lunes, 22 de marzo de 2010

MILAGRO GORDO: OTRO CIEGO QUE VE

(Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de EE.UU, Papa de la santidad Obámica)
Con el asunto de los milagros, cuidadín, cuidadín. No se me fíen que es cosa seria. Al del pan y los peces, ni caso, que estaba preparado, eran latas de sardinas en aceite lo que repartió Cristo. Del de la conversión de agua en vino mejor ni hablar, que no había entonces ni una mala denominación de origen había, ¡a saber que les dio a beber Cristo a los de la boda de Canaán (recuerden que cuando dicen que Cristo hizo del agua vino, los de la boda ya estaban cocidos, ya se habían bebido unas tinajas y unos cuantos cantaros de vino. A ver si no les dio de beber gasolina?, que no te puedes fiar, que aquí lo que hay es mucho vivo)!
Aquí lo que interesa es el milagro entero y verdadero, el que tiene chicha, el que condiciona y conforma la existencia humana, el del dinero, que es el espíritu de nuestro tiempo.
Los de Cristo sí, no digo que no, pero mucho prójimo, mucho hijo descarriado, mucho niño que se acerca, mucha mejilla que pones para que te la calienten, mucho manso y todo eso… ¡Nada! Vamos a lo positivo.
Ben Bernanke es el presidente de la Reserva Federal de EE.UU., o sea, que dineros tiene por un tubo, y saber de dineros sabe más que Lepe, es decir, que ciego, lo que se dice ciego, lo es, y además por interés, que es el no va más del no va más de la ceguera. Ve menos que un gato de yeso encerrado en un baúl, o sea, para entendernos, que su ceguera está fuera de dudas. Dudarlo es pecado. Pero pecado capital, nada de medias tintas.
Pues, bien, vista de lince ha obrado sobre el ciego Ben Bernanke al afirmar en una conferencia en Florida ante pequeños banqueros locales (El País, 21.03.2.010. hoja 24) que: “No es razonable que la suerte de la economía global esté tan ligada a las fortunas de un relativamente pequeño número de grandes firmas financiera”, y para contrastar que en este milagro obrado de la recuperación de la vista no hay trampa ni cartón, en la misma conferencia también afirmó: “Tener entidades que son demasiado grandes para quebrar crea desigualdades competitivas que impiden a otras firmas progresar.”
Ya lo he dicho, no me vengan ahora mareando la perdiz con que si esto y lo otro. Se ha obrado milagro de vista en el ciego Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de EE.UU, porque efectivamente, no estamos en un sistema democrático, no nosotros ni en ningún otro sitio donde el modo de producción dominante sea el modo de producción capitalista. Y es más, el modo de producción capitalista no favorece el desarrollo económico por si mismo, sino que lo restringe y lo coarta dirigiéndolo únicamente a lo que puede favorecer sus propios intereses, que no son necesariamente los intereses de la inmensa mayoría de la sociedad, sino a la de esa exigua minoría a la que alude Ben Bernanke.
¿Y que se hace frente al gato que nos meten por liebre en este sistema económico-social? Pues para empezar, abrir los ojos, porque de seguir andando con los ojos vendados el porrazo contra la esquina es seguro. Y darse un cabezazo contra el canto de la esquina duele un huevo y parte y media del otro. Lo aviso.
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