domingo, 29 de enero de 2017

ELPARO NO BAJA. HAY QUE DECIRLES AL GOBIERNO DEL PP Y A LA TÍA PASCUALINA (La tía de Luis del Val de la cadena COPE para estar informados) QUE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS QUE MIENTEN SE MEAN EN LA CAMA Y ADEMÁS NO IRÁN AL CIELO



[EPA del 4º trimestre]

NO HAY 535.671 PERSONAS PARADAS MENOS; HAY 535.671 EMIGRANTES MÁS



Por Kaos. Laboral y Economía
27.01.2017
La última EPA vuelve a mostrar las consecuencias reales de las contrarreformas laborales de los últimos años: aumento de la precariedad y caída generalizada de los salarios e incremento real del paro, todo ello a pesar de la apariencia de los datos y del triunfalismo del Gobierno y de la aceptación de los mismos como […]












La última EPA vuelve a mostrar las consecuencias reales de las contrarreformas laborales de los últimos años: aumento de la precariedad y caída generalizada de los salarios e incremento real del paro, todo ello a pesar de la apariencia de los datos y del triunfalismo del Gobierno y de la aceptación de los mismos como rigurosos por parte de las organizaciones políticas y sindicales mayoritarias…  Precisamente para demostrar lo que realmente muestra la EPA, publicamos el análisis riguroso de Enrique Negueruela publicado en Nueva Tribuna.

Ni que decir tiene que, frente a esta realidad laboral, existen medidas que servirían para cambiar radicalmente la situación, como el establecimiento de un salario mínimo “a la europea” (1500 euros como en Francia), la prohibición de cualquier forma de contratación temporal, la reducción de jornada a 35 horas semanales sin reducción salarial (“trabajar menos para trabajar todos”), generalización de la jubilación a los 60 años sin reducción de la pensión, inversión pública destinada a obras de interés social (escuelas, hospitales, transporte…) realizada por empresas públicas… Estas y otras medidas de calado semejante servirían sin duda para reducir realmente el desempleo y mejorar las condiciones de vida laborales y sociales. Claro que habría que arrancarlas con la movilización sostenida y la organización de clase, frente a un gobierno del capital y sus amos que se opondrían con todos sus medios a ellas.
Kaos. Laboral y Economía


No hay 535.671 personas paradas menos; hay 535.671 emigrantes más
Por Enrique Negueruela

Volvemos a la situación de los años cincuenta o sesenta. Los jóvenes y los no tan jóvenes, han tenido que hacer la maleta y emigrar. Esta es la verdadera bajada del paro.

Publicados los datos del cuarto trimestre, se puede hacer una valoración del Gobierno del PP en lo relativo al empleo. Lo primero que hay que destacar es la absurda alegría porque baje el paro. La bajada de paro que hemos tenido, hay 535.671 personas paradas menos, no deja de ser la constatación del fracaso estrepitoso que como Estado se está produciendo.

Hay 535.671 personas que, al no ser capaces de proporcionarles un empleo, han optado por irse a buscarlo a otros lugares. Han considerado que el derecho al trabajo promulgado en el artículo 35.a de la Constitución, no es más que papel mojado, que no se le podría garantizar en este Estado y se van a buscarlo a otros sitios. Volvemos a la situación de los años cincuenta o sesenta. Los jóvenes y los no tan jóvenes, han tenido que hacer la maleta y emigrar. Esta es la verdadera bajada del paro. Resulta absolutamente indignante que los mismos que deberían haber garantizado su empleo, se jacten ahora de la bajada del paro y pretendan sacarle rentabilidad política.

También se ufanan del ritmo de creación de empleo. Más que de creación de empleo, habría que decir del ritmo de hacer pedazos los puestos de trabajo. Entre 2016 y 2011, en medias anuales, se ha producido una pérdida de 88.274 personas ocupadas y de 164.072 asalariadas. Si miramos las horas habitualmente trabajadas y las traducimos en puestos a tiempo completo de 37 horas y media, la pérdida aumenta a 591.341 personas ocupadas y a 415.772 asalariadas. De una pérdida del 0,5% de personas, pasamos a otra del 3,3% de volumen de trabajo. No parecen cifras como para sacar el pecho y ufanarse de cómo se han hecho las cosas.

Si nos fijamos en cómo se ha distribuido la pérdida de empleo entre las personas asalariadas, observaremos que el trabajo realizado con contratos temporales ha aumentado en el equivalente a 2.558 puestos, un 0,1% y el realizado mediante una relación indefinida ha caído un 3,7%, el equivalente a 418.330 puestos a tiempo completo.

Régimen General y del Carbón
Haciendo un paréntesis en la EPA, pero es uno de los datos que nos permite ver más claramente lo que pasa, se podrá analizar tres datos de la afiliación al Régimen General y del Carbón, también en medias anuales. La media anual de personas afiliadas a fin de mes ha aumentado en 19.736 personas, un 0,1%. En 2016 se han producido 43.141.291 movimientos de altas y bajas a ese mismo Régimen, 9.444.024 altas y bajas más que en 2011. El aumento de movimientos ha sido del 28,03%. Cada afiliado en que ha aumentado la media anual, ha precisado de 479 altas y bajas. Al mismo tiempo las personas afiliadas con un contrato a tiempo parcial se incrementan en 487.717 personas, un 17,6%. Aunque se carezca de estadísticas de duración de la jornada, es obvia la pérdida de volumen de trabajo.

Una vez más es preciso resaltar el diferente reparto por edades que se ha producido. Los jóvenes menores de 30 años han perdido en 25,5% del trabajo asalariado, el equivalente a 656.092 puestos a tiempo completo. Las personas entre 30 y 44 años pierden el 6,9%, 490.225 puestos. Por el contrario, quienes tienen una edad entre 45 y 54 años, ganan 296.235 y quienes están entre 55 y 64 años, ganan 434.309 puestos. Mientras los menores de 45 años, las personas en edad fértil, pierden 1.146.316 empleos a tiempo completo, los mayores de 45 ganan 730.545. Con estos datos, el Gobierno que lo ha provocado y no toma medidas extremas para solucionarlo no puede poner cara de perro pachón y decir que la natalidad es un grave problema. No tiene derecho a decir que el envejecimiento y la falta de natalidad es uno de los mayores problemas que hay, quien legisla permitiendo que las personas en edad fértil sean precarizadas, parcializadas y privadas de medios de ganarse la vida y construir su futuro.

Recorte del número de personas que perciben prestaciones
Tres de cada cuatro personas paradas carecen de protección y son 3.252.014 quienes no perciben nada estando paradas
Para presionar más y conseguir que baje el paro como lo ha hecho, mediante la emigración, la otra línea de presión ha sido recortar el número de personas que perciben prestaciones y su cuantía. La tasa de protección por paro es del 27,3%. Es decir, tres de cada cuatro personas paradas carecen de protección y son 3.252.014 quienes no perciben nada estando paradas. Esta situación les fuerza a optar por otras salidas y la única que muchas encuentran es emigrar. El gasto en prestaciones al mes de noviembre ha disminuido en 10.430 millones de euros sobre el realizado en 2011. Si en vez de recortarlo, se hubiera destinado en proteger a las personas con cargas familiares, a las mayores de 45 años y a los otros colectivos más vulnerables con un subsidio continuado, podría haber 2.225.677 personas protegidas que ahora no lo están. En ese caso la tasa de protección por paro alcanzaría el 77% y tres de cada cuatro personas paradas estarían protegidas.

Es urgente dar la vuelta a las medidas que ha ido tomando este Gobierno y, como se ha visto, no han servido para que quienes carecían de empleo lo encuentren, sino para que emigren; tampoco ha creado más trabajo, sino que lo ha recortado, troceado y precarizado y, además, ha provocado que quienes carecen de trabajo, carezcan también de protección por desempleo.

Estas medidas, al cebarse especialmente en las personas en edad fértil, nos condena a un Estado sin futuro. Este es el legado de este Gobierno. Cuando se presentan los datos de empleo, es preciso analizarlos conjuntamente no se puede hablar de cuánto baja el paro sin decir qué ocurre con el empleo, porque en vez de ser un dato positivo, es la constatación de un desastre.

http://www.nuevatribuna.es/articulo/economia-social/no-535671-personas-paradas-menos-535671-emigrantes-mas/20170127082436136098.html

¿ A TODOS LOS TONTOS LES DA POR JODER, O SENCILLAMENTE ES UNA A,B,C, REAL?


Continúa la polémica sobre las "amigas entrañables" del rey

Eco republicano
21.01.2017



Continúa la polémica de las "amigas entrañables" del rey
Continúa el escándalo sobre las presuntas "amigas entrañables" del rey emérito Juan Carlos de Borbón, muy comentado en algunos espacios televisivos de la llamada 'prensa rosa'. 

En este sentido, este viernes, el periodista Gustavo González, afirmó en un programa de Telecinco, que la actriz Barbara Rey, le desveló el nombre de varias "amigas entrañables" de su majestad.

“Lo que me sorprendía es que era consciente de otras relaciones, me dio nombres de otras amigas muy conocidas, entre ellas, el de una aristócrata, dos cantantes, tres actrices, a parte de otras personas", afirmó Gustavo González. (Ver vídeo de las declaraciones: enlace).

Desde que el periódico digital 'Ok Diario', el periodista Manuel Cerdán revelara que el CNI presuntamente pagó a Bárbara Rey para silenciar su supuesto 'affaire' con el rey emérito, otros medios, como diario 'Público' han revelado nuevos detalles sobre una presunta trama de chantajes que amenazan con airear detalles de la relación entre Corinna y el rey Juan Carlos.

En este sentido, la reina emérita Sofía, parece ser que atraviesa por momentos muy difíciles, ya que se siente humillada y triste. Las informaciones difundidas en los últimos días en todas las televisiones sobre las "amigas entrañables" del rey, parece ser que la han hundido.
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YEMEN: ¿LAS EMPRESAS FABRICANTES DE LAS ARMAS QUE VENDE FELIPE VI A ARABIA SAUDÍ SON EMPRESAS ESPAÑOLAS?



Yemen
Un desastre en el extremo inferior de la Península Arábiga

Rebelión
The Conversation
28.01.2017

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Sin soluciones políticas a corto plazo para la guerra civil del país, Yemen está teniendo que enfrentarse a desafíos terribles.

Destrucción causada por los bombardeos del pasado año en la sureña ciudad de Taiz. La ONU calcula que dos terceras partes de los yemeníes necesitan ayuda humanitaria. (Getty)

En la punta sur de la Península Arábiga, la desastrosa guerra del Yemen lleva casi dos años arrasándolo todo. En cierto modo eclipsada por la devastadora crisis en Siria, es, sin embargo, una catástrofe inmensa: según las Naciones Unidas, han perdido la vida más de 10.000 personas y más de 20 millones (de una población total de 27 millones de habitantes) necesitan ayuda humanitaria. Hay más de tres millones de seres internamente desplazados y, asimismo, varios cientos de miles han huido del país. La amenaza de hambruna inminente es cada vez mayor a medida que el conflicto ha ido destruyendo la producción alimentaria en el país.

Esta guerra tiene sus raíces en el levantamiento popular de 2011. Esa rebelión destituyó al presidente de larga data Ali Abdullah Saleh, cuyo partido, el Congreso General del Pueblo (CGP) lleva dominando la vida política del país desde la unificación del Yemen en 1990. Pero lo que realmente desencadenó el conflicto, que se inició en 2015, fueron los años de fracasadas negociaciones para un período transitorio que siguieron al derrocamiento de Saleh.

El movimiento de protesta se extendió velozmente por todo el país, a los jóvenes manifestantes se unieron pronto los partidos establecidos, así como los separatistas del sur del Yemen y el movimiento hutí.

El movimiento hutí surgió en los primeros años del 2000; en pocas palabras, se trata de un movimiento revivalista chií zaidí que trata de corregir la marginación de la importante minoría zaidí en el Yemen, cuya oposición al régimen de Saleh estalló en un conflicto de gran violencia en seis ocasiones diferentes entre 2004 y 2010.

Cuando las deserciones del ejército tras el levantamiento de 2011 amenazaron con desencadenar una guerra civil, el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), con el apoyo de la ONU y diversos Estados occidentales, presentó una iniciativa en función de la cual Saleh traspasaba el poder a su adjunto, Abd-Rabbo Mansur Hadi, a la vez que su CGP pasaba a compartir el poder junto a una alianza de partidos de la oposición.

The Conversation 
Teresa May debate sobre el conflicto del Yemen durante una reunión anual de los dirigentes del Golfo en Bahréin celebrada el mes pasado. (Getty)

La iniciativa del CCG sacó adelante una Conferencia para la Diálogo Nacional, que tenía como objetivo abordar el amplio conjunto de retos a que se enfrentaba el país reuniendo a representantes de todas las orientaciones políticas, así como a actores regionales y a la sociedad civil. Pero el proceso fracasó desde el principio, resultando imposible lograr un acuerdo sobre cómo debería ser un futuro Yemen federal.

Durante el período de transición, el movimiento hutí reforzó su bastión en la provincia de Saada, al noroeste del Yemen, y empezó a ampliar su control territorial hacia el sur. Para esto contó con el apoyo activo de Saleh, su antiguo enemigo, y con elementos de su antiguo régimen, que sentían también que habían perdido demasiado en el nuevo reparto político.

Bombardeos en la capital, Sanaa, en septiembre de 2016. (Getty)  

Como la situación política y económica en Yemen continuaba deteriorándose –hubo más muertos durante el período transitorio que durante el levantamiento de 2011-, la oposición de los hutíes hacia un régimen considerado cada vez más corrupto e ilegítimo fue ganando apoyos más amplios.

En enero de 2014, el gobierno de Hadi anunció un plan para recortar los subsidios gubernamentales a los carburantes, a fin de asegurarse el apoyo exterior del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Esto hizo subir los precios del combustible más de un 90%, lo que provocó, como es lógico, una extendida indignación popular.

Los hutíes se aprovecharon de este malestar para entrar en la capital del país, Sanaa, y consiguieron el acuerdo de los principales partidos políticos con una nueva serie de medidas que podrían haber puesto el proceso de transición otra vez en marcha: la formación de un nuevo gobierno integrador, la retirada de los combatientes hutíes de los territorios de los que se habían apoderado y una revisión de la estructura estatal del Yemen.

Pero ni el gobierno ni los hutíes respetaron finalmente sus compromisos. En cambio, los hutíes formaron un gobierno en la sombra para, al parecer, supervisar los ministerios y combatir la corrupción. Y cuando Hadi trató de forzar un esquema federalista al que se oponían y que violaba claramente anteriores acuerdos, arrestaron a un asesor presidencial y rodearon el palacio presidencial. Tras meses de presiones, Hadi y su gobierno dimitieron en enero de 2015.

Unas semanas más tarde, en una nueva provocación, los hutíes designaron un “consejo revolucionario” mediante una “declaración constitucional” y marcharon hacia el sur, hacia la ciudad portuaria de Aden, a la cual había escapado Hadi antes de retractarse de su dimisión y restablecer su gobierno. Enfrentado a este avance de los hutíes, Hadi finalmente escapó al exilio.

Fue en ese momento cuando el conflicto se internacionalizó. Arabia Saudí, con el apoyo de otros nueve Estados, lanzó una ofensiva aérea masiva con el declarado objetivo de restaurar el gobierno de Hadi y rechazar el avance hutí.  

Entierro de familiares en Bajil, un día después del ataque lanzado en octubre por la coalición liderada por los  saudíes. (Getty)

Desde entonces, todos los intentos de poner fin al conflicto han terminado en fracaso.
Las conversaciones en Kuwait entre los bandos opuestos se vinieron abajo en agosto de 2016. El meollo del conflicto fue un acuerdo patrocinado por la ONU que proponía un diálogo político entre las facciones enfrentadas una vez que los rebeldes hutíes se hubieran retirado de Sanaa y entregado su armamento pesado a un comité militar, que estaría organizado por Hadi. El acuerdo coincidía en gran medida con la posición del gobierno de Hadi, por lo que los hutíes lo rechazaron, insistiendo en un nuevo gobierno de unidad que pusiera fin realmente al mandato de Hadi.

Otros esfuerzos acabaron resultando igualmente insuficientes. El 16 de octubre, el enviado especial de la ONU al Yemen, Ould Cheij Ahmed, anunció un alto el fuego de 72 horas en un conflicto que por entonces llevaba ya 19 meses asolando el país fundamentalmente para permitir el reparto de ayuda humanitaria. Pero si aún quedaba alguna esperanza, pronto se esfumó; los combates se reanudaron en cuanto transcurrió ese período de tres días. Un alto el fuego de 48 horas establecido en noviembre de 2016, acabó del mismo modo.

Según están las cosas, no parece haber ninguna solución política a la vista. E incluso si apareciera alguna, Yemen tiene que enfrentarse ahora a mayores desafíos que nunca. El conflicto ha forjado una serie de inestables alianzas en ambos bandos. Los hutíes están aliados con restos del régimen de Saleh, mientras que la alianza contra los hutíes está integrada por islamistas sunníes, incluyendo a al-Qaida en la Península Arábiga y al ISIS, a una mezcla diversa de separatistas del sur y a los remanentes del gobierno reconocido internacionalmente.

Se trata de una guerra tremendamente compleja y entenderla no es fácil. La consecuencia es que se ha convertido en parte de una narrativa regional de conflicto sectario, con los chiíes zaidíes, considerados apoderados de los iraníes, en conflicto con los sunníes, apoyados por los saudíes. Por simplista y engañosa que sea esta narrativa, está muy arraigada y eso hace que el conflicto sea aún más difícil de resolver.

Por ahora, parece que la violencia continúa. Mientras tanto, el país se enfrenta a una crisis humanitaria de proporciones extraordinarias que ningún acuerdo político va a poder solucionar fácilmente.

Vincent Durac es profesor en la Escuela de Relaciones Políticas e Internacionales del University College de Dublin.


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sábado, 28 de enero de 2017

2017, UN SIGLO DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN RUSA


¿De dónde se sacarán los que viven de menear la lengua detrás de un micro o del dale que te pego a las yemas de los dedos escribiendo para envenenar a la opinión publica, que marxismo, Lenin o Trotsky es lo mismo que Stalin, o que este es lo mismo que Franco, Hitler o Mussolini, y que todos ellos es lo mismo que Podemos?

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Revolución rusa y sociedad de transición
Lenin y Trotsky frente a la burocracia y a Stalin

 Eric Toussaint
Viento Sur
25/01/2017 |

[Inauguramos con este artículo una sección sobre el Centenario de la Revolución Rusa que se mantendrá a lo largo de 2017.]

La construcción de una sociedad de transición al socialismo se plantea de forma cuadrangular

En primer lugar, los marxistas y el problema de la sociedad de transición entre el capitalismo y el socialismo: cuando los bolcheviques se vieron confrontados a la construcción de un Estado obrero a partir de la insurrección de octubre de 1917, tenían muy pocas bases teóricas sobre las que apoyarse en esta materia. Era efectivamente la primera experiencia histórica, práctica, a gran escala, de tentativa de construcción de una sociedad socialista.

Había escritos marxistas que abordaban los problemas de la transición, escritos de antes de 1917. Son los escritos de K. Marx y F. Engels, en particular la crítica del programa de Gotha y de Erfurt, y las lecciones sacadas por Marx, Engels y más tarde por Lenin, de la experiencia de la Comuna de París. Ésta representa la primera experiencia histórica de la “dictadura del proletariado”, aunque de corta duración y a una escala geográfica muy reducida, no especialmente comparable a la Rusia zarista. En fin , hay un libro extremadamente importante escrito por el propio Lenin durante el año 1917, “El Estado y la Revolución”. Dicho texto prolonga los análisis de Marx y propone un método de dirección política de la sociedad de transición pero no plantea el problema bajo el ángulo económico.

Segunda observación. ¿Cómo se veía hasta 1917 el problema de la transición entre el capitalismo y el socialismo, el problema de la dictadura del proletariado?

Éste estaba planteado de forma triangular por los marxistas de la época y en particular por Lenin. Triangular, en la medida en que ponía en presencia tres clases sociales esenciales: la burguesía, el proletariado industrial y el campesinado. Se trataba de realizar la alianza del proletariado y del campesinado para derrocar la dictadura burguesa. Esta alianza debía hacerse bajo la dirección del proletariado y debía ser mantenida tras la toma del poder si se quería a la vez combatir los vestigios del antiguo régimen, hacer frente a los ataques de la burguesía imperialista, realizar las tareas de la revolución democrática y emprender transformaciones socialistas.

Lenin reflexionó mucho sobre el problema de la alianza obrera y campesina. El escollo en ese esquema es que, en realidad, la construcción de una sociedad de transición no se plantea de forma triangular sino cuadrangular. A la burguesía, al proletariado y al campesinado se añade un cuarto actor: la burocracia. Ni Marx, ni Engels, ni Lenin, ni los demás dirigentes bolcheviques en el período inmediatamente posterior a la insurrección de 1917 se plantearon el problema de la burocracia como capa social que iba a jugar un papel específico autónomo en relación a las otras tres grandes fuerzas sociales.

Sin embargo, el problema de toda la sociedad de transición, es que la clase obrera aliada al campesinado no deberá simplemente combatir a la burguesía en el plano internacional y nacional, deberá igualmente combatir las deformaciones burocráticas. Y si éstas toman amplitud, deberá luchar contra la capa burocrática que se haya cristalizado. Para el período que va del año 1919 a 1923, se pueden encontrar una serie de textos de dirigentes bolcheviques que denuncian el burocratismo y la burocracia. Pero no se encuentra ningún análisis de la burocracia como capa, que cristalizándose, puede jugar un papel autónomo. En el seno de la “oposición trotskysta”, habrá que esperar a 1928 para que se escriba un texto que analice la burocracia bajo este ángulo. Se trata del famoso texto de Christian Rakovsky titulado “Los peligros profesionales del poder”.

LOS CINCO PRIMEROS AÑOS DEL ESTADO OBRERO SOVIÉTICO

Cinco años después de la revolución, en 1922-1923, hubo una gran reflexión a propósito de los problemas del burocratismo y de la forma de combatirlo. Fue sobre todo el principal dirigente del partido, Lenin, quien planteó la cuestión de las deformaciones burocráticas de forma sistemática e intentó aportar una serie de soluciones precisas. El burocratismo es también denunciado por tendencias minoritarias en el partido bolchevique, en particular por la Oposición Obrera (desde 1920-1921) y por la Tendencia del Centralismo Democrático.
¿Qué ocurrió en los cinco primeros años del Estado obrero soviético? El nuevo Estado se encuentra a la cabeza de un país que cuenta con una mayoría aplastante de campesinos. En el momento de la revolución, no hay más que 3 millones de obreros industriales y 5 años después, ya solo son 1,2 millones aproximadamente.

Lo que aporta la revolución a la mayoría campesina, es el acceso a la tierra; la daban a quienes la trabajaban. El campesinado no se organizó por tanto en las granjas de Estado o en cooperativas. Está esencialmente compuesto de 25 millones de familias campesinas, cada una de las cuales cultiva su parcela de tierra. Los asalariados agrícolas son poco numerosos; las granjas del Estado y las cooperativas solo representan un poco menos del 2% de las tierras cultivadas.

Entre 1917 y 1922, la política económica soviética pasa por tres fases:

La primera fase permite iniciar las transformaciones socialistas mediante incursiones “despóticas” en el terreno de la propiedad privada, por parafrasear a Marx. En la situación de Rusia, esto implica la transferencia de la tierra a la nación y su atribución en usufructo a quienes la trabajan, la nacionalización del crédito y de los bancos, la instauración del monopolio del Estado sobre el comercio exterior, la generalización del control obrero, el repudio de la deuda externa... Lenin, en un discurso al congreso extraordinario de los soviets del 4 de diciembre de 1918, enumera algunas de las medidas citadas más arriba afirmando explícitamente su carácter socialista: “Esta revolución es socialista. La abolición de la propiedad privada de la tierra, la introducción del control obrero, la nacionalización de los bancos son otras tantas medidas que llevan al socialismo. No es aún el socialismo, pero son medidas que nos llevan a él a pasos de gigante. No prometemos a los campesinos y a los obreros un país de jauja de un día para otro, pero decimos: la alianza estrecha de los obreros y de los campesinos explotados, la lucha firme, sin desfallecimiento, por el poder de los Soviets nos conducen al socialismo” (Lenin, Obras Elegidas, tomo 2, p. 508-509).

El carácter radical de las medidas tomadas desde el día siguiente de la toma del poder no implica de forma alguna en el espíritu de los bolcheviques ilusión alguna sobre la posibilidad de instaurar rápidamente el socialismo en Rusia. Consideran, al contrario, que Rusia no puede alcanzar el socialismo más que con la ayuda de los proletariados de las principales potencias imperialistas de la época, comenzando por el proletariado alemán. Por otra parte, los bolcheviques consideran que, durante una fase transitoria, es necesario mantener un importante sector privado, incluso capitalista, a nivel industrial y comercial. Pero este esquema de partida será rápidamente abandonado, en menos de un año, porque el imperialismo y la contrarrevolución interior desarrollan a un ritmo acelerado una política de agresión exterior y de guerra civil. Por ejemplo, las condiciones puestas por Alemania para la conclusión de la paz de Brest-Litovsk debilitan terriblemente la economía soviética/1.

El tratado de Brest-Litovsk es ratificado entre Alemania y la Rusia soviética en marzo de 1918. Se trata de una paz separada entre estos dos países mientras la guerra continúa en el resto de Europa hasta noviembre de 1918. El precio pagado por la revolución para obtener la paz es la pérdida de un tercio de la población, de un tercio de las tierras cultivadas, de la mitad de la industria y del 90% de las minas de carbón en actividad. Ucrania es sustraída a la Rusia soviética cuando representa el 75% de la producción de carbón, los 2/3 de los minerales de hierro, el 80% del azúcar, el 75% del manganeso, el 90% del grano exportable, los 2/3 de la sal.

En el plano interior, se asiste a un sabotaje sistemático por parte de la burguesía industrial. Los patronos decretan “lock out” en las fábricas, en particular en las que los obreros aplican el control obrero. Hay que saber que uno de los primeros decretos del poder soviético prevé la generalización de la posibilidad del control obrero. El “lock out” patronal y la voluntad de los trabajadores de ver expropiar a los patronos llevan a la dirección soviética a nacionalizar la mayor parte de las fábricas en julio de 1918.

Bajo la presión de la agresión imperialista y de la contrarrevolución interior, la dirección bolchevique decide entonces pasar al comunismo de guerra, invirtiendo todo el esfuerzo económico en el apoyo a la guerra y esto, con una economía que está ya en una situación desastrosa a causa de las pérdidas debidas al tratado de Brest-Litovsk. Para dar un ejemplo de lo que esto implicaba, en 1920, el Ejército Rojo absorbía el 50% de la producción industrial, el 60% del azúcar, el 40% de los suministros de grasa, el 90% de los calzados para hombre, el 40% del jabón y el 100% del tabaco.

La política llamada del comunismo de guerra crea ciertas ilusiones en una parte de la dirección bolchevique. Como el poder soviético está obligado a dirigir con una mano de hierro toda la economía, es llevado a suprimir los intercambios monetarios entre la industria y el campo. En el campo se procede a requisiciones de trigo para alimentar a las ciudades y el ejército. En las ciudades se retribuye a la clase obrera directamente en especies. Esto produce en una parte de la dirección bolchevique (Bujarin, Preobrazensky) la idea según la cual ya se está pasando a formas de intercambio de tipo socialista pues la moneda está casi suprimida.

Pero es naturalmente una forma de socialismo de la miseria en el que se reparten raciones de hambre. No es en absoluto vivible a largo plazo. Y en cuanto, en el plano militar, el Ejército Rojo logra vencer a la contrarrevolución (finales del año 1920-comienzos de 1921), se abre inmediatamente un debate en la dirección bolchevique a fin de adoptar otro esquema de desarrollo económico. No se tiene ya necesidad de dirigir todo el esfuerzo hacia la guerra, se pueden plantear las cuestiones del desarrollo económico, más exactamente, de la recuperación económica. En efecto, tomando como índice 100, la producción de la gran industria en 1913, ésta ha caído en 1920 ¡al nivel 18! Se trata pues de recuperar suavemente la pendiente de la producción.

Lenin, siguiendo a Trotsky, propone la nueva política económica (NEP) que dice en sustancia: “Ahora hay que realizar una retirada. La presión bajo la que hemos puesto al campesinado con las requisiciones, etc. no puede continuar más. Es preciso convencer al campesinado de que aumente la producción de forma voluntaria. Nosotros suprimimos las requisiciones y las reemplazamos por un impuesto en especies. Permitimos al campesino que venda el excedente de su producción agrícola y relanzamos un comercio privado”. Es una retirada en relación a los primeros años de la revolución porque el poder soviético hace concesiones a los campesinos privados medios y al comercio privado. El propio Lenin dice que esto va a introducir una dinámica muy peligrosa.

Una dinámica de economía privada, una dinámica de renacimiento de la acumulación privada que podría transformarse en acumulación capitalista en el interior de la sociedad de transición. Pero este retroceso continúa, es absolutamente necesario por un período temporal. El tiempo de consolidar la alianza entre la clase obrera y el campesinado.

Estos son, resumidos de forma simplificada, los tres estadios de política económica que se sucedieron a partir de 1917.

En 1921-22 se conoce una situación muy particular para una sociedad que quiere construir el socialismo bajo la dirección de la clase obrera. En efecto, ésta no cuenta más que con 1,5 millones de trabajadores industriales, mientras que el ejército cuenta con 5,5 millones de miembros (que acaban de ser desmovilizados).

El aparato de los funcionarios cuenta con casi 6 millones de miembros y recordemos que el campesinado está compuesto esencialmente por 25 millones de familias.

El cuadro siguiente presenta la evolución numérica de las familias campesinas y de los asalariados agrícolas, de los obreros industriales, del ejército y el aparato de los funcionarios entre 1917 y 1922:
Obreros industrialesEjércitoFuncionarios de las instituciones soviéticassFamilias campesinasObreros agrícolas
19173.024.00050.000 (guardias rojos)-2.000.000
19182.486.000800.000114.53918.000.000
19192.035.0003.000.000529.84134.000
1920-211.480.0005.500.0005.880.00024.000.000
19221.243.000

La muy fuerte caída del número de obreros en las fábricas se explica por la contribución enorme aportada por éstos al esfuerzo de defensa del Estado obrero, al haberse alistado masivamente en el Ejército Rojo.

Por otra parte, una parte importante de los obreros entró en el nuevo aparato del Estado soviético. Esta debilidad del proletariado industrial no constituye una base de partida favorable al desarrollo de una sociedad socialista. Tanto más en la medida en que las consecuencias de la guerra civil añadidas a las de la Primera Guerra Mundial han marcado terriblemente a la población del Estado soviético. Cerca de 8 millones de personas murieron durante la guerra civil, de ellas más de 7,5 millones a causa del hambre, el frío y las epidemias, contra 350 000 muertos en combate. El número de muertos durante la guerra civil es superior al de los muertos durante la guerra de 1914 a 1918 en Rusia (alrededor de 7 millones).

EL DEBATE SINDICAL (1920-1921)

De diciembre de 1920 a la primavera de 1921 se desarrolla en el partido bolchevique el debate sindical. Es con ocasión de este debate cuando Lenin es llevado a poner en evidencia la deformación burocrática que marca el Estado obrero soviético y a deducir de ello que los sindicatos debían constituir un órgano de defensa de los trabajadores en relación a dicho Estado. Trotsky fue uno de los principales protagonistas de este debate y adoptó una posición diferente de la de Lenin que le lastró en su lucha antiburocrática posterior.

¿En qué condiciones comenzó el debate? A comienzos de 1920, la guerra civil no ha terminado pero el Ejército Rojo ha recuperado el control de una gran parte del territorio. Al disminuir el peso de la guerra, se plantea la cuestión de la reorganización de la producción. El ejecutivo de los soviets (febrero 1920) y luego el 9º Congreso del Partido (abril de 1920) deciden organizar un servicio de trabajo y constituir “ejércitos de trabajo”. Se trata de movilizar, organizar y desplazar la mano de obra necesaria para el trabajo de reconstrucción. Es Trotsky el encargado por el Buró Político de la dirección de las discusiones así como de una parte de la ejecución de las decisiones. Se da la prioridad a la reorganización de los transportes y Trotsky recibe en marzo de 1920 el cargo de un nuevo ministerio, se convierte en Comisario de Transporte, conservando su puesto de Comisario de la Guerra.

Demostrará una vez más sus capacidades de organizador reorganizando completamente los ferrocarriles y utilizando para hacerlo a una parte del ejército desmovilizado. Pero para obtener ese resultado, puso de lado la dirección sindical tradicional creando una nueva. Se enemistó con las direcciones sindicales y a ciertos trabajadores.

Frente al agotamiento de la clase obrera, a la desastrosa situación económica, Trotsky proponía la militarización de la clase obrera y de los sindicatos. Consideraba que era necesaria la disciplina militar en la producción, la ausencia en el puesto de trabajo siendo igual a una ausencia en el puesto de combate. Proponía el reemplazo de las direcciones sindicales por direcciones más obreras, y más competentes (lo que implicaba poder recurrir a cuadros provenientes del exterior de la empresa), jugando un papel de correa de transmisión entre el partido, el Estado y la clase obrera. Criticaba los reflejos sindicalistas de defensa de los intereses inmediatos de la clase obrera.

Al comienzo Lenin apoya con firmeza la posición de Trotsky. Luego frente a las protestas de las direcciones sindicales y de ciertos cuadros obreros del partido (a los que hay que añadir la Oposición Obrera), Lenin toma la medida de los peligros que derivaban de la posición de Trotsky y la criticó cada vez más vigorosamente a partir de diciembre de 1920.

Pero tuvo cuidado de circunscribir sus críticas a Trotsky (apoyado por Bujarin y Preobrajenski). No rompió de ninguna forma sus relaciones con Trotsky al contrario de lo que hizo dos años más tarde respecto a Stalin. Lenin sabía medir la amplitud real de las divergencias en el seno de la dirección bolchevique. Lenin dirá en repetidas ocasiones que Trotsky, a partir de que se hizo bolchevique, se convirtió en uno de los mejores! En efecto, Trotsky dirigió la insurrección de octubre de 1917. Fue él quien dirigió a la victoria al Ejército Rojo que contribuyó en gran medida a construir, fue también él quien jugó un papel de primer plano a la cabeza de la Internacional Comunista creada en 1919.

Pero volvamos al debate sobre los sindicatos. Según las posiciones de Trotsky de aquella época, el poder de protesta de los sindicatos respecto al Estado no tiene ya razón de ser en la medida en que ese Estado pertenece a los trabajadores. A esto Lenin replica que el Estado obrero es un Estado con deformaciones burocráticas. Los obreros deben por tanto conservar una herramienta para defenderse contra las deformaciones y los posibles errores de éste. Considera que los sindicatos deben ser escuelas del comunismo para empujar a la clase obrera a trabajar mejor, pero también para defenderla sin recurrir no obstante a las huelgas dado que la situación económica es peligrosa.

Lenin tenía razón contra Trotsky. Tenía también razón contra la Oposición Obrera. Trotsky y la Oposición Obrera se reivindicaban del programa del partido que implicaba que los sindicatos debían ejercer la gestión de la economía. Pero, lo que les diferenciaba, es que la Oposición Obrera manifestaba una profunda desconfianza hacia el Estado burocratizado y partiendo de ahí, se negaba a la fusión entre los órganos estatales y los sindicatos, lo que Trotsky proponía.

Según la Oposición Obrera, los sindicatos debían estar en el poder, debían dirigir las fábricas porque representaban verdaderamente a los obreros a diferencia del Estado alcanzado por las deformaciones burocráticas.

Pero hacer de forma que los sindicatos se conviertan en la dirección de las fábricas no constituye una salvaguardia contra la burocracia; es, al contrario, a medio plazo, catalizar la burocratización de los sindicatos y del Estado obrero.

En efecto, si los sindicalistas se convierten en gestores, pierden la posibilidad de controlar la gestión pues la ejercen directamente y corren gravemente el riesgo de convertirse en una rueda de la burocracia. Dar la gestión de las fábricas a los sindicatos es catalizar la burocratización de los sindicatos y del Estado obrero. Hay que mantener, en efecto, una relación dialéctica entre gestión estatal o pública de una parte y control obrero de otra. Las posiciones de Trotsky, Bujarin, Preobrajensky, Rakovsky, Piatakov, de una parte y las de la Oposición Obrera de otra no permitían mantener una dinámica de control obrero.

Sin embargo, sería erróneo presentar la política defendida por Trotsky como una política de naturaleza burocrática. Quería mediante esta propuesta permitir una ampliación de la democracia obrera. Consideraba que las masas debían jugar el papel esencial en la reconstrucción del aparato económico devastado durante la guerra civil. El problema está en que no veía la necesidad de asegurar la autonomía de los sindicatos en relación al aparato de gestión económica y más en general en relación al Estado. Otro elemento que muestra que la motivación de Trotsky no era burocrática es que estaba apoyado por dirigentes bolcheviques como Preobrajensky, Rakovsky, I.N. Smirnov que a lo largo de los años 20 llevaron a cabo de forma constante una lucha contra la burocracia. Pero si Trotsky no partía de un punto de vista burocrático, las posiciones que defendió en el debate sobre los sindicatos podían alimentar, acelerar la burocratización.

EL ÚLTIMO COMBATE DE LENIN (fin 1922-comienzos 1923)

En octubre de 1921, Lenin declaraba: “El proletariado industrial debido a la guerra, la ruina o las terribles destrucciones, está desclasado... y ha dejado de existir en tanto que proletariado” (Obras, tomo 33, p. 59). Hablaba también de un Estado obrero con deformaciones burocráticas pronunciadas y declara en particular en el XI Congreso del Partido bolchevique (1922): “Si consideramos la máquina burocrática, ¿quién dirige y quién es dirigido? Pongo muy en duda que se pueda decir que los comunistas dirigen. A decir verdad, no son ellos quienes dirigen. Son ellos quienes son dirigidos” (Obras tomo 33, p. 293).

¿Quién dirige pues esta máquina burocrática? Es la masa de funcionarios que en gran parte proviene del antiguo aparato de Estado zarista destruido. El poder soviético ha debido guardar toda una serie de especialistas e incluso de oficinistas del zarismo. Hay cifras alucinantes a nivel de la proporción de los funcionarios zaristas en partes del nuevo aparato del Estado.

Lenin encarga a Stalin un estudio sobre esta situación. Éste da los resultados siguientes: para la región de Viatka, de 4766 funcionarios permanentes, hay 4430 que lo eran ya bajo el zarismo. Es naturalmente una masa de funcionarios difíciles de guiar desde un punto de vista comunista.

A finales de 1922, comienzos de 1923, Lenin se lanza a una batalla terrible sobre esta cuestión. En una serie de textos destinados al Comité Central y a todo el partido, en artículos publicados en Pravda, propone soluciones radicales para salir del “marasmo burocrático en el que se ha atascado la revolución”.

El partido: salvaguarda antiburocrático

En primer lugar considera que el salvaguarda contra las deformaciones burocráticas es el partido bolchevique. Es preciso por tanto proteger al partido contra las deformaciones y menciona en una parte de su “testamento” escrito a finales de 1922-comienzos de 1923, que es absolutamente necesario ampliar el Comité Central. Éste debería duplicarse haciendo entrar en él a unas decenas de obreros de la producción.

Lenin precisa que éstos no deben pasar por el aparato de los soviets (burocratizado) ni haber abandonado la producción desde un cierto tiempo.

Un cierto número de campesinos “sencillos” deben también ser incluidos.
Son precisos obreros de la producción, comunistas de la producción.

La inspección obrera: hay que reformarla pues está burocratizada

En segundo lugar, Lenin observa que el gobierno y el partido han comenzado a tener doble empleo: considera que éstos funcionan a menudo de forma poco eficaz y quiere una reforma profunda del sistema de dirección del país que permita precisar mejor la frontera entre partido y gobierno mediante el establecimiento de responsabilidades precisas y la puesta en pie de mejores órganos de control de los aparatos. Lenin declara que hay que reformar completamente la Inspección Obrera y Campesina así como la comisión central de Control. Dos años antes, en 1920, se había creado esta institución soviética a fin de investigar sobre todas las deformaciones burocráticas. Todo ciudadano soviético debía poder denunciar ante esta institución, incluso contra cualquier responsable soviético, hasta el más alto rango. Lenin constata, a finales de 1922, que esta institución de 12.000 funcionarios dirigida por Stalin, se ha convertido en un órgano perfectamente burocrático; es una rueda que se añade al aparato burocrático, es preciso por tanto de forma absoluta reformar la Inspección pues ésta no sirve en absoluto para los finales para los que está destinada.

Lenin ataca a Stalin por su funesto papel en la cuestión nacional

El tercer punto de la reflexión de Lenin se refiere a la cuestión de las nacionalidades, al haber “integrado” el imperio zarista por la fuerza a toda una serie de nacionalidades oprimidas. Sin entrar en los detalles sobre este punto, hay que señalar que Lenin pone el acento no solo en la obtención de la igualdad de derechos para las naciones oprimidas, como los ucranianos, georgianos, tadjicos, uzbekos, turkmenos, armenios, etc, sino también sobre la garantía de una situación que les permita ponerse al mismo nivel que la nación rusa tradicionalmente dominante. Considera indispensable que las diferentes naciones oprimidas puedan desarrollar su propia cultura y comunicarse en su lengua con la autoridad central de Moscú. En este marco, había que poner en pie una Federación de Repúblicas Soviéticas, y no una única república multinacional. El responsable de la cuestión nacional en el seno del partido y del Estado es Joseph Stalin. Lenin se enfrenta con él a partir de la cuestión georgiana. Stalin había entrado en conflicto con la dirección bolchevique georgiana que reclamaba una autonomía relativa para llevar a buen puerto la política comunista en Georgia. Stalin, georgiano él mismo, envió a uno de sus “representantes”, Ordjonikidze, para controlar a la dirección georgiana. El método empleado fue particularmente brutal puesto que Ordjonikidze llegó a golpear a un dirigente comunista georgiano durante una reunión de la dirección. Al enterarse Lenin de esto, envía una carta a la dirección comunista georgiana en la que se declara totalmente solidario con ésta y decide ocuparse a fondo de la cuestión. Redacta un texto que es una verdadera denuncia de los métodos de Stalin al que designa con el término de “Gran ruso chauvinista”.

Los días 30 y 31 de diciembre de 1922, Lenin dicta el texto siguiente: “Un papel fatal ha sido jugado por la prisa de Stalin en su celo de administrador... el internacionalismo del lado de la nación llamada grande (aunque solo sea grande igual que lo es el carcelero), debe consistir no solo en el respeto de la igualdad formal de las naciones, sino también en el esfuerzo hacia una igualdad (real) compensando... la desigualdad que se manifiesta prácticamente en la vida.... El georgiano (Stalin, ndlr) que considera con desdén este lado del asunto, que lanza desdeñosamente acusaciones de “socialnacionalismo” (cuando él mismo no solo es un verdadero, un auténtico social-nacionalista, sino también un brutal carcelero gran ruso), ese georgiano ataca en realidad a la solidaridad proletaria de clase...” (Lenin, Obras, tomo 36, p. 621 y 622. Edición de Moscú).

La composición de la dirección

Cuarto punto, Lenin decide pronunciarse sobre la composición del Buró Político. Parece a primera vista un poco raro que el dirigente principal del partido se dirija al Comité Central y a todo el congreso del partido para decir lo que piensa de otros miembros de la dirección y para repartir lo que parece ser buenos y malos puntos. Naturalmente lo que está en juego es en parte el futuro del partido tras la desaparición de Lenin. Este está extremadamente enfermo desde hace varios meses; en cama, escribe lo que se llamará pronto su “testamento”. Teme una escisión en el partido en caso de desaparecer. Considerando que el partido es el último salvaguarda contra los peligros de deformaciones burocráticas del Estado, que la dirección del partido es un punto vital, Lenin desea por tanto pronunciarse sobre la cuestión de la composición del Buró Político. Es la razón de que haga un juicio sobre las personas que lo componen y diga en particular que Stalin debe ser apartado del puesto de Secretario General del Partido. Justifica su posición fustigando su comportamiento brutal, aún tolerable en el plano personal, pero intolerable cuando se trata de alguien que ocupa tales funciones. Por otra parte, valora a Trotsky, “Es indudablemente el hombre más capaz del actual Comité Central” (Lenin, t.36, p. 345, traducido del ruso por Moshé Lewin, El último combate de Lenin, p.88), aunque éste, diga, peca de una visión administrativa de las cosas. Este tipo de defecto de Trotsky añade, ha sido demostrado en debates anteriores sobre los sindicatos y la militarización del trabajo.

Desarrollo de las cooperativas y revolución cultural en el campo

Quinto punto, Lenin se pronuncia por la puesta en pie y el desarrollo de un sistema de cooperativas agrícolas en las que los campesinos entrarían voluntariamente y harían la experiencia de un sistema de relaciones sociales, que les pusieran en el camino del socialismo. (“Hablando con propiedad, nos queda solo hacer que nuestra población sea lo bastante “civilizada” como para comprender todas las ventajas que ofrece una adhesión generalizada a las cooperativas que precisamos ahora para pasar al socialismo” t. 45. p370).
Para Lenin, el sistema cooperativo a generalizar es el que permite a los campesinos comercializar su producción en común. No se trata por tanto aún de pasar a cooperativas de producción colectiva. Lenin engloba en este planteamiento el lanzamiento de una “revolución cultural” en los campos atrasados de forma que aumente su nivel cultural evitando cuidadosamente hacer allí una propaganda esquemática y dogmática para el comunismo. Esta no era la tarea del momento pues las condiciones materiales y culturales mínimas no estaban reunidas (“Esto no debe en forma alguna ser tomado en el sentido de que deberíamos inmediatamente llevar al campo ideas comunistas puras y simples. Mientras no tengamos base material para el comunismo en la aldea, sería, se puede decir, un trabajo nocivo, nefasto para el comunismo” (Lenin, t 45, p. 387). Lenin se pronuncia por la combinación de una parte, de la propagación de las ideas soviéticas en el campo vía grupos de obreros voluntarios, vacunados contra un comportamiento paternalista y burocrático y, de otra parte, por la revalorización de las condiciones de existencia y de trabajo de los maestros de pueblo.

LIMITES DE LA POSICIÓN DE LENIN

En el seno de la dirección bolchevique, Lenin percibe por tanto con una gran agudeza los peligros de deformaciones burocráticas y decide combatirlas. Sin embargo, su reflexión tiene algunos límites. Para él, la burocracia es la herencia del pasado zarista (en parte físicamente es cierto). Añade que si se hubiera pasado por el capitalismo desarrollado, este problema no existiría.

Lenin concibe la burocracia sobre todo como el legado de la herencia zarista cuando es también el producto de la sociedad de transición tal cual es tras la destrucción del aparato zarista. La burocracia ocupa una función en el Estado obrero. Para ilustrarlo, retomemos una imagen utilizada más tarde por Trotsky: si durante una penuria, hay una gran cola delante de una tienda, habrá necesidad de un policía para ordenarla y éste, muy a menudo, se sirve el primero....

El segundo límite de la posición de Lenin concierne al partido. Siempre fue favorable a un debate extremadamente vivo y democrático en el interior y el exterior del partido. Las batallas políticas entre los militantes del partido se desarrollan incluso a través de la prensa. Esto es cierto también en 1918. No solo hay debate en la prensa oficial del partido, el Pravda, sino que incluso se permite a Bujarin, dirigente bolchevique, crear con otros responsables (Preobrajensky, etc.) su propio órgano de prensa fraccional. Constituía una tradición en el partido bolchevique considerar que había que debatir a fondo, pero que una vez tomada la decisión, debía ser aplicada unánimemente.

El problema es que en 1921, Lenin “da un giro” sobre el modo de discusión en el partido. Precisamente en el X Congreso del partido, hay un debate muy duro entre la dirección del partido y la tendencia “Oposición obrera”. Esta última es minoritaria, compuesta de 60 delegados de los 690 en total.

Antes del X congreso, la Oposición Obrera pudo difundir 250 000 ejemplares de su plataforma en el Pravda y en otro folleto, lo que muestra claramente que el carácter democrático del debate sigue siendo importante.

Pero en el último día, cuando varias centenas de delegados han tomado ya el camino de vuelta a su provincia, Lenin plantea la siguiente moción: “Desde hoy, supresión del derecho de tendencia y de fracción en el partido; dado que la Oposición Obrera es minoritaria y que sus posiciones representan un peligro para el Estado obrero, toda propagación de sus posiciones, en el interior del partido, conllevará la exclusión de sus miembros”. Añade que dos dirigentes de la Oposición Obrera deben ser miembros del comité central.

Este texto de Lenin, adoptado con solo 30 votos de oposición, no menciona que la supresión del derecho de fracción y de tendencia es temporal. Este texto comprende además una disposición secreta que prohibe igualmente los grupos. Será utilizado posteriormente por la fracción Stalin por un plazo indefinido.

¿CÓMO EXPLICAR LA ACTITUD DE LENIN?

Lenin considera que la tensión extrema que se desarrolla en el país -durante el congreso se desarrolla el levantamiento de Kronstad- necesita una limitación de la democracia interna del partido a fin de que éste haga bloque. Sin duda Lenin concibe este cambio como limitado en el tiempo, pero no tiene la prudencia de precisarlo negro sobre blanco. Este error tendrá consecuencias terribles dos años más tarde cuando la fracción estalinista se sirva del texto del X congreso para condenar a la Oposición de 1923 y consolidar así su poder sobre el partido.

Trotsky volverá más tarde sobre esta cuestión con el comentario siguiente:

“El Partido bolchevique, es cierto, prohibió las fracciones en el X congreso (marzo de 1921), en un momento de peligro mortal. Se puede discutir sobre la cuestión de saber si esto fue justo o no. El curso ulterior de la evolución ha mostrado en cualquier caso que esta prohibición ha sido uno de los puntos de partida de la degeneración del partido. La burocracia se ha apresurado a hacer de esta idea de “fracción” un espantajo para no permitir al partido pensar o respirar. Es así como se ha formado el régimen totalitario que ha matado al bolchevismo” (in Le Trotskysme et le PSOP, 25/07/1939. Œuvres, tome 21, page 272).

El tercer límite de Lenin, es la respuesta que da al problema del pluripartidismo en la transición al socialismo. Mientras que los primeros meses que siguen a la toma del poder Lenin y la dirección bolchevique ponen en práctica una política y desarrollan concepciones que implican el respeto del pluripartidismo (los bolcheviques han formado una alianza gubernamental con los Socialistas Revolucionarios de izquierda a finales de 1917-comienzos de 1918), su actitud se modifica progresivamente a lo largo del año 1918 y, en los años que siguen, todos los partidos de oposición son progresivamente prohibidos, incluso reprimidos. La prohibición de los partidos de oposición provocó una limitación muy fuerte de la vida democrática en la URSS.

¿UN BLOQUE LENIN-TROTSKY CONTRA STALIN?

A finales de 1922, comienzos de 1923, Lenin propone un bloque a Trotsky en la batalla sobre los acontecimientos de Georgia y sobre la cuestión nacional en general.

Esta proposición de bloque es consecuencia del acercamiento manifiesto que se ha operado en esa época entre Lenin y Trotsky. En efecto, a finales de 1922, Lenin había manifestado en numerosas ocasiones en el seno del BP y por cartas al CC su acuerdo con Trotsky sobre las cuestiones clave en discusión.

Es así como llevó la batalla con Trotsky contra los dirigentes bolcheviques -entre ellos Stalin- que querían poner fin al monopolio del Estado obrero soviético sobre el comercio exterior. En la misma época, se declaró de acuerdo con las posiciones de Trotsky sobre la táctica que la Internacional Comunista debía adoptar para ganar la mayoría en la clase obrera. Esto se articula con otros elementos, puesto que Lenin quiere proponer, en el mismo congreso, la ampliación del comité central /2, la reforma de la Inspección Obrera y Campesina y la destitución de Stalin.

En diciembre de 1922, cuando Lenin propone a Trotsky un bloque contra la burocracia, éste responde que el combate contra la burocracia debería comenzar por la eliminación de este mal en el seno del partido y en particular en sus instancias supremas. Lenin iba luego a aceptar esta propuesta encargando a Trotsky llevar la batalla por él en el 12º Congreso y declarando en su Testamento que había que destituir a Stalin de su función de secretario general.

Esta última proposición no era conocida más que por los miembros del BP y algunos cercanos colaboradores de Lenin y de Trotsky. Algunos meses más tarde, Lenin, paralizado, no puede estar presente en el 12º Congreso. Trotsky no lleva a cabo la batalla que Lenin le ha propuesto.

Son otros dirigentes bolcheviques, Rakovsky y Bujarin, quienes llevan a cabo la batalla sobre la cuestión de las nacionalidades. Y la lucha contra las deformaciones burocráticas es asumida por Preobrajenski, dirigente que fue uno de los tres secretarios del partido bolchevique.

Con ocasión de la preparación del 12º Congreso se constituye en el seno del Buró Político una alianza fraccional entre Stalin, Zinoviev y Kamenev, la famosa Troika. Ésta se reúne en secreto de forma regular antes de las sesiones del BP a fin de poner en minoría a Trotsky cada vez más a menudo.

Preobrajensky es el primer dirigente bolchevique en denunciar públicamente al Congreso la existencia de la Troika.

Durante la preparación del 12 Congreso de la primavera de 1923, Stalin quería ganarse a Trotsky. Sintiéndose amenazado por el bloque propuesto por Lenin a Trotsky, había propuesto al BP que Trotsky hiciera el informe central en lugar de Lenin ausente. Trotsky se niega. Considerando que Lenin no puede ser reemplazado, propone que no haya informe central. Trotsky se encarga del informe sobre la industria.

Trotsky piensa que es posible vía una política económica adecuada recrear las condiciones materiales que permitan, de una parte, al proletariado industrial recuperar toda su vitalidad y, de otra parte, asegurar la “soldadura” entre las ciudades y el campo. En el 12ª Congreso, Trotsky pone por tanto el acento en las transformaciones económicas, mientras que Lenin, si hubiera estado presente, habría puesto ciertamente con toda razón toda su atención en una serie de medidas políticas -entre ellas la dimisión de Stalin del puesto de secretario general- que permitieran al partido comenzar a enfrentarse a la deformación burocrática.

A posteriori, Trotsky dará el siguiente juicio sobre lo que habría podido dar de si el bloque con Lenin o, en ausencia de éste, una batalla realizada en su nombre:

“Nuestra acción común contra el Comité Central, si hubiera tenido lugar al comienzo del año 1923, nos habría asegurado ciertamente la victoria. Más aún. Si hubiera actuado en vísperas del 12º Congreso en el espíritu del “bloque” Lenin-Trotsky contra la burocracia estalinista, no dudo que habría logrado la victoria, incluso sin la asistencia directa de Lenin en la lucha. En qué medida habría sido duradera, es otra cuestión”.

Prosigue declarando en particular que si hubiera llevado a cabo el combate deseado por Lenin: “Mi acción podía ser comprendida, o más exactamente, representada como una lucha personal para tomar el lugar de Lenin en el partido y en el Estado. No podía soñar con esto sin estremecerme. Estimaba que esto podría causar en nuestras filas una desmoralización que habría habido luego que pagar cara, incluso en caso de victoria” (Mi vida , p. 554-555).

En el Congreso de marzo de 1923, Trotsky declara en su discurso que se encuentra en la línea del BP, con ello se desmarca de las intervenciones de la oposición. Trotsky emplea fórmulas fuertes sobre la dictadura del proletariado y sobre el papel del partido bolchevique: “Hemos luchado unánimemente en 1917 por la dictadura del partido, lucharemos hoy contra toda tentativa que tenga por objetivo retirar el monopoliio de la dirección a todos los niveles” (en Trotsky La Lutte antibureaucratique en URSS, t.1, p.77, 10/18).

Esta fórmula había sido adoptada por el propio Lenin en 1922. aunque para Trotsky y Lenin no tenga la misma significación que para Stalin (que retomará este análisis en su beneficio con el apoyo de Zinoviev en 1924-1925), esta fórmula da una mala educación al partido y es peligrosa en la medida en que, si es cierto que el partido constituye la vanguardia del proletariado aliado al campesinado, no deja de ser cierto que el poder puesto en pie a partir de Octubre de 1917 era ejercido por los consejos obreros y campesinos en cuyo seno el partido bolchevique se había convertido en mayoritario. Uno de los efectos terribles de la guerra civil que siguió a octubre de 1917, es la bajada de la actividad de los soviets (no querida por los bolcheviques) y la transferencia del poder al partido. La fórmula empleada por Trotsky (y Lenin un poco antes) no ponía suficientemente el acento en el hecho de que el ejercicio del poder por el partido era un avatar de la guerra civil y no de Octubre de 1917.

TROTSKY PASA A LA OFENSIVA CONTRA LA BUROCRATIZACIÓN DEL PARTIDO (otoño de 1923)

Tras el Congreso de marzo de 1923, la oposición en el partido bolchevique recupera fuerza, siempre en ausencia de Lenin, que está enfermo.

En julio-agosto-septiembre de 1923, hay huelgas y la agitación aumenta en el interior del Partido Bolchevique. Está impulsada principalmente por miembros de las antiguas Oposición Obrera y Centralismo Democrático (los llamados decistas), por el Grupo Obrero y la Verdad Obrera. Esto lleva a Djerzinsky -jefe de la GPU (luego convertida en KGB)-, al que Lenin había propuesto en vano sancionar por su funesto papel en el asunto georgiano, a proponer al CC, en septiembre, poder intervenir en contra de los miembros del partido que se hicieran culpables de luchar en el partido contra la línea de la dirección. Trotsky decide emprender la batalla y dirige el 8 de octubre de 1923 una larga carta al CC en la que declara que la proposición de Djerzinsky refleja hasta qué punto la situación se ha deteriorado en el partido y precisa: “Muchos, muchos miembros del partido, si no la mayor parte, han sido alarmados por los métodos y los procedimientos utilizados en la preparación del 12º Congreso”. Continúa declarando que no se han aplicado las proposiciones económicas que había planteada o en ese congreso y que habían sido adoptadas. Explica sus consecuencias: un profundo descontento de los campesinos que ha afectado luego a los obreros, lo que alimenta el desarrollo de los grupos de oposición.

Trotsky pone luego en cuestión el funcionamiento del partido denunciado al Buró de Organización dirigido por Stalin: “Cuando se toman las decisiones sobre las designaciones, las dimisiones y los traslados, los miembros del partido son evaluados ante todo desde el punto de vista del apoyo que pueden aportar o no al mantenimiento del régimen interno del partido que es realizado, secretamente y no oficialmente pero muy eficazmente, por el Buró de Organización y el secretariado del Comité Central” (…). “La burocratización del aparato del partido ha alcanzado proporciones inauditas por la aplicación de la selección de los secretarios” (…) “Se ha creado una muy amplia capa de funcionarios del partido, que pertenecen al aparato del Estado o del partido, que han renunciado totalmente a la idea de tener opiniones personales o al menos expresarlas, como si creyeran que la jerarquía del secretariado es la herramienta adecuada para definir las opiniones del partido y tomar las decisiones. Por debajo de esta capa que se abstiene de tener opiniones personales, está la gran capa de la masa del partido a la que cada decisión llega bajo la forma de llamamiento o de orden. En el interior de esta base del partido, hay un extraordinario grado de descontento, en ciertos casos legítimo, en otros, provocado por factores accidentales. Este descontento no es apaciguado a través de un intercambio abierto de opiniones en las reuniones del partido (en la elección de los comités de partes, de los secretarios, etc.) al contrario, continúa desarrollándose en secreto y a veces, conduce a abscesos internos”.

Trotsky propone lo que se llamará un poco más tarde un “Nuevo Curso” para el partido: “La democracia en el partido debe gozar del lugar que le corresponde a fin de prevenir al partido de la amenaza de osificación y de degeneración. El militante de base del partido debe expresar sus insatisfacciones en el marco de los principios del partido y en tanto que miembro responsable del partido”.

Llega entonces a anunciar que expresará en adelante sus divergencias en el exterior del Comité Central: “Los miembros del CC y de la Comisión Central de Control saben que, a la vez que combatiendo resueltamente y sin equívocos la política errónea, he evitado deliberadamente someter la lucha en el interior del Comité Central al juicio de una capa incluso pequeña de camaradas. (…) Me veo forzado a constatar que mis esfuerzos de estos 18 últimos meses no han producido ningún resultado (…) Pienso que no es solo mi derecho sino mi deber dar a conocer la situación real a todo miembro del partido que yo considere suficientemente preparado, maduro, y que de pruebas de contención, en consecuencia capaz de ayudar al partido a encontrar una vía para salir de este callejón sin salida sin convulsiones fraccionales y sin levantamientos” (Trotsky 8.10.1923).

Trotsky toma así la iniciativa de lanzar una batalla ofensiva contra la burocracia en el interior del partido y decide llevarla a cabo con otros cuadros del partido. Simultáneamente, opera una autocrítica que no era táctica y a la que bastantes de sus biógrafos no han concedido la importancia que debía ciertamente tener en el espíritu de su autor: declara que la actitud que ha adoptado durante 18 meses en el seno del partido no ha producido ningún resultado (ver cita más arriba).

¿QUÉ FACTORES LLEVAN A TROTSKY A CAMBIAR DE ACTITUD?

En primer lugar, la amplitud del descontento obrero (numerosas huelgas) y la gravedad de las medidas represivas que se han traducido en el encarcelamiento de centenares de militantes, algunos de ellos expulsados del partido bolchevique unos meses antes.

En segundo lugar, la esperanza de ver triunfar la tan esperada revolución alemana. Está planificada para fines de octubre de 1923 una insurrección en Alemania. Si el bloque Stalin-Kamenev-Zinoviev se ha opuesto con vigor a la demanda de la dirección comunista alemana de enviar a Trotsky sobre el terreno, no deja de ser verdad que los dos enviados soviéticos Radek y Piatakov le son muy cercanos. Trotsky espera que una victoria alemana permita un relanzamiento sólido del entusiasmo revolucionario de la juventud y de la clase obrera soviéticas, condiciones necesarias para un profundo cambio de curso del régimen del partido bolchevique.

Una semana después de la carta de Trotsky, un texto confidencial firmado por 46 de los más importantes cuadros bolcheviques, entre los cuales están Preobrajenski, ex-secretario del partido, Piatakov, uno de los elementos más prometedores según el Testamento de Lenin, Antonov, Ovseenko, uno de los organizadores de la insurrección de 1917, … es enviado al BP. Muchos de sus firmantes han estado, en el pasado, estrechamente asociados a Trotsky, otros han formado parte de la antigua oposición decista. Los 46, a los que se puede añadir 3 dirigentes soviéticos en misión en el extranjero, Rakovsky, viejo bolchevique, dirigente de la república de Ucrania, Radek, dirigente de la Internacional Comunista y Krestinsky, ex-secretario del partido, piden la convocatoria de una conferencia extraordinaria del Comité Central ampliado a los “obreros más importantes y más activos del partido”. Los 46 ponen en cuestión a la mayoría del BP por su política económica desastrosa y por el régimen burocrático impuesto al partido.

EL DEBATE SOBRE EL NUEVO CURSO (diciembre 1923-enero 1924)

La respuesta común de la Troika Stalin-Kamenev-Zinoviev toma dos formas: una condena violenta de la carta de Trotsky y de la de los “46” combinada a una apertura. Esta se expresa por el lanzamiento de un debate público vía el Pravda con el objetivo de permitir la aplicación de la democracia obrera en el partido.

Del lado del palo: en el interior de las instancias del partido, Trotsky es acusado de “querer ejercer una dictadura personal en el plano militar y económico” y sus pasadas divergencias con Lenin son mencionadas de forma falsificada.

Los 46 son condenados por el CC ampliado el 25 de octubre de 1923 como constituyentes de una fracción (prohibida desde el 10º Congreso).

En una nueva carta al CC, Trotsky replica duramente a las críticas que le son dirigidas mostrando el acercamiento ha realizado entre Lenin y él desde finales de 1922 a comienzos de 1923.

Del lado de la zanahoria: como se ha mencionado anteriormente, apertura de un debate público como válvula de seguridad al descontento en el partido. Este debate provoca un aumento del interés de la base del partido por las discusiones. Las expectativas son grandes: lo demuestra el hecho de que en noviembre-diciembre de 1923 la difusión del Pravda, en la que aparece una amplia columna de discusión, se duplica. En público no se hace mención ni a la carta de Trotsky al CC ni a la de los 46. Esto da la falsa impresión de que el BP ha tomado la iniciativa del debate sobre la democracia obrera en el seno del partido sin haber sido presionado. De hecho la Troika abre el debate para canalizarlo.

A finales de noviembre el debate se radicaliza: Preobrajensky en el Pravda del 28 de noviembre de 1923 expresa las críticas de los 46. De otra parte, en las asambleas de base del partido en Moscú, la oposición gana una amplia audiencia.

La discusión de noviembre-diciembre de 1923 encuentra un amplio eco en la prensa del partido (será la última vez antes de la noche estalinista). Hasta mediados de diciembre de 1923, el lector soviético puede tomar conocimiento en el Pravda del contenido exacto de las discusiones que se desarrollan en las asambleas moscovitas del partido. Las intervenciones de los portavoces de la oposición y los artículos de Trotsky son reproducidos in extenso igual que las posiciones de la Troika y de sus partidarios. Las cosas cambian a partir del 11 de diciembre de 1923: en el acta de una asamblea desarrollada en Petrogrado, solo se reproducen las intervenciones de la Troika. Ésta ha obtenido el control del Pravda/3, y los dos jóvenes responsables de la rúbrica de discusión dimiten como señal de protesta. A continuación otros artículos de Trotsky, que vienen a completar su serie Nuevo Curso, son publicados pero flanqueados de artículos que le son virulentamente opuestos y que representan el punto de vista de la Troika sin aparecer necesariamente con firma. A comienzos de enero de 1924, Trotsky, Radek y Piatakov protestan vigorosamente contra este cambio que traduce la radicalización de la Troika. Ésta ha comprendido por una parte la importante audiencia adquirida por la oposición incluso si ésta no tiene los medios para intervenir con fuerza más que en Moscú y, de otra parte, se da cuenta del peligro que representa para ella la actitud de Trotsky, peligro que podría aumentar si éste realizara públicamente su unión con los 46.

Es la razón por la que hasta el 11 de diciembre de 1923, la Troika ha hecho todo lo posible para evitar esta confluencia. Se puede con bastante facilidad, basándose en Pravda, trazar la evolución de la actitud de los protagonistas del debate. El 3 de diciembre de 1923, Stalin, tomando la palabra en un barrio obrero moscovita, declara que hay que llevar a cabo la lucha contra la burocracia en el seno del partido. Para cortar la yerba bajo los pies de Trotsky y de los 46 insiste especialmente en la necesidad de poner fin a las nominaciones por arriba y volver al principio electivo. Hablando así, rompe con la posición que tomó en el 12º Congreso de la primavera de 1923 en el que decía que al lado del aparato del Estado deformado burocráticamente, el partido seguía sano. Por otra parte, afirma que hay identidad de puntos de vista entre Trotsky y el resto del BP; dirige su tiro contra los 46.

El 5 de diciembre de 1923, el BP adopta un texto redactado por Trotsky (con Bujarin, según parece) y enmendado por Stalin y Kamenev, en el que la dirección anuncia la necesidad de un nuevo curso a fin de cambiar el régimen interno del partido. Stalin ha insistido en particular en que tal texto fuera adoptado y estuvo de acuerdo en asumir una serie de puntos que Trotsky desarrollaba desde octubre de 1923. Stalin considera que con la adopción de este documento publicado a los dos días en el Pravda, ha logrado disociar a Trotsky de los 46 y aparecer como cabalgando el movimiento por el Nuevo Curso.

Trotsky, por su parte, ve en ello una victoria de los partidarios del cambio. Sin embargo, para verificar la fiabilidad del acuerdo realizado con la Troika, dirige el 8 de diciembre a una asamblea del partido en Moscú una carta en la que expresa su visión del texto del BP. Esta carta publicada el 11 de diciembre hace el efecto de una bomba pues pone en evidencia el peligro de ver a los burócratas poner cara de aceptar el cambio para mejor impedirlo: “Y ahora los burócratas están dispuestos formalmente a “tomar acta” del “Nuevo curso”, es decir a prácticamente enterrarlo”.

Ataca así implícitamente a Stalin que declaraba el 3 de diciembre que el Nuevo Curso tiene que ver en gran medida con una cuestión de nueva pedagogía. Trotsky considera al contrario que “es necesario abordar la cuestión, no desde el punto de vista pedagógico, sino desde el punto de vista político. No hay que hacer depender la aplicación de la democracia obrera del grado de “preparación” de los miembros del partido para esta democracia. Nuestro Partido es un partido. Podemos presentar exigencias rigurosas a quienes quieren entrar en él y permanecer en él; pero una vez que se es miembro, se participa por ello mismo en toda su acción”. Añade: “Es necesario regenerar y renovar el aparato del partido y hacerle sentir que no es más que el ejecutor de la voluntad de la colectividad”. Presenta la resolución del 5 de diciembre como una ruptura con el pasado reciente mientras que la Troika tiende a presentarla como la consecuencia lógica de las decisiones del CC de octubre de 1923. Lo que va a constituir el objeto de una polémica muy dura, es que Trotsky declara en su carta que hay un peligro de degeneración de la vieja guardia bolchevique que podría conocer una evolución comparable a la de la dirección de la II Internacional en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

En los días que siguen a la adopción por el BP de la resolución del 5 de diciembre se celebran en Moscú varias asambleas generales de barrio. Trotsky no puede estar presente en ellas pues está muy enfermo desde fines de octubre (las reuniones del BP tienen que celebrarse en su apartamento del Kremlin). Los portavoces de los 46 que asisten a esas asambleas apoyan la resolución del 5 de diciembre así como los puntos clave de la carta de Trotsky. La oposición logra ganar una muy amplia mayoría en una serie de asambleas amplias celebradas en Moscú. En una de ellas, Kamenev hablando por el CC no obtiene más que seis votos frente a una aplastante mayoría favorable a Preobrajensky. Los dos tercios de las células bolcheviques en el Ejército Rojo en Moscú votan por la oposición. Una gran parte de los dirigentes de las Juventudes Comunistas así como las células de las Escuelas superiores constituidas esencialmente de jóvenes obreros con beca, apoyan igualmente a la oposición. En las células de fábrica moscovitas, la oposición fue por el contrario minoritaria. 67 células la apoyaron de un total de 346 (no se conoce el porcentaje que obtuvo la oposición en las células en que fue minoritaria). Como subraya el historiador E.H.Carr: “El fracaso de la oposición en el proletariado revelaba la debilidad no solo de la oposición sino también la del propio proletariado” (En “Interregno” p. 327). De hecho, en 1923, el proletariado soviético no es ya más que la sombra de lo que había sido cuando la toma del poder en 1917.

En total, la oposición obtuvo el 36% de los votos en los órganos de base del partido en Moscú. Es una cifra impresionante si se tiene en cuenta que la Troika se declaraba ella misma favorable al Nuevo Curso a la vez que atacaba virulentamente a la oposición por su carácter fraccional y cuando se sabe que los partidarios de ésta se sabían amenazados de medidas de marginación cuando no de expulsión. Por otra parte, la Troika no se contentó durante mucho tiempo con amenazas: Antonov-Ovseenkko, responsable político el Ejército Rojo y opositor será destituido y 15 dirigentes de las Juventudes Comunistas conocerán la misma suerte o serán enviados a provincias. Algunos meses más tarde, una ola de exclusiones golpeará a otros miembros y partidarios de la oposición.

Cuando la 13ª Conferencia del partido se celebró a mediados de enero, la Troika se encontró asegurada de una mayoría aplastante. Había conseguido controlar las organizaciones provinciales salvo en Riazan, Penza, Kaluga, Simbirsk y Cheliabinsk donde la oposición logró la mayoría gracias a la presencia de cuadros opositores que, apartados de Moscú, habían sido relegados allí algunos meses antes.

¿QUÉ BALANCE DE LA DISCUSIÓN SOBRE EL “NUEVO CURSO”?

En primer lugar, el sistema de control del partido por la burocracia se reveló muy eficaz, fue sacudido durante la discusión, pero aguantó.

En segundo lugar, la ola de reflujo en el seno del partido, durante un momento contrarrestada por la perspectiva de una victoria en Alemania -y en menor medida por la apertura del debate en noviembre de 1923- seguía siendo muy fuerte.

Tercero, las posiciones de Trotsky y de los 46 convergían en gran medida tanto en el plano del cambio que había que dar al régimen interno del partido como en el plano económico. El carácter limitado de este estudio no permite presentar de forma detallada las proposiciones económicas de la oposición. Sin embargo, hay que considerar que tanto Trotsky como Preobrajensky y Piatakov ponían el acento en la necesidad de desarrollar de forma planificada la industria estatalizada en el marco de la NEP. Esto correspondía a una preocupación de Trotsky expresada desde el año 1922 y con la que Lenin había finalmente expresado muy claramente su acuerdo (ver tomo 45 de sus obras a propósito del Gosplan). Trotsky, Preobrajensky y Piatakov subrayaban que en ausencia de tal desarrollo planificado, la NEP iba a producir efectos cada vez más perversos, lo que negaban la Troika y Bujarin. Está claro que si la línea de la oposición hubiera sido adoptada por el partido, ello habría permitido evitar la catástrofe económica de finales de los años 1920.

La batalla llevada a cabo por Trotsky y los 46 constituye la primer ofensiva pública concertada de un miembro del Buró Político y de una serie impresionante de cuadros del partido contra la fracción estalinista y sus aliados. El hecho de que hubiera unión entre Trotsky y los 46 ha sido puesto en cuestión por Isaac Deutscher de forma equivocada en su cautivadora biografía de Trotsky. Otro historiador que constituye una autoridad en el tema como E.H.Carr afirma con razón que la carta del 8 de octubre de 1923, de Trotsky no había podido no ser objeto de una concertación con los dirigentes de los 46. Pero no pone suficientemente el acento el hecho de que los 46 se apoyaban sin reserva en las tomas de posición de Trotsky de octubre de 1923 a enero de 1924. La lectura de sus propias intervenciones públicas no deja sin embargo ninguna duda al respecto (ver Preobrajensky, Sapronov, Piatakov, o.cit.) Pierre Broué en su libro Trotsky da una visión correcta de los hechos.

Sobre una cuestión, Preobrajensky y Trotsky adoptan sin embargo una táctica diferente (que no señala Broué). El primero propone la supresión de la prohibición de la fracciones y grupos decidida por el X Congreso. Declara que el ejercicio por los militantes del derecho a constituirse en grupo que defiende el mismo tipo de proposición, permitiría poner fin a la existencia de agrupamientos secretos que impiden progresar en el debate y que constituyen abscesos fijados. Declara que esos grupos, si fueran permitidos, no tendrían más que un carácter temporal -el tiempo durante el que se desarrolla la discusión preparatoria a tal o cual conferencia o congreso- y que su composición podría variar en función de los temas en debate…

Trotsky compartía en el fondo la posición de Preobrajensky, pero no deja de ser cierto que no hace la propuesta de poner fin a la prohibición de los grupos y tendencias. Por el contrario, Stalin estaba por que se reafirmara su prohibición, lo que le lleva a enredar a Trotsky en la redacción del texto del BP del 5 de diciembre. Stalin mismo lo relatará más tarde: “El camarada Kamenev y yo mismo poníamos por delante de forma determinante la cuestión de los grupos. El camarada Trotsky protestó bajo forma de ultimátum, declarando que, en tales circunstancias, no votaría en favor de la resolución. A partir de ahí, nos hemos limitado a hacer referencia a una parte de la resolución del X Congreso que, sin duda alguna, Trotsky no leyó en aquella ocasión y en la que se mencionaba que no solo las fracciones eran prohibidas, sino también los grupos” (Stalin, citado por Carr, op.cit. p. 304).

Engañado o no, Trotsky había decidido de todas formas no llevar a cabo explícitamente la batalla para poner fin a la decisión del X Congreso.

Ciertamente, pensaba que sería imposible ganar una mayoría sobre esta cuestión tan sensible. En particular porque esto habría sido presentado por la Troika como la puesta en cuestión de una medida querida por Lenin. Sin embargo, el hecho de que la oposición no pudiera organizarse oficialmente como grupo disminuía sus posibilidades de ganar más partidarios.

Otra cuestión táctica ha sido objeto de un juicio controvertido.

Se trata de la oportunidad para Trotsky de firmar con la Troika el texto del BP del 5 de diciembre. Carr, por ejemplo, ve ahí la prueba de que Trotsky se contenta con una victoria sobre papel cuando Stalin y sus aliados no están dispuestos a mantener sus compromisos. Esta crítica no parece oportuna pues ¿cómo explicar que, si se contentaba con el texto, Trotsky haya decidido redactar casi inmediatamente una carta pública sobre su versión del acuerdo realizado? De hecho, creo que en esta ocasión, Trotsky sacando una lección clave del debate sobre la cuestión georgiana, no se contenta con un compromiso, aunque sea bueno al 90% y continúa la ofensiva públicamente para lograr un verdadero cambio de régimen. Haciendo esto, evita el aislamiento de los 46 buscado por la Troika. Por su parte, los portavoces de los 46 se apoyan enérgicamente en este texto, consideran que éste refuerza su posición (ver las intervenciones de Preobrajensky, Sapronov, Piatakov de diciembre 23-enero 24 reproducidas por New Park Publications).

Sin embargo, esta táctica de Trotsky tiene su reverso: el texto del 5 de diciembre, da la impresión que hay ahora un acuerdo en el seno del BP, que la Troika desea aplicar claramente el Curso Nuevo. Stalin decide aprovechar al máximo la situación. Disgustado por un momento por la toma de posición de Trotsky el 8 de diciembre, Stalin decide cambiar de táctica: en un artículo de Pravda del 15 de diciembre, denuncia públicamente por primera vez a Trotsky reprochándole su duplicidad. Tras haberle acusado de intentar enfrentar a los jóvenes con los viejos, Stalin termina su artículo con el “¿a quien beneficia el crimen?”

“¿Porqué esta tentativa de desprestigiar a la vieja guardia y de halagar demagógicamente a la juventud a fin de abrir y luego ampliar una fisura entre estos dos destacamentos principales de nuestro Partido? ¿A quién puede servir esto, si no se quiere ver más que el interés del Partido, su unidad, su cohesión, sin intentar romper esta unidad en beneficio de la oposición? ¿Es así como se defiende al Comité Central y su resolución sobre la democracia en el interior del Partido, resolución adoptada además por unanimidad? Por lo demás es bien evidente que Trotsky no se ha propuesto este objetivo cuando ha dirigido su carta a las conferencias del Partido. Manifiestamente, su intención era otra: proporcionar un apoyo diplomático a la oposición en su lucha contra el Comité Central del Partido, a la vez que pretendía defender la resolución del Comité Central. Es lo que explica, propiamente hablando, la duplicidad de la que está marcada la carta de Trotsky. Trotsky hace bloque con los centralistas democráticos y una parte de los comunistas “de izquierda”: tal es el sentido político de su carta” (Pravda, 285, 15/12/1923. Firmado: J. Stalin).

Se puede plantear hasta el infinito la cuestión de saber si otra táctica de Trotsky habría sido posible a finales de 1923. Puede imaginarse otro escenario. Primeramente, Trotsky habría podido pública y explícitamente tomar la cabeza de la oposición de los 46 y proponer la supresión de la prohibición de los grupos.

Habría podido negarse a firmar un texto con la Troika. La opción entre dos líneas y dos grupos de dirigentes habría resultado más clara. Pero, no es evidente que tal táctica habría sido más eficaz, y por varias razones. La primera, es que la creación de tal reagrupamiento formal de la oposición habría sido condenado y sancionado como fraccional por el CC… La segunda, es que ni Trotsky ni los 46 consideraban oportuno proponer una dirección alternativa; declaraban incluso no querer un cambio de composición de la dirección. La tercera razón es que, de todas formas, la mayoría del BP, la Troika secreta, se habría presentado como la garantía de la unidad del partido, como la mejor representante de la vieja guardia y habría declarado que quería también la democracia interna… salvo los grupos, fracciones, en definitiva, todo lo que podía representar un peligro de escisión del partido. Para hacerse un juicio sobre la actitud de Trotsky también hay que tener en cuenta el que ningún dirigente de los 46 le criticó por su actitud. Al contrario.

LA MUERTE DE LENIN

La última intervención de Lenin en dirección al partido remonta al primer trimestre de 1923. Su ausencia afectará duramente al partido. Su muerte, el 21 de enero de 1924, sobreviene una semana después de la derrota de la oposición. La ceremonia de despedida de los restos mortales será altamente simbólica. Stalin se las arregla para impedir que Trotsky participe. Mientras que Trotsky, por consejo de los médicos del Kremlin y del BP, estaba en camino hacia el Sur, Stalin le comunica la noticia de la muerte de Lenin transmitiéndole una fecha falsa de los funerales para convencerle de la imposibilidad de dar marcha atrás en el camino para llegar a tiempo a Moscú. Ausente Trotsky, es la ocasión para los miembros de la Troika de presentarse como los únicos continuadores de Lenin. La forma de la ceremonia está totalmente en contradicción con la voluntad de Lenin. La Troika, en efecto, decide embalsamarle.

Es el comienzo de un culto del difunto que, con el pretexto de proseguir su combate, lo desnaturaliza completamente e intenta justificar todas las decisiones tácticas de la Troika (el discurso de Stalin en el II congreso de los Soviets es totalmente edificante sobre esto, citado por Deutscher en su “Stalin” p. 333).

Muerto Lenin, corresponde a su compañera a quien ha remitido su texto sobre la composición de la dirección (redactado en dos tiempos: diciembre 1922/enero 1923) y conocido como su “Testamento”, demandar su publicación para el próximo congreso. En ausencia de Trotsky, el BP decide no comunicar el texto, pero decide sin embargo hacerse respaldar por el CC que precede al congreso de mayo de 1924. El texto es por tanto comunicado al CC. Significa una bomba para sus miembros, que sin embargo están en gran medida situados tras la Troika. Según un testigo de la escena, Zinoviev declaró “Camaradas, cada palabra de Ilitch (Lenin) es ley para nosotros. Hemos jurado hacer todo lo que Lenin moribundo nos ha ordenado hacer (…) Pero nos sentimos felices al decir que, sobre un punto, los temores de Lenin se han revelado infundados. Puedo apostar por nuestro secretario general” (Bajanov, citado por Deutscher op.cit. p. 335). Se decidió a continuación, a pesar de una minoría significativa (entre ellos la viuda de Lenin, Krupskaia), no comunicar el texto al congreso. Habrá que esperar 60 años para que el público soviético pudiera conocer por vías oficiales el contenido de dicho Testamento. Trotsky se calló durante la discusión, no cree que la divulgación del texto podría cambiar la situación.

CONCLUSIONES
LA ACTITUD DE LENIN Y TROTSKY FRENTE A LA BUROCRATIZACIÓN

Antes de llegar a un análisis crítico de la actitud de Trotsky en 1923, creo necesario recapitular sobre la actitud de Lenin en su último combate. Éste decidió a finales de 1922-comienzos de 1923, como hemos visto, montar una verdadera máquina de guerra para provocar la derrota de la fracción estalinista y de sus aliados, sancionada por la expulsión de Stalin del puesto de secretario general. Tiene previstas, por otra parte, una serie de reformas de las instancias de dirección del partido y del Estado. En fin, considera que Trotsky debe ocupar un lugar clave en la dirección del Estado obrero (le propone convertirse en el vicepresidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, lo que llevaría normalmente a la presidencia en caso de desaparición de Lenin).

En consecuencia, declara a la dirección del partido que forma un bloque con Trotsky. Lenin hace esto tras haber revisado su actitud en relación al reparto de tareas en el seno del Buró Político (papel predominante de Stalin en ausencia de Lenin, gracias a su control sobre el buró de organización) y de la dirección del Estado.

No deja de ser cierto sin embargo que fue Lenin quien llevó a Stalin a los puestos que éste ocupa, lo que le ha permitido constituir su fracción poniéndola en una serie de puestos clave. Hay que recordar igualmente que Lenin obtuvo la prohibición de las fracciones y de las tendencias en el X Congreso sin precisar su duración. Lenin no debe naturalmente ser tenido a pesar de todo por responsable de la constitución y de la consolidación de la fracción estalinista. En su último combate, Lenin puso toda su energía en la lucha antiburocrática.

Stalin y el estalinismo constituyen la antítesis del pensamiento y de la acción de Lenin. Trotsky, en varios textos muy fuertes, vuelve de forma autocrítica sobre su pasado conciliador de antes de 1917 (ver en particular Cahiers Léon Trotsky de junio de 1988) pero no añade su actitud del primer semestre de 1923. Sin embargo creo que, en la primavera de 1923 también, dio equivocadamente, pruebas de conciliación hacia la fracción estalinista y de sus aliados coyunturales (Kaménev-Zinoviev hasta 1925). ¿Habría permitido una actitud diferente cambiar el curso de la historia? Es muy difícil responder afirmativamente a esta pregunta pero, no obstante, tengo la convicción de que el combate de la oposición de 1923 habría sido indudablemente más fuerte si Trotsky hubiera llevado a cabo una batalla abierta desde el congreso de la primavera de 1923.

Lo que no vio durante el debate sobre la cuestión georgiana de la primavera de 1923 (lo comprendió por el contrario en diciembre de 1923), es que la Troika no retrocedía más que momentáneamente para mejor reforzar su posición a continuación. En la primavera de 1923, Lenin era partidario de un combate diferente, Trotsky lo sabía, pero no medía todo su alcance. Lenin se negaba a un acuerdo con Stalin sobre la cuestión georgiana y sobre otras cuestiones. Quería infligirle una derrota política completa sancionada por una decisión organizativa: su destitución. Lenin había sabido, en numerosos momentos decisivos de la historia del partido, zanjar organizativamente problemas políticos. Trotsky no comprendió en ese momento este aspecto vital del combate político.

¿Era posible la destitución de Stalin en ausencia de Lenin? Difícil responder. Pero la batalla merecía que se llevara a cabo. Si Stalin hubiera podido ser obligado a dimitir del puesto de secretario general, la lucha antiburocrática se habría facilitado. No habría sido ganada sin embargo pues Stalin (como puso en evidencia Trotsky más tarde) no era más que la emanación y el portavoz de la capa burocrática que comenzaba a estabilizarse, a cristalizarse en los poros de la sociedad soviética, del Estado y del partido bolchevique desde el comienzos de los años 1920.

La lucha para extirpar el cáncer burocrático implicaba cambios de conjunto comprendiendo una recuperación de la autoactividad de las masas, un relanzamiento concomitante de los soviets (que será propuesto por la Oposición Unificada en 1926-1927), la restauración del derecho de tendencia en el Partido y el pluripartidismo. La destitución de Stalin no habría constituido por tanto la salida de la lucha antiburocrática pero habría representado un punto de inflexión favorable a ésta.

A partir de octubre de 1923, Trotsky rompe con la actitud que adoptó anteriormente y se lanza con los 46 en la primera ofensiva pública y concertada de cuadros clave del bolchevismo contra la burocracia en el interior del partido, lo que Lenin no había podido hacer anteriormente. Los artículos de Trotsky (ver Nuevo Curso) constituyen para el año 1923 la mejor explicación de la burocratización y de lo que había que oponerle. Es apoyándose sobre el Nuevo Curso de Trotsky como los 46 combaten y ganan una influencia significativa en el partido. Tras la derrota de la Oposición en enero de 1924, habrá que esperar dos preciosos años para que Trotsky recupere la iniciativa de la lucha. Trotsky estuvo paralizado políticamente entre enero de 1924 y finales de 1925 en un momento completamente crucial para el partido, el momento en que progresan de forma importante las deformaciones burocráticas. Estuvo paralizado políticamente en el sentido en que no toma la cabeza de una batalla a la vez política y organizativa con el objetivo de intentar poner a Stalin y sus aliados en minoría.

Políticamente paralizado, lo que no quiere decir que ha dejado de reflexionar y de debatir con otros cuadros claves del partido que comparten su oposición a la burocratización: al contrario, analiza paso a paso ésta y manifiesta su oposición abiertamente en el BP (donde está completamente aislado) y por cartas confidenciales a sus aliados. Por el contrario, considera que no es posible recurrir a una batalla abierta en el partido y la Internacional.
Es a partir de 1926 cuando Trotsky retoma el combate de forma decisiva contra la burocracia termidoriana. Antes de que ésta se lanzara a la colectivización forzosa y a una represión de masas que destruyó físicamente al partido bolchevique, crea la oposición unificada.

Para concluir este estudio, me queda volver sobre una de las lagunas de la comprensión que tenían los dirigentes bolcheviques de los problemas de la transición en los primeros años de la revolución. He evocado esta laguna ya en la introducción.

En los artículos de Trotsky, en las intervenciones de los 46, igual que en los últimos textos de Lenin, la burocracia no es aún percibida como un actor social y político independiente, a la vez secuela del pasado zarista y producto de las condiciones particulares del desarrollo del Estado obrero soviético. Era por supuesto, muy difícil a los protagonistas predecir la función que iba a ocupar la burocracia. En 1923-1924, en los años que siguieron, los opositores de izquierdas (Trotsky, Rakovsky, Preobrajensky, Piatakov…) consideraban que la burocracia planteaba el riesgo, por la política errónea que imponía al partido, de reforzar las fuerzas sociales que querían la restauración del capitalismo, es decir los nepman, los kulaks, etc.

No comprendían que la burocracia tenía un objetivo específico de monopolización del poder y de cristalización de sus privilegios sin que esto implicara la restauración del capitalismo. Este error de perspectiva (fácil de evidenciar retrospectivamente) explica en parte la adhesión de Preobrajensky a Stalin en 1929 cuando éste, rompiendo con la NEP, dará la impresión de volver a una política proletaria socialista.

Corresponde a Rakovsky y luego a Trotsky haber comprendido progresivamente a partir de 1928 el lugar específico ocupado por la burocratización en el Estado soviético. Corresponde a Trotsky y a los militantes que compartieron ese combate hasta el final haber sabido llevar a cabo una lucha indefectible contra la burocracia estalinista y haber producido un análisis acabado de la degeneración del Estado obrero soviético (ver La Revolución Traicionada). En el momento del balance, es completamente fundamental subrayarlo.

El combate de León Trotsky, Rosa Luxemburg y la IV internacional por la democracia socialista

El combate de L. Trotsky y de la Oposición de Izquierdas constituye un aporte fundamental a la lucha por la democracia en la transición al socialismo tanto desde el punto de vista práctico como desde el punto de vista del análisis de los procesos de deriva dictatorial tras la toma del poder. Sin una comprensión del proceso de degeneración, no se puede definir una política para hacerle frente. Desde este punto de vista, el libro “La revolución traicionada”, redactado por León Trotsky a mediados de los años 1930 constituye una herramienta indispensable.

Trotsky y la IV Internacional lucharon por una verdadera revolución política en la URSS, una revolución que debía permitir a las masas derrocar el poder de la burocracia y reconstituir órganos de poder democráticos. Veamos a continuación extractos de uno de los textos esenciales adoptados por la IV Internacional en su congreso de fundación (1938):

“La Unión Soviética ha salido de la revolución de Octubre como un Estado obrero. La propiedad estatal de los medios de producción, condición necesaria del desarrollo socialista, ha abierto la posibilidad de un crecimiento rápido de las fuerzas productivas. El aparato del Estado obrero, aislado, sufrió mientras tanto una completa degeneración, transformándose de instrumento de la clase obrera, en instrumento de violencia burocrática contra la clase obrera y en forma creciente, en instrumento de sabotaje de la economía” (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm)

El texto contenía una serie de tareas y de reivindicaciones para llevar a buen puerto la restauración de la democracia socialista:

“El nuevo auge de la revolución en la U.R.S.S. comenzará sin ninguna duda, bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad social y la opresión política.
¡ Abajo los privilegios de la burocracia!
¡ Abajo el stajanovismo!
¡ Abajo la aristocracia soviética con sus grados y decoraciones!
¡Más igualdad en el salario de todas las formas de trabajo!
(…)
La lucha por la libertad de los sindicatos y los comités de fábrica, por la libertad de reunión y de prensa, se desarrollará en lucha por el renacimiento y regeneración de la democracia soviética (…).

Es necesario devolver a los soviets no solamente su libre forma, democrática, sino también su contenido de clase (…).

La democratización de los soviets es inconcebible sin la legalización de los partidos soviéticos. Los obreros y los campesinos, por sí mismos y por su libre sufragio decidirán qué partidos serán considerados como partidos soviéticos”. (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm).

Para comprender este texto de 1938, hay que recordar la destrucción de las conquistas de la revolución de octubre que acababan de cometer Stalin y sus comparsas: colectivización forzada, agravación de las condiciones de trabajo en las fábricas con el movimiento estajanovista, aumento de las desigualdades, represión del derecho de expresión, represión y control de los artistas, creación del gulag, condena y ejecución de los dirigentes del Partido bolchevique de 1917, de los dirigentes de la insurrección de octubre. De 1936 a 1938 se sucedieron 4 oleadas de procesos, llamados “Procesos de Moscú”. Tres procesos concluyeron, bajo la orden de Stalin y de su clan, con la condena de los principales dirigentes del partido. Todos los nombres que figuran en este texto están concernidos: Zinoviev, Kamenev, Smirnov, Piatakov, Radek, Bujarin, Rakovski, Preobrajenski, Antonov-Ovseenko, Krestinski… La mayor parte fueron ejecutados. Y solo tuvieron derecho a un proceso quienes, en algunos casos bajo la tortura, confesaron sus “traiciones”. Centenas de miles de militantes o de personas consideradas como opositores fueron ejecutadas con una bala en la cabeza sin otra forma de proceso.

El proceso de mayo-junio de 1937 apuntó a los responsables militares soviéticos, entre ellos dirigentes del Ejército Rojo de la guerra civil (Mijail Tujachevski, mariscal y vicecomisario de Defensa, Iona Yakir, Comandante de la región militar de Kiev, por ejemplo). Como consecuencia de este proceso, el Ejército Rojo quedó decapitado justo antes de la Segunda Guerra Mundial.

Trotsky fue asesinado por un agente de Stalin en agosto de 1940 en México.

El combate por la democracia y la cultura en el arte

El Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente (redactado en julio del
1938 por André Breton y León Trotsky, firmado para su publicación por André Breton y el pintor mexicano Diego Rivera) constituye igualmente una referencia de una gran actualidad:

“El verdadero arte, es decir aquel que no se satisface con las variaciones sobre modelos establecidos, sino que se esfuerza por expresar las necesidades íntimas del hombre y de la humanidad actuales, no puede dejar de ser revolucionario, es decir, no puede sino aspirar a una reconstrucción completa y radical de la sociedad, aunque sólo sea para liberar la creación intelectual de las cadenas que la atan y permitir a la humanidad entera elevarse a las alturas que sólo genios solitarios habían alcanzado en el pasado. Al mismo tiempo, reconocemos que únicamente una revolución social puede abrir el camino a una nueva cultura
(…)
Reconocemos, naturalmente, al Estado revolucionario el derecho de defenderse de la reacción burguesa, incluso cuando se cubre con el manto de la ciencia o del arte. Pero entre esas medidas impuestas y transitorias de autodefensa revolucionaria y la pretensión de ejercer una dirección sobre la creación intelectual de la sociedad, media un abismo. Si para desarrollar las fuerzas productivas materiales, la revolución tiene que erigir un régimen socialista de plan centralizado, en lo que respecta a la creación intelectual debe desde el mismo comienzo establecer y garantizar un régimen anarquista de libertad individual. ¡Ninguna autoridad, ninguna coacción, ni el menor rastro de mando! Las diversas asociaciones de hombres de ciencia y los grupos colectivos de artistas se dedicarán a resolver tareas que nunca habrán sido tan grandiosas, pueden surgir y desplegar un trabajo fecundo fundado únicamente en una libre amistad creadora, sin la menor coacción exterior.
De cuanto se ha dicho, se deduce claramente que, al defender la libertad de la creación, no pretendemos en manera alguna justificar la indiferencia política y que está lejos de nuestro ánimo querer resucitar un pretendido arte "puro" que ordinariamente está al servicio de los más impuros fines de la reacción”. (http://www.aporrea.org/ideologia/a214701.html)

Efectivamente, es necesario afirmar la libertad del artista para evitar toda pretensión del Estado revolucionario o de una vanguardia revolucionaria de regentar la creación cultural antes o después de la ruptura con el capitalismo.

La democracia socialista, pluralista y viva

El Manifiesto adoptado por el 13º Congreso Mundial de la IV Internacional (febrero 1991) contiene una presentación sintética de la cuestión de la democracia en la fase que sigue a la revolución: “La democracia socialista, pluralista y viva, la libre confrontación de las diferentes alternativas entre diferentes prioridades, la independencia de las organizaciones políticas y sociales respecto al aparato del Estado, no son un lujo reservado a los países más ricos, que los países más pobres deberían remitir a tiempos mejores. Constituyen, para toda revolución socialista, una exigencia funcional, a fin de controlar las contradicciones de la economía, reducir las desproporciones, dominar las injusticias, sacar de la conciencia colectiva los medios para vencer las dificultades. Derechos civiles y sociales del hombre y de la mujer, Estado de derecho, democracia política sin restricciones, democracia de los productores asociados, planificación democráticamente centralizada, recursos necesarios pero limitados a los mecanismos del mercado, y autogestión se completan necesariamente en la construcción de una sociedad socialista. Un solo eslabón que falte basta para la perversión del conjunto” (Folleto de la IV Internacional, París 1993).

Este texto de la IV Internacional de 1991 así como las posiciones de León Trotsky a partir de finales de los años 1920 son un eco de las posiciones adoptadas desde 1918 por la revolucionaria polaca Rosa Luxemburg, que había advertido a los bolcheviques contra ciertas medidas de restricción de la libertad de expresión: “es un hecho evidente e incontrovertible que sin una prensa libre y sin obstáculos, sin una libertad ilimitada de asociación y de reunión, resulta impensable el dominio de las amplias masas populares”.

“La libertad solo para los partidarios del gobierno, solo para los miembros de un partido -por numerosos que sean- no es la libertad. La libertad es siempre al menos la libertad de quien piensa diferente. No en virtud del fanatismo de la “justicia” sino porque todo lo que libertad implica de instructivo, de saludable y de purificador depende de este principio y deja de ser eficaz cuando la “libertad” se convierte en un privilegio”

“Si se ahoga la vida política en todo el país, la parálisis gana obligatoriamente la vida en los soviets. Sin elecciones generales, sin una libertad de prensa y de reunión ilimitada, sin una lucha de opinión libre, la vida se apaga en todas las instituciones públicas, vegeta, y la burocracia se convierte en el único elemento activo”. (Rosa Luxemburg: La revolución rusa 1918. https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf)

Trotsky llevó a cabo una lucha sin tregua contra la degeneración de la Unión Soviética. Puso en ella todas sus fuerzas y lo pagó con su vida en agosto de 1940. Trotsky impulsó un combate de un valor inestimable. Las propuestas y las reivindicaciones que planteó para regenerar la transición al socialismo constituyen una fuente de inspiración irremplazable para todas las personas que no bajan los brazos y están dispuestas a proseguir el combate por la revolución eco-socialista.

Traducción: Alberto Nadal
Publicado en la revista Lutte de Classe editada por la Fundación Léon Lesoil en Bélgica. Revista nº2 de febrero de 1990. Este texto se publica por primera vez en castellano. Este estudio fue realizado para un curso de formación de militantes presentado en el verano de 1989. Ha sido publicado en francés el 21 de enero de 2016 con ocasión del 92 aniversario de la muerte de Lenin (véase: http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article37007 ). La última parte del texto, titulada “El combate de León Trotsky, de Rosa Luxemburg y de la IV Internacional por la democracia socialista” ha sido añadido en 2017.

Notas
1/ Para una presentación del tratado de Brets-Litovsk: https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Brest-Litovsk
2/ Según Isaac Deutscher (t.3 p. 131) en enero de 1923, Trotsky propone un proyecto de reorganización del CC y de sus diversos órganos.
3/ A partir de esta fecha -diciembre de 1923- es cuando se puede considerar que Bujarin (responsable del Pravda y pronto miembro titular del BP reemplazando a Lenin), abandonó sus posiciones críticas y se situó en el campo de Stalin, donde permanecerá hasta finales de los años 1920. A finales de 1925, contactará con Trotsky para sumarle al bloque que acaba de realizar con Stalin tras la ruptura de la Troika y primer envío de Zinoviev y Kamenev a la oposición. En su carta a Trotsky, dirá que no se puede impedir temblar cuando piensa en los métodos burocráticos y arbitrarios que prevalecen en el partido. Trotsky le responderá con un rechazo absoluto, tras haberle recordado que él, Bujarin, es corresponsable del régimen interior consolidado en la ofensiva contra la oposición de 1923. Bujarin mantuvo sin embargo su alianza con Stalin (ver carta de Trotsky en Cahier L. Trotsky - juin 1988).
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