La nueva estrategia nuclear del Pentágono, cuya presentación oficial tendrá lugar la próxima semana y cuyo contenido ya se conoce tras la filtración de su borrador, aumenta el riesgo de que se desencadene en el mundo una guerra nuclear, según expertos citados por Tribune.
Según el documento revelado, EE.UU. planea el desarrollo de un nuevo tipo de bombas nucleares de bajo rendimiento diseñadas para ser usadas en el campo de batalla y no para destruir ciudades enteras. Pese a que este tipo de armas denominadas ‘nucleares tácticas’ tienen una fuerza de explosión limitada, su poder es sumamente superior al de las convencionales.
¿Qué significa “de bajo rendimiento”?
Según los criterios que se manejan hoy en día, cualquier arma con una fuerza explosiva igual o inferior a 20 kilotones es considerada de bajo rendimiento. Un kilotón equivale a 1.000 toneladas de dinamita. Las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki lanzadas por las fuerzas estadounidenses al final de la Segunda Guerra Mundial, tenían una potencia de aproximadamente 15 y 20 kilotones, respectivamente. De este modo, según los estándares de hoy en día, dichas bombas serían consideradas “de bajo rendimiento”.
Tras la decisión del Pentágono de desarrollar armamento nuclear de bajo rendimiento se esconde el convencimiento de EE.UU. de que, debido al enorme poder de las armas nucleares que posee, ningún adversario geopolítico (principalmente China y Rusia) vería realista hacer uso de ellas. En cualquier caso, se estima que Estados Unidos ya cuenta con unas 150 bombas B-61 almacenadas en varios países europeos y que podrían ser configuradas para tener un impacto de bajo rendimiento.
¿Disuasión o tensión?
Según el borrador filtrado, mientras EE.UU. “ha seguido reduciendo el número de sus armas nucleares”, otros países, incluidos Rusia y China, “han seguido una dirección opuesta”. Para dar respuesta a ello, el texto establece que Estados Unidos debe ser capaz de desarrollar y desplegar nuevas capacidades militares para, “en caso de que la disuasión fracase”, lograr sus objetivos y “eludir la incertidumbre”.
En este sentido, el objetivo de esta política de desarrollo de nuevas armas nucleares de bajo rendimiento pasaría por “preservar una disuasión creíble contra agresiones regionales”, sin que exista la intención de “posibilitar una guerra nuclear”.
Sin embargo, no todos confían en la efectividad de esta estrategia para el mantenimiento de la paz. En palabras del congresista demócrata Adam Smith, esta nueva política del Pentágono “no mejorará la seguridad” de EE.UU., sino que provocará una “aceleración de la carrera armamentística”, dañará la “estabilidad estratégica”, reducirá “el margen de uso de armas nucleares” y aumentará el riesgo de que se produzcan “errores de cálculo”, lo que “nos acercaría a una guerra nuclear”.
Por su parte, el director del proyecto de información nuclear en la Federación de Científicos Estadounidenses, Hans Kristensen, reconoció en declaraciones a AFP que ve factible un escenario en el que el presidente de EE.UU. use un arma nuclear si tuviera el convencimiento de que sus efectos en la población civil serían limitados.
Por contra, Matthew Costlow, analista de Defensa en el Instituto Nacional de Políticas Públicas de EE.UU., sostiene que los temores que suscita la nueva estrategia nuclear son exagerados. “El orden nuclear en el mundo no es tan frágil como para verse sacudido por la modificación de unas cuantas cabezas nucleares por una potencia nuclear responsable como EE.UU.”, afirma.
Esta nueva estrategia nuclear supone un cambio de rumbo radical con respecto al anterior documento de este tipo, elaborado durante la Administración de Barack Obama y publicado en 2010. En aquel texto, EE.UU. mostraba su compromiso de “caminar hacia un mundo sin armas nucleares”. El Pentágono se ha negado a hacer comentarios sobre el texto, alegando que se trata de una “versión preliminar” que aún no ha sido autorizada por el presidente.