerlo mucho caso, porque ya sabemos que de tontos no hay que esperar otra cosa que tontadas, aunque el tonto, en este caso, Sarkozy, sea rico y chulo.
Seguramente, por ser rico y chulo, como otros tantos, haya creído Sarkozy que todo el monte es orégano, y que con saltar por su piquito de oro dos palabras la crisis del modo de producción capitalista (no sólo del sistema financiero como dicen) queda resuelta, y así, se ha descolgado diciendo que hay que refundar el capitalismo, que éste no está en crisis, sino que unos traidores han traicionado sus valores. ¡Pobre capitalismo mío que lo han traicionado unas malévolas almas!
Quiere ahora, pues, el gabacho este, el Sarkozy, refundar el capitalismo en base a los valores del esfuerzo y el trabajo. ¡No te digo yo! Tal sandez puede perdonársele, porque no creo que sepa que es eso del esfuerzo y el trabajo.
Le hubiese valido más, creo yo, porque hubiera él quedado como tonto y no nosotros, el haber propuesto crear el lenguaje civisabico león-gacela, en que el león africano le dice a la gacela en mitad de la sabana al despuntar la mañana:
Muy buenos días, mi amada, gentil y voluptuosa gacela. ¡OH! señor león, buenos días tenga usted. Que se le ofrece en tan radiante mañana. Nada de particular, mi distinguida gacela, que me entran las hambres, ¿sabe usted…? ¡OH! Señor león cuan alegría recorre mi cuerpo de abajo arriba, de arriba abajo, tintineándome los parpados al saber que tiene usted apetito. No, mi queridísima y tierna gacela, no tengo apetito, sino hambre. No se hable más mi admirado y audaz león. ¡Cómame!, ¡cómame! Y, es cuando el león, muy educada y parsimoniosamente, se saca de la manga el cuchillo y tenedor mañaneros de comer gacelas y se zampa a la ídem. Luego el león se echa dos eructos, unos de tras de otro, y colorín colorado, con este cuento el tonto de Sarkozy mejor hubiera quedado.
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