sábado, 29 de julio de 2017

EN DEFENSA DE VENEZUELA

 


No a la intervención extranjera
En defensa de Venezuela

Rebelion
29.07.2017


Venezuela vive uno de los momentos más críticos de su historia. Acompaño crítica y solidariamente la Revolución bolivariana desde el inicio. Las conquistas sociales de las últimas dos décadas son indiscutibles. Para comprobarlo basta consultar el informe de la ONU de 2016 sobre la evolución del índice de desarrollo humano. Dice este informe: “El índice de desarrollo humano (IDH) de Venezuela en 2015 fue de 0.767 –lo que colocó al país en la categoría de alto desarrollo humano–, posicionándolo en el puesto 71º de entre 188 países y territorios. Tal clasificación es compartida con Turquía. De 1990 a 2015, el IDH de Venezuela aumentó de 0.634 a 0.767, un aumento de 20,9 %. Entre 1990 y 2015, la esperanza de vida al nacer aumentó a 4,6 años, el período medio de escolaridad ascendió a 4,8 años y los años de escolaridad media general aumentaron 3,8 años. El rendimiento nacional bruto (RNB) per cápita aumentó cerca de 5,4% entre 1990 y 2015”. Se hace notar que estos progresos fueron obtenidos en democracia, solo momentáneamente interrumpida por la tentativa de golpe de Estado en 2002 protagonizada por la oposición con el apoyo activo de Estados Unidos.

La muerte prematura de Hugo Chávez en 2013 y la caída del precio de petróleo en 2014 causaron una conmoción profunda en los procesos de transformación social entonces en curso. El liderazgo carismático de Chávez no tenía sucesor, la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones siguientes fue por escaso margen, el nuevo presidente no estaba preparado para tan complejas tareas de gobierno y la oposición (internamente muy dividida) sintió que su momento había llegado, en lo que fue, una vez más, apoyada por Estados Unidos, sobre todo cuando en 2015 y de nuevo en 2017 el presidente Obama consideró a Venezuela como una “amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”, una declaración que mucha gente consideró exagerada, si no mismo ridícula, pero que, como explico más adelante, tenía toda lógica (desde el punto de vista de Estados Unidos, claro). La situación se fue deteriorando hasta que, en diciembre de 2015, la oposición conquistó la mayoría en la Asamblea Nacional. El Tribunal Supremo de Justicia suspendió a cuatro diputados por alegado fraude electoral, la Asamblea Nacional desobedeció, y a partir de ahí la confrontación institucional se agravó y fue progresivamente propagándose en las calles, alimentada también por la grave crisis económica y de abastecimiento que entretanto explotó. Más de cien muertos, una situación caótica. Mientras, el presidente Maduro tomó la iniciativa de convocar una Asamblea Constituyente (AC) a ser elegida el día 30 de julio y Estados Unidos amenaza con más sanciones si las elecciones se producen. Es sabido que esta iniciativa busca superar la obstrucción de la Asamblea Nacional dominada por la oposición.

El pasado 26 de mayo suscribí un manifiesto elaborado por intelectuales y políticos venezolanos de varias tendencias políticas, apelando a los partidos y grupos sociales en conflicto a parar la violencia en las calles e iniciar un debate que permitiese una salida no violenta, democrática y sin la injerencia de Estados Unidos. Decidí entonces no volver a pronunciarme sobre la crisis venezolana. ¿Por qué lo hago hoy? Porque estoy alarmado con la parcialidad de la comunicación social europea, incluyendo la portuguesa, sobre la crisis de Venezuela, una distorsión que recorre todos los medios para demonizar un gobierno legítimamente electo, atizar el incendio social y político y legitimar una intervención extranjera de consecuencias incalculables. La prensa española llega al punto de embarcarse en la posverdad, difundiendo noticias falsas sobre la posición del gobierno portugués. Me pronuncio animado por el buen sentido y equilibrio que el ministro de Asuntos Exteriores portugués, Augusto Santos Silva, ha mostrado sobre este tema. La historia reciente nos muestra que las sanciones económicas afectan más a ciudadanos inocentes que a los gobiernos. Basta recordar los más de 500 mil niños que, según el informe de Naciones Unidas de 1995, murieron en Irak como resultado de las sanciones impuestas después de la guerra del Golfo Pérsico. Recordemos también que en Venezuela vive medio millón de portugueses o lusodescendientes. La historia reciente también nos enseña que ninguna democracia sale fortalecida de una intervención extranjera.

Los desaciertos de un gobierno democrático se resuelven por vía democrática, la cual será tanto más consistente cuanto menor sea la interferencia externa. El gobierno de la Revolución bolivariana es democráticamente legítimo. A lo largo de muchas elecciones durante los últimos veinte años, nunca ha dado señales de no respetar los resultados electorales. Ha perdido algunas elecciones y puede perder la próxima, y solo sería criticable si no respetara los resultados. Pero no se puede negar que el presidente Maduro tiene legitimidad constitucional para convocar la Asamblea Constituyente. Por supuesto que los venezolanos (incluyendo muchos chavistas críticos) pueden legítimamente cuestionar su oportunidad, sobre todo teniendo en cuenta que disponen de la Constitución de 1999, promovida por el presidente Chávez, y disponen de medios democráticos para manifestar ese cuestionamiento el próximo domingo. Pero nada de eso justifica el clima insurreccional que la oposición ha radicalizado en las últimas semanas y cuyo objetivo no es corregir los errores de la Revolución bolivariana, sino ponerle fin, imponer las recetas neoliberales (como está sucediendo en Brasil y Argentina) con todo lo que eso significará para las mayorías pobres de Venezuela. Lo que debe preocupar a los demócratas, aunque esto no preocupa a los medios globales que ya han tomado partido por la oposición, es la forma en que están siendo seleccionados los candidatos. Si, como se sospecha, los aparatos burocráticos del partido de Gobierno han secuestrado el impulso participativo de las clases populares, el objetivo de la Asamblea Constituyente de ampliar democráticamente la fuerza política de la base social de apoyo a la revolución se habrá frustrado.

Para comprender por qué probablemente no habrá salida no violenta a la crisis de Venezuela, conviene saber lo que está en juego en el plano geoestratégico global. Lo que está en juego son las mayores reservas de petróleo del mundo existentes en Venezuela. Para el dominio global de Estados Unidos es crucial mantener el control de las reservas de petróleo del mundo. Cualquier país, por democrático que sea, que tenga este recurso estratégico y no lo haga accesible a las multinacionales petroleras, en su mayoría norteamericanas, se pone en el punto de mira de una intervención imperial. La amenaza a la seguridad nacional, de la que hablan los presidentes de Estados Unidos, no está solamente en el acceso al petróleo, sino sobre todo en el hecho de que el comercio mundial del petróleo se denomina en dólares estadounidenses, el verdadero núcleo del poder de Estados Unidos, ya que ningún otro país tiene el privilegio de imprimir los billetes que considere sin que esto afecte significativamente su valor monetario. Por esta razón Irak fue invadido y Oriente Medio y Libia arrasados (en este último caso, con la complicidad activa de la Francia de Sarkozy). Por el mismo motivo, hubo injerencia, hoy documentada, en la crisis brasileña, pues la explotación de los yacimientos petrolíferos presal estaba en manos de los brasileños. Por la misma razón, Irán volvió a estar en peligro. De igual modo, la Revolución bolivariana tiene que caer sin haber tenido la oportunidad de corregir democráticamente los graves errores que sus dirigentes cometieron en los últimos años.

Sin injerencia externa, estoy seguro de que Venezuela sabría encontrar una solución no violenta y democrática. Desgraciadamente, lo que está en curso es usar todos los medios disponibles para poner a los pobres en contra del chavismo, la base social de la Revolución bolivariana y los que más se beneficiaron de ella. Y, en concomitancia, provocar una ruptura en las Fuerzas Armadas y un consecuente golpe militar que deponga a Maduro. La política exterior de Europa (si se puede hablar de tal) podría constituir una fuerza moderadora si, entre tanto, no hubiera perdido el alma.

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez


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PODEMOS. HAY QUE PODER, PERO ASÍ NO PODREMOS (SIN MAYORIAS SOCIALES ORGANIZADAS PODEMOS SE CONVERTIRÁ EN UN PSOE bis FELIPOTE)

Tribuna viento sur
De la casta al gobernismo, de la cal viva al gobierno alternativo



Manuel Gari
Viento Sur
23/07/2017

Los tres movimientos tácticos que concurrieron en el seno de Podemos la pasada semana, inducen a reflexionar sobre la placa tectónica en la que se asienta Podemos como fuerza del cambio. Me refiero a los relacionados con la hipótesis de la entrada en gobiernos compartidos con el PSOE. Ha habido un sinfín de artículos y comentarios al respecto, muchos de ellos de naturaleza táctica y algunos menos de alcance estratégico cuando la cuestión requiere esta dimensión. Entre estos últimos conviene destacar el acertado trabajo de los diputados regionales madrileños de Podemos Isidro López y Raúl Camargo “El viaje y las alforjas: el error histórico de los pactos de gobierno con el PSOE” 1/. Desde la politología convencional podría aducirse que es natural que dos partidos convengan poder cogobernar, pero ello es simplemente olvidar el por qué del nacimiento de Podemos tras el “no nos representan” del 15–M y la propia naturaleza del PSOE que, pese a los cambios que han operado en el seno de su dirección, sigue siendo una pieza estabilizadora del régimen del 78 y muleta imprescindible de los elementos básicos de las políticas neoliberales.

Tocando en las puertas del Palacio de Fuensalida

El primer movimiento fue el anuncio sin precedentes ni síntomas previos de la voluntad de formar gobierno conjunto PSOE-Podemos en Castilla La Mancha (CLM) por parte de José García Molina, secretario general regional de la formación morada que cuenta con dos diputados en las Cortes regionales y que hace dos meses se oponía, sin mayor explicación, a votar los presupuestos regionales pese a las enmiendas que le habían sido aceptadas, y Emiliano García-Page, actual presidente de la Junta de Comunidades, auténtico adalid anti Podemos. De pronto García-Page considera un socio de gobierno fiable a García Molina y éste, pelillos a la mar, se fía de García-Page.

¿Qué ha cambiado presupuestariamente para tal giro de 180º? Diego Pacheco nos los resume perfectamente: “14 de las 17 enmiendas que quedaron vivas siguen sin recogerse en los nuevos presupuestos (que ahora sí son la ostia), ni hay límites salariales a los altos cargos –que era la medida estrella entonces de nuestras enmiendas–, ni se alteran conciertos educativos ni la asignación a la religión en la escuela. En cambio, lo que sí se altera, válgame, es la partida para edificios públicos en educación infantil primarias que nosotros pedíamos aumentar en más de 8 millones de euros y que finalmente se reduce medio millón. En fin...” 2/ O sea: nada o muy poco ha cambiado en el terreno presupuestario y, sin embargo, ahora las cuentas no solo merecen la aprobación de Podemos, sino que permiten (¡sin mediar programa de gobierno conjunto!) tomar consejerías en una correlación de fuerzas ultraminoritaria porque, según se dice, ello asegurará la capacidad de presión y vigilancia para que García-Page, discípulo de Bono, gobierne en clave progresista.

Ni con mejor correlación de fuerzas electoral, política y social y con un programa conjunto detallado y suscrito por escrito, logró Diego Valderas Sosa gobernar en clave progresista en Andalucía, lo que tuvo un importante costo en credibilidad y en votos para IU-CA. La experiencia andaluza forma parte de esa ley de cercanía abrasiva que pudieron también experimentar en su momento con la entrada en gobiernos de diversos ámbitos en los que eran minoría el PC francés, Die Linke en Alemania o la italiana Rifondazione Comunista.

Simplemente José García Molina ha entrado en la vieja lógica en política o gobiernas o no eres nadie y García-Page ha visto una ocasión de oro de neutralizar la presión que le podía hacer Podemos desde fuera del gobierno pues dependía de sus votos en las Cortes. Todos contentos.

Tras la presión democrática existente, el secretario general de Podemos CLM ha tenido que consultar a las y los inscritos aprisa y corriendo, sin deliberación previa y serena, mediante una pregunta que son dos en una, lo que la convierte en una pregunta-trampa. Si no me equivoco el texto a consulta es: "¿Crees que Podemos CLM debería votar Sí a los Presupuestos si con un acuerdo de Gobierno se garantiza la puesta en marcha y el control de políticas propias como la Renta Garantizada o el Plan de Garantías Ciudadanas?" En el momento de redactar este artículo no conozco el resultado de la consulta, que, como militante de Podemos, merecerá mi respeto democrático esté o no de acuerdo con el mismo.
Pero… de todo este embrollo, lo que me preocupa es que parece que no es una ocurrencia estival de García Molina y García-Page, sino que los secretarios generales de Podemos y PSOE auspiciaron este giro. Ello es lo que hace que no sea un asunto estrictamente castellanomanchego, sino, que por sÍ mismo y por sus avalistas tiene una implicación estatal y supone un giro en la relación con el PSOE al que se le da patente de fuerza del cambio al hacer la experiencia de empotramiento en su gobierno, sin programa ni proyecto, lo que dada la escasa fuerza supone aceptar, por parte de Podemos, una relación táctica subalterna y la subordinación estratégica.

¿Hacia un gobierno PSOE-Podemos?

El segundo movimiento es que tras un primer contacto entre las delegaciones de las direcciones estatales de Podemos y PSOE, reuniones que considero normales y necesarias, se presente el evento como prefigurador de un gobierno alternativo. Ello es algo más que un exceso verbal o una táctica para empujar a ir más allá al partido socialista, simplemente es un error. Porque ese gobierno hoy ni es posible ni es conveniente. Porque supone una renuncia a modificar la correlación de fuerzas. Porque crea desorientación y despiste entre la militancia y la base electoral y social de Podemos. Porque entre la "cal viva” y formar gobierno hay fórmulas estratégicas que poner en pie para ganar la hegemonía, y tácticas que verificar y concretar. En Podemos hemos comprobado que existe una gran habilidad táctica y una ausencia de proyecto estratégico. Ese es su talón de Aquiles.

Existe un campo de posibles acuerdos puntuales entre ambas formaciones políticas de relativo alcance como son: los del incremento efectivo, no el que de forma ridícula se efectuó por el PP con la aquiescencia de la gestora socialista, del salario mínimo; la necesidad de apoyar a las fuerzas sindicales para que logren aumentos salariales dignos; la revocación de las dos últimas reformas laborales -en el caso de que el partido socialista repudie su propia legislación-, lo que implicaría el diseño de una normativa alternativa para el encaje de todos los derechos en el marco de unas nuevas relaciones laborales o se quedará en agua de borrajas; o el impulso de medidas contra la corrupción u otras. Todo ello es necesario para impulsar la defensa inmediata de las condiciones de vida y trabajo de nuestra gente, de las clases trabajadoras, de la mayoría de la ciudadanía. Pero para ello no es necesario formar un gobierno y, en primer lugar, hay que comenzar a acosar conjuntamente y sin tregua al PP y a su ladilla Ciudadanos, beneficiaria actual en intención de votos del desgaste del gobierno de Rajoy.

Pero, al hablar de gobierno, no conviene olvidar que el PSOE ni reformó, ni tiene intención de hacerlo, la Ley electoral que es un impedimento para el cambio político; ni ha dado pasos para desandar el camino de la reaccionaria reforma del artículo 135 de la Constitución que impide salir de la trampa de la deuda soberana y de las políticas de recorte del gasto social y la inversión pública; ni quiere llegar a acuerdos para asegurar las pensiones asumiendo los desafíos necesarios; ni se atreve a levantar políticas que dañen los intereses rapaces del oligopolio energético, los bancos o las multinacionales españolas del textil, la hostelería o las telecomunicaciones, pues los lazos PSOE-gran capital son más fuertes que los lazos PSOE-pueblo; por no mencionar la aversión que el partido socialista tiene a la libre expresión y decisión de los pueblos de las naciones sin estado que componen la actual realidad del Estado español; y finalmente la muy diferente posición que mantienen partido socialista y Podemos sobre la Unión Europea. El primero es realmente acrítico ante la arquitectura de Maastricht, el segundo, si bien todavía no ha definido una política de desobediencia activa ante los dictados de la Comisión o del Banco Central Europeo, es sumamente contrario a los mismos. Estas cuestiones son las estratégicas, las que delimitan quién está por mantener el statu quo, la estabilidad del régimen político, la lógica sistémica de la ganancia privada, por un lado, y, por otro, quienes estamos por la ruptura democrática, el impulso de un proceso constituyente, y, en el horizonte no inmediato, la formación de un gobierno de izquierdas capaz de enfrentar los retos al servicio de la mayoría social. No conviene banalizar la expresión formar parte de un gobierno y se banaliza si no se pone por delante el proyecto de país y el programa que lo posibilite.

El gobierno progresista

El tercer movimiento inmediatamente posterior a la reunión aludida, lo lleva a cabo Iñigo Errejón de forma que en declaraciones a Juan Cruz en El País ya no habla de ventana de oportunidad, gobierno del cambio, etc. sino de gobiernos progresistas -término que tanto ha dado de si para distintas políticas, por cierto- mediante el entendimiento con el PSOE y la mano tendida a Ciudadanos 3/ Con ello el debate va aún más allá de un gobierno entre formaciones de izquierda, nos devuelve a debates habidos hace un año y nos sugiere un interrogante ¿al final no son la tesis de Errejón las que se han impuesto? El resultado de Vista Alegre II inducía a pensar que se había zanjado el tema, pero justo es reconocerlo, pocos meses después se reabre el melón y pareciera que las tesis efectivamente triunfantes son las que las votaciones derrotaron.

En términos estratégicos, tal como plantea actualmente Manuel Monereo en “Carta a una amiga socialista”: “más claramente: pactar con el PSOE para intentar recuperar una cierta capacidad ofensiva que la realidad no da, me parece puro tacticismo e ir, a sabiendas, a un mal acuerdo que rebajaría nuestro programa y que agudizaría el conflicto con nuestra base electoral y social” 4/ Aspecto este último no baladí, pues, como recordaba en febrero de 1905 sobre algunos intentos inmaduros o improcedentes de unidad de acción el estratega Lenin, puede ocurrir que de esas experiencias solo se obtenga “el inevitable resultado de fricciones mutuas y amargos desengaños” 5/p>

Máxime si tenemos presente en primer lugar que no se puede dar por cerrada la ventana de oportunidad política, aunque es evidente que las posiciones restauracionistas han mejorado su posición en la parrilla de salida, todavía no ocupan la pole position en el presente cambio de ciclo político. En estos momentos algunos componentes de Podemos se están dejando llevar por un cierto impresionismo sobre el techo electoral de la formación morada, sin plantearse el conjunto de tareas que comporta abordar la lucha por la hegemonía.

A su vez, debemos tener en cuenta que la mejora de la situación económica en España no sólo no ha llegado a la mayoría social afectada por los recortes salariales y sociales de la austeridad impuesta, sino que la cacareada recuperación corre graves riesgos de quebrarse si en vez de mirar en corto, atendemos como recientemente señalaba Anwar Shaikh a Fernando Bercovich en una entrevista de la revista Crisis el pasado 30 de junio “lo cierto es que el sistema financiero sigue siendo muy débil y que podría desmoronarse dando comienzo a algo que es imparable e inmanejable. Esto es lo que yo llamo un segundo ataque al corazón del capitalismo producto de la crisis de 20086/.

Si la ventana de oportunidad se hubiera cerrado y la situación económica definitivamente estabilizado, no habría espacio para una fuerza alternativa como Podemos o, mejor dicho, o se homologaba o tendría duras condiciones de existencia que en todo caso le impedirían una política de grandes acuerdos con el PSOE. En caso de homologarse a las fuerzas sistémicas ¿para qué mantener el artefacto si ya existen otros comprobados? En el caso de que todavía haya oportunidades para trabajar por la ruptura democrática destituyente y/o que vengan nuevas convulsiones económicas, ¿para qué uncirse al yugo de las fuerzas del régimen y del sistema?

¿Qué se puede / debe hacer con PSOE?

Algo habrá que hacer. El PSOE ha recuperado transitoriamente una imagen de izquierdas tras la victoria de Pedro Sánchez y amplios sectores populares se reconocen en ese partido pese a sus traiciones e inconsecuencias, pese a que en sustancia nada cambió. Hay una parte de la mayoría social que tiene identidad socialista y que, a la vez, o tal vez por ello, quiere cambios profundos pese a que su partido de referencia se los niega. Pues bien, lo primero que hay que evitar es cualquier manifestación sectaria que impida la relación y diálogo con esos sectores populares. No más sobreactuaciones mediáticas que alejen la simpatía de las bases socialistas enredadas en lo menor sin atender lo importante. Lo segundo es acabar con los giros que pueden acabar quebrando las caderas de la propia base social de Podemos.

Y lo tercero es, en todos los campos en los que sea posible, pero especialmente en el acoso al PP y su muleta, recuperar la vieja orientación estratégica del mariscal Helmuth von Moltke durante el proceso militar de unificación del estado alemán impulsada por Prusia: Getrennt marschieren, vereint schlagen. Fórmula que desde Parvus la hizo suya el movimiento obrero socialdemócrata internacional, “marchar separados, golpear juntos”, al establecer las relaciones entre los sectores revolucionarios y el resto. Eso sí, teniendo en cuenta, el criterio de Marx en el “Mensaje al comité central de la Liga de los Comunistas” en marzo de 1850 por el que el revolucionario alemán también señalaba que en ocasiones la unidad de acción con los sectores de lo que denominaba “democracia pequeñoburguesa” podía concretarse en “marchar con” por objetivos comunes y en otras, sin embargo, podría suponer “marchar contra” en los casos en los que esos sectores “quieran consolidar su posición en provecho propio” 7/.

Por tanto, en mi opinión, la táctica de Podemos respecto al PSOE debería ser plantear las propuestas a defender conjuntamente a partir de las necesidades y conciencia populares y, a partir de ahí, que cada cual se coloque en el lugar que considere. Ese “marchar separados, golpear juntos” no se concreta de forma unívoca en una fórmula determinada e igual en toda circunstancia, sino que adopta formas diferentes, caso a caso, dependiendo del marco, el tema, la coyuntura y la correlación de fuerzas. Esa orientación exige de la concreción táctica.

La hipótesis estratégica y sus consecuencias

Pero, aún más importante, esa orientación de “marchar separados, golpear juntos” y las fórmulas en las que se concreta, requiere su subordinación o, si se prefiere, su incardinación en un proyecto político y estratégico dotado de un programa que considere hacia dónde se quiere que camine la sociedad (¿sociedad de mujeres y hombres libres e iguales?) y cómo (¿autoorganización y empoderamiento?). Y ese proyecto debe tener en cuenta las circunstancias históricas en las que se realiza.

Pasada la falsa ilusión de Vista Alegre I de la conquista rápida del gobierno por parte de Podemos como panacea para cambiar desde arriba el estado de cosas y siendo evidente que el cambio en profundidad requiere de la puesta en pie de un gobierno de izquierdas basado en la autoorganización y movilización popular, conviene ahora huir de una versión adaptativa y moderantista de esa conquista, que se materializaría en el acceso al gobierno como sea y con quien sea, como única forma de influir en la situación, pugnar por mejorar la situación de las gentes y de dar sentido a la fuerza política. Esta versión conformista, que en el fondo parte de una sensación de derrota inexplicada, es el gobernismo, que desprecia por ignorancia la realidad y potencialidad que encierran los movimientos sociales y que reduce el campo de la acción política al institucional y la institucionalidad al ejecutivo y que desde luego no se plantea un cambio rupturista ni con el régimen político ni con el sistema económico.

Tras las primeras legislativas a las que se presentó Podemos, colectivamente se constató que el asunto era más complicado de lo supuesto por las tesis mayoritarias. Y bastante gente coincidimos en un análisis de las tareas que, empleando las metáforas militares usadas por Gramsci, se centraban en la necesidad de organizar / organizarse para una guerra de posiciones, “dura, difícil, en la que se requieren cualidades excepcionales de paciencia y del espíritu inventivo” 8/. Ello equivale, a mi entender, a huir de la trampa de las panaceas gobernistas, dada la actual correlación de fuerzas social y política, esta vez sin efecto sorpresa, ni glamour de nueva fuerza política y sin contar con suficiente textura en implantación social y propuesta política. Gobernar sí, en su momento, no de cualquier manera, a costa de lo que sea, sin programa, y cuando haya que hacerlo, hacerlo con, para y desde el pueblo organizado, y teniendo siempre en cuenta con Antonio Gramsci que en la política el error se produce por una inexacta comprensión de lo que es el Estado (en el significado integral: dictadura + hegemonía)<i 9/.

Hoy el dilema de las fuerzas del cambio es optar o bien por constituir una alternativa sólida, lo que requiere una combinación de firmeza, paciencia, iniciativa, espíritu unitario y constructivo para levantar un bloque político de las gentes de abajo, o bien convertirse en meras fuerzas de presión -eso sí progresista- sobre las fuerzas social-liberales, aún hoy hegemónicas en el seno de las clases trabajadoras. Ese dilema se traduce en el caso de Podemos en optar por convertirse en un partido más o suponer una alternativa al bipartidismo, el régimen y el sistema.

23/07/2017

Manuel Garí, economista y miembro del Consejo editorial de viento sur

1/ http://blogs.publico.es/otrasmiradas/9679/el-viaje-y-las-alforjas-el-error-historico-de-los-pactos-de-gobierno-con-el-psoe/ 2/ https://www.facebook.com/pacheco/posts/10211486977504673?notif_t=like&notif_id=1500723912545503
3/ El País, 16 de julio, 2017
4/ https://www.cuartopoder.es/ideas/opinion/2017/07/18/carta-a-una-amiga-socialista-
5/ [5] Ulianov, I. Lenin. “Un acuerdo de lucha para la insurrección”.
6/ http://www.revistacrisis.com.ar/notas/el-proximo-ataque-al-corazon-del-capitalismo
7/ https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/50_circ.htm
8/ Gramsci, A. Pasado y Presente, Granica, Buenos Aires, 1977, p 71
9/ Gramsci, A. Cuadernos de la cárcel, III, p. 113


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